Feminizado
Un adolescente es travestido por su novia quien le enseña todos los secretitos para que convertirlo en chica.
1)
Mi nombre es Gabriel pero me dicen Gabi. Cuando tenía 17 años me puse de novio con una chica de catorce llamada Silvina que era hermosísima. Era rubia con el pelo largo enrulado, la piel ligeramente bronceada y una figura espléndida. Pero como todavía era casi una nena, si bien era muy desinhibida, tenía un look un tanto naif y yo me avoqué a convertirla en una mujer provocativa. Lo primero que hice fue decirle hasta el cansancio que me excitaban mucho las chicas vestidas con minifalda, hasta que, un día vino a buscarme con una pollerita de jean cortita que le calzaba perfecta, dejando a la luz sus morenas y bien torneadas piernas.
Había empezado mi obra, gocé mucho esa noche viendo como la miraban los otros chicos y se estimulaban con ello, yo le acariciaba las piernas, resbalaba mis manos sobre su suavidad y me gustaba imaginarme que eran mis propias piernas. De a poco le fui comprando ropa mas y más provocativa, polleras cada vez mas cortas, blusas escotadas, le regalé sus primeros tacos altos, la incentivé para que se maquillara recargadamente, y cada vez que le obsequiaba una prenda nueva, le decía que era como si me lo regalara a mi mismo. A decir verdad era algo cierto, porque yo me proyectaba en ella como si fuera yo mismo esa diosa que todos ansiaban poseer. Cuando salía a la calle con ella, disfrutaba mucho viendo como los hombres le miraban desesperados su cuerpo espectacular y su estilo tan provocativo.
Un día estábamos sentados en una fiesta, ella de piernas cruzadas en pose bien sexi y al lado suyo se sentó su amigo Martin, nunca me voy a olvidar como me calenté viendo al pícaro, frotando su pierna con las de ella, y buscando tocárselas en cuanto podía, y tampoco me voy a olvidar la cara de placer disimulado de ella, provocado por ese roce que parecía poderla hacer acabar. Durante mucho tiempo me masturbé recordando esa escena. Poco a poco ella se fue dando cuenta de que algo extraño sucedía, yo había sustituido la penetración de mi polla, por objetos que simulaban consoladores, empecé a pedirle que se colocara sobre mí para frotar su vulva contra mi cola, le hacía succionar mis dedos y fantaseaba con que ella estaba felando a otro hombre. Una noche, ella me propuso un "juego", se desvestiría y yo debería vestirme con su ropa para tener sexo como dos chicas.
La idea me encantó y así, me puse su panty, su corpiño, sus medias de nylon color piel, su pollerita rosa muy cortita, un sweater de lana blanco, y sus zapatos de taco alto blancos, me maquilló con un rouge bien colorado, me delineo y pintó las pestañas. Cuando consideró que estaba "lista", me hizo sentarme en una silla, sacó de su cartera una revista de fisicoculturistas en la cual había hombres hermosos con unos cuerpos perfectos, la puso en mis manos y me obligó a hojearla, mientras ella se colocó detrás mio y me frotaba la minifalda en la zona de la entrepierna. Vestido de esa manera, con sus estimulantes masajes y viendo las fotos de esos hombres con sus cuerpos brillantes y muy deseables, acabé como nunca lo había lo hecho manchándole sus ropitas. Ella entonces me dijo: lo has hecho muy bien mi amor, pronto serás una chica muy complaciente.
2)
Un fin de semana los padres de mi novia salieron de viaje a un casamiento. Aprovechando esa circunstancia, me instalé en su casa. Les cuento que después de esa primera maravillosa experiencia de haberme vestido con sus ropas, a sugerencia de Silvina, me había dejado crecer el cabello por debajo de los hombros y había hecho una dieta estricta, por la cual estaba bien delgado. Apenas llegué a su casa, ella me dijo que hasta que volvieran sus padres tendríamos que convivir como dos chicas, porque esa era su fantasía, para lo cual, tenía todavía que hacerme algunas cositas. Me hizo desvestirme y me embadurnó cada centímetro de mi cuerpo con crema depilatoria, mis piernas, mi pecho, todo me quedó suavecito y sin el más mínimo rastro de vello. Después me hizo ponerme ropa interior de color blanco y un baby doll del mismo color, yo no podía resistirme, porque en realidad sentía un profundo placer usando esa prendas.
Ella me dijo que tendría que caminar en puntas de pie mientras estuviera en su casa para acostumbrarme a usar luego zapatos de tacón. Desfile a su pedido delante de ella vestido de esa manera, por el living de su casa y se me acercó me cruzó los brazos en torno a mi cuello y me besó apasionadamente. Recorrió con sus manos mi suave piel recién depilada, me aferró los glúteos y empezó a acariciármelos hasta llegar a mi ano. Al ver mi cara de excitación, me dijo: Veo que te gusta hacer de mujercita, me tomó de la mano y me llevó a la habitación de sus padres, donde nos enredamos en un desenfrenado juego sexual. Nos acariciábamos, le felé la vagina pero cuando la quise penetrar, me dijo: Gabi las chicas no tienen polla, así que no podrás usar la tuya conmigo nunca mas, tu ya has pasado a ser una chica y por eso solo tendremos sexo como lesbianas. La besé apasionadamente, y la masturbé con la mano y ella se derretía de placer. Nadie jamás me había entendido como ella, estaba encantado con el trato que me daba y su propuesta.
3)
Esa tarde la dedicamos a que me enseñara secretitos para ser una mujer. Silvina me enseñó a maquillarme, a pintarme las uñas, a rellenarme el busto para que pareciera muy atractivo, a caminar sobre tacones y la verdad es que nos divertimos mucho. Para la noche me dijo que me tenía preparada una sorpresa pero que tendría que ponerme espléndida para recibirla. Entonces me dijo, ahora cumplirás tu sueño, te pondrás la ropita que siempre quisiste y me dio un conjuntito de minifalda blanca cortisima con un tajo a cada lado super ajustada y una blusa negra muy escotada que yo le había regalado y una sandalias blancas de tacón, me untó las piernas con una crema suavizante y me hizo un peinado con el cabello recogido y algunas mechas sueltas que cuando me ví al espejo no lo podía creer, estaba hermosa. En eso tocaron el timbre y me sobresalté. Ella me dijo, no te asustes es Martin que me viene a visitar, fue entonces que me percaté que ella también se había vestido muy sexi con un vestidito beige cortito y escotado.
Ella le dió un fuerte abrazo y lo besó apasionadamente, lo cual me dejó atontado, era mi novia besando a otro hombre frente a su novio, transformando en señorita. La verdad es que, no solo no me puse celoso, sino que inclusive tengo que reconocer que me gustó. Lo que me intrigaba era saber desde cuando ellos eran tan cariñosos entre sí como se estaban mostrando ahora, o mas exactamente desde cuando yo era un humillado cornudo. Ella se sentó en su falda rodeándole el cuello con sus brazos y le dijo: Mira que lindo que lo dejé a Gabi, está hecho toda una mujercita. Para disimular le dije que estábamos probándome un disfraz para una fiesta. Martin me miraba de arriba abajo, me devoraba con la vista mis piernas bien depiladitas mientras parecía desquitarse las ganas de acariciármelas haciéndoselo a mi novia. En eso Silvina me dijo que tenía que salir de una buena vez a la calle vestido como estaba, así que debía ir a comprar una Coca Cola porque Martín tenía sed. Al principio me negué, ya bastante que me había animado a que el amigo de Silvina me viera vestido de chica, como para que todo el mundo me viera así.
Mas me insistieron tanto que no pude rehusarme. Entonces me miré en un espejo, me ví transformada en una diosa y me dije a mi mismo, nadie puede dudar de que soy una chica. Salí por primera vez a la calle vestida de chica, la sensación de caminar sobre tacones y sentir el viento entre mis piernas era hermosa. Como estaba muy sexi con esa ropa provocativa, los hombres se daban vuelta para mirarme, hasta me adularon, lo que me ruborizó y me hizo muy feliz. A cada paso que daba, intentaba feminizarme mas, bambolear mis caderas, desplazarme con esa sensual cadencia de las mujeres. Cuando volví a la casa de Silvina, ya bien acostumbrado a usar sus ropas, escuché sus gemidos viniendo de la habitación de sus padres.
El cuadro que me esperaba allí me dejó descolocado, Martín se follaba a Silvina salvajemente y ella se retorcía de placer. Imaginen la escena, mi novia follada por su amigo mientras, yo su novio, gozaba viéndolos vestido de chica. Mientras Martín, la bombeaba sin darle respiro, me dijo, pasa Gabi ayudame a follarme a Silvi. Me senté en la cama, le aferré fuertemente los brazos a Silvina, y la besé una y otra vez diciéndole cuanto la quería, mientras Martín no dejaba de bombear dentro suyo. Después Martín nos pidió que montáramos una escena lesbi para él. Silvina y yo nos empezamos a besar y a acariciar entre nosotras nuestros cuerpos y Martín miraba fascinado. Cuando los tres estabamos bien cachondos, Martín me dijo, ahora vas a saber lo que siente tu novia cuando me la follo, me hizo colocarme en cuatro patas y me ensartó poderosamente el ano con su polla.
Nunca había sido penetrado así que debo reconocer que al comienzo sentir un dolor indescriptible, pero al rato, ese constante bombeo, ese sentirme poseído por hombre que hace gozar a mi novia, me volvió loco y comencé a gemir tal y como lo hacía Silvina, quien mientras nos veía se acariciaba la vulva. Martín nos decía, ahora soy su hombre y ustedes dos mis chicas, prometo que las haré gozar tanto que se olvidarán que alguna vez fueron novios. Yo le pedía mas y más gemía, le rogaba que nunca sacara su polla de mi, que me hiciera suya, que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de ser su mujercita, de compartir la cama con él y Silvina.