Feminizado (3)

Continua la feminizacion de gabi ayudado por su novia.

6) La decisión de contarle a mi madre, que había decidido transformarme en mujer, me había llevado a pedirle a mi novia Silvina que me ayudara en tal dura tarea. Como ya lo narré, Silvina y su madre me prepararon para ello con mucho cariño y esmero, dejándome hecha una princesa. Ya me había acostumbrado a usar ropas de chica, lo que parece muy fácil pero no lo es.

Mas de uno cree que todo se limita a vestir faldas cortas, pero hay mucho mas. Hay que saber mostrar las piernas, caminar evitando que la minifalda se suba mas allá de los glúteos, no tropezarse con los tacones, contornearse femeninamente, avanzar como una felina, no mirar a los hombres directamente a los ojos, balancear los brazos con estilo y tantas otras cosas que mi noviecita y su madre me fueron enseñando hasta convertirme en toda una damita.

La mayoría de los travestis, habían tenido que aprender a serlo por sí mismos o ayudados por otros travestis, yo en cambio estaba siendo adoctrinado por dos mujeres espectaculares, mi novia y su madre. Mi novia había ido sacando a la luz mi reprimida faceta mujeril, hasta transformarme en una par suya y su madre había colaborado con la experiencia de una bellísima mujer madura que debía conquistar fuera de su casa hombres que suplieran la insatisfacción sexual provocada por la desgracia de tener un marido impotente. Nos encontrábamos Silvina y yo muy bien vestidas para ir a visitar a mi propia madre y contarle todo.

Como se habrán dado cuenta a medida que avanza mi relato me resulta más difícil referirme a mi como masculino y eso también ha sido producto de mi proceso de feminización. Como era de esperar mi madre solo reconoció a Silvina y pensó que yo solo era una amiga suya y que la visitábamos por cortesía. Cuando le dije entre nervios y tartamudeos que era su hijo Gabi, ella se quedó petrificada, pareció que iba a reaccionar muy duramente, pero luego de guardar un profundo silencio me dijo: Tengo que decirte una cosa, cuando te concebí esperaba una hija, deseaba profundamente tener una niñita y cuando te ví con tu tímida pollita, me puse muy triste. Hijo, cuando eras una criatura alguna vez te vestí con las ropas de tu prima, y te llevé de paseo como si fueras mi beba, hasta que un día tu padre se enfureció y destrozó los vestidos que te había comprado.

Desde entonces nunca más lo hice pero que ahora me digas que quieres ser mujer me hace muy feliz, por fin tendré la hija que tanto anhelé, yo te ayudaré mucho en tu transformación, cuenta conmigo y Silvina gracias por apoyarlo a Gabi, por lo que veo has hecho un gran trabajo con él, si ni siquiera su madre ha podido reconocerlo, le has extinguido todo viso de masculinidad.

7) Silvina me propuso que nos fueramos a vivir juntas. Ella me podría ayudar mejor si conviviamos. La verdad es que yo tenía un poco de temor, porque me había quedado prendada de su amigo Martín que a ella no le resultaba nada indiferente. Silvina me había confesado inclusive que él había sido su primer hombre, y que desde entonces, cada tanto habían hecho el amor inclusive cuando ella y yo eramos novios a la usanza tradicional, esto es como un hombre y una mujer. Ante la insistencia de Silvina en que alquilaramos un apartamento, le confesé mi miedo, y ella me dijo que Martín había disfrutado mucho con ella pero también lo había hecho conmigo, según él mismo se lo había narrado, por lo que ella no tenía objeción a que lo compartiéramos e hiciéramos un trio. Como no tenía trabajo para solventar un arriendo, la madre de Silvina me contrató como su secretaria, bajo juramento de que cada día asistiría a su oficina muy elegantemente vestida.

Gracias a esos Silvina y yo pudimos mudarnos a vivir juntas, y la experiencia fué fabulosa. Silvina me enseñó a satisfacer a los hombres, mostrándome ella misma como debía hacerlo. Invitaba compañeros suyos de estudios a quienes me presentaba como su novio, luego cuando ya los había calentado les decía que yo tenía el vicio de gustarme mirarla follando, y cuando ellos me lo autorizaban, me sentaba en su cuarto y veía como se entregaban al frenesí sexual. Silvina era una joven muy ardorosa y no tenía ningún tipo de represión, se dejaba follar por delante, por detrás y por la boca con total naturalidad y pasión. Como Silvina era muy hermosa no le costaba nada conquistar a los sementales mas atractivos de la empresa en la que trabajaba. Imagínense un poco la escena, yo me sentaba como si fuera una chica perversa a mirar a mi novia follando con otros hombres, gozando verla penetrada y gimiendo entregada a un semental que la cogía con todas sus fuerzas.

Ver a Silvina siendo cogida por otros hombres, me fue permitiendo despojarme los celos de un hombre a quien le follan su hembra y reafirmarme como mujer, inclusive empecé a tenerle celos no al hombre que se follaba a Silvina, sino a ella, a que Silvina y no yo fuera la que estuviera siendo penetrada por un espléndido varon. Mas de una vez acabé al mismo tiempo que Silvina llegaba al orgasmo o era salpicada de semen por el varón que la atendía. Inclusive alguno de esos hombres me invitó a participar de la fiesta, pero Silvina me lo prohibía diciendo que ella quería que yo aprendiera a disfrutar viendo como la follaban. Por otro lado los hombres que follaban a Silvina delante de mi, lo hacían el apasionado desenfreno adicional de cumplir la fantasía de ponerle los cuernos a otro hombre.

Cuantos varones han soñado follarse a las novias de otro varón, todos, pero los que atendían a Silvi, cumplían su sueño. Mientras la bombeaban, me decían, goza mariquita, disfruta viendo como satisfago a tu novia, mira a tu pobre noviecita que se tiene que hacer follar por otros hombres porque su novio se hizo mujercita. Todo esto me enriqueció mucho como mujer y debo agradecérselo infinitamente.