Feminizado (version definitiva)

La historia de un joven que es transformado en mujer por su novia.

1)

Mi nombre es Gabriel pero me dicen Gabi.

Cuando tenía 17 años me puse de novio con una chica de catorce llamada Silvina que era hermosísima.

Era rubia con el pelo largo enrulado, la piel ligeramente bronceada y una figura espléndida.

Si bien era muy desinhibida todavía era casi una nena y tenía un look un tanto naif, yo me avoqué a convertirla en una mujer provocativa.

Lo primero que hice fue decirle hasta el cansancio que me excitaban mucho las chicas vestidas con minifalda, hasta que, un día vino a buscarme con una pollerita de jean cortita que le calzaba perfecta, dejando a la luz sus morenas y bien torneadas piernas.

Había empezado mi obra, gocé mucho esa noche viendo como otros chicos se estimulaban mirando como yo le acariciaba las piernas y resbalaba mis manos sobre su suavidad.-

La verdad es que mientras se las acariciaba, me gustaba imaginarme que eran mis propias piernas.

De a poco le fui comprando ropa mas y más provocativa, polleras cada vez mas cortas, blusas escotadas, le regalé sus primeros tacos altos, la incentivé para que usara maquillaje atrevido, y cada vez que le obsequiaba una prenda nueva, le decía que era como si me lo regalara a mi mismo.

A decir verdad eso era algo cierto, porque yo me proyectaba en ella como si fuera yo mismo esa diosa que todos ansiaban poseer.

Cuando salía a la calle con ella, disfrutaba mucho viendo como los hombres le miraban desesperados su cuerpo espectacular y su estilo tan provocativo.

Un día estábamos sentados en una fiesta, Silvina deliberadamente de piernas cruzadas para seducir a todos los varones y al lado suyo se sentó su amigo Martín.

Nunca me voy a olvidar como me excité viendo al pícaro, frotando su pierna contra las de ella, rozándolas con sus dedos en cuanto podía, y tampoco me voy a olvidar la cara de placer disimulado de ella, provocado por esa situación prohibida que parecía poderla hacer acabar.

Durante mucho tiempo me masturbé recordando esa escena.

Poco a poco ella se fue dando cuenta de que algo extraño sucedía, yo había sustituido la penetración de mi polla, por objetos que simulaban consoladores, empecé a pedirle que se colocara sobre mí para frotar su vulva contra mi cola, le hacía succionar mis dedos y fantaseaba con que ella estaba felando a otro hombre.

Una tarde que llegué sorpresivamente a la pileta de nuestro club, me encontré a Silvina, que llevaba puesto un bikini muy cavado, recostada en una lona y siendo cortejada por un muchacho que se había acomodado a su lado.

Ella no advirtió mi presencia, y eso me permitió ver como ella participaba del juego de seducción del chico, sonriéndole y colocándose muy cerca de él para que este se derritiera de deseos.

Era evidente que ella misma estaba muy cachonda con él y se puso lívida cuando me acerqué a saludarla como si nada sucediera.

Como a mi mismo me había estimulado esa situación, cuando fuimos a su casa le hice vendarse los ojos y la masturbé introduciéndole un dedo en la vulva, haciéndole imaginarse que estaba follando con el muchacho de la pileta.

Ella se retorcía de placer, evidentemente gozaba mucho con esa historia, y acabó gimiendo como nunca mientras yo disfrutaba imaginándome que ella me ponía los cuernos, sin alcanzar a entender porque algo tan perverso me excitaba tanto .

Una noche, ella me propuso un "juego": se desvestiría y yo debería vestirme con sus ropas para tener sexo como dos chicas.

La idea me encantó y así a medida que Silvina se iba desvistiendo, me puse su panty, su corpiño, sus medias de nylon color piel, su pollerita rosa muy cortita, un sweater de lana blanco, y sus zapatos de taco alto blancos.

Silvina me maquilló con un rouge bien colorado, me delineo y pintó las pestañas. Cuando consideró que estaba "lista", me hizo sentar en una silla, sacó de su cartera una revista de físico culturistas repleta de hombres hermosos con cuerpos perfectos, la puso en mis manos y me obligó a hojearla, mientras ella se colocó detrás de mí y comenzó a frotarme la minifalda en la zona de la polla.

No puedo describir lo excitante que resultaba el que mi novia me feminizara y me hiciera gozar de la misma forma que lo hacía ella como mujer.

Silvina me estaba dispensando el mismo trato que le había brindado yo en mi rol de varón.

Vestido de esa manera, con sus estimulantes masajes y viendo las fotos de esos hombres con sus cuerpos brillantes y muy deseables, acabé como nunca lo había lo hecho manchándole sus ropitas.

Ella entonces me dijo: lo has hecho muy bien mi amor, te convertiré en una chica muy complaciente.

2)

Un fin de semana sus padres de salieron de viaje a un casamiento.

Aprovechando esa circunstancia, me instalé en su casa.

Les cuento que después de esa primera maravillosa experiencia de haberme vestido con sus ropas, a sugerencia de Silvina, me había dejado crecer el cabello por debajo de los hombros e hice una dieta estricta, por la cual estaba muy esbelto.

Apenas llegué a su casa, ella me dijo que hasta que volvieran sus padres tendríamos que convivir como dos chicas, porque esa era su fantasía y sabía que a mi me también me gustaba, para lo cual, tenía todavía que hacerme algunas cositas.

Me hizo desvestir y me embadurnó cada centímetro de mi cuerpo con crema depilatoria, mis piernas, mi pecho, todo me quedó suavecito y sin el más mínimo rastro de vello.

Después me hizo probar ropa interior de color blanco muy cavada y un baby doll del mismo color, yo no podía resistirme, porque en realidad sentía un profundo placer usando esas prendas.

Ella me dijo que tendría que caminar en puntas de pie mientras estuviera en su casa para acostumbrarme a usar luego zapatos de tacón.

Desfilé a su pedido delante de ella vestido de esa manera, por el living de su casa y se me acercó, me cruzó los brazos en torno al cuello y me besó apasionadamente.

Recorrió con sus manos mi suave piel recién depilada, me aferró los glúteos y empezó a acariciármelos hasta llegar a mi ano. Al ver mi cara de excitación, me dijo: Veo que te gusta hacer de mujercita, me tomó de la mano y me llevó a la habitación de sus padres, donde nos enredamos en un desenfrenado juego sexual. Nos acariciábamos, le felé la vagina pero cuando la quise penetrar, me dijo: Gabi las chicas no tienen polla, así que no podrás usar la tuya conmigo nunca mas, ahora tu eres una chica y por eso solo tendremos sexo como lesbianas. La besé apasionadamente y la masturbé con la mano, ella se derretía de placer.

Nadie jamás me había entendido como ella, estaba encantado con el trato que me daba y su propuesta.

3)

Esa tarde Silvina la dedicó a enseñarme secretitos de mujer.

Silvina me enseñó a maquillarme, a pintarme las uñas, a rellenarme el busto para que pareciera muy turgente, a caminar sobre tacones, a levantar los glúteos al caminar y la verdad es que nos divertimos mucho como dos amigas adolescentes.

Para la noche me dijo que me tenía preparada una sorpresa pero que tendría que lucir espléndida para recibirla.

Entonces me dijo, ahora cumplirás tu sueño, te pondrás la ropita que siempre deseaste vestir, y me dio un conjuntito que yo le había regalado para su cumpleaños, compuesto de minifalda blanca cortisima con un tajo a cada lado súper ajustada y una blusa negra muy escotada, rematado con unas sandalias blancas de tacón.

Me untó las piernas con una crema suavizante y me hizo un peinado con el cabello recogido y algunas mechas sueltas.

Cuando finalmente me vi al espejo no lo podía creer, Silvina me había transformado en toda una señorita, no había en mi un solo vestigio de masculinidad.

En eso tocaron el timbre y me sobresalté. Ella me dijo, no te asustes es mi amigo Martin que me viene a visitar, fue entonces que me percaté que ella también en el ínterin, se había vestido muy sexi con un vestidito beige cortito y escotado.

Ella le dio un fuerte abrazo y lo besó apasionadamente en la boca, lo cual me dejó atontado, era mi novia besando a otro hombre frente a su novio, transformando en señorita. La verdad es que eso, no solo no me puse celoso, sino que inclusive tengo que reconocer que me provocó una erección.

Lo que me intrigaba era saber desde cuando ellos eran tan cariñosos entre sí como se estaban mostrando ahora, o mas exactamente desde cuando yo era un humillado cornudo. Ella se sentó en su falda rodeándole el cuello con sus brazos y le dijo: Aunque no lo creas, esta señorita que nos acompaña, es mi noviecito Gabi, al que le gusta vestirse de mujercita.

Para disimular le dije era mentira y que en realidad estábamos probando un disfraz para una fiesta, pero era obvio que él ya sabía la verdad, yo era una auténtica mariquita.

Martin me miraba de arriba abajo, me devoraba con la vista las piernas mientras parecía desquitarse las ganas de acariciármelas haciéndoselo a mi novia.

En eso Silvina me dijo que tenía que animarme a salir de una buena vez a la calle vestido de señorita, así que debía ir a comprar una Coca Cola porque no tenía nada que servirle a Martín.

Al principio me negué, ya bastante me había animado a que presentarme ante el amigo de Silvina vestido de chica, como para que todo el mundo me viera así.

Mas me insistieron tanto que no pude rehusarme.

Entonces me miré en un espejo, y me dije a mi mismo, Silvina ha hecho un buen trabajo, nadie puede dudar de que soy una muchacha en verdad.

Salí por primera vez a la calle vistiendo las ropas mas sexis de mi novia, la sensación de caminar sobre tacones y sentir el viento entre mis piernas depiladas era muy estimulante.

Los hombres se daban vuelta para mirarme, hasta me piropearon, lo que me ruborizó y me hizo muy feliz.

A cada paso que daba, intentaba feminizarme mas, bambolear mis caderas, desplazarme con esa sensual cadencia de las mujeres.

Cuando volví a la casa de Silvina, ya bien acostumbrado a usar esas ceñidas y minúsculas ropas, escuché sus gemidos viniendo de la habitación de sus padres.

El cuadro que me esperaba allí me dejó descolocado, Martín se follaba a Silvina salvajemente y ella retozaba de placer.

Imaginen la escena, mi novia follada por un amigo y su novio vestido de chica se excitaba viéndolos. Mientras Martín, la bombeaba sin darle respiro, él me dijo, pasa Gabi ayudame a hacer gozar a tu novia que hace mucho que no se acuesta con un hombre de verdad.

Me senté en el borde de la cama, aferré fuertemente los brazos de Silvina, y la besé una y otra vez diciéndole cuanto la quería, mientras Martín no dejaba de penetrarla.

Después Martín nos pidió que montáramos una escena lesbi para él.

Silvina y yo nos empezamos a besar y a acariciar entre nosotras y Martín miraba fascinado.

Cuando los tres estábamos bien cachondos, Martín me dijo, ahora vas a saber lo que siente tu novia cuando me la folló, me hizo colocarme en cuatro patas, levantó mi falda, corrió mi ropa interior y me ensartó poderosamente el ano con su polla. Nunca había sido penetrado mas que con un dedo de Silvi, así que debo reconocer que al comienzo sentir un dolor indescriptible, pero al rato, ese constante bombeo, esa dulce humillación de sentirme poseído por el hombre que hacía gozar a mi novia, me volvió loco y comencé a gemir aflautando la voz, tal y como lo hacía Silvina, quien mientras nos veía se acariciaba la vulva.

Martín al mismo tiempo nos decía, ahora soy su macho y ustedes dos mis hembras, les prometo que las haré gozar tanto que se olvidarán que alguna vez fueron novios.

Yo le pedía mas y más gemía, le rogaba que nunca sacara su polla de mi, que me hiciera suya, que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de ser su mujercita pasiva y obediente y compartir la cama con él y Silvina.

4)

La madre de mi novia Silvina era una mujer muy liberal, su marido se había vuelto impotente con los años y el deseo insatisfecho la convirtió en una tigresa devoradora de hombres.

A tal extremo que más de una vez la habíamos pescado in fraganti, paseándose con otro hombre por las calles y por guardar silencio sobre ello, nos habíamos vuelto un poco cómplices.

Silvina que también había demostrado ser muy desinhibida a pesar de su corta edad, se animó a contarle aquello de que me estaba transformando en una chica.

A su madre eso no solo no la perturbó en lo más mínimo, máxime que a ella le simpatizaba más que su hija noviara con Martín que conmigo, sino que inclusive se ofreció a ayudar a convertirme en chica.

Días después de que Silvina le contara nuestro secreto su madre me telefoneó y me dijo que fuera para su casa que me había preparado una sorpresa.

Cuando llegué, Raquel, era su nombre, me hizo pasar a su cuarto y me dijo que por una cuestión de imagen, precisaba una secretaría ejecutiva que la acompañara a una reunión de trabajo muy importante y Silvina estaba imposibilitada de hacerlo porque todos sabían que era su hija.

Entonces me dijo que ella haría que yo diera con el tipo de secretaria que necesitaba.

Me pidió que me desnudara, me dió ropa interior que de tan ajustada me disimulaba perfectamente la polla y pantys de lycra negra.

Luego me hizo vestir un conjuntito de minifalda y chaleco corto negros y muy ceñidos de Silvina, que me calzaban muy bien.

Me prestó unos tacones negros suyos muy altos, me maquilló, y me prendió aros, pulseras y anillos.

Finalmente peinó mi cabello que ya entonces tenía bastante largo recogiéndome con una hebilla algunos mechones.

Al veme en el espejo, sonreí de felicidad.

Nunca pensé que algún día podría ser una mujer tan atractiva y deseable como mi novia Silvina y competir con ella en la conquista de hombres.

En la reunión de trabajo, nos esperaban un importante empresario de mediana edad, con su joven hijo, que apenas me vió quedó alelado.

Era un muchacho muy buen mozo, alto, trajeado y con un físico espectacular.

Raquel percibió que algo sucedía entre nosotros, y se apartó para conversar con el padre. Lionel, así se llamaba, trataba de seducirme con su radiante sonrisa y simpatía, yo me hacía un poco la interesante, pero al mismo tiempo apelaba a todas las armas de seducción femenina que Silvina y su madre me habían enseñado.

Me cruzaba de piernas haciendo que mi minifalda me cubriera lo menos posible, me recogía el cabello y me lo soltaba y hasta ensayé el arma de pintarme los labios frente a él.

Lionel no pudo más y me invitó a conocer su oficina y en cuanto ingresamos a esta, me tomó de la mano y me besó en la boca.

Eso fue muy estimulante, había conquistado al varón de mis sueños en pocos minutos, me sentí como nunca, desenvuelta liberada, allí mismo me arrodillé frente a él, abrí su bragueta y comencé a mamarle la polla.

Rítmicamente su enorme aparato se erectó dentro de mi boca y yo se la lamía, se la besaba desesperadamente, estaba en el éxtasis, él comenzó a aullar de placer y me llenó toda la boca con su leche, allí recordé lo que Silvina hacía conmigo y la imité, me tragué todo su semen hasta dejarle la polla bien sequita.

Cuando salimos de su oficina nos esperaban Raquel y el padre de Lionel. Raquel tenía el cabello un tanto despeinado y sus labios se habían despintado y el padre de Lionel...tenía marcas de rouge, era evidente que ellos también habían disfrutado la entrevista.

Cuando salimos Raquel me felicitó, el negocio se había concretado exitosamente. Fuimos como madre e hija a festejar a una cafetería y Silvina se nos juntó allí.

5)

Era un tanto extraño estar sentado en una cafetería con la madre de mi novia y mi novia, cual si fueramos una madre y sus dos hijas.

Raquel le contó a Silvina acerca de lo exitoso de la entrevista que habíamos mantenido hacía un rato y le dijo que había estado brillante haciendo de su secretaria ejecutiva.

Silvina me interrogó acerca de Lionel y cuando le conté lo que había sucedido en la intimidad, ella se puso muy celosa y me dijo que siempre había querido tirarse a ese tio pero este no le había dado ni la hora.

Yo entonces en un momento que su madre no nos escuchaba, le prometí que de alguna manera me las ingeniaría para que pudiera darse el gusto de ser follada por Lionel, a lo que Silvina me agradeció con un beso muy dulce en la mejilla.

Podrán imaginarse que no me resultaría muy fácil contarle a mi madre con quien aún convivía acerca de mi cambio de hábitos.

Es que a ninguna madre le fascinaría ver a su hijito transformado en una muchachita.

Silvina se ofreció a amortiguar el shock.

Para eso me dijo que era necesario que mi madre me viera absolutamente divina, para que quedara fascinada con mi imagen y satisfecha con mi cambio.

Raquel me dijo que la transformación deberíamos hacerla hasta en los más mínimos detalles.

Entonces entre Silvina y su madre Raquel, se esmeraron en travestirme mejor que nunca.

Primero Raquel me depiló cada centímetro del escaso vello que tenía.

Después subimos a su terraza y tomamos un largo baño de sol, hasta que mi piel quedó bronceada.

Cuando volvimos a su apartamento, entre ambas me limaron y pintaron las uñas de manos y pies con esmalte natural.

Raquel me tiño mi cabello de color rubio platinado que era el mismo color que tenía Silvi, después con secador de cabello y cremas, me hicieron ondas y le dieron volumen dándole un estilo salvaje, me encantó.

Silvina me prestó ropa interior blanca, rellenó mi busto y disimuló mi polla, también me prestó un vestidito suyo de color rosa con flores blancas que me dejaba la espalda y el inicio de los glúteos a la vista.

Como estaba bronceado no precisaría pantys ni más maquillaje que un brillo de labios y delineado de ojos.

Para terminar Silvina me prestó unas sandalias blancas de tacón y me puso alguna bijouterie.

Realmente había quedado muy bonita, me miraba en el espejo, con ese vestidito de Silvina tan sexi, contorneándome a cada paso por estar montada sobre esos tacones tan altos y no podía creerlo. Silvi, me palmeó la cola y me dijo que estaba lista para la guerra.

Silvi me miraba fascinada y sin duda se había puesto cachonda conmigo.

En cuanto su madre salió a hacer una diligencia, Silvina se me arrimó y comenzó a acariciarme mi espalda, luego mi cola, para terminar deslizándose por mis piernas.

Me decía que si bien gozaba mucho con Martín y otros muchachos, yo era su novio ideal y por eso quería irse a vivir conmigo, me besaba y abrazaba y así terminamos revolcándonos como dos gatas en celo.

El aire se enardeció nos besábamos desenfrenadamente, ella comenzó a succionarme la polla y yo su vulva, hicimos el "sesenta y nueve" en el suelo, hasta alcanzar un potente orgasmo.

Luego nos vestimos y salimos a enfrentar a mi madre contándole lo que ya era irreversible, mi decisión de dejar de ser Gabriel, para convertirme en Gabriela.

6)

La decisión de contarle a mi madre, que estaba transformándome en mujer, me había llevado a pedirle a mi novia Silvina que me ayudara en tal dura tarea.

Como ya lo narré, Silvina y su madre me prepararon para ello con mucho cariño y esmero, dejándome hecha una princesa.

Ya me había acostumbrado a usar ropas de chica, lo que parece muy fácil pero no lo es.

Mas de uno cree que todo se limita a vestir faldas cortas, pero hay mucho mas.

Hay que saber mostrar las piernas, caminar evitando que la minifalda se suba mas allá de los glúteos, no tropezarse con los tacones, contornearse femeninamente, avanzar como una felina, no mirar a los hombres directamente a los ojos, balancear los brazos con estilo y tantas otras cosas que mi noviecita y su madre me fueron enseñando hasta convertirme en toda una damita.

La mayoría de los travestis, habían tenido que aprender a serlo por sí mismos o ayudados por otros travestis, yo en cambio estaba siendo adoctrinado por dos mujeres espectaculares, mi novia y su madre.

Mi novia había ido sacando a la luz mi reprimida faceta mujeril, hasta transformarme en una par suya y su madre había colaborado con la experiencia de una bellísima mujer madura que debía conquistar fuera de su casa hombres que suplieran la insatisfacción sexual provocada por la desgracia de tener un marido impotente.

Nos encontrábamos Silvina y yo muy bien vestidas para ir a visitar a mi propia madre y contarle todo.

Se habrán dado cuenta a medida que avanza mi relato me resulta más difícil referirme a mi como masculino y eso también ha sido producto de mi proceso de feminización.

Como era de esperar mi madre solo reconoció a Silvina y pensó que yo era una amiga suya y que la visitábamos por cortesía.

Cuando le dije entre nervios y tartamudeos que era su hijo Gabi, ella se quedó petrificada, pareció que iba a reaccionar muy duramente, pero luego de guardar un profundo silencio me dijo:

Tengo que decirte una cosa, cuando te concebí esperaba una hija, deseaba profundamente tener una niñita y cuando te ví con tu tímida pollita, me puse muy triste. Hijo, cuando eras una criatura alguna vez te vestí con las ropas de tu prima, y te llevé de paseo como si fueras mi beba, hasta que un día tu padre se enfureció y destrozó los vestidos que te había comprado.

Desde entonces nunca más lo hice pero que ahora me digas que quieres ser mujer me hace muy feliz, por fin tendré la hija que tanto anhelé, yo te ayudaré mucho en tu transformación, cuenta conmigo y Silvina gracias por apoyarlo a Gabi, por lo que veo has hecho un gran trabajo con él, si ni siquiera su madre ha podido reconocerlo, le has extinguido todo viso de masculinidad.

7)

Silvina me propuso que nos fueramos a vivir juntas.

Ella me aseguró que podría ayudarme mejor en mi transformación si conviviamos.

La verdad es que yo tenía un poco de temor, porque me había quedado prendada de su amigo Martín que a ella no le resultaba nada indiferente.

Silvina me había confesado inclusive que él había sido su primer hombre, y que desde entonces, cada tanto habían hecho el amor inclusive cuando ella y yo eramos novios a la usanza tradicional, esto es como un hombre y una mujer.

Ante la insistencia de Silvina en que alquilaramos un apartamento, le confesé mi miedo, y ella me dijo que Martín había disfrutado mucho con ella pero también lo había hecho conmigo, según él mismo se lo había narrado, por lo que ella no tenía objeción a que lo compartiéramos e hiciéramos un trio.

Como no tenía trabajo para solventar un arriendo, la madre de Silvina me contrató como su secretaria, bajo juramento de que cada día asistiría a su oficina muy elegantemente vestida.

Gracias a eso Silvina y yo pudimos mudarnos a vivir juntas, y la experiencia fué fabulosa.

Silvina me enseñó a satisfacer a los hombres, mostrándome ella misma como debía hacerlo. Invitaba compañeros de estudios a quienes me presentaba como su novio, luego cuando ya los había calentado les decía que yo tenía el vicio de gustarme mirarla follando, y cuando ellos me lo autorizaban, me sentaba en su cuarto y veía como se entregaban al frenesí sexual.

Silvina era una joven muy ardorosa y no tenía ningún tipo de represión, se dejaba follar por delante, por detrás y por la boca con total naturalidad y pasión.

Como ella era muy hermosa no le costaba nada conquistar a los sementales mas atractivos de la empresa en la que trabajaba. Imagínense un poco la escena, yo me sentaba como si fuera una chica perversa a mirar a mi novia follando con otros hombres, gozando verla penetrada y gimiendo entregada a un semental que la cogía con todas sus fuerzas. Ver a Silvina siendo cogida por otros hombres, me fue permitiendo despojarme los celos de un hombre a quien le follan su hembra y reafirmarme como mujer, inclusive empecé a tenerle celos no del hombre que se follaba a Silvina, sino de ella, de que Silvina y no yo fuera la que estuviera siendo penetrada por un espléndido varón.

Mas de una vez acabé al mismo tiempo que Silvina llegaba al orgasmo o era salpicada de semen por el varón que la atendía.

Inclusive alguno de esos hombres me invitó a participar de la fiesta, pero Silvina me lo prohibía diciendo que ella quería que yo aprendiera a disfrutar viendo como la follaban.

Por otro lado, los hombres que follaban a Silvina delante de mi, lo hacían con el apasionado desenfreno adicional de cumplir la fantasía de ponerle los cuernos a otro hombre.

Cuantos varones han soñado follarse a la hembra de otro varón, todos, pero los que atendían a Silvi, cumplían su sueño.

Mientras la bombeaban, me decían, goza mariquita, disfruta viendo como satisfago a tu novia, mira a tu pobre noviecita que se tiene que hacer follar por otros hombres porque su novio se hizo mujercita.

Todo esto me enriqueció mucho como mujer y debo agradecérselo infinitamente.

8)

Silvina había decidido festejarle el cumpleaños a Martín en nuestro apartamento.

Como obsequio, ella quería que le ofreciéramos una noche de sexo desenfrenado.

Él le había confesado que tenía la fantasía de hacer el amor con dos hermanas gemelas y como yo me estaba pareciendo cada día mas a Silvina, con unos breves retoques quedaríamos idénticas.

Para ese entonces yo tenía 18 años y había empezado a hormonizarme con la ayuda de un amante de Raquel que era médico. Mi piel se había suavizado, mi voz aflautado y mi cuerpo se había curvilineado. Un tímido busto me estaba asomando y ya casi hacía innecesario recurrir a rellenos para formar mi figura.

Mi deseo era ser igual a Silvina, estaba obsesionado con ella, tal vez porque era un símbolo sexual, tenía la magia para excitar a un hombre con solo pasar a su lado.

Para esa noche decidimos vestirnos iguales, con unos conjuntitos de ropa interior blanca tipo conejita de Play Boy, con portaligas y corset bien de prostitutas.

Con las orejitas de conejo y los rabitos blancos estabamos simpatiquísimas.

La idea era pasar por dos rameras que dejaríamos exhausto a nuestro cliente.

Nos hicimos el mismo peinado, con los cabellos rubios revueltos como si recién acabaramos de tener sexo, los labios muy rojos y recargado maquillaje, mucha bijouterie y tacones bien altos.

Guardaríamos el secreto de quien era Gabi y quien Silvina hasta último momento.

Martín se quedó desconcertado al vernos e inclusive me dijo a mi: Hola Silvi, yo le seguí el juego.

Nos sentamos a la mesa a cenar y cuando Silvi dio la orden, las dos juntas nos arrodillamos delante de Martín que seguía comiendo, le desabrochamos la bragueta y le comenzamos a mamar la polla alternadamente.

Silvi le masajeaba con una mano el aparato mientas yo se lo succionaba y luego cambiábamos y era ella quien lo felaba.

Por momentos las dos le lamiamos al mismo tiempo su poderoso aparato que estaba duro como una piedra..

Alli estabamos, vaya parejita, los dos novios satisfaciendo como damitas obedientes a un mismo hombre.

Martín se corrió en nuestros rostros y luego le limpiamos cada gota de semen con la lengua, le acomodamos la ropa y seguimos cenando como si nada hubiera sucedido.

Después fuimos los tres juntos a la cama y nos enredamos en un festejo único.

Como le gustaba a Martín, iniciamos con un show lésbico, Silvina me hizo poner en cuatro patas y comenzó a dilatarme el ano, primero con su lenguita que hacia entrar y salir con tanta calidad, que me hacía derretir de placer.

A continuación se lubricó un dedo con saliva y comenzó a penetrarme con él, lo que a esta altura ya no le resultaba difícil porque mi ano se había acostumbrado a ser visitado.

Cuando yo estaba bien excitada, hizo colocar a Martín detrás de mi y le fue dirigiendo la polla hasta que se introdujo dentro mio.

Silvi comenzó con la habilidad que la caracterizaba, a hacer que la cabecita de la polla de Martín apenas entrara y saliera de mi ano, mientras tanto ella me separaba bien las nalgas, hasta que me excite tanto que empecé a rogarle que por favor me penetrara bien hasta el fondo.

Martín entonces, me aferró fuertemente de la cintura y me ensartó profundamente, hasta que sentí toda su enorme polla dentro de mi y le juré amor eterno.

Silvi mientras tanto tomó mi pene y me lo masajeó hasta que eyaculé al mismo tiempo que Martincito tenía su orgasmo.

Luego nos ocupamos de satisfacer a Silvina, fue mi turno de hacer entrar el pene de Martín en su vulva.

Martín la hizo poner también en cuatro patas para que yo no me pusiera celosa.

Con mi mano le fui haciendo entrar la polla de su amigo, en su muy jugosa vagina, eso era el cenit, no solo estaba mirando a mi novia cogida por otro, sino que estaba ayudando a que la follaran.

Participe estimulando a los dos, le lamía la parte de la polla de Martín que salía de la vulva de Silvi, la besaba a ella, los abrazaba y les decía cuanto los quería a los dos.

Finalmente me bebí todo el semen que Martín le había arrojado sobre el vientre a Silvi hasta dejarla bien sequita, eso fue realmente maravilloso.

Pero la verdad es que yo me estaba enamorando de Martín y estaba un poco celosa de tenerlo que compartir con Silvi.

9)

Con el tiempo mi relación con Martín se fue profundizando, venía a visitarme cuando Silvi no estaba, me traía flores, salíamos a pasear tomados de la mano, nos gustábamos y queríamos mucho.

Finalmente decidimos contarle a Silvi la verdad y ella se puso muy mal, discutimos y tuve que hacer mis maletas para irme a vivir con mi nuevo novio.

Han pasado varios años desde entonces, ahora vivimos los dos en un apartamento que él arrendó, yo soy su única mujercita.

Para poder satisfacerlo mejor, pronto me haré quitar la polla para ser una mujer íntegra y que pueda follarme también por delante.

Recibimos hace pocos días una invitación al casamiento de Silvina, quien ha decido sentar cabeza muy jovencita.

La modista me está confeccionando un vestido para esa ocasión que dejará a todos boquiabiertos.

Vivo como mujer, siento como mujer, follo como mujer, soy una mujer.-

GABRIELA THIERS

Buenos Aires, 13 de Noviembre de 2003