Feliz día Papá

Le di a mi Papá el mejor regslo del día del Padre que una hija puede dar.

Feliz día Papá.

Mi papá es un hombre alto, delgado y muy guapo, a sus 48 años se ve muy bien; es muy atlético y sus canas lo hacen ver como muy interesante; tal vez por eso hay varias mujeres que quieren con él, pero aún no tiene una pareja formal.

Lo veo una vez al mes, normalmente en fin de semana; pero el día del padre es especial; siempre estoy con él en esa fecha tan importante.

Normalmente también están mis hermanos, pero en esta ocasión no pudieron ir por compromisos con sus familias; yo fui la única que estuvo con él y aproveché para que disfrutara de verdad de su día.

Llegué desde el sábado por la tarde, comimos juntos, vimos una película y después de cenar nos fuimos a dormir.

Puse mi despertador a las 5 a.m. porque quería felicitarlo desde temprano y además quería que aprovecháramos completamente ese día.

En cuanto sonó el despertador, me levanté, fui al baño a arreglarme y ataviada únicamente con un negligé negro muy corto y tanga negra también, fui a su recámara.

Entré a su recámara en silencio y lo vi dormido; nerviosa y aún indecisa con lo que iba a hacer dudé un momento parada junto a su cama. Pero era algo de lo que tenía muchas ganas y que había deseado desde hace tiempo, así que decidí no desaprovechar la gran oportunidad que se me presentaba al estar solos los dos.

Así que me decidí y me metí debajo de sus sábanas, entrando por la parte de abajo hasta llegar a su pene. Él duerme solo con un bóxer, por lo que, aunque no veía nada, fue fácil descubrir su miembro. Pude sentir lo grande que es aún flácido y de inmediato me lo imaginé dentro de mí y mi concha se empapó de ganas.

Empecé a manipularlo con una mano y sentí como empezaba a crecer, pero quería darle un placer inolvidable, por lo que pronto lo metí en mi boca y empecé a mamarlo; sentí su gran tamaño dentro de mi boca y mi concha no dejaba de humedecerse de ganas de tener ese tremendo animalote dentro de mí.

Mi papá medio despertó y escuché que dijo adormilado: "¿Qué haces?". No le respondí, seguí chupando como sé hacerlo, el hizo un intento débil de separar mi cabeza de su pene, pero me puse dura y no lo dejé, luego él cambió; quitó las sábanas y con la tenue luz del amanecer que apenas asomaba por entre sus persianas me vio mamándole el pene y yo lo vi provocadoramente, para que viera que su niña ya es una mujer completa que puede darle un gran regalo.

Mi papá se rindió ante el placer y me tomó de la nuca, ayudándome a meter y sacar su miembro de mi boca. También usé mi lengua para lamerle la punta del pene y los testículos, lo que le encantó; lo supe por sus gemidos y su cara de placer.

De repente me detuve, dejándolo con el pene bien parado; me acerqué a su oído y le dije: "Papi ¿Quieres verme?" él me respondió susurrando: "si". Entonces me levanté y me di una vuelta completa para que me apreciara con mi negligé; luego, poco a poco me desnudé frente a él. Primero me quité la tanga y luego desaté el nudito del frente del negligé y lo dejé caer al piso, quedando totalmente desnuda frente a mi padre que tenía los ojos muy abiertos, tal vez al darse cuenta que esa niñita que él mecía hace unos años en sus brazos, ahora es una mujer completa y muy bien formada.

Me agaché, poniendo mis tetas firmes y redondas frente a su cara; él me entendió de inmediato y empezó a lamerlas con devoción, como si fuera un niño con una paleta de dulce. Tomé su mano derecha y la coloqué en mi nalga, él la acarició y me dio un par de nalgadas; le dije al oído: "eso es, pégame papi, porque me estoy portando muy mal".

Luego el colocó su otra mano en mi concha y la sintió mojada, metió primero un dedo, luego otro y otro hasta que me metió cuatro, yo le acariciaba su pene, pero sin masturbarlo, pues no quería que se viniera aún.

Cuando lo sentí listo, tomé su pene y me monté en él, con una mano lo ayudé a penetrarme, el miembro de mi papá entró fácilmente en mi concha que estaba muy mojada y entró hasta el fondo sin problema; empecé a moverme para que su pene entrara y saliera de mí y con una mano me acariciaba yo misma el clítoris. Él seguía lamiéndome los pechos y metió un dedo en mi ano, lo que me hizo vibrar aún más. Ambos empezamos a gemir de placer, al principio despacio, pero cada vez nuestros gritos eran más fuertes; sobre todo cuando, al poco tiempo, tuve un orgasmo increíble que me recorrió todo el cuerpo. En ese momento lo besé en la boca, en un beso largo y profundo que selló nuestro pacto de amor.

Me enderecé y seguí moviéndome, saltando sobre él, coloqué mis manos detrás de mí recargándome en la cama para que él pudiera gozar con la vista de mi hermoso y bien formado cuerpo.

Le pregunté: "¿Dónde quieres venirte?" y él me respondió: "En tu boca"; entonces lo saqué y tomé la posición inicial, de nuevo le mamé su pene, fue poco tiempo, pues se vino pronto y me tragué buena parte de su semen, pero también hice que algo me cayera en la cara y los pechos para que mi Papi disfrutara de la vista de su leche sobre mí.

Me subí a la cama y él me abrazó; me recosté sobre su pecho y me dormí segura de que mi protector estaba ahí.

Esto solo fue el inicio de un día inolvidable; en cuanto tenga más tiempo y si es que les gustó, relataré lo demás que pasó en ese gran día.