Fiesta de pijama

Empezó como una fiesta privada de Sábado por la noche y acabó por todo lo alto cuando una de las chicas fue abusada y sodomizada por las otras dos...

FIESTA DE PIJAMA

-Bueno niñas, os dejo solas. Espero que os comportéis bien, ¿de acuerdo?. Volveremos a eso de la una, y espero que para entonces estéis ya en la cama, ¿queda claro?.

-Que sí Mamá, vete ya. Y no nos digas niñas, que ya tenemos todas 16 años.

-Lo sé, pero es que os sigo viendo como esas niñitas pequeñas que jugaban en el jardín de casa-suspiró en plan soñadora-.

-Buenas noches mamá-se despidió en tono airado-.

-Buenas noches.

Tras cerrar la puerta, las demás se arrimaron a ella y pusieron la oreja, escuchando como unos pasos bajaban las escaleras y caminaron hasta la puerta de entrada. Luego escucharon abrirse la puerta, cerrarse y un coche que se alejó hasta que ya no pudo oírse más.

-Jo, que coñazo de madre tienes Helena, no sé como la aguantas.

-Lourdes, bonita, ¿y a mí me lo dices-preguntó ella en tono enfadado-?. Es como una niña grande, peor que nosotras.

-Oye, que no es tan mala-protestó la otra-, es que te quiere mucho.

-No Amalia, me jode mucho, que no es lo mismo. No vives con ella, de modo que no sabes lo que es y mejor cambiemos de tema.

Las tres se miraron entre sí, comparando los rasgos tan distintos que tenían entre ellas: Helena, que era la mayor de las tres, tenía el pelo rojizo largo, ondulado, con ojos verdes intensos, una expresión de rabiosa lujuria y malicia en su cara y un pecho más bien pequeño pero muy firme, con unas piernas un tanto grandes, que la proporcionaban un culo un tanto más grande de lo necesario; Lourdes, que era menor que Helena por cinco meses, era morena, con el pelo liso llevado en coleta de caballo, con ojos castaños, casi de avellana, y tenía cierta serenidad en el rostro aunque sus ojos parecían ocultar las tremendas pasiones de su cuerpo, bien proporcionado, con unas tetas algo más grandes que las de Helena, muy llamativas por la forma redonda que tenían, y un culo ligeramente más pequeño que el de ésta; Amalia, la más pequeña de las tres(menor a Helena por siete meses), era rubia, de pelo corto y liso, con mechones cayéndole por la frente, poseedora de unos cautivadores ojos azules y unas tetas que eran la envidia de sus dos amigas dada la envergadura que tenían, y lo mismo que su culo, pues tenía la forma ideal; perfectamente respingón. Era curioso como siendo como era Amalia la más buena de las tres, era la más tímida, mientras que Helena, siendo las menos buena del trío, era la más lanzada, del mismo modo que Lourdes era como el término entre ambas. Tras mirarse un poco más, supieron de inmediato de que debían hablar.

-Eh, ¿habéis visto al nuevo alumno que llegó hace dos semanas-preguntó Helena en tono alegre-?, ¿está bueno, verdad?.

-Para mí está como un queso. Me encantaría saber como besa-comentó Lourdes-, y luego ya vería.

-A mí no me parece tan bueno

-Amalia, estás ciega-la interrumpió Helena-. Jorge está cañón, y si por mí fuera mañana mismo iría a su casa y me pasaría en su cama follando todo el día.

-¡¡HELENA, POR FAVOR-protestó Amalia-!!. No seas tan vulgar.

-Perdona, princesita-se burló-, se me olvidaba que eres la reina del recato y el decoro. Eres la Barbie Pudorosa.

-Eh bueno, vale las dos-las paró Lourdes-. Se supone que esto es una fiesta de pijama ¿no?. Se supone que nada de malos rollos. Si venimos aquí es para dormir con Helena, que para eso es tu casa-dijo mirándola-, hablar de nuestras cosas y reírnos. Nada de broncas.

Ambas se calmaron casi de inmediato, ya que Lourdes siempre sabía mediar entre ellas.

-De acuerdo, pero reitero lo dicho: me dejaría follar por Jorge toda la noche…y al día siguiente también-añadió-.

-Yo no, creo que como mucho saldría con él-dijo Amalia-, pero no lo dejaría sobarme como te soban a ti todos los tíos de clase.

-…y los que no son de clase-corrigió-. Buff, si tuviera que contar los tíos que me meten mano en el instituto acabaría para dentro de…4 ó 5 años.

-Helena, hija, has de reconocer que eres un poco putón.

-No Lourdes, dilo bien: soy un putón, y punto. ¿Y por qué no?. Me encanta follar como a la que más, y no me importa decirlo. ¿Es que queréis esperar a tener 50 años y estar como uvas pasas?. Ahora es cuando hay que darle caña al cuerpo.

-Tú le das demasiada, y francamente, no sé como lo haces, si apenas tienes tetas.

-Pero tengo algo mejor: mi coño. Se me acerca un tío, le dejo poner la mano y el trabajo ya está casi hecho, aunque reconozco que no me importaría tener parte de tus tetas Amalia. Dios que globos. Con solo la mitad de lo que tienes me bastaría para pasarme por la piedra a cuantos tuviera en mi camino.

-Helena-la paró Lourdes-, en este mundo hay algo más que una polla.

-¿Ah sí?, ¿el qué-preguntó incrédula y bromeando a la vez-?.

Tanto Amalia como Lourdes estallaron en risas, y Helena las siguió después. Ésta fue a su mesita y sacó un par de revistas con fotos de músicos y actores.

-Tomad, para recrearos la vista.

-Jo que raro. Pensé que tendrías alguna de tíos desnudos y no esto-bromeó Amalia-.

-¿Y quien dice que no las tenga?, pero no soy tonta. Si solo yo sé donde están mi madre nunca las descubrirá y no tendré que preocuparme de eso.

Las otras dos no sabían si hablaba en serio, pero desde luego preferían no preguntar.

-Me chifla Orlando Bloom-comentó Lourdes al ver su foto-. Es guapísimo. Si pudiera me casaría con él.

-¿Tanto te gusta?.

-¿Y a ti no, Amalia?. Míralo, esa cara, esos ojos. A ese me lo comía con patatas al chilindrón.

-Prefiero a Johnny Depp-volvió a decir Amalia-. Para ser madurito está de muy bien ver.

-Bah, donde esté Russell Crowe, que se quiten los demás-comentó Helena-. Ese sí que debe ser un semental. Me iría con ese, o con George Clooney, "el hombre de las mil mujeres".

-¿Cómo-preguntó Lourdes-?.

-Eso dijo una vez, que se folló a más de mil.

-¿Y tú no estabas entre ellas-preguntó Amalia sarcástica-?. Que milagro.

-No, pero si me gustaría estar entre las otras mil que pudiera follarse.

-¿Y también te lo montarías con Tom Cruise, o Brad Pitt?.

-Sin pensarlo dos veces. Son famosos, son ricos, y fijo que unos rompecoños. Me encantaría que rompieran el mío.

-Menuda carrera llevas-dijo Lourdes, mientras Amalia quedó sin habla-. A este paso vas a acabar de prostituta.

-Si fuera de lujo, no me importaría. Esas cobran 150 € por polvo, más o menos. Eso sí que es ganarse la vida y lo demás es cuento-dijo, al tiempo que se fijaba de nuevo en las enormes tetas de Amalia, la cual agachó la cabeza muy avergonzada-.

-No exageres. ¿Cómo van a cobrar eso?.

-¿Qué no?. Una vez conocí a una, la vez que fui con papá a la costa de vacaciones. Acudió a una cita en el mismo hotel donde nos alojamos y me contó que se sacó limpios 500 del ala.

-¿¿500??.

-El trabajo original era de 200, pero a mitad del polvo con el marido apareció la esposa de éste, y ella, en vez de enfadarse, dijo "eh, tríos no acordamos", y se lo montó con los tres a la vez: 200 del polvo y 300 del trío: total, 500 € contantes y sonantes.

La conversación, ya subida de tono, llevó a Helena a ponerse al lado de Amalia y clavar su vista en aquella voluptuosidad que tan poderosamente llamaba su atención.

-Amalia por dios, ¿como puedes caminar con eso?.

-Con cuidado-replicó medio en broma medio en serio-.

-Déjame verlas.

-¿¿QUÉEEEEEEEE??.

-Vamos, estamos las tres solas, mis padres se han largado a follar algún bar o un pub y no volverán hasta tarde. Nadie se enterará. Déjame verlas por favor, necesito ver esas joyas de la corona.

-Helena por favor-protestó Lourdes-, no hagas disparates

-¡Es mi casa y yo decido-se jactó-!. Vamos Amalia. Mira, para que no te dé vergüenza.

Helena se sacó la parte de arriba del pijama quedando desnuda de cintura para arriba, enseñando sin pudor sus pequeñas tetas a las sus amigas, con unos pezones canela oscuro coronando ambas cimas. Si bien Lourdes miró sin pudor, Amalia era incapaz de alzar la vista.

-Vamos chica, no seas tan tímida. Míralas. No pasa nada, no te van a comer ¿sabes?. Madre mía que tetazas, me das envidia.

-¿Tienes envidia de mí-preguntó Amalia sin creérselo-?.

-Eres mucho más guapa que yo, y estás mucho mejor. Yo sé atraer a los tíos, pero tú los atraes sola: en el insti, en el parque, en todos lados…¿no te fijaste?, pues es verdad, los atrás como las abejas a la miel…vamos, quítate eso

Con algo de timidez lo hizo, dejando al descubierto dos monumentales tetas que bambolearon cuando se vieron libres de su prisión, con unos pezones sonrosados de gran areola(a diferencia de la de Helena, bastante más pequeña). Lourdes, sin que se le dijese nada, también lo hizo, mostrando sus pezones canela claro que resaltaban muchísimo más que los de las otras dos.

-Yo tengo las mejores tetas-proclamó-. Ni grandes, ni pequeñas. Se mantienen firmes y caben en la mano: o sea, las mejores.

-¿Y que más, guapita de cara?. Las mejores son las de Amalia, mira que hermosura. A los tíos les encanta tener tetas como estas, que les dé problemas para cogerlas. Así tienen donde amasar y jugar para rato. Si eres un poco lanzada los tíos se darán de hostias para jugar con esto.

Dicho lo cual posó sus manos sobre ellas, sin que ésta protestase debido a la vergüenza que tenia. Lourdes, alucinada, quiso frenar a Helena, pero fue tarde, y ésta se metió un pezón su la boca, saboreándolo con pasión y lentitud, haciendo recostarse a Amalia en el colchón del suelo donde iría a dormir, y jugando con la otra teta. Sabiendo como sabía que era imposible detenerla, Lourdes se quedó observando la escena recostada contra la cómoda de Helena, a pocos metros de ella, y aunque no quería, empezaba a provocar en ella cierto morbo, un hormigueo que recorría su cuerpo y se detenía entre sus piernas.

-Mmmmm mmmmmmmm…esto es una maravilla-dijo parando de lamer pero sin dejar de acariciar-, sabe mejor de lo que yo me imaginaba, y veo que te gusta. Joder, se te han puesto los pezones como piedras.

-¿Es que eres lesbiana o qué-preguntó Lourdes-?.

-Me da igual serlo que no, quiero gozar de esas preciosidades.

Abrió la boca y se metió el otro pezón en ella para degustarlo. Con la mano libre, Helena llegó a su calzón(no llevaba pantalón de pijama), quitándolo torpemente y quedándose desnuda ante ellas, acariciándose en su cuca con fricción. Lourdes, con algo de timidez, también comenzó a hacer lo propio, llevando su mano derecha entre las piernas y metiéndose un par de dedos a la vez que con la otra se retorcía sus pezones para excitarse más. Si bien le costaba mantener los ojos abiertos, lo cierto era que no quería perderse nada del acoso al que la inocente Amalia estaba siendo sometida. Helena la estaba follando como si la fuera la vida en ello, colocándose en posición para que la rubita pudiera tocarla entre sus piernas. Cuando ésta obedeció a la pelirroja y lo hizo se llevó una sorpresa inesperada:

-¿¿Pero que es esto??.

-¡¡Sorpresa!!. Hace tres semanas me puse un piercing. ¿Qué os parece?.

Abriendo sus labios vaginales con los dedos enseñó a las demás el piercing que llevaba. Las demás fliparon en colores.

-¿Por qué te lo hiciste-preguntó Lourdes sin creerlo-?.

-Me apetecía, y Mamá ni se enteró. Mi único problema fue que no pude follar en una semana para evitar problemas, pero en cuanto pude, fui a por uno, y Rubén me pasó por la piedra.

-¿¡A Rubén-preguntó Amalia-!?. ¿¿Te follaste a la cosa más fea de todo el instituto??.

-No, me folló el a mí-contestó volviéndose hacia ella-, y menudo polvo. ¿Feo?, sí, un buen rato, pero que forma de follar tiene, y eso que parecía tonto-bromeó-. Vamos nenita, tócalo. Seguro que te gusta.

Se acercó a Amalia y llevó su mano a su cuca, acariciándola con mimo y sintiendo el piercing que proporcionaba a Helena un mar de sensaciones más intensas de lo normal. A la vez que Amalia metía mano a Helena, ésta se tocaba sus tetas y pasaba la lengua por las de la tímida rubiales, dejándolas bien ensalivadas. Dejando una mano libre, alternaba con ella a coger los pezones de su inocente sumisa y a retorcerlos para hacerla gemir de dolor, pensando que también disfrutaría con ello. Con mucha lentitud, bajó de sus tetas acariciando su vientre, deteniéndose un poco en su ombligo y llegando a su monte de Venus, el cual, a diferencia de ella, tenía una buena mata de pelos rubios. Con el dedo índice y pulgar se apoderó de su clítoris, frotándolo y viendo maravillada como las mejillas de Amalia se convertían en tomates. Lourdes, viendo la escena a un par de metros, ya se había quitado toda la ropa, y bien abierta de piernas, mostraba su vulva húmeda, metiéndose dos dedos mirando como Helena estaba corrompiendo la inocencia de Amalia, deleitándose con ello. Helena, que no perdió detalle de todo, hizo un ademán para que se uniera al grupo, poniéndose con el culo en pompa delante de ésta, que tras mojar dos dedos en saliva, los deslizó sin problemas por la vulva de ésta, de modo que tenía a las dos bajo su control.

-¿Te gusta que te lo haga Lourdes?. ¿Te gusta como te meto deditos?.

-Mmmmmmmmmmm…sí, me gusta…no pares ahora, estoy caliente…hazme lo que quieras…lo que seaaaaaaaa mmmmmmm mmmmmm mmmmm

-Menuda guarra que eres, y eso que vas de modosita. Vamos, échate boca arriba junto a Amalia y ábrete bien.

Sacó los dedos de sus entrañas y esta pudo darse la vuelta, de modo que tanto Amalia como Lourdes estaban una junto a otra. Al abrirse Helena volvió a tomar posesión de la concha de su amiga, metiendo los dos dedos de antes tanto como podía.

-Bésala Lourdes, que sepa como es besar de verdad.

Atrayendo a Amalia hacia ella, Lourdes puso sus manos en las mejillas de s amiga, que ardían de calor, y evitando que se girase, la dio un potente beso, metiendo la lengua para jugar con la de ella. Su sabor era una delicia, parecido a la crema de vainilla pero mucho mejor. Podía notar la vergüenza que le daba todo aquello y Lourdes se excitaba mucho más, con lo que su vulva ya era prácticamente un riachuelo de jugos que Helena, usando su boca, se bebía con devoción. Lourdes, besándose con Amalia, fue incapaz de resistirse a tocar las tetas de ella y comprobar lo que Helena decía, maravillándose con el tacto tan suave y fino de su piel, y como tenía que separa mucho los dedos para poder cogérselas a gusto, una detrás de otra. Para Amalia era una humillación que no conocía límites, usada y follada por sus dos mejores amigas, incapaz siquiera de protestar. Era como una muñeca en manos de aquellas lobas, la primera putón declarado y la segunda putón a escondidas.

-Lourdes, siéntate en su cara, que te lo coma todo, que luego me lo comerá a mí.

Se levantó y se puso sobre la cara de Amalia, pero no sentada en vertical si no a cuatro patas. Amalia abrió los ojos de par en par al ver como la vulva de su amiga estaba abierta, manando unos jugos de fragante y poderoso olor dulzón. Lourdes se tocaba los pezones esperando el momento de sentir como la lengua de la rubia jovencita la iba a penetrar, y cuando Helena, viendo que no pasaba nada, apretó con fuerza el clítoris de Amalia para que lo hiciera, ésta al final cedió, provocando un largo gemido de placer por parte de la morenita. La pelirroja, viendo la cara que se le ponía a Lourdes, se acercó a ésta hasta quedar cara con cara y comenzar a besarse como desesperadas, pegándose unos soberanos besos de tornillo usando sus lenguas como dos serpientes enfurecidas que lucharan entre ellas. Lourdes llevó sus manos a las tetas de Helena y jugó con ellas mientras la mano libre ésta hacía lo propio con las de su morena amante. La calentura de Helena estaba por las nubes, besándose con aquel zorrón disfrazado de cordero y corrompiendo la dulzura de su rubia compañera. Lourdes bajó una mano para sentir ese piercing que tanto quería tocar, encontrándose con la mano de Amalia, que seguía masturbando a Helena, así que ésta ya no era masturbada a una mano si no a dos, lo que la ponía más cachonda aún.

-Dios como me gusta esto. ¿Te gusta tocarme el piercing Lourdes querida?, ¿te gusta meterme mano?.

-Mmmm me encanta…me pone más caliente, sobre todo con Amalia chupándome…oooooooooohh que bien lo hace…nuestra amiga es una cerdita…me lo come todoooooooooo

-¿Te pone el que te lo coma eeh guarrilla?.

-Me pone a mil, me encanta su lenguaaaaaaaa

Helena calló los gemidos de Lourdes con su boca y su lengua, morreándose como verdaderas gatas en celo. Amalia, por su parte, seguía siendo follada por la mano de Helena, y ella misma follaba a ésta con la mano y a Lourdes con su lengua, que entraba tanto como podía en la panocha de ésta, bebiéndose todos los fluidos que le salían y que, pese a todo, le sabían deliciosamente. En ese momento notó una mano extra posada en sus intimidades y supo que Lourdes también quería follarla con la mano igual que Helena. Ambas disfrutaban de aprovecharse de su vergonzosa amiga, la cual solo podía dejarse hacer a la espera de que se quedasen satisfechas, pero las sensaciones que tenía eran impresionantes, la llevaban al delirio, la ponían loca de sexo. Nunca había sentido nada igual en toda su vida. Aunque no podía decirlo, quería más, lo quería todo, quería estallaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaarr…con fuertes gritos Amalia tuvo su primer orgasmo y chorreó sobre las manos de sus dos amigas, lanzadas de cabeza a bebérselo todo. Lourdes que aún no había llegado a gozarlo, llevó la mano de Helena a su cuca y ésta la frotaba con pasión, mientras devolvía el favor con la mano sobre el piercing, moviéndose ambas muy deprisa, en competición por ver quien hacía gozar hacer a quien, ganando Helena ya que Lourdes estaba bastante más caliente. Por último, la zorrona pelirroja también gozó, pero sobre la cara de Amalia, obligándola a beberse los jugos de esta, echándose luego en brazos de Lourdes, ambas abrazándose y besándose mientras miraban a Amalia, cuya imagen recordaba a la una jovencita violada y tirada luego como un kleenex.

-Helena, siempre consigues ponerme a mil. Me encanta follar contigo.

-¿No te dije que lo pasaríamos bien si montábamos una fiesta de pijama?. Aunque espera, aún nos falta lo mejor. Ahora vuelvo.

Helena se levantó y salió de su cuarto, volviendo segundos después con dos consoladores, uno acoplado a un cinturón y otro suelto que además era doble, con una polla algo más pequeña, ambas unidas por la base pero que luego iban en paralelo.

-Ahí donde la veis tan inocentona, alegre e infantil, Mamá es bisexual, tiene a su mejor amiga por amante, lo sé porqué las pillé, y vi como la folló con esto. Estaba deseando usarlo-dijo poniéndoselo-. Toma Lourdes, para ti.

Helena fue hacia Amalia y punto la falsa verga a la entrada de su conchita empapada. Lourdes pudo sujetar a la rubita para que no se escapase, y Helena la penetró, metiéndola todo el plastificado miembro de 24 centímetros hasta el final, y hubiera gritado de dolor de no ser por que Lourdes acalló sus gritos con su boca. Las estrías onduladas que tenía la dolían mucho, la lastimaban cada vez que entraba y salía. Se abrazó a Helena con fuerza deseando que aquello terminarse lo antes posible, que acabara ya. Lourdes, vibrador en mano, se fue al culo de Helena, acariciándolo y metiendo un dedo por su orto. Helena soltó varios jadeos, y al mirar a Lourdes, lo hizo con sus ojos verdes llenos del fuego de la lujuria.

-Vamos, ¿qué esperas?. Lo quiero todo.

-¿Lo quieres todo eh?, menuda zorra eres.

-Mmmmmmmmmm dime más guarradas Lourdes, insúltame, me pongo cachonda cuando me insultan.

-Puta, que eres una puta. Puerca de mierda, zorrón, chupapollas, asquerosa, tragalefa, ven que te vas a enterar.

Cogiendo con fuerza el consolador Lourdes metió la parte más gruesa por el ano de la pelorrija, mientras que la más fina fue por su cuca. Helena gimió de dolor debido a la fuerza con la que había entrado, pero eso solo acentuaba más su calentura. Solo de ver la cara de Amalia mientras la penetraba ya estaba en el cielo.

-Aaaaaaahh aaaaaaaaaaahh aaaaaaaaaahh aaaaaaaaaahh…Helenaaaaaaaaaa nooooooooooo bastaaaaaaaaaaaaaaaa…no sigaaaaaaaaaaaaaaaaaasss

-¿Como que no?, pero estás gozando como la zorra que eres.

Acercó su cara y la besó, aunque la rubia intentó zafarse, no pudo escapar a los besos de tornillo que recibió, donde aprendía a usar la lengua y a besar de un modo que jamás imaginó. Lourdes, viendo aquello, seguía dando caña al doble consolador dentro de Helena, moviéndolo cono fuerza, casi con rabia, metiéndolo hasta el límite, y luego volviendo a sacarlo casi todo. La visión de su ano abierto fue una invitación para darle un beso negro que si bien pilló a su dueña por sorpresa nunca antes alguien había hecho lago parecido, y se sorprendió por lo maravilloso que era una lengua sensibilizando la parte más secreta que ella, que solo unos pocos elegidos habían llegado a disfrutar.

-Lámeme el culo Lourdes, dame lengua…oooooooooooooohh quiero correrme ya, sigue follándome cariño, no pares

-Tú sigue follando a Amalia, que del resto me ocupo yo.

Los movimientos de Helena era perfectos, penetraba a Amalia con notable habilidad, y ésta notaba como ya iba a gozar otra vez. Otra vez la marea, la marea…la marea que la golpeaba con fuerza, ya venía, ya venía…en su mente lo quería, quería que Helena acabase por follarla, quería gozar. Al escuchar los gemidos de Amalia Lourdes apretó el ritmo, que además marcaba el de Helena martillando las entrañas de la tímida rubia. Las tetas de la pelirroja fueron sobadas por la morenita para hacerla gozar un poco más, tocándolas, acariciándolas, pellizcándolas, y todo era placer a raudales, placer por doquier, placeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer

Amalia se corrió con potentes gritos de placer y Helena la siguió justo después por la acción del doble consolador, permaneciendo las dos abrazadas. Lourdes, que se seguía masturbando frenéticamente, se echó a su lado y continuó tocándose hasta que fue presa de un arrebatador orgasmo fruto de ver la expresión de dolor de Amalia, que le recordaba a la de una violación, que era su fantasía más secreta.

-Te toca a ti querida. Vas a aprender a meterte mano, ¿lo entiendes?. Yo me follaré a Lourdes, pero tú vas a masturbarte como la perra que vas a ser.

Helena salió de Amalia y entró en Lourdes a la primera, sin que el consolador hubiera salido de sus entrañas. Amalia, con el gesto desencajado, bajó una mano a sus piernas y comenzó a jugar con su vulva, mientras la otra mano se acariciaba sus enormes tetas. Sabía que de no obedecer Helena era capaz de abofetearla y eso le daba un miedo de muerte. Lourdes se agarró con fuerza al culo de Helena y agarró el consolador para moverlo a la vez que ésta la penetraba con ritmo y rapidez. La rubita miraba de reojo a la dos puercas que tenía por amigas y no podía creerse que se lo montaran de esa manera, que pudieran hacer todo eso sin remordimientos ni nada, y le provocó cierto morbo el verlas tan calientes penetrándose una a la otra, chorreando por sus vulvas de guarras. Su calentura se apoderó de ella y se dedicó a hacerse dedos con total devoción, explorando su propio cuerpo, descubriendo sus puntos de placer y como activarlos: la fascinó lo sensible que se habían vuelto sus pezones al contacto de su mano, lo duro de su clítoris con las caricias que se propinaba ella misma. Se retorcía en el suelo gimiendo de gusto, y eso alentaba a las otras dos a seguir dándose guerra hasta que quedasen folladas y bien folladas. El cargado ambiente y la tensa atmósfera que se creó animó el momento y lo llevó hasta una rica culminación en que Amalia gritó de verdad al correrse y las otras se corrieron también en un explosivo orgasmo. Deseando más, Lourdes se apropió del cinturón-consolador y con él montó a Amalia con toda su saña, follándola una vez más. Ésta se encontraba tan cansada que incluso parecía como dormida, pues era incapaz de moverse ni hablar, solo se la oía jadear mientras la morenita la iba penetrando con energía renovada. Helena se apoderó del culo de Lourdes para devolverle el favor y se lo besó y lamió durante un buen rato antes de meter el consolador doble para arrancarla espasmos de placer desde el fondo de su cuerpo. Por último, Amalia fue tumbada boca arriba, siendo forzada por su ano por las dos, Helena primero y Lourdes después, doliéndole tanto que pensó que la iban a desgarrar. No comprendía como ella podía desatar en sus amigas sus instintos tan acusadamente salvajes y retorcidos. Cuando terminaron de abusar de ella se sentaron en el suelo apoyándose en la cómoda, abrazadas y mirándose con picardía.

-Ha sido maravilloso mi amor. Mírala, que bien luce así. Oye-dijo-…¿y si…?.

Amalia no pudo escuchar lo se susurraron entre ellas, pero Helena salió disparada de su cuarto, volviendo con algo que ocultaba detrás de ellas…¡una cámara de fotos!. Comenzaron a fotografiarla desnuda, con el consolador en su culo, en su coño, a cuatro patas con una mano tocándola o dos en sus tetas. Se cansaron de sacarle instantáneas, juntando no menos de 15 en total.

-Nada habrá cambiado entre nosotras, ¿vale?. Seguiremos siendo tan amigas como siempre, pero si necesitamos, te llamaremos, y si no acudes, ya sabes donde irán estas fotos.

Amalia cedió a la amenaza de Helena. En ese momento se escuchó un coche que estaba aparcando. A las tres les dio un vuelco el corazón.

-¿¿Cómo??, ¿¿ya es la una??.

-¡¡Rápido, a vestirse!!. ¿¿Y mi tanga, donde está?.

-¿Tu tanga?, ¿y el mío?.

Las tres iban como una exhalación para volver a vestirse, mientras los padres de Helena se bajaban del coche.

-Oye Cristina, ¿porqué la luz del cuarto de Helena está encendida?.

-No lo sé Rodolfo, les dije que para cuando volvieran estuvieran dormidas. Se van a enterar.

Mientras los padres entraban en casa, un torbellino se desató en el cuarto de la zorra pelirroja, pues todas iban como locos volviendo a vestirse para meterse en su cama y en los colchones dejados en el suelo. Notaban como los pases subían por las escaleras, como se acercaban, y ellas sentían como el corazón se les salía del pecho. Tap, tap, tap, tap…pasos más cerca, más cerca…casi estaban listas, casi, casi

La puerta de abrió de golpe.

-¿No te dije que…?.

La madre se paró de golpe al ver que las tres estaban dormidas en sus colchones y en la cama. Helena, de espaldas a ella, procuró meterse dentro de la cama el consolador que sobresalía ligeramente. Cuando su madre la miró a la cara la vio totalmente dormida.

-Pobrecitas, se olvidaron de apagar la luz-se dijo-.

Apagó la luz y salió de su cuarto con cuidado, cerrando la puerta con sigilo.

-Que niñas-bromeó-. Estaban dormidas, pero se olvidaron de apagar la luz.

-Ah vale. Vámonos a dormir Cristina. Estoy cansado.

-De acuerdo querido. ¿Sabes?. Adoro a esas niñas. Son tan dulces

Helena, que al igual que las demás había fingido estar dormida, escuchó eso del otro lado de la puerta, y con sonrisa malévola y mucho sarcasmo, para risa de Lourdes y desespero de Amalia, comentó en voz baja:

-Sí, dulces, ¿y que más?...