Fetichismo

Cuando las personas conectan, cuando la naturaleza y los deseos hacen presencia, puede pasar de todo.

Mes de Noviembre, un asfixiante calor parecía querer quedarse para siempre. Un pequeño pueblo de Segovia, fin de semana de escapada, noches de ocio y sexo con el. Con aquel calor había elegido unos pantalones vaqueros cortados, muy cortos, una camiseta de tirantes donde mis pechos, a pesar del algodón, evidenciaban mis peones, unas sandalias de tacón marrones a juego con mi melena rizada, eran todo el conplemento.

Cenábamos en el casi único local abierto, un garito canalla de pizzas y hamburguesas, cervezas y cubatas, en la mesa de al lado, un lugareño daba cuenta de su hamburguesa. Hablo con las paredes, no puedo evitarlo, ese abrir puertas del que se me acusa, en breve charlabamos animadamente que Roberto, así se llamaba aquel chico, y nos contaba acerca de aquello.

El local era el único en su especie, rodeado de asadores de carne y cordero, había sido un acierto para las familias y jóvenes del pueblo, más aún cuando al caer la noche, se convertía en un local de copas más canalla aún, con música heavy. Eso me gustó, según comentaba, en pocos minutos se retirarán las mesas y aquella plaza sería una terraza de copas con música de la que me gusta.. Barricada, Baron Rojo, heavybwspalo de mis adorados 90.

No hizo falta mucho para que Roberto se sentase con nosotros, pedimos más cervezas y me lie un porrito, en nada mis ojos chispearian como suelen hacerlo. Risas, bromas y conversaciones de un viernes noche, en un momento dado, Roberto le dijo a él, "tienes una mujer maravillosa, enhorabuena", lo sé, dijo el sin darle más importancia.

Muchas gracias, dije yo, mientras le pasaba el canuto y le daba un beso con una caricia en sus partes a mi chico, antes de dirigirme al baño.

Cuando volví, se habían levantado, retiraban las mesas y subían la música, recogí mi cerveza, mi "cigarrito" y empecé a moverme al ritmo de la música. Mi chico no baila, suele quedarse en la barra mirando, disfrutando de mis inconscientes o conscientes exhibiciones, suele decir, que mis 158 cm sobre unos tacones son difíciles de omitir. Roberto si se acerco, bailaba conmigo, y ante las evidentes facilidades, pronto me recorría caballerosamente con sus manos en el baile. Más risas y más bromas, sobre la suerte que había tenido coincidiendo cerca de nuestra mesa.

Durante un par de horas, bailamos, conversamos, bebimos y fumamos, Roberto era un tío simpático, cachondo e hizo buenas migas con mi chico.

Volvía de una de mis escapadas por el local, y vi que los dos miraban el móvil, me acerque y escuche a Roberto decir, "no me lo puedo creer, me estas dejando de piedra", me asome entre sus cabezas y pude ver una escena que conocía bien, era yo, tumbada desnuda con mi collar en ese sofá testigo de mis entregas, con la cabeza fuera de él y mis piernas en alto, mi chico me follaba la garganta.

"Esto es increíble Laura", "toda mi vida me he equivocado de mujeres, veo", exclamó mientras me ofrecía otra cerveza y brindaba Conmigo. A parir de ese momento, nuestras conversaciones giraron en torno a ese tema, con bromas y más risas, y elogios hacia esa mujer que aparecía en los vídeos.

Que decir acerca de él, de quien disfruta de mí, tiene claro que soy un juguete para cualquiera, que las mujeres así, son para disfrutarlas, pero también bajo sus premisas, nada de sexo explícito, fuera de eso, cualquier juego es valido.

Fue así como me vi caminando hacia el hotel, abrazada por ambos, si nos dirigíamos los tres hacia allí, seguro que ellos habrían hablado sobre el tema y pactado las condiciones, yo, como siempre, me dejé llevar.

Al llegar a la habitación, el se sentó, y le dijo a Roberto, "Puedes desnudarla"... Llevaba solo 3 prendas, pero Roberto tardó una eternidad, acariciaba mi pelo, mis rizos, olía y absorbía aquel aroma a feromonas, mezclado con local canalla, Barricada y marihuana. Me recorrió con la yema de sus dedos, llegó a mis caderas, alzó muy despacio aquella camiseta de tirantes,... "Que pezones, amigo", dijo dirigiéndose a el, mientras besaba despacio uno de ellos y abarcaba con su mano el otro pecho.,... "Como hueles Laura, es una locura".

Mi vientre hizo hueco cuando llegó a los botones de mi vaquero, yo no dejaba de mirar a mi chico sentado, me mordía los labios mientras lo hacía, sabían de sobra que en ese momento, yo ya mojaba viendo el control de la situación por su parte, como siempre.

Roberto bajo despacio aquel minivaquero, besó mis muslos, mis gemelos, cuando por fin llegó al suelo, me libero de ellos, y mi cuerpo desnudo quedó sobre el pedestal de aquellas sandalias.

"Que suerte tengo", dijo Roberto, mientras estiraba su mano para alcanzar el collar, mi collar, que le ofrecía mi chico. Rodeo mi cuello con el, en cuanto lo tengo puesto, se lo que debo hacer, le di un beso en la mejilla a Roberto, me puse a 4 patas y gatee hacia aquel que disfruta de mi, me senté sobre mis talones, puse mis manos sobre los muslos y esperé, espere que enganchará mi cadena al collar. Roberto miraba sin perderse detalle, ahora las chispas salían de sus ojos, "si no lo veo, no lo creo".

Con la cadena enganchada, no hubo más que decir, desabroche los pantalones de mi chico, saque su polla y me puse a mamarla, mientras Roberto que sabía su lugar, me acariciaba el culo y la espalda...

En un momento dado, y mientras estaba concentrada en mi tarea, la mano de Roberto cayó firme sobre mí trasero, con un gesto de él, había recibido permiso; más fuerte, le dijo, sabe que cuando abre puertas y ventanas, tiene su castigo, más fuerte!!. Roberto no llegó hacerlo, sus azotes fueron bastante tímidos para los que estoy acostumbrada, pero nunca olvidaré todas y cada una de las palabras que dijo aquella noche.

El resto es de imaginar, terminé follada sobre la cama, con Roberto, que había entendido el juego a la perfección, acariciando mi cuerpo, sin recibir nada más que eso y siendo, según me contó tiempo más tarde, la mejor noche de su vida.

Sirva el relato de homenaje a esa sexualidad inteligente, a los fetichista, a los que entienden que el sexo es mucho más que follar. Lo de menos es quien lo protagoniza, mujeres así, existen.

Desconozco si soy sumisa, soy un juguete, y me encanta serlo.

Laura