Fiesta en casa, primera parte.
Me quedo en casa sin padres y como todo hijo normal, monto fiesta
Hola, queridos lectores. Lo relatado a continuación ocurrió hace relativamente poco tiempo:
Lo primero es describirme, me llamo Jose, tengo 24 años, los ojos verdes, de cabello corto y castaño, mido 1,79cm y pesaré alrededor de los 72, es decir, que tengo un cuerpo normal.
Estábamos a viernes. Acababa de llegar de un día largo de universidad. Me encontraba en mi casa solo, puesto que mis padres estaban de viaje y no volverían hasta una semana después. Así que como todo universitario y joven, lo primero que hice al saber que me quedaba ese fin de semana sin padres, fue organizar una fiesta con los amigos de la facultad.
Esa noche íbamos a ser los de siempre, Alejandro, Adrián, Hugo y su novia María, Álvaro y su novia Sara, Irene y yo. Excepto las dos novias de mis amigos, el resto pertenecíamos a la misma clase de la universidad desde hacía 4 años.
Tras hacerme de comer y comenzar a limpiar y ordenar toda la casa, me llegó un mensaje por whatsapp de Alejandro:
- Illo… tas?
- sí, dime… toy arreglando la ksa… como la ensucieis sta nx os mato
- jajaja después te ayudamos a limpiar. Te iba a preguntar si me puedo llevar a una amiga, q me la stoy intentando hacer
- tráetela no pasa na’, pero a las habitaciones no entrais ni aunque yo sté en coma… dile q se traiga mas amigas =P
- jajaja ok, se lo dire. Nos vemos esta noxe
- ok, q no se te olvide comprar la carne
- ok
Pasé el resto de tarde limpiando la casa y la barbacoa, retirando macetas y sacando platos, cubiertos y todos los utensilios que íbamos a usar. Puse un poco de música y como aún quedaba una hora para que llegase la gente, pues me fui a duchar.
Cuando ya estaba metido en la bañera y con el grifo encendido escuché el timbre de la puerta de la calle, así que me tuve que secar un poco antes de salir con una toalla anudada en la cintura. Al asomarme a la puerta, vi que estaba Irene, así pues, le abrí.
Irene, tiene dos años y medio menos que yo, 21. Ella es morena de piel, ojos marrones, tiene el cabello negro, mide alrededor de 1,60 y de cuerpo es normal. Tiene bastante pecho, yo diría que una talla 105 y de caderas anchas. Ese día iba vestida con un pantalón negro y con una camisa blanca en la cual se transparentaba, un poco, un sujetador también blanco.
- Uff, ¡Qué buen recibimiento! – me dijo dándome dos besos
- ¿As visto? No recibo a todas así, me he vestido especialmente para ti.
- Jajaja ¡qué tonto! ¿Ha venido alguien más? ¿Te ayudo en algo?
- Anda, pasa. No, no ha venido nadie. Ya he terminado de arreglar todo, ahora me iba a duchar… si quieres me puedes ayudar.
- Jajaja Mejor que no y no me lo digas dos veces. Déjame tu ordenador, mientras te duchas.
- Lo tengo en mi cuarto. ¿Te quedas finalmente a dormir aquí?
- Sí, pero mi padre me ha metido tanta prisa que se me ha olvidado traer el pijama.
- Sí, sí… claro, se te ha olvidado. He escuchado excusas mejores. Bueno ahí tienes el portátil, ya está encendido. – dije en cuanto llegamos a mi habitación.
- Gracias. – me dijo mientras se sentaba frente a la mesa donde estaba el portátil.
Tras dejarla en mi habitación, me volví a meter en el cuarto de baño, cerrando esta vez la puerta. Tras ducharme y ponerme el desodorante me di cuenta que mi ropa estaba encima de mi cama en mi dormitorio. Así que volví a colocarme la toalla en la cintura y salí a por la ropa.
Cuando llegué a mi cuarto me acerqué a la cama sin decir nada y cogí la ropa. Al parecer hice algo de ruido, pues Irene se giró mirándome.
- Jose, mira lo que me ha escrito Jorge.
- A ver…
Me acerqué a ella por detrás, pues se había vuelto mirando el ordenador. En cuanto me puse detrás no pude mirar otra cosa que no fuese su escote, pues llevaba la camisa abrochada hasta mitad del pecho y desde mi posición se le veía parte del sujetador que le llegaba hasta mitad de las tetas. Con semejante vista, sin querer me empalmé. Así que leí el mensaje que le habían escrito le dije cualquier chorrada y me fui tapándome, pues la ‘tienda’ estaba bien levantada.
Decir tengo que Irene es bastante mona y a pesar de que antes tenía unos pocos kilos de más, desde que la conozco siempre me ha dado mucho morbo. Pero a pesar de ello, nunca he intentado nada por no estropear nuestra amistad.
En cuanto terminé de vestirme y arreglarme nos fuimos al jardín donde tenía preparada la fiesta. Adrián, Hugo, Álvaro, María y Sara no tardaron en llegar. Poco después llamó al timbre Alejandro. En cuanto fui a abrirle me di cuenta que no iba con una, sino con dos mujeres.
Una de las mujeres se llamaba Paula, que yo conocía por las fotos de sus amigas, que eran amigas mías, pero nunca nos habíamos visto ni hablado. Paula tiene dos años menos que yo. Es una mujer muy guapa, tiene los ojos marrones y una sonrisa preciosa. Tiene unos pechos poco más grandes que mi mano y tiene un culo normalito. Y es de una estatura normalita, 1.65. Iba vestida con un vestido verde de tirantes y con un escote en forma de V, dejando mostrar unos buenos pechos.
La otra mujer que acompañaba Alejandro se llamaba Lucía. Nos conocíamos desde que estábamos en la misma clase en 4º de la ESO y al igual que su amiga Paula, tiene 22. Lucía es una preciosidad de mujer, tiene el pelo rizado y negro, los ojos marrones y una linda sonrisa capaz de dejar sin respiración a muchos hombres, a mí entre ellos. Tiene muy buena figura, es delgada y tiene un culazo impresionante, aunque tiene bastante poco pecho, pero es compensado con el resto de su cuerpo y belleza. Iba vestida con un vestido naranja casi fosforito que le quedaba impresionante y más con su piel morena. Llevaba un escote normalito, por encima del pecho, cubriéndolo entero y tirantes.
Les saludé a los tres y nos reunimos con nuestros amigos. La noche transcurrió con mucha carne en la barbacoa, mucho alcohol en nuestros vasos vacíos y con música que incitaba a algo más que hablar. Así pues Álvaro se puso a bailar con su novia Sara en medio del jardín. El resto comenzamos a reírnos de ellos.
La música cambió y se puso canciones de reggaetón. Alejandro sacó a bailar a Paula, pues era a la chica que, según él, se estaba intentando hacer. Vi que Lucía estaba en una zona apartada de donde estábamos y que además estaba oscura, asomada a la casa del vecino, así pues me acerqué.
- ¿Por qué estás aquí? ¿Qué es lo que miras? – dije mientras me ponía a su vera.
- Ah! Hola, pues me quería alejar un momento para despejarme, que me he pasado un poco con el alcohol. Además estaba mirando la piscina de tu vecino, que con la luz de la luna se ve súper bonita.
- Hay cosas más bonitas, y presentes, que la luna reflejada en el agua.
- Jajaja Gracias. ¿y los otros qué están haciendo?
- Se han puesto a bailar.
- ¿Y tú no bailas?
- No tengo una bella dama que me acompañe, ¿quieres?
- Jajaja… venga, pero sólo un poco.
La cogí de la mano y en el mismo lugar donde estábamos, a oscuras y sin nadie que nos viese nos pusimos a bailar los dos solos. Puse la mano que me quedaba libre en su nuca, nos pusimos a bailar y poco a poco la baje por su espalda hasta el fin de ésta misma. Cuando llegué al final, Lucía, tuvo un escalofrío que noté. Ella se pegó más a mí. Puso su otra mano a mitad de mi espalda y su cabeza sobre mi hombro. Noté como estaba expulsando el aire sobre mi cuello y que hizo que se me pusiesen los pelos de punta.
La música volvió a cambiar y volvió a salir otra movidita. A pesar de que yo no quise, nos separamos un poco y comenzamos a seguir el ritmo de la canción. Ella, a pesar de que estaba borracha o eso decía, bailaba estupendamente, tanto que empezó a calentarme de más. Con sus movimientos de cadera hizo que mis manos bajasen un poco más de la cintura hasta llegar a su culo. Noté, a través del vestido, la tira del tanga que llevaba. Ella se puso espaldas a mí, con la melena rizada a un lado de su cuello y al otro el mío. Puso su mano derecha detrás de mi cabeza, mientras que me miraba a los ojos. Cuando me iba a lanzar a darle un beso apareció Álvaro
- Illo, que nosotros cinco nos vamos, que Hugo tiene que trabajar mañana.
Me fui con ellos hacia la puerta y despedirlos. Después volví a donde estaba el gentío, que estaban sentado bebiendo, hablando y jugando al “yo nunca”. Me uní a ellos. Durante el resto de la noche intenté sacar a bailar a Lucía para seguir donde lo habíamos dejado, pero no hubo manera. Al cabo de un buen rato, tuvimos que parar porque Lucía estaba bastante borracha. Como le daba apuro llegar a su casa tan borracha me pidió quedarse a dormir y que al día siguiente la llevase. Y yo acepté.
- Bueno, entonces yo me voy a acostar ya, que no aguanto más. – Se despidió de Alejandro, Paula e Irene y nos metimos dentro de la casa.
- Puedes dormir en cualquier cama. Está la mía, la otra que tengo en mi cuarto, la de mi hermana y la de la otra habitación. ¿Dónde quieres dormir?
- Me conformo con la de tu hermana. – Me dijo sonriéndome y cogiéndome del brazo.
- ¿Segura?
- Sí.
La llevé a la habitación de mi hermana, retiré los cojines y peluches que había encima de la cama. Ella quitó la colcha y las sábanas y se sentó encima para quitarse los tacones.
- ¿Quieres un pijama mío o de mi hermana?
- No, no, gracias. Puedo dormir con el vestido, no pasa nada. – Dijo mientras se metía entre las sábanas y se tumbaba.
Me senté en el borde de la cama y la acaricié.
- Jose, gracias por hacerme pasar una noche muy buena, lo necesitaba. – me dijo dándome un beso en la mejilla y volviéndose a tumbar y arropándose. – ¿Puedes cerrar la puerta cuando salgas? Es que se escucha mucho.
Me acerqué a ella y le devolví el beso en la mejilla y dándole las buenas noches. Cuando llegué con mis amigos, que estaban en dos hamacas, me senté junto a Irene, pues en la otra estaban Alejandro y Paula tumbados. Seguimos conversando con voz baja y con la música suave un rato más y de vez en cuando nos tomábamos otra copa.
Me levanté a apagar las luces del jardín, pues así se podía ver las estrellas. Me tumbé junto a Irene que se acababa de tumbar. Ella puso su cabeza encima de mi hombro, así que si yo bajaba un poco la vista podía ver perfectamente el escotazo que llevaba. Hubo un momento en el que la pareja de al lado se callaron. Cuando les miré, vi que se estaban besando y metiéndose mano. La mano de Alejandro iba subiendo por la pierna de Paula hasta llegar a su culo, llevándose el vestido con ella. Así pues, no sé si queriendo o sin querer, Alejandro nos mostró el culo de su pareja y el culote que llevaba.
Irene no dijo nada, pues no paraba de mirar a nuestros acompañantes. Parecía que estaba disfrutando del “paisaje” al igual que yo.
Paula estaba espaldas a nosotros, pero aun así, pudimos ver como ella metía una mano dentro del pantalón de Alejandro, comenzando un pequeño movimiento sospechoso. Pocos minutos después Alejandro hizo que paula se tumbase y dándole un largo beso en los labios. Con la mano que no estaba debajo de ella, él la acarició las piernas subiendo hasta el vientre y al igual que antes llevándose el vestido con el brazo.
Tanto Irene como yo, pudimos ver perfectamente el culote por delante, incluso le veíamos la barriga a paula. Tenía el vientre plano, aunque se podía observar un pequeño bulto, que era el monte venus. Nuestra pareja vecina estaba bastante desatada, pues Alejandro dejó de besarla en los labios, bajando por el cuello y llegando al escote de ella. Paró de acariciarle la entrepierna para bajarle el tirante del vestido. Apartó el vestido y el sujetador de uno de los pechos de Paula. Se le podía ver perfectamente el pezón duro con una pequeña aureola alrededor, el cual él comenzó a chupar.
Con la situación de Lucía y con la imagen que estábamos viendo en vivo, yo no aguantaba más con mi calentón, así pues me giré un poco para ponerme detrás de Irene que estaba de costado viendo la escena. Pegué mi pene bien erecto al culo de ella y con la mano que me quedaba libre le fui acariciando el cuello. Ella ni se inmutó y me dejó hacer. Así que fui bajando mi mano hasta llegar a sus grandes pechos.
La pareja de enfrente, seguía igual. Él chupándole las tetas y metiéndole la mano bajo el culote acariciándole el clítoris y ella gimiendo y con una mano en la cabeza de él.
Mientras tanto, yo le desabroché todos los botones de la camisa a Irene, dejando al aire libre sus pechos bajo el sostén. Ella, por fin, se movió y colocó su mano en mi poya acariciándola sobre el pantalón. Sin dejar de mirar a la pareja acompañante, le besé el cuello mientras que desabrochaba el sujetador, pues el broche estaba delante. Una copa del sujetador, la que estaba más abajo, se abrió y se separó un poco del pecho de Irene, dejándome así ver su pezón. Al instante llevé mi mano allí y se lo acaricié, poniéndolo más duro de lo que estaba.
Oí un gemido, al mirar, vi que Alejandro le estaba metiendo los dedos en el coño a Paula y sin parar de besarle el escote, los pechos y el cuello.
Irene me desabrochó el pantalón con una mano y la metió bajo mis boxes. Agarró mi pene y comenzó un movimiento de vaivén. Mientras tanto, yo dejé de agarrar y acariciar sus pechos, que ya estaban totalmente al aire libre, para llevar mi única mano disponible hasta su vientre. Le desabroché el pantalón, le bajé la cremallera y metí mi mano bajo sus bragas. Me encontré con su bello púbico, lo tenía recortado un poco. Cuando bajé aún más la mano, noté como sus labios húmedos dejaban hueco para mis dedos, que los recorrieron de arriba a bajo y de fuera a dentro.
Mientras tanto, Alejandro estaba tumbado bocarriba y Paula estaba haciéndole una mamada. Ella estaba a cuatro patas delante de él, llevaba el vestido cubriéndole solo la barriga, puesto que los tirantes se los había quitado, mostrando así sus pechos. Además llevaba el vestido subido y el culote por las rodillas, mostrando así el culo en todo su resplandor. Desgraciadamente no pude ver nada, puesto que estábamos al lado y no enfrente.
Al cabo de unos minutos, Paula paró de chupársela a Alejandro y se incorporó. Miró como Irene me masturbaba y yo a ella. Cuando nos vio, nos sonrió, se puso de pie en el césped en medio de las dos hamacas, sujetándose el vestido contra la barriga y dejándonos ver su buen cuerpo. Tenía unos pechos firmes y normalitos y unos labios rosados adornados con una pequeña raya de bello púbico encima.
- Nos tenemos que ir, otro día continuaremos. – dijo mientras que se volvía a abrochar el sujetador, subirse el culote y colocarse bien el vestido.
Antes de que Alejandro se incorporase y nos viese, Irene y yo dejamos de masturbarnos y nos vestimos. No comentamos nada de lo sucedido mientras que nos acercábamos al interior de la casa. Únicamente habló Paula para pedirme un vaso de agua. Irene de despidió de ellos y se metió en la habitación en la que ella iba a dormir, mientras que yo les acompañé a la puerta de la calle.
Paula le dijo a Alejandro que se fuese al coche, ya que ella me tenía que decir algo en privado. Los dos, Alejandro y yo, nos miramos dubitativamente, sin saber qué pasaba. Cuando él se fue a la calle y se metió en el coche, Paula se volvió a mí, me miró a los ojos, se me acercó y me besó en los labios.
Aún estábamos dentro de mi casa, así que nadie nos podía ver. Irene me rodeó sin parar de besarme. Colocó sus manos en mi cabeza, mi espalda e incluso me agarró el culo. Yo, por supuesto, me dejé llevar. Así que hice lo mismo que ella y le agarré el culo, pero metiendo mis manos bajo su vestido. Tenía una piel suave y el culo duro pero tierno. Se separó de mí con una sonrisa en los labios.
- Esto es sólo un aperitivo de lo que quiero hacerte. Y esto – dijo agarrándome el paquete – te lo quiero comer enterito. Espero que pases una muy buena noche y que pienses en mí.
Sin decirme nada más y sin dejarme contestar, se marchó contoneando su cintura y su culo.
Cerré la puerta en cuanto ella cerró la que daba a la calle, me dirigí al jardín a apagar la música, pues aunque no estaba muy alta tenía la sensación que la noche había acabado. Cuando me dirigía al jardín, pasé cerca de la habitación en la que iba a dormir esa noche Irene. Vi que la luz estaba encendida y que la puerta estaba abierta, así pues me asomé. Al hacerlo me encontré a Irene de espaldas. Llevaba su camisa blanca que le llegaba a medio trasero y unas bragas, nada más. Dicha imagen me excitó mucho, pero aún lo hizo más, cuando ella se dio la vuelta. Llevaba la camisa abrochada justo por debajo del pecho, así pues llevaba un buen escote y además se le transparentaban los pezones en la tela blanca.
Nos acercamos sin decir nada y nos fundimos en un beso, que más que romántico, era apasionado y deseoso de sexo. Mientras que nos lo dábamos, le desabroché y quité la camisa y ella hizo lo mismo con la mía. En ese momento tenía mejor vista que en el resto de la noche de sus grandes y fenomenales pechos, que en cuanto los vi, llevé mis labios a ellos. Ella se dejó hacer y después se arrodilló frente a mí, me desabrochó y quitó mis pantalones y mis boxes, dejando al aire libre mi polla bien erecta, que la cogió con su mano derecha y se la llevó a la boca.
Me estremecí al notar el contacto de sus labios y de su lengua en mi glande. De vez en cuando llevaba mi polla en medio de sus pechos, me masturbaba con ellos y teniendo al final de éstos, su boca abierta para seguir chupándomela.
Ella se incorporó y me empujó, haciéndome caer encima de la cama. Terminó de quitarme el resto de ropa que aún me quedaba y ella se quitó sus bragas. Los dos nos quedamos totalmente desnudos, uno frente al otro, yo tumbado con la poya erecta a más no poder y ella de pie con las piernas un poco abiertas mostrándome los labios de su coño.
Ella se acercó a la cama y se subió encima de mí. Comenzó a rozar la punta de mi pene en sus labios y en su clítoris, cosa que me dio muchísimo placer e hizo que me diese un escalofrío de arriba abajo. Se notaba que ella quería jugar aún un poco de rato más, puesto que yo intentaba metérsela y ella lo impedía riéndose. Cuando dejé de intentarlo y me dejé hacer, ella se sentó introduciéndose mi polla en su interior. Los dos gemimos de placer y raro era que Lucía o algún vecino no nos hubiese escuchado. Durante el resto del tiempo, ella llevaba el ritmo y yo era el sumiso que se dejaba.
Ella se corrió por segunda vez, mientras que yo la penetraba desde atrás en la posición de perrito. Yo no pude aguantar más y le dije que me iba a correr, así pues, ella se levantó, se dio media vuelta y me la volvió a chupar, lamiendo los jugos de su propio coño. Terminé corriéndome en su boca. Me agarró la mano y la llevó a mi poya para que yo siguiese masturbándome. Cuando me la agarré, ella comenzó a tocarse y a acariciarse el coño. Mientras seguía con la boca abierta y llena de mi semen y mirándome. Dicha imagen me puso mucho más cachondo e hizo que yo no parase de correrme.
Cuando no había más gota que echar, paré. Ella me sonrió y mirándome, se tragó toda la corrida que tenía dentro. Volvió a cogerme la polla y se la volvió a meter dentro de la boca, para así limpiarla. Cuando ella vio que estaba reluciente, paró de masturbarse y se lamió los dedos. Se levantó de la cama y se dirigió al cuarto de baño, cuando estaba en el umbral de la puerta se paro y se giró.
- Llevaba año esperando a esto, espero que no sea la última vez. – y dicho esto se encerró en el baño.
Me vestí y salí de la habitación. Apagué la música que aún seguía encendida, recogí lo que aún quedaba de la barbacoa en el jardín y me dirigí al baño a ducharme. Mientras que estaba bajo el chorro del agua, recordé todo lo vivido esa noche: el bailecito con Lucía, las escenas de las hamacas, la despedida de Paula y sobretodo el sexo con Irene. Tras recordarlo me volví a empalmar, pero como sabía que Irene estaba durmiendo ya, no intenté repetirlo. Así pues, me toqué antes de irme a mi habitación.
CONTINUARÁ....