Feminizado en cuarentena por mi compañero de piso
La historia de como mi compañero de piso me fue feminizando durante la cuarentena. Todo empezó con una masturbación mutua.
Llevábamos ya un mes desde el inicio de la pandemia. En el apartamento para estudiantes vivimos dos parejas, Juan, su novia Laura y por otra parte Marta y yo. La convivencia entre los cuatro es bastante buena y nos distribuimos correctamente las tareas del hogar sin entrar en disputas. Los fines de semana es habitual que también salgamos juntos todos de fiesta, Juan y yo tenemos 22 años y nuestras parejas 20.
Los cuatro somos estudiantes en la misma universidad, aunque en diferentes ramas.
Me llamo Andrés. Soy castaño, ojos marrones y muy delgado. Aunque voy al gimnasio para intentar tener algo más de músculo, no surte el efecto deseado. En cambio mi compañero Juan algo más alto que yo, tiene un cuerpo mucho más fibrado.
Llevo saliendo con Marta dos años, ella es morena, delgada, piel bronceada, ojos verdes y lo que más me gusta de ella son sus tetas. Podría pasarme la vida entre sus pechos. La noche antes de irse del apartamento tuvimos una buena sesión de sexo, seguramente nuestros compañeros de piso nos escucharon, pero ya estábamos todos habituados.
Ese último día juntos, después de cenar nos fuimos al cuarto. Empecé a besarla y la cogí entre mis brazos, ella enlazó sus piernas por detrás de mí y seguimos besándonos mientras ya crecía un bulto debajo de mis pantalones, que empezaba a rozar con ella mientras apoyaba su espalda contra la pared. Ella se quitó la camiseta y la puse cara a la pared mientras besaba y lamía su cuello. Le quité el sujetador y acaricié sus pechos desde atrás, pasando rítmicamente el bulto de mi pantalón por su culo.
Bajé sus pantalones y llevaba un tanguita rosa de encaje. Mordí suavamente su nalga derecha. Ella se giró y me llevó hasta la cama, donde con un leve empujón hizo que me sentara. Se subió sobre mí y empezó a besar mi cuello, me quitó la camiseta y fue bajando con su lengua por mi abdomen hasta que se arrodilló en el suelo justo entre mis piernas. Me quitó los pantalones y la ropa interior y mi polla salió como un resorte.
Mi pene quedó a la altura de su cara, ella le dió un lametón antes de meterse mi miembro en la boca. Empezó a pajearme mientras su lengua jugaba con mi punta. Se la metía en la boca y la iba sacando poco a poco. Yo enrede mis dedos entre su pelo y empecé a llevarle el ritmo de la mamada.
Ella se estaba tocando por encima del tanga. Hice que se acostara en la cama y mientras la besaba introduje un dedo en su coño, estaba totalmente mojada y mi dedo se introducía con mucha facilidad. Bajé con mi boca y empecé a pasar mi lengua por sus labios, ella empezó a arquear la espalda y mientras jugaba con mi lengua le metía y sacaba dos dedos.
-Quiero que me folles ya.
Se puso a cuatro patas y empezó a mover su culo para ofrecermelo. Su rajita brillaba debido a sus flujos vaginales.
Pase mi polla por el agujero de su culito, me gustaba jugar así aunque ya había recibido su negativa a follar su culo millones de veces. Puse mi polla entre sus labios y empecé a empujar para introducirla. Se fue deslizando con facilidad. Comencé a moverme agarrando sus caderas, entrando cada vez más hondo en su interior. Después cambiamos de postura y fue ella quien me cabalgó.
Nuestro ruido parece que animó a nuestros compañeros y al rato también escuchamos los grititos de Laura y el resonar de la pelvis de mi amigo contra el culo de su novia.
Ahora ya hacía un mes de aquello. Nuestras novias se habían ido a sus respectivas casas a ver a sus padres durante el fin de semana, pero justo se decretó el estado de alarma y ya no pudieron volver, por lo tanto mi amigo y yo nos quedamos solos en el piso.
Todos los días hacía videollamadas con Marta y nos contábamos lo aburrida que era nuestra vida en esos momentos. Echaba de menos su calor corporal y el sexo desenfrenado en nuestro cuarto.
Igual que hay actitudes extrañas entre los marineros cuando pasan mucho tiempo sin ver una mujer, llegó un momento que también empezó a cambiar nuestra relación de amistad durante el confinamiento.
Estaba con Juan viendo una película y me quedé dormido. Al rato soñoliento al abrir los ojos noto que mi amigo se está acariciando por debajo del pantalón. En la televisión dos mujeres se besaban y se magreaban entre ellas, se había puesto una película porno mientras yo dormía.
-Pero hombre, vete a tu cuarto para hacer eso.
-Lo siento-dijo algo avergonzado.-Es que no sabes lo caliente que estoy.
-Ya. Que nos haya pillado esto sin nuestras parejas es una putada. Esperemos que no se alargue mucho.
-Veo que a ti también se te empieza a poner morcillona con la peli esta.
-Uno no es de piedra.
-Lo que pasa es que tocarme yo no es lo mismo. No quiero que pienses nada raro, pero para calmarnos un poco nos podríamos ayudar.
-¿A qué te refieres?
-Mira, sería simplemente ayudarnos el uno al otro y nadie tiene por qué enterarse. Tú me echas una mano a mí y yo te la echo a ti, creo que me comprendes.
-¿Quieres que te haga una paja?
-A ver, sé que parece muy gay, pero es solo por ayudarnos entre amigos. Lo más fácil sería con los ojos vendados y por turnos.
-No lo sé, no lo veo muy claro.
-Bueno, piénsatelo.
A partir de ahí le di muchas vueltas al ofrecimiento de mi amigo. Incluso llegó a excitarme la idea y fantaseaba con ello cuando me masturbaba.
Una semana después, tras unas cuantas cervezas fui yo quien se lo propuso.
-Pero ni una palabra de esto a nadie. Marta y Laura no se pueden enterar nunca. No vayas a contarlo como una anécdota más del confinamiento…
-No te preocupes, por mí esto no habrá pasado nunca. Venga, túmbate y empiezo yo. Ponte algo para taparte los ojos, que no quiero verte la cara ni que me veas.
Me tumbé en la cama y me bajé los pantalones y los calzoncillos. Me tapé los ojos con una camiseta. Tenía la polla a mil
Sentí como los dedos de mi amigo rodeaban mi polla y la cogía firmemente. Tras ello se puso a bombear, subía y bajaba. Hacía tiempo que no sentía tanto placer y no tardé ni dos minutos en correrme sobre mi pecho y en su mano.
-Vaya, esto ha sido rápido, espero que con Marta dures un poco más.
-Calla mamón.
-Voy a limpiarme y después es mi turno.
Cogí un pañuelo y me limpié la corrida que tenía en mi barriga. MIentras mi amigo llegó, se tumbó en la cama con su polla al aire y se tapó la cara.
La tenía algo más grande que yo, un poco más larga, pero sobretodo mucho más gruesa que la mía. Acerqué mi mano y rodeé su polla con mis dedos. Notaba como palpitaba. Tenía el capullo brillante debido a su líquido preseminal.
Empecé un lento sube y baja y veía como mi amigo se mordía los labios. Era una vara de hierro, dura, caliente y palpitante entre mis dedos.
Fui variando el ritmo y masturbándole, la mano se mojó con su abundante líquido preseminal. Juan gemía y resoplaba, pero no conseguía que terminase, estaba durando mucho más que yo. Con todo aquello yo me volví a excitar y la tenía de nuevo dura.
Estuve así unos quince minutos, sube y baja, hasta que finalmente se corrió. Él no lo notó pero el primer disparo impactó contra mi barbilla, el resto cayó en su barriga y en mi mano.
Antes de que se destapara los ojos fui a limpiarme al baño.
Después me fui a mi cuarto y me volví a masturbar recordando lo que acababa de ocurrir. Cenamos juntos pero ninguno de los dos mencionó nada de lo que acababa de ocurrir y aunque se notaba algo de tensión ambos intentaron actuar como si aquello no hubiese sucedido.