Fiebre del Sábado noche

Un sábado que prometía ser aburrido, empieza a mejorarse y calentarse por momentos...

Vaya, al final los varios planes alternativos que tenía para la noche del sábado habían desaparecido uno a uno, en un principio iba a salir con las chicas a tomar unas tapitas por el centro de la ciudad, y luego unas copitas con sus correspondientes bailoteos, pero a una le había llamado un rollete intermitente que tenía para cenar en su casa, y lo que surgiera después, que surgiría, a otra el jueves le mandaron urgentemente en el trabajo a Sevilla, a arreglar uno de esos marrones que de vez en cuando surgen y que ella tiene siempre todas las papeletas para que le toquen, y la tercera estaba en cama temiendose que fuera la gripe A lo que calentaba su cuerpo y la hacía estornudar. Mi siguiente plan fue ir al cine con una de mis amigas casadas a la que hacía tiempo que no veía, pero su marido enfermó súbitamente, y ante el temor de que también fuera la gripe A había decidido también enclaustrarse en casa con él.

Bueno pues visto que la Gripe A me fastidiaba todas las alternativas, mi plan creo que se limitaría a ver alguna película en casa tranquilamente. Afortunadamente, aunque comparto el piso con una chica y un chico, ninguno iba a estar en casa, ella había ido a pasar el fin de semana al pueblo de los padres, y él, bueno, desde que había roto hacía unos tres meses con su novia no paraba un sábado en casa, así que es de suponer que también saldría esta noche con los amigotes a beber e intentar ligar lo que cayera.

Alfredo, que así se llama mi compañero, era un chico bastante atractivo, alto, con un cuerpo bastante bien formado, le gustaba ir a correr y cuidarse, pero no era un obseso de su físico, quizás porque tenía unos buenos genes que le ayudaban a mantener ese tipo. A mi me atraía él, que duda cabe, pero era mi compañero de piso y no quería flirtear con él y que pensara que me gustaba, porque si el sentimiento no era recíproco me iba a sentir muy incómoda con él, y viviendo bajo el mismo techo no me apetecía.

Las 10 de la noche y como intuía estoy sola en casa, bueno pues me voy a poner una película en el salón, en mi dormitorio tengo una pequeña pero ya que estoy sola aprovecho y uso la tele grande del salón. Aunque estamos a finales de septiembre, todavía hace mucho calor, así que después de ducharme me he puesto un camisón de verano finito y fresquito, es de tirantes, negro y ribeteado con un encajito blanco, me queda por encima de las rodillas, y el escote es bastante pronunciado, y entre eso y que mi pecho no es pequeño, me queda bastante sexy, no acostumbro a pasearme con el por la casa delante de mi compañero, aunque alguna vez he pensado hacerlo para comprobar que tipo de mirada me echa, pero hoy como estoy sola, pues me lo pongo, aunque sea para sentirme sexy conmigo misma.

Bueno pues me preparo una piña colada fresquita, un bowl con palomitas y me pongo la peli que tenía preparada. Tras media hora de película tiro la toalla, la película es aburridísima, no tiene argumento ni gracia ni nada, el actor es muy guapo, pero por ver una cara bonita no me trago una peli entera. Ufff que aburrimiento, las 10 y media y es sábado por la noche, para colmo llevo como dos meses sin echar un buen polvo, bueno, realmente ni bueno ni malo pero diré que me han salido ocasiones para enrollarme con algún chico pero que no me atraían. Aunque apago mi fuego yo misma de vez en cuando, eso no me basta, y con el calor y la piña colada, el aburrimiento y el actor guapo me está entrando cierta calentura. Entonces me acuerdo de mis pelis pornos y mis juguetitos, siiiiii, vamos a jugar un poquito. Voy a mi dormitorio cojo mis utensilios y me vuelvo al sofá, pongo el dvd, y voy a echar la cortina para que no me vean los vecinos del otro lado de la calle, y entonces pienso, bueno si alguien se asoma me ve y le gusta lo que ve, seguirá mirando, si no le gusta que no mire. Ese pensamiento hizo que me excitara aun más, así que me senté en el sofá, con el trasero deslizado hacia delante, las piernas juntas (por ahora) y recogidas a la derecha de mis caderas. Puse el dvd y me decidí por seleccionar una película que me había descargado hacía poco y aun no había visto.

La peli está ambientada en un instituto, las "estudiantes" aparentan más 25 años que 18, y están todas siliconadas, según parece están dos amigas en el cuarto de baño retocandose las coletas del pelo y hablando de sus cosas y como quien no quiere la cosa una le roza el pecho a la otra, le gusta, se miran, se besan y entonces empieza la acción, sobeteo de pechos, succión de pezones, caras de placer y poco a poco se van desprendiendo de las ligeras prendas que portaban. A mi las escenas lésbicas no me disgustan, aunque nunca me lo haría con una mujer (bueno… ¿Quién sabe?) en el porno me gusta ver mujeres disfrutando y corriéndose, me pone cachondísima ver como le comen el coño y masturban a la chica, y de eso en las escenas lésbicas hay por partida doble, jejeje.

Yo empiezo a notar como mis pezones se están poniendo muy duritos, me desprendo del sujetador y lo tiro en la otra esquina del sofá, me empiezo a tocar el pecho por encima del camisón, pero finalmente me bajo uno de los tirantes, uff mis pechos se han puesto superduros y erectos, y acariciarme los pezones me pone aun más cahonda, las chicas de la peli tienen el coñito depilado, como yo, y se les ve brillante por la mezcla de fluidos y saliva, yo me animo a quitarme las braguitas y al pasar mis dedos por la parte exterior de mi vulva, noto lo suavitos que están mis labios exteriores, fui a depilarme hace dos días con cera, y aunque duele un poquito, me gusta porque me hace sentir que yo soy tan sexual y guarrilla como cualquiera de las actrices porno que veo en las pelis, además, se que a la mayoría de los chicos les gusta y cuando me lo ven se llevan una grata sorpresa.

En la tele veo a las dos rubias recauchutadas lamerse sus rosados coñitos, cada vez gimen más, a veces son un poco exageradas, pero esta vez resultan bastantes creibles, yo empiezo a acariciarme despacito, mis dedos se deslizan con una facilidad asombrosa, estoy muy mojada, mojo más mis dedos en la vagina para posteriormente subir hacia mis labios menores y presionar mi adorado clítoris, mi botoncito del placer, mi interruptor que me transporta al mismísimo cielo, poco a poco empiezo a aumentar el ritmo, pero con calma no quiero llegar al orgamso tan pronto, prefiero postergarlo y que sea aún más intenso, para después seguir frotándome el clítoris y alcanzar orgasmos sucesivos, me toco y paro; paro para lamerme mis dedos y probar el sabor de mi coño, tras recoger su sabor, los embadurno bien en mi saliva para pasarsela a mi chichi cada vez más caliente, y rojo por la fricción, con un clítoris hinchado y cada vez más sensible, tanto que cualquier roce me hace estar ya al borde del orgasmo, así que llegado el momento empiezo a tocarme cómo sólo yo sé y empiezo a gemir, a contorsionarme, gritar y no parar de mover mis dedos, voy encadenando un orgasmo tras otro y me muero de placer, se me entrecorta la respiración y ya no oigo a las chicas de la tele, sólo escucho mis jadeos, acabo de repente agotada, emitiendo unos pequeños estertores, miro la televisión y veo que a las dos chicas se ha sumado un chico, al que le están chupando la polla entre ambas, no he sido consciente de su entrada mientras estaba centrada en mi propio placer.

De repente me doy cuenta que tampoco he sido consciente de otra entrada aun más cercana, Alfredo mi compañero ha llegado a casa y está en la entrada del salón, un poco ojiplático, mirándome con la cara de sorpresa mas grande que he visto nunca, de repente reacciona, se avergüenza mira hacia abajo y se disculpa.

  • Lo siento, lo siento, he entrado he escuchado algo y creí que te pasaba algo, y luego al verte no he sabido reaccionar, me he quedado parado, lo siento, disculpa, no quería interrumpirte.

Yo con la cara colorada de los orgasmos recién disfrutados confundiéndose con la verguenza-shock que acabo de sufrir, trato de recomponer mi camisón y tapar mis pechos, las piernas ya las había cerrado en un acto reflejo nada más verlo.

  • No Alfredo la que lo siente soy yo, ésto debía haberlo hecho en la intimidad de mi cuarto, pero pensaba que estabas fuera y volverías de madrugada como acostumbras a hacer los sábados, es que bueno, desde que lo deje con mi novio, no he tenido muchos encuentros sexuales, y ya ves, las mujeres también tenemos nuestras necesidades.

Alfredo de repente sonríe y se me acerca, se sienta junto a mi en el sofá, mientras yo trato de poner la cara más digna y natural que me sale.

  • Ya, ya lo se, yo estoy en la misma situación, desde que terminé con mi novia, no he estado con ninguna chica, y cada vez lo llevo peor, he de confesar que alguna vez cuando me he cruzado contigo al salir de la ducha envuelta en la toalla, oliendo tan bien, y con los muslos al descubierto, pues he tenido una pequeñaerección. Me temo que la erección que he tenido al verte ahora mismo no ha sido precisamente pequeña, pero es que el estímulo era muy grande.

Yo sonrío, miro hacia abajo avergonzada, y en ese mismo momento me percato de la realidad de su afirmación, tiene un bulto enorme en el pantalón, parece que le va a estallar el mismo como no se lo abra, de hecho no se como ha podido si quiera sentarse con esa presión en los pantalones. Soy consciente en ese momento de los gritos que están pegando los actores de la película, y es que no la he quitado, cojo el mando y apago la tele. Lo miro y le digo:

  • Si ya veo que lo de la erección es cierto -señalo con la mirada su paquete- lo que no me explico es cómo has sido capaz de sentarte sin sentir dolor, jajaja.
  • Pues la verdad es que si que me molesta muchísimo el pantalón, ¿te importa que me desabroche la cremallera?.
  • No, no , tu mismo, como si estuvieras en tu casa, jaja.
  • Gracias.

Se levanta y desabrocha el botón y se baja la cremallera, lleva unos boxers ceñidos (sobre todo ahora) color verde, y puedo ver mejor las dimensiones de su polla, la cual me parece enorme, no se si por mi calentura o porque realmente lo es. Le miro a la cara, y me doy cuenta de que él se ha dado cuenta de mi cara al ver su polla, me sonríe con picardía y levanta los hombros como diciendo, lo siento pero es lo que hay.

Yo le sonrío, él a mi, se termina de bajar y quitar los pantalones y se sienta a mi lado, pone su mano en mi hombro, desliza sus dedos por mis brazos, a mi se me eriza la piel y un escalofrío me recorre el cuerpo.

  • Siempre me has parecido muy atractiva y sexy, y me encanta tu sonrisa, nunca te lo he dicho, por no estropear la convivencia, pero ya que te he visto en un momento tan íntimo, me parece que debo decírtelo, si lo anterior no lo estropea, ésto creo que tampoco.

Yo le miré a los ojos, le sonreí y poco a poco nuestra cabezas se fueron acercando, nuestros labios se rozaron, primero tímidamente, pero al ver la predisposición ambos, las lenguas empezaron a asomarse, yo puse mi mano en su cabeza y él me rodeó la espalda con sus brazos, y me trajo hacia si. Poco a poco nuestros besos suaves tiernos fueron tomando un cariz más intenso y sexual, ambos estábamos con la sexualidad a flor de piel, así que la transición no fue muy larga, empezamos besarnos y a tocarnos, el se sentó recostando su espalada en el sofá y me guió para que me sentara sobre él, y así lo hice. Le quité la camiseta que llevaba puesta y pude acariciar ese pecho tan perfecto y bien formado, con su toque de vello como a mi me gusta. Sus manos estaban mi culo, el cual apretaba , mientras yo lo mecía con un suave movimiento de caderas sobre las suyas, así de esta manera rozaba mi vulva por completo sobre su polla, la cual estaba muy muy dura, pero aun cubierta bajo sus boxers. Subió hasta mis pechos y bajándome los tirantes los dejó al descubierto, los tomó en sus manos, los miró con mucho deseo, me miró como pidiendome mi consentimiento, y al ver mi cara de expectación de, por favor quiero que te zambullas en ellos, empezó a besármelos, lamérmelos, mientras yo aumentaba mi ritmo al moverme encima de él. Llegados a éste punto, y dado nuestros calentamientos anteriores, ambos estábamos ya pidiendo a gritos que la cosa pasara a mayores, así que me separé unos instantes de su cuerpo para quitarle la ropa interior, que se encontraba ya húmeda del roce de mi coño excitado, me desprendí del camisón, que en esos momentos se encontraba arrugado alrededor de mi cintura, me coloque de nuevo sobre él, con las piernas a cada lado de sus cadera, mis rodillas clavadas en el sofá, y su polla, desafiante, erectísima apuntando hacia mi coño. Posé mis manos sobre sus hombros, el rodeo mi cintura con sus manos, y mirándonos a los ojos fui bajando poco a poco, primero entró su rojo y brillante glande, y eso le hizo contraerse ligeramente y emitir un fuerte gemido de placer, tras recrearme brevemente acariciando su glande con mi vagina, avancé hacia lo inevitable, ni él podía resistirlo más ni yo tampoco, estaba deseosa de sentir esa polla inmensa dentro de mi, así que bajé hasta la base de su polla, y me sentí inundada por la misma, era muy grande, creo que la mas grande que había entrado nunca en mi cuerpo, y de un grosor considerable; pero todo ello no supuso ningún problema, yo estaba muy húmeda, aun así la intensidad de la penetración fue muy grande, ufffff, Dios, me encantaba esa polla, así que empecé a cabalgar sobre ella, y mis gemidos comenzaron a surgir, era una penetración bestial, y mi coño pedía más y más polla, cada vez iba más rápido, y Alfredo iba a estallar de un momento a otro, yo no quería que se corriera todavía, pero veía que resultaba inevitable que su corrida llegase de un momento a otro, así que empecé a aumentar la velocidad de mis embestidas hasta llegar al ritmo en el que sabía que yo alcanzaría el orgasmo, y él alcanzaría el suyo inevitablemente; sentir su polla taladrándome con esa intensidad y velocidad, sentir mis pechos bamboleándose frente a su cara, su cara de placer, uffff, nuestros gemidos fueron aumentando, llegando a estar casi acompasados, hasta que yo llegué a mi cénit de placer, e inmediatamente al notarlo, Alfredo se dejó llevar y alcanzó también su orgasmo.

Yo me dejé caer sobre su cuerpo, y ambos después nos deslizamos por el respaldo del sofá hacia un lado para acabar tendidos en el sofá con las piernas entrelazadas. Nos besamos como guinda final del pastel, los dos estábamos encendidos, sudorosos, y tratando de recuperar el ritmo normal de la respiración con una sonrisa en los labios.

Tras unos segundos, Alfredo se disculpó

  • perdona que haya durado tan poco, pero es que estaba muy muy caliente cuando he empezado, pero no te preocupes, que si quieres ahora, en unos minutos hacemos un "bis".
  • Vale, no te preocupes, pero me apunto al "bis" jejeje.

Y tras unos minutos llegó el tan esperado bis, y éste si que fue un polvazo largo y lleno de variedades sexuales, pero eso os lo contaré en el siguiente relato...