Fiel seguidor

El estado de ánimo de un deboto a su dueña

Me encanta estar desnudo. Es el orgullo del que presumo exhibiéndome para ella. Lo único que me cubre son las muñecas y el cuello el maravilloso material de cuero de nuestro acuerdo. Sobretodo el lucir el collar personalizado por mi dueña que representa toda mi entrega hacia ella. El orgullo de ser de su propiedad.

Hace rato que mi amada propietaria me ha sacado de la solana. Simplemente como todas las mañanas abrió la puerta de cristal mientras sostenía su café. Ella se dejó caer sobre la despensa, y dando un sorbo esperó mi reacción impulsiva de agradecimiento y adoración a sus descalzos pies. Siempre beso primero el suelo lo más cerca de sus deditos, y luego poso mis labios en cada empeine. Si ella no me aparta, pues mis besos se repiten por todo el empeine y cada uno de sus dedos. No necesita ordenarme nada, simplemente deja que sea yo quien exprese mis deseos. No se si es por pereza por estar recién levantada o la propia confianza de su control hacia mi, pero casi siempre  llega a ignorar mi presencia. No ostente agradezco que abriera la puerta.

Después del café que solo ella tiene el derecho de tomarse, la sigo a todas partes de su casa. Como cada mañana ignorado gateo tras ella arrastrando la correa del collar por todo los suelos que pisa.

Antes, me había embragiado de su olor y de su suave piel de la mañana cuando mis labios atendieron sus pies. Y ahora la sigo hasta que se detiene y abre las cortinas del salón. Mi barbilla reposa sobre mis manos vigilante de sus pies totalmente hipnótico del brillo que se desprende de su talón. Mi erección permanente siempre al aire estable palpita cuando un talón se despega del suelo y me deja ver parte de su planta.

Busco un rastro de suciedad pero sus pisos siempre están brillando gracias al trapo que paso a diario. Es la unica tarea doméstica que me permite realizar. Y se que tan pronto se vista para trabajar, pronto tendré el cubo y el paño para enjuagar y secar sus pisos durante toda su jornada laboral. Porque incluso en su ausencia yo estaré siempre en mis rodillas gateando por toda su casa. Nunca dejo ni la más recóndita esquina sin limpiar. Se cuantos pisos hay y cuantas cuartas de mi mano mide su casa.

Ella satisfecha por la luz natural camina hasta su cuarto de baño. Voy tras ella.

No le importa mi presencia como siempre, y se baja sus braguitas mínimas. Nunca miro por encima de sus rodillas pero veo como caen sus braguitas sobre sus bonitos pies. Noto que se sienta en el inodoro, y es cuando salgo del marco de la puerta y gateo hasta volver a esperar con mis codos fijos al suelo lo más serca posible de sus pies.

Aspiro más de ella y puedo oler su sexo en las braguitas. Realmente envidio la tela fina sobre sus suaves empienes. Me aferro a la suerte de poder estar cerca y no la molesto mientras oigo una cascada de orina sobre el agua. Conozco mi otra función y espero paciente a que termine.

Llega la señal, no hace falta las palabras, tan solo ver como sus pies se mueven y el chasquido de sus dedos, reacciono. Sin mirar más alto de su cintura veo que ella hace su ingle hacia mi, y es entonces cuando meto mi cara entre sus muslos. Mis ojos solo ve una pequeña mata de finos bellos púbicos como un perfecto triángulo. Y aspirando ese ansiado aroma saco mi lengua y lamo su sexo justo por donde noto que no hay pelos. Mi lengua separa sus labios exteriores y busca más carne en su interior llenándose de los restos de su orina. Se mezclan ambos olores, pero de igual manera me es agradable. Intento secarla pero pronto sus flujos sustituyen la orina. Bajo mis rodillas sus pies escapan de las braguitas y se separan hasta unirse tras mis nalgas. Puedo notar ambos talones golpeando como si fuera mi jinete. Esta acción me anima no sólo limpiarla, si no también a buscar su clitoris y mover mi lengua allí. Quiere su orgasmo y yo se lo quiero dar. Lo deseo con todas mis fuerzas!

Cuando aprieta sus muslos dejándome sordo, pierdo ese delicioso canto cuando jadea y dice si. Tan solo me doy cuenta de su orgasmo cuando sus tobillos se cruzan tras mía y me empujan hacia adelante. Casi llego a la axficia!

Una mano toma mi cabello y de un tirón hacia arriba me libera. Entonces es cuando veo su rostro sonriente y satisfecha de mi servicio. Estoy en la gloria y creo que más satisfecho que ella. Me hago hacia atrás y tomo mi posición de espera.

Mi dueña se levanta y tira de la cadena. Parte de su jugo y su gloriosa orina desaparece en el remolino de agua.

Mi mirada esta sobre unas braguitas tiradas al suelo mientras dejo que se quite ese diminuto encaje para dormir. Caen al suelo tan pronto como su sujetador. Y sin orden y aviso los tomo con delicadeza y me los llevo sin dejar de rastrear mis rodillas hasta la solana. Allí los dejo en su cesto de la ropa usada. Luego veloz gateo a su baño.

Cerrado el mamparo admiro desconsolado su silueta desde el marco de la puerta. Es mi única oportunidad de verla entera. Es tan sólo la sombra de su silueta pero me es consuelo suficiente para admirar tanta perfección.

Su pelo negro se suelta y pierde su volumen en el agua. Sus manos acarician su forma. Sus pechos se recojan entre sus manos. Acaricia su sexo. Sus piernas a lo largo… Me esta entrando espasmos y me escondo tras la puerta para hacer algo totalmente prohibido. Tomo mi pene y me acaricio a escondidas con mucho cuidado de no derramar semen. Entonces me acuerdo… Casi lo olvido!. Gateo a toda prisa hasta la solana y recojo mi toalla donde duermo sobre el suelo.Rápido vuelvo al baño y lo extiendo en el suelo justo donde mi dueña debe pisar cuando salga de la ducha. Es el ritual de siempre para no dejar gotas en piso.

Ya se está quitando el jabón del cuerpo y pronto ha de salir. Sin demora vuelvo al marco de la puerta y espero afincado mis codos al suelo. Mis ojos se clavan en mi toalla al la espera de que sus pies se posen en el.

El mamparo se abre como una corredera y un pie de puntilla se posa en el material donde duermo. Pronto ambos pies sobre mi toalla me hipnotizan. Siento que toma su toalla limpia colgada a su derecha y comienza a secarse de arriba a abajo.

Tira la toalla al suelo y voy en su busca. Me la cuelgo a la nuca y otra vez sin demora gateo hasta la solana. Dejo su toalla en el cesto, y tan rápido voy hacia ella, que casi caigo de boca al pisar con mi rodilla la cadena de paseo de mi collar. Ayer no se había molestado en destrabármela del collar y casi lo lamento.

Cuando voy llegando la veo salir desnuda del baño. Y es cuando cometo el delito grave de mirar su lindas nalgas mientras gateo tras ella hacia su habitación. Me siento mal y bajo la vista hacia sus talones húmedos. Entonces recuerdo mi toalla que había usado como alfombra…

Que torpe!. Doy la vuelta y recojo mi toalla. La doblo en cuatro partes con la esperanza de que algo de su olor corporal e incluso las gotas que resbalaron por su cuerpo se mantenga allí hasta la noche.

Después de dejarlo en mi esquina de la solana vuelvo a tropezar con la cadena antes de por fin llegar a su dormitorio.

Se había puesto unas braguitas negras y ya esta sentada en su tocador. Voy a sus pies y me recojo en el suelo pegado a las patas del taburete. Allí como siempre… Sin pestañear ni una sola vez mirando el brillo de su talón. Ambos píes casi de puntilla me dejan ver media planta y casi que muero por entrar allí. Mi deseo de meter mi rostro en ese trozo de cielo que simplemente es el espacio que hay del suelo hasta su talón…

Ella se está peinando tranquila mientras yo me debato en una lucha de frustración de deseos. Maximizando cada detalle!.

De repente se levanta y la sigo hasta el mueble. De allí elige un sujetador, y me deja un buen rato mirando tan de cerca sus pies hasta que termina de atarselo en la espalda.

Sobre su cama esta su traje de negocios pero antes, del mismo mueble abre otro cajón y toma sus medias casi transparentes. Ella no las necesita oscuras gracias a su cuidado bronceado. Se deja caer sobre su cama y se las pone hasta llegar a sus muslos. Luego se levanta y se ajusta el resto sobre su cintura.

Yo allí… siempre cerca mirando sus pies forrados de más brillo.

Tan solo me muevo cuando vuelve a su cómoda, y dejo mis mejillas pegada a las patas del taburete escuchando el ruido que hace su secador. Esto no me distrae de sus pies.

Pasa el tiempo rápido y casi que ni me enteré que su secador dejó de escucharse. En pié ella ya, la sigo hasta su cama.

Un pie se levanta y una falda gris entra. Luego otro pié, y sus dedos que toman la cintura de la falda, la empuja a deslizarse por sus largas piernas hasta ajustarse en su cintura. Oigo el cierre de la cremallera tras ella.

Mis ojos aún están  allí sobre sus píes. Gozando de la libertad por poder ser su sombra. Sintiendo que se pone su blusa celeste. Y en la espera de mi deseado ritual de todos los días antes de despedir a mi dueña cuando se va a su trabajo.

Mientras se mira al espejo de su armario se abotona y dice la primera palabra de la mañana…

“Mis zapatos!”

De píes y manos corro tan veloz me sea posible hasta su vestidor. Allí en el suelo tal como lo dejé ayer a su llegada están. Dos bombas negas de altísimo y fino tacón. Los recojo con delicadeza en mis manos y rastreo mis rodillas hasta donde sigue ella acomodándose el cuello de la blusa.

Se los pongo al pie de la cama, y ella casi al mismo tiempo se deja caer sobre ella. Ya sentada se calza cada uno de sus maravillosos zapatos negros ignorando mi silueta de rodillas y codos fijos al suelo de cara a ella. Muy cerca de sus píes respirando los olores de las bombas antes de que se los ponga.

Se pone en pié y anda a salir con el taconeo que tanto me apasiona.

El seguidor la sigue…

Ya en la cocina veo como deja el cubo de agua y los trapos en el suelo. Luego abre una despensa y saca una lata de atún y me lo tira al piso.

Se que yo mismo debo abrirlo y esperar. Entonces me pone una taza vacía y otra llena de agua del grifo. Todo en el mismo centro del suelo de la cocina. Yo vierto mi atún sobre la taza vacía y tiro la lata a la basura.

Acomodo mi desayuno y espero la señal…

Ella se sienta en una de las sillas, y mirando su móvil hace un chasquido de sus dedos con la mano libre.

Me dejo solo de rodillas al suelo y por fin tomo mi pene erecto en mi mano derecha.

El ritual del control de mis orgasmos!

Con la otra mano sobre mi cabeza me masturbo delante de ella a pesar de que niciquiera me mira. Ella sólo ve su agenda en la pantalla táctil de su teléfono móvil.

Debo ser rápido antes de que mire su reloj.  Pues este permiso tiene un tiempo.

Ahora que la veo vestida mis ojos no se separan de sus bombas y sus cruzadas piernas y…..

Mmmmmmm Aguanto para no hacer ningún sonido y exploto mi semen sobre la taza de atún. Me controlo a pesar de estar roto por no derramar nada fuera. Al tener ambas tazas juntas, reparto el lio como puedo.

Entonces es cuando ella me mira…

“Ya esta?”

“Sí ama!”

“Ya puedes comer, mi cerdo precoz “

Se levanta y se retira de la cocina sin dejar que bese sus bombas como otras veces.

Pena que no puedo seguirla!

Devoro el atún y mi semen y bebo mi agua rápido. Se que debe de estar poniéndose la chaqueta y no quiciera perderme la despedida.

Cuando voy saliendo de la cocina la veo por el salón ya totalmente vestida de negocios. Pasa de largo ignorándome y la sigo hasta la puerta.

Alli se detiene un instante para abrir, y es cuando puedo dar todo mi agradecimiento….

Beso el suelo cerca de sus tacones. Y la siento agacharse…

Clip!

Sus dedos en mi collar desengacha la correa. Se levanta y lo cuelga en el llavero de la pared.

Y por fin! Adelanta una bomba y beso la puntera como siete veces hasta que se da la vuelta y cierra la puerta en mis naricez.

Se fue!

Ahora me quedo solo y en la cocina el trabajo por hacer…

Fin…