Fernanda

El sueño de unos puede ser la pesadilla de otros.

Cuándo mi tía finalmente me echó de su casa no me tomó por sorpresa, ella nunca me quisó y yo tampoco hacía nada por ganarmela, de hecho lo contrario, no había mayor placer que hacerle la vida imposible, sólo era cuestión de tiempo para que pesara.

Partí hacia mi nueva vida sólo con lo que llevaba puesto, una pequeña maleta donde traía unas pocas mudas de ropa, mi celular y un poco dinero ahorrado. Como no tenía adonde ir ni qué hacer fui a los barrios altos de la ciudad, no tenía ningún plan ni nada, sólo una estúpida idea de que si iba a ser indigente lo mejor sería serlo en un barrio rico, sin embargo la suerte me sonrió.

Al llegar a un parque aún seguía con el sentimiento de la pelea con mi tía, sabía que me merecía que me echara de su casa pero no podía aguantar mi tristeza e ira por lo que me puse a llorar, fue ahí cuando una linda niña de seis años se me acercó.

-¿Estás bien?, Me preguntó la niña.

-Déjame en paz.

-¿Por qué estás llorando? ¿Te duele algo?. La niña era tan dulce y tierna que me alegraba sólo con su presencia.

-Lo que pasá es que mi tía me acaba de correr de mi casa.

-En serio, esa señora es muy mala, nadie debería quitarte tu casa.

-Sí, es una bruja, me quito mi casa y ahora no tengo donde vivir.

La niña se quedó unos segundos pensando. No te preocupes le puedo preguntar a mi mamá si puedes venir con nosotros. Mira es esa señora de ahí. Me dijo señalando una rubia de unos 35 años, iba vestida de oficina, estaba sentada en una banca mientras revisaba su móvil. La niña fue rápidamente corriendo hacía ella, no las podía oír pero sabía que hablaban de mí porque ambas veían en mi dirección, la señora se veía molesta, creo que comenzó a regañar a su hija, se levantó y caminó hacía mí.

-¡Alejate de mi hija!, me gritó, no sé quién eres pero si te vuelves a acercar a mi niña voy a llamar a la policía. Yo estaba perpleja, no entendía nada, rompí en llanto nuevamente, mi reacción la tomó por sorpresa, ella creía que era una delincuente que quería aprovecharme de su hija y al ser confrontada huiría, pero en vez de eso sólo lloraba.

-¿Estás bien?, me preguntó preocupada, le había ablandado el corazón y de reñirme pasó a consolarme.

-No, mi tía me acaba de correr de su casa y no tengo donde quedarme, y luego usted viene y me amenaza porque sí, es el peor día de mi vida.

La señora se sentó al lado mío y me rodeó con sus brazos. -Tranquila, todo va a estar bien. Nos levantamos y comenzamos a caminar.

-¿Está bien?, le preguntó la niña a su madre.

-Sí Sofí, está bien. Le contestó tranquilamente, llegamos hasta su coche, me dijo que subiera y todas subimos. Yo me senté en el asiento del copiloto y la niña en el asiento trasero, la señora subió al último y comenzó a conducir.

-¿Cómo te llamas?, me preguntó mientras seguía manejando.

-Me llamo Fernanda. Le dije

-Yo me llamo Sofía. Dijo la niña rápidamente.

-Que te he dicho de interrumpir cuando estoy hablando. Le increpó su madre.

-Perdón.

-Yo me llamó Ana. A ver ¿Cómo está eso de que te corrieron de tu casa?

-Sí,mi tía y yo nunca nos hemos llevado bien, hoy discutimos y decidió deshacerse de mí.

-¿Y tus padres?

-Mi padre abandonó a mi madre cuando quedó embarazada y ella murió cuando tenía dos, desde entonces vivía con mi tía.

-¿No tienes más familia?

-No, mi tía es la única familia que tengo.

-Bueno, una discusión la tiene cualquiera, ¿Por qué no vuelves a tu casa y hablas con ella?

-No, ella siempre me ha odiado, sólo me cuidaba porque era su obligación, siempre me ha tratado mal y ahora que puede apartarse de mí lo hizo. No tengo a donde ir.

-Te puedes quedar en mi casa hoy, mañana podrías buscar un lugar en donde quedarte.

-Muchas gracias señora. Le dije.

Llegamos a una casa mediana un poco a las afueras de la ciudad, era de dos plantas y tenía un jardín amplio. La señora estaciono frente a la puerta, bajamos y un perro vino a recibirnos, parecía bastante contento de que sus dueñas regresaran, corría de un lado a otro y movía mucho la cola. Sofía bajó rápidamente del carro para ir a jugar con el perro. Yo baje también, el perro al verme se acercó curioso hacía mí, me olfateó y adoptó una pose defensiva, traté de acariciarlo pero se apartó y comenzó a gruñir, entonces comenzó a ladrarme.

-Que raro, Max nunca se comporta así con nadie. Dijo Ana, Ven, vamos a entrar mejor. Entramos inmediatamente. Ana inmediatamente me llevó a la habitación de invitados.

-Muchas gracias por dejarme quedar. No sé cómo agradecerle.

-No te preocupes. Ponte cómoda.

Ana entonces fue a la cocina para preparar la comida, cómo no tenía nada que hacer la seguí y ofrecí ayudarla, ella aceptó gustosa. Cuando terminamos la comida comenzó a limpiar la casa un poco a lo cual yo también le ayudé, ser acomedida es una de las pocas cosas útiles que mi tía me enseñó. Mientras hacíamos todos los deberes charlabamos, nos llevamos bastante bien, la compañía fue muy amena.

Estábamos en la cocina cuando escuchamos la puerta principal abrirse, seguido del ruido de Sofía corriendo hacía la puerta gritando papá. -Parece que mi marido acaba de llegar. Dijo Ana. Entonces un hombre alto entró en la cocina cargando a Sofi. Francisco con sus 38 años era bastante atractivo, mide 1.85, cabellos y ojos castaños oscuros, se notaba que hacía ejercicio, no era el típico hombre que se mata en el gimnasio pero aún así estaba algo marcado, su piel un poco bronceada, sus manos grandes y sus rasgos algo toscos completaba la imagen de un hombre super varonil. Nada más entrar saludó a Ana.

-Hola mi amor ya llegué. Dijo Francisco y besó a su esposa.

-Mira papá está es Fernanda, nuestra nueva amiga. Le dijo Sofí a su padre refiriéndose a mí.

-Mucho gusto señor. Fue lo único que pude pronunciar, sólo con su presencia me había puesto nerviosa, simplemente fue amor a primera vista.

-Mucho gusto, me llamó Francisco.

--Puedes llevar a Sofía un momento a la sala por favor. Me dijo Ana.

Seguí sus órdenes, parece que Ana quería hablar con su esposo a solas, estuvieron en la cocina unos 5 minutos y después salieron, entonces Ana nos dijo que fuéramos al comedor para comer todos juntos. Le ofrecí ayuda para servir la comida pero ella se negó, me dijo que me sentara con Francisco y Sofí y que ella servía rápido.

Mientras esperábamos Francisco me dijo que Ana le acababa de hablar de mi situación y que por él no había problema de que me quedara un día. Comíamos mientras charlábamos un poco, al terminar ayudé a Ana a limpiar y luego Sofí me pidió que jugara con ella. Estuvimos jugando con sus muñecas hasta que se aburrió y nos pusimos a ver una película de princesas, a mí nunca me había gustado esas películas pero a Sofí le encantaban, me hacía muy feliz ver a Sofí, algo que nunca antes había sentido, todo el rato tenía una sensación de felicidad pero con un poco de tristeza, no paraba de pensar en mi tía, ver todo lo que tenía Sofí me hacía pensar en porque yo no lo tuve, pero aún así estaba contenta de que ella sí pudiera tener una buena infancia. Era una niña muy activa, se la pasaba corriendo de aquí para allá, pero aún así no era problemática, en gran parte por su madre, en cuanto Sofí hacía algo que no debía Ana la corregía inmediatamente, parecía estar siempre ocupada con su trabajo como abogada y en los deberes de la casa, pero siempre estaba al pendiente de su hija, llegaba a dejar todo lo que estuviera haciendo para estar con ella cuando lo necesitara, una mujer y madre realmente admirable, un poco reservada al principió pero muy agradable cuando está en confianza. Luego estaba Francisco, era el dueño de una pequeña cadena de tiendas de ropa, debido a esto solía estar bastante ocupado, aún así cuidaba bien de su cuerpo y de su familia, le gustaban mucho los deportes, sobretodo el fútbol y el boxeo, además de ser atractivo era muy carismático, casi siempre lo veías con una sonrisa en su rostro, buen conversador y divertido, siempre encontraba la manera de colar algún chiste en las conversaciones pero nunca era pesado. No podía creer mi suerte, el que hubiese sido el peor día de mi vida se tornó en algo completamente diferente. Llegada la noche cenamos nuevamente juntos y luego fuimos a dormir.

Estando sola en la cama del cuarto de invitados me puse a pensar, esta era la familia perfecta que nunca tuve, la infancia inocente que mi tía nunca me dejo tener, la madre cariñosa y atenta que murió cuando apenas era bebé, y el padre protector que siempre cuidara de mí. Aunque eso realmente iba a más, en Francisco no sólo veía el padre que no tuve, sino algo más, era una sentimiento que nunca había sentido antes, no sabía que era pero quería estar con él. Quería estar con él y también quería una familia, una familia como la de ellos, esa que se me arrebató injustamente y que ahora tenía la oportunidad de tenerla, quería que esa familia fuera la mía, y lo iba a ser, sin importar lo que pase sería mía.

Me desperté lo más temprano posible, fuí inmediatamente a la cocina a preparar el desayuno, tenía un sólo día para ganarme por completo su confianza y que me dejaran quedar más tiempo. Cuando despertaron se encontraron con todo ya hecho e incluso la cocina limpia. Me dijeron que no hacía falta, a lo que yo les contesté que era un agradecimiento por dejarme pasar la noche con ellos. Su amabilidad jugó a mi favor, habíamos acordado sólo una noche, pero estaba siendo tan agradecida y servicial hacía ellos que no podía correrme así no más. Cómo era domingo iban a ir a la iglesia, me invitaron a ir con ellos y yo acepté, todo bastante normal y saliendo decidimos dar un paseo. Regresamos en la tarde para preparar la comida y nuevamente ayudé a Ana. El resto de la tarde estuve con Sofí, casi llegada la noche fui a hablar con Francisco y Ana.

-Disculpen, me tengo que ir. Les dije.

-¿Cómo?, es bastante tarde ya, ¿A donde vas a ir?, me preguntó Ana preocupada.

-No sé, ayer me dijeron que sólo me podía quedar una noche.

-Pero no tienes a dónde ir, ¿Dónde te piensas quedar o qué?. Siguió Ana.

-Ya encontraré un lugar, no se preocupen.

Ana volteó a ver a su marido con mucha preocupación, entonces continuó Francisco.

-Creo que Ana y yo estamos de acuerdo en que te puedes quedar un día más,

-No quiero causar molestías, será mejor que me vaya.

-No eres ninguna molestía, además es peligroso que estés sóla en la noche.

-¿De verdad puedo quedarme una noche más?

-Sí, quédate, no hay ningún problema.

-Muchas gracias, son las mejores personas del mundo, no sé cómo agradecerles. Los abracé a los dos y me provoqué el llanto para darle más emoción al asunto, mi plan estaba funcionando, sí seguía por ese mismo camino podría hallar una forma de quedarme permanentemente.

Al siguiente día les volví a hacer el desayuno, Francisco se fue a su trabajo y convencí a Ana que me dejara cuidar de Sofí, se le veía un poco preocupada y estuvo todo el día llamando al teléfono de la casa para ver que todo estuviera bien. Acompañé a Ana a dejarla a la escuela, regresé la casa y me puse a limpiar todo, a las 2 de la tarde fui por Sofí, comimos juntas las dos, le pregunté si no vendría sus padres y me dijo que a veces tienen mucho trabajo y no vienen a la casa hasta la tarde, mandan a una niñera para que la cuiden hasta que lleguen. Hicimos su tarea  y estuvimos toda la tarde jugando, lo malo es que no podíamos salir al patio porque Max siempre estaba hostil contra mí, tenía suerte que fuese el perro del vecino y sólo lo viera de vez en cuando. A las 7 de la tarde llegó Ana, se le veía cansada pero se puso contenta cuando vió que había cuidado bien de Sofi y todo estaba en orden. Me dijo que tenía una propuesta para mí pero tenía que consultarla con su esposo. Quería que me quedara con ellos mientras encontraba un lugar propio donde quedarme, mientras me quedara debía de hacerme cargo de la casa y de Sofí pero que me pagarían un pequeño sueldo aparte. Yo me hubiese conformado sólo con que me dejaran quedar, aunque fuera simplemente una sirvienta vivía muchísimo mejor que con mi tía, acepté inmediatamente y esperamos a que llegara Francisco para comentarle, él también estuvo de acuerdo.

Estuve las siguientes semanas siendo la sirvienta perfecta, debía asegurarme de que confiaran al cien por ciento en mí. Llegó el momento en que me vieron como otra hija, cuando salían en familia me llevaban con ellos, disminuyeron mi carga de trabajo y me confiaban aún más a Sofí, por fin tenía la familia que siempre deseé pero yo quería más. Ana es la mejor mujer que he conocido en mi vida pero desafortunadamente para ella tenía algo que me pertenecía.

Seducir a Francisco era casi imposible, casi nunca estaba en casa y cuando estaba siempre tenía al lado a Ana o Sofi, además por más insinuaciones, roces e indirectas que le lanzaba él no parecía responder. Pasados cinco meses tuve mi oportunidad,

La empresa de Francisco había tenido un crecimiento importante y para celebrarlo organizó una cena para sus empleados. El día antes de la cena, al preparar la comida de Ana usé carne un poco pasada, funcionó a la perfección pues al otro día tenía un terrible dolor de estómago y le dijo a Francisco que no podía acompañarlo, Francisco se desanimó, dijo que prefería no ir a ir sólo, entonces me ofrecí a acompañarlo, a Ana le pareció una buena idea y convenció a Francisco de que fuera conmigo. El evento era realmente aburrido, realmente no me importaba nada, sólo esperaba el momento perfecto para seguir con mi plan. Llevaba una droga que iba a poner en el vaso de Francisco, solía hacerle lo mismo a mi tía para joderla de vez en cuando, era divertido verla en la mierda con literalmente una sóla copa, pero esta noche tenía un plan distinto con Francisco.

Cuando estaba distraído hablando con sus colegas aproveché para echarle una pequeña dosis en su whisky, no se dio cuenta y a los pocos minutos se le veía un poco desinhibido, le dije que se veía un poco mal y que deberíamos volver a casa, el concordó conmigo y fuimos hasta su auto, cada vez el efecto era mayor, no dijo nada cuando lo metí al asiento trasero y yo entré con él.

No podía resistirme más y lo besé inmediatamente, puse mi mano sobre su pecho y lo acariciaba sintiendo todos sus músculos mientras lo seguía besando, él no se enteraba de nada, no estaba inconciente pero si bastante ido, su cuerpo sólo reaccionaba por instinto, podía ver el bulto creciendo en sus pantalones, desabroche su camisa y seguí mis caricias, fuí bajando mi mano lentamente pasando por su abdomen hasta llegar a su entrepierna, la deje un momento ahí para sentir su verga a traves del pantalon, le daba unos pequeños apretones para estimularla, iba creciendo poco a poco hasta alcanzar sus 16 centímetros, finalmente deslice mi mano por debajo de su pantalón y rodeé su verga bien con mi mano, estaba ardiendo, subí y baje un poco para sentir bien toda su longitud, la solté y baje un poco más para sentir sus huevos, parece que no había tenido mucha acción con Ana últimamente porque estaban completamente llenos de leche, cálidos y grandes.

Lo acomodé para que se acostará en el asiento y le quité el pantalón, él de vez en cuando me pedía que parará, decía no, un leve quejido de vez en cuando pero aún así se dejaba hacer, por más drogado que estuviera él era dos o tres veces más grande y fuerte que yo, me podía haber parado en cualquier momento pero no lo hizo, Ahora con la verga libre y en una posición más cómoda podía hacerle una paja bien, la tome con mis manos y comencé a subir y bajar lentamente, la veía muy de cerca, la observaba detenidamente, apreciando cada centímetro de ella, cada vena, su tacto caliente, sus huevos tan llenos de leche, su hermoso capullo, amaba esa verga, Poco a poco aceleraba mi movimiento y cuando me dijo que se iba a venir me dio un impulso, la solté, rápidamente me monte sobre él,subí mi vestido, hice mi panti a un lado e  introduje su pene directamente en mi vagina, se corrió dentro de mí inmediatamente al sentir lo apretado de mi coño. No quería que su semen se desperdiciara, le daría un buen uso preñandome, aunque yo no tuviera un orgasmo estaba satisfecha. -Te amo Francisco, le susurré. Arreglé nuestras ropas y llamé un taxi para que nos llevara a casa.

Llegamos relativamente temprano, el taxista me ayudó a llevarlo hasta la puerta, Ana aún estaba despierta y nos recibió inmediatamente, nada más ver a Francisco preguntó qué había pasado.

-No lo sé, estabamos conviviendo tranquilamente y se puso así de repente. Le dije fingiendo estar alterada.

-Tranquila, ven, ayúdame a dejarlo en la cama. Entre las dos lo llevamos como pudimos y lo acostamos en su cama, luego fuimos a la sala para conversar. Cuéntame, ¿Qué pasó? ¿Por qué mi marido está así?

-Estábamos en la cena tranquilos, sólo estábamos hablando con los invitados y tomamos un poco, estuve con él todo el rato y no lo ví tomar mucho. Sabía que tarde o temprano sabrían que alguien lo drogó, lo que tenía que hacer era desviar la atención de mí.

-Eso no es normal, Francisco no suele tomar pero tampoco se emborracha con poco.

-Cuando se empezó a sentir mal decidimos que era mejor regresar, como no podía manejar llamamos un taxi y dejamos el carro cerrado en el estacionamiento.

Ana se notaba preocupada. -Aquí hay algo raro.

-Estuve pensando y tal vez alguien colocó algo en su bebida, pero ¿por qué alguien le haría eso a Francisco?

-El mundo de los negocios es muy cruel, siempre habrá algún cabron avaricioso o envidioso que te quiera joder.

Me provoqué el llanto. -¿Por qué Francisco? Él nunca le haría daño a nadie.

-Tranquila, me voy a encargar de llegar al fondo de esto, ve a descansar.

Fuí a dormir feliz, todo estaba saliendo a la perfección. Me levanté e hice mis deberes normalmente, Ana y Francisco fueron temprano al médico, al regresar Francisco decidió tomar el día libre y Ana partió a su trabajo. Aproveché para hacer mi próximo movimiento.

-Francisco, ¿Estás bien?

-Sí, sólo me duele un poco la cabeza.

-Me alegro que estes un poco mejor, ayer estabas bastante mal.

-No recuerdo qué pasó, estábamos conviviendo tranquilamente y luego no recuerdo nada. Ana me dijo que creen que echaron algo en mi bebida, en la mañana fuimos al médico a que me hagan unos estudios.

Bajé la mirada hacía el suelo fingiendo estar triste. -¿En serio no recuerdas nada?

-No, absolutamente nada. Volteó a verme y notó mi “tristeza”. ¿Pasó algo ayer?, me preguntó preocupado a lo cual respondí llorando. Él se levantó y me abrazó para consolarme. -Tranquila, todo está bien. Amaba sentir su cuerpo, su calor, por lo qué tarde un poco en “calmarme”. -Bien, cuéntame qué pasó ayer.

Volví a mirar el suelo. -Hicimos el amor. Le respondí casi susurrando.

-¡¿Cómo?!, no me lo puedo creer, ¡No puede ser!.

-Es cierto. Exclamé timidemente.

-¿Pero cómo?

-Cuándo comenzó a encontrarse mal decidimos salir de la cena para volver a casa, de camino al auto usted me estuvo piropeando y tocando, me dijo que era muy hermosa y que estaba agradecido de que fuera parte de su familia. Yo estaba confundida pero también le tengo cariño señor, deje que usted siguiera y me besó, yo le dije que pensará en Ana y en Sofí, y me contestó que ya no quería a Ana, me dijo que me amaba, entonces tuvimos sexo en el carro.

.Debe de ser una broma, yo nunca le haría eso a Ana.

-Entonces no es cierto lo que me dijo ayer, ¿no me ama?, sólo me usó para follar. Antes de que pudiera responder volví a llorar y salí corriendo a mi habitación.

Pasados unos veinte minutos llamó a mi puerta. -¿Puedo pasar?

-Claro..

-Tenemos que hablar, se acercó a mi cama y se sentó en la orilla. Lo que pasó ayer fue un error, Yo amo a Ana y a mi familia, y tú eres cómo de la familia, eres casi como mi hija. Lo que hice ayer no tiene nombre y que estuviera borracho no es excusa, Fernanda, sólo te puedo pedir disculpas y espero que me perdones por hacerte daño.

-Te perdono, tienes razón, fue un error que no debió pasar, lo que más me duele es Ana, me duele haberla traicionado de esa forma, sabía que estaba mal y aún así te deje continuar.

-No, toda la culpa es mía, tú no hiciste nada malo. Rápidamente lo abracé y le dije te amo. -Yo también te amo Fer, pero no de esa forma, hay que olvidarnos de esto y pasar página. Se levantó y se dirigió a la puerta. Si necesitas cualquier cosa dimelo y perdón por todo. Fue lo último que dijo antes de salir.

La tarde que siguió fue bastante normal, Francisco fue por su carro y yo seguí con las tareas de la casa, fui por Sofi a la escuela y volví para hacer la comida.

Comimos los tres juntos y luego ellos salieron a dar un paseo, me invitaron pero yo lo rechacé, Francisco entendió que quería un tiempo para mí, aunque lo que en verdad hice fue masturbarme pensando en la noche anterior.

Regresaron a la hora de la cena y volvimos a comer juntos, Ana llegó del trabajo una hora más tarde de lo habitual, se le veía muy cansada y estresada, nos comentó que le habían llamado por lo de los análisis y que confirmaron que tenía droga en su sistema, también nos comentó que había comenzado una investigación.

Las siguientes semanas volvieron a ser normales, la investigación no llevó a nada por falta de pruebas. Yo seguía en la rutina de siempre, era la sirviente perfecta, cuándo tenía la oportunidad me le volvía a insinuar a Francisco, algún comentario subido de tono pero en forma de broma o cumplido, algún roce “accidental”, entre otras cosas. Francisco esta vez sí se veía afectado por mí, las primeras veces se le notaba claramente incómodo pero después me comenzó a seguir el juego así que comencé a hacerlo enfrente de Ana. Quería sembrar una duda en ella, quería que viera que tenía una buena relación con su esposo pero que podría haber algo de más ahí, tampoco quería ser tan directa y descarada porque en esa situación tenía todas las de perder, Ana me echaría la bronca inmediatamente y Francisco se pondría de su lado.

Pasado un mes noté que tenía un atraso en mi periodo, así que decí tomar una prueba de embarazo, cuando ví que salió positiva estaba llena de felicidad, iba a tener al hijo de Francisco, pero luego me puse triste, no podía estar con él porque aún estaba con Ana, debía deshacerme de ella pronto, el embarazo no estaba en mis planes pero definitivamente me iba a ayudar. Un día que Ana se quedaba en casa coloqué la prueba medio escondida en el baño, quería que la viera pero pareciera que yo quería ocultarla. Cuando fue a revisar al baño la prueba ya no estaba, estaba preparada para la confrontación pero nunca me dijo nada.

tenía que hacer que se separan definitivamente, así que un día hice mi jugada más arriesgada. Era un día entre semana a las 11 de la mañana, Ana y Francisco estaban en el trabajo mientras Sofí estaba en la escuela. Le mandé un mensaje a Francisco que tenía que venir a la casa urgentemente, él me preguntó qué pasaba pero le contesté que era mejor que le dijera en persona, tenía que venir rápido, era una emergencia.

Lo esperé en la sala de la casa con una prueba de embarazo positiva, en cuanto oí su carro estacionar en frente de la casa comencé a llorar, quería que me encontrará así. Nada más llegar fue directo hacía mí.

-¿Qué pasa Fer, por qué estás llorando?, me preguntó preocupado.

-Estoy embarazada. Le dije llorando mientras le mostraba la prueba. Francisco quedó mudo, se llevó las manos a la cabeza en señal de desesperación. ¿Qué vamos a hacer?, le pregunté.

-No puede ser, ¡No puede ser!, estás segura que estás embarazada.

-Sí, no me ha bajado la regla en varios días.

Francisco caminaba de un lado a otro nervioso. -¿Cómo le voy a explicar a Ana?, ¿Qué va a pasar con mi familia? Sofia…

-He estado pensando en abortar. Realmente es lo último que me gustaría hacer pero quería presionarlo más.

-¿Qué?, no, no, el niño no tiene la culpa de mis errores.

-¿Qué vamos a hacer entonces?. Comencé a llorar de nuevo.

Al verme así se tranquilizó un poco, se acercó a mí y me rodeó con sus brazos, colocó su mano atrás de mi cabeza y comenzó a acariciarme. -No te preocupes, ya pensaré en algo, todo es mi culpa, yo lo voy a resolver.

Lo abracé con todas mis fuerzas. -Te amó Francisco.

-Yo también te amo. Me dijo no para corresponderme sino para reconfortarme.

Estuvimos unos minutos así hasta que nos fuimos separando poco a poco, nos veíamos cara a cara directo a los ojos. No pude resistirme y me lancé directo a besarlo, él dío un pequeño salto de sorpresa pero no me apartó, el beso duró unos segundos hasta que finalmente se separó.

-No podemos hacer esto, está mal. Exclamó

-Pero tú dijiste que me amabas.

-Sí, pero no de esa forma, Fernanda, tú eres como mi hija.

-Pero… yo te amo más que eso. Cuándo tuvimos sexo en el carro no estaba segura al principió pero realmente lo disfruté, disfruté ser tu mujer esa noche, que me besaras y me dijeras que me amabas, y cuándo terminasté dentro de mí fue la mejor sensación de mi vida. Cuándo al otro día me dijiste que no recordabas nada me partiste el corazón, he tratado de olvidarlo pero no puedo, simplemente te amo.

Me volvió a rodear con sus fuertes brazos y me dio un beso en la frente. -Perdón por hacerte tanto daño, me gustaría corresponderte pero no puedo, Ana es mi esposa y el amor de mi vida.

Lo miré a los ojos con la mirada más triste que podía hacer. -Me puedes hacer tuya una última vez, por favor te lo suplico. Trataba de dar el máximo de pena posible y funcionó. Fue ahora él el que me besó, un beso gentil que aún puedo recordar hasta el día de hoy. Me tomó de la mano y me llevó a mi habitación. Estaba feliz, había ganado, si mis cuentas eran correctas Ana llegaría en cualquier momento y nos encontraría juntos en mi habitación, ahora sólo quedaba disfrutar de mi victoria y de mi macho.

Nos seguiamos besando mientras él me quitaba la blusa y desabrochaba mis brazier, al ver mis tetas se quedó admirandolas, tomó una con su mano y comenzó a jugar con ella. -Son hermosas. Dijo a lo cual yo me ruborice, yo comencé a desabotonar su camisa, cuando se la quitó pase mis manos por toda su parte superior, sentía los músculos de su pecho, sus brazos y su abdomen. Me tomó y gentilmente me acostó sobre la cama, desabrocho mis jeans y tiró de ellos, estaba completamente desnuda a su total disposición.

Francisco volvió a besarme, está vez con pasión, con lujuria, su manos recorrían todo mi cuerpo y yo sólo me estremecía con su tacto. Fue bajando lentamente dando besitos por todo mi cuerpo, en mi cuello, en mis pechos, en mi abdomen y finalmente en mi concha,  Me seguía dando besitos mientras con sus manos recorría toda la extensión de mis piernas y mis muslos. Él se disponía a hacerme un oral pero yo ya estaba ansiosa por tenerlo dentro de mí, por lo que lo jale hacía mí, nos volvíamos a besar mientras acariciaba su pene por encima del pantalón. -Follame ya por favor, le dije deseosa. Él rápidamente se quitó el pantalón liberando así su hermosa verga, La tomé y la dirigí directamente a mi entrada, él comenzó a empujar lentamente, podía sentirla lentamente abrirse paso en mí, tan dura y caliente me llenaba toda. Cuándo entró completamente Francisco permaneció quieto unos instantes antes de empezar a follarme. La sensación era maravillosa, soltaba leves gemidos mientras me dejaba llevar por las sensaciones. -Más duro por favor, dame más. Le decía, Cada vez me penetraba más rápido y con más fuerza, Yo acompañaba sus movimientos con mis gemidos, me aferraba a él fuertemente con mis brazos y mis piernas, me tomó y me levantó, me seguía penetrando mientras me cargaba. Estaba haciendo conmigo lo que quería y yo lo disfrutaba al máximo, los golpes de su cadera contra mí, el sonido de la piel chocando y su olor a macho me prendían más y más, Ya no estaba gimiendo, estaba gritando de placer, sabía que Ana llegaría en cualquier momento, quería que me escuchara, quería que supiera que Francisco ahora era mío.

Él se cansó de sostenerme y me dejó un momento, cuándo se disponía a continuar yo le dije que ahora era mi turno, lo quería cabalgar, él se acostó sobre la cama y esperó a que yo subiera encima de él, Antes de volver a introducirla en mí pude notar lo mojada que estaba, nunca en mi vida había estado así de excitada, volví a introducirla lentamente, amaba esa sensación antes de que me follara duro. Subía y bajaba mientras él exploraba todo mi cuerpo con sus manos, me inclinaba hacía él para besarnos, y él jugaba con mis pechos, le daba pequeños pellizcos a mis pezones. Lo estuve montando varios minutos hasta que me dijo que se iba a venir, trató de salirse pero yo quería que me llenará de nuevo, aceleré mis movimientos, subía y bajaba frenéticamente, trataba de hacerlo lo más rápido posible, él cambio de ritmo lo llevó al tope y comenzó a tensarse, sentía sus palpitaciones dentro de mí, Cuándo comenzó a correrse baje completamente y comencé a mover mi cadera de atrás hacía delante, yo también me estaba viniendo, sentía su semen caliente inundandome toda. -Dame toda tú leche, lléname toda de nuevo.

Me recosté sobre él y nos besamos. -Te amo Francisco, le dije tiernamente. Fue ahí cuando escuchamos un ruido en el pasillo, efectivamente ahí estaba Ana viéndonos desde la puerta. No sabía cuánto había visto pero sin duda lo suficiente. Salió corriendo llorando, Francisco rápidamente se levantó y fue tras ella.

Pronto llegaron los papeles de divorsio, finalmente Francisco estaba libre para mí. Al principió sentía un poco de lástima por Ana pero pasó rápidamente cuando me quitó a mi amada Sofi, ella se quedó con la custodia, la veía de vez en cuando pero me partía el corazón que MI hija no pudiera crecer con su familia, espero que la noticia de su próximo hermanito la alegre, ella no tiene la culpa de nada.