Feminizado y emputecido (3)

Termino, por primera vez, con todos mis agujeros llenos de polla.

Escribí éste relato por orden de AMODECROSS, que hace tiempo tuvo a bien imponerme la tarea de publicar una serie de relatos, cada cual «más humillante, depravado y guarro».

A media mañana del lunes, me acerco al mostrador de una conocida cadena de hoteles baratos arrastrando tras de mí una maleta semivacía que contiene, únicamente, un vestido corto de punto de color gris que perteneció a la hermana de mi novia, mis adorados tacones, mi nueva peluca, máscara de pestañas, sombra de ojos, base de maquillaje en barra y un lápiz de labios de color rojo intenso. Podría haber metido todo en una mochila, pero quiero dar la imagen de un cliente normal, no de una puta sumisa que corre al encuentro de su macho, y de una amiga, en un picadero.

He pedido habitación para una noche, la reserva mínima, aunque tenga que estar de vuelta en casa antes de las seis de la tarde para no tener que responder preguntas incómodas de mi pareja. Ya pensaré con qué cara abandono la habitación antes de tiempo, sin haber pasado la noche en el hotel.

Una vez comprobada mi reserva, la chica de recepción me entrega la tarjeta de la habitación. Me he puesto bastante nervioso, algo para nada inesperado, a pesar de mis esfuerzos por actuar con naturalidad, pero una vez superado el mal trago encamino mis pasos al ascensor mientras el tanga que llevo puesto bajo mi ropa me viola el culo a cada paso.

La habitación es sorprendentemente luminosa, con un diseño sencillo y moderno. No demasiado grande, pero con cama doble.

No hay mucho más que ver, de modo que me quito la ropa en primer lugar, quedándome únicamente con el tanga y los pantis negros con aberturas. Abro la maleta para sacar el resto de mis cosas antes de ponerme el vestido gris, que apenas llega hasta medio muslo haciendo que mis piernas, rematadas por unos tacones de once centímetros, se vean larguísimas.

Vestirme me lleva apenas un par de minutos, pero ahora tengo que maquillarme, algo bastante más complicado.

Empiezo disimulando la sombra de la barba con una base de maquillaje en barra que he leído se utiliza en teatro. Me he afeitado a conciencia para la ocasión, de modo que la base de maquillaje hace su función a la perfección.

Luego aplico la máscara de pestañas, mientras pienso en todas las veces que mi novia me ha dicho que envidia mis largas pestañas. La máscara potencia su aspecto, alargándolas aún más y proporcionando volumen extra. Me gustaría hacerme la sombra de ojos, pero me resulta imposible, ya que me tiembla el pulso e incluso me cuesta mantener los ojos abiertos cada vez que intento utilizar el lápiz para pintar por dentro del ojo, tanto la parte de arriba como la de abajo.

Termino de maquillarme aplicando el labial, de dentro hacia fuera, como he leído que debe hacerse, para a continuación presionar los labios como he visto hacer tantas veces en la tele.

Por último, me coloco la peluca, maravillosa, que he llevado puesta cada minuto que he tenido ocasión desde que la trajo el servicio de mensajería. El mero gesto de apartar un mechón de cabello de mi rostro me hace sentir muy femenina, de modo que apenas echo de menos la máscara de spandex a pesar de que me encanta no solo su tacto, sino también lo que representa.

He perdido la noción del tiempo que llevo maquillándome, pero el resultado, aun pudiendo ser infinitamente mejor, merece la pena. El espejo me devuelve una imagen muy aproximada a lo que siempre he deseado, una morena con mechas color caramelo, de ojos castaños, con pestañas larguísimas y unos labios rojos y carnosos prestos a devorar polla.

Satisfecho, envío sendos mensajes siguiendo las instrucciones que me impartió AMODECROSS.

Espero recostado en la cama, con la televisión encendida, en un estado entre el nerviosismo y la excitación, admirando mis piernas sin apenas prestar atención a la pantalla.

Repentinamente, me sobresalta el móvil con un mensaje de Daniela confirmando que está abajo, aunque intuyo que no trata tanto de avisarme de su llegada como de asegurarse de que no me lo he pensado mejor, escabulléndome.

Le contesto que estoy esperando e, inmediatamente, me sitúo junto a la puerta, impaciente, arreglándome el vestido mientras espero a que llame a la puerta para abrir.

Escucho el ascensor y luego unos pasos acercándose, que se detienen ante mi puerta antes de picar suavemente con los nudillos.

Nervioso, abro la puerta a Daniel, el alter ego de mi amiga Daniela. He disfrutado no pocas veces de la visión de su polla por cam, pero es la primera vez que nos vemos en persona, de modo que ninguno de los dos sabe muy bien cómo actuar.

Finalmente, es Daniel quien toma la iniciativa saludándome con sendos besos en la mejilla. A pesar de que uno de mis límites siempre ha sido no besar a nadie que no sea mi novia, me ha gustado intercambiar besos en la mejilla vestido de mujer, e incluso creo que me he sonrojado un poco.

—Menudo polvazo tienes —dice tan pronto como cierro la puerta a nuestras espaldas.

—Gracias —respondo turbado al percatarme de que muestra una erección más que evidente bajo el pantalón.

—Quédate conmigo mientras me visto, así rompemos el hielo —dice mientras se desnuda en medio de la habitación sin ningún reparo.

No puedo apartar la mirada de su polla hasta que, finalmente, salgo de mi ensimismamiento cuando ésta desaparece, solo parcialmente, tras un diminuto tanga de encaje morado. Completa el conjunto con un corpiño a juego, medias negras autoadhesivas con encaje ancho en la parte superior, una minifalda tableada de color gris que parece de colegiala e, imprescindibles, unos taconazos de color negro que combinan con su collar de perra.

—¿Qué te parece? —pregunta mientras termina de ponerse una larga peluca morena que parece comprada en un chino.

—Me encanta la mini.

—La peluca es un poco cutre, casi nunca me la pongo —señala.

—Te queda bien —digo por compromiso ya que, en realidad, no hay comparación posible con la mía.

Del brazo, como dos buenas amigas, caminamos hacia el espejo para mirarnos.

—¿Podrías maquillarme? —pregunta—. Yo no tengo maquillaje ni tampoco mucha práctica, solo me he pintado un par de veces los labios para mamar polla.

—Claro —respondo a pesar de que me desagrada la idea de compartir el pintalabios, como también besar en la boca o comer polla sin condón, pero hago una excepción por no tener que decirle que no. Además, un lápiz de labios tampoco es tan caro, por menos de dos euros puedo comprar otro.

Un poco nervioso, trato de aplicar la máscara de pestañas lo mejor que puedo teniendo en cuenta que no pierde el tiempo en aprovechar para magrearme, metiendo una mano entre mis piernas por debajo del vestido. Pero pronto pasa a ser una tarea imposible cuando siento como con un dedo aparta mi tanga.

—Ensalívamelos —dice llevando su otra mano hasta mis labios, apoyando la yema de los dedos corazón e índice en ellos hasta que, inconscientemente, entreabro ligeramente la boca.

Poco a poco, me mete los dedos en la boca, casi sin darme cuenta, mientras intento volver a concentrar mi atención en el maquillaje, hasta que finalmente cedo chupando ambos dedos con deleite como haría una colegiala con un chupa-chups.

—Que puta eres, guapa —dice sacando uno a uno los dedos de mi boca mientras los despido, también uno por uno, primero con la lengua y luego con mis labios bien humedecidos.

Caliente como una perra, separo ligeramente las piernas para facilitar la penetración, primero con el índice, follándome el culo con facilidad, antes de introducir también el dedo corazón en mi cada vez más dilatado culo.

—Para —suplico—. Tengo que terminar de maquillarte.

Al final solo he podido aplicar la máscara de pestañas, de modo que, cuando deja de juguetear con mi culo, me limito a pintar sus labios de rojo putón. No tenemos tiempo para mucho más.

—Siento no haber podido hacer un mejor trabajo, aunque tampoco me lo has puesto fácil, puta —bromeo.

Aún nos estamos riendo cuando pican a la puerta.

Apresuradamente, abro la puerta mientras me arreglo, nervioso pero excitado por el inminente reencuentro con mi AMO.

—Hola, perritas —saluda—. Me gusta lo que veo —añade tras una pausa mientras nos mira de arriba abajo como a meros objetos—. Daros una vuelta sobre vosotras mismas, quiero ver lo bien que camináis con los tacones —ordena.

Me excito con solo escuchar el sonido de los tacones mientras giro sobre mí mismo.

Apenas he dado media vuelta cuando siento su respiración en mi nuca, rozando con su polla en mi culo, que automáticamente se acomoda a ella. Excitado, puedo ver como alarga la mano para magrear el culo de Daniela mientras me besa el cuello.

—¿Habéis sido buenas en mi ausencia? —pregunta.

—Daniela ha jugado con sus dedos en mi culo, AMO —confieso tras un fugaz intercambio de miradas con Daniela.

—Así es —confirma ella.

—De rodillas, perras —ordena con semblante serio apartando su mirada de mí, haciendo que me sienta realmente mal.

Ignorándome por completo se coloca ante Daniela, restregándole la bragueta por su cara.

—Chúpamela, zorra.

De rodillas, a escasos centímetros de la entrepierna de mi AMO, puedo ver como Daniela obedece sin perder tiempo, engullendo con evidente satisfacción, sin condón ni nada, la polla de mi AMO.

«Será puta» , pienso molesto. Por si fuera poco, tengo la impresión de que de vez en cuando me mira de reojo con suficiencia, como regodeándose de que ahora esa polla es solo suya.

—¿Hoy me la vas a chupar a pelo, puta? —pregunta mi AMO mirándome.

—Lo siento, AMO —respondo a riesgo de decepcionarle aún más—, aún no me atrevo.

—Está bien —asiente mientras me mira fijamente—, pero tarde o temprano tendrás que hacerlo.

—Sí, AMO —respondo, consciente de que pretende sobrepasar todos mis límites, sin prisa pero sin pausa.

—Estoy sano, siempre cuido de mis perras —añade.

No digo nada mientras mantengo la cabeza gacha, decepcionado conmigo mismo por fallar a mi AMO una vez tras otra. No importa que ÉL conociera mis límites desde el primer día, la sensación es devastadora.

—Anímate —interviene Daniela sacándose la polla de la boca—, verás cómo te gusta y no querrás volver a chupar polla con condón.

¡PLAS! El ruido me hace levantar la vista del suelo. Mi AMO le ha propinado una sonora bofetada a Daniela.

—¿Te he dicho en algún momento que dejaras de mamar, puta?

—Lo siento —responde Daniela con la mejilla marcada para, sin dilación, volver a meterse la polla de mi AMO en la boca.

—Lámeme los huevos, puta —ordena mi AMO mientras me mira fijamente—. ¿O tampoco harás eso por mí?

Esta vez no pienso fallar a mi AMO. Daniela y yo compartimos nuestra primera polla; mientras ella engulle rabo con ganas, yo lamo con devoción los peludos huevos de mi AMO.

—Desnúdame, Daniela —ordena tras un rato, aparentemente satisfecho.

Daniela deja de mamar inmediatamente para desvestir a mi AMO. Cuando termina de hacerlo, dobla la ropa y la deja colocada.

—Quitaos la ropa menos el tanga, las medias y los tacones, luego poneros a cuatro patas sobre la cama —ordena—, YA.

Obedecemos con prontitud, mientras advierto que se acerca a mí con las pinzas en una mano y las esposas en otra.

—No te mereces estar cómoda, perra —susurra a mi oído mientras me pinza los pezones y me esposa las manos a la espalda.

Encima de la cama, con el culo en pompa, hasta dos insignificantes perras como nosotras sabemos que viene a continuación.

¡ZAS! Reprimo un grito de dolor cuando descarga su mano sobre mi trasero. Me llevo todavía un par de cachetadas más antes de que empiece a repartir los golpes, de manera desigual, entre mis nalgas y las de Daniela.

—Gracias, AMO —gimoteo cuando da por finalizado el castigo.

—Dilátale el culo a mi perra, Daniela —ordena mi AMO mientras me da una palmadita, casi diría que afectuosa, en mi enrojecido trasero, haciéndome creer que esta vez me he comportado como espera de mí.

Daniela se pone a cuatro patas tras de mí antes de empezar a lamerme el culo apartando mi tanga con la mano.

Mi primera lamida de culo me hace enloquecer.

—Mira como disfruta la muy puta —señala mi AMO dirigiéndose a Daniela—. ¿Te puedes creer que también le da reparo lamer culos?

No contesta, centrando toda su atención en mi culo.

—Esta perra necesita mucho adiestramiento, pero me gustan los retos —continúa mi AMO—. No tardará mucho en arrastrarse ante mí por el privilegio de lamerme los pies o saborear mi leche.

Nadie dice nada, puesto que Daniela continúa follándome el culo con la lengua mientras que yo me abandono al placer.

—Daniela, ponte un condón —interrumpe mi AMO—, esta puta debería mostrarse agradecida contigo.

No tardo mucho en engullir la segunda polla de mi vida, realmente agradecido, mientras mantengo el culo en pompa. Sin poder apoyar las manos la postura es ciertamente incómoda, pero la excitación compensa todo lo demás.

Mientras, mi AMO ha terminado de ponerse un condón, tomándome de las caderas mientras me preparo para recibir su polla en mi culo.

—Te voy a romper el culo por mala puta —dice con tanta frialdad que me asusta. Es evidente que no ha olvidado mis recientes negativas a someterme por completo.

Apenas termina de hablar cuando me embiste con brusquedad, haciendo inútil la lamida de culo de Daniela o mi entrenamiento particular con mi pequeño consolador.

De un solo empujón me penetra por completo mientras Daniela aprovecha el momento para clavármela hasta la garganta, de modo que de la comisura de mis labios gotea incesante mi saliva mientras gruesos lagrimones recorren mi cara corriendo el rímel.

A pesar de todo, estoy lleno de polla como siempre he soñado, de modo que me abandono, arqueando la espalda como una puta, mientras mi AMO acelera el ritmo.

—¡Qué ganas tengo de correrme en tu culo para que sientas como gotea mi semen por tus muslos, puta! —grita mi AMO mientras me folla—. ¡Tengo la intención de preñarte pronto, perra!

Me corro inmediatamente con todos mis agujeros llenos de polla, sin poder evitarlo, manchando las sábanas.

Me he corrido sin su consentimiento, pero mi AMO parece no percatarse de ello puesto que continúa bombeando sin descanso mientras siento sus huevos golpeando contra mi culo con cada embestida.

—¡De rodillas, putas! —ordena a punto de estallar.

Como buenamente puedo me doy la vuelta de rodillas, exhausto, sin poder ayudarme de las manos, manchándome las medias con la leche que he derramado hace un momento sobre las sábanas.

Mi AMO se quita el condón sin dejar de masturbarse mientras espera a que me coloque al lado de Daniela, de rodillas como ha ordenado. Entonces se corre, dirigiendo abundantes chorretones sobre nuestras caras, terminando de estropear mi maltrecho maquillaje además de manchar nuestras pelucas.

Las piernas me tiemblan cuando finalmente nos autoriza a levantarnos, manteniéndome a duras penas sobre los tacones, mientras el semen de mi AMO gotea por mi cara.

—¿Y eso? —pregunta mi AMO, frunciendo el ceño, al percatarse de las manchas en mis medias.

—Me he corrido, AMO —confieso avergonzado en vez de intentar mentir diciendo que me he manchado con su corrida.

—¿Y tú? —pregunta a Daniela.

—Yo no.

—Eso no es justo —apunta—. ¿Qué te gustaría hacer con esta puta inútil?

—Me gustaría mucho ver como se clava ella misma mi polla.

Parpadeo incrédulo. La muy puta se ha propuesto metérmela a toda costa.

—Me parece bien, adelante —asiente—. Y a ti ni se te ocurra volver correrte sin permiso —advierte serio, señalándome con el dedo, antes de quitarme las esposas.

Me masajeo las muñecas mientras Daniela coge una toalla del baño que extiende en el suelo antes de tumbarse sobre ella. Parece evidente que no quiere que me quite los tacones, puesto que en el colchón sería casi imposible follarme yo mismo, en cuclillas, con ellos puestos.

—Vamos, puta —sonríe con malicia mientras se pone otro condón—, hace mucho que tengo ganas de clavarte la polla.

«En realidad me la voy a clavar yo sola, puta» , pienso. «Me voy a empalar yo misma» . Este último pensamiento me provoca un escalofrío de excitación.

Me acerco con una seguridad que nunca he experimentado antes, caminando sobre mis tacones mientras muevo las caderas como una auténtica hembra devorahombres. Me pongo en posición, aún de pie, de espaldas a Daniela para que pueda disfrutar de la visión de mi culo mientras me follo yo misma. Empiezo a descender lentamente buscando su polla, con mis piernas descansando firmemente sobre mis tacones. Ya tendré tiempo de preocuparme de las agujetas.

Ya completamente en cuclillas, busco su polla con la mano izquierda mientras con la derecha hago a un lado el tanga. Me muevo ligeramente, acomodándomela, antes de clavármela con decisión. Sin duda nací para recibir polla.

La cadena que une las pinzas de mis pezones baila, al igual que mi polla, cada vez que me dejo caer sobre la polla de Daniela. Gimo para mi AMO, sin apartar mis ojos de los suyos. Me esfuerzo por parecer la más puta de las putas.

—¡Me corroooooo! —anuncia Daniela con un grito ahogado.

Mi AMO asiente, dando su permiso, casi imperceptiblemente, sin dejar de mirarme.

Siento como Daniela se corre abundantemente en mi interior, entre espasmos, llenando el condón, mientras mi AMO no pierde detalle de como continúo follándome. No me ha dicho que pare.

—Córrete, puta —ordena.

Me corro de nuevo, realmente agradecido a mi AMO, salpicando el suelo y manchando la puntera del tacón derecho.

—Ahora limpia este desastre, perra —advierte.

Emputecido, completamente desatado, me pongo a cuatro patas. Primero doblo la pierna hacia arriba, con una pose muy femenina, mientras con la mano derecha me quitó el tacón manchado. Empiezo a lamer el tacón para pronto chuparlo como si fuera una polla mientras cierro los ojos, antes de abrirlos de nuevo para, siempre mirando a los ojos de mi AMO, lamer mi leche de la puntera.

Vuelvo a repetir la misma pose, con la pierna doblada, para volver a ponerme el tacón una vez limpio antes de, nuevamente sin apartar la mirada de mi AMO, agachar la cabeza para empezar a lamer la leche que he derramado en el suelo, de forma que se vea bien como la recojo con mi lengua. Me relamo mientras ronroneo como una gatita cada vez que me llevo la leche a la boca.

Ciertamente, no me sabe a castigo.