Fiesta de cumpleaños
Fui a una fiesta de cumpleaños. El mejor regalo me lo llevé yo.
Tengo unos colegas gays con los que salgo de vez en cuando. Me gusta salir con ellos porque puedes comentar con ellos lo bueno que está un tío u otro, lo que con mis amigos heteros no suelo hacer salvo que vaya muy pedo.
Uno de los colegas, Jaime, siempre organiza una fiesta de cumpleaños en su casa en Loredo. Es una casa bastante grande en una zona genial cerca de la playa. Además, invita a muchas personas diferentes por lo que sueles pasártelo bien y conocer gente nueva.
Aunque la fiesta iba a empezar a eso de las ocho, yo llegué sobre las cinco porque Jaime nos había pedido a los colegas venir antes y así ayudarle a organizarlo todo.
Cuando llegué, entré directamente al jardín trasero, donde vi, además de Jaime colocando unas botellas de vodka y ginebra en una mesa con vasos, a Nando y Agus inflando globos y colocando serpentinas.
- Ya sabía yo que la fama de comepollas no te venía por nada – le dije a Nando, que estaba justo inflando un globo.
- Ja, ja, ja, qué más quisieras – me dijo Nando soltando el globo que estaba inflando.
- Pero ya ves que siempre los deja a la mitad, como al globo jajaja – dijo Agus para rematar el vacile.
- Ey guapo, gracias por venir a echar una mano – me dijo Jaime al verme y me dio un abrazo.
- Por el cumpleañero lo que haga falta – le dije yo.
- ¿Quieres un cubata, una cerve…? – me preguntó Jaime.
- Un cubata es empezar fuerte jaja. Una birra mejor, pero ya la cojo yo, tranquilo – le respondí.
- Están en la nevera, ya sabes donde está.
Me cogí una cerveza y empecé a ayudar con las cosas de la fiesta. Hacía bastante calor aunque era normal porque era julio. Me había puesto unos pantalones cortos y un polo, pero Nando iba con una camiseta de tirantes que dejaban ver sus brazos y pectorales de gimnasio bien currados (¿si no los enseña ahora en verano, cuándo lo haría? Me pregunté con una sonrisa en la cara).
- ¿Tu chico no viene? – me preguntó Agus.
- Sí, pero llegará tarde, tienen bastantes cenas en el restaurante – le respondí.
- Ah, qué putada.
Justo en ese momento llegó Javi. En nuestro grupo de colegas nos habíamos puesto de acuerdo para comprarle a Jaime algo de ropa de una marca que le encanta, pero muy cara, así que habíamos hecho bote entre todos para poder regalarle algo chulo y Javi se había encargado de comprarlo.
- Hola tíos – nos saludó Javi.
- Hola Javi – le respondimos - ¿y el regalo?
- Tranquis que está en el coche – nos respondió con una sonrisa – luego lo saco, cuando Jaime vaya a abrir los regalos.
- Ah, ok – le respondimos con alivio.
Seguimos decorando y echándonos unas risas. Seguí dándole a las cervezas porque hacía bastante calor y aunque el sol iba bajando el aire era caliente a pesar de estar al lado del mar. Javi había venido con vaqueros, pero fue al coche a por un bañador que llevaba en la bolsa de la playa que tenía porque no pensaba que iba a hacer tanto calor. El bañador le quedaba muy ajustado y marcaba un paquete y un culo muy prometedores.
- ¿Ese es el bañador que llevas de cruising a Liencres? – le preguntó Nando a Javi de broma.
- Por supuesto, sin un buen escaparate no se vende, aunque no he vendido nada hoy jajaja – le respondió Javi – ¿y tú llevas esa camiseta al gym?
- Sólo cuando quiero ligar con algún niñato jajaja – le respondió Nando.
- Entonces la llevas todos los días – soltó Agus entre risas.
- Qué cabrón – dijo Jaime rompiendo a reír.
La gente empezó a llegar y la música cada vez cogió más ritmo. Empecé a tomarme algún cubata de vodka, que son mi perdición, pero ya estaba bastante pedo de no sé cuántas cervezas que me había tomado mientras decorábamos.
Estuve hablando con unas amigas de Jaime con las que coincidíamos a veces saliendo de marcha por Santander. Eran unas tías muy majas y estuvimos bailando y charlando de que los amigos heteros de Jaime no estaban muy buenos, así que no había mucho por lo que pelearse.
Me acerqué a la mesa de las bebidas a por otro cubata, y ahí estaba Nando preparándose uno.
- ¡Qué ritmo llevas! – me dijo Nando señalando mi vaso.
- Es que con este calorcito entran muy bien – le respondí entre risas.
- Venga, que te pongo otro – me dijo - ¿qué tomas?
- Vodka con limón – le respondí.
- A sus órdenes, jefe – me dijo haciendo un saludo militar – pero nos estamos quedando sin hielo ¿puedes ir a la cocina y coger más hielo mientras te preparo el cubata?
- Claro, ahora vengo – le dije.
Cuando volví con la bolsa de hielo, Nando tenía el cubata preparado y seguimos la fiesta, ya que Jaime estaba pinchando música petarda a tope (menos mal que los vecinos no llegaban de veraneo hasta agosto y no había a nadie a quien molestar).
Llevaba un rato bailando y me empecé a notar raro, entre mareado y con bastante calor. Me apoyé en un árbol para ver si se me quitaba el mareo y se acercó Javi a hablar conmigo.
- ¿Estás bien? – me preguntó.
- Sí, tranqui. – le respondí – sólo un poco mareado.
- Voy al coche a por el regalo, que he visto que están poniendo todos en el salón – me comentó - ¿me acompañas? Igual así te despejas un poco.
- Sí, bien – le dije mientras apuraba el cubata.
Mientras Javi cogía el regalo del maletero, yo me apoyé en el coche ya que el mareo no se me quitaba. La verdad es que había bebido mucho y me notaba entre cansado y cachondo.
- Joer, cómo me han subido los cubatas, es que encima no he comido nada – le dije a Javi.
- Es que no has parado – me respondió mientras me cogía de la cintura y me ayudaba a entrar en la casa porque yo no conseguía caminar recto.
Al entrar en el salón, nos encontramos con Jaime que estaba dejando un regalo junto a los demás.
- ¿Qué pasa? – nos preguntó Jaime.
- Nada, que va pedo – le respondió Javi entre risas – le voy a mojar un poco la cabeza a ver si se despeja.
- Mejor en un baño de arriba, que el de aquí abajo lo está utilizando la gente. – le dijo Jaime – Al final del pasillo a la derecha está la habitación de invitados. Tiene un baño para que se pueda refrescar.
Javi me subió a la habitación de invitados y entramos en el baño. Me senté en una banqueta que había al lado de la ducha y apoyé la cabeza en la pared. Javi cogió la alcachofa de la ducha y dejo correr el agua hasta que salió templada.
- Igual mejor te quito el polo, que la ducha va a salpicar y se te va a mojar.
- A ti también se te va a mojar la camiseta – le dije a Javi entre risas.
Javi se quitó la camiseta y me quitó el polo. Como yo estaba sentado, tenía su paquete delante de mi cara y a esa distancia su rabo se veía perfectamente marcado en el bañador que se había puesto antes.
El calentón que yo tenía no hacía más que aumentar. Javi me hizo echarme hacia delante para echarme el agua, por lo que se acercó más y me puso a cien. Aprovechando la posición me agarré a su pierna por debajo del culo para no perder el equilibrio y así meterle un poco mano.
No se si era el pedo o el calentón, pero me parecía que el bulto de Javi estaba aumentando y se notaba un rabazo de la ostia.
- ¿Qué tal estás? – me preguntó Javi.
- De puta madre – le dije sin quitar la vista de su paquete - ¿y tú?
- También.
Yo seguía sentado en la banqueta y Javi de pie delante de mí mientras pasaba su mano por mi pelo mojado. Yo no había quitado la mano de su pierna y él cada vez hacía más presión con su mano en mi nuca para acercarme a su paquete. Con el calentón que tenía me dejé llevar y me acerqué a su rabo, el cual empecé a magrear con la boca por encima del bañador.
Enseguida le bajé el bañador y me dio en la cara con un rabazo bien largo aunque algo delgado. Estaba a tope y me lo metí en la boca. Se lo empecé a mamar a saco y el no paraba de cogerme de la cabeza y metérmelo hasta el fondo. Javi no paraba de gemir y decirme que la mamaba de puta madre mientras bombeaba y me follaba la boca a saco.
Me levanté y me quité el pantalón corto porque quería ponerme de rodillas para mamarle el rabo mucho mejor. Pero entonces Javi me puso contra el lavabo y empezó a meterme su rabo por el esfínter.
- Para tío – le dije – que no está abierto y me va a doler.
- Calla cabrón, que lo tienes a punto.
Sin decirme nada más, Javi me metió el rabo en el culo hasta el fondo y empezó a bombear. Yo pensé que me iba a doler pero tenía tal calentón que me entró sin problema y sus embestidas se mezclaban con mis gemidos.
En esto levanté la vista y en el espejo vi a Javi detrás de mi bombeando con los ojos cerrados, y al fondo en la penumbra de la habitación a Nando pajeándose.
La sorpresa inicial porque Nando nos estuviera viendo no hizo que quisiera parar, al contrario, tenía un subidón que me pedía que Javi me reventara a pollazos. En ese momento Javi se apoyó en mi espalda y me dijo:
- Tío no aguanto más, me corro.
- Venga tío, reviéntame – le contesté.
Entonces Javi me pegó cuatro embestidas brutales a compás de unas sacudidas tremendas. Entonces se escucho ruido detrás nuestro, era Nando.
- Ey Javi, me ha dicho Jaime que has subido a Samuel aquí, que no se encontraba muy bien – dijo Nando haciéndose el encontradizo, como si no hubiera visto nada.
- Eh, tío – le dijo Javi a Nando, medio mosqueado y todavía con su polla dentro de mi culo – Estamos ocupados aquí, mejor te piras.
- Jajaja – se rio Nando – Encima que te he puesto a Samuel a tono no me eches de la fiesta.
- Joer tío, eres un descerebrado, a ver cómo se lo explicas. – le dijo Javi a Nando mientras se ponía el bañador y la camiseta y se iba.
Aunque escuchaba a Javi y Nando discutir, yo todavía estaba muy guarro y no me había corrido. Estaba apoyado en el lavabo con el culo abierto y pajeándome para correrme ahora que Javi había sacado el rabo y se vestía.
Escuché la puerta de la habitación cerrarse y levanté la vista. En el espejo ya sólo veía a Nando detrás de mí con el pantalón por las rodillas y poniéndose un condón.
- ¿Qué haces, tío? – le pregunté a Nando sin dejar de pajearme.
- Pues ayudarte a acabar – me dijo Nando mientras metía su rabo en el agujero abierto que había dejado Javi.
Sin decirme nada más, Nando me clavó su rabo. Aunque el rabo de Nando no era tan largo como el de Javi, sí que era más gordo, así que lo noté bien entrar a pesar de tener el culo ya muy abierto.
Yo estaba a tope y Nando debía estar muy cachondo porque empezó a follarme como si le faltara tiempo. Yo me seguía pajeando mientras él me tenía cogido de la cintura y del hombro y me embestía sin parar.
Yo no aguantaba más, le dije que me iba a correr y Nando no me dijo nada, simplemente aumentó el ritmo de la follada hasta que vio mi leche caer al suelo y entonces me pego unas embestidas cortas pero en las que noté sus huevos chocar contra mi culo como si fueran a explotar.
Estuvimos unos minutos así, Nando encima de mí y yo notando como sus jadeos se iban tranquilizando al mismo ritmo que los míos.
- Ha sido la ostia – le dije a Nando.
- Es que tienes un culo de flipar. – me respondió.
Nos reímos mientras Nando empezó a vestirse. Yo me pegué una ducha rápida para quitarme el olor a sexo y lefa porque mi chico llegaría en un rato a la fiesta de cumpleaños y Jaime todavía tenía que abrir los regalos, aunque el mejor regalo me lo había llevado yo.