Feliz Cumpleaños Amor

Javier había sugerido, ofrecido, rogado, suplicado verme con otro hombre y hoy era su cumpleaños. Como este año la fecha oficial era un jueves, dejamos todo tipo de reuniones y festejos para el día siguiente y sólo invité a su mejor amigo, Daniel, para que nos acompañara en la cena.

A menudo Javier fantaseaba imaginándome con cada uno de sus tres mejores amigos y muchas veces lo sorprendí viendo videos en los que una chica tenía relaciones con varios hombres a la vez. Ante sus fantasías, siempre me negué, le decía que tal vez un día, dentro de muchos años, aceptaría estar con otro hombre, pero que por ahora con él me bastaba. Lo más lejos que había llegado era a vestirme con ropa deportiva muy ajustada y pasearme frente a alguno de ellos de forma insinuante y justo eso le ofrecí para la ocasión. Sin dudarlo, aceptó y escogió que el invitado fuera su mejor amigo, Daniel.

Como en su trabajo le habían preparado un corto homenaje, mi amado esposo llegó a casa a las 8pm. Encontró la puerta abierta y al llegar a la sala me halló tumbada boca abajo, mientras su amigo me hacía un suave masaje en los hombros. Yo me había puesto un traje de fiesta negro, ajustado y con la espalda desnuda hasta la cintura, zapatos de tacón alto, una tanga tipo hilo (que es lo que suelo usar) y no vestía brasier. A pesar de que Daniel no me gustaba mucho, el juego de acostarme y dejarme acariciar la espalda a piel desnuda por un hombre que yo sabía que me deseaba, me empezaba a calentar y se hizo evidente en mis pezones cuando me levanté a saludar a mi marido.

Javier sonreía encantado, tras cinco años de matrimonio reconozco todos sus gestos, y la expresión de excitación que tenía hoy era más que evidente. Antes de empezar, tomamos un Whiskey cada uno para brindar, las porciones de comida que serví fueron muy pequeñas para terminar antes de 15 minutos. Así llegamos al postre, un cremoso mousse de chocolate con cerezas que se que es la fascinación de Javi.

Tomé una cucharada grande del mousse, abrí mi escote y la unté, cuidando que ellos vieran lo que hacía mas no el pezón, que dejé cuidadosamente cubierto. Luego agarré una cereza y me tumbé en el sofá bajé la tirantilla del vestido y coroné el postre que había puesto en mi piel con la fruta.

-Ahora, Amorcito- le dije con voz sexy- tu escoges quién se come este postre, pero el juego tiene una condición- el que no coma postre, solo será espectador, toda la noche.-

Javier me miraba sorprendido pero sonriente. Sé que iba a preguntar si lo decía en serio, pero era darme la oportunidad de arrepentirme, así que le dio una palmada en la espalda a Daniel y le dijo –Buen provecho, mi hermano-

Daniel se arrodilló en el piso y con sus dientes abarcó la cereza, rozándolos contra mi pezón, a lo que respondí con un suave gemido de excitación. En seguida pasó a lamer y cuando ya no hubo chocolate chupó un poco. Entonces bajé la otra tirantilla dejando mis senos expuestos, tomé el plato y con la cucharilla cubrí ahora los dos pezones, poniendo sendas cerezas en ellos. Javier se había sentado en el sillón frente al sofá y se acariciaba la polla por encima del pantalón.

-Ahora quiero sentir labios quitándome el chocolate de los dos senos a la vez- dije con voz muy suave, casi jadeante. Javier ya se iba a levantar de la silla pero continué hablando.- Tú no te levantes Javier, ya aceptaste que solo mirarías.-

Entonces entró a la habitación Sergio, otro de los tres grandes amigos de Javier, que estaba escondido tras la nevera observando todo.

-¡Javier, Feliz Cumpleaños!- lo saludó efusivamente y con cariño sincero- discúlpame que te deje ahora, pero quiero comer mi postre.

Entonces me senté en el sofá dejando espacio a cada lado y arqueando la espalda un poco para que el mousse y las cerezas no se cayeran. Daniel se instaló a mi izquierda y Sergio a mi derecha, y empezaron a comer de mi cuerpo, acariciando con sus lenguas tanto como les era posible. Yo estaba en el séptimo cielo y mis manos buscaron los bultos de la entrepierna de los hombres que me atendían, mi sorpresa fue grande cuando encontré que ellos ya habían sacado sus pollas duras que me esperaban ansiosas. Empecé a masturbarlos lentamente, con suavidad, dedicada al tronco sin tocar las cabezas. Entonces Sergio mandó su mano a mi muslo y empezó a acariciar de forma ascendente. Daniel vio los progresos de su compañero de juego y lo imitó de inmediato. Entonces volví a hablar.

-Alberto, ven o se van a comer tu postre.- El tercero de los buenos amigos de Javier entró a la sala viniendo desde la habitación.

-Javier, un muy feliz cumpleaños y que lo que más deseas en la vida se haga realidad- le dijo a mi esposo dándole un abrazo.

-Eso ya está sucediendo- respondió emocionado mi esposo.

Entonces Alberto fue al otro lado de la sala y movió un poco la videocámara que estaba camuflada entre un revistero.

-Ahora debe estar bien enfocada, había quedado un poco a la izquierda- explicó con amabilidad y luego le entregó otra videocámara a Javier- desde el televisor de la habitación he seguido el juego, mientras lo grababa, es parte del regalo. Con esta otra cámara, graba las escenas que quieras y yo luego lo edito.-

Entonces se acercó a mi, Sergio y Daniel me sostuvieron por las axilas mientras yo levanté la cadera para facilitar que Alberto me sacara el panty. En seguida hundió su cara entre mis piernas y antes de cerrar los ojos para entregarme al placer de su lengua vi que Javier no sabía si concentrarse en grabar las pajas que hacía a sus amigos o la lengua que jugueteaba en mi clítoris.

Disfruté con los ojos cerrados durante un par de minutos tras los cuales tuve un orgasmo intenso en las tres bocas de mis amantes.

-Yo no he comido postre- les dije en cuanto recuperé el aliento.

-Tienes razón Camilita- respondió Daniel- que poco caballeroso de nuestra parte.

Entonces, alternadamente, Sergio y Daniel empezaron a untarse mousse de chocolate en la cabeza de sus pollas y yo los limpiaba con la lengua o chupándolas completamente. Poco a poco se untaban más hacia la base lo que me obligaba a hacerlas llegar profundamente hasta mi garganta.

En seguida oí ruidos de ropa y vi que Alberto se había sacado el pantalón y con su herramienta buscaba mi concha. Me disparó una rápida mirada, solicitando mi aprobación y yo asentí mientras chupaba el chocolate de los huevos de Daniel. Entonces empezó a introducirla despacio, muy despacio. Yo estaba sentada sobre el borde del sofá con las piernas tan abiertas como me era posible, para recibir la verga de Alberto y aún chupaba chocolate de las de Daniel y Sergio. Haciendo una rápida revisión de las expresiones faciales, me di cuenta que este último ya estaba cerca a terminar, le agarré las manos y las puse tras mi cabeza y me aferré a sus nalgas para masturbarlo fuertemente con mis labios y mi lengua. Él entendió el gesto y me agarró por el cabello para dirigir mis movimientos; a pesar de que la mayoría de las mujeres odiamos que nos hagan esto, lo de hoy era un regalo para mi esposo y yo quería ser como las putas que suele ver en las películas pornográficas.

Al parecer la forma en la que Sergio me follaba la boca excitó también mucho a Alberto, que levantó mis piernas poniendo mis rodillas sobre sus hombros y empezó a bombear con brutalidad, yo gemía en una cadena de orgasmos cada uno más intenso que el anterior, hasta que la leche de Sergio me llenó la garganta, la boca y empezó a escurrirse fuera de ella, rodando por mi barbilla. Si bien el tipo no tenía una polla enorme, si me sorprendió el caudal exagerado de leche que hacía que yo tragara sorbos y sorbos sin agotarla.

Cuando Alberto vio que yo hacía maromas para controlar el semen desbordado de mi boca, aminoró el ritmo hasta detenerse. Sergio recogió la leche que pudo en su mano y se fue al baño, Alberto se sentó en el piso en flor de loto a descansar un poco y yo con mis dedos recogía los rastros de esperma para chuparlos luego.

Entonces fui hasta la mesa del comedor y me doblé sobre ella, luego levanté mi falda sobre la cintura dejando expuesto mi culo y mi concha y mirándolos de reojo. Javier seguía grabándolo todo, trajo la cámara del revistero buscándole un buen sitio para dejarla fija y estuvo a mi lado a tiempo para la toma en la que Daniel me penetraba. Nunca pensé que ese muchacho, tan amable y cortés, fuera tan animal a la hora del sexo. Sus embestidas parecían más de un caballo o de un toro que las de un ser humano y la mesa del comedor se fue desplazando hasta encontrarse con una pared que la detuvo. Mi cuerpo le agradeció con otro par de orgasmos, yo misma no sabía que podía tener tantos en una sola noche, y esto aún no terminaba. Entonces para sorpresa mía sentí una caricia muy suave en el clítoris. Las manos de Daniel estaban aferradas a mi cintura, Sergio aún no volvía del baño y Javier grababa todo, entonces encontré que Alberto se había metido bajo la mesa, había agarrado mi monte de Venus entre su boca y jugaba con su lengua en el espacio que la polla de Daniel le dejaba libre. Y la cadena de orgasmos se extendió aún más allá del momento en el que tras unos cuantos movimientos profundos, Daniel vació sus huevos dentro de mí, al instante sacó su pene y la leche escurrió por las caras internas de mis muslos hacia los zapatos de tacón.

Me giré jadeando, agotada. Busqué un sorbo grande de Whiskey y cuando volví a la sala, me encontré con Alberto que estaba sentado en el sofá nuevamente. Javier ya había reacomodado la cámara fija en el revistero y hacía una toma de la gran herramienta de su amigo que apuntaba hacia el techo de la sala, si bien no superaba los 16 centímetros, era muy delgada y eso la hacía lucir más larga, yo pronto estaría agradeciendo esa condición. Las cuentas eran obvias, ya uno de ellos se había corrido en mi boca y el otro en mi concha, el sexo anal nunca me ha gustado, pero esta era la película porno de mi marido, y no podría faltar. Así que al buscar rápidamente encontré el único lubricante que tenía a mano, un poco más de Mousse de chocolate que no impidió el dolor pero si hizo más suave la penetración. Me senté sobre él entrando despacio hasta que quedé sentada en su cadera, recosté mi espalda contra su pecho y dejé caer mi cabeza hacia atrás sobre su hombro, cerrando los ojos. El movimiento era suave y de a poco se fue acelerando. Como ya he dicho, para mí el sexo anal nunca ha sido mayormente placentero, así que simplemente lo dejé hacer. Estaba muy relajada, sintiendo esa vara delgada y larga que exploraba dentro de mi culo, cuando sentí la cabeza de otra polla invadiendo mi concha, Sergio, que se había venido antes en mi boca, no se resignaba a irse sin probar mi vagina y me penetraba mientras sus manos acariciaban mis tetas casi con dulzura. Entonces vino Daniel y puso la suya contra mis labios y yo los dejé entrar, entregada como una muñeca hinchable. Sentía manos en todas partes y pollas en mis tres agujeros, el tacto casi que apagó a los demás sentidos aunque ocasionalmente oía a alguno decir "aún no". Finalmente dos de ellos dijeron "listo", casi al unísono y cuando Daniel, el que faltaba también dijo "listo", los tres aceleraron el ritmo durante medio minuto tras el cual eyacularon simultáneamente, sensación a la que inevitablemente me uní. Es increíble que este grupo de amigos se entienda tan bien que hayan llegado al punto de lograr sincronizar sus corridas.

Tras un rato de descanso, nos levantamos y nos vestimos. Cuando Daniel acercó su boca a la mía para despedirse con un beso, Javier lo detuvo.

-No- le dijo amablemente- ya disfrutaron de todo su cuerpo y realmente deseo que vuelva a suceder. Pero los besos de Maria Camila son solo míos.