Femdom y Castidad (IV) La relación cotidiana

Manual de dominación femenina a través de la castidad

IV. La relación cotidiana y los comportamientos de cada uno

Tu comportamiento y el de tu marido deben reflejar diariamente la situación completamente desigual que se ha establecido entre ambos. Desde la simple pero completa obediencia, hasta otros comportamientos específicos que debes imponerle. Pero también hay comportamientos que tendrás que imponerte a ti misma.

Un pequeño recordatorio (quizá molesto por la reiteración): todo lo que sigue es concebible y posible de realizar sólo en la medida en que tu relación haya alcanzado un alto nivel de obediencia por parte de tu marido, y de dominación por la tuya. Y es condición para ello que su castidad se prolongue durante varios días y esté garantizado su cumplimiento. Durante todo el proceso, quizá te sientas inclinada a realizar alguna de las cosas que sugiero de una forma más light. O quizá alguna no te guste de ninguna manera. Esto no es importante: haz lo que te apetezca; lo importante, y la clave, es mantener y acrecentar el control sobre tu marido.

La creciente castidad de tu esposo debe ser gradual: empezando por unos días. Yo llego hasta un mes, y he comprobado que lo soporta bien. Tras dos o tres días, se genera un estado mental centrado en servir, una sensualidad y una excitación a la hora de satisfacerte que no sólo incluye la sexualidad, sino que responde incluso a tus deseos más caprichosos y mínimos. Debes reforzar este estado con exigencias permanentes. Si te gusta, convierte en regla que te masajee sensualmente todos los días, aunque no tengas ganas de que siempre te lleve al orgasmo. Cuando quieras tenerlo, es tu privilegio. Instrúyele en el uso de vibradores como mas te guste y, si te excita, provócale con el mismo vibrador. A los hombres les encanta que se les aplique en la base del glande.

Comprenderás, a los pocos días, que la relación sexual se ha transformado radicalmente: ahora, el “juego previo” puede prolongarse durante horas. Ya no es un paso previo antes del acto, es un tributo que tu marido te hace una o mas veces por día. Empecemos, pues, por las recomendaciones referidas a él.

Su comportamiento

Las mujeres se quejan a menudo de falta de cortesía, atención y dedicación por parte de su marido. Tienes una oportunidad única de hacerle re-aprender viejas lecciones que quizá ha olvidado. Exígele, en todas las circunstancias, privadas o publicas, la más extrema galantería hacia ti. Siempre dejándote pasar primero, abriendo la puerta del coche para ti, moviendo la silla de la mesa cuando te sientas o terminas de comer. Nunca debe interrumpirte, sea la conversación entre vosotros o en presencia de otros. No debe alzarte la voz, ni leer el periódico cuando te acompaña en el desayuno, apresurarse a hacerte compañía aunque sospeches que hubiera preferido quedarse frente al televisor. Traerte flores, etc. Esta re-educación, déjame decirte, te vendrá bien incluso si deciden salir por un tiempo de la situación de sumiso-dominante (estas “salidas” temporales las comento mas adelante como una variante).

Aparte de nociones básicas de educación, que no tienen que ver específicamente con la relación de sumisión, debes imponer ciertas obligaciones a tu marido para que su dependencia psicológica de ti (pieza clave) se mantenga e incremente. Esto se hace a través de comportamientos que deberá asumir y de cosas que hará para ti. Así será más consciente, permanentemente, del lugar que ocupa, de la necesidad de la obediencia y el servicio.

Veamos algunas posibilidades:

— Excepto en presencia de los chicos o de amigos, debe dirigirse a ti como Señora, Ama, Majestad, Mi Reina, Diosa, Mi Dueña o el nombre que a ti te guste. Debe ser una palabra distinta de la que usualmente usaba, y que denote respeto y distancia. Quizá esto te parezca pueril, algo ridículo; pero no te equivoques, es más importante de lo que piensas. Los hombres tienen un gran respeto por las palabras, porque se van introduciendo en todos los niveles de su conciencia.

Lo que se dice acaba convirtiéndose en la realidad. Con el tiempo, si exiges este tratamiento, observarás que cambiará la manera de tratarte, el respeto en general y su comportamiento hacia ti. Acostúmbrale y exígele que use tu título.

— Cuando llegas a tu casa, o os reencontráis después del día de trabajo, o él llega y te encuentra, inmediatamente debe venir a recibirte o saludarte. Debe darte la bienvenida (de rodillas si te gusta) en los términos mas respetuosos, con el titulo que le has indicado que use para dirigirse a ti. Nuevamente: si en algún momento deciden “salir por unos días” de la relación de sumisión, verás que este periodo le ha enseñado a no estar con la cabeza metida en sus libros, revistas o viendo el fútbol en la televisión. Tu llegada debe ser una fiesta para él. Inspírate en la alegría que manifiesta el perro cuando llega su amo después de horas sin verle. Exígele que manifieste alegría y respeto en el reencuentro de cada día. Cuando estéis con amigos, comprobarás que este entrenamiento logrará que hábitos que quizá te molestaban hayan desaparecido, y que tu marido se interese de verdad por lo que dices.

— Debes definir la relación que le permitirás tener con tu cuerpo. Por ejemplo, podrías prohibirle completamente que te toque sin tu permiso. Yo personalmente, no encuentro eso nada satisfactorio. Mi esposo tiene permiso permanente para besar mi mano en publico (es delicioso: luce anticuado y raro), mientras que otras caricias o contactos están prohibidos. Debe pedirme permiso y, dependiendo de mi capricho, puedo concederle el privilegio, negárselo o incluso castigarle por preguntar y molestarme (como los castigos que le propino son serios, y no juegos, realmente los teme; el tono de preocupación con que lo pide es delicioso). ¡Oh, qué milagro!, nuevamente como cuando éramos novios o recién casados, tiene un deseo permanente e insaciable de besarme o tocarme. Parece que no puede quitarme las manos de encima, ¡porque teme que la oportunidad no dure! La denegación tiene, definitivamente, sus ventajas; la privación del orgasmo le lleva a poner mucha intensidad en cualquier mínimo contacto físico, sea del tipo que sea. De manera que, ahora, tocarme es un privilegio que le concedo. Pequeños contactos físicos antes imperceptibles, se tornan premios de enorme valor para él. Con esos permisos o negativas a los contactos “livianos” le controlamos totalmente y su devoción se incrementa.

— Cuando estáis juntos en una habitación, debe estar a tus pies o en donde le indiques. Te recomiendo que, cuando estés viendo la televisión, navegando por Internet u hojeando una revista, le hagas ponerse de espaldas a la pantalla. Su único entretenimiento tienes que ser tú. Debe concentrarse en ti. Desde luego, tiene que abandonar cualquier cosa que estuviera haciendo para acudir a tu llamada. Te sorprenderá ver que cosas que parecían totalmente imposibles, ahora dependen de una simple decisión tuya.

— Nunca debe comer en las mismas condiciones que tú, cuando lo hagáis solos y en privado. Debe servirte (incluso si fuiste tú quien preparo la comida), y comer después de ti, como hace la servidumbre, y en diferentes condiciones a las tuyas. Esto tiene valor simbólico: le harás comer en la cocina si tú lo hiciste en el comedor, o con la mano (es muy erótico hacerle comer así y contemplar como se avergüenza al contrariar todos los hábitos de su educación porque tú se lo ordenaste).

— Debe acostumbrarse a prepararte el baño. Te recomiendo que no le dejes verte desnuda, así que, una vez preparado el baño, debe salir fuera. O, si le demandaras otros servicios, ponle una simple venda en los ojos. Vendado, se volverá loco de deseo por poder ver lo que se le niega: tu cuerpo. Ordénale que te dé un relajante masaje corporal, con especial detalle en el cuello y las piernas. Vendado se concentrara mas. Prohíbele que se frote contigo o, si te gusta, déjale. Pero que quede claro que el control es tuyo. Haz que te traiga el desayuno a la cama cuando se pueda hacer.

— Indícale que, desde ahora, existe el estado de “en disposición”. Significa que cuando tú quieras estar sola, y se lo digas, él puede hacer lo que quiera (ver la tele, leer, estar en el PC, etc.), pero debe estar completamente alerta y listo para acudir a servirte, dejando lo que esté haciendo inmediatamente.

— Le están totalmente prohibidas las siguientes cosas (bajo amenaza de castigo inmediato y severo. Recuerda que tu credibilidad está en juego: no puede empezar a faltarte al respeto considerándote “una buena chica”):

· No puede interrumpirte cuando estés hablando por ningún motivo, en privado o en publico.

· No puede contradecirte en privado o en publico. Aunque estés equivocada. Esto es falta grave. Siempre debe darte la razón y, aun más, tienes indicarle que debe mostrarse admirado de lo que dices. “Si, querida” debe ser su apostilla habitual.

· No puede desobedecer tus deseos. Todos tus deseos, de cualquier tipo, en cualquier situación, son sus ordenes. Debe obedecer desde lo mas trivial hasta lo mas complejo.

· No puede obedecer formalmente pero con “mala cara”. Debe mostrar entusiasmo para cumplir sus tareas. Solo tú serás la juez que decida si lo hizo bien y con un ánimo que te pareció suficiente.

· No puede iniciar cualquier acción sin pedirte permiso: como salir fuera, fumar, ver la televisión, leer, ir al baño, jugar con el ordenador, abrir el correo, hacer llamadas telefónicas, etc. Cuando estéis solos, o cuando tú se lo indiques, debe estar a tu sola y completa disposición, a la espera de tus ordenes. Esto es particularmente aplicable durante la noche si hay niños en la casa. Cuando la casa está tranquila, debe regir tu control absoluto. Prueba su obediencia con frecuencia: déjale con la orden de esperarte y, si le sorprendes haciendo cosas sin permiso, recrimínaselo y haz que se disculpe de rodillas; después, castígale. Muy importante: dedícate a definir sus derechos para cuando estéis en publico, con modificaciones para los distintos casos (hijos, familiares, amigos, extraños). Por ejemplo, puedes imponerle que, si os visitan amigos, te pida permiso antes de sentarse, empezar a comer, o fumar.

· Establece que, delante de amigos, debe hacerte por lo menos dos cumplidos lindos. Decir que te ama, que se siente muy unido y atraído por ti y que depende de ti. Es muy raro que un hombre haga esto en publico, así que no te prives de este placer que probablemente es nuevo para ti.

De acuerdo con mi experiencia, te recomiendo que evites incorporar elementos de la vida diaria a la lista de obligaciones que debe cumplir y que pueden acarrearle castigos si no lo hace. Resulta claramente preferible que todo lo que le pidas esté específicamente relacionado con la relación de sumisión que estáis viviendo. Por ejemplo, no debes exigirle cosas relativas a su trabajo, que arregle el automóvil, que haga tal o cual tratamiento medico, o que haga venir al plomero. Concéntrate en tareas que te gratifiquen personalmente, aunque sea indirectamente.

Como regla general, cuando la situación lo permite, debes habituarle a no dejarle nunca completamente libre en sus movimientos. Ponle los mitones, tenle atado. Esto es necesario para hacerle más dependiente de ti. Si le has encargado una tarea particular, o le has puesto a hacer algo, tenle con una cuerda que le permita moverse sólo lo necesario. Si tienes algo que hacer, o simplemente te vas a relajar, leer o cualquier otra actividad, y le vas a tener cerca, átale con una cuerda (no importa que sea muy fuerte, el hecho es simbólico y él no la forzará). Tenle cerca de ti o en otra habitación, pero atado y que no se sienta libre. Yo paso ratos muy agradables navegando por Internet, teniéndole atado con una cuerda de 2 metros del tobillo a mi silla. Debe estar en el suelo a mis pies.

Tu comportamiento

Sus obligaciones son pesadas, y son todas en tu beneficio. Pero tú también tienes algunas tareas. Debes saber que durante el tiempo que viváis de esta manera tendrás algunas ocupaciones (dirigidas a él), pero esos esfuerzos valdrán mil veces la pena. Así que aquí están los comportamientos que sugiero para que puedas seguir obteniendo su adoración y su obediencia:

— Mantén y aumenta tu femineidad: sé refinada, elegante, provocativa. Siempre subraya tu femineidad con tu vestimenta. Deben utilizarse todas las armas de la seducción: él es un esclavo del amor y hay que mantener esa situación. Zapatos de tacón alto, cinturones de cuero, bodies, medias de nylon. Todas las prendas que realzan tus encantos, y a las que ningún hombre puede resistirse. Se derriten con ellas. Maquíllate, peina tu pelo, cuando estéis en la casa no sólo cuando salís. Durante el día, tu apariencia debe ser razonablemente sexy (siempre debe excitarle verte), estricta (tú eres la que manda), sofisticada (debe adorarte). Al igual que la galantería para los hombres, estos comportamientos no son específicos de una relación de dominación, son aspectos que siempre conviene tener presentes.

— Sé diferente cada día: en tu apariencia, cambiando tu vestimenta, las joyas y adornos que usas, el calzado. Para los momentos de intimidad, no temas comprar alguna ropa de estilo dominante: el cuero ejerce un efecto tan devastador como un buen body de red.

— Mantén la distancia, pero sé cariñosa. Sé estricta, pero tierna; ponle en su lugar, pero atiende sus preocupaciones; sé desdeñosa y egoísta cuando quieras. En otras palabras: sé una mujer que le exija con su sola presencia. Nunca debe saber qué esperar de ti. Su incertidumbre reforzará su dependencia.

— Protege tus misterios: evita que te vea desnuda. No te vistas y desvistas delante de tu esposo (por cierto, esto debes hacerlo siempre, incluso fuera de los periodos de dominación). Haz que se de vuelta cuando te desnudes, ponle una venda cuando quieras estar desnuda. Le volverás loco de deseo. Verte alguna vez desnuda (cuando tú tengas ganas de mostrarte) será un privilegio que agradecerá. Las partes de tu cuerpo mas expuesta (tobillos, pies, manos) se convertirán en objetos de su adoración. Usa transparencias, o muéstrate como un gran regalo con alguna ropa interior. Este escamoteo de tu desnudez provoca efectos devastadores en los hombres.

— Se imaginativa. Crea nuevas situaciones, nuevos escenarios, nuevos requerimientos y exigencias. En publico y en privado. Cuando se pueda, tener relaciones intimas fuera de tu casa. Busca lugares distintos.

— Sé impredecible: castígale sin razones y sin aviso previo. Dile después que te pareció conveniente hacerlo. Sé arbitraria, no des explicaciones, sométele.

— Sé constante e inflexible en los requerimientos y en las órdenes. No dejes que haya cosas que se suavicen. Él lo notará, tu autoridad disminuirá y, muy importante, puede desanimarse. Los castigos deben aplicarse inmediatamente o tan pronto sea posible. Deben ser frecuentes, aunque tu marido obedezca. Debes encontrar oportunidades dos o tres veces por semana, o más. Cualquier motivo es valido. Los castigos son, después de la denegación del orgasmo, la más importante herramienta para la construcción de la relación de dominación. Deben ser siempre físicos (para que tu marido comprenda y aprenda que su cuerpo te pertenece por entero). El castigo debe ser real y creciente en su duración y severidad. No conseguirás realmente el objetivo hasta que no sientas que él teme de verdad tu reacción y teme el castigo. Hay que comprender nuevamente que esto, si bien se circunscribe al ámbito de tu relación de dominación, y no afecta otros aspectos de vuestra relación, debe formar parte de tu relación personal con él.

Como he mencionado, entre sus obligaciones se encuentra el servirte. Pero no te confundas: está bien que, si estáis solos, le vistas de criada, le pongas un delantal corto y el culo al aire, y le pongas a trabajar un rato si esto te gusta. Pero no cometas el error de convertirle en una criada de verdad. En otras palabras, debe servirte y atenderte en todos tus caprichos como parte de una relación entre ambos caracterizada por el juego sexual, pero el objetivo no es ponerle tareas de limpieza o cocina.

La servidumbre debe ser total dentro de lo que la tensión sexual implica, pero no fuera de ella. Sé que hay hombres que visitan a dóminas profesionales, para limpiarles la casa y la ropa (y además pagan por ello), pero por una parte son raros, y además no hacen esto todos los días. Recuerda que después de un día de trabajo, estará cansado, y más si debe atenderte por la noche, y debe convivir con la tensión permanente de su deseo insatisfecho (que no es un tema menor). Es decir, exígele todo tipo de tareas para servirte: sexuales, de atención a tu cuerpo, masajes, baños, pedicura etc. Además, proporciónale tareas añadidas de valor simbólico, que subrayen su servidumbre (servirte la comida, traerte una bebida, llevar algo a la cocina, etc.). También concédele ratos y días mas descansados. Esto es vital en el largo plazo, para no agotarle física y, sobre todo, mentalmente. No obstante, evita siempre el menor indicio de indisciplina: sé severa, castígale.