Feminizado en cuarentena por mi compi de piso II
La historia de como mi compañero de piso me fue feminizando durante la cuarentena. Todo empezó con una masturbación mutua, pero continúa con placeres orales.
Capítulo 1: https://todorelatos.com/relato/168446/
-Cuando termine la pandemia todo esto será para ti
Mi novia me enseñaba mediante videollamada su escultural cuerpo, adornado con uno de sus conjuntos más sexy. A mí se me caía la baba viéndola.
-¿Tienes ganas de que volvamos a estar juntos?
-No lo sabes tú bien.
Los días se hacían muy largos sin poder salir de casa, pero Juan y yo habíamos empezado un peligroso juego y se había convertido ya en algo rutinario que antes de acostarnos cada uno le hacía al otro una paja, era algo muy mecánico y sin nada de pasión.
Venía siendo habitual que yo tardara unos pocos minutos, pero mi amigo se alargaba mucho más y cada día parecía que le costaba más tiempo.
Hubo un día que lo cambió todo. Ese día me tocaba a mí empezar a masturbar a mi amigo. Como venía siendo habitual, él se tumbó en la cama y se tapó los ojos.
Estuve masturbándole durante varios minutos pero no se corría. Veía su punta brillante y con líquido preseminal y debido a la excitación y a querer ayuda a mi amigo, acerqué mi lengua a su glande y lo humedecí con mi saliva. Se notaba caliente y algo salada. Miré a mi amigo que estaba con la cara tapada y no dijo nada, así que me envalentoné y me metí la punta en la boca, mi amigo gimió, totalmente entregado al placer que le estaba proporcionando, lo que a mí me excitó mucho más. Me saqué la polla y empecé también a masturbarme mientras jugaba con mi lengua por su glande. Con mi mano seguía masturbándole mientras mi lengua jugaba con el orificio de su pene.
Dejé de lamer la punta y me metí su polla en la boca, tenía como medio tronco dentro de boca y empecé a meterlo y sacarlo, chupando a veces suave y otras más fuerte. Notaba su respiración acelerada y empezó también a mover su pelvis para ayudar en la mamada que le estaba haciendo. Yo no paraba de tocarme, estaba muy excitado mientras le comía la polla a mi amigo. Empecé a succionar y a apretar su tronco con mis labios, teniendo mucho cuidado con mis dientes para no hacerle daño.
Finalmente me corrí justo en el momento que mi amigo me avisó que iba a terminar. Me saqué su polla de la boca y se corrió sobre su tripa.
Poco a poco fue recuperando la respiración.
-Buf, ha sido fantástico. Venga, túmbate que es tu turno y te has ganado que te haga una buena paja.
En ese momento sentí mucha vergüenza y mis mejillas se ruborizaron.
-No te preocupes, me he corrido mientras...bueno, eso.
Me fui a lavarme y a mi cuarto a pensar en lo sucedido.
Imagino que como muestra de gratitud mi amigo hizo la cena, cuando en realidad me tocaba a mí. Durante la cena no volvimos a hablar nada de lo ocurrido. Llevábamos dos semanas con aquello y fuera de los dormitorios nunca hablábamos nada de lo que ocurría dentro.
Después de cenar estuvimos bebiendo unos gintonics y nos pusimos algo borrachos, lo que hizo que nos fuésemos soltando.
-Me ha vuelto loco lo que me has hecho antes.
Esto en el fondo me enorgulleció.
-Veía que te costaba terminar y quería ayudar. Para mí es muy vergonzoso reconocerlo, pero no me ha disgustado, me ha excitado bastante, la verdad.
Mi amigo simplemente llevaba un pantalón de pijama, por lo que noté que su polla crecía y dejaba ver una buena tienda de campaña.
Me agaché entre sus piernas, le bajé los pantalones del pijama y se la empecé a comer. Miré hacia arriba y nos miramos a los ojos, me dio vergüenza pero también orgullo de saber que le estaba gustando lo que hacía.
-La chupas mejor que Laura.
A partir de ese momento se convirtió en habitual que le hiciese una mamada cada noche. Él ya no me daba nada a mí, yo tampoco se lo pedía, simplemente disfrutábamos con aquello.
Con el paso de los días su comportamiento conmigo fue cambiando y se hizo más dominante. Yo no rechisté, aquella situación me excitaba y me dejé llevar. En cualquier momento del día, él me lo pedía y yo le daba una mamada.
-Hoy no te toques mientras lo haces, cuando estás caliente me la chupas mucho mejor.
Obedecí sin rechistar. Él se encontraba sentado en el sofá, así que me arrodillé entre sus piernas y me ayudó a bajarle los pantalones. Me gustaba que me hubiese confesado que se la chupaba mejor que su novia, así que cada día intentaba hacerlo mejor.
Aún no la tenía del todo dura y empecé a darle besos desde la punta a sus huevos, poco a poco empezó a crecer con el roce de mis labios. Su polla tiesa ya apuntaba al techo, descubrí la cabeza con mi mano y debido a la excitación había una gota de líquido preseminal. Acerqué mi lengua y lamí esa gotita. Deslicé mi lengua por todo el tronco de arriba a abajo hasta la base, después volví a subir lentamente hasta la punta, mientras iba cubriendo su polla con mi saliva. Yo estaba a mil y tenía también la polla muy dura, pero fui obediente y no me toqué.
Abrí la boca y me metí su capullo. Podía notar cómo palpitaba entre mis labios. Empecé a bajar mi cabeza para ir introduciendo centímetro a centímetro, pero no me entraba toda en la boca, así que la saqué y empecé un suave sube y baja.
Fui subiendo el ritmo y se la fui mamando cada vez más rápido, me la metía todo lo que podía y la volvía a sacar. Su respiración también se aceleraba y de pronto noté como su mano se apoyaba sobre mi nuca, al primer instante me chocó pero le dejé hacer. Con su mano en mi nuca dirigía el ritmo de la mamada.
Al forzarme me estaba metiendo prácticamente toda la longitud de su polla en la boca. De pronto noté como él también estaba moviendo su pelvis para follarme la boca y por primera vez sentí un líquido caliente empezar a deslizarse a borbotones por mi lengua.
Su mano seguía tensa sobre mi nuca, por lo que no podía apartarme, así que empecé a tragar su semen, el cual sentí deslizarse caliente por mi garganta.
Aún con su polla palpitando en mi boca, me la fui sacando y le miré a los ojos. Se le veía acalorado, pero sobre todo algo avergonzado por lo que acababa de ocurrir. Volví a metérmela en la boca para limpiarla bien y eso parece que le indicó que a mí también me había gustado. Al sacármela de la boca, recogió con su dedo un poco de semen que al parecer se había quedado en mi labio, a lo que yo instintivamente y seguramente por el calentón que llevaba, lamí su dedo para no desperdiciar ni la mínima gota de su semen.
Tras la mamada que había hecho a mi compañero de piso me fui a mi cuarto, avergonzado por haberme comportado como una perra en celo, pero más caliente que nunca en toda mi vida.