Fiesta de graduación

Follo con mi profesor en su casa después de la fiesta de graduación.

Llevamos toda la noche echándonos miradas furtivas. Bebemos nuestras respectivas copas distanciados, mirándonos a los ojos. Nos deseamos tanto, pero nos resulta muy difícil dar el paso y acercarnos.

Me echas una última mirada antes de dirigirte hacia la puerta, yo te observo, y cuando veo que has salido me decido a ir detrás de ti. Salgo y te veo fumando en la puerta de la discoteca, así que decido darte conversación.

-Hey, hola.

-Ah, eres tú, hola.

-No sabía que fumaras.

-Pues ya ves, aunque sólo muy de vez en cuando.

-Igual que yo.

-¿Tú también fumas?

-Sólo en ocasiones especiales.

-Nunca habría imaginado que fumaras.

-Ni yo que lo hicieses tú.

-¿Quieres un cigarro?

-Claro.

Me da el cigarro, y pasamos unos instantes fumando en silencio, hasta que él decide tomar la palabra.

-Bueno, ha sido un placer fumar contigo, pero yo me voy a ir a casa ya, que mañana necesito estar descansado.

-Vaya, bueno, pues nada, ya nos veremos.

-Sí.

Mientras observo como se aleja me doy cuenta de que no puedo dejarle escapar, así que voy corriendo tras él.

-Espera, espera, te acompaño.

-¿Me acompañas a casa? —pregunta extrañado.

-Es que necesito despejarme un poco y me vendrá bien dar un paseo, te acompaño hasta el coche y luego ya me voy, no te preocupes.

-No voy en coche, voy andando, mi casa está aquí al lado.

-Ah vale, bueno, pues si no te importa te acompaño hasta allí.

-Vale, de acuerdo, sin problema.

Le acompaño hasta su casa y mientras damos un paseo aprovecho para que me cuente cosas de su vida y conocerle más. Finalmente llegamos a la puerta de su apartamento.

-Bueno, ya estamos, vivo aquí —dice sacando las llaves.

-Genial, me ha encantado el paseo.

-Me alegro.

Nos quedamos en silencio de nuevo hasta que él vuelve a hablar.

-Bueno, gracias por acompañarme.

-De nada, ya ves, yo encantada.

-Bueno, pues adiós —dice mientras me abraza.

Sin embargo, cuando me suelta, yo no me voy.

-¿Puedo subir?

-Es que no es adecuado.

-Por favor, será sólo un momento, es que necesito ir al baño urgentemente.

-De acuerdo.

-Muchas gracias de verdad.

Subimos a su piso y me indica dónde está el baño, es una de las primeras habitaciones y está muy cerca de la puerta.

Salgo del baño, pero no quiero irme, al menos no todavía.

-Ahora sí que tienes que irte.

-¿No me vas a enseñar la casa?

-Es que está muy desordenada.

-No importa, yo también soy muy desordenada. Venga, quiero conocer cómo es el sitio donde vives, ¿qué te cuesta?

-De acuerdo, te la enseñaré, pero en cuanto te la enseñe te vas.

-Vale.

Me va enseñando toda la casa hasta que llegamos a su habitación, cotilleo sus estanterías y doy una vuelta toqueteando las cosas, consciente de que esto provoca que él no deje de mirarme fijamente ni un momento.

-Muy bonita casa —le digo.

-Me alegro de que te guste.

-Está muy bien decorada.

-Gracias, venga, te acompaño a la puerta.

En ese momento suena mi móvil, es mi madre así que lo cojo.

-Hija, es muy tarde, ¿dónde estás?

-Estoy en casa de una amiga, ya te dije que me quedaba a dormir con ella.

-Ay es verdad, lo había olvidado, pásalo bien.

Cuelgo y a propósito dejo el móvil en una estantería.

-Perdona, bueno, ya me voy.

Me acompaña hasta la puerta y nos despedimos con dos besos. A los pocos segundo llamo al timbre.

-¿Qué pasa?

-Me he dado cuenta de que me he dejado el móvil.

-Ah vale, voy a buscarlo.

Vuelve en unos minutos.

-¿Seguro que te lo has dejado? No lo encuentro.

-Sí, seguro, mira —digo enseñándole el interior de mi bolso.

-Vale, pues voy a buscarlo otra vez.

-Espera, te ayudo a buscarlo.

-No hace falta, tranquila.

-Estoy tranquila, simplemente es por lógica, cuatro ojos ven más que dos.

-De acuerdo, pasa.

Voy directa a su habitación, me hago un poco la tonta hasta que recojo el móvil del lugar donde lo había dejado.

-Aquí está, lo he encontrado.

-Genial.

-¿Sabes qué es lo que más me ha gustado de tu casa?

-No, ¿el qué?

-Tu cama, tiene pinta de ser cómoda a la vez que resistente —digo con una mirada pícara.

-Tienes que irte —dice con mirada seria.

-Deseas esto tanto como yo, lo sabes, además que yo no se lo voy a contar a nadie, y supongo que tú tampoco, así que no hay problema.

Me acerco a él lentamente hasta que nos encontramos frente a frente. Le miro fijamente a los ojos, luego miro sus labios un instante y vuelvo a dirigirme a sus ojos. Pego mi cuerpo al suyo al mismo tiempo que le beso con pasión. Luego me alejo y comienzo a desabrochar uno a uno los botones de su camisa hasta dejar su pecho al descubierto. Se nota que se cuida, pero no es un musculitos de gimnasio, tiene algo de pelo pero no demasiado; me encanta así. Yo me quito la camiseta y vuelvo a besarle con pasión. Sus manos recorren todas mis curvas hasta que agarran mi culo con fuerza, para desabrocharme el sujetador a continuación.

Me separo de él provocando que mi sujetador caiga al suelo, y termino de quitarle la camisa. Se sienta en el borde se la cama y yo me siento sobre sus piernas. Él mira mis pechos con lujuria y comienza a besarle mientras aprieta mis tetas con sus manos. Después de un rato así me levanto.

Me quito los zapatos, los pantalones y por último las bragas.

Él, al verme desnuda, se levanta y también se deshace de su ropa.

Nos quedamos así unos segundos, los dos desnudos, observándonos. Su pene está erecto y no puedo dejar de mirarlo, me encanta y estoy deseando hacer de todo con él.

Se acerca hacia mí y me besa de nuevo, su pene choca contra mi tripa y no puedo contener más mis deseos. Me separo y le empujo con suavidad hasta que cae en la cama. Me tumbo encima de él y le beso apasionadamente. Cuando me levanto me pongo de rodillas en el suelo y comienzo a hacerle una paja mientras le miro.

Primero poco a poco, lentamente y con suavidad, luego voy aumentando la velocidad y la presión hasta que su líquido preseminal ensucia mis manos. Entonces comienzo a hacerle una mamada. Primero recorro todo su tronco con mi lengua, luego introduzco levemente su miembro en mi boca y lo lleno de babas. Después le hago un paja mientras mi lengua juega con su capullo y finalmente me detengo cuando me dice que va a correrse.

Esta vez soy yo quien se tumba en la cama. Él lame mis pechos y succiona mis pezones. Luego recorre con su lengua mi tripa y el interior de mis muslos. Hasta que por fin da un largo lametón a toda mi raja. Yo me estremezco provocando que aumente su intención de darme placer. Se dirige hacia mi clítoris, y después de lamerlo y tocarlo ligeramente varias veces, lo chupa, absorve y succiona provocando que yo tenga un gran orgasmo.

Entonces me mira a los ojos, me besa, y comienza a penetrarme en la postura del misionero. Cuando nos aburrimos me tumbo de lado y me la mete mientras hacemos la cucharita. Luego me pongo a cuatro patas y me folla haciendo el perrito. Me da grandes embestidas. Sus huevos chocan contra mi cuerpo, me encanta oír el sonido. Después hago que se tumbe y me siento sobre su polla cabalgándole. Ambos gemimos hasta que se corre dentro de mí. Después hacemos el 69 mientras me encargo de dejar su pene bien limpio.

Cuando hemos acabado nos besamos con pasión, nos vestimos, y me acompaña a la puerta.

-Estoy encantada de haber conocido tu casa —le digo con una sonrisa.

-Y yo estoy encantado de que la hayas conocido.

-Esto significa que un día tendrás que venir tú a mi casa para que te la enseñe.

-Por supuesto, iré encantado.

-Genial, pues ya te avisaré cuando pueda.

-Perfecto, ya nos veremos.

-Sí —digo esbozando una pícara sonrisa mientras me voy.