Feliz Año!

Siempre había tenido fantasías sobre esa noche, pero nunca imaginé que llegaran a hacerse realidad...y menos con ella.

Feliz Año...¿Nuevo? La misma cena familiar, las mismas doce uvas –bueno, espero que no exactamente las mismas, los mismos brindis, abrazos y besos del año pasado. Y del anterior. Y a la hora de salir, poco más o menos...de bar en bar, rodeados de clónicos trajeados y chicas peleándose con los tacones. Eso sí, este año, cuando la cosa no dé más de sí, a casa. Que no dan premios a los que llegan a las once o las doce.

Después de varios intentos encontramos un bar que estaba animado pero no demasiado lleno...y donde –por fin- no les había dado por la nostalgia ochentera. La gente empezaba a estar bastante encendida por el alcohol y el típico tonteo disimulado con el grupo de chicas que está al lado dejaba ya de ser tan disimulado. La verdad es que sin hacer nada especial lo estábamos pasando bien. Algún baile de estos que hacen que las novias se retiren unos pasos fingiendo no conocerte y cosas así. Pero tienen la ventaja de que puedes aprovechar para pasar revista con tus amigos a las chicas que hay alrededor sin que te echen la bronca por mirar a otras.

Cuando volvía del servicio me encontré con Marta. Es amiga de mi hermano Luis, compañera suya de clase, pero la conocía bastante porque ella y algunos otros suelen ir a casa a estudiar o preparar trabajos. Mi hermano llega tarde incluso cuando queda con gente en casa, así que hemos hablado muchas veces haciendo tiempo hasta que aparecía. Es una chica muy simpática y nos llevamos muy bien. Estaba con otro par de amigas y algunos chicos. Nos dimos dos besos, nos deseamos feliz año y nos echamos los típicos piropos sobre lo guapos y elegantes que íbamos. Y la verdad es que ella lo estaba. Llevaba un vestido rojo y negro de tirantes, ceñido a la cintura y con bastante vuelo, sandalias altas con cintas rodeando los tobillos, el pelo en parte suelto en parte recogido con una trenza, pendientes largos y un collar a juego. Parecía una princesita rubia de cuento –así se lo dije-.Estuvimos hablando casi 20 minutos.

-Bueno, te dejo que éstos están ahí esperándome y además tus chicos ya me miran mal. Luego nos vemos-

La cosa no había cambiado demasiado, aunque sí que estaban algo más borrachos que cuando los había dejado. Mi novia me preguntó que quién era la chica con la que hablaba. Me hizo gracia notarla celosa, porque nunca se me hubiera ocurrido pensar en Marta como en alguien con quien pudiera haber intentado nada. No sé, uno siempre fantasea con tener una aventura en Nochevieja, y desde luego ella es una chica preciosa, con esa carita tan dulce de niña buena aunque un poco traviesa, pero también es cierto que solo tiene dieciocho años, aunque aparente un par de ellos más. Y que es casi como una hermanita pequeña, vamos. En fin, que seguimos bailando y bebiendo, haciendo el tonto. El grupo de Marta estaba relativamente cerca, así que de vez en cuando nos cruzábamos las miradas y nos saludábamos. La vi hablando con una de sus amigas y reírse mientras miraba hacia donde estábamos nosotros. Pensé que quizás le había echado el ojo a alguno de mis amigos, así que con la excusa de pedir algo de beber fui detrás de ella cuando la vi acercarse a la barra. Iba a tomarle un poco el pelo con eso. Me gustaba lo nerviosa que se ponía cuando alguna vez salían esos temas. Por lo demás nunca se notaba la diferencia de edad en nuestras conversaciones, pero en eso sí que la veía aún un poquito cría. Estábamos los dos ya bastante animados, así que la conversación fue más trabada que la primera. Para que todo siguiera los derroteros que me interesaban, le pregunté como en broma si sus amigos me habían cogido manía por lo de antes. Me dijo que sí, que en realidad estaban planeando cómo librarse de mí, y yo le respondí que de todos modos tendrían que acostumbrarse a los competidores, porque había visto a bastantes rondándolas.

Enrojeció ligeramente, se rió y me dijo que era un exagerado.

"¿Exagerado? Nada de eso. Te diré que incluso alguno en mi grupo os tiene en el punto de mira, ¿eh?. Aunque también es verdad que vosotras mirabais mucho, que nos hemos dado cuenta", –le dije, intentando sonsacarle algo.

Noté que se ponía un poco más nerviosa, pero volvió a reírse y a decirme que nada de eso, que éramos unos creídos, que sería casualidad. Estaba ganándome la partida. Cuando ya me iba a ir me acordé de lo de mi novia y pensé que con eso sí que no conseguiría mantener el tipo, así que se lo dije.

"No sé, no sé, lo que tu digas...pero bueno, tened cuidado con lo que hacéis. Fíjate que incluso mi novia se ha puesto celosa y me ha hecho todo un interrogatorio sobre quién eras, de qué te conocía..."

No esperaba cogerla tan de sorpresa. Se lo había dicho para gastarle una broma, y un poquito también como comentario halagador. Pero se quedó completamente cortada y me preguntó que si lo decía en serio. Le contesté que sí, y para seguir el juego, le dije también que seguía bastante mosqueada y me había insistido varias veces en que cambiáramos de sitio.

"Vaya, vaya, así que me tiene miedo ¿eh?", me preguntó riéndose, aún algo agitada, pero con una mezcla de satisfacción y orgullo en su tono de voz. Sin saber exactamente en qué, la encontraba diferente. Quizás era el alcohol, pero me pareció que se acercaba más a mí para hablarme, y creí ver cierta coquetería en sus gestos. Se lo había tomado muy en serio. Era como si hubiera caído en mi propia trampa, y además solo por imaginaciones mías, porque era eso lo que eran, evidentemente...¿o no? Me daba la sensación de que se había dado cuenta de ello, de que ahora el que estaba un poco desconcertado era yo. El caso es que yo sí que empezaba a mirarla de otra forma. Sentirla tan cerca de mí, con su aroma tan dulce, esa vocecita suave...me daba vueltas la cabeza. Bajaba la vista para no encontrarme con sus ojos grises y me encontraba con su cuerpo...le quedaba tan bien ese vestido...no pude evitar la tentación de acariciar su hombro simulando acercarme para escucharla mejor. Por mi mente pasaban todas esas fantasías adolescentes de ligar en nochevieja y terminar en un rincón oscuro con una chica. ¿Y si la besara?...¡Pero que tonterías estoy diciendo! Creo que no debo beber más, volver con mis amigos, con mi novia y dejar de imaginar que Marta es una diabólica lolita que intenta seducirme. Básicamente porque no lo es. Vamos, es que si ella supiera lo que estoy pensando se moriría de vergüenza...o de risa, seguro.

Un grupo de ocho o diez chicos vinieron a la parte de la barra donde estábamos y nos echaron literalmente hasta el rincón. Haciendo equilibrios para no tirar el vaso que tenía en la mano, Marta se cayó encima mío. Nos quedamos los dos parados, mirándonos, sin saber muy bien qué hacer ni qué decir. Fue un momento muy extraño. Me sentía raro, excitado al notar su cuerpo contra el mío, su respiración en mi cuello, el roce de sus pechos, el pulso acelerado. No sé exactamente cómo ocurrió, ni en qué momento empecé a besarla. Solo recuerdo su boca entreabierta, sus ojos cerrándose al sentir el contacto de mis labios sobre los suyos, la caricia de su lengua, tímida al principio, llena de deseo después. Fue solo un instante, aunque perdí la noción del tiempo en él. Nos separamos intentando articular alguna disculpa, sin atrevernos siquiera a mirarnos a la cara.

Volvimos cada uno a nuestro grupo. No parecía que hubieran notado demasiado nuestra ausencia. Por si acaso, exageré un poco la borrachera, pero estaban bailando y gritando sin darse cuenta de nada. Ni siquiera mi novia. Menos mal, porque no hubiera podido decir nada coherente...estaba avergonzado, confuso...pero sobre todo excitado. ¿Qué me pasaba? Hubiera podido arrancarle la ropa allí mismo y hacerle el amor encima de la barra sin pensar en que nos estuvieran mirando. Ni siquiera ahora podía quitarme de la cabeza lo mucho que la deseaba...Uff, creo que ya había cumplido suficientemente mi fantasía de noche de fin de año. Por supuesto que en mi cabeza continuaría, llegando mucho más allá, pero eso era otra cosa...

Ella parecía igual de nerviosa, evitaba mirar hacia donde yo estaba, mientras le decía algo a su amiga al oído. Por su cara de sorpresa supuse que se lo estaba contando.

Decidí ir a mojarme un poco la cara a ver si me serenaba. Me escurrí como pude para no pasar a su lado y me fui al servicio. Había dos en esa planta del bar, y éste estaba casi vacío. Me eché agua varias veces y me metí en una de las cabinas para sentarme un poco. Pero fue peor el remedio que en la enfermedad y sin darme cuenta estaba imaginándome con ella, desnuda, gimiendo con cada uno de mis besos y mis caricias. Empecé a rozarme por encima del pantalón casi sin querer... estaba dura como una piedra. Bajé la cremallera y me la saqué. No podía evitarlo....necesitaba masturbarme...

Me interrumpió un ruido, alguien entraba. Me arreglé como buenamente pude y cuando iba a salir escuché una voz de mujer...¿Marta? Sí, era ella. Abrí muy despacio la puerta y observé por una rendija. Venía con su amiga. Como el de las chicas estaba siempre lleno habían venido a este, que estaba vacío. Bueno, claro, no del todo. Escuché al poco cómo le preguntaba a Marta si quería que se quedara, pero ella le dijo que no, que la esperara con los otros, que estaba un poquito borracha y necesitaba desconectar un momento. Oí la puerta del baño cerrarse, y después la de la cabina de al lado, donde había entrado Marta. No sabía que hacer...mis pensamientos se habían descontrolado y me veía ya entrando por sorpresa y lanzándome sobre ella...Mi polla volvió a ponerse dura y reclamaba atención. Mi mano se deslizaba arriba y abajo, lentamente primero, más rápido después. No podía creer que ella estuviera casi allí mismo mientras hacía algo así. Estaba cada vez más caliente y decidí hacer una locura. Las cabinas estaban comunicadas entre sí por arriba, así que si tenía cuidado y no hacía mucho ruido...podría verla mientras me seguía masturbando. Muy pegado a la pared del fondo me subí a la taza y comencé a acercarme lentamente al tabique que nos separaba...miré y...lo que vi me puso aún más caliente. Ella estaba sentada, algo echada hacia atrás pero con los ojos cerrados y la cabeza en dirección a la puerta, así que no había peligro de que me viera. Así, recostada como estaba, podía disfrutar de sus piernas...y de sus pechos...se había subido la falda hasta los muslos, muy abiertos...y su escote dejaba ver desde mi posición el rosado comienzo de los pezones...

Ahora sí que no podía parar...mi mano se movía más y más deprisa, me costaba mantener el equilibrio. Cuando abrió los ojos y se levantó de repente creí que me había descubierto, pero no...fue hasta la puerta, echó el pestillo y volvió a sentarse. Tenía las manos sobre los muslos, y la falda se le había subido aún más...Dios...cómo me estaba poniendo...Se llevó las manos a la cara, como para intentar despejarse, frotándose los ojos, las mejillas, el cuello, echando la cabeza atrás y recostándose más todavía. Sus manos bajaron hasta el principio del vestido para colocárselo. Ver sus manos sobre los pechos me puso a cien...volví a acariciarme, apretando mi polla con fuerza y tirando de la piel hacia atrás, poco a poco...la sensación hizo que cerrara los ojos y me obligó a morderme los labios para ahogar un gemido. ¡Maldición! Demasiado tarde...se me había escapado...Pero no, un momento...no había sido yo. Abrí los ojos y...lo que vi me dejó helado...¿qué estaba haciendo? No podía ser...se estaba...se estaba acariciando. La palma de las manos se deslizaba suavemente por sus pechos en un movimiento circular, por encima del vestido. Los apretó después con firmeza, suspirando...mientras lo hacía noté como su respiración comenzaba a agitarse...se bajó los tirantes, dejándolos al descubierto, firmes y turgentes. Esto era un sueño...tenía la garganta totalmente seca. Clavé mis ojos en sus pezones, pequeñitos y sonrosados...estaban duros...los tomó entre sus dedos, pellizcándolos ligeramente, jugueteando con ellos, haciendo que se endurecieran aún más...ahora los retorcía, con dulzura, pero cada vez más intensamente...gimiendo al hacerlo. Una de sus manos comenzó a bajar hasta llegar a sus piernas. Se dirigieron, deseosas, al interior de sus muslos, que se abrieron al notar el contacto, llenos de excitación. Desaparecieron por debajo del vestido...sin dejar de moverse. Marta empezó a jadear...arqueaba la espalda, subía las caderas...sus jadeos eran cada vez más fuertes...estaba a punto de correrse...los movimientos de sus manos eran apresurados, sin control...había levantado una pierna y su falda se había recogido sobre la cintura, dejándome verla mejor...con una mano separaba sus braguitas de encaje negro mientras la otra entraba y salía una y otra vez de su sexo...estaba empapada. Dos dedos que se deslizaban...dentro y fuera...No podía ver bien su coñito pero se me hacía la boca agua imaginándolo. Quería acariciarlo, besarlo, lamerlo...hacerlo mío. Su cuerpo se estremeció, sintiendo las oleadas de placer que lo llenaban...se iba a correr...y yo con ella...Introdujo otro dedo más con un gemido...sí...se estaba corriendo...levantó bruscamente las caderas y gritó...¿mi nombre? No reaccioné en el momento...yo también me había corrido y solo veía su imagen mientras mi semen llenaba mi mano...y sin querer yo también dije el suyo. Ella se quedó muy quieta. Yo tuve el tiempo justo para bajar de donde estaba y quedarme como una estatua. ¿Cómo puedo ser tan estúpido? Pasaron un par de minutos. Confié en que pensara que su imaginación le había gastado una broma. La oí levantarse, descorrer el pestillo y salir...bueno, solo es un momento más. Pero no se oía el ruido de la puerta del baño. Entonces me di cuenta...¡el pestillo! No lo tenía echado. La puerta se abrió. Creí morir. Allí estaba Marta, mirándome fijamente, con los ojos muy abiertos...y allí estaba yo...apoyado contra la pared, sudoroso, con la polla aún dura en la mano, llena de semen. Iba a abrir la boca, aunque no sabía qué iba a decir, cuando ella se llevó un dedo a los labios y me hizo un gesto para que me callara mientras movía la cabeza de un lado a otro, negando. Me iba preparando ya para el chaparrón.

"No me esperaba esto de ti, Dani", me dijo, muy seria.

"Yo...Marta...yo, verás...", balbuceé yo.

"Calla, mejor no digas nada", respondió, volviendo a negar con la cabeza. Y siguió hablando, "No sé, Dani, yo creí que tú...que tú ibas a decidirte a entrar donde estaba yo y clavármela hasta dentro...porque sabía que estabas ahí...¿o qué creías?"

"Qué...¿Qué?", me estaba volviendo loco...Mi cara debía ser totalmente ridícula, porque ella se rió y me dijo..."Sí, Dani, sabía que estabas ahí. Mi amiga y yo, de hecho. Te vimos entrar y vinimos detrás...Quería tener tu polla dentro de mí, follarte, que te corrieras en mi boca, en mi cara...en mis tetas...donde tú quieras...Y quería darte un pequeño espectáculo a ver si te decidías...aunque al final tú también me has dado uno a mí", y mientras decía esto último se humedeció los labios, golosa...Mi polla volvió a ponerse dura al instante.

No me dejó decir ni hacer nada. Se acercó a mí y sin mediar palabra se arrodilló y se metió toda mi polla en la boca...empezó a comérmela...lo hacía con desesperación...se la metía hasta el fondo, su lengua jugaba con mi capullo, humedeciéndolo y su cabecita rubia subía y bajaba deprisa primero, despacio después, volviendo a acelerar...acompañando los movimientos con su mano...me estaba enloqueciendo. Enterré mis dedos en su pelo mientras lo hacía, acariciándola...ella me agarró el culo con ambas manos, clavándome las uñas, y empujando todavía más fuerte...se tragaba mi polla una y otra vez... estaba follándome con su boca. Aquella boca tan caliente...era como un horno...Dios...era demasiado...iba a hacer que me corriera de nuevo...le dije que por favor parara, que no iba a aguantar mucho más...ella se paró, levantó la vista y dijo... "córrete dentro"...y empezó a lamerme de arriba abajo con su lengua, acariciándome los huevos con una mano....subiéndola por mi polla, una y otra vez, pajeándome mientras su lengua se movía en círculos, rápidamente. Sus labios se abrieron y empezó a comérmela de nuevo...despacio, centímetro a centímetro...mientras su mano bajaba hasta mis huevos...No dejaba de mirarme, con una mirada de auténtico vicio...podía notar el deseo en sus ojos, como lo notaba en su boca, en sus labios, en su lengua. Tuve que sujetarme a la pared para no caerme porque mis piernas no me sostenían, separándose más aún para sentirla entrar hasta el fondo...De repente aceleró los movimientos de su boca...y exploté en su garganta...Me apretó contra ella con fuerza, sujetándome ahora el culo con las dos manos...Quería que se lo diera todo...seguía chupándola, succionando mientras algunas gotas de semen resbalaban por las comisuras de sus labios. Se levantó y sin mediar palabra me besó...Deseé que aquello no acabara nunca. Notaba en su boca el sabor del semen, en su lengua que se enlazaba en la mía...Un momento después, se apartó, se sentó y mientras abría completamente las piernas y comenzaba a acariciar su coñito rubio me dijo: "Ahora...te toca a ti"

(Continuará)