Feliz cumpleaños, hijo
Aquel fue el mejor regalo que mi madre me pudo hacer.
Tengo buenos recuerdos de mi madre. Recuerdo por el año ochenta y cinco, en el que cumplí dieciocho años, que mi madre tenía unos cuarenta años. Estaba separada de mi padre hacía ya diez años y desde entonces vivíamos solos.
La verdad es que mi madre era algo puta. Recuerdo que más de una vez la he visto follar con tíos que se traía para satisfacerse. Eran hombres de usar y tirar. Se los follaba y a otra cosa. Mi madre se llama Marta, tenía por aquel entonces unas carnes prietas. Estaba algo rellenita, pero no gorda. Su pelo lo tenía cortado a la altura de los hombros y de color castaño. Sus tetas algo caídas tenían buenos pezones. En fin, no era una modelo, pero follaba como una diosa.
Pues como os decía, mi madre era algo puta. La historia que os contaré pasó el día de mi cumpleaños, cuando cumplí los dieciocho. Aquel día salimos a pasear por la tarde. Por la noche cenamos en un restaurante y después tomamos algunas copas en distintos bares. En el último que estuvimos nos encontramos a mi tía Pili. Era hermana de mi madre.
Pili dejó a los amigos, que se fueron a otro bar, y se quedó con nosotros. Tomamos una copa más y después nos marchamos a casa. Por el camino, hacia el coche, Marta y Pili hablaban entre ellas en voz baja, como si no quisieran que las escucharas. Yo las deje adelantarme para observar el cuerpo de mi tía Pili. Sus caderas anchas, su gran culo, su pelo rizado y recogido en un moño. Estaba memorizando el cuerpo de ella para hacerme después una paja.
Llegamos al coche y nos dirigimos a casa. Entramos y mi tía se quedó con nosotros. Alegó que esa noche se quedaría para no estar sola en su casa. Se sentaron en el sofá y me pidieron que les trajera unas copas. Ambas tenían unos trajes negros que marcaban sus figuras y las dos no me quitaban ojo mientras hablaban de no se que cosas.
Les traje sus copas y se las entregué. Me cogieron por los brazos e hicieron que me sentara en medio de ellas. Cada una me abrazó por un lado. Yo pasé mis brazos por sus hombros.
-Enrique, ya tienes dieciocho años... ya eres todo un hombre. me decía mi madre mirándome a los ojos.
-Sí, ya es todo un hombre... afirmaba mi tía al otro lado acariciando mi pecho. Recuerdo cuando le cambiaba los pañales... ¿sigues teniendo la pilila tan grande?
-No... ya me ha crecido... logré decir un poco ruborizado por los comentarios de Pili.
Mientras decía esto subía su pierna derecha un poco sobre la mía. Mi madre nos miraba abrazada a mí y nos sonreía. Tenía dos hembras entre mis brazos y parecía que la situación se empezaba a calentar.
Mi madre subió la pierna encima mía mientras con una mano empezó a tocarme el paquete por encima del pantalón. Mi tía me ofreció su boca sacando la lengua. Yo la miré y empezamos a jugar con nuestras lenguas. Bajé mis manos para empezar a tocar los culos de ellas. Los tres nos empezamos a excitar.
-Enrique, este va ha ser nuestro regalo de cumpleaños... me dijo mi madre tocando mi polla y mirándome a los ojos. Te vamos a follar las dos.
Las dos, una a cada lado, se quitaron mis brazos de sus hombros, se tumbaron hacia atrás y abrieron las piernas, agarraron y llevaron mis manos a cada coño. Comencé a tocarlos por fuera sintiendo sus pelos. Pili lo tenía depilado y sólo tenía pelos al principio de su raja. Marta, mi madre, no se lo depilaba y tenía un gran matojo de pelo. Jugué con ambos coños. En el de Pili no me costo meter mi dedo en su raja, ya que no tenía pelos y estaba totalmente mojado. Mi madre me costo más meterle el dedo pues tuve que separar los pelos y además tenía unos labios grandes. Algo costo, pero la recompensa fue encontrar un clítoris enorme totalmente mojado con sus flujos. Las masturbé a las dos a la vez hasta que me pidieron que me levantara.
Las dos se bajaron los vestidos hasta la cintura, dejando sus tetas al aire. Podía ver las tetas con sus hermosos pezones. Mi madre de pie junto a mi me quitó la camiseta, mientras mi tía sentada en el sofá me bajó los pantalones. Yo las acariciaba y veía sus cuerpos maduros imaginando lo que les haría en un momento.
Yo besaba a mi madre, le metía la lengua dentro de su boca y le acariciaba los pechos. Ella gimoteaba y me acariciaba. Pili me sobaba el culo a la vez que me bajaba los calzoncillos. Mi polla salió totalmente erecta y Pili comenzó a acariciarla mientras mi madre la observaba.
-Enrique, siéntate que necesito comerme esta polla... Pili tiró de mí para que me sentara.
Mi madre se desnudó por completo y se sentó a mi lado para seguir besándonos. Mientras tenía la lengua de mi madre dentro de mi boca, sentí como mi polla era rodeada por el calor de la boca de mi tía que se la metía y empezaba a mamármela. Pili no se había desnudado por completo y estaba de rodillas en el sofá metiéndose mi polla hasta lo más profundo de su garganta, mientras con una mano me acariciaba los huevos. Puse una mano sobre su espalda para acariciarla.
Pili la chupó todo el tiempo que quiso, mientras mi madre me besaba y se masturbaba viendo como su hermana me mamaba. Estuvimos no se cuanto tiempo en esta postura, hasta que Pili me soltó la polla y se fue a buscar algo.
Me senté en el respaldo del sofá y mi madre sacó un condón del bolso, me lo puso y empezó a chupármela. La agarré por el pelo y la acompañaba en el movimiento de sus mamadas. Estaba de rodillas en el sofá y veía como sus tetas colgonas se movían al ritmo de las chupadas. Su culo enorme y en pompa me estaba excitando y sentía la necesidad de penetrarla por detrás. Alargué una mano y empecé a tocárselo, metí la mano por la raja del culo y note su ano. Lo acaricié y ella gimoteaba con mi polla dentro de su boca.
Apareció Pili y traía puesto un consolador amarrado a la cintura. Era una polla de goma de unos veinte centímetros. Se colocó detrás de Marta y le acarició el culo mientras con la otra mano le pasaba la polla de goma por la raja intentando separar los pelos. Marta se separó los pelos y los labios del coño y su hermana le empezó a meter la polla. Gimió al sentir como le entraba la polla. Sacó la mía de su boca y, sin dejar de masturbarme con la mano, le pidió a la otra que la follara por delante.
Marta se tumbó boca arriba en el sofá y yo le puse la polla en la boca para que siguiera chupándola. Pili tomo la otra y la metió de un golpe en su coño y empezó a follarla. Yo le habría los labios del coño para que la follara bien. Mi madre gimoteaba con las dos pollas llenándola, una la boca y otra su coño. Pili me besaba mientras le metía el rabo de goma a la hermana y yo acariciaba sus tetas. Al rato pidió mi madre que yo la follara.
Senté a mi madre en el sofá y tiré de ella para dejar su culo al filo. Levanté sus piernas y las coloqué en mis hombros. Apunté mi polla a su coño y la empujé. No me costó nada penetrarla, estaba totalmente mojada. La agarré por los muslos y comencé a metérsela y sacársela. Mi madre gemía de placer al sentirme dentro de ella y yo estaba en la gloria al sentir el calor de su coño rodear mi polla, aunque tuviera un condón. Pili se arrodilló al lado de Marta y le ofreció la polla de goma para que mi madre la chupara. Mi madre me acariciaba los muslos a la vez que la penetraba y chupaba la polla de goma.
Fui aumentando la velocidad de las penetraciones pues cada vez estaba más excitado al ver como eran de putas mi madre y mi tía. Ya no era que se trajeran hombres a casa para follarlos, no, es que ya follaba hasta con su hijo. Mi madre empezó a gemir como una loca y soltó la polla de goma al sentir que se aproximaba un orgasmo. Yo me quería correr pero mi tía me pidió que me corriera fuera del coño de Marta.
Sentí como se clavaban las uñas de mi madre en mis muslo al llegarle el orgasmo. Gritaba con cada envestida que yo le daba y me pedía que lo hiciera más fuerte. De repente, sentí que mi leche iba a salir. La saqué del coño y Pili me quitó el condón con mucha habilidad. Comenzó a masturbarme con la mano y en dos o tres sacudidas brotaron chorros de leche que llenaron a mi madre desde la cara hasta la barriga.
Marta gemía un poco aún en el sillón y yo me senté junto a ella. Pili se dedicó a chuparle mi semen y a comérselo y cuando ya no hubo se dedicó a limpiarme la polla, dándome otra buena mamada.
Después nos acostamos y dormimos los tres juntos esa noche. Hubo otras veces en las que follamos, pero eso ya lo iré contando.