Femdom y Castidad (V) Tipos de dominación

Manual de dominación femenina a través de la castidad

V. Las grandes preguntas: ¿qué clase de dominación?

A estas alturas del texto, probablemente te surgirán muchas preguntas. ¿Debe estar permanentemente sometido a ti? ¿Es la sumisión un sinónimo de humillación y degradación? ¿Cuál es el máximo periodo de castidad total? ¿Qué símbolos de sumisión convendría que llevara? ¿Qué tipo de relación debe mantenerse con terceros? ¿Cuáles son los limites razonables?

No puedo contestar estas preguntas. Depende de vuestros gustos, del concepto que tengáis de la pareja, de vuestros deseos y limites (de ambos, porque esta es una relación de dos, aunque uno domine al otro, y debe resultar placentera para ambos). Así que me limitaré a compartir mi experiencia, y a proporcionarte las respuestas que a mí me resultaron útiles. No tienen otro valor que los de la experiencia de un matrimonio que ha ido resolviendo las cosas sobre la marcha.

¿24/7?

¿24 horas, 7 días a la semana y 365 días al año? ¿Debe convertirse en tu siervo para siempre, sin interrupción? Cada una responderá de acuerdo a lo que considere. Mi respuesta ha sido “no”. Esa relación, basada en su castidad y sumisión, resulta difícil de manejar, para él y para ti. Bien conducida, la relación de dominación que estas construyendo, será muy satisfactoria para los años venideros, para ambas partes. Más de lo que una se imagina al principio. Para que funcione a largo plazo, es conveniente que la vida diaria y sus necesidades no se mezclen mucho con la relación personal de dominación. Están los trabajos de ambos, los problemas de nuestros padres, la salud, los conflictos de los hijos, los impuestos, facturas que pagar, artefactos de la casa que arreglar, el automóvil que no arranca, etc. Con todos esos asuntos que manejar, no resulta fácil mantener bajo control una relación tan fuerte y exigente para ambos como la que has comenzado con tu marido a partir de este cambio. Es posible por un tiempo limitado (por ejemplo en unas vacaciones), en el que uno se aísla de las cosas de la vida diaria y deja todo para después. Pero a medio plazo, la vida diaria te sobrepasará. Es demasiado compleja y plantea muchas cosas que atender.

Además, hay otra razón de peso para no mantenerla 24/7/365. ¿Acaso el riesgo de que se vuelva quizás aburrida o rutinaria? ¡Desde luego que no! Completamente seguro que no: encontrarás que esta relación, por el contrario, es un remedio seguro contra el aburrimiento, es una fuente inagotable de creatividad, excitación y renueva las ganas de vivir. No, esa otra razón se encuentra en el corazón de la relación que tienes con tu marido: cuando la interrumpas, te resultará horrible tener que volver a lo de antes. No podrás hacerlo. Unas pocas semanas de vivir dominando hacen extremadamente difícil volver a lo anterior. Así que corres el riesgo de no ser capaz de interrumpir, de gozar tanto con las cosas como están, disfrutando tanto de la nueva situación, viviendo tanto mejor, que no puedas cortar nunca. Pero mientras tanto, quizá tu marido sólo pueda aceptar la situación y disfrutarla mientras sea limitada en el tiempo, (aunque no sepa cuándo se interrumpirá ni cuánto durará). Es decir, que existe el riesgo de que no la acepte si se convierte en una relación 24/7/365. Esta es la razón por la que, en mi opinión, conviene cortar periódicamente.

Porque, te recuerdo, esto es básicamente un juego para darle sabor a la vida matrimonial. Por lo menos esa es mi visión del asunto. Además, para serte sincera, aterrizar de vez en cuando del “vuelo de felicidad” en que una vive no es fácil. Sin embargo, yo aprecio realmente la relación que tengo con mi marido cuando retoma su estatus como macho dominante. Incluso hemos experimentado con gran éxito unos periodos mas cortos de sumisión por mi parte. Esa faceta es encantadora, y he aprendido mucho sobre mí cuando me convierto en sumisa. Hasta emprender vuelo nuevamente. Porque encuentro que, básicamente, a mí me gusta ser dominante y a él someterse a mí. En mi experiencia personal, el año tiene un ciclo aproximado de 3 períodos: el periodo de castidad/sumisión de mi esposo, que dura de 3 a 4 meses, un período de sumisión por mi parte, que dura entre 1 y 2 meses (generalmente en dos partes, con un descanso de 1 a 2 semanas), y el resto del año, unos 6 ó 7 meses en los que nuestra relación vuelve a ser “normal”. No obstante, todo esto es muy personal; eres tú quien debe decidir lo que quieres hacer.

Sumisión: ¿humillación y degradación?

La definición de determinadas prácticas como humillantes o degradantes es esencialmente subjetiva: algunas mujeres rehúsan tener sexo anal porque lo encuentran humillante y degradante; otras gustan de ser filmadas en películas caseras pornográficas y se enorgullecen de ello. ¿Dónde situar el límite?

Humillar y degradar el cuerpo no implica necesariamente humillar y degradar el espíritu de tu compañero. Así que lo definitivo es el estado de ánimo con que tu compañero realiza las tareas encomendadas, lo que determinará si es o no humillante o degradante. O, mas importante, si la humillación/degradación, tan erótica, tiene una faceta que debe evitarse. Si eso se hace evidente, te darás cuenta y lo debes evitar para que no se arruine la relación (y me refiero a toda la relación, no sólo al juego). Mientras tu marido ejecute las tareas con amor, y tú te des cuenta de que todo va bien, seguir adelante. Humillarse, hacer actos que normalmente serían degradantes con el ser amado, es la más erótica de las ofrendas para quien la da y quien la recibe. Yo considero que llego bastante lejos en las cosas que requiero de él. Pero, en todas las circunstancias, mantengo mi admiración por mi marido. Admiro su habilidad para amarme sin límite cuando le domino. Durante los periodos “normales” simplemente le admiro como hombre.

Castidad: ¿cuánto debe durar?

Para decirte la verdad, no sé con precisión cuánto. He leído en Internet opiniones controvertidas. Algunos dicen que más de un mes puede traer consecuencias físicas. ¿Será verdad? Lo dudo; pero no me resulta fácil preguntarle a un médico. También hay información en Internet recomendando la posibilidad de sustituir la eyaculación por el masaje u “ordeño” de la próstata.

Se supone que es una técnica que evita el orgasmo y la eyaculación (manteniendo al macho caliente), pero permite evacuar el semen, y de esa manera que la glándula funcione bien. He tratado infructuosamente de seguir los consejos de esos artículos. No estoy muy segura en este asunto. Puedo, eso sí, trasladarte el fruto de mi experiencia personal. Los periodos de sumisión/castidad que impongo a mi marido se prolongan, como he dicho, de 3 a 4 meses. En general, empecé dejándole llegar una vez por semana, y fui extendiendo el período hasta llegar a una vez por mes. En todos los casos, sin dejarle saber con exactitud “cuándo”. Tal como te he dicho, a partir del segundo o tercer día, y mediando una actitud activa por mi parte (provocándole), he observado niveles de obediencia y deseo hacia mi de lo mas satisfactorios. A partir de la semana, no hay absolutamente nada que no haga por mí, y con gran placer, a lo sumo requirió de una leve caricia para “motivarle”, un beso profundo o una sonrisa sugestiva de su diosa. Es muy agradable para mi volver a casa y notar su disponibilidad y su ansiedad. Y su erección siempre está dispuesta. Al menos para nosotros, no ha habido problemas después de estos periodos de larga castidad. Pero reitero que la mejor política debe ser ir probando y extendiendo el período.

Durante los dos o tres días que tarda, después de eyacular, en volver a ser todo lo dócil y disciplinado que deseamos, su mente descansará. De todas formas, no dejes que tampoco disminuya tu autoridad en esos días. Vuélvete un poco esquiva, y evita algo el contacto esos dos o tres días, para que su deseo crezca rápidamente. No le apliques castigo en esos días, porque encontrarás mayor resistencia. Después de transcurridos, notarás que todo vuelve a la normalidad de tu dominación y el retornará a su obediencia habitual.

De manera que queda a tu criterio establecer la duración de la castidad de tu marido, y te reitero que esa duración sea algo que sólo tú conozcas lo que va a extenderse, que el no sepa a qué atenerse.

¿Usar símbolos de la sumisión?

Hay dos tipos de símbolos de la sumisión: externos y ocultos. Personalmente, no me gusta que mi marido lleve símbolos externos que puedan dificultarle la vida social y laboral. Pero insisto en que lleve símbolos ocultos, para reforzar su estatus de sometimiento hacia mi, y que esté presente en todo momento de su vida y en sus pensamientos.

Símbolos ocultos hay muchísimos, y el único límite es tu imaginación. El más importante es el cinturón de castidad, rígido o flexible, que tu marido usará para dar fe de su devoción permanente hacia ti, y para que seas tú quien controle la relación. Puedes hacer que, en la intimidad, tan pronto os quedéis solos, tenga que utilizar un collar de cuero para perros. Puedes usar también una correa para que camine a cuatro patas durante el tiempo que te parezca bien. Puedes hacerle usar un consolador anal, ni muy largo ni muy ancho, e ir a cenar afuera con tu marido “equipado” así; es un estimulante para ambos mucho mas fuerte que el mejor café.

Ahora llegamos a cuestiones mas íntimas y que plantean preguntas. ¿Tatuajes íntimos? Si bien colocarle un tatuaje a tu esclavo es tremendamente gratificante, tiene sus complicaciones: hay que ir a la playa, puede tener que ir al médico, etc. Hay una solución temporal: tatuajes de henna, que duran dos o tres semanas. Considérame conservadora, pero esa es la solución que yo he adoptado. En general, le gravo palabras fuertes tipo “propiedad de” u otras, y ya la visita al tatuador es toda una experiencia. Lo he hecho principalmente en alguna playa extranjera, lo que facilitó el trance del tatuaje. Con respecto a un tatuaje permanente, recomiendo que él de su aprobación, y quiero decir en un momento relajado, es decir, fuera de un periodo de dominación intenso.

¿Límites?

La regla básica, por supuesto, es no hacer nada que a alguno de los dos le resulte excesivo, o le desagrade, o sea peligroso. Sin embargo, no es un camino recto: hay cosas que a mí no me atraían, pero ante la insistencia de mi marido, y tras alguna consideración, las puse en practica con resultados por demás excitantes. Mi esposo me insistió mucho en que quería ser sometido por mí delante de una mujer. Por supuesto, dada nuestra mutua fidelidad (cuestión que no queremos cambiar), y considerando las realidades de semejante escena, la tercera persona debía ser una mujer. Un hombre sería demasiado humillante para tu marido, y la situación podría descontrolarse, con malas consecuencias. Aunque con dudas, accedí a probar, y resultó muy gratificante: contacté con una mujer dominante (no una profesional) que nos acompañó y presenció como sometía a mi marido a distintas pruebas de obediencia. Después, hice que él le prodigara un tratamiento que la dejó muy satisfecha.

Otra experiencia, que repetimos periódicamente, es contratar una masajista (mi marido se ocupó de buscar una chica de veintitantos años, rubia y de buen busto, como me gusta a mí, y una verdadera profesional), que se ocupa de hacerme pasar un buen rato y me provoca varios orgasmos. Esa, debes saberlo, es la fantasía numero uno de casi todos los hombres, y mi marido debió insistir para que me decidiera a hacerlo. Debo decirte que es de las cosas que una piensa “¡por qué no lo hice antes!”. Creeme, es de las cosas buenas de la vida de las que ninguna mujer debería privarse. Resulta delicioso tenerle atado a una silla, presenciando el largo masaje que me brinda nuestra amiga (dado no sólo con sus hábiles manos). Solo al final, ya saciada, le permito participar, y me luzco obligándole a hacer el perrito y homenajearnos a ambas. Creo que para la chica, terminar con su calzado y sus pies limpios con la saliva de mi marido es toda una experiencia.

Por el contrario, una experiencia que a mi me apetecía, y a mi marido no le gusta nada, es imponerle silencio. Ya he comentado que resulta muy erótico y educativo impedirle que sugiera ideas, por períodos de varias horas. Yo probé al principio prohibiéndole hablar durante algunas sesiones; después, progresé hasta ponerle una mordaza (cuidando de dejar su lengua con capacidad de trabajar). Disfruto enormemente sabiendo que el silencio impuesto se suma a su estado de obediencia.

A medida que progreses en la practica de dominar a tu marido, se hará importante lo que comenté sobre 24/7/365: interrumpir cada tanto y pasar períodos de normalidad. El riesgo, si no, es que gradualmente te pases en tus muestras de completo dominio y sea desagradable para el. Los periodos de normalidad permiten hablar los asuntos que puedan ser conflictivos, y retroceder ante limites que quizás has traspasado. Me refiero a que, poco a poco, irás encontrando cada vez mas fascinante dominarle y puedes pasar el delgado limite del juego. Después de unos meses de dominación “pesada y estricta”, tu marido necesita saber que cuenta con tu consideración y admiración. Tienes que dejar buenos espacios de tiempo para que eso le quede claro.