Felizmente casada , pero ardiente

Una hermosa mujer, felizmente casada pero ardiente, aunque ama a su marido, tiene sexo con un compañero de trabajo mucho mayor.

FELIZMENTE CASADA, PERO ARDIENTE

Esta es una historia real. Juro que es totalmente real. Solamente he cambiado los nombres de las personas y algunas cosillas que pudieran servir para identificarnos.

Comenzaré por presentarnos:

Me llamo Juan , tengo 68 años, estoy casado pero con una vida sexual moribunda con mi esposa. Mi amiga se llama Ruth, tiene 42 años, está felizmente casada y tiene una muy placentera vida sexual con su esposo al que verdaderamente ama.

Ruth es una mujer bellísima: bajita, menuda, blanca, con un cuerpo escultural, una tetitas pequeñas pero deliciosamente duritas y una sonrisa encantadora.

Hace aproximadamente 5 años, y gracias a un dinerillo extra que me llegó, pensé poner un pequeño negocio y me decidí por una librería, pero, como no estaba en condiciones de atenderla personalmente comencé a buscar un socio que se hiciera cargo de su atención.

Y un día apareció Ruth: bella, elegante, educada, encantadora. Me pareció la persona perfecta.

Desde el primer día nuestro trato fue cordial, pero siempre dentro de los límites normales de una sana y respetuosa amistad. Un leve e inocente beso en la mejilla era nuestro diario saludo.

Sin embargo, como el diablo tienta, por mi parte, cada vez me sentía más atraído hacia ella y, cuando tomaba sus brazos para el besito de rutina, trataba de darle una pequeña presión y de prologar por una fracción de segundo el contracto de nuestras caras.

Por fin un día en que estábamos solos, no soporté más y me atreví a lo que parecía imposible: Corrí mi cara para depositar el beso de saludo no en su mejilla sino en sus labios. No dijo nada. Se quedó seria, fría y muda, con sus hermosos labios apretados y con una mirada de hielo en sus ojos

Pensé que había hecho una soberana tontera y solamente musité:

  • ¡Perdóname! ¡Perdóname por favor!

Luego pasaron días y días en que todo pareció volver a la normalidad sin que ninguno mencionara lo ocurrido.

Como estimé que no había daños que lamentar y que, a lo mejor no todo estaba perdido, mi deseo por ella aumentó hasta casi convertirse en una obsesión

Por eso, en otra ocasión en que estábamos solos, me atreví a decir;

  • Ruth, me quiero excusar por lo que hice. Pienso que llevado por lo que siento por ti, cometí una estupidez y tontamente te ofendí, ya que, evidentemente, tu no compartes mis sentimientos pues no me besaste sino que solo toleraste mi beso.

Una leve sonrisa que apareció en su rostro me hizo pensar que no lo había tomado tan mal y entonces, en un instante de locura, decidí quemar mis naves. La tomé con fuerza entre mis brazos y nuevamente le di un beso en la boca, el que esta vez si fue correspondido.

Nuestros labios se unieron con fiereza y nuestras lenguas se encontraron con ardor. Suaves mordisquitos aumentaron el placer, mientras que mis manos golosas recorrían su espalda y apretaban su cuerpo contra mi cuerpo.

Día a día nuestra relación se fue estabilizando, con muchísimo sigilo y discreción, dentro de lo que era posible hacer en una pequeña oficina de una pequeña ciudad siempre con mucha gente conocida alrededor.

Hasta que, un venturoso día en que nos estábamos acariciando, mi mano se abrió camino dentro de su pantalón y se llenó plenamente de los pelos de su vulva. Estaba húmeda y tibia, A medida que iba aumentando las caricias su respiración se fue haciendo más fuerte y entrecortada.

Suavemente fueron aflorando sus palabras:

  • ¡¡Así….. .así …… mi amor!!..... sigue acariciando mi chucha ….., ……¡¡ Ay que caliente me tienes…..!!....¡¡Ardo de deseos!!......¡¡Mi vida como estoy gozando!!

Con sus manos bajó sus pantalones hasta las rodillas mientras las mías se paseaban por nalgas, sus muslos y lógicamente en forma especial por su sexo húmedo y palpitante.

Bajé mis pantalones y saque, mi pene, de modestas proporciones, pero que la excitación había elevado.

Ruth lo acarició con dulzura y empezó a restregarlo sobre su cabellera intima. (Estábamos de pie porque no había forma de ponernos más cómodos)

Yo me debatía entre la calentura y la preocupación ( Al otro lado de la pared, a tres metros de distancia, había clientes y una empleada)

Tratado de ser lo mas silencioso posible le musitaba al oído todo lo que sentía:

  • ¡¡ Te amo mi amor !! …..¡¡Te amo¡¡….. mmmmmm…. ¡¡Que rica eres!!... ¡¡ Eso es mi vida !!........ ¡Muévete,…… pégate, pégate más por favor !!,

Ella seguía entre suaves y silenciosos jadeos y suspiros restregando con su mano mi pico sobre su chucha. Sentí que me venía.

  • ¡¡ Para… para por favor Ruth…… detente ….que voy a acabar y nos vamos a ensuciar !!
  • ¡¡No…..no quiero. Ya nada me importa en este momento….estoy loca ……..solo quiero sentirme mujer….. solo quiero saberme una hembra deseada…… Acaba… .acaba….. derrámate……mánchame que quiero sentir tu semen sobre mi vientre.

Y así fue. Una larga descarga se produjo, Con su mano esparció lentamente mi leche. Nos abrazamos fuertemente y una serie de besitos tiernos y delicados , casi imperceptibles pusieron fin a este primer encuentro.