Fiesta de Halloween

Ya sabéis que lo tenía muy complicado para venir. Porque mi marido está de viaje y no quería ir a una fiesta de este tipo, de las organizadas por Carlos, porque podía ocurrir cualquier cosa y prefería que estuviera mi marido

Mi marido que es un cielo no dejó de animarme desde que acabó el cumpleaños de Carlos. Me decía que en el caso de que él no pudiera asistir, que lo hiciera yo con total libertad. Mi debilidad me decía que asistiera y que pasara lo que pasara, por otro lado me sabía mal por mi marido y por no saber ponerme un límite, por caer en la tentación más absoluta. Que la decisión se decantara por el asistir fue debido a Victoria, que comiendo un día me pregunto por el disfraz, si ya lo había elegido.

· Es que no voy a ir.

· Por qué no vas a ir?

· Porque no quiero que sea una fiesta como tú ya sabes.

· Si es por eso, tranquila. Que tampoco iría yo, que esta vez sí me quedo a dormir. Es lo que se dice una fiesta, nada de las “fiestas” de Carlos. Que si luego alguien quiere darse una “fiesta” es su problema, pero ya está y no van el grupo fuerte de sus fiestas. Por si eso te relaja.

· Eso ya es otra cosa. Y qué disfraz te vas a poner tu?

· He visto varios y no se cual, porque ten claro que las demás no van a elegir cualquiera, tiene que ser uno que sea original, que me quede muy bien y que sea sexy.

· Sexy?!!

· Claro, que te crees que por ser lesbiana no me gusta estar sexy, pues como las demás, que ya verás como van.

· Pues vamos a aprovechar e ir a comprar otro para mí.

· Jajaja Jajaja, lo mejor es que Carlos me ha dicho que le comprara uno, que se fiaba de mi gusto y he sido muy cabrona.

· De que se lo has comprado?

· Ya lo verás, toda una sorpresa.

No me quiso decir cómo era o de que era. Tenía razón escogí un disfraz que por lo menos no iba a resultar indiferente y cuando me lo probé en mi casa para que lo viera mi marido lo que soltó de golpe me dejó un poco inquieta, “amor, esa noche vestida así vas a salir follada, muy follada y no se quien o quienes serán los afortunados, porque lo serán mucho” lo mismo lo decía para subir mi autoestima, que no hacía falta. Se me hicieron muy largos los días y no sabíamos nada de Carlos, eso sí habíamos hecho especulaciones y una porra de donde podía estar. Por cierto nadie acertó.

Ni tampoco sabíamos de cuando iba a llegar. Lo único que sabíamos es que aunque la fiesta se celebraba la noche del domingo 31, la mayoría íbamos el viernes, lo que no quería decir que él estuviera ese día. El roce hace el cariño y fomenta la amistad y eso me pasó con Sonia y Marina. No las veía como rivales y si alguna acaba emparejándose con él o teniendo algo más cercano lo entendería. Carlos no tiene un sentimiento de posesión sobre las personas, siempre dice que hay que dejar volar a los pajarillos que si quieren quedarse volverán. Quise conocerlas mejor y no era por la necesidad de cotillear, que va. Sabía que no sería difícil porque ya habíamos logrado una buena compenetración. Busque la ocasión y la primera fue con Sonia, que después de un día ajetreado nos fuimos a tomar un café y la lleve a la cafetería donde conocí a Carlos. Lo que me dio pie para cambiar de conversación y centrarla en Carlos y en su intimidad, porque sabía que ella no era tonta como tampoco lo era Marina y se habían dado cuenta de momentos del cumpleaños.

· Te gustó la fiesta del cumpleaños de Carlos?

· Jajaja Jajaja, no he visto una fiesta igual, no faltó de nada y Jajaja Jajaja, unos se divirtieron más que otras, Jajaja Jajaja,

· A qué te refieres?

· Venga, Adriana, que no soy tonta, me refiero al despiporre que hubo.

· Ya en eso tienes razón, pero si hubieras querido hubieras podido unirte al despiporre.

· Qué dices? Tengo sentido del ridículo.

· Por qué dices eso?

· Cómo explicártelo, me falta rodaje por decirlo suavemente.

· Jajaja Jajaja, no te creas que las demás tenemos mucho más.

· Jajaja Jajaja, pues según comentaban por lo bajini, si es cierto lo que he oído, hubo una noche que te debiste de resarcir.

· Tu con Carlos no has tenido nada?

· Te juro que no y ya sé que algunas pensáis que sí, pero no.

· Es que no te gusta, no te atrae?

· Me gusta, me atrae, me pone… que te voy a decir. A quien no le puede gustar Carlos?

· Y por qué no has intentado algo? O porque no le has dado ninguna señal?

· Te lo he dicho tengo sentido del ridículo y Carlos por lo que voy viendo es demasiado activo sexualmente. También por otra cosa, le gusta ser más de dos.

· Nunca has tenido esa fantasía?

· A ver cómo te lo explico, mi experiencia con el sexo es muy corta, mis parejas no han sido nada lujuriosos. Vamos que a mí me pongo un 5 de nota pero a ellos un -1 que iban a su interés. Que los que le faltaba a ellos, Carlos por lo que se ve le sobre y no es una cosa ni otra. A lo de las fantasías, si con uno me costaría imagínate con dos. No, imposible sería más posible de tercero una mujer que un hombre.

· Y si Carlos lo intentara?

· No contemplo esa posibilidad, porque Carlos a pesar de los pesares y en contra de lo que parece, es muy gentil y sabe que no estoy en mi mejor momento y no le veo intentándolo. Porque hubiera podido en el camping que estaba débil mentalmente y le hubiera sido facilísimo.

La conversación es exacta porque la gravé (ya está borrada) para estudiarla mejor. En muchas partes de su vida había tenido mala suerte o la suerte no la acompañó. Me quedo claro de que Carlos si le gustaba y por eso se explicaba que “espantar” a los que se le acercaban y no eran pocos. Mi conclusión, decía que no quería pero estaba deseando que Carlos se decidiera a hacer algo. Mi opinión que ya estaba psicológicamente para afrontar lo que viniera y solo la frenaba la experiencia de Carlos en el sexo y su pensamiento de hacer el ridículo. Se veía que era una mujer con una desbordante docilidad, sumisión y bondad. No se veía una mujer retorcida, era muy sincera. Quería intentar lo mismo con Marina, que era más decidida, más irracional, vehemente, imprevista y sobre todo “dictatorial” le gustaba mandar y era muy directa, tanto o más que Carlos. No tenía pelos en la lengua. Con ella quedé dos días después y nos fuimos a un sitio que sirven muy buenos helados, una gran debilidad de Marina. Después de una conversación donde me regañaba por llevarla a un lugar de perdición como era ese sitio y de reírnos, la lleve a mi terreno. Poco a poco fui encauzando la conversación sobre Carlos.

· Me tienes desconcertada con tu actitud, unas veces parece que te vas a comer a Carlos y otras parece que te dan ganas de vomitar cuando lo ves y no es a la única que se lo parece.

· Se me nota tanto?

· Pues si se te nota y mucho, así que imagino que Carlos que es de los que perciben todo también se habrá dado cuenta. Tan mal te cae?

· Que va te lo juro. Me cae muy bien pero es que sería muy embarazoso explicártelo.

· Ya sé, intento algo contigo.

· Que dices??? Si es muy correcto, que va. Ni la más leve insinuación. No, no va por ahí.

· Pues chica cuéntame.

· Es que es muy complicado.

· No dices siempre que todo te da igual y hablas de lo que sea aunque moleste?

· Y es verdad, pero pensándolo bien, tal vez seas la única que me entienda.

· Que pasa? Por qué tanto misterio?

· Pues que Nacho, siempre, bueno casi siempre está empeñado en que mantenga relaciones con otro hombre y desde que conoció a Carlos no para. Ya está, ya lo he dicho.

· Y? si tiene ese capricho.

· Ya veo que es verdad que tu marido y tú lo hacéis por lo que acabas de decir. No te sientes mal? Cómo diste el paso?

· No creas que fue fácil, porque se llevó yo que se cerca de tres años y yo pasando, hasta que conocí a Carlos en una cafetería y caí. Después se lo conté a mi marido y todos contentos, me cambió todo, no con mi marido, que ahora estamos mejor, con mi vida interna.

· Te acuerdas de que me preguntabais por qué me quería ir? Pues porque el simple de mi marido, por no decir el cabronazo, no va y le dice a Carlos que haga conmigo lo que quiera o algo así, vete tú a saber. Porque no tuvo cojones de decirme lo que en realidad le dijo, me dieron ganas de darle una hostia y reventarle los dientes, aunque luego hubiera que colocárselos de nuevo. Sería un dinero bien gastado.

· Tranqui, no te había visto nunca así. Y Carlos?

· No ha dicho nunca nada, ni tampoco una insinuación, lo mismo alguna mirada aunque eso ya puede ser imaginación mía.

· Y ahora qué tal?

· Ahora me tiene enfadada.

· Me refería a Carlos no a tu marido.

· Ya si te he entendido, con mi marido lo tengo a pan y agua. El enfado es con Carlos, porque ni una insinuación. Es que no estoy bien para él?

· Jajaja Jajaja, no quieres nada pero te molesta que no se te insinúe, Jajaja Jajaja. No hay quien te entienda, y si Carlos te hace una proposición indecente o muy decente? Según se mire.

· Nunca contestó supuesto de nada, aunque lo más seguro que le diera un no. Porque además el perturbado de mi marido quiere estar presente o si no está, que tenga el móvil encendido para oírnos. De verdad no piensas que está enfermo?

· No lo considero, es otra forma de vivir la vida y la sexualidad. Hazte una pregunta, cómo va vuestra vida sexual?

· Supongo que como la de cualquier otra pareja que ya llevan bastante tiempo conviviendo.

· Ya está, que follabais menos que un monje cartujo.

· Tú lo ves muy sencillo, pero no lo es.

· Ni es sencillo ni otra cosa, además no creo que Carlos te insinúe nada.

· Y por qué no? que no soy un adefesio.

· Porque tú no decidirías ni el cómo, ni el cuándo y tampoco si Ignacio estaría o no, porque Carlos igual que es muy amable en el día a día, en el sexo es casi un tirano.

Me quedó claro que no le importaría que Carlos hiciera algo, lo que no tengo claro es lo que pasaría después. Tanto Sonia como Marina estaban con una importante predisposición a que Carlos hiciera un movimiento. Esa predisposición la veía más clara en Sonia. Lo que sí sabía es que como a Marina le diera la ventolera iría a por todas, cosa que Sonia no haría, imposible. Supe en qué fecha seguro estaría Carlos por unas entradas que encargó para un concierto de El Barrio, grupo que Carlos por lo que se ve sigue desde siempre. Al no poder comprar más de cuatro entradas por persona tuvimos que acompáñala para las entradas que quería Carlos. El martes Victoria que era quien había solucionado pequeñas y grandes incidencias en la aventura en la que nos habíamos embarcado nos dijo que Carlos nos había invitado a todas a cenar el jueves y al día siguiente al concierto de El Barrio, recalcándonos que al concierto estaban invitadas nuestras respectivas parejas.

A la cena llegó con su puntualidad británica, repartió besos para todas y le vi pletórico, había rejuvenecido aún más, sin ojeras, la piel con un color moreno brillante, estaba jovial, más divertido que de costumbre, donde cenábamos que reservo él, era uno que le conocían bien y se sentía cómodo. Contestó a nuestras preguntas de dónde había estado y de donde se había traído todo el sol encima. La única que lo sabía era Victoria, pero no sabía pronunciar el sitio y tampoco sé ni cómo se pronuncia ni cómo se escribe, pero en Filipinas. Luego a solas lo hablamos y le notamos que había cambiado o que había recargado las pilas. Llegamos a la hora de los postres y extraño en él se pidió un flan casero con nata natural. Fue cuando le pidió al maître que le trajera lo que había dejado y apareció con tres bolsas grandes, que por lo que se ve Carlos había dejado a lo largo del día o el día anterior. Nos entregó a cada una un paquete grande y otro pequeño envueltos en papel de regalo. No los dio al azar y nos dijo que era un simple detalle por habernos dejado con todo el trabajo. Eran unos pañuelos de seda grandes y preciosos y una pulsera de plata con piedras naturales. Acertó en los colores de las piedras con cada una y lo mismo con los pañuelos de cuello, que eran de distintos colores y con bordados a mano muy significativos.

Quisimos después ir a algún lugar de copas y les e excuso con lo del jet lag y mejor al día siguiente. Aunque lo vimos pletórico estaba algo pensativo y por un par de comentarios de victoria, algo le pasaba y cuando quise rascar un poco con Victoria, también se excusó y nos fuimos Sonia, Marina y yo. Todas coincidimos en que Carlos había regresado más mejor más guapo y Marina lo dijo claro, “tiene más pinta de empotrador, Jajaja Jajaja, si no que se lo pregunten a la que estaba con el calvo gordito, que babeaba mirándolo, Jajaja Jajaja” y Sonia que es la mujer de las cuentas, “sé que puede quedar mal, no sé lo que pueden valer la pulsera, que se ve que no son malas, pero los pañuelos hacedme caso valen un pastizal, que entiendo de eso y mucho” y coincidimos a que se veía que eran buenos y mirándolos nos dimos cuenta que tenían nuestro nombre bordado y con una frase. Marina se quejaba de que no iba a poder ir al concierto porque Ignacio su marido estaba con muletas y como el concierto era en la plaza de toros y sentados la convencimos para ir. Por la mañana del 29 llamamos a Victoria para saber a qué hora y dónde quedábamos. Quedamos a las nueve de la noche cerca de la plaza de toros. Llegamos un poco antes y ya estaban Sonia que iba sola y Victoria con su mujer. Luego aparcó en doble fila Marina, que bajó a ayudar a su marido a salir y dijo que se iba a aparcar al parking de Colon.

A Ignacio se le veía patoso con las muletas incluso hubo un momento que si no le agarra mi marido se da de morros con el suelo y Carlos llegó motorizado. Todas las mujeres íbamos vestidas con algo cómodo, un poco llamativo, para gustar y sentirse bien. En concreto yo llevaba una falda ajustada y un jersey con cuello de pico muy discreto de manga larga. Sonia pantalón ceñidísimo marcando todo y una blusa con un escote bien generoso. La que en un principio había parecido más normal era Marina, que la vimos poco mientras bajo a ayudar a su marido. Me había equivocado. Iba con una falda hasta la rodilla de estilo vaquera con vuelo, lo que no había visto que llevaba una abertura por detrás que dejaba ver bien sus piernas. Camisa blanca con botones, que cuando bajó llevaba abrochada casi hasta arriba y ahora llevaba varios botones desabrochados y dejaba entrever sus buenos pechos. Nada más llegar Marina Carlos sorteó las entradas, porque cuatro estaban en un sitio y cuatro en otros, aunque estaríamos muy cerca. Ya lo aviso si las parejas quedan apartadas se siente. No hubo trampas, cada uno cogió una y Carlos se quedó la última.

El reparto quedó de la siguiente forma, mi marido, Ignacio, Marina, Carlos en un grupo, Victoria, su mujer, Sonia y yo en otro grupo. Íbamos al concierto porque nos habían invitado pero que yo supiera a ninguno le llamaba la atención el grupo, quitando a Carlos que le encantaban. Carlos y los demás quedaban delante nuestro y a nuestra derecha. No sé el tiempo que llevaban cantando, Marina está de pie, se producen unos chisteos suaves y ella se agacha un poco, pero siguen. Me fijo que su marido ha colocado su pierna en el asiento de ella. Veo que Carlos habla con ellos y seguidamente ella se sienta sobre Carlos, desde donde estoy posicionada poco más se puede ver, lo que pienso es que no me importaría estar sentada encima de él. Finaliza el concierto y no ha estado mal, algunas canciones llegan muy adentro sobre todo una que Carlos suele cantar con mucho sentimiento y sin saber lo que quiere decir cuando la canta.

Salimos hablando unos con otros de lo que nos había parecido y la única que no daba su opinión era Marina, había que sacarle las palabras a tirones, algo le pasaba y no sabía el qué. Nos dijo que tomaban una copa sola y se iban, puso la excusa de su marido y cuando llegamos a lugar de las copas, Ignacio al conseguirle donde poner la pierna decía que ahora sí estaba a gusto, que por él no se iban. Nos fuimos al aseo Marina y yo. Este sitio tiene unos aseos grandes tanto para hombres como para mujeres. Entramos y ella se metió en uno y yo en otro. Hablaba con ella para darle pie a que me contara qué le pasaba. Hablaba sobre el grupo y ella poco decía. Terminé y salí y me puse a lavarme las manos. Fui más directa al ver que no me contestaba y que tardaba mucho.

· Marina, qué es lo que te pasa? Que has entrado al concierto muy bien y has salido muy rara.

· Tranquila no me pasa nada.

· Marina ya nos conocemos bastante, si no quieres decírmelo no me lo digas, pero no te quedes conmigo diciéndome que estás bien.

· Si tienes razón. Es verdad que si me pasa algo, pero déjalo.

· Venga mujer, que seguro que es una tontería y de un grano de arena estás haciendo una montaña.

· COÑO ADRI! QUE CARLOS ME HA FOLLADO, ya está como veras no ha sido una tontería.

· (Sale del aseo y se pone a lavar las manos sin mirarme) Pero como ha sucedido.

· Paso de hablar.

· Entiendo que estés fastidiada.

· Si eso es lo malo. JAMÁS me ha pasado algo así pero ni parecido. Y para mas… es que me ha gustado. Es lo que me carcome por dentro. Junto a mi marido y delante de 5000, 8000 o 10000 personas, que vergüenza si nos llegan a descubrir. QUE ESCANDALO.

· Pero no dices que te gusto.

· Si, pero es que pienso que nos hubieran pillado y es que me muero. Déjalo no quiero seguir hablando, QUÉ VERGÜENZA.

Nos marchamos cada una a su casa y a las cuatro de la mañana Marina me envía un whatsapp que no veo hasta por la mañana cuando suena el móvil. Lo que me decía en su whatsapp era “necesito hablar mañana por la mañana contigo las dos solas” y lo que hice fue llamarla, estaba despierta y que damos en hora y media. Sin que me dijera nada entendía y sabía lo que le estaba pasando. No nos quedamos en la cafetería que nos íbamos a quedar porque había demasiada gente, deambulamos un poco hasta sentarnos en una que estaba prácticamente vacía, lo que entendimos cuando probamos el café.

· Antes de nada quiero decirte que te entiendo perfectamente, porque he pasado por una situación parecida.

· Por eso quería desahogarme contigo. Como puede ser que me haya pasado eso y encima me excite al pensarlo. Es que me tuvo que hipnotizar, porque no ha sido normal.

· Pero cómo pasó? Y por mí no te ahorres detalles. Jajaja Jajaja.

· Que zorra que eres. Jajaja Jajaja.

· Si pero menos que tú, lo tuyo es de categoría superior, una plaza de toros.

· Mi marido empieza a protestar, a quejarse de su pierna, que no es que sea protestón, que en cuanto la tiene baja se le hincha y le duele. Le dejo mi asiento y por fin se queda callado. Pero los de atrás empiezan a protestas, ni agachándome se callan y Carlos se ofrece a que me siente en sus piernas.

· Esos detalles si te los puedes ahorrar, vamos al tema que te quema.

· A lo que más le he dado vueltas es a ver si hice algo que él entendiera mal y le he dado vueltas un millón de veces y te puedo asegurar que no di “mensajes” de ningún tipo. Me senté encima, más en las rodillas que en otro sitio y la verdad que estaba nerviosa pero no excitada ni nada parecido. Todo hasta que él me dice en el oído que así me voy a caer y no sé cómo, hace un movimiento con sus piernas y plaf acabó bien sentada sobre él. Y de pronto algo empieza a crecer en mis posaderas, algo que no es muy normal.

· Ya te digo que ejemplares de ese tipo pocos se encuentran, Jajaja Jajaja.  Continua.

· Pues continuo. Eso si me excita y me hace sentirme rara. Ahora sí imagino que ante mi pasividad, porque me tenía que haber levantado, Carlos se envalentono y con su mano derecha que era la contaría a la que estaba cerca de mi marido, me empieza a acariciar la pierna, hasta llegar a mi muslo, pero por la parte de fuera. No creas que estaba nervioso o se precipitaba, lo hacía con mucha parsimonia. Por miedo a que Ignacio lo viera o alguien de todos los que había, me pongo la cazadora encima de mis piernas. Lo que él debió de pensar que era una invitación.

· Tú hubieras hecho lo mismo?

· Seguro, es algo que sería instintivo.

· Sigo, pues pasó su mano por debajo de la cazadora y ahora tocaba por en medio de los muslos. Le puse mis manos para frenarle y llegó donde quería llegar. Cinco minutos le hicieron falta para que me dejara llevar. Joder con sus dedos, sabe tocar donde debe tocar, nada de perderse ni tener que decirle por donde tiene que ir y Adri que me hizo llegar más rápido que cuando me toco yo.

· Se lo que me dices, tiene unas manos y unos dedos que están adiestrados, porque si vieras para que usa sus manos también, Jajaja Jajaja. Pero no me hagas caso, tú sigue.

· Pensaba y respiraba porque imaginaba que ya estaría contento y satisfecho con su botín. Pero no hija no. Tú sabes esos magos que salen algunas veces en la televisión que le llegan a quitar una corbata a un hombre?

· No me digas que te quito las bragas.

· No, eso no. Lo que hizo fue apartar mis bragas y no sé cómo, dejando todo mi conejo sin protección.

· Jajaja Jajaja, me ha gustado lo de conejo. Ten cuidado cuando alguien te pida una paella de conejo, Jajaja Jajaja.

· No me interrumpas. Pues hace como si fuera a cruzar sus piernas y me eleva un poco. Noto su mano en mi culo. No sé lo que hace hasta que levanta mi falda y me vuelve a sentar. La madre que lo parió se había sacado su pijo. Lo coloco entre mis piernas y joder, estaba ardiendo, notaba hasta los latidos como si estuviera vivo, que tuviera vida propia. Algo había escuchado de que estaba bien dotado, pero joder, es demasiado. Quería evitarlo, pero me humedecí como nunca y eso que me moría de vergüenza estando allí. No me levanté y salí corriendo porque lo dejaría en evidencia.

· Jajaja Jajaja, no seas zorra no te fuiste porque estabas muy cachonda.

· Bueno también.

· Me apuesto lo que sea a que Carlos te dijo que te la metieras tú misma y tragaste.

· Pues sí. Así pasó. La toque y mis manos no lo abarcan del todo, no sé cómo podía estar tan caliente eso. Me senté sobre ese pijón y esperaba que se moviera. Se quedó quieto y se limitó a tocarme con sus dedos y con un movimiento inapreciable, pero yo sí lo sentía.

· Pero no se puso condón?

· No o si se lo puso no lo note. Pero es raro, porque lo tendría que llevar puesto y no lo creo. Un pijo de ese tamaño dentro sintiendo como arde es algo imponente y único.

· Ya está? Acabo dentro de ti? Porque te aseguro que eso si lo notarias.

· Me hizo llegar cuatro veces y cada vez era más intenso, una vez tuve que fingir que me daba un ataque de tos. No se corrió, eso seguro. Y dime por qué dices que me hubiera enterado?

· Jajaja Jajaja, porque no es normal lo que lanza cuando se corre.

· Qué pasa echa mucha cantidad?

· Echa más que la fuente de La Alameda, Jajaja Jajaja.

· Anda ya, Júrame que no te estás quedando conmigo.

· Te lo juro. Y ahora dime, si quieres, vas a volver a repetir?

· No lo sé francamente. Porque creo que antes tenemos que hablar del lío que sucedió. Si, que ha sido algo con un morbo increíble si, que ha sido más morbo en una sola vez que todo el morbo que he tenido en mi vida. Y tengo que hablar con mi marido, no sé si antes o después de hablar con Carlos.

Hablamos de las dudas que tenía por lo sucedido en ir a la fiesta de Halloween y eso que se había comprado el disfraz. Nos despedimos con la incógnita de si iría o no a la fiesta. Todo se sabría el domingo por la noche. Iba a haber ausencias notables, porque por lo que comento Victoria del grupo de los “pendones”, se refería a los del cumpleaños que se quedaron las noches, no iba a asistir nadie en principio y que asistirán gente más “normal” ese término no me hizo mucha gracia porque me dejaba a mí en el grupo de los “anormales” y se lo dije y nos reímos mucho. Para mí “consuelo” me contó, “tranquila que van a asistir en concreto dos solteras y una divorciada, que veras como acosan descaradamente a Carlos y como él las torea con elegancia” y le dije que ya me diría quienes eran.

El viernes Carlos paso por una floristería a por un encargo. Un ramo de rosas amarillas y dos blancas, cuantas amarillas no lo sé, no quise mirar muy descarada al ramo. El día anterior hubo una pequeña discusión o lo mismo una desavenencia, entre Carlos y Victoria. No sé lo que pasaba ni de que iba, solo que Victoria con mucha seriedad y mucha rotundidad le decía a Carlos, “que ganas tienes de meterte de nuevo en esa espiral, coño!! espabila, despierta, esa puerta la cerraste ya y bien cerrada que esta” Carlos le dio un beso en la mejilla y se fue riéndose. Algo me decía que esa discusión y las rosas estaban conectadas, en cómo  en que, ni idea y por más que rasque no me entere.

Era domingo y solo faltaban por llegar las “acosadoras” y una de las parejas a las que Victoria llama pendones. Llega una pareja que no esperaba nadie, la que tiene la boca como un buzón de correos y que voy a llamar Carmen y al marido Pedro. Llegan escalonadamente el resto. Tengo que preguntar a Victoria por las tres acosadoras, aunque dos me parecen tenerlas claras y no me equivoque. Porque no dejaban de “acosar” a Carlos con sutileza. La verdad que las tres estaban impresionantes y eran muy guapas las malditas, además de altas. Cualquier tío estaría echando babas por tenerlas y Carlos estaba de lo más normal, como si no fuera con él. Muchas risas, mucho cachondeo pero nada más. Después de comer Carlos nos dejó y dijo que tenía cosas que hacer. Como no aparecía me permití ir a ver qué pasaba y estaba durmiendo desnudo a pierna suelta. Resultaba bonito ver ese cuerpo desnudo y durmiendo.

Poco a poco fuimos desapareciendo para ir a disfrazarnos. Marina que al final asistió iba con un disfraz de colegiala zombi y que disfraz de colegiala, poco dejaba a la imaginación y lo había comprado antes de lo de la plaza de toros. Sonia iba de enfermera ensangrentada, que si Marina con su disfraz de colegiala iba escandalosa, Sonia la ganaba. Mi disfraz era menos erótico o no tan erótico, iba de chaman de vudú. Carmen la de la boca de buzón de correos, iba vestida de monja con hábito encogido, porque iba enseñando pierna y del escote ni hablo. La verdad que el resto iban bastantes más discretas. Nos colamos unas caretas para que no se nos reconociera. Me acerqué a Victoria para preguntarle de qué iba Carlos. Se reía y no me decía nada. Salimos las mujeres y los hombres ya estaban. Sonia estaba junto a Victoria  y junto a mí. Me echo a reír y le dije ese es Carlos, se echa a reír y Sonia solo dice “MADRE MIA” y es que va de demonio, que le pega mucho, Jajaja Jajaja, pero lo mejor era que llevaba una malla de color roja y totalmente ajustada, donde se le marcaba el paquetón más que a los toreros. Llevaba una capa negra que no le permitía taparse nada. Se lo dije a Victoria, “que mala leche has tenido, ahora ha tenido huevos de salir así vestido” Victoria no paraba de reírse y me decía, “me hubiera gustado ver su cara y sabía que iba  salir vestido, por su orgullo de que nadie le corta, Jajaja Jajaja” y más de una se fijaba en él. Estaba monísimo, Jajaja Jajaja, menos mal que tenía sentido del humor y nunca le faltaba.

La fiesta continuó y a las doce en punto de la noche uno que iba disfrazado de momia dijo que caretas fuera y seguimos con la fiesta. Carlos no dejaba de bailar, estaba entregado a la música. Estuvo distante con Marina o que Marina tampoco se acercó y él quiso dejarle su espacio. Las que no estaban distantes eran Carmen y las tres Marías. Ninguna lograba alterar a Carlos. Bailamos juntos una vez que la música se suavizó, bien agarrados lo que me excitaba a un punto que me hacía temblar. Pensaba si había sido bueno ir sola. En pleno pensamiento me dice con dulzura que quiere que pasemos la noche juntos y me pongo que ni os imagináis, pero me corta el rollo cuando me dice “pero quiero que pasemos la noche con ella” lo decía por alguien que tenía detrás y seguro que era Carmen y era algo que no me apetecía, porque no sé el motivo, pero me caía mal. No quise ni mirar y respire y con sosiego le conteste que no. Entonces mire con disimulo y vi que a quien se refería Carlos era una mujer que llevaba un corse gótico, de color verde oscuro. Mallas que le marcaban un buen culo y lo único que no era estéticamente bonito, era que el corsé dejaba sus pecho como si fueran amígdalas, al empujarlos hacia arriba. No la conocía, tenía una bonita cara y bailaba con el muñeco diabólico.

Estamos saliendo de la zona de baile y se nos acercan el muñeco diabólico y la mujer gótica. Carlos y él se saludan no de forma efusiva como cuando Carlos se encuentra con alguien especial, tampoco el saludo es distante y me presenta a Chucky nada más y me doy cuenta que no conoce a la mujer. Carlos saluda a Justine con dos besos que no son nada virtuosos. Lo hace sin que Chucky lo pueda percibir y es cuando empiezo a alucinar, porque no sé qué pretendía, que me ligara yo a la mujer, que lo hiciéramos los dos, no sé. Al quedarnos solos se lo pregunto, “que pretendías con lo de que querías que estuviéramos los tres?” y seguro de sí mismo, como casi siempre, “que esta noche no sé cómo ni de qué manera estaré con ella, pero quiero y deseo que estés tú también” me entran ganas de mandarlo a la mierda pero me contengo y le dejó solo. Veo que se acerca Marina y los dos hablan con normalidad. Aunque poco a poco veo que la cara de Marina se transforma. Lo que no se si para bien o para mal y se separan. Provocó encontrarme con Marina, “que ya habéis hablado de lo que querías” ella me dice que si y cuando le pregunto qué ha pasado o a que conclusión ha llegado, “ya te lo cometeré, aquí no es el momento, pero muy fuerte, ha sido muy fuerte, mañana lo hablamos” no la encontré enfadada, disgustada, más bien contrariada o sorprendida.

Y de pronto me lo veo hablando con Justine. Se ríen y se les ve que hablan distendidamente, me vinieron algunas preguntas, si Justine ya había estado con él aunque parecía que se acababan de conocer, si el marido sabía lo que pasaba, si ella estaba de acuerdo con lo que me había dicho, etc. muchas dudas y no sabía cómo actuar. El ir sola tiene un problema, que en una situación como esa mi marido es un gran apoyo y te puedes refugiar en él y no quedarte sentada sola en un momento sin saber si salir corriendo o tirarte al tren. Esto último es una broma, que luego no quiero que me digan nada. Se acercaron algunas y la mejor salida en esos momentos, los zapatos son nuevos y tengo los pies fatal. Carlos parecía que se acercaba a donde estaba y cada dos por tres le paraban para hablar y el cómo siempre muy buen relaciones públicas. Llega hasta mí y me dice “Me tienes que hacer un favor. Solo serán cinco minutos” y como ya no me fiaba le pregunte cual era el favor, que en otra ocasión no le hubiera preguntado. Quería que le pusiera un gel en el músculo del omóplato, que me dijo el nombre pero no me acuerdo, que según él se había hecho daño en el viaje y de vez en cuando se tenía que poner el gel para que no le doliera.

Dije que sí y me levanté, algo mosqueada porque a Justine no la veía a su marido sí. Fuimos hacia la casa y ya dentro fuimos a su habitación. Encendió la luz y cerró la puerta, puso el seguro y dijo para que no se metiera nadie, todos mis sentidos estaban alerta por tratar de percibir cualquier cosa rara. Se quitó la capa, se bajó el disfraz, dejándolo por la cintura. Mi corazón estaba que parecía una tamborrada. Se ponía que parecía que alguien podía escucharlo, solo me pasaba con Carlos y me provocaba una turbación que no me dejaba pensar. Llegó a notar como una corriente cuando le decía que donde estaba el gel. Me indico donde y fui por él, solo había uno Pjur light, que era un tubo negro letras blancas y rojas, lo cogí, venia en inglés, me gire y le dije “salvo que me confunda, esto parece un lubricante, me equivoco?” porque me extrañaba tener que ponerle eso en la espalda y con una sonrisa muy “diablesca” que le iba con su disfraz me dice “te tengo una sorpresa y eso va a hacer falta” en ese momento me vino a la cabeza Justine, un cinturón con un pene de látex, para usarlo las dos y dije que no me equivocaba cuando saca una vara masajeador, que sabía lo que era.

Le miro, me mira, le sigo mirando y hago un ligero movimiento con mis hombros, esperando que me diga algo sin necesidad de que tenga que preguntar nada. Se acerca a mí, me da un beso en los labios, que no quiero corresponder pero lo hago corto y logró vencer a mi tentación. Solo emite una palabra mirando a la puerta del baño, “ADELANTE” y espero ver a Justin desnuda y me preparo para decir que no y que me marcho. Me quedo de piedra cuando salen del baño Walter y Ray. No sé dónde se habían ocultado o cómo habían entrado sin verles. La cabeza de Carlos caliente es más que peligrosa. Todo lo de Justin había sido para que la sorpresa fuera mayor y lo fue. Walter se acercó me dio dos besos y luego Ray que me dio recuerdos de su mujer. Me temblaba todo y me quería ir, pero la tentación era muy grande. Carlos en su habitación tanto en Valencia como aquí, tiene una zona para sentarse relajadamente, con dos sillones pequeños y uno de dos plazas. Mostré mi desconcierto y tampoco le seguí el juego a Carlos en sus primeros intentos. Nos sentamos Carlos y yo en el de dos, ellos los otros. Ray sirvió unas bebidas. Carlos no forzaba nada, solo hablábamos.

Walter sacó lo que parecía un cinturón, que no lo era, me refiero por la forma, largo y ancho, bastante ancho y que tenía un asa en un extremo. Era nuevo y se lo había traído a Carlos, lo zarandeo en el aire y hacía ruido suave pero que me excito. Quería irme pero parecía que el asiento me atrapaba. Fui al baño y me cerré dentro de él. Llamé a mi marido y le conté lo que pasaba, mi situación. Me hizo una pregunta ante mis dudas, “desconfías de Carlos?” él sabía que no y fue lo que le conteste, “pues también me fio yo, sólo va a pasar lo que tú quieras y lo mismo al no poder estar presente te conviertes en más puta, no crees?” me ofendió un poco, “que dices? Actuó igual estés tu o no estes” me pidió calma y como despedida, “haz lo que quieras hacer, que por mi estará bien y si luego quieres me llamas o ya mañana hablamos o cuando nos veamos”

Ese era mi marido, tranquilo y siempre buscando mi felicidad y queriendo que goce todos los minutos del día. Solo quiere mi placer que siempre me dice que es el suyo. Me quedo escuchando un poco lo que hablan y le están preguntando sobre sus vacaciones. Salgo del baño y me “perturban” sus miradas descaradas, me siento deseada, que es lo que siempre dice Carlos, que hay que sentirse deseada y eso te hace ganar a cualquier mujer. Mi excitación esta subidísima y no sé cómo actuar, pero seguro que Carlos si sabe qué hacer y me siento de nuevo junto a él. Estoy bebiendo y Carlos me dice al oído, “quieres que se queden o les doy boleto?” no me salen las palabras, no puedo contestarle. Coge mi vaso y lo deja en la mesa. Después gira mi cara y me da un beso prolongado en los labios. Entreabro los labios para que introduzca su lengua y veo que ya está “jugando” conmigo porque no lo hace. Se detiene se pone de pie y termina de quitarse el disfraz, se queda en ropa interior, la suya típica, siempre igual y de color blanca. Se empieza a entrever el inicio de una erección.

Se sienta y ahora si me da un gran beso con lengua, me come la boca, los labios, esos besos que da Carlos que te hacen humedecer al sentirlos, que parece que te van a dejar sin labios, sin lengua, me va desnudando hasta dejarme en ropa interior. Se deshace de mi sujetador y me acaricia mis pechos hasta que me lame, me succiona un pezón, para sentir a la vez la lengua en mi endurecido pezón. Walter y Ray se van desnudando y se quedan en ropa interior. Al verlos me pregunto cómo una mujer tan normal como yo puede estar con esos tres cuerpazos, esos bellezones y lograr provocarles la erección que les estoy viendo. No me he quedado quieta, estoy tocando la polla de Carlos por encima de la ropa interior y una de las cosas que más me calienta, es notar como hago que le crezca. Se le sale por arriba y ya se empieza a poner con su temperatura habitual. Necesito tenerla en la boca y notar como se pone al máximo de tamaño. Me coloco entre sus piernas, tiro de la ropa interior, alza el cuerpo y se la quitó del todo, dejando toda esa belleza a mi vista. Me gusta pasar mi lengua por todo su miembro y mirarle a la cara, ver como se aguanta y como no puede hacerlo. Hace una señal con los ojos y sé que llega el “ataque” de los dos mirones que me desean.

El ataque lo notan mis nalgas con dos bocas que muerden con pasión. Eso hace que me ponga más caliente y Carlos lo sienta con mi boca. Dos bocas en mis nalgas y cuatro manos metiéndome mano. Es algo difícil de resistir. Me levantan entre los dos como si fuera una pluma y me quitan el tanga, no sé cuál de los dos me come el culo mientras unos dedos me penetran. Me hacen tener un orgasmo potente que hace que muerda sin querer a Carlos, que se queja. Ya estoy deseando que alguien me penetre y nadie lo hace, se lo pido a Carlos con la mirada y me sonríe con maldad. No me hace caso y me hacen tener tres orgasmos más. Me tiembla todo el cuerpo y mi excitación es más grande que nunca. Puede ser que tuviera razón mi marido, no estaba él y estaba rara, tan rara que me salió decirle, “venga cabrones quien me va a follar?” me resultó impensable decir eso estando mi marido. Tampoco me azotaban, estaban muy light.

Carlos cuando menos me lo esperaba “venga vamos a follarnos a esta putita, que ya le hace falta” me llevaron al sillón de tantra. Walter se tumbó y ya tenía el condón puesto, no hacía falta más, me senté sobre él y pude sentir como me entraba casi me hace venirme, el siguiente fue Ray que lo iba a hacer por detrás, para eso me eche sobre Walter que trato de besarme en la boca y me cabree, hubo un momento de tensión, que desapareció cuando Carlos se acercó y me beso en la boca, lo que aprovechó Ray para penetrarme analmente. Me llego otro orgasmo más y Carlos me colocaba su polla de nuevo en la boca. Tuve algo parecido a micro orgasmos seguidos, que nunca me había pasado, se parecía a una tormenta eléctrica, me daban descargas de placer. Otra cosa que me puso fuera de sí, fue cuando ellos se iban a correr y prácticamente me espachurraron con sus dos cuerpos, una mujer pequeñita con dos machos grandísimos y que me hacían un verdadero sándwich. Esta vez lo aguante mejor y me fui al baño una vez acabaron ellos. Tenía una sudada increíble por lo que me di una ducha breve y al salir estaba Carlos solo.

Había preparado las correas del techo, eso quería decir que lo que había pasado era un aperitivo. Estaba envuelta en una toalla, me tendió una mano, voy hasta él y me dice “te tengo que castigar por lo mal que te has portado” su mirada me derrite y se lo que viene, lo aceptó con buen grado. Me amarra las manos y tira para que mis manos queden estiradas hacia el techo. Por los espejo puedo ver todo y toda la habitación. Carlos saca varias cosas y antes de usar nada, veo como me mira con mucho deseo. Coge un látigo que tiene varios flagelos. Empieza su castigo y es suave, porque hacen mucho ruido los latigazos pero nada más, se nota que estaba para jugar, se sentiría más un azote con sus manos. Otra vez puede ser que por estar mi marido me envalentono o puede ser que el motivo fuera simplemente la calentura tan alta que tenía, “cuando te canses del jueguecito me avisas, porque no me estoy enterando” se lo he dicho para provocarle y por su sonrisa que veo por el espejo mirándome, sé que se ha dado cuenta de mi provocación. Tira el látigo o como se llame, se acerca, agarra mi pelo,  me da un ligero pero contundente tirón, que me pone mucho y me dice, “muy bien, tienes razón, ya vale de ser benévolo con una puta como tú”

Me suelta, se va hacia donde habíamos estado sentados y saca de su funda el regalo que le habían hecho. Lo agarra por el asa y lo agita en el aire, es como un silbido. Da susto el sonido pero provoca que me moje, a una velocidad increíble y ahora si empiezo a recibir mi castigo. Es mucho menos dolor de lo que se pueda pensar y es agradable recibirlo de Carlos. Porque poco a poco y recibiéndolos con el saber hacer de él, voy notando como mi culo me arde, como mis caderas también. Mis pezones están más duros que nunca, siento su sensibilidad sin que nadie me toque. Carlos no se cansa y ver su cara al impactar ese correón en mis nalgas, me sube mas la calentura. Que ya es algo más que calentura. Intuyo que está esperando que le pida que pare y no lo voy a hacer. Increíble pero es la verdad, obtengo un orgasmo diferente a cualquier otro que haya tenido jamás, ya sea porque alguien me lo haya provocado o yo misma, jamás nada parecido. Ni mejor ni peor, distinto e intenso. Pero ya no aguanto más y le “suplico” que pare y lo hace de inmediato. Se acerca, nos comemos la boca y me suelta, me lleva a la cama y me deja allí.

Deja todo y trae una crema que empieza a ponerla por donde he recibido mi castigo. He perdido la noción del tiempo y me agrada sentir sus manos acariciándome y más teniendo mis nalgas como las tenía, ardiendo y más sensibles que nunca. Más que untarme la crema es como si se recreara acariciándome y aumenta mi excitación. Se coloca a horcajadas sobre mis muslos. Ahora me acaricia a dos manos, una en cada nalga, en momentos noto como las abre y cómo sus dedos cada vez se adentran más en mis intimidades. Veo los preservativos encima de la mesilla y estoy deseando que los coja, me exaspera su tranquilidad y el que no los coja, ahora me acaricia los hombros y para eso se recuesta un poco sobre mi cuerpo. La calentura de su polla la tengo ahora entre las dos nalgas, lo que me hace gemir. Me voy a estirar para coger los preservativos y pasárselos pero no me deja, me lo impide y me sale una queja entre ñoña y compasiva.

Lo que viene a continuación y ante mi sorpresa me hizo llegar al mejor orgasmo con Carlos ni con nadie si lo pienso bien. Porque es como si me diera un aguijonazo certero me penetro de una sola vez. Sentirle sin preservativo, ardiendo, me hizo tener ese orgasmo que digo y no paró la cosa ahí, porque se puso a follarme y con una energía insólita y para mejorar la noche, estaba vez me azotó con sus manazas, que son muy bonitas, pero bien grandes y da con una exactitud perfecta pero de forma tajante. Era un sonido glorioso y me llevaba a otro orgasmo, no me importaba que acabase dentro de mí y que pasase lo que tuviera que pasar, pero después de hacerme tener otro orgasmo, se quitó me dio la vuelta y se corrió en mi boca, recibiéndolo con sumo placer. Luego me abrazo con toda la ternura del mundo, que con sus dos fuertes brazos envolvió todo mi cuerpo lo sentía detrás de mí y empezaba a salir al luz, no sabía la hora que era, le pregunte y me dijo “un poco más de las ocho, descansa algo, no te preocupes por lo demás” y me quede dormida en sus brazos y en su cama.

Me desperté entre las once y las doce. Me di una ducha y ahora tenía el problema de tener que salir de la habitación o con una toalla, un albornoz enorme porque eran los de Carlos o vestida con el disfraz. Tampoco puedo llamar a Carlos por móvil porque no lo lleva. De todas maneras pruebo y salta el contestador. Veo algo de mi ropa, Carlos me la ha dejado encima de uno de los sillones. Mientras me duchaba y dejaba caer el agua caliente me vino a mi cabeza lo que había pasado. Lo pase lo siguiente a genial, pero me quedo un poco de poso amargo en el sabor. Porque aunque como digo me lo pase genial, a Carlos aunque estaba conmigo dándolo todo, lo percibí como si estuviera en otro lado, me refiero a su mente y como si el “castigo” no me lo estuviera dando a mí. Salgo y ya se han ido bastantes, queda Marina y su marido, que se han ofrecido a llevarme y las que me trajeron se han ido. Ya nos vamos y me invita a comer Marina, aceptó y después de comer, nos quedamos a solas a hablar.

· Que paso, que hablasteis?

· Habló él, porque poco hablé yo. le pregunté qué había pasado la noche anterior y que pensaba hacer.

· Así, tal cual?

· Es que no se me ocurría cómo empezar la conversación.

· Venga que no voy a estar todo el día aquí.

· Nada, me responde y sin que se le mueva una pestaña, lo que pasó, pues que follamos y fue un momento muy placentero, por lo menos para mí y que no pensaba hacer nada. Me pregunto qué se supone que tendría que hacer.

· No sabía qué contestarle y le respondo con otra pregunta, que si Ignacio había participado en esto o había sido cosa mía.

· Se sonríe y me responde de la misma manera que antes, tu marido no tiene tanta imaginación, no sabe nada salvo que tú se lo cuentes.

· Le pregunto qué es lo que debería hacer y aquí fue demasiado sincero para mi gusto, que no hay que serlo tanto o se puede ser sin ser tan crudo con lo que se dice.

· Pero déjate de rollos que te dijo.

· Yo se lo diría y luego follaríamos delante de él, le “patearíamos” un poco y seguro que se lo pasaba mejor que nunca.

· Le conteste, ya está, así tal cual y luego a regocijarnos como perros, así sin más.

· Que va claro que hay más.

· Me quedo cortada y claro, le pregunto qué es ese más.

· Y me dice con sus cojones y escucha bien, con tu marido no hay problema que lo tengo calado y será un perfecto cornudo tal vez único, eres tú la que tienes que poner más de ti. Estás acostumbrada a manejarlo, porque lo manejas y aquí no va a ser así. Porque tienes que estar dispuesta a todo y si no, no hay nada que podamos hacer.

· Que se ha creído el chulo y presuntuoso. Y qué opinas de esto. Porque además dijo eso y me dijo con la palabra en la boca que si no le hubiera dicho un par de cosas bien dichas.

· Mi opinión y no te enfades, que no le hubieras dicho nada, porque seguro que te mojaste como una cerda y se lo que me digo. Como que cada vez que piensas en lo que paso te pones muy perra, te enfada, te cabrea y te supera y seguro que desde que paso te has tocado alguna vez.

· Eso porque lo digas tu.

· Tú y yo no somos muy distintas. Esperabas una proposición delicada por parte de Carlos y a follar como nunca has follado. Sí sé lo que te está pasando. La diferencia es que yo lo admito y tú estás luchando contigo misma. Te deseo suerte en lo que desees.

Ya no me replicó nada más, se quedó pensativa, sabía que a mí no me iba a convencer, porque no me tenía que convencer de nada y tampoco le iba a decir lo que ella esperaba, fui lo más sincera que pude y ahora era ella y nada más ella la que tenía que luchar con su interior. Una de las cosas que me hacían pensar que no tardando mucho estaría con Carlos era algo que me pareció muy significativo, que no le replico nada a Carlos cuando hablo de su marido y en el tono que lo hizo. Porque además Carlos es de los que te dejan todo muy claro y sin error a interpretaciones. Estaba claro que a Carlos Marina le ponía como un burro aunque lo disimulara como también le pasaba lo mismo con Sonia, aunque con Sonia lo veía todavía todo muy verde.

Y para ahorrar que en los comentarios del relato me preguntéis si no estoy arrepentida, deciros que no, que no lo estoy, porque asumo con naturalidad mis actos.