¡Feliz año nuevo!
Dos chicas le dan la bienvenida al año nuevo. Me gustaba su sabor, estaba suave y caliente Ardiendo. Se aceptan críticas constructivas!
¡Feliz año nuevo!
Me acomodé en la cama y esperé a que mi prima volviese del baño. Cuando apareció por la puerta lo hizo con rapidez, cerrándola tras de sí para evitar que el perro entrase a la habitación. Puso el pestillo, pues a veces el perro saltaba y por suerte le daba a la manilla de la puerta y la abría.
Como era tradición, nos dispusimos a pasar la noche hablando de nuestras cosas. Yo la escuchaba curiosa cuando me intentaba explicar y "enseñar" como un compañero de su clase le había untado la espalda de crema solar en la playa.
-No lo entiendo. Dije secamente.- ¿Cómo que se te veía el pecho? ¡¿Entero?!
-¡No! Se apresuró a aclarar.-
Como no lo entendía por mucho que me lo explicase al final decidió recrearlo fielmente. Se quitó la camiseta del pijama y se tapó los pechos desnudos con un brazo. Tenía las tetas perfectamente desarrolladas, grandes y bonitas. Se estiró en la cama boca abajo y me dijo.
-Siéntate encima de mi culo.
Entre risas y bromas acabé sentándome encima de su culo, haciendo ver que le untaba crema.
-¿Ves? No es que se vean mucho, pero me dio vergüenza
-¡Jajaja! ¡Que pudorosa! Me burlé.-
-Muy graciosa, va baja.
Hizo ademán de levantarse y el hecho de estar yo encima de ella hizo que solo levantase el torso. Con un movimiento rápido de manos abarqué sus pechos hasta cubrir los pezones. Comenzó a chillar y con el movimiento que hizo aproveché para hacerle cosquillas. Estuvimos revolcándonos por la cama riendo a mandíbula batiente hasta que no sé como, tropecé y quedamos muy, muy juntas.
Noté sus pezones duros rozando los míos y sentí un pálpito en mis genitales. Noté como comenzaba a moverse para que el roce aumentara y no tardó en ponerme las manos en las tetas. Las sopesó, delineó su forma por encima de la camiseta, y con los dedos índices acarició los pezones que presumiblemente supongo- estaban cuan rocas.
Mi camiseta no tardó en flotar hasta mi cama, al lado nuestro. Nos fundimos en un beso profundo y lento, nuestras lenguas se inspeccionaban mientras nuestras manos volaban libres por el cuerpo de la otra.
Acaricié sus costados hasta llegar a sus caderas y mi mano izquierda se posó sobre su monte de Venus. Presioné fuertemente e intermitentemente y pronto su respiración se volvió irregular. Me senté encima de sus piernas y ella dejó caer los brazos a los lados, dejándose hacer, dándome "barra libre".
Lamí sus pezones con fruición, alternándolos y pellizcándolos de vez en cuando. Acabé mordiéndolos y seguí mi camino. Hice un camino de saliva con la lengua hasta llegar a rozar el borde del pantalón. Se lo bajé con lentitud hasta sacárselo del todo y me puse a su altura para besarla mientras la masturbaba con suavidad por encima de las bragas.
Emitía pequeños gemidos y no tardó en suplicar por más. Sonreí para mis adentros y descendí mientras hacía que las bragas tuvieran la misma suerte que la demás ropa. La observé durante unos segundos
Tenía las piernas dobladas y abiertas. Las estiré para atrás y observé la línea rosada de su coño Estaba brillante y pedía atención. Jamás la había deseado tanto.
Le separé los labios mayores con suavidad, disfrutando del momento. Lo observé abierto y supe que era virgen. Le di una lamida abarcándolo todo con la lengua y seguido acaricié su clítoris con el dedo índice. Hice movimientos circulares lentamente, me humedecí el dedo varias veces con su propia lubricación y al cabo de un rato la masturbé con rapidez. Sus gemidos hicieron que me pusiera más y más caliente, y las palpitaciones en mi propio coño aumentaron.
Con las dos manos le abrí lo máximo posible y comencé a hacerle sexo oral. Pasé la punta de la lengua lo más dura posible por la entrada sin llegar a meterla y subí hasta notar la dureza de su botón. Hice círculos a su alrededor sin tocarlo y sin poder retrasar más el momento comencé a lamerle el clítoris como si me dejase la vida en ello.
Me gustaba su sabor, estaba suave y caliente Ardiendo. La penetré con un dedo y al notar la humedad decidí meterle otro. Pronto sus gemidos fueron más y más agudos y supe que se estaba corriendo por las piernas convulsionándose, y por su vagina cerrándose a pequeños intervalos. Le di las últimas lamidas y un beso cariñoso a su clítoris y lamiéndole los jugos subí para compartirlos con ella.
Pasados unos minutos de relajación me puso boca arriba en la cama y me quito toda la ropa que me quedaba. Sin dilación me acarició con violencia el clítoris. Me besó lamió y mordió los pezones y en ese momento poco me importaba si llegaba a sangrar.
Cuando iba por mi segunda corrida se sentó sobre mi de frente, nuestros genitales quedaron a la misma altura y noté como se abría a sí misma y me abría a mi. Estábamos muy mojadas y nuestros sexos se rozaron a resbalones. Noté su clítoris duro sobre el mío y mientras nos besábamos y acariciábamos, mientras movíamos las caderas, perdí la cuenta de los orgasmos que tuve.
Acabamos lamiéndonos enteras, limpiándonos hasta quedar totalmente libres de líquidos vaginales y entonces, vistiéndonos de nuevo, nos acostamos y dormimos.
Así es como le di la bienvenida al 2009.