Feria erótica de Barcelona (1)

Una periodista tiene que ir a hacer un reportaje a la Feria Erótica de Barcelona. Aunque no lo quiera vivirá experiencias muy excitantes.

Introducción

Hola mi nombre es Virginia. Tengo 30 años y soy periodista. Trabajo para un conocido programa de reportajes de televisión, que se emite entre semana por la noche. Me encargo de todo tipo de temas, desde investigaciones paranormales, intrigas económicas hasta sexuales.

He de reconocer que me encanta mi trabajo. Siempre soñé con ser periodista y desde que empecé la carrera me centré en trabajar en la televisión haciendo reportajes. Se puede indagar más acerca de los temas y como la duración es mayor se puedo una extender más que en una simple noticia de informativo.

Además, he de decir que mi físico me ayuda en ocasiones para salir delante de las cámaras. Y eso que no soy excesivamente guapa. Soy normalita pero según muchos tíos, soy resultona. Soy pelirroja, de pelo rizado por los hombros y ojos verdes. Pero sin duda lo que más llama la atención a los hombres son mis pechos. Son grandes, tengo una cien de talla de sujetador y no es por parecer vanidosa, los tengo bien colocados. No se dentro de unos años por donde andarán pero ahora los tengo bien puestos. Por lo demás, pues nada un culo normal, ni grande ni pequeño que intento mantener a base de mis sesiones diarias de gimnasio.

Sin embargo, el principal rasgo de mi personalidad es que no soy para nada nada tímida. Como buen periodista no tengo ningún problema en hablar con la gente, en relacionarme y es que soy bastante decidida y sin complejos. Siempre he pensado que no hay que tener mayor respeto por una persona que el que ellos te tengan a ti. Todos y todas meamos por el mismo sitio.

Pues bueno, todo sucedió hace un par de meses. Yo me encontraba trabajando en la sede de la televisión, terminando de montar un reportaje junto a mi fiel compañero Fernando. Para muchos es un tipo desagradable, odioso y antipático, pero a lo largo de los años que llevo trabajando con él se me ha antojado fundamental, un gran profesional y lo que es mejor un grandísimo amigo.

Pues eso, que allí estábamos eligiendo las imágenes para un reportaje sobre el mal que puede hacer la construcción de un campo de golf en un pueblo de Ávila. Por delante de nosotros pasaban alcaldes, ingenieros, vecinos, banderas, árboles... cuando me llamó al móvil el jefe, editor y presentador del programa. Era un tema urgente y quería que fuera a verle cuanto antes.

Así que dejé a Fernando que siguiera eligiendo las imágenes para luego tapar con mi voz, y me dirigí a su despacho. Llame a la puerta y entré. Como siempre Antonio estaba hablando por el móvil como un desesperado. Con un gesto de la mano me hizo ademán para que me sentara. Cuando colgó me hizo una sonrisa de niño malo muy típico en él, señal de que se traía algo entre manos...

Joder que coñazo, puto móvil, siempre dando por culo – me dijo así de primeras arrojando el teléfono hacia un lado de la mesa - ¿Qué tal todo?. ¿Qué tal por el pueblo ese?...

Pues bien, la verdad – le dije entre risas – pero sabes que podemos levantar muchas ampollas ¿verdad? – le solté mirándole directamente a lo ojos –

Buahh, sabes que eso nunca ha sido problema, una crack como tu, sabe que hacer para llegar siempre al final de la cuestión y conseguirme un magnífico reportaje.

Ala, venga coño, solo soy una tía a la que le mola su trabajo.

Bueno pues por eso – fue él el que miraba directamente a los ojos – Tenemos un problema y gordo. Sabes que Juan iba a hacer el reportaje sobre el Festival Erótico de Barcelona ¿no? – siguió mirándome a los ojos – pues a Juan le acaba de dar un ataque de apendicitis ¡¡tócate los cojones!!, y ahora le estarán operando...

Vale, o sea que me has traído aquí para que sea yo la que haga el puto reportaje – le dije con tranquilidad – pues ok, sin problemas tio. Ver unos cuantos salidos babeando por una barbi, no es lo más reconfortante pero no será lo peor que echo en la vida. ¿Cuándo es? – le contesté sin darle mayor importancia - .

Empieza el próximo sábado. Tenemos reserva en Barcelona para una semana. Quiero que durante todo ese tiempo me traigas el mejor reportaje que hayas hecho nunca...

Venga joder, siempre me dices lo mismo y sabes que siempre cumplo – le corté.

Ya Virginia pero en esta ocasión es especial. La dirección del Festival tiene mucha ilusión puesta en esta edición por las enormes críticas que se están haciendo y que quieren prohibirlo. Han puesto mucho dinero y más invertido en la cadena a base de publicidad de esta feria y otras cosas... así que en esta ocasión es aún más importante – me dijo por primera vez seriamente y mirando fijamente a los ojos demostrando la importancia del asunto.

Vale vale tron, no te pongas melodramático, te traeré ese pedazo de reportaje. ¿Y se viene conmigo Fernando no? – le respondí mientras me levantaba ya para irme.

Si, iréis los dos... hacéis una buena pareja – me dijo con enorme ironía – salís mañana, y volvéis el próximo domingo.. ¡Ah!. Perdona casi se me olvidaba – me dijo cortando mi salida – para que te muevas mejor en el Festival nos hemos puesto en contacto con un productor de películas de esas guarras. Se llama Felipe Do Gaosso, es brasileño y él será vuestro guía durante toda la semana. Aquí tienes su tarjeta con sus datos, para que te pongas en contacto con él y quedéis allí.

Le miré sin darle mayor importancia. Encogí mis hombros, cogí la tarjeta, me la guardé en la cartera y me fui otra vez para abajo. Allí en la sala de montaje seguía Fernando. Cuando le dije a donde nos íbamos a hacer el reportaje se río y yo estoy seguro que a él le gustó más la idea que a mi. Normal, tanta mujer suelta, ligera de ropa... todo un espectáculo para los hombres. Sin más, esa misma noche terminamos el trabajo, y cada uno a su casa para preparar las mochilas para partir al día siguiente temprano rumbo a Barcelona.

Capítulo 1

Fernando y yo aterrizamos a la tarde siguiente en el Aeropuerto de El Prat de Barcelona cargados con las dos maletas, la mochila, el trípode y la cámara. Cogimos un taxi dirección al hotel y nada más llegar a mi habitación cogí la tarjeta y me dispuse a llamar al productor que nos iba a hacer de nuestro guía.

Como era viernes y el Festival no empezaba hasta el día siguiente, decidí quedar con él en una cafetería cercana para conocernos un poco mejor. A eso de las siete de la tarde Fernando y yo salimos del hotel dirección a la cafetería Pons. Nos sentamos en una mesa, pedimos dos cervezas y esperamos. A los pocos minutos una voz por detrás dijo mi nombre:

¿Virginia Juntas? – dijo una voz delicada a mi espalda –

¿Si? – dije girando mi cuello.

Enfrente a mi a un señor bajito, bastante obeso, vestido con un traje blanco y que traía en la mano una rosa y un bastón de madera con una cabeza de jabalí en la punta. Cuando lo tuve de frente a mi, mi sensación fue de desagrado. Olía mal y sudaba profusamente, seguramente debido a su peso. Agarró mi mano como intentando un gesto galante y me besó en ella, notando su barba de tres días. Quise quitarla pero la educación que siempre me han dado mis padres me lo pidió. Instintivamente miré a Fernando que me hizo un gesto de complicidad mientras se reía entre dientes.

Es usted más bella de lo que pensaba. Me la imaginaba de otra manera – me dijo mirándome a los ojos y haciéndome un repaso a todo mi cuerpo. Aquel día llevaba un pantalón vaquero y una blusa blanca, nada del otro mundo, pero aquel tío no paraba de mirarme embelesado.

Debe ser usted el productor, vamos nuestro guía ¿no? – Dijo Fernando saliendo en mi ayuda inmediatamente – Hola soy Fernando y ella es mi compañera, a la que ya conoce... ¿Qué tal?. ¿Quiere tomar un café?

Si porque no... Perdóneme – dijo el hombre en tono conciliador – pero no esperaba que mandara una mujer como usted... me la imaginaba de otra manera... ya sabe – dijo justificándose – pues no se, ya sabe de otra manera – acabó haciendo gestos con las manos...

¿Como?. ¿Cómo era la persona que se esperaba? – dije visiblemente mosqueada –

Bueno bueno, no pasa nada, el caso es que estamos aquí y ya está. Tenemos que ponernos a trabajar y sin problemas – volvió a terciar Fernando – nos han dicho que es muy importante el reportaje ¿no?

Si así es. Es fundamental que salga chulo porque no están metiendo presión por todos los lados. Por eso me han contratado a mí como guía... para que les lleve por el Festival – Ya mucho más relajado el productor siguió hablando – Me dedico a producir películas..., digamos eróticas. Tengo muchos contactos en la industria y puedo serles muy útil – dijo mirándome a mi...

Ok, necesitaremos a alguien que nos mueva por el ambiente y nos presente a la gente, a los actores, directores y demás... – le contesté lo más seca que pude –

El productor se río entre dientes y asintió. Después la conversación fue tornándose más tranquila y al tiempo que pasábamos con él, he de decir que me parecía menos repugnante. Digamos que empezábamos a soportarnos... Así después de una hora y algo charlando y tomando cañas, le preguntamos donde ir por la noche a cenar y tomar unas copas. Nos recomendó un lugar en una de las calles perpendiculares a las Ramblas y se ofreció gentilmente a acompañarnos. Puesto que dijo que conocía al dueño, y viendo que tal vez, la atención que nos daría pudiera ser mejor aceptamos.

Quedamos con él un par de horas más tarde y a eso de las diez y media estábamos cenando. La verdad es que el restaurante estaba bastante bien. Bien decorado, con estilo, la atención fenomenal y la comida muy buena. Además, era verdad que el productor conocía al dueño, porque tras una pequeña conversación con él nos trajo el mejor vino. Sin embargo, y aunque la conversación era fluida y cada vez más cordial, había algo en él que no acababa de gustarme. Me miraba con ojos de felino cuando charlaba directamente con él. Tenía seguridad en su mirada y a pesar de su aspecto físico se le notaba que controlaba las situaciones.

Además, yo para salir esa noche me había puesto un vestido de flores de tirantes, estilo hippy, un poco por encima de mis rodillas. Era de color azul clarito. Como abrigo, tan solo una cazadora vaquera. Aquel modelo yo sabía que me hacía bien, pero al juzgar con los ojos que me miraba aquel individuo cada vez que me hablaba debía de favorecerme bastante.

Eso no me hacía sentirme cómoda del todo aunque he de reconocer en contra de mi voluntad que también en cierto modo, me atraía algo aquel hombre. A todas las mujeres les gusta sentirse deseadas y yo no soy una excepción. Y mientras, Fernando se le veía cada vez más compenetrado con aquel hombre. No paraban de reír y de bromear y cada vez más bebidos los dos. En ese ambiente discurrió la cena, hasta que después de que pagará Felipe Do Gaosso, aquel enigmático productor de películas, decidimos abandonar el restaurante.

Eran ya cerca de las doce de la noche cuando nos llevó hasta un local de los llamado de moda en la ciudad de Barcelona. Era una discoteca muy grande, con varios pisos y ambientes, de esas de camareros y camareros espectaculares y gogo’s moviendo su cuerpo ligeros de ropa al compás de la música. Nos pidió nuestras respectivas bebidas y seguimos charlando. En un momento determinado, mientras Fernando miraba embelesado a una de las chicas que estaba bailando, el productor le soltó:

¿Qué? ¿Te gusta? – le dijo señalándole con el mentón a la bailarina.

¿Cómo? – respondió embelesado Fernando.

¿Que si te gusta la zorrita que está bailando?. Es guapa ¿eh?. Pues se llama Danka, es checa y tiene 22 años... y un culo de infarto – dijo con aire de superioridad.

Hombre, la verdad es que si que está buena si...

¿Y tu como sabes todo eso? – le pregunte yo todo borde cortando a Fernando.

Porque ella ha trabajado para mi en alguna que otra película – me dijo clavando sus ojos en mi, aquellos ojos que tanto me inquietaban – y no veas como chupa la polla, y como se mueve cuando se la meten por el culo... es toda una joya – soltó jocosamente dando un codazo como de complicidad a Fernando que se rió casi sin querer –

Venga ya coño, no seas chulo... ¿cómo una chica como esa podría dejarse follar?... si podría ser modelo – le contesté yo intentando ponerle mi mirada más dura.

Ayyyy mi niña... lo que tienes que aprender de este mundo. El dinero mueve montañas y casi, casi todo lo compra y puede con ello – me contestó en tono paternalista...

¡Qué cojones me quieres decir con eso! – le contesté visiblemente alterada y fuera de mis casillas.

Ehhh no te pongas así monilla de cara. No te excites jajajaja. Sólo digo que hay mucha gente que por dinero es capaz de hacer cualquier cosa... incluido follar – rió seguro dando otro golpecito a Fernando, que a estas alturas ya le reía todas las gracias.

¡Qué dices tío! ¡Estás loco, ni de coña!.No todo el mundo tiene un precio – le dije totalmente seria.

¿No?. ¿De verdad estás segura de esto?. Yo creo que si monada. Mira yo ahora mismo ofrezco 6.000 euros... ¿has oído bien? – dijo mirándome serio a los ojos – Seis mil euros y hay gente en esta discoteca que está loca por follar conmigo o hacer una película...

¡¡Vamos hombre ni de coña!!. Ante todo está la dignidad humana, la dignidad de la persona...

Pero que cojones, que dignidad ni que leches. El mundo lo mueve el dinero... y es un dinero fácil, seis mil por una o dos horas no se gana tan fácilmente. Y total solo tienes que abrir tus piernas – me dijo totalmente serio – Además – y esto lo dijo mirándome llegándome hasta las entrañas – no te olvides que también hay un alto contenido de morbo en todas... vosotrasssss – terminó arrastrando la s final y recalcando el vosotras...

Dios, me miró tan a los ojos, con tal seguridad que no supe que contestar. En este momento la conversación había subido tanto de tono, que de repente se hizo un silencio incómodo entre los tres. Sólo se oía la música, mientras que a lo lejos seguía la bailarina bailando.

El brasileño, sonrió, me echó una mirada cómplice y bebió de su copa. Yo no pude salvo bajar la mirada... no se porque pero aquel hombre me podía. A mi, a una mujer hecha y derecha que no temía nada y que no tenia miedo de enfrentarse a nada. Me podía, había algo en él, en su personalidad, en lo que decía... que me derrotaba.

Mientras Fernando seguía embobado mirando a la bailarina checa. La verdad es que la chica tenía un cuerpo de infarto y sabía moverlo muy bien. En ese momento, con un movimiento casi imperceptible, el productor llamó a la joven que sin dudarlo bajó hasta nosotros. Cuando llegó a su altura le besó en los labios sonriendo ampliamente, dejando a la luz una magnífica dentadura. Do Gaosso le dijo algo suavemente al oído, al tiempo que sacaba su cartera. Extrajo de ella un billete de cien euros y se lo dio a aquella rubia de ojos azules, que sin dudarlo se lo guardó en el minúsculo top que apenas le tapaba sus dos grandes pechos.

Sin mediar palabra, se acercó adonde Fernando y empezó a acariciarle el pecho por encima de la camiseta. Enseguida le metió la mano por debajo y empezó a acariciarle los pezones. Con la otra mano, con una habilidad endiablada le tocó el paquete, a estas alturas de un tamaño considerable. Sin importarle en absoluto que estuviéramos en la barra y pudiera vernos alguien le bajó la bragueta y se la sacó. Empezó a hacerle una paja lentamente como una auténtica profesional mientras besaba las orejas de mi compañero, que en este momento ya estaba en el séptimo cielo.

Yo me había quedado petrificada ante la situación. Jamás había visto algo igual. No me podía imaginar a Fernando siendo masturbado por una mujer como aquella. Tenía la mirada fija en la escena que estaba viendo y lo peor es que no sabía como reaccionar. En ese momento, casi de manera imperceptible noté la presencia del productor brasileño detrás de mi... Su aliento le delataba...

¿ Ves monada como el dinero todo lo puede? – me dijo susurrándome muy cerca del oído, provocándome un escalofrío... – Y apuesto a que ahora estás tremendamente excitada con la situación...

Yo estaba petrificada no sabía que hacer. Por primera vez desde que empecé mi carrera de periodista me había quedado sin capacidad de reacción. Mis piernas no me iban y mis muslos me temblaban. Y lo peor de todo es que aquella situación comenzaba a excitarme...

A juzgar como se te están poniendo los pezones de duros, creo que te está empezando a gustar demasiado ver como esta preciosidad chupa la polla a tu compañero... y seguro que además te estás mojando y mucho... – y de repente empezó a subir lentamente su mano por mi falda hasta llegar con mucha suavidad hasta mis bragas.

Intenté resistirme. Pero era como si algo me tuviera atada a aquel suelo. No podía reaccionar, aun sintiendo el aliento de aquel cerdo en mi cuello. En un visto y no visto consiguió meter su otra mano por el lateral del vestido, cogiendo la tira de mi tanga. Con una mano en cada lado tiró de él hacía arriba haciendo que la telilla se metiera en mi coño, ya totalmente húmedo. El muy cabrón no hacía nada. No me tocaba nada, solo subía y bajaba el tanga metiéndolo en el coño mientras los dos mirábamos como la checa estaba haciéndole una mamada de campeonato a Fernando.

De repente Fernando abrió los ojos, y se encontró con mi mirada toda excitada. Sonrió ampliamente y se cruzó un gesto de afirmación con el productor, colocado detrás de mi y con las manos metidas debajo de mi falda. Rápidamente, deslizo sus manos con mi tanga hacía abajo y en un movimiento casi imperceptible me quitó las bragas. Yo no puse ningún impedimento, al revés, subí la pierna para dejar que me las quitara con más facilidad.

El muy puerco las agarró con la mano y se las llevó a la cara. Las olió y me las enseñó. Estaban muy mojadas fruto de mi alto grado de excitación. Se rió delante de mi, guiñándome un ojo en sentido de complicidad. En seguida y con naturalidad hizo otro gesto y en un abrir y cerrar de ojos apareció ante mi un chico joven de unos 22 o 23 años con un cuerpo espectacular. Tenía un cuerpo perfecto y además era guapo, muy guapo. Sólo vestía un tanga que apenas le tapaba su paquete, que por cierto se antojaba de gran tamaño, y una pajarita. Ante un comentario al oído del brasileño, sonrió y andando pausadamente se me acercó mi colocándoseme detrás.

Suavemente empezó a besarme el cuello y los lóbulos de las orejas. Lentamente con sus manos empezó a acariciarme el tronco, subiéndome lentamente el vestido hasta conseguir meter sus manos en mi culo, Empezó a manosearlo tranquilamente, acariciando todas las partes erógenas de mi cuerpo. Me estaba empezando a excitar muy muy seriamente, más de lo que debería. Y encima a él tampoco le disgustaba, a tenor por lo que empezaba a crecerle entre las piernas...

En pleno camino hacia el éxtasis abrí los ojos y mi mirada se cruzó con la del productor brasileño. Giré la cabeza y vi a Fernando empujando por la cabellera a la bailarina que con mucho esfuerzo conseguía tragarse la polla de mi compañero. En ese momento Fernando cruzó un vistazo conmigo y como si fuera un estímulo más excitante aún verme en aquella situación descargó brutalmente un enorme chorro de semen dentro de la boca de aquella joven que hizo todo lo posible por no tragárselo.

En ese preciso instante el ver aquella salvaje corrida fue como un revulsivo para mi. Volví a mi pleno estado de consciencia y recordé como estaba. En una discoteca, en un apartado oscuro, si, pero en un lugar público, sin bragas, excitadísima y con un maromo impresionante acariciándome llevándome hasta los confines del placer. Sin embargo, no se como ni porque decidí parar. Le miré fijamente a los ojos a aquel chico, que por cierto ya estaba desnudo, le di un empujón casi haciéndole caer, cogí mi bolso, que estaba en el suelo, me puse mi chaqueta vaquera y armándome de valor salí corriendo por la puerta ante la mirada sorprendida de muchos clientes.

El respirar el aire puro de la calle fue como un aliento de vida para mi. Estaba sudada pero lo que es peor, estaba mojada, excitada. Me había excitado mucho con aquella escena y por poco me había dejado follar allí mismo. Había estado a punto de cometer una locura, una grave tontería... No dejaba de darle vueltas a la situación. Como habíamos llegado a eso, y delante además de aquel desgraciado salido y cerdo.

En esos pensamientos estaba cuando enseguida afortunadamente paró un taxi. Lo cogí, me senté en el asiento de detrás y di la dirección del hotel, profundamente confundida... En mis pensamientos estaba dando vueltas a todo, mirando por la ventanilla que el camino de vuelta se me hizo cortísimo. En apenas cuarto de hora estaba en mi destino. Pagué al taxista, salí como pude y me dirigí a la puerta... pero de repente un frío viento me subió por las piernas hasta mi coño... y fue entonces cuando me acorde que... ¡¡no llevaba el tanga!!