Feminizada hasta convertirme en Susanna (1)

Mientras me echaba, otra vez cara a la toalla tapando mi sexo, vi que apartó la bolsa y se giró agitando al aire esa tranca a punto de romperse para ponerse de nuevo boca abajo lanzando un resoplido. Me sentí perversamente “satisfecha” aunque también tuviese que ponerme boca abajo. Ya me había demostrado a mi mismo que podía excitar a un hombre con la webcam, pero ahora, ademas de ser real, no tenía mas que mi cuerpo para hacerlo, y lo mejor, lo que mas me excitaba, era que Victor me atraía muchisimo y cada vez lo deseaba más. Una emoción que, ademas de ser nueva, me hacía sentir mas mujer que cualquier ropa o maquillaje.

Hola, me llamo Abel, pero en cuanto puedo me convierto en Susanna, una  hembra dulce, femenina, sumisa y complaciente… y entregada a Víctor. Un chico  guapo y viril que ha cambiado mucho mi vida.

Desde adolescente me han gustado las chicas, pero mucho más imaginar en privado que soy una de ellas. Casi todas mis fantasías me identificaban con el papel de mujer. Desde los 14 me gustaba ponerme lencería y lucirla ante el espejo, aunque no muy  a menudo porque terminaba sintiendo algo de culpa.

Sobre todo cuando bebía, me acostaba excitado pensando  lo que sería ser “acariciada” por un hombre, y entregarme por entero a él. Tenía lencería y una almohada gruesa sobre la que “galopaba” abierto de piernas. Aunque nunca me fije en los chicos, tengo que confesar que mis mejores orgasmos llegaban imaginando que aquel roce entre los muslos me lo proporcionaba un chico al que me entregaba.

Apenas tengo vello en el cuerpo, soy guapo y con facciones bastante femeninas: nariz pequeña, ojos grandes azules, labios gruesos, dientes pequeños, mejillas marcadas…lo más llamativo es que soy algo gordito, pero no en la cintura,  la cual tengo bastante definida, sino en la zona del pecho, las caderas, los muslos… y sobre todo el culo: la parte más comprometida de mi. Lo tengo redondo y levantado, con unas caderas y unas piernas anchas de curvas suaves con las rodillas y las pantorrillas muy poco marcadas que han sido miradas con envidia por no pocas mujeres.

Mi cuerpo, bastante afeminado, me ha servido para excitarme y pasarlo bien con  algun chicos en webcam, vistiéndome y maquillándome de putita sexy. Pero en la vida normal, me ha puesto a veces en situaciones embarazosas: Albañiles que me han mirado con descaro y me han dicho cosas… hombres que han flirteado disimuladamente conmigo…Yo siempre me he sonrojado y me he deshecho de ellos, pero por la noche no he podido dormir de excitación, solo pensando que me ligaban como una chica, y en como hubiese terminado todo si lo hubiese dejado seguir.


Como mi físico empezaba a ser incomodo, y tenía que vestir con ropa holgada, me inscribí en un gimnasio pensando que me haría ver más hombre. ¡Qué equivocado estaba!

Por las mañanas íbamos muy poca gente, unos cuatro o cinco. Víctor era un chico de pelo castaño brillante peinado con ralla al lado, ojos marrones, grandes cejas…Tenía un mentón y una barbilla fuerte  que a veces no afeitaba un par de días, haciéndole ver mas viril. Su pie era bastante morena por el sol. Algo más alto que yo, que mido 1,69. La voz era muy profunda y varonil para su edad. Tenía un cuerpazo increíble, musculado, sobre todo los hombros y los brazos. A veces él me sorprendía mirándole, no sé si con admiración o con algo de deseo. Atento, simpático,  muy conversador…desde el primer día me dio consejos sobre cómo usar las pesas y los aparatos y se hizo muy amigo mío. Le encantaba hacer bromas de sexo para hacer confianza rápida con todos y contar todo el rato chistes, especialmente picantes, que reía a sonoras carcajadas. Me fijé que insistía siempre en los culos. Hacía confianza rápidamente con hombres y mujeres con constantes frivolidades descaradas. Era el típico socarrón atrevido, que no se reservaba nada, con encanto entre hombres y mujeres.

En el vestuario, parecía que le gustaba ponerse cerca y delante cuando se cambiaba, a lucir su cuerpo y un “rabo”  tremendo que movía como para hipnotizar… como un péndulo.

Por esa vergüenza a mi físico, yo procuraba ducharme cuando no hubiese nadie o incluso dejarlo para casa. Pero a menudo,  Víctor aparecía en el vestuario. Un día estando yo solo vino por detrás sin que le viese mientras me quitaba el pantalón y acariciando mi trasero dijo riendo:

-Vaya culazo de tia buena que tienes, golfa!

Yo me quedé petrificado. Tratando de seguir la broma, solo acerté a girar la cabeza y sonreír mientras decía con voz entrecortada “Gracias” Él siguió acariciándolo con una mano desde atrás, mientras sujetaba mi cintura con la otra mano y me susurró riendo: “Cuantas quisieran esas caderas y ese culo de golfa, ¿Entro contigo  a la ducha y te lo enjabono yo?”. En ese momento entraba otro chico interrumpiendo y el me soltó y siguió la broma por otro lado entre risas, pero yo en la ducha estaba nerviosito, temblando y pensando lo increíble que sería que la situación hubiese llegado hasta que él me tuviese entre sus brazos bajo el agua. Esperé un buen rato en la ducha por si volvía para...no sé, pero temía que llegase más gente y salí.

Al cruzar la sala hacía la puerta él salió a mi encuentro: “Mañana miércoles, suelo ir a la playa nudista a tomar el sol, hay poca gente en esta época del año. Vente conmigo” Yo acepté como hechizado sin pensarlo. Luego pasé la tarde y la noche preocupado porque me viesen con mi cuerpo, casi de chica, desnudo…y junto a un hombre así!  Nunca había estado en una playa nudista. También estuve muy excitado pensando lo que había dicho de mi culo, el trato de mujer que me dio, y hasta donde hubiese llegado sin la interrupción.


Víctor me llevó en su coche al último extremo de la playa nudista, al borde de donde empezaba la zona gay. Me dijo que era porque había menos gente y se estaba mejor. De todos modos, por suerte, el día no era muy bueno y al ser entre semana, estaba casi vacío. Me quite la ropa con rapidez y me eché en la toalla mirando abajo. Él no tenía marcas de bañador, se le notaba cómodo tomado desnudo el sol. Su cuerpo de bronce hacía que se me viese con una blancura delicada. Aunque solo habían seis o siete personas muy distantes, y por uno de los lados eran lesbianas y gays, yo me sentía bastante avergonzado porque sabía que el contraste con ese cuerpo de chulazo me hacía ver muy femenino... muy expuesto.

Apoyado en los brazos, le escuchaba procurando no mirar su cuerpo y su polla increíble mientras sentía sus ojos y la brisa del mar en mis caderas y mi trasero.

Despues de un rato, me dijo: “Ponte mirando arriba, así no te quemaras solo por detrás” Yo me volví…. resignado…. y él miro con descaro mi pequeña cosita entre mis rotundos muslos de mujer, muy pequeña al lado de la suya a pesar de que se me notaba un poco excitado.

Sonrió como complacido sin apartar la vista y dijo iniciando una de sus bromas: “Wuau! Valla tela!…Estas para la portada y el poster de Play Boy”

Contesté “No te pases, eh?, cada uno enseña lo que tiene”

”Ya lo sé, y tú tienes un cuerpo fantástico…”dijo él, y después de una pausa añadió “…fantástico para echarte un buen polvo!” y soltó una fuerte carcajada.

Yo me sentía avergonzado y humillado como hombre, pero una mujer dentro de mí estaba despertándose más y más con cada broma de Víctor. Tan expuesto, me era más cómodo alejarme mentalmente de mi condición masculina para sentirme mejor. Me aliviaba y hasta encantaba pensar que en la distancia nos debían confundir con un hombre y una mujer, y haciendome a esa idea, me enloquecía solo de imaginar que alguien pudiese pensar que yo era la pareja de un macho así, ya fuese porque parecía una chica o un gay sumiso de la zona próxima, pero no un amigo tratando de parecer un hombre…porque en esa comparación quedaba realmente muy mal. Además, por más que trataba de negármelo a mí mismo, me sentía como “seducida” por él, y me gustaba. Cada vez más.

Al rato pasó junto al agua un chico de la zona gay, contoneándose como una vedette, con una bolsa rosa al hombro, un collar de cuentas y una especie de Pamela en la cabeza. Cruzó miradas con Víctor y se contoneó más. Víctor dijo en voz baja para que solo yo lo escuchase “Que pluma tiene la mariconaza! Se merece que la dejen en bragas y metérsela a cuatro patas como a una buena puta hasta dejarla preñada!” Su voz ya no me sonaba tan a broma, parecía confirmar sus gustos. Por un lado me agradó ver que yo podía gustarle de verdad, por otro me sentí…..”rechazada”. Pareció adelantarse a mi pensamiento y dijo enseguida riendo: “No te pongas celosa que tu estas mucho mas buena y seguro que eres más puta”…”frescooo!!!” dije mirando a otro lado desarmado sin saber cómo lidiar con su descaro pero extrañamente ”aliviada” y muy “complacida” por dentro. Por mi cabeza corrió la idea de que si Victor iba a follarse a alguna "mariconaza", esa tenía que se yo, y solo yo.

Se fue al agua y yo mire sus piernas y culo bien formado…su espalda muy ancha… le seguí enseguida. Con el agua por el pecho, continuó con sus bromas diciendo que había peces traviesos, y pasaba rápidamente con “disimulo indisimulado” las manos por mis nalgas…mis caderas…mi cintura…entre mis piernas…hasta rozar mi sexo…volví a sentirme alagada como mujer y entonces tuve que sepárame de él para no excitarme demasiado.

Él salió primero mientras yo esperaba en el agua a que me bajase. Me miraba tumbado desde la toalla. Advertí que nadie más  miraba y  animado por las bromas decidí poner en práctica lo aprendido sola delante del espejo y en la webcam. Empecé a salir del agua en plan nenita. Me eche despacio el pelo para atrás con las dos manos en la cabeza, levantando y echando atrás los codos. Saque pecho exponiendo mis axilas casi sin vello y mis tetitas y pezones abultados. Así, peinándome  y  mesándome despacio con ambas manos el pelo, con los brazos muy elevados y sin bajarlos, empecé a caminar todo lo femenina que pude… mirando al cielo….., contoneando las caderas…juntando  las rodillas con las puntas de los pies algo hacia dentro. Baje los brazos y pegue los codos a la cintura levantando las manos colgadas hacia fuera y hacia delante…..balanceándolas como si mostrase las uñas al ritmo del lento contoneo de mis caderas.  Lo miraba de reojo como se sentaba y no me perdía de vista. Sentí que me ponía otra vez tiesa, y entonces me la metí con disimulo entre las piernas y acelere un poco el paso apretándola entre los muslos para llegar antes a la toalla.

Fue peor porque cuando estaba cerca de él, mi cosita pequeña, pero tiesa y dura saltó entre los muslos mojados y se balanceaba de lado a lado con mi paso al compas de mi pecho, mis caderas y mis manos.

Al final me tape instintivamente con un brazo los pechos y con la otra mano el sexo, junte las piernas, doble un poco las rodillas y quede así, de pie, mirándole empapada.

Había tratado de parecer sexy, pero involuntariamente debí darle un espectáculo de furcia maricona de playa que, al parecer, le dejó cachondo perdido. Miré su polla que se había puesto descomunal, como nunca la había visto. Le sentí, casi tan vulnerable como yo, cuando recogió  la bolsa de las cosas para cubrirsela. Para taparme yo, me incliné para agitar y sacudir la arena de la toalla de espaldas a él, con las piernas juntas y rectas. Imaginando que me miraría… doble un poco las rodillas para levantar el culo. Sin dejar de levantar el trasero ante su cara, sacudí la toalla, agitando el trasero de arriba abajo, de lado a lado, y formando círculos… más que a la toalla. Cuando me detuve, permanecí en esa posición hasta que mi carne dejo de agitarse en todas direcciones.

Mientras me echaba, otra vez cara a la toalla tapando mi sexo, vi que apartó la bolsa y se giró agitando al aire esa tranca a punto de romperse para ponerse de nuevo boca abajo lanzando un resoplido. Me sentí perversamente “satisfecha” aunque también tuviese que ponerme boca abajo. Ya me había demostrado a mi mismo que podía excitar a un hombre con la webcam, pero ahora, ademas de ser real, no tenía mas que mi cuerpo para hacerlo, y lo mejor, lo que mas me excitaba, era que Victor me atraía muchisimo y cada vez lo deseaba más. Una emoción que, ademas de ser nueva, me hacía sentir mas mujer que cualquier ropa o maquillaje.

Yo estaba apoyado en los codos y él hablaba asomandose para mirar mucho mis pechos, que colgaban entre mis brazos con los pezones abultados, terminados muy en punta. Nunca dejaba que me mirasen el pecho pero ahora trataba de vencer la vergüenza y los dejaba sobresalir delante de mis brazos diciéndome a mí mismo que, después de lo pasado, ya no me quedaba de qué avergonzarme. Tras un rato de conversación,  dijo mirándolos:

“Tienes unos pezones que me dan ganas locas de amorrarme a  chuparlos”

Al ratito, tomé la iniciativa y le dije riendo, para que viese que le seguía la broma: “Te dejo chuparlos con dos condiciones”

“Cuales” contestó.

“Que si vas a chuparme las tetas tienes que dejarme primero vestirme bien guapa, y que yo también tengo que chuparte algo a ti a cambio”

“¿Que quieres chuparme, reina?” dijo divertido y con complicidad.

Rozando mis labios con su oído, me armé de valor y le susurré con la voz más femenina y dulce que pude:

“Esa poOOOoolla de chulaaaaazoo que tieeness”

Puso los ojos en blanco y lanzo un largo “BUUUUuuufffffffffffff…madre miaaa”

Me di cuenta como apretaba los glúteos y presionaba  fuerte contra la toalla y la arena la polla.

Después de una larga pausa incomoda, porque rompía el ambiente de sorna, me dirigió una mirada  de pillo y una voz muy profunda y seductora: “De acuerdo. Ven a mi casa a cenar esta noche y cumplimos lo dicho, cariño”…”bu bue e no” dije sintiendo que me temblaba todo el cuerpo.

Al marcharnos volví a sacudir la toalla moviendo el culo, pero fue él, el que trató de ponerse detrás de mí hasta que me subí el pantalón. Llegando al coche, él por galantería o cara dura, me hacía pasar delante, yo no podía desprenderme, ni queriendo, de unos andares femeninos. Me miraba con picardía mientras hablaba de la cena que pensaba cocinar, y “el desayuno”, añadía en plan socarrón.

Me abrió la puerta galantemente y al llegar junto a mi casa me dijo:

“Te espero esta noche con muchas ganas, tesoro”