Festejando mi cumpleaños con Carlos

Carlos me había hecho sentir tan bien... que no quise perder otra oportunidad...

FESTEJANDO MI CUMPLEAÑOS CON CARLOS

Como ya les dije en mi anterior relato ("Basta de rutina"), Carlos y yo cumplimos años el mismo día, de manera que, aunque no habíamos arreglado nada, estaba la posibilidad de encontrarnos para festejar.

El día del cumpleaños, mi marido me despertó con el desayuno en la cama y un gran beso de salutación. Ahí me dijo que había preparado una pequeña fiestita para la noche y que venían algunos amigos comunes.

¿Porqué no invitamos también a Carlos?… acordate que cumplimos el mismo día y desde que se separó no anda bien…¿te parece?.-

Si…¿por qué no?…lo llamo y le aviso.

No te preocupes… le aviso yo… lo veo cuando viene a buscar a Ramiro a la escuela…-

A la hora de salida, Carlos se apareció con una docena de rosas rojas, con una tarjeta firmada por Ramiro. Al dármela me puse colorada, porque pensé que mis compañeras maestras se imaginarían algo raro ( y no se equivocarían ).

Le agradecí a Carlos por las flores con un beso y le pedí que viniera a la noche a la cena en casa. Me miró con un poco de suspicacia, pero como estábamos rodeados de niños que salían de la escuela, sus padres y otras maneras, aceptó, agradeciéndomelo:

Me encantaría ir… pero hoy a la noche trabajo… acordate que tengo otro trabajo… de kinesiólogo no basta para vivir…-

Venite un rato… Roberto de va a poner contento… dale… no seas malo…-

Ok… voy un rato a saludarlos…-

Lo despedí con un "Más tarde te veo…", al mismo tiempo que le sonreía y le guiñaba rápidamente un ojo, deseando que me entendiera el mensaje oculto en esas señas. Por supuesto que lo hizo.

Después del almuerzo, al igual que en la ocasión anterior, repartí los chicos: a Adrián le llevé a la escuela y al más chico lo dejé con mi vieja y a ella le dije que volvía en un par de horas, pues iba a comprar alguna cosa para la cena. Pensé en ducharme, pero así tardaría un tiempo precioso, entonces me cambié la remera y la ropa interior y me puse algunas gotas de perfume. Sabía que a Carlos no le molestaría que fuese a su casa sin bañarme desde el día anterior.

Al rato ya estaba tocando el timbre en la casa de Carlos. En cuanto cerró la puerta me dio un beso de lengua que me recorrió toda la boca!!!. Llevé mi mano a su entrepierna y sentí, debajo del jogging, su bulto endurecido y suelto, ya que se notaba que no tenía slip alguno. Por lo visto tenía todo preparado para no perder tiempo.

Me preguntó si quería tomar un café (de compromiso, estoy segura), que no acepté pues, como le aclaré, tenía poco tiempo, ya que debía realizar unas compras aún para la cena de la noche.

Sos una loca!!! – me dijo riéndose, mientras me llevaba a su dormitorio – mirá que invitarme a tu cumpleaños… y con tu marido!!! -.

Bueno, ché…es mi fiesta y cómo vos también cumplís…¿por qué no?…-

Carlos ya se había quitado las zapatillas, le ayudé a bajarse el jogging y le di la espalda para quitarme mis jeans; con mis pulgares en la cintura del jean lo bajé y sin mirarlo, le pregunté como al pasar:

¿O te da vergüenza mirarle la cara a Roberto?

Él se acercó a mi por detrás, puso sus manos en mis tetas, que empezó a sobar y a darme besitos en mi hombro derecho ( no podía hacerlo más arriba porque él es más bajo que yo).

Si vos podés mirarlo sin vergüenza…¿ porqué yo no?…soy buen jugador de póker…no se me nota nada en la cara…-

Me volvía hacia el, la punta de su pene presionaba contra mi pubis. Pasé mis brazos por su cuello para besarlo, y mientras acercaba mis labios a los suyos le dije:

Entonces…no hablemos más del asunto…-

Tratando de no despegar nuestros labios, que jugaban furiosos unos con los otros, metí mis manos por debajo de su remera, acariciando su espalda y su pecho lampiño. Le levanté la remera y cortando el beso, se la saqué y la tiré por ahí. El hizo lo mismo con la mía y luego desabrochó el corpiño. Me dejé caer de espaldas en la cama y lo llamé con un gesto de la mano.

Carlos me sacó la bombacha y se arrodilló en el piso, entre mis piernas que caían de la cama, para sumergir su cabeza en mi sexo húmedo, caliente y hambriento de la carne de mi primer amante. Con su lengua exploró mis labios hinchados, deteniéndose, a veces, en mi clítoris; después puso su labios sobre los míos, en una especie de beso vaginal, introduciendo su hábil lengua, despertando sensaciones nuevas o ya olvidadas por mí; con mis ojos cerrados, recibía todo el placer que esa lengua me daba, deseando, irracionalmente, que se pudiera estirar hasta llegar a los más profundo de mi útero. Con mis manos empujaba la cabeza de Carlos en un intento de que no despegara su boca de mi sexo, sin importarme si lo dejaba respirar o no.

Pará, pará…- le pedí sin mucha convicción. - … me vas a hacer terminar así…-

No se detuvo, sino que continuó haciéndome el amor con su lengua, a la que le agregó un dedo explorador en mi ano. Me dejé hacer por él lo que quisiera, me abandoné a sus caricias, notando como mi cuerpo reaccionaba ante ellas con movimientos reflejos de mis caderas y contracciones de mi ano alrededor de su dedo que me escarbaba. Así logró que me explotase un orgasmo que liberó mi tensión interna, que barrió con sus ondas de placer la rutina gris de varios años de casada; me mordí la mano en un acto de pudor, para que no escuchase mis gemidos y, finalmente, lágrimas de felicidad humedecieron mis ojos; felicidad porque hacía años que había olvidado lo que era un orgasmo tan intenso!.

Vení…vení encima de mí…quiero abrazarte – le rogué.

Carlos, aún arrodillado entre mis piernas, se estiró y apoyó su cabeza sobre mi vientre y yo mis manos en su nuca, para tenerlo así mientras las últimas ondas tibias se disipaban en todo mi cuerpo.

Besa, besame… me hace falta… besame – volví a rogarle.

Se acostó junto a mí y me besó con una dulzura emocionante, casi femenina, pero no por eso menos sexual, lujuriosa.

¡Qué boluda Graciela!…¿cómo te dejó, si sabés manejar tan bien a una mujer!?-

No aguantó que tuviese que trabajar de noche a veces… y bue…ya me acostumbré a estar sin ella…-

Le tomé su pene, ya un poco flácido.

-Pobrecito!… lo descuidamos un poco… se lo ve triste…- sonreí con picardía - … vení con Moni, que te va a dar besitos…-

Me acomodé a su lado y fruncí mis labios para besarlo; el glande ya estaba húmedo con presemen pegajoso. Le dí pequeños besitos como si fuera un bebé para que se endureciera nuevamente. Al saborear nuevo presemen, me separé un poco y lo masturbé con suavidad hasta ver que una gotita se asomaba por el orificio, una gotita que levanté con la punta de mi lengua para saborearla golosamente. Después me metí la cabezota de su pene en mi boca y comencé a chuparla y lamerla como si fuera un helado sabor a hombre.

Pará un poquito… así me das unas cosquillas inaguantables…- me dijo – tragátela toda y chupámela mejor –

Eh!..¿querés decir que no sé chupar una pija?…- le contesté, sorprendida.

Parece que no… yo te voy a enseñar… dejá el cuello flojo que yo te guío…, a ver… cerrá la boquita sobre la cabeza…si…así

Me tomó con ambas manos de mi nuca y empezó a llevar mi cabeza en un movimiento de vaivén con el que mi boca recorría todo su pene, desde el glande hasta cerca de la raíz (más no me la podía meter pues me venían como arcadas).

Parece mentira… 39 años y no sabés como chupar correctamente una verga…¿qué estuviste haciendo todo este tiempo?…-

Yo quería decirle que me enseñara como hacerlo correctamente, pero como mi mamá me enseñó que no se habla con la boca llena, debí, educadamente, seguir chupando en silencio.

Pronto pasé de chupar una pija a ser cogida por boca, ella entraba y salía alternativamente; me pregunté donde eyacularía Carlos, si en mis tetas o en mi cara; en ningún momento se me cruzó por la mente que quisiese hacerlo en mi boca, no lo considero eso de caballeros. Evidentemente, cuando está excitado, Carlos no es ningún caballero pues con sus manos apretó mi cabeza contra su pubis, arqueó sus caderas y del pene que llenaba mi boca salió una descarga de leche que me inundó, me ahogó y parte me la tragué y parte rebosó, derramándose por mi boca abierta totalmente.

Me pude zafar de sus manos y tosiendo le dije:

Hijo de puta!… - naturalmente que él se dio cuenta que no lo decía muy enojada - … casi me ahogaste con tu leche!!!…-

El semen me corría por las comisuras de los labios y caía por el mentón y de allí a mi pecho, pegoteándome toda la piel, aunque a gotas más espesas las sentía como pegadas en la barbilla. Me pasé la palma de la mano para quitarme la leche de los labios y me tragué la que me .

quedaba en la boca.

"Suerte que me había quitado la remera"-, pensé en ese momento.

Frente a mi cara aún estaba el pene de Carlos, quizás no tan duro como durante la mamada, pero si algo brilloso por los restos de mi saliva y de su semen. Sin dudarlo, volví a tragármelo para terminar mi tarea, para limpiarlo con mi lengua y mi saliva. Carlos se excitó nuevamente, sin embargo, cuando ya no saboreaba más de su leche en mi boca, consideré que ya estaba suficientemente limpia, de manera que me puse de pié.

¿Adonde vas?…- preguntó extrañado.

A lavarme… tengo que seguir con mis cosas… no puedo quedarme más tiempo…- contesté, yendo hacia el baño.

Dale…quedate un ratito más…- suplicó entre meloso y tentador - … festejemos nuestro cumpleaños…-

Jajaja… ya tuvimos nuestra fiestita… vos te comiste un pedazo de "pastel" y yo ya soplé la "velita"… ahora tengo que hacer…- le grité desde el baño.

Yo estaba agachada en el lavatorio, lavándome la cara y el cuello, pero no así el pecho pues había decidido dejar las manchas de semen alli, cuando Carlos se me acercó por detrás, me tomó de la cintura y me puso el pene en mi sexo, listo como para seguir con la fiestita de cumpleaños.

Dejate de joder…- dije en broma - … se me hace tarde…-

Vos lavate tranquila, que yo no pierdo el tiempo…-

Apurate, que cuando termino, me visto y me voy…hayas acabado o no… ¿entendiste?…-

Antes de terminar la frase, Carlos ya estaba bombeando dentro de mi vagina con sonoros "plaf…plaf…" cada vez que su cuerpo golpeaba contra mis nalgas. Como soy una buena mina y además era el cumpleaños de Carlos, a pesar que ya mi cara estaba limpia totalmente dejé que continuara cogiéndome hasta que acabase una vez más.

Con cada "plaf…" mi cuerpo se iba hacia delante, pero estaba soportada por mis brazos apoyados en el lavatorio. Enseguida comencé a excitarme yo también y a responder en consecuencia, inclinándome un poco más para acercar mi vagina a Carlos y permitir una más profunda penetración; sin embargo, Carlos tenía su ritmo propio y pronto se descargó por segunda vez en mí, aunque no tan profusamente en esta ocasión.

Bueno… ahora sí me voy, sino no llego a tiempo a casa…- dije, dándome vuelta hacia él.

Este fue el mejor regalo de cumpleaños que tuve… espero que se repita…-

¿ Y a vos que te parece?…- le dije, pasando mis brazos alrededor de su cuello para besarlo -…tengo mucho más para darte… y recibir…-