Femdom y Castidad (VI). Algunas ideas
Manual de dominación femenina a través de la castidad
VI. Algunas ideas
Las ideas y sugerencias que siguen sólo tienen sentido cuando hayas alcanzado un estado avanzado de dominación y obediencia bajo el régimen de castidad de tu esposo. Con la progresión de esta relación puedes suavizar aquellas ideas que te atraigan, o hacerlas más estrictas cuando te parezca que es apropiado. Nuevamente: poco a poco se llega hasta limites eróticos insospechados. Cuando quieras darte cuenta tendrás a tu marido haciéndote nuevas cosas que te gratificarán enormemente y elevando la relación a un nuevo nivel.
Alimentos
El asunto de la comida ofrece un campo ilimitado para una relación de dominación. Algunas ideas que yo he puesto en practica con mi marido:
· Ocasionalmente, prívale de comida durante algún castigo, o como castigo. No le hará ningún mal perderse una comida, y soportar una pequeña crueldad adicional si le obligas a servirte esa comida, y si es una que le gusta, mejor. Yo le adaptado una mascara de ski, con una pequeña abertura adelante que le permite sorber líquidos con una pajita, pero al tener un candadito atrás, no le permite quitársela y comer. Así, le puedes dejar unas horas en casa sin necesidad de preocuparte. La única precaución es darle bebidas con suficiente azúcar para que no se debilite o le duela la cabeza.
· Átale a una silla, y hazle comer y beber como un niño pequeño.
· Hazle acuclillarse a tu lado mientras comes, y aliméntale como a un perro, con pedacitos de tu comida de vez en cuando. Mejor si le tienes con los ojos vendados. Aliméntale a ratos, “olvídate” por un tiempo de él, que no sepa cuándo llegará el nuevo alimento, porque así reforzarás su dependencia de ti. Una variante que te aconsejo es hacerle comer de un bowl en el suelo, a veces atándole las manos a la espalda.
· Aliméntale desde tu boca, pasándole comidas y bebidas directamente. ¡Muy erótico!
· Haz que una comida entera la haga desde tu cuerpo, que te chupe los dedos que hayas metido en alguna comida apropiada, o alguna crema o helado en tus pezones que deberá limpiar mientras se alimenta, o incluso frutillas o banana en tu sexo (previamente bien lavado).
· No te prives de esto: particularmente algo cremoso como chili, guacamole o algún queso derretido. Lo pones en un bowl en el suelo, sacas tus pies de la botas, zapatos o las sandalias que uses, los sumerges en el recipiente y él te los chupará para alimentarse. Para mi es un clásico: mi marido adora mis pies (muchos hombres adoran los pies femeninos). Dos o tres veces por semana, me doy el gusto de un baño de lengua entre mis dedos.
Una noche afuera con mi amiga
Una versión de esta práctica consiste en salir a cenar con una amiga y dejar a tu marido en casa atado a la cama. Una nota: si te resulta muy fuerte dejarle atado, usa los mitones y el slip, o los mitones y el condón de cuero si todavía no le tienes con cinturón de castidad. La clave es que esté físicamente controlado y pensando en ti durante esas horas. Otra variante que he ensayado es dejarle con los mitones, slip con candado y oliendo mis botas (¡nariz adentro!).
Esta situación genera un interés particular, porque crea sentimientos especiales no solo para él sino también para ti. Para él: un poco (¡o mucho!) de celos y la incertidumbre de volverte a ver. No sabrá qué puede pasar en varios aspectos… y si ve que te vas vestida en forma atractiva, su sentimiento de amor y dependencia hacia ti será increíble. Para ti: una sensación especial de poder; te estas yendo a pasar un buen rato, y tu hombre te espera desnudo, atado en tu casa, mientras tú disfrutas de un agradable asueto con tus amigas. Te aseguro, y creeme, que es muy excitante.
Una variante suave es la de irse al piso de abajo o a casa de alguna vecina, o incluso (muy suave) irse a otra habitación, pero sin darle detalles. Debe esperarte atado o con los mitones, y en actitud de devoción (adoración de tu calzado, o algo similar). También, irse un rato de la casa, aunque no hayas podido arreglar la cena descrita, pero dejándole con ese nivel de incertidumbre.
La versión más sofisticada consiste en tener la misma reunión con una o mas amigas en tu casa. Después de arreglar la casa, le colocas en un baño o cuarto pequeño, lo mas cerca posible de donde vaya a transcurrir la reunión, atado y amordazado. Si te atreves, deja la puerta abierta, para que oiga la conversación. Por supuesto llevarás la charla hacia temas sobre hombres. Esto te permitirá hacer todo tipo de observaciones con doble sentido, que serán muy placenteras para ti y también para él, aunque esté en esa situación. Es un juego muy divertido.
Fin de semana en el campo
Quizá tengáis una cabaña en una zona de montaña o un lago. En ese caso, las cosas son mas fáciles. Si no, trata de conseguir una prestada o procura alquilarla. ¡Aseguraros de que no vengan visitas! Arréglalo para pasar el fin de semana con tu marido. Quizá no sea muy sencillo de organizar, pero, si lo logras, te aseguro que valdrá la pena. Debes conseguir que no haya obligaciones durante el fin de semana.
La gran ventaja de esta experiencia es que se desarrolla en un ambiente distinto del habitual. Puedes hacer que te sirva las comidas, o el desayuno en la cama. Lo tendrás desnudo (si hay vecinos, con lo mínimo de ropa el tiempo imprescindible). Hay grados de obediencia que son posibles solamente cuando podéis pasar uno o dos días sin terceros: son muchas horas de servicio seguidas, y constituyen una experiencia nueva. Los dos lo recordaréis durante mucho tiempo.
En un restaurante o en las vacaciones
Ahora el se dirige a ti respetuosamente y por tu título en privado .Oblígale a que lo haga en publico (en ambientes fuera de lo habitual, donde no os conozcan), en restaurantes, hoteles o tiendas. Que te hable de esa forma delante de una dependienta o de un camarero. Por supuesto, buscará la manera de evitar responderte con tu titulo y con los formalismos que requieras, pero insiste y amenázale con castigarle por desobedecer.
Otra posibilidad es prohibirle hablar con nadie sin tu permiso. Resulta muy fuerte en un restaurante: no le está permitido hablar con el camarero aunque le pregunten algo. En un restaurante, puedes ordenar tú incluso sus platos: no le dejes elegir. Cuando el camarero le dé el menú, puedes cogerlo (atrévete) y decir algo como “no será necesario, yo elijo sus comidas”.
Noches temáticas, rituales, juegos
Puedes elegir temas para una noche, o para una temporada. Todo depende de tu imaginación. Algunos ejemplos de las infinitas posibilidades:
· Cúbrele los ojos durante noche completa, con una venda o una capucha.
· Prohíbele hablar ni una palabra durante 24 horas.
· Enséñale a darte las gracias cada vez que le castigues. Por otra parte, muéstrate tierna y comprensiva ante el castigo que le espera.
· Cuando tengas ganas, conviértele en tu sirvienta: que se vista como te guste, que te masajee, haga manicura o pedicura, te pinte las uñas, etc. Todo con una actitud muy respetuosa. Le he hecho pintarme las uñas de los pies y, después, si no me gusta, quitarme la pintura y rehacer el trabajo.
· Ponle a alabarte: que te ensalce durante un buen rato, como hacían en Oriente las esclavas con sus amas. Tú puedes, distraídamente, asentir o entretenerte con su ingenio. Prémiale (poco) si logra divertirte.
· Acostúmbrale a atenderte como a ti te guste: que te calce, te ayude en el baño, te sirva el desayuno los fines de semana, etc. Con el tiempo, le encantará servirte y tenerte como una reina, incluso en los pequeños detalles.
· “Noches de deseo desesperado”. Las llamo así porque son noches en que incremento el deseo de llegar de mi marido (frustrado) hasta límites casi intolerables. Nos sentamos en el sofá a ver una película porno (si es sobre dominación, mejor). El debe estar desnudo o con slip que permita tener fácil acceso a su miembro. A medida que la acción progrese, le haré darme un orgasmo como más me guste. Pero antes, durante y después, le toco, le fuerzo a mirar. Todo en nuestra relación trata de tenerle excitado, pero esto le vuelve loco por la intensidad. De hecho, de estas noches han surgido grandes avances: yo noto que él está ansioso y dispuesto a hacer literalmente cualquier cosa. Es tan excitante, y otorga tanto poder, que me he atrevido a hacer cosas que normalmente no hubiera hecho. Por ejemplo, fue en estas noches en las que por primera vez hice que me limpiara con la lengua tras orinar, o en las que me decidí a salir al jardín, ensuciarme los pies y obligarle a limpiármelos. En una de esas primeras noches fue cuando le comuniqué que iba a usar su primer condón de cuero (el forro semi-rígido de cuero que me permitió controlar sus orgasmos antes de ponerle el actual cinturón fijo). Estas noches en que nuestro deseo sube enormemente sirven para “traspasar fronteras”. Una vez comprobado que mi marido obedece con gusto, y que yo disfruto, quedan establecida estas actividades para los momentos más habituales.
Castigos
Tal como te dije, los castigos deben ser de verdad. Es la manera de que te tome en serio y desarrolle una total dependencia de tu voluntad. Debe sentir lo importante que es que tú estés contenta con él. Y esto se logra con el palo y la zanahoria, con los dos, como en todo proceso de educación. Así que debe temer realmente los castigos; no puedes aflojar en este asunto. Sólo los premios (o privarle de ellos) no garantizan la adecuada progresión en tu asunción del control. Retrasar su orgasmo, como único castigo, no será suficiente para lograr su obediencia.
Si ha desobedecido, se ha rebelado, o no ha hecho perfectamente algo que le hayas encargado, enfádate. Transforma la situación, porque no puede seguir todo igual. Si te resulta difícil, hazlo gradualmente, pero hazlo. Es también lo que él espera de ti. Y el proceso será beneficioso para los dos. Además, si no lo haces la construcción pierde seriedad. Hazlo a tu ritmo, pero hazlo. Te sugiero:
· Cumple siempre el castigo que hayas anunciado que le vas a propinar. De hecho, te recomiendo buscar cualquier excusa para castigarle, aún sin razón (“porque yo lo decidí” constituye una muy buena razón).
· Haz que te agradezca el castigo recibido. Ambos sabéis que es por su bien. Consigue que te pida que le castigues un poco más. De vez en cuando, pregúntale si considera que debe serlo, que se lo merece. El sabrá cuál es la respuesta correcta: siempre “si”.
· Varía sistemáticamente la naturaleza del castigo, el lugar dónde efectuarlo o la posición en la que se recibe. El castigo no se limita a una paliza: dormir en el suelo, quitarle una comida, encerrarle, ponerle en posición y meterle algo en el culo, etc.
· Dramatiza el castigo y escenifícalo; añade rituales y aspectos psicológicos: por ejemplo, ponle en posición de recibir su correctivo (atado o no, según tu gusto), y anúnciale que su castigo tendrá lugar en 10 minutos. Coloca un reloj delante de sus ojos. A veces, de todas formas, retrásate. Ponle a cuatro patas, y oblígale a pedirte con devoción que le des los azotes que se merece y a agradecértelos una vez que hayas terminado.
· Es muy recomendable imponerle una restricción especial durante su castigo o cuando realiza cualquier tarea que le impongas: prohíbele hacer cualquier sonido (queja o comentario) o que se mueva. Si desobedece, empezarás de nuevo. Este tipo de exigencias, arbitrarias y duras, resultan muy eróticas para ambos.
· Para crear oportunidades permanentes de castigo, que mejorarán tu grado de control y su obediencia, aplica el principio militar: una orden continúa vigente hasta que se dé la contraorden. Por ejemplo: si le ordenaste ponerse de rodillas para recibir su castigo, no por haber concluido puede cambiar de posición. Esta idea se puede extender indefinidamente y proporcionarte infinitos motivos para disciplinarle.
· Una nota importante: como te he dicho repetidamente, quiero y respeto enormemente a mi marido. Sin embargo, los castigos que pueden parecerte excesivos son necesarios y seguramente harán mucho bien a la relación. No olvides que todo esto se enmarca dentro de la “nueva relación” que estáis construyendo día a día. Propinarle su castigo severa y arbitrariamente no mengua el aprecio que le tienes, forma parte de la nueva vida que habéis decidido explorar. Dicho esto, te puedo asegurar que, además, ser un poco “bruja”, arbitraria y excesiva en los castigos, ayuda no sólo a mejorar su obediencia sino que puede aliviarte bastante en días en que estés de mal humor, cuando quieras descargarte y, de paso, continuar educando a tu sirviente. Venir del trabajo nerviosa, y encontrar algún motivo para someterle, me ha permitido cambiar mi humor: la irritabilidad se esfuma después de castigarle y obtener de él muestras de su anhelo por servirme.
Progresividad
De nuevo quiero remarcarte que no es razonable introducir de golpe todas las prácticas (las que te comento y las que se te ocurran a ti). Aun cuando todo progresa, cada caso es diferente, y las practicas deben resultar agradables para ti (y para él). Te sorprenderás al darte cuenta de que, con el paso de las semanas y los meses, evolucionaréis hasta el punto de que ciertas situaciones que hoy rechazas se irán convirtiendo en normales y deseadas por ambos. Todo progresa en ese sentido. No te apures, pero no cedas cuando tengas ganas de avanzar. La cuestión de “ir progresivamente” es vital para que tu marido acepte grados crecientes de obediencia, pero se aplica igualmente a lo que tú tengas ganas de hacer: verás que cada vez te volverás más exigente.
Otros aspectos
El bondage (ataduras) es un elemento importante, mejor dicho esencial, en la dominación de tu hombre: atarle significa privarle del principal elemento de su superioridad sobre ti: su fuerza física. El hombre sabe que puede poner término a cualquier situación de dominación. De manera que atarle es la única forma de ponerle en una situación de verdadera dependencia psicológica. Así que debes usar frecuentemente las ataduras. Tienes que aprender a atarle correctamente de forma que no pueda liberarse por sí solo. El aprendizaje llegará con la práctica; al principio, tendrás que cuidar los detalles, y después saldrá con facilidad.
Algunos consejos:
· Átale con algo cómodo. En principio, a la cama o a algo que le impida moverse.
· Es imperativo que no pueda deshacer lo que hiciste: presta más atención al atar sus manos.
· Una variante sencilla es usar esposas. Recomiendo las de cuero, pero si no las consigues (mándaselo a él), las de metal son la siguiente posibilidad.
· Para ver posiciones interesantes en las que atar a tu marido te recomiendo que recorras Internet (o mejor aun, que le encargues a él que lo haga y descargue las fotos adecuadas).
Mordazas
La idea de la mordaza es impedirle hablar e introducir otro elemento de restricción en su libertad que, como los demás, tú controlarás. Las mejores se compran en los sex-shops y consisten en una pelotita de goma con una cinta que permite atarla atrás de la nuca. Muy útiles y eróticas. También puedes hacerla tú misma. Es útil añadirle un candadito para evitar que se la quite. Otra manera de amordazarlo es con tus bragas (que te quitarás en ese momento): méteselas en la boca, y fíjalas con cinta plástica, o mejor aun con una media usada bien atada detrás de su nuca. Otra mordaza particularmente erótica es un anillo de plástico de tamaño adecuado, que se coloca en la boca detrás de los dientes y se fija a la nuca con cintas o cuerda. Tu marido no podrá cerrar la boca, pero sí podrá usar la lengua sobre tu cuerpo.
De todas formas, nunca le dejes solo cuando este amordazado, por el riesgo de asfixia, especialmente si le llenaste la boca con tu ropa. Se trata de utilizarla un corto periodo de tiempo y hacerle sentir tu control. Este riesgo prácticamente no existe con la mordaza de pelota o el anillo plásticos.
El arnés-consolador (strap-on)
Comienza con un dispositivo anal pequeño (anal-plug). Sácale a cenar con el plug puesto. Mantenlo períodos de una o dos horas. Después, puedes pasar a sesiones de sexo anal con tu marido. Aún si tenéis una aversión total hacia la homosexualidad, los hombres no consideran homosexual este tipo de sexo cuando lo efectúa una mujer. Compra el arnés-consolador en un sex-shop (o manda a tu marido a comprarlo). No te dejes tentar por los dobles, los que tienen un consolador para ti: son poco prácticos y difíciles de usar. Busca lo mas simple, que siempre funciona. Si tienes dificultades para conseguirlo, comienza aplicando manualmente un consolador a tu marido (empieza con tamaños regulares). Incluso puedes indicarle que se lo ponga el mismo, y tú te encargas de moverlo después. O puedes fijárselo con una cinta o cinturón, y hacer que te atienda con el consolador puesto. Por otra parte, para atenderte de esa forma, hay cinturones de castidad con dispositivo anal incluido.
El cinturón de castidad
Hay muchísimos tipos de cinturones. Si son de metal habrá un inconveniente en los aeropuertos si tu marido viaja. En ese caso, recomiendo el condón de cuero para esos viajes, asegurándote de que no pueda abrirlo de ninguna manera, o el CB 6000/6000S, que siendo de plástico no presenta problemas en ese aspecto, aunque es más incomodo. Constituyen también variantes provisionales para los viajes.
Sobre la duración de su uso, si bien todos los fabricantes sostienen que puede ser utilizado de forma permanente, no es así. Es preferible quitárselo todas las noches, o cada 3 o 4 días. De esa manera, se maneja mejor la higiene y se previenen irritaciones y sensibilidades.
La cuestión de la seguridad tiene dos vertientes: la primera, impedir que tu marido pueda mantener una relación sexual, masturbarse o incluso tocarse. En este sentido, la seguridad del cinturón es verdaderamente absoluta. La segunda, la seguridad de él: si vas a ausentarte durante más de un día, debes organizarte de tal manera que pueda tener acceso a la llave por razones medicas o de otro tipo. Por supuesto, si tienes una gran amiga, en quien hayas confiado todo esto, puedes dejársela. Pero, como imagino que esto es secreto, queda la solución del sobre con tu firma. Deja la llave en un sobre firmado. Si tu marido tiene que abrir el cinturón, podrá hacerlo, y después, y por la cuenta que le tiene, que la justificación sea satisfactoria.
Conclusion: ¿y ahora qué?
Pues ahora, nada. Nada más, pero todo el camino por delante. Bueno, en realidad, sí: el placer derivado de estos juegos se renovará de sesión en sesión, y cada semana será distinto. Descubrirás nuevas ideas, nuevas variantes, leerás, verás en Internet, e irás aplicándolo para poner mas pimienta en esos momentos tan intensos.
Si has seguido el ritmo que aconsejo (meses de dominación intensa seguidos de periodos “normales”), no hay riesgo de caer en la monotonía y el aburrimiento. Los periodos de dominación y de descanso los fijaréis vosotros. De esta forma, los años transcurrirán al ritmo de estos periodos de inolvidable esplendor sexual. Lentamente, los dos os encontraréis deseando retornar a la más estricta dominación, porque vais aceptando la naturaleza básica de dominante y sumiso. No te prives, ni prives a tu marido, de explorar todo lo que te parezca explorable. Y a medida que pasen los años, irá creciendo la sensación y los recuerdos de la enorme cercanía que habrá iluminado vuestro matrimonio.