Feminizado en cuarentena por mi compi de piso VIII

Andrea se encierra en su habitación y busca conocerse más a sí misma navegando por internet

Finalmente noté que el cuerpo de Juan se tensaba y su polla empezaba a palpitar en mi boca, mientras esparcía chorros de semen en mi lengua. En ese momento me corrí. Tragué todo su semen y limpié bien su polla.  Después fui al baño a asearme y regresé a la cama tras colocarme de nuevo el cinturón de castidad. Volvió a besarme, estábamos agotados y además el vino nos había adormilado un poco. Nos quedamos dormidos a los pocos minutos.

Me desperté como a las seis de la mañana al sentir el cuerpo de Juan muy pegado al mío. La peluca me dificultaba dormir, no me resultaba cómoda, pero lo que me despertó fue notar su polla dura y desnuda entre mis nalgas.

Me excité mucho al sentir que estaba así por mí y froté un poco mi culo por su polla. Hasta ese momento nunca había pensado en que había otras formas de darle placer. Me imaginé tumbada en la cama, ofreciendo mi culo a Juan. Me asusté un poco, era un paso demasiado grande. Me levanté y me fui a mi cama, pero ya fue imposible conciliar el sueño.

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Capítulo 1: https://todorelatos.com/relato/168446/

Capítulo 2: https://todorelatos.com/relato/168551/

Capítulo 3: https://todorelatos.com/relato/170125/

Capítulo 4: https://todorelatos.com/relato/170249/

Capítulo 5: https://todorelatos.com/relato/172344/

Capítulo 6: https://todorelatos.com/relato/174639/

Capítulo 7: https://todorelatos.com/relato/175179/

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A la mañana siguiente no salí de mi habitación. Me avergonzaba mucho haberme comportado ayer como Andrea con mi compañero de piso y sobre todo habernos comportado como una pareja. Necesitaba un tiempo para asimilar todo aquello, pero lo peor es que estaba deseando volver a sentarme en su regazo, besarnos y sentir de nuevo su lengua en mi boca y en mi cuello.

Finalmente pasé tres días encerrado en mi habitación, saliendo simplemente al baño y a por comida cuando escuchaba que Juan estaba en el salón. No quería cruzarme con él, aunque él tocó a mi puerta un par de veces y me envió algún mensaje por whatsapp. Yo estaba encerrado en castidad, pero no quería hablar con él para pedirle la llave.

Sentía que lo que había ocurrido era algo irreal, pero hablar con él haría que todos aquellos recuerdos se asentaran como reales y no estaba preparado para eso.

El primer día me lo pasé vestido con ropa masculina, viendo algunas series en la tablet y viendo por Instagram cómo estaban viviendo otros el confinamiento. Por la tarde estuve también hablando con Marta, aunque se notaba que aún había un poco de rencor por parte de ambos. Ella no había borrado la foto de Instagram en la que salía tumbada en la cama simplemente con la parte de abajo del bikini y tapándose los pechos. Me contó que había estado en casa de David (su ex) dándose un baño en la piscina, lo cual no me hizo mucha gracia, pero tampoco podía recriminarle nada. Seguro que el muy cabrón se había matado a pajas después de estar con mi novia en la piscina.

En la noche del segundo día que pasé encerrado en mi habitación, me sentía demasiado caliente, necesitaba algo, realmente tenía ganas de continuar el juego con mi compañero, pero tampoco me sentía preparada, habíamos dado demasiados pasos en los últimos días y aunque me gustaba y excitaba mucho, por otra parte me horrorizaba. Yo era un chico heterosexual, ¿cómo podía haber ocurrido todo aquello?

Al final las ganas de volver a sentirme como Andrea pudieron más y me sentía segura en la intimidad de mi habitación. Fui al armario de mi novia y me puse unas braguitas blancas con rayas azules y con un lacito del mismo color, un sujetador a juego al que le puse relleno, un vestido blanco con un estampado a flores, unas medias blancas y unos zapatos con cuña. Me resultaban más excitantes los zapatos de tacón, pero también me sentía más inestable.

Estuve viendo un tutorial en Youtube para maquillarme correctamente y pinté también las uñas de mis manos y pies de color rojo, que me parecía el color más excitante. Después pinté mis labios a juego, no sé por qué pero me excitaba mucho pintarme lentamente los labios y ver cómo parecían ganar volumen y se volvían tan apetecibles. Por último me puse desodorante y perfume de Marta.

Me puse así vestida sentada frente al ordenador y entré en un chat con webcam en el que te muestran a alguien al azar y puedes decidir cuándo pasar a la siguiente webcam. De mí se veía simplemente desde mi cuello para abajo, hasta más o menos las rodillas.

Vi muchas pollas que pasé directamente, después un chico que parecía majo y me pidió que me diese la vuelta y levantase mi vestido para verme el culo. El chico se sacó su miembro y se empezó a masturbar, me estaba empezando a excitar un poco y balanceé mi culo para él. Se corrió a los pocos vaivenes y cerró la conexión sin avisar. Aquello me dejó muy decepcionada y estuve a punto de irme, hasta que encontré a un hombre que tendría algo más de cuarenta años. Tampoco enseñaba la cara y se le veía bastante en forma, iba con una camiseta de tirantes y empezó a hablarme de forma educada.

Estuvimos hablando de cosas intrascendentes, todo por escrito, porque me daba demasiada vergüenza hablar por el micrófono y porque tampoco quería que Juan escuchase nada. Mi nuevo amigo Roberto me comentó que estaba solo en el confinamiento y que estaba allí buscando alguien con quien poder charlar y pasar un buen rato. Me hizo sentirme muy a gusto y me trataba como toda una señorita, aunque en mi perfil aparecía el símbolo de que yo era un chico.

Yo también me abrí un poco a él y le conté que estaba algo necesitada de cariño y que era la primera vez que me mostraba así frente a un desconocido por webcam.

-Me gustaría verte mejor. ¿Qué llevas debajo de ese vestidito?

Me puse de espaldas y subí el vestido para mostrarle mi culo cubierto por mis braguitas. Me hizo girarme también para verme por delante y es ahí cuando vio cómo se marcaba en las braguitas mi cinturón de castidad.

-Vaya, vaya, menuda zorrita tenemos. ¿Dónde tienes la llave?

-La llave la tiene mi compañero de piso, es una larga historia.

-No te preocupes, tengo toda la noche y me interesa bastante.

-Bueno, es que no sé si quiero recordar todo eso.-Al final por su insistencia le conté un poco lo ocurrido durante aquellas semanas.

-¿Y desde cuándo no te quita ese cinturón?

-Hace dos días. Me dejó quitármelo mientras se la chupaba.-Recordar aquello y contárselo a un extraño me tenía a mil.-Ahora mismo si te digo la verdad es que lo volvería a hacer, creo que ahora mismo haría cualquier cosa para que me quitase esto de nuevo, porque llevo un calentón… además siento los testículos muy hinchados, en algunos momentos hasta siento dolor en la parte baja del abdomen.

-Eso es porque llevas varios días en castidad y estás continuamente excitado, necesitas descargar.

-Dime algo que no sepa…

-Bueno, hay muchas formas de darse placer. El punto G masculino está en la próstata. Muchas chicas como tú obtienen placer así, ¿nunca has jugado con tu culito?

-La verdad es que no y no sé si me sentiría cómoda.

-Nunca lo sabrás si no lo pruebas. Además si te ayudas a la vez con un vibrador en tu clítoris, seguro que puedes obtener un orgasmo aunque sea un orgasmo arruinado.-Eran demasiados términos para mí en un momento, pero lo que más me había llamado la atención es que había llamado “clítoris” a mi pene.

-Mira, sigue mis instrucciones. Quítate esas braguitas y pon las piernas encima de la mesa.-Hice lo que me decía, quedando expuesto mi rosado agujerito depilado.

-¿Tienes algo de lubricante?

-Sí, además especial para sexo anal, porque lo compré con la esperanza de que algún día mi novia cediese a darme su culo.

-¿Cómo? ¿Tienes novia? Bueno, da igual, eso me lo tendrás que contar en otro momento.

-Pon algo de lubricante en la punta de tu dedo corazón y pásalo por tu rajita.-Di un respingo. El gel estaba frío y aquella zona era muy sensible. -Introduce un poco la puntita de tu dedo. Si no entra pon un poco más de lubricante.

A base de lubricante y forzar un poco mi dedo empezaba a entrar.-Se nota que es verdad que eres totalmente virgen, lo tienes muy cerradito. También deberías relajarte e intentar relajar un poco tu esfínter, aunque se nota que te gusta. Mira cómo palpita tu clítoris.

Tenía razón, mi polla estaba a punto de reventar la jaula.

-Venga, hazte un dedito, masturbémonos juntos.-Se sacó finalmente la polla de sus pantalones y ya la tenía bien dura del espectáculo que le estaba dando.

Vi mi imagen y era bastante excitante. Una pelirroja abierta de piernas con un vestidito por la cintura y metiendo un dedo en su culo.

-¿El ordenador es portátil? Quiero que lo pongas en el suelo y te pongas a cuatro patas. -Hice lo que me pedía. Levanté el vestido y vi que por la webcam se veían mis nalgas, las medias que llevaba y mi pene encerrado colgando entre mis piernas. -Ábrete ese culito para mí.

Separé mis nalgas con mis manos y volví a meterme el dedo que aún tenía lubricado. Entraba y salía ya con facilidad.

-¿Te gustaría tenerla toda dentro?-Me escribía mientras se masturbaba.-Estás deseosa de polla, seguro que te encantaría sentir mi leche dentro de ti. -Mientras me decía estas cosas yo seguía jugando con el dedito en mi culo. Intentando seguir el ritmo de su paja.

Sentía placer, era algo diferente, pero nunca llegaba a tener un orgasmo. Del cinturón de castidad veía balancearse un hilillo de semen que salía desde mi polla encerrada.

Finalmente Roberto se corrió viendo el espectáculo que yo le estaba dando. Yo no había obtenido un orgasmo, pero sentí cierta satisfacción al saber que le había ayudado a obtener placer, aunque seguía más caliente que antes.

-Ojalá estar allí contigo para desvirgar ese culito de zorra que tienes. Seguro que tu compañero de piso fantasea con él, sobre todo si me has dicho que hace dos días que no le das nada al pobre.

Le expliqué cómo me había sentido y que no había llegado a obtener placer. -Seguramente necesites algo más grande. Debes llegar a estimular tu próstata. Te dejo mi Skype por si quieres que volvamos a repetir otro día.

Finalmente al tercer día abrí la puerta de mi habitación, salí como Andrea y me enfrenté a la realidad.

-Hola, Andrea. Estaba mirando la tele. ¿Quieres sentarte a mi lado y que veamos una peli?

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Disculpad que haya tardado tanto en escribir esta parte. Gracias a los que me habéis contactado por correo, vuestros mensajes me animan a escribir cyf4853@gmail.com