Feminizado en cuarentena por mi compi de piso VII

-Vaya, por fin despierta la bella durmiente. -Juan estaba allí sentado en mi escritorio, a mi lado. ¿Cuánto tiempo llevaba allí?

-Me encanta como vas vestida, estabas muy mona ahí dormida, Andrea, creo que esta ropa te queda muy bien, deberías ir siempre vestida así por casa.

¿Me había llamado Andrea? En el fondo me excitaba que me tratase de forma femenina. Estaba tan descolocada, perdón, descolocado en ese momento, que no sabía qué decir.

-Voy a preparar la cena, ahora cuando esté te aviso, descansa un poco más si quieres y antes de irse me dió un pico en los labios.

¿Qué estaba pasando?

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Capítulo 3: https://todorelatos.com/relato/170125/

Capítulo 4: https://todorelatos.com/relato/170249/

Capítulo 5: https://todorelatos.com/relato/172344/

Capítulo 6: https://todorelatos.com/relato/174639/

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Llevaba ya varios días en castidad y allí estaba yo, tumbado en la cama, con unas medias negras, una peluca peliroja y un vestido corto negro, que al estar tumbada en al cama se me había subido un poco y se podía ver que lleavaba un tanga rojo, además también iba con un sujetador a juego.

Me sentía suave después de haberme depilado, además estaba maquillada y con los labios pintados.

Me puse unos zapatos planos y me miré de nuevo en el espejo, parecía totalmente una mujer, mi figura era muy femenina y ese vestido me hacía un buen culo.

Cuando salí de la habitación y fui hacia el comedor, vi que Juan había preparado una cena romántica con velas y todo. Había bajado la intensidad de las luces y ya estaba la mesa preparada con la comida y una botella de vino.

Él llenó mi copa nada más sentarme, la cual cogí y tomé un buen sorbo.

-Ey, Andrea, ¿tienes sed? no tengas tanta prisa, que tenemos toda la noche por delante.

Yo necesitaba beber para calmarme y soportar aquella situación que me tenía dividida.

Él me trataba siempre como si fuese una mujer y a mí me gustaba, me sentía deseada y me dejé llevar, pero estaba nerviosa, callada y muy avergonzada por todo aquello.

Conforme fuimos cenando y la botella de vino fue cayendo, me tranquilicé un poco y me fui metiendo en el papel.

-Estas muy guapa, Andrea-Dijo Juan mientras apartaba un mechón de pelo de mi cara. -Aquello hizo que me ruborizara aún más, pues el vino ya había hecho también su parte.

Durante la cena estuvimos hablando de cosas intrascendentes, él más que yo, y mientras hablaba puso su mano sobre la mía.

De postre había preparado un brownie y sirvió también unas copas de champagne. En ese momento me encuentro ya un poco borracha, porque además al estar nerviosa creo que he bebido bastante más que él, quién no ha parado de rellenarme la copa de vino.

-Tienes algo de chocolate en la comisura de los labios. Ven acércate. -Y al acercarse me da un beso en los labios.

¿Cómo he podido caer en una trampa tan vista? ¿O sabía lo que iba a ocurrir y aún así quería que pasara?

Correspondí su beso y entreabrí un poco mis labios, con lo que nuestras lenguas entran también en contacto y juegan entre ellas.

Se levantó, me cogió de la mano y me llevó al sofá. Al levantarme me noto un poco inestable, mi cabeza me da algunas vueltas pero él me lleva al sofá donde permanezco pasiva y sumisa y me dejo hacer.

Él acercó su boca a mi cuello y empezó a besarlo, yo incliné mi cabeza y le dejé espacio. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

Me tomó del cuello y su boca se dirigió directamente a mis labios, yo respondí a su beso y abrí mi boca. Su lengua vuelve a introducirse entre mis labios. Notaba a mi corazón acelerado, mientras su cuerpo se juntaba más a mí.

Volvió a atacar mi cuello mientras acariciaba mis muslos. Mi boca emitió un leve gemido y nada más hacerlo me avergoncé y evité su mirada, pero él vuelve a besarme en los labios.

-Prométeme que mientras dure esta situación seguirás así, vistiéndote y comportándote como Andrea. -Moví ligeramente mi cabeza de forma afirmativa y nos morreamos de nuevo.

Mientras nos besábamos su mano acarició mi muslo. Al estar depilada mi piel estaba mucho más sensible.

Se detiene. Me lleva a su habitación y apaga las luces, estamos a oscuras, eso me hace sentirme más cómoda. Empieza a quitarme el vestido, con lo que me quedo simplemente con el sujetador y el tanga. Su mano recorre y acaricia mi espalda. Me tumbo en la cama y él se quita sus pantalones y camiseta antes de tumbarse conmigo.

Mientras nos besamos acaricio su musculado torso y su tableta de chocolate, mientras él me acerca hacia sí cogiendo mi culo. Puedo notar su bulto duro contra mi tripa. Coge mi tanga y lo estira, por lo que la suave tela se desliza entre mis nalgas. Mientras nos besamos, siento como mi polla intenta romper el cinturón de castidad.

Mete la lengua en mi boca con desesperación y avidez, mientras sigue sobándome el culo. Su mano se introduce entre mis muslos y roza mis braguitas. Sé que estoy mojando las braguitas con líquido preseminal, pero en ese momento espero que no se dé cuenta.

-Estas mojadita.-En ese momento muero de la vergüenza, pero nos seguimos besando como si nos tratáramos de una pareja que se lían y magrean por primera vez.

En otras ocasiones le había dado placer, pero nunca me había tratado así, como si fuese su novia.

Dejé de besarle y fui bajando mi lengua por su pecho, bajando hacia su ombligo y hasta su mástil, el cual ya estaba muy duro debajo de su ropa interior.  Mientras lo hacía notaba su respiración acelerada. Lo desnudé completamente y me metí debajo de las sábanas.

Tomé su tronco con la mano derecha para empezar un suave sube y baja, mientras lamía mis labios para humedecerlos, al hacerlo, noté que aún tenía el carmín en mis labios. Entreabri mi boca junto a su polla, podría notar mi aliento sobre su sexo. Saqué la lengua y lamí suavemente su glande.

Deslicé mi lengua por su tronco, hasta llegar a sus pelotas y volví a subir de nuevo hasta la punta. Metí su glande en mi boca húmeda y caliente y me mantuve quieta.

Tras unos quince segundos así, fui bajando para intentar meter toda su polla en mi boca. La mantuve metida todo lo que fui capaz, notando cómo palpitaba.

Empecé a deslizar mis labios por su tronco y en ese momento hizo algo que no esperaba. Puso sus dedos en mi barbilla para forzarme a subir, me estaba esperando para darme un beso.

Mientras nos besábamos seguí pajeándole. Él alargó su brazo a la mesita y puso en mi mano la llave que me retenía en castidad.

-No vayas a correrte antes que yo.

Volví a meterme debajo de las sábanas, liberé mi polla y continúe con la mamada. Mi miembro fue adquiriendo su tamaño, sintiéndose por fin libre después de varios días.

Me masturbé mientras chupaba la polla de mi compañero de piso, aunque tenía que parar de tanto en tanto para no terminar antes que él. Estaba tan excitado que con unos pocos meneos mi polla estaba a punto de estallar.

Finalmente noté que el cuerpo de Juan se tensaba y su polla empezaba a palpitar en mi boca, mientras esparcía chorros de semen en mi lengua. Su leche llenaba mi boca, en ese momento me corrí. Tragué todo su semen y limpié bien su polla, después fui al baño a asearme y regresé a la cama tras colocarme de nuevo el cinturón de castidad. Volvió a besarme, estábamos agotados y además el vino nos había adormilado un poco. Nos quedamos dormidos a los pocos minutos.

Me desperté como a las seis de la mañana al sentir el cuerpo de Juan muy pegado al mío. La peluca me dificultaba dormir, no me resultaba cómoda, pero lo que me despertó fue notar su polla dura y desnuda en mis nalgas.

Me excité mucho al sentir que estaba así por mí y froté un poco mi culo por su polla. Hasta ese momento nunca había pensado en que había otras formas de darle placer. Me imaginé tumbada en la cama, ofreciendo mi culo a Juan. Me asusté un poco, era un paso demasiado grande. Le levanté y me fui a mi cama, pero ya fue imposible conciliar el sueño.

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