Fiesta de cumpleaños
Como el día de mi cumpleaños me cambió la vida al comprobar como era realmente mi esposa
Antes de nada me presentaré, mi nombre es Mario y vivo en una pequeña ciudad del centro de España. Me casé muy joven con Raquel, mi esposa. Yo tenía entonces 22 años y ella 19. Un embarazo no deseado fue el causante de tal urgencia, pensamos que casarnos era la mejor opción.
A pesar de casarnos tan jóvenes nuestro matrimonio funcionó bien, hemos tenido alguna pequeña crisis que hemos sabido ir superando como la mayoría de matrimonios.
Como en todas las parejas siempre uno de los dos está más enamorado que el otro, en mi caso siempre he sido yo el que más lo ha estado, de eso no me cabe ninguna duda. Creo que no sería capaz de vivir alejado de ella, y la idea de perderla algún día, o que me abandonara me ha atormentado desde el comienzo de la relación.
Raquel siempre ha sido una mujer muy extrovertida y con mucha personalidad, siempre ha sido ella la que de alguna forma ha dominado la relación, yo con tal de no enojarla o de tenerla siempre contenta, me he ido amoldando a todos sus caprichos.
Físicamente se podría decir que aun siendo guapa, es más resultona de lo que en realidad es. Raquel es de ese tipo de mujeres que sin saber verdaderamente porque, te atrapa y resultan muy sexuales. Siempre va muy arreglada, le encanta la ropa, los perfumes y los cosméticos caros, incluso alguna vez me he atrevido a frenarla cuando se mete en algunos gastos que deberíamos permitirnos.
Gracias a Dios tengo un buen trabajo y siempre me he ganado la vida holgadamente, ella también trabaja, pero nunca hemos sido capaces de ahorrar algo, pues por culpa de los caprichos y el tren de vida que le gusta llevar a Raquel, siempre estamos al día con el dinero.
A ella le gusta vestir de un modo ajustado, es amiga de transparencias, mostrar escote, minifaldas, short… Y es que a pesar de que ya tiene 40 años, y haber tenido dos hijos, tiene cuerpo para lucir. Alguna vez algún buen amigo, de forma casi paternalista me ha insinuado que si no me pongo celoso con las vestimentas de mi esposa, pues sin duda se la tienen que comer con la mirada algunos moscones.
Tengo que reconocer que al principio de nuestro matrimonio si intenté hacerla desistir de usar tanta transparencia y escote, pero a esa batalla perdida hay que añadirle que con el tiempo me he ido acostumbrando, tampoco me quedó más remedio. Describiré a Raquel como una mujer morena, pelo largo, 1,65 de estatura, pechos normales, sin duda lo mejor de su anatomía es su culo tan respingón y sus piernas, y es que lo que más me excita de mi esposa son sus muslos, deliciosos…
La historia que voy a narraros comenzó el día de mi cumpleaños. Qué ironía del destino. Ese día hicimos una cena en nuestra casa a la que invitamos a nuestros amigos, en total nos juntamos tres matrimonios.
En casa siempre me encargo yo de cocinar, pues Raquel nunca ha sido buena ama de casa y siempre he sido yo el que ha llevado el peso organizativo de esas tareas tan ingratas. Me pasé toda la tarde cocinando mientras Raquel se preparaba y se ponía a punto para el convite.
La recuerdo como si fuera ahora, con una corta minifalda vaquera, una camisa ajustada, y unos zapatos de tacón que recuerdo le reproché que se pusiera ese tipo de calzado cuando no pensábamos salir de casa, ella lo único que me preguntó si estaba guapa, a lo que lógicamente respondí afirmativamente.
La cena transcurrió con toda normalidad, recuerdo cuando ya los invitados se hubieron marchado que nos metimos en la cama, yo estaba agotado de estar todo el día trasteando preparando y organizando la cena, pero Raquel ese día para mí grata sorpresa decidió darme un agradable regalo de cumpleaños.
Sin preámbulos de ningún tipo y sin decir nada, comenzó a tocarme la polla. Mientras esta crecía debido a sus expertas caricias, me chupaba y besaba el tórax, su respiración era agitada, casi desaforada. Yo intenté tocarle los pechos, meter mis manos entre sus muslos, pero ella se resistió y me apartó la mano, todo parecía un juego.
De repente vi como bajaba por mi cuerpo hasta que agarró mi polla y se la introdujo en la boca y comenzó hacerme la mejor mamada que me había hecho en la vida. Mi excitación creció al ver que mientras me estaba chupando la polla, ella había metido su mano entre sus muslos y había comenzado a masturbarse. Nunca la había visto masturbarse, incluso muchas veces me había negado que lo hubiera hecho alguna vez, cuando le pregunté en un par de ocasiones si se masturbaba.
Verla así, encendió aun mas mi excitación y no pude aguantarme y estallé, ella al notarlo se saco la polla de la boca y me la metió entre sus tetas, allí me corrí con el mayor de los placeres. Nada mas correrme intenté corresponderla, quise bajarme hasta su clítoris con intención de comérselo, pero ella me paró.
-No te preocupes, me corrí como una perra cuando noté que tú lo hacías.
Esas palabras subieron mi ego de macho varios puntos, nunca había sospechado que mi mujer se excitara tanto al verme correr. Mientras se subía el tanga me dijo:
-Duérmete, que mañana es sábado y aunque yo no trabajo y no tengo prisa tú si y tienes que madrugar. Yo me voy a ver un rato al salón a ver la televisión que no tengo sueño.
Obedecí como un bendito y a los dos minutos aseguro que dormía como un tronco.
A la mañana siguiente me levanté con precaución de no hacer ruido, pues no quería despertar a Raquel que dormía plácidamente, cogí la ropa que me tenía que poner a oscuras y me fui directo a duchar. Veinte minutos después salía de casa en dirección al trabajo. Pues yo estaba haciendo esos días horas extras para comprarle unos pendientes de oro a Raquel que se le habían antojado en una joyería, y me tocaba ir los sábados por la mañana.
Cuando llegué a la hora de comer Raquel estaba en la ducha, recuerdo que fui directamente al salón y comencé a recoger los vasos y los ceniceros de la noche anterior, la noche de la cena de mi cumpleaños. Al pasar por el pasillo comprobé que nuestra cama estaba sin hacer, por lo que supuse que Raquel se acaba de levantar, dejé los vasos y el cenicero en la cocina con la intención de ponerme a fregarlos un rato más tarde, y regresé al dormitorio matrimonial con la idea de abrir la ventana para que antes de hacer la cama se ventilara bien.
Cuando ya iba a salir del dormitorio vi que justo al lado de la cama había un mechero que supuse se le habría caído a Raquel, al agacharme a recogerlo me llevé la mayor sorpresa de mi vida, y es que justo debajo de la cama había depositados en el suelo dos condones usados.
Es curioso como en un solo segundo te cambia la perceptiva de la vida, y es que yo me quería morir. Cogí los condones que alguien había usado para entrar en las zonas más sagradas de mi matrimonio, y me dirigí al baño donde Raquel salía justo en ese momento de la ducha. Recuerdo que hasta en esa situación la encontré hermosa.
-¿Ya estás aquí cariño? No te he oído llegar a casa, supongo que por culpa del ruido del agua.
En ese momento Raquel vio lo que yo le mostraba en las manos, con lágrimas en los ojos, le enseñaba la prueba de su infidelidad, de su mentira, de su traición.
Por un momento ella pareció turbarse, pero en pocos segundos recupero la serenidad, por lo menos en su descargo puedo decir que no intentó poner paños calientes y fue directa al problema.
-Te juro que es la primera vez que te he sido infiel.
-¿Con quién ha sido?
Acerté a preguntar casi balbuceando.
-¿Y es que eso importa acaso? Si necesitas un culpable cúlpame a mí, pues he sido yo la que te debía fidelidad y no la otra parte
-Encima lo defiendes
Contesté ahora irritado.
-No se trata de defender, se trata de asumir, y yo sabes que tengo narices para asumir mis responsabilidades siempre, yo no me escondo.
Pensé marcharme de casa al instante, pero no pude, soy un cobarde y me da un miedo terrible perderla, ella lo sabe y en cierta medida aprovecha sus cartas. Nos pasamos toda la tarde hablando, primero de ruptura, luego hablábamos de nuestros dos hijos que están estudiando fuera, en el modo en que se lo íbamos a decir para que no sufrieran demasiado. El caso es que un rato después ya no hablábamos de ruptura, hablábamos directamente de reconciliación.
Lógicamente con condiciones por mi parte, necesitaba saber con quién había sido y que me asegurara que no iba a suceder nunca más, yo todavía mantenía cierto aire de dignidad o por lo menos intentaba aparentarla.
Al final ella, viendo que no tenía valentía suficiente para dejarla, recompensó mis suplicas y me contó con detalles, incluso detalles que yo no le pedí y que dañaron en cierta medida mi hombría, pero el caso es que me relató sobre como había sucedido todo, y con quién.
A partir de este momento os lo contaré en primera persona tal y como mi esposa me lo relató, punto por punto, como si ella misma fuera la que está escribiendo este relato.
-Todo surgió anoche, durante la cena de tu cumpleaños. Tu amigo Roberto siempre me ha mirado con descaro, incluso más de una vez cuando ha tenido la oportunidad ha buscado un roce e incluso se le ha ido la mano cada vez con más confianza y frecuencia, y me ha dado algún cachete que otro en el culo mientras me dice lo buena que estoy.
Tengo que decir que nunca pensé que ese juego llegara a mayores, incluso no puedo culparlo, pues aunque yo le quitaba la mano, nunca lo hice de una forma demasiado enérgica ni convincente, pensaba que era un juego que no hacia daño a nadie. Yo me ponía muy cachonda, incluso algunas veces follaba contigo pensando en él.
Anoche, durante la cena fui a por las tazas de café a la cocina, en esas estaba cuando entró Roberto y vino directamente hacia mí, yo supuse que me iba a sobar un poco el culo y poco mas, yo me haría la tonta, le dejaría la mano en mi trasero un par de segundos y luego se la retiraría. Me excitaba dejarlo cachondo, llevaba toda la noche mirándome el escote, y a mí me encantaba la idea de que esa noche mientras se follara ya en su casa a la estirada de su mujer, iba a pensar en mi, y es que ya sabes que a Lourdes no la trago. Y es que es tan pija que siempre mira a todo el mundo por encima del hombro. Tan guapa y tan divina que se piensa que es, me gustaba la idea de sentir la mano de su esposo babeando por mi culo.
El caso es que Roberto se puso detrás de mí, se comenzó a restregar contra mi culo y me agarró las tetas, cosa que nunca lo había hecho.
-Pero que buena estás Raquel, te follaba aquí mismo, que cachondo me pones.
En ese momento se escuchaba desde el salón la histriónica y molesta risita de Lourdes, por lo que la situación para mi todavía se hizo más excitante y dejé que Roberto metiera la mano por el escote y me tocara directamente por debajo del vestido las tetas. Me gustaba que notara que tenía duros los pezones. Mientras jugaba a su antojo con mis tetas yo notaba detrás en mí, sobre los cachetes de mi culo, como su polla endurecía.
Al escuchar de nuevo las voces del salón recuperé cierta conciencia de lo que estaba pasando y sobre todo de lo que podía pasar si alguno de vosotros le daba por venir a buscar algo a la cocina, por lo que intenté apartarme, pero Roberto me tenía cogida fuertemente por las tetas.
-¿Quieres que te suelte las tetas?
-Si Roberto, por favor, esto no está bien, estamos en mi casa y ni tu esposa ni mi marido se merecen que les hagamos esto, además puede entrar alguien y fíjate que situación se formaría.
Roberto se puso enfrente de mí sin sacar la mano del escote.
-Si quieres que te deje de sobar las tetas me las tienes que enseñar, eso te pasa por ser tan calienta pollas. Llevas toda la noche calentándome con ese escotazo y sin sujetador, que se te marcan hasta los pezones en la tela. Mi mujer puede que no se merezca esto, pero te aseguro que tu marido merece estos cuernos por permitirte vestir como una puta.
Sus palabras en lugar de ofenderme me calentaban aun más, pero tenía que terminar con esa situación que cada vez estaba más peligrosa, por lo que no lo dudé. Le retiré las manos, bajé el escote un poco y me saque las dos tetas para fuera, que a pesar de que Lourdes las tiene bastante más grandes que yo, también las tiene más caídas y eso que nunca ha parido. Ya sabes cariño que entre amigas a veces nos cambiamos de ropa juntas y nos hemos visto desnudas alguna vez que otra.
Roberto se reía por su triunfo, seguramente su ego masculino estaba tan levantado como su polla. Entonces se acercó a ellas y me las besó, yo me las volví a guardar y regresé con las tazas al salón con cara de preocupación por si se me notaba algo, pero al poco pude comprobar que ninguno habíais sospechado nada, cosa que me tranquilizó al ver que no hubo preguntas por tú parte ni por la de ninguno sobre nuestra tardanza.
Media hora después, todos se marcharon y tú y yo nos fuimos acostar. Mientras te cepillabas los dientes recibí un wasap de Roberto. En él me decía que Lourdes se iría a la cama y que él se quedaría levantado un rato, que si yo tenía ovarios para hacer lo mismo podíamos mensajeros y hablar de lo ocurrido. Le contesté que ok, que me diera 20 minutos. Esos 20 minutos me sirvieron para hacerte la mamada. Te la hice con necesidad, pues nadie nunca ha sabido ponerme tan cachonda como lo hace Roberto.
Cariño te comí la polla pensando que era la suya, y tan caliente estaba que me tuve que hacer un dedo mientras te la mamaba, pero bueno… eso ya me imagino que sospechas porque iba yo tan caliente anoche.
Como sabes, después de que te corrieras yo me fui al salón con la excusa de que no tenia sueño, cuando en realidad iba con la idea de proseguir el juego con Roberto. Estuvimos hasta las tantas mensajeándonos. Cada vez con mensajes más calientes y subidos de tono, al final me llamó al móvil y acabamos teniendo sexo telefónico. Nunca me lo hubiese imaginado.
Esta mañana cuando sabía que tú ya no estabas, me ha vuelto a llamar y me ha dicho que venía a verme. Yo he intentado defenderme y le he dicho que no lo hiciera, que no lo iba a dejar entrar. Pero la verdad que me he levantando del tirón y me he arreglado un poco para él. No merece menos.
Lo he recibido con el camisón negro corto, el que tú me regalaste por el aniversario del año pasado, si hombre… el camisón del que me encapriché cuando fuimos de viaje a Madrid y que nos costó un ojo de la cara.
Nada mas entrar por la puerta me ha puesto contra la pared y ha comenzado a morrearme y meterme mano todo lo que ha querido y por donde le ha dado la gana. He intentado ir al salón, pero él me ha cogido de la mano y me ha traído a nuestra habitación.
-Vamos a tu cama, así cuando folles con tu marido te acuerdas de mi
-No me hace falta que me folles en mi cama para acordarme de ti mientras me tiro a mi marido.
Le he dicho esto lo confieso mientras ambos nos reíamos. Me ha tirado contra la cama y me ha subido el camisón
-Pero que ganas tenia de sobarte bien sobada. Qué buena estás.
Me ha abierto de piernas y he pensado que me iba a bajar el tanga, pero no, hasta para eso es morboso, ya te digo que ningún hombre me sabéis calentar como él. Con él soy totalmente sumisa, lo encuentro muy hombre, muy varonil.
De repente Roberto ha comenzado a reírse al verme las bragas a la altura del coño, y que te aseguro que estaban casi transparentes de lo cachonda que iba.
-Parece que te has meado y todo. Quítate las bragas y enséñame como tienes el coño. Bufff que bien, si lo tienes todo bien depiladito, no tienes ni un pelo.
Me he sentido humillada con sus risas, pero a la vez mas excitada, he levantado las piernas y me he sacado el tanga, lo he tirado al suelo y me he abierto bien de piernas para mostrarle mi coño tal como él me había ordenado. Entonces, para mi sorpresa, Roberto ha sacado del bolsillo de su abrigo un consolador de color negro.
-Es de Lourdes, se lo he cogido esta mañana, espero que no se de cuenta, métetelo, quiero ver como te entra en ese coño tan depilado que tienes.
He dudado unos instantes, pues al principio no me apetecía meterme en el coño el consolador de otra mujer y menos delante de Roberto, pues sentía mucha humillación, pero no he podido resistirme y he comenzado a follarme con el consolador de Lourdes.
Roberto ha salido de la habitación, ha ido hasta la cocina, ha cogido una silla y una cerveza, se ha encendido un cigarrillo y se ha sentado frente de mi, observando como me pajeaba con la polla de latex. Ha cogido su móvil y me ha sacado unas fotos, incluso me ha grabado un video en el que salgo diciendo lo puta que soy, que además de follarme a los maridos de mis amigas me meto sus consoladores en el coño. No me ha importado, hubiera hecho todo lo que me hubiese pedido.
Me he corrido como una loca, pero lejos de aplacarme he seguido más caliente aun. Me ha sacado el consolador del chocho y me lo ha hecho chupar.
- Chúpalo bien guarra, déjaselo bien limpito a tu amiga Lourdes para cuando quiera meterse su juguete..
Cuando él ha creído que estaba limpio se ha bajado el pantalón y por primera vez en mi vida le he visto la polla a mi hombre. Ni en mis mejores sueños cariño, jamás he visto una polla tan gruesa.
Te Aseguro que he envidiado a Lourdes y te he maldecido a ti, como puede ser que su marido tenga una polla más grande que la del mío ¿Es que soy yo menos hembra que ella?
Se ha puesto un condón y me la ha metido sin preámbulos, me ha dado la mejor sesión de polla que me han dado en mi vida o por lo menos en mucho tiempo. Cuando iba a correrse se ha quitado el condón y me la metió en la boca agarrándome por la nuca, y en mi boca se corrió hasta casi atragantarme.
Nos hemos fumado un cigarro y se ha empezado a vestir, pues había quedado en llevar a Lourdes de compras. En teoría él había ido a lavar el coche, lo he acompañado hasta la puerta y en el pasillo nos hemos dado un morreo de despedida, pero se ha vuelto a calentar y me ha vuelto a traer a la habitación, ha cogido de tu mesilla un condón, pues el solo traía uno, me ha mandado ponerme a cuatro patas y a comenzado a follarme. Yo me he puesto a gritar como una loca pues en esa postura todavía notaba más la polla de Roberto.
-Vaya culazo que tienes zorra, la de pajas que me habré hecho pensando en follarmelo
Me ha abierto los cachetes del culo hasta quedar mi agujero a su vista y ha puesto un dedo sobre él, yo he intentado decirle que no, pero a él le daba igual lo que yo dijera pues sabe que voy a ceder con todo, que me tiene a su disposición cuando y como quiera, y así me ha hecho que se lo jure antes de irse.
-¿Tu marido te folla ese pedazo de culo que tienes?
-No, nunca lo he dejado
-¿No me digas que nunca te han petado el culo?
-Sí , antes de casarme tuve un par de novios y a los dos les gustaba darme bien por el culo, y con 17 años un hermano de mi padre en una noche vieja también me lo folló, pero luego me casé…
-¿Qué pasa, que la tiene muy grande tu marido y te da miedo que te rompa el culazo que tienes?
-¿Mi marido grande? Que va hijo, la tiene muy normalita tirando a pequeña, pero es que nunca ha sabido ponerme cachonda para que me apetezca.
Noté como me hundía un dedo por el ano mientras me follaba a cuatro patas el coño, poco a poco mi ano se fue adaptando a su dedo y me introdujo otro. Notar la doble penetración pudo conmigo y noté como por mis muslos resbalaba una cascada de líquido caliente. Roberto comenzó a reírse y me dio una fuerte palmada en la nalga.
-Te estás meando del gusto cacho guarra.
Roberto sacó la polla de mi coño y la puso entre mis nalgas, pasándomela bien por la raja del culo mientras abría bien mis carnosos cachetes, noté como sacaba de mi ano los dedos y colocaba la punta de la polla frente al agujero, sin más preámbulo me la metió de un solo golpe, La verdad que no esperaba menos de un tío tan hombre como Roberto. Yo di un grito de dolor y le pedí que me follara más despacio, que me iba a romper el culo, pero a él eso le da igual y siguió fallándome como si la vida le fuera en ello.
-El lunes vas a tener que trabajar de pies frente al ordenador, no te vas a poder sentar
Me decía esto mientras me daba fuertes cachetes. Poco a poco mi ano se acostumbró y comencé a disfrutar como una loba. Noté que sacaba la polla de mi culo, y pensé que es que querría correrse en la boca otra vez, en el fondo sentí cierta desilusión pues estaba disfrutando como una perra, Además de que no me apetecía meterme la polla en la boca recién salida del culo, pero hubiera hecho todo lo que me hubiese pedido. Roberto se merece eso y más. Pero por suerte esta vez estaba equivocada, se quitó el condón y me la volvió a meter en mi caliente culo, al poco noté como su semen inundaba mis entrañas y tuve el último orgasmo de la mañana. Me sentí muy mujer, muy hembra, muy afortunada por tener a ese pedazo hombre que me dejó tan bien follada.
Y eso es todo cariño. Dices que estás dispuesto a perdonarme esta infidelidad, y yo te lo agradezco, ya sabes que te quiero. Lo malo es que no es tan fácil. Si de verdad quieres estar conmigo vas a tener que acostumbrarte y tolerar que Roberto me use a su antojo
Me dijo esto último mientras bajaba su mano hasta mi entrepierna, me abrió la bragueta y comenzó a masturbarme, nada mas sentir el roce de su mano eyaculé manchándome torpemente la bragueta. Sentí vergüenza y humillación por haberme puesto cachondo, y juro que no estaba siendo consciente de ello hasta que Raquel había comenzado a pajearme. Me di la vuelta y me guarde la polla dentro de la bragueta, fui hasta la habitación a por otros pantalones, mientras Raquel se quedo secándose el pelo como la cosa más natural de mundo. Como si no hubiese cambiado para siempre nuestras vidas
Yo entré en la habitación matrimonial sabiendo que nunca sería capaz de dejarla, hiciera lo que hiciera no quería ni podía imagina una vida sin mi amada esposa.
Espero vuestras impresiones. Un saludo