Fiesta con la recepcionista del colegio

Los alumnos mayores de un colegio se follan a la ayudante de secretaría del colegio donde estudian.

EN  UNA  FIESTA  LOS ALUMNOS   SE  FOLLARON A LA RECEPCIONISTA DEL COLEGIO

Montse  a duras penas podía contener la alegría que sentía al escuchar al otro lado  del teléfono la voz  del padre Ricardo,  diciéndole que empezaría a trabajar como recepcionista y  ayudante  de secretaría en el colegio “Santo Tomás” desde  el primer día del mes siguiente.  No era  la más cualificada, pero su buena presencia  y  su simpatía,  unidas a la recomendación que tenía,  por parte de un bienhechor de la congregación  de religiosos que regía el colegio;  y  el hecho  de haberse quedado  viuda hacía unos meses,  con un niño pequeño, habían ayudado.

Porque, a sus 28 años,  era una mujer guapa, buena estatura, cara de niña pija con un algo  de malicia,  medía  melena, pechos exuberantes y unas piernas de locura, macizas, contundentes que encumbraban un pedazo de señor culo.

Aunque  era consciente de sus  cualidades,  no era engreída.  Pero  le gustaba ser  mirada  y  mirar  a  determinados  chicos  mayores,  pijos,  guapitos,  bien vestidos;  y  esa  natural simpatía suya,  dejando que los  alumnos la trataran con demasiada familiaridad, terminaría trayéndole problemas.

Sobre todo entre los mayores,  desde que llegaron al empezar el curso y la conocieron al entregarle los papeles,  era difícil que en una conversación no se hablara de lo buena que estaba.  Porque,  dado que no le dieron instrucciones sobre cómo vestir,  ella continúo vistiendo como lo había hecho siempre,  no de forma provocativa, pero poniéndose ropa que ponía en valor sus “cualidades” y que le sentaba muy bien.

Montse,  que había tenido una vida sexual con su marido  bastante activa,  pronto empezó a experimentar el apremio de la carne y empezó a buscar algo o alguien con quien  poder  satisfacer sus necesidades.  Una amiga le presentó un tipo, pero por no parecer una tía fácil,  demoraba un poco las cosas.  Y  el cuidado de su hijo tampoco se lo facilitaba.

Un  día que los  alumnos del ultimo curso  se  habían  pasado un pelo,  el jefe de estudios mandó a los principales responsables a  ayudar en secretaría como castigo. Había  que eliminar un montón de papeles,  seleccionando  y llevándolo   al contenedor. Montse se encargaba  de dirigir la tarea y  de paso atender otras cosas en secretaría.

La mala leche que traían los cinco muchachos cambió en cuanto vieron  a Montse.  Su  sonrisa, un botón de la blusa desabrochado de más y la falda de aquel día un poco justa,  hicieron que poco a poco la temperatura fuera subiendo en la secretaría; pues los chicos no disimulaban nada y la miraban con descaro.  Montse era perfectamente consciente de que le miraban el culo y  lo que podían de las tetas;  a lo que ella contestaba con una sonrisa complice miestras les decía lo que tenían que hacer.

Pasado un rato Montse  le dedicaba una atención, más que preferente, a Agustín,  un verdadero sinvergüenza, que era el típico guapito, pijo,  mal estudiante,  que sabía cuando usar buenos modales, y hasta donde podía llegar según las circunstancias.  Montse le dio pie y alguna vez que otra le plantó la mano en el culo  y dos veces le dío una buena apoyada de bulto en el trasero.

Aquella  mañana quedaron enganchados  y  el guapito engatusó aquella hembra codiciada por todos.  Unos días después  Agustín le dijo  a  Carlos  que después del descanso de la mañana  no  fuera a clase y se quedara con él para ir  a secretaría.  Era la hora en que todos los profesores estaban ocupados y era difícil que alguien acudiera.  Solo había que tener cuidado con el secretario, que también era profesor.  En la recepción Montse los esperaba y con ellos fue a secretaría.  Dispuso las cosas como para hacer muchas fotocopias y le dijo a Carlos:

-Si viene alguien, entras y  nos ponemos a colocar las fotocopias.

Hizo algunas  fotocopias y les explicó lo que tenían que hacer en caso de que alguien viniera.  Las  fotocopiadoras empezaron a funcionar y Carlos fue invitado a salir e ir al pequeño almacén de material escolar que estaba en frente.

Poco tardo en escuchar algún gemido o palabras ahogadas; lo que le impulsó a salir y entre abrir  la puerta en el momento que,  mientras Montse manejaba la fotocopiadora,  Agustín, puesto detrás de ella, apretaba  su  polla contra el culo y  le magreaba las tetas por encima de la blusa.

Carlos, echaba un ojo al pasillo y  volvía a mirar como Agustín hacía progresos y le tenía totalmente levantada la falda, sobándole los muslos y metiéndole la mano por delante dentro de su braguita. Tras otra mirada  al pasillo, Carlos encontró a los dos morreándose a lo bestia y Agustín amasándole el culo a placer. Ella le frotó un poco el bulto con la mano y él se corrió.

-Anda, vete corriendo al baño y límpiate para que no se te note mucho la mancha del pantalón.

Carlos siguió siendo el escudero de Agustín cuando él y Montse encontraron un lugar mejor para sus encuentros.  Dos puertas del salón de actos-teatro, daban a la recepción;  estando la puerta pequeña muy próxima al mostrador de la recepción. Una vez  a la semana, a la misma hora después del descanso, pero en diversos días de la semana, se producían los encuentros cortos pero intensos de la pareja.

Ese día Montse venía con una falda o vestido más largo,  pero……sin bragas, con un suerter de tejido grueso o con una chaqueta sobre la blusa, pero….sin sujetador.   La primera vez   Agustín se  sentó en un asiento con pasillo delante;   se bajó los pantalones, mientras ella se quitaba el suerter, se subía la falda y se sentaba sobre el comiéndole la boca mientras él magreaba sus muslos, el culo  y las tetas.

Cuando ella ya estaba bien caliente, le púso el  preservativo a la pija y se dejó empalar.  Carlos se volvía loco y se pajeaba, mientras veía como Montse cabalgaba sobre la polla de  Agustín,  mientras las tetas le rebotaban temblando;  eso si no se las chupaba o apretujaba Agustín.

En el siguiente encuentro Agustín intentó que Montse se la chupara pero lo único que consiguió es que le hiciera una buena cubana con las tetas. Luego, para recompensar a Carlos, la hizo ponerse de  rodillas sobre el asiento para darle por detrás,  dejando que su escudero la viera inclinada hacia adelante con las tetas bamboleándose.

Agustín  quería que se vieran fuera del colegio para estar más rato follando con ella; pero Montse consideraba que de momento mataba suficientemente las ganas y para nada quería algo con Agustín fuera del colegio. Quería tener una vida normal con su hijo y sus amigos hasta que apareciera algún tipo interesante.

Llegarón los examenes de la primera evaluación y  Agustín le pidió que le pasara las preguntas, ya que ella era la que hacía las copias para los profesores.  Ella, sin calibrar bien el asunto,  le dio  copia de todos los examenes,  y  Agustín,  sin seguir el consejo que le dio;  en vez  de preparar el cambiazo con respuestas para un 6 o un 7, alternando asignaturas,  se   sacó junto con Carlos 8 y  9 en todas las materias.

Algunos de la  clase, entre ellos los que tenían una cierta amistad con Agustín y eran de parecida calaña,  algo intuían; se mosquearon y   comenzarón a presionarlos para que dieran una explicación; al final los dos confesaron y todos  se les echaron encima diciéndole que era un cabrón y que podía haber compartido algo con los demas.

-Joder!! Que quereís? Que aprobemos todos  todas las materias?

-Pues esto no va a quedar así tío. Te la follas, no nos cuentas nada y no  pasas una puta pregunta. Por  lo menos nos podías haber cogido por turno para vigilar como Carlos.

-Pero vosotros creeis que le iba a gustar que la vieraís follar cada día uno?

De momento, tuvo que dejar los encuentros con Montse, con el pretexto de que los profesores, al juntarse para la evaluacíon, habían compartido lo de sus ausencias y le pidieron explicaciones.

Faltaba poco para las vacaciones de Navidad y, mientras encontraban lugar y sitio apropiado,  llegó la fiesta para los padres, que solía hacerse en el colegio por aquellas fechas. Terminaba por la noche con un ambiente discotequero en el pabellon deportivo cubierto, donde los papás se hartaban de bailar,  picotear y beber.  A esa  fiesta se les permitía asistir a los alumnos de los dos últimos cursos.

Después de un buen rato se acercaron a Agustín  Pototo, Raul y Chanito (tres

elementos de cuidado):

-Joder, Gus, como la tienes desatendida, mira como se aprieta contra el cabrón de matemáticas mientras bailan.  Pues, esta noche te la vas a follar en condiciones.

-Pero qué coño estás diciendo?

  • Que en las colchonetas del gimnasio se tiene que follar de miedo.  ¡Venga, vete a hablar con ella y tráetela! Nosotros vamos al gimnasio y te preparamos el picadero en el almacén de material.

Agustín se acercó a la pareja que estaba bailando y disimuladamente le hizo sellas a Montse, ella se las arreglo para ir  a hablar con él;  pero al principio se negaba a ir al gimnasio.

-Pero  si sólo va a ser un cuarto de hora, luego  vuelves; ni se van a dar cuenta.

-Venga vamos. También yo echaba de menos que me la metas un poco.

Llegaron al Gimnasio, ayudándose con los móviles y entrando en el almacén, cerraron la puerta y encendieron la luz. Era un cuarto grande donde había aparatos, colchonetas amontonadas y  bastantes cajas.

Escondidos detrás estaban Pototo, Raul y Chan , que veían aquella mujer que estaba tan buenota, como se desnudaba y  Agustín empezaba a disfrutar aquellas grandes tetas, aquellos muslazos; aquella mata de pelo en el coño era la locura. Luego sus gemidos, sus piernas abiertas, el leve temblor de su carnes cuando Gus la penetraba , los hizo empezar a pajearse.

Cuando los dos  terminaron corriéndose entre gemidos, Montse  se levantó para vestirse; cuando ya iban a salir, aparecieron los chicos. Brevemente le explicaron que si no se dejaba follar, llegaría a conocimiento de la dirección del colegio, que era una puta y que pasaba los exámenes.

-Tienes que follar con nosotros y alguno más.

Montse,  nerviosa,  pensó que  no se podía arriesgar.  Aunque estaba asustada al tener que follar con tres tíos a la vez.  Según le dijeron comenzó a desnudarse quitándose su sueter, mientras, miraba como los muchachos comenzaban a pajearse sin apartar sus ojos de sus senos aun con el sujetador. Se sacó la falda dejando a la vista sus muslazos.

  • Pero que buena estas, a ver esas tetas.

Cuando se quitó el sostén aquellos  ojos se salían de sus órbitas al ver aquellas tetazas bamboleándose conforme se agachaba para sacarse las bragas.

-Mira como tiene el coño de peludo esta cabrona, date la vuelta que te veamos ese pedazo de culo que tienes.

Eran unas caderas y un culo de ensueño, unas nalgas carnosas y rotundas.

La hicieron echar en la colchoneta y comenzaron a manosearla, estrujando y mamando sus tetas, magreando sus muslos y sus nalgas, abriéndole con los dedos los labios de la vagina. Pototo se sentó en la colchoneta detrás de ella y la cogío las dos tetas haciendo con ellas lo que quiso, se fueron así turnando. Los otros preferían tumbarse encima de ella restregando su polla contra sus nalgas a la vez que amasaban sus tetas.

Como no eran demasiado brutales Montse se fue calentando viendo aquellos cuerpos jóvenes y sintiendo su manoseo. Hasta entonces la cosa iba por los caminos previstos por ella pero Raul sacó una revista que habían guardado como "guión" y enseñándosela a los otros y a ella le dijo:

  • Ahora vas a hacer como estas putas de la revista. Primero chúpanosla, zorra.

Montse miró a  Pototo asustada y se puso a mamársela torpemente. De rodillas sobre la colchoneta fue recibiendo en su boca las pollas de cada uno de ellos, chupaba como si de un chupa-chups se tratara dedicando su atención sobre todo al glande de cada uno de ellos.

Ella nunca lo había hecho y a ellos nunca se la habían mamado por eso gimiendo como lastimeros se corrieron pronto llenándole la boca de su leche.

Lugo la tumbaron en la colchoneta y por turno se la fueron metiendo; era la primera vez que metían en caliente todos menos Gus; se dejaron llevar y la embistieron con violencia y frenesí. No tardaban demasiado en correrse porque el espectáculo de aquellas carnes temblando a cada acometida y los fuertes gemidos de Montse que tenía los orgasmos muy seguidos creaban un ambiente de excitación tremendo:

  • Por favor me vais a matar, me va a pasar algo.

La viuda estaba asustada de las sensaciones de su propio cuerpo. Pero su cara se desencajó cuando vio que, casi sin terminar de salir el último, otros tres muchachos entraron en el almacén, en el que permaneció Pototo, mientras los otros y Gus se fueron.

Pototo enseñándole la revista se acomodó sentado sobre su torax y le dijo:

  • Ahora te voy a follar las tetas.

Su polla, un poco más grande que lo normal para su edad, quedo oculta entre aquellos hermosos senos, se los cogió y apretó comenzando a moverse con furia. A pesar de la suavidad de aquella piel y la dureza de esas carnes tardó en correrse por tercera vez, dejándole los pechos rojos de la tremenda fricción.

Así fueron pasando uno tras otro por las tetas de la mamá que además debía pajear a dos chavales, mientras otros le magreaban los muslos y le hurgaban en el chochazo inflamado y dilatado.

Luego llegó la segunda pasada, uno tras otro se la fueron clavando con furia. Cuando terminaron se le salía el semen por la chocha y tenía las tetas todas pegajosas.

Montse sudaba, estaba ardiendo y se axfiaba:

-No puedo más, no puedo más, me vais a matar.

Pototo permaneció en la habitación cuando entraron Raul y otros tres, para dirigir y mirar. Tal y como aparecía en la revista , la pusieron en la colchoneta a cuatro patas; uno se ponía delante de ella sentado con la piernas abiertas para que se la chupara y otro la penetraba por detrás aquel chochazo peludo.

El que recibía la mamada disfrutaba a placer de sus tetas, acompañando los espamos de placer con unos tremendos apretones. El que la follaba por detrás amasaba aquellas tremendas nalgas. Ver las carnes de aquella hembra agitarse a cada embestida era la locura. El semen de los muchachos y los jugos de sus propias corridas caian abundantemente por el interior de sus muslos.

Chan llegó con el último turno de muchachos cuando Pototo antes de irse a dormir la estaba penetrando también por detrás descargando la excitación largamente contenida.

Como la hallaron boca arriba totalmente agotada la follaron las tetas en la primera pasada y el coño la segunda. La joven viuda se volvió a correr varias veces, estando ya su cuerpo en un leve temblor continuo, pues sentía una tremenda comezón en el coño.

Cuando salió él último y pasaron algunos minutos, pensó que todo había terminado, estaba agotada, y no dejaba de tocarse entre las piernas; pero cuando iba a levantarse para vestirse y marcharse, apareció un muchacho en la puerta. La cerró y mirándola con lujuria rodeó dos veces la colchoneta.

Roque había pactado quedarse sólo el último,  para tenerla tiempo. La razón es que aquel degenerado sabía que para correrse un par de veces necesitaba mucho tiempo y además quería ocultar su secreto. Era un tipo macilento y delgado que agotaba su cuerpo haciéndose un número de pajas diario increíble; mientras los demás jugaban al futbol o se entretenían de otras maneras, el buscaba la soledad de los W.C. y se mataba a pajas mirando las tías por el móvil.

Y su secreto que lo avergonzaba era su deforme pene, muy torcido hacia abajo y hacia la izquierda, casi un gancho,  que a él le parecía feo y que era bastante grande , tanto largo como grueso. Encima experimentaba la molestia de la fimosis cuando estaba erecto. Por eso Roque sabía que debía tomarse su tiempo.

Se tumbó a su lado en la cama y comenzó a manosearla y besarla diciéndole todo tipo deguarreías y barbaridades . La puso boca abajo para restregarse contra sus nalgas y estrujarle las tetas a gusto; la mordía el cuello mientras le decía:

  • Vas a ser mi puta y te voy a follar en vez de Gus como a ti te gusta so puta!

Cuando disfrutó todo lo que quiso la volvio boca arriba y comenzó a comerle la boca con furia mientras le apretaba la cara interna de los muslos con violencia.

-Esa boquita te la voy a llenar con mi polla, cabrona.

Luego le pidió que le masturbara mientras le amasaba las tetas. Montse se asustó al ver el grosor y la deformación de aquella verga. Sintiendo como la fimosis se la estrangulaba le ordenó que se la mamara y después de un buen rato la mandó abrir la piernas y se la fue metiendo, en una penetración dolorosa para los dos.

El con las manos aferradas a sus nalgas, la embestía con fuerza mientras mordía su cuello y se apretaba contra ella para sentir sus pechos, al rato se incorporaba para bombearla mirando como sus senos y sus carnes se conmovían con sus arremetidas.

Luego le dio la vuelta y la penetró a cuatro patas. La viudita que no dejaba de tener orgasmos le suplicaba:

- Córrete ya, por Dios.

Casi dos horas estuvo penetrándola, para poder acabar en su coño dos veces.

Cuando terminaron se vistieron y salieron. Quedaban algunos padres todavía, pero Montse montó en su coche y se marchó; teniendo que aguantar al degenerado aquel, que le fue metiendo mano hasta que lo dejó a la puerta de su casa.

Durante los días de las vacaciones, intento hacerse a la idea de que para todo un curso era una puta y esperaba que todos se fueran del colegio al terminar el año.