Feliz aniversario: el regreso

Si las cosas que me hicieron en mi aniversario de boda fueron indecentes, lo que me ocurrió después fue peor, mucho peor...

FELIZ ANIVERSARIO: EL REGRESO

Hola a todos, ¿se acuerdan de mí?. Bueno, por si acaso, lo mejor será que les ponga al día(pero si ya lo conocen o acaban de leer mi anterior relato , mejor sáltense todo este párrafo): hace ya algún tiempo celebré mi aniversario de boda en el mismo restaurante donde celebré el banquete de bodas, dado lo bien que los habíamos pasado tanto mi marido como los invitados y yo misma, pero mi aniversario tuvo un aliciente tan ilícito como corrupto: un camarero del local, aprovechando que yo me había ausentado un momento para ir al cuarto de baño, me había seguido, y según entré, él había colocado un letrero en la puerta para que nadie más pudiera entrar. Teniéndome para su entero disfrute, me hizo de todo, desde comerme el coño con avidez, y dándome con ello mi primera experiencia de sexo oral, pasando por azotarme el culo, hacerme dedos y conseguir que yo me masturbara por primera vez, hasta follarme de la forma más salvaje y viciosa que nunca nadie había conseguido hacerme. Cuando volví con los demás, fue como si nada hubiera pasado, pero el recuerdo de lo ocurrido nunca me ha abandonado.

Desde entonces, no ha pasado ni un solo día que no piense en todo lo que ocurrió y todo lo que sufrí a manos de aquel degenerado que hizo conmigo lo que quiso. A veces, cuando hago las camas, recuerdo como sus manos me toqueteaban y sobaban de arriba abajo; en otra ocasión, cuando me ducho, o cuando me maquillo, recuerdo su cara de satisfacción y depravación al besarme, al acariciarme salvajemente, y a siempre, por descontado, recuerdo la manera que tuvo de follarme(dos veces) y como me puso loca de sexo haciéndome descubrir el placer de la masturbación y el del cunnilingus. Cuando Jaime no está en casa, mi mente rememora una y otra vez lo sucedido, y aunque siempre me invade un sentimiento de culpa y vergüenza, también me invade una terrible excitación que hace ponerme como una moto, teniendo que masturbarme frenéticamente para aliviar mis intensos ardores, en ocasiones varias veces al día.

La huella que el camarero dejó en mí era profunda, más de lo que yo mismo me había imaginado, pues muchas veces, cuando he hecho el amor con mi marido, éste se ha quedado sorprendido por mis orgasmos y por mi forma de jadear. En más de una ocasión, mientras lo hacíamos, le pedía que me diera por detrás o que me comiera el coño, dejándolo atónito y él a mí insatisfecha, pues él, como antes yo, siempre ha sido muy recatado para el sexo y nunca me hizo nada de eso, para frustración mía. Cuando me preguntaba por mis "peticiones" yo decía que era para probar cosas nuevas, pero él alegaba que eso eran "cosas de guarros". Su pudor le impedía pasar más allá de un par de posturas aparte del misionero y eso a mí comenzaba a ser una losa insoportable. Los indecentes minutos que pasé en aquel cuarto de baño había despertado en mí una especie de sexual fiera salvaje y sentía que algo debía hacer, aunque no sabía qué, pero si los minutos vividos allí habían sido indecentes, los que pasé luego fueron aberrantes.

El día terminó por sellar mi destino llegó cuando Jaime volvió a casa más contento de lo habitual, con su típica sonrisa pícara de saber algo y querer que yo lo adivinase. Había probado varios intentos hasta que finalmente me rendí, y él desveló su sorpresa: ¡¡Camino y Felipe se iban a casar!!. Ellos habían sido nuestros padrinos de boda y también amigos íntimos nuestros de toda la vida(Camino era como una hermana para mí). Cuando me enteré me quedé perpleja, pues no tenía idea de que estaban saliendo juntos. Además, Jaime me dio otra sorpresa, pues ambos estaban de acuerdo en que nosotros debíamos ser sus padrinos de boda y que organizásemos todos sus preparativos, algo que recibí con tremendo entusiasmo. Sin embargo, mi alegría fue parada en seco cuando Jaime me espetó algo que ni de lejos me esperaba:

-Hemos estado hablando y les he sugerido que el banquete lo celebren donde lo hicimos tú y yo. Como ya conocemos el lugar y como las otras veces lo hemos pasado de fábula, pues les dije que sería muy buena idea, y ellos han aceptado. ¿¿Te encargas tú del restaurante??, yo me encargaré de la iglesia y los invitados.

Jaime ni siquiera se dio cuenta, pero un arrebato de pánico atravesó todo mi ser de lado a lado. Me quedé más blanca que la cal, y no era para menos. Aún resonaba en mis oídos la amenaza que el camarero me lanzó después de echarme el segundo polvo, con su polla aún ensartada dentro de mi cuerpo: "¡¡COMO VUELVAS A PASAR POR AQUÍ AUNQUE SEA PARA BEBER AGUA, POR MI MADRE, QUE TE DESTROZO!!. ¡¡TE DARÉ POR EL CULO HASTA DEJÁRTE DOLORIDA UNA SEMANA!!". Aquel tono frío, distante pero furioso a la vez había copado mis peores pesadillas durante las dos siguientes semanas que él me había forzado. Con el tiempo mi temor había disminuido y había logrado, casi en su totalidad, olvidarme de esa amenaza que ponía en peligro mi virginidad anal, pero ahora aquel temor volvía más fuerte que nunca. El corazón se me desbocó y tuve que tranquilizarme un poco, pues estaba muy alterada, o quizás muy excitada, pues pese al dolor y al sufrimiento que me causaría, en mi mente veía la escena y me excitaba pensar que aquel camarero pudiera colarse entre mis nalgas para desgarrarme el esfínter y provocarme unos orgasmos tan asquerosos como memorables. La mezcla de miedo y placer era muy confusa, pero eso lo hacía más interesante, más atractivo, y en mi cabeza no dejaba de elucubrar como sería la escena de él volviéndome a violar, apoderándose de mi culito virgen.

Eran sueños intensos, muchas veces tanto que terminaba despertando en plena noche para descubrir que estaba húmeda y con los pezones duros. Yo intentaba recuperar el sueño, pero la mayoría de las veces no me era posible, aquello me turbaba una y otra vez y casi se hizo una rutina que me tuviera que masturbar para poder relajarme y conciliar el sueño. En otras ocasiones Jaime se despertaba y en lugar de masturbarme iba directa a sus brazos, haciendo el amor con toda mi pasión para relajar mi incipiente neurosis. Mi amado marido estaba en la gloria de tener una mujer tan deseable de sexo, y nunca me hizo preguntas sobre que era lo que me pasaba. Como para decirle lo que me ocurría estaba yo. Bastante tenía encima como para además contarle a él lo ocurrido con el camarero y su amenaza hacia mi culo si yo regresaba. No podía decirle ni una palabra, eso le haría mucho daño. Él siempre había sido tan bueno y cariñoso conmigo que no podía hacerle eso, y muchas veces me he mordido los labios teniendo que aguantarme para no decírselo. Lo único que podía hacer era paliarlo como podía, pero cada vez mis fantasías eran más fuertes, y mis pesadillas, más reales: me veía de nuevo en aquel baño, desnuda de cintura para abajo, mientras el camarero, armado con un gigantesco ariete por verga, me desgarraba el culo y me lo partía en dos, riéndose en mi cara, insultándome y denigrándome mientras yo no dejaba de gritar pidiendo que parase. Al despertar, lo hacía con la frente empapada en perlas de sudor, muerta de miedo, pero también con la entrepierna húmeda, totalmente excitada

Los días fueron pasando y yo posponía ir al restaurante todo lo que podía, diciendo que tenía que hacer esto y aquello, alargando más mi sufrimiento y mis noches de excitación y nervios. Jaime me insistía cada vez más en que la fecha de la boda se acercaba y que para entonces todo debía estar preparado y a punto. En mi pecho se coló el terrible miedo de volver a encontrarme con él, aunque era algo que se igualaba a la excitación que me producía la duda de si él cumpliría su amenaza. No podía liberarme de aquella diatriba a pesar de lo mucho que lo intentaba. Finalmente no pude eludir más mis quehaceres como madrina de boda y acudí al restaurante. Quedé ante su puerta varios minutos, con el corazón en un puño, dudando de entrar, pero finalmente lo hice. Para mi asombro, todo el bar estaba vacío. Cierto era que había ido bastante temprano y que el sitio quedaba un tanto a las fueras de la ciudad, pero no me esperaba que aquel local estuviera vacío completamente. La única persona que estaba allí era un camarero detrás de la barra, y por suerte no era mi acosador. Lancé un suspiro de alivio y me dirigí a hablar con él para hacer la reserva. Si hubiera sabido lo que ocurriría después, habría huido de allí como alma que lleva el diablo

El chico, que tenía unos 25 años(como yo), era un joven muy amable y me dijo que el encargado no estaba, que había salido a un recado y supuestamente no tardaría en volver, que sí quería, podía esperarlo. Al preguntarle por el vacío del bar, él comentó que a esas horas no suele haber gente, aparte de que en la zona del restaurante tenían un club de mujeres que un viernes al mes se reunían para, según él, "hacer lo que sea que hagan". Le dije que me lo pensaría un poco al esperarle, y él ausentándose para atender algo, me dejó sola allí. Me quedé pensativa unos momentos, mirando a la barra del bar con aire absorto. Me dije que por unos minutos no pasaba nada, que al lado del camarero el otro, si es que estaba en el local, no se atrevería a hacerme nada y por tanto yo estaría a salvo, pero nada más lejos de la realidad, porqué de repente, y sin esperarlo, una mano me sacó de mi nube y me devolvió a tierra, pero no era una mano amiga, pues me había cogido el culo con tanta fuerza que lancé un pequeño gemido de dolor.

-¡¡La madre que te parió!!, ¡¡vaya huevos que tienes apareciendo por aquí!!.

¡Ay dios mío, que tonta fui!. Me perdí tanto en mis divagaciones que me olvidé de mirar a uno y otro lado por si él podía estar, ¡y sí que estaba!.

-¿¡Es que no tuviste bastante la otra vez, furcia-me susurró al oído mientras me sobaba las nalgas, con tono insinuante-!?, ¿¡Es que ya no te acuerdas de lo que te dije antes de irme, o es que por eso has vuelto!?.

Sus dedos recorrían mis glúteos y los apretaban. Con total descaro agarró uno de mis pechos y lo apretó, buscando mi pezón, y aunque estábamos solos y podía defenderme, lo cierto es que estaba paralizada.

-¿¿Quieres que te rompa el culo, puta de mierda??, ¿¿quieres que te lo reviente??. Síiiiii-susurró en tono malicioso-…te gustó lo que te hice y ahora quieres repetir plato, ¿verdad que sí, golfa?. ¡¡Tira p’al cuarto de baño O te juro por dios que te dejo en pelotas aquí mismo y te echo a la calle para que todos vean lo puta que eres!!.

Aquel tono me puso la piel de gallina, y dado lo que me hizo la otra vez, sabía que era capaz de realizar su amenaza, de modo que fui, con él detrás de mí, hacia el cuarto de baño, lugar de mi anterior encuentro con él. De golpe, y sin mediar palabra, me cogió y me llevó al almacén del restaurante, pillándome por sorpresa. Aquel lugar olía mal, olía a cerrado y a un montón de cosas que tenían allí desperdigadas. El camarero me puso contra la pared y de inmediato se abalanzó contra mí, desgarrando mi ropa interior y haciéndola jirones.

-¡Así está mejor!. Las putas como tú solo merecen mano dura…¡¡y mano dura te voy a dar!!.

Me sacó las tetas al aire y se puso a comérmelas como un descosido. Mis pezones fueron devorados, lamidos y sobados a su antojo, dejándomelos como piedras, tanto o más que en mis numerosos sueños nocturnos. Escuché un "riiiiiip" y supe que se había bajado la cremallera, sacando su ciclópeo instrumento y dándomelo a coger, poniéndolo entre mis manos. Su durez y su ardor me hicieron revivir, en un solo segundo, todo lo que ocurrió la otra vez, y no tardé en exhalar un débil gemido que fue captado por mi acosador.

-Ah, mira la zorra ésta, pero si le gusta y todo…¡¡perra, más que perra, puta de mierda!!. ¡¡Ahora que sé esto, no voy a tener piedad de ti!!.

¿Pero es que acaso la tuvo conmigo la otra vez?. Desde luego no había sido así, pero dejó bien claro que a partir de entonces a iba a resarcirse mucho más a fondo y me iba a hacer las cosas que antes no pudo. Antes de que pudiera reaccionar tenía su polla rozándose contra el muslo de mi pierna, jugando a frotarse como un perro sarnoso a la vez que sus manos, juguetonas y perversas, me apretaron las nalgas y las tetas, alternándose para satisfacer su hambrienta necesidad de mi cuerpo. Aquello me parecía una de mis habituales pesadillas, pero mucho peor, mucho más terrible. El camarero me metió dos dedos por mi coño y lo hizo de una forma tan brusca que me arrancó varios gemidos de dolor, frotándomelo con tanta rapidez que me hacía perder el sentido. Un par de lágrimas asomaron por mis ojos, yo hacía pequeños ademanes para intentar que me dejara en paz, pero apenas era percibido por él, centrado por completo en ponerme mojada y a punto. Al notar que casi estaba, de nuevo, para su placer, me penetró.

Su vara de placer entraba y salía de mí con una facilidad fantástica. Me costaba creer que otra vez él estuviera follándome, apoderándose de mi mente y de mis carnes con aquella misma pasión y voracidad, con la misma lujuria. Mi cabeza desvariaba y enloquecía, perdía el sentido creyendo que aquello no me podía volver a estar sucediendo, pero con cada acometida en mis entrañas él me convulsionaba hasta la fibra más íntima de mi ser, hasta el último rincón de mí. El balanceo que me producía con la follada que me estaba pegando me tenía tan sorprendida, tan sobrecogida, que apenas si podía decir nada coherentemente, ni tan siquiera formular un pensamiento. Por otra parte, la furia de que la él hacía gala producía un estado de miedo que él aprovechaba para deleitarse conmigo y pasárselo de miedo. El tremendo polvo que me estaba echando contra la pared era cada vez más salvaje, y él, fuera de sí, buscó mi boca con avidez y me la comió varias veces, buscando mi lengua para obligarla a jugar con la suya. Yo procuraba resistirme a sus besos, pero eso a él lo hacía más atractivo y apetitoso, así que me agarró por la nuca para sujetarme y me espetó varios besos de tornillo que casi me dejaron sin aliento. Con su otra mano recorría mi culo al tiempo que me acometía más profundamente, con más fuerza.

Notó mi proximidad al orgasmo cuando alcé la cabeza con la mirada perdida y él subió el volumen de su violación, me daba más duro para correrse al mismo que yo. Me tiró del pelo con tanta fuerza que gemí de dolor, rechinando entre dientes. Él me igualó y rechinó entre dientes gimiendo como un condenado, diciéndome que su orgasmo era inminente. Mi coño estaba ya chorreante de jugos y su sable me perforaba como una enorme taladradora, me producía unos vaivenes que me ponían enloquecida, me desgarraban por dentro. Mi acosador empujó un poco más dentro de mí, me hizo alzar las piernas para cruzarlas por su cintura, pudiendo penetrarme más adentro, y tras sostenerlas y empujar un poco más, aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaargghh, ambos sufrimos un violento orgasmo y no pude evitar correrme con uno de los orgasmos más potentes que había tenido nunca. Mi cuerpo quedó temblando de arriba abajo, y podía notar como él se corría abundantemente dentro de mí. Me dio unos últimos empujones para alargar su anhelado premio y luego me miró con desprecio, como a una cualquiera, sonriéndose con toda su malicia, viendo que me había sido imposible protestar contra mi propio cuerpo violentado…y en ese instante, ¡la puerta de abrió!.

-¿¡PERO QUE COJONES ES ESTO!?.

¡Era el camarero que me atendió en la barra del bar!. Verlo fue como una revelación divina. No podía sonreír, pero en mi mente se produjo una fiesta al verlo, pensando que él se encargaría de liberarme del garrote de mi violador(aun dentro de mí) y me sacaría de aquel infierno.

-¿Se puede saber que diablos haces aquí-preguntó mi indeseado amante-?.

-Te estaba buscando, David anda esperando que volvieras para terminar la partida y me dijo que viniera a ver si te encontraba. ¿¡Que haces!?.

-¿¡Te acuerdas de que te hablé de una zorra a la que me había cepillado en su aniversario de boda!?. Pues aquí la tienes, la putita ha vuelto a pesar de que le amenacé con romperle el culo si lo hacía. ¡¡Y cierra la puerta, que nos pueden ver!!.

Cerró la puerta de golpe y miró a su compañero.

-¿Así que ésta era la golfilla a la que te follaste?.

-¿Quieres tirártela tú también?. Creo que esta puta anda muy necesitada de un polvo. Le gusta que la violen, de lo contrario no habría vuelto-dijo malicioso sobándome las tetas, como marcando su dominio sobre mí-. Estaba a punto de cumplir mi amenaza. ¿Gustas-sonrió irónico-?.

Mi gozo en un pozo. Su compañero se unió a la acción y se sacó la tranca de los pantalones. Me cogieron con fuerza y me pusieron entre los dos, besándome, tocándome y recorriéndome sin decir ni una palabra. El otro camarero, que era rubio(a diferencia del otro, que tenía el pelo negro, casi azabache), buscó ansioso mi coño caliente, y sin importarle que acabaran de follármelo se puso a lamerlo y tocarlo, acogiendo mi clítoris entre sus dedos y pasando la lengua por mis labios vaginales, excitándome de una manera que no tardó en volver a ponerme como queso fundido entre los dos cerdos que me estaban haciendo semejantes perrerías. Mi acosador principal se apoderó de mis guindas, disfrutando de ellas como la otra vez, chupando y saltando de una a otra, apretando mis nalgas y metiéndome un dedo para comprobar que, efectivamente, estaba cerrada por atrás. El miedo que sentía me tenía paralizada. No era miedo, era pánico a ser que me desgarrasen. Era cierto que deseaba probar el sexo anal, pero no de aquella forma, no con ellos…ambos, como buenos amigos, se disputaban mis carnes y mi cuerpo, cambiándose varias veces. El rubito me besó a la vez que me retorció los pezones tanto que gemí de dolor. Los tenía durísimos y más doloridos aún.

-Dios, vaya pedazo de puta-dijo-, ésta tía está que se sale. Ésta más que follarla lo que hay que hacer con ella es violarla, es lo que le va.

-Ya te conté lo guarra que fue, ahora podrás comprobarlo-dijo el otro-. ¡¡Ahora, zorra, a cuatro patas!!, ¡¡te voy a enchulaaaaaaaaar!!.

Cogieron un saco de patatas y lo tumbaron en el suelo. El chico rubio se sentó sobre él y el otro me hizo sentarme en el regazo de su compañero, clavándome su estaca, que al menos era de tamaño normal, aunque después de la primera follada, yo ya ni sentía el tamaño. El olor a patata se me metía en las narices, no podía olvidarlo ni por un segundo. Mi violador, al ver que su compañero me empezaba a follar, nos hizo tumbarnos un momento, me tapó la boca con su mano, con la otra se agarró su polla, la cual se deslizaba entre mis nalgas, y entonces apretó…y apretó…y apretó más fuerte, así hasta que aaaaaaaaaaaaaahh nooooooooooo…era horrible, peor de lo que imaginado…no me dolíaaaaaaaaaaaaaaa

-¡¡MMMMMMMMMMMMMMMMMMM!!...

-Bufffffff que culito de golfa, y te lo he desvirgado yo-se jactó-. Me encantas putita, me vuelves loco, me pones haciendo churros. Te voy a violar, a desgarrar, tengo que sodomizarte aunque sea lo último que haga en mi vida

Una vez logró penetrarme por completo, su compañero me hizo erguirme, apoyando sus manos en el saco de patatas para quedar ligeramente echado hacia atrás, se acomodaron un poco…y me sodomizaron. Fue, sin lugar a dudas, el acto más depravado que nadie me había hecho hasta ese momento. No solo me estaban violando, si no que me estaban desvirgando el culo, y que dolooooooor…era insoportable, era como sentir una barra al rojo vivo que me estuviera atravesando, a punto de salirme por la boca. Ésta, aún tapada, no paraba de gemir mientras las lágrimas de impotencia y dolor me salían imparables, cayendo por mi compungida cara. Cuando me quitó la mano apreté los dientes jadeando y gimiendo forzosamente, rota por el dolor. Ellos se enseñaban conmigo, me insultaban llamándome de todo, desde cerda hasta infiel pasando por otros motes como zorra, puta barata y más cosas que me niego a repetir. El rubito que me follaba jugaba con mis tetas como un niño que hubiera recibido su mejor regalo por navidad. Me las chupó golosamente, y mi sodomizador me lamía el cuello y me tocaba el clítoris, consiguiendo entre ambos ponerme al límite de mis fuerzas.

-Aaaaaaah aaaaaaaah aaaaaaaahh aaaaaaaaahh…uuuff que culoooooooo que pedazo de guarraaaaaaaaaaaa…aaaaaaaaaaahh diooooooooooos

-Joer tío, esto es la gloria, que puerca, como follas pelirroja…uuff como me poneeeeeeeees…oooooooh síiiiiiiiii me encantaaaaaaaaa

Yo no podía hablar, tan solo aguantaba sus embestidas totalmente perdida entre el dolor y el placer, pues aunque estaba recibiendo una señora violación a dos bandas, la forma en que me tocaban y penetraban hacía que me fuera imposible no gemir de placer. No sabía si era mi cuerpo caliente, o si eran tantas semanas de fantasías y recuerdos en casa cada vez que me masturbaba pensando en su amenaza, pero lo cierto es que en una recóndita y secreta parte de mí lo que estaba viviendo cumplía, de forma indeseada, con lo que yo esperaba de Jaime, con lo que quería de él. No podía decidirme, era incapaz de distinguir la verdad, solo atinaba a jadear y moverme a ritmo de la follada y enculada que me estaban dando por banda, con la mirada perdida y mi mente igual de perdida. Mi violado cuerpo no solo recibía sus vergas a la perfección, si no que se amoldaba a ellas como si en el fondo de mí yo quisiera que eso me sucediera. El sentimiento de vergüenza y humillación que sentí por ello no tardó en volver a hacerme llorar, pero a la vez no podía para de gozarlo.

-¡¡Oooooooohhh que guarraaaaaaaaaaaa!!...¿¡Te gusta como te doy por el culo zorra!?, ¿¡Te gusta, lo dsifrutaaaaaaaaaaaaaas!?, ¡¡aaaaaaaah síiiiiiiii me voy a correr en tu culo, te voy a llenar de semen el culooooooooooooo!!

-¡¡Espera un poco tío, que casi estoy a punto!!...¡¡vamos colega, reviéntala el ano, desángrala, seguro que le presta!!...¡¡rómpeselooooooo!!...

Mis dos violadores encontraron un ritmo común al que martillearme, y se divirtieron de lo lindo a mi costa, viendo como a cada doble penetración yo me retorcía de dolor y placer, como mi cara se retorcía en una indecible mueca que expresaba mejor que yo misma lo que me estaban haciendo aquellos degenerados. Los muy cerdos se regodeaban sin dejar de satisfacer sus pollas conmigo, penetrándome, desgarrándome, embatiéndome una y otra vez en un ritmo endiablado, lento pero potente, seco y visceral al mismo tiempo. Se relajaron un poco para no correrse tan pronto y tenerme penetrada un poco más, un tiempo que se me hizo eterno. Parecía que aquello no iba a acabar nunca, que me iba a pasar meses o quizá años ensartada por ellos dos, sin comer ni beber. Con las uñas me apretaron las tetas, dejándome unas marcas que sabía tardarían días en desaparecer, como si deseasen dejar la huella de su paso por mí. Mi culo sufrió de unas potentísimas bofetadas que me lo dejaron dolorido a más no poder, y sin tener ni un ápice de compasión conmigo, tras guiñare un ojo, ambos se detuvieron un instante, como si el tiempo que se hubiera parado, para después retomar su diabólica misión con más fuerzas y ganas, jadeando como sarnosos perros en celo.

-Oh sí…uuuff ya casi estoy...oooooh mierda que polvo, que gozadaaaa…yo a esta puta la reviento…la voy a destrozar a pollazos…aaaaaaah aaah aaaaahh…me corro me corrooooooooooooooooo

-Ooooooooohh que cosa, que culo que tiene, que glúteos tan calientes…menuda guarra…ooooooh sí me corro puta guarraaaaaaaaaaaaaa

Aaaay nooooooo…no por dios ¿que me pasaba? no podía ser me corríaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahh….Los cabrones habían hehco muy bien su trabajo, pues en su jugada habían conseguido lo que creía imposible: que mi propio cuerpo me traicionase y siguiera el ritmo de sus empujones hasta correrse a la vez que ellos, gozando y chillando a pleno pulmón. Debido al orgasmo me eché hacia delante y me recliné contra el rubito, el cual, al verme, no se privó de besarme un par de veces más. El otro se echó encima de mí, convirtiendo aquello en un bocadillo y yo en la "delicatessen" entre el pan. A pesar del dolor, de la forma en que me trataron, de la humillación y el desgarro que sentía, la escena no podía si no sacudirme por entero: mi cuerpecito hasta entonces tratado como al de una reina había sido corrompido hasta límites que ni yo misma imaginaba. Podía sentir como aquellas dos pollas se incrustaban en mis dos agujeros y eso me hacía sentir por un lado como la mujer más humillada y sometida de toda la tierra, pero por otro lado no podía dejar de excitarme, sintiendo que pocas veces me había sentido tan mujer.

Ambos se salieron de mí y me dejaron tendida sobre el saco de patatas. Yo era incapaz de moverme, estaba cansada de recibir tanta polla. Ellos me miraban y se felicitaban con la mirada, casi podía notarlo a pesar de que intentaba no cruzar mi mirada con la suya. Noté como unas manos me manoseaban mi culo en pompa.

-Joder que fuerte, mira como se lo he dejado

-Desde luego es una golfa…cuando David se entere se morirá de envidia-se rió-

Entonces se produjo un silencio mil veces más sobrecogedor que todos los insultos que me habían lanzando, silencio que fue roto por una frase de mi sodomizador.

-¡Ésta se acuerda de quien soy yo-espetó con odio-!. ¡Vete y trae a "Vaso de Tubo" aquí, que tengo algo para él!.

Vaso de Tubo…ahora pienso en ello y me entra un miedo de muerte…entonces no sabía lo que era…si lo hubiera sabido, juro por lo más sagrado que del miedo habría sacado alas y echado a volar.

Al cabo de un par de minutos volvió el chico rubio con un compañero, un tío que parecía algo más joven que ellos dos, pero bastante más alto. Mi sodomizador y mi violador medían como 1’75 y 1’60 respectivamente, pero este medía como 1’90. No parecía muy fuerte aunque sí bien formado. ¿¿Él era Vaso de Tubo??.

-Me comentó el canijo que tenías algo para mí. ¿¿Qué puñetas pasa aquí??.

-Ahí tienes a la zorra a la que me follé en su aniversario de boda. ¿Y sabes qué?. Su culo es tuyo.

Aquella declaración pareció ser como una revelación, podía ver como la mirada se le iluminó al oír aquello.

-¿Ésta es la perra?, ¿y me ofreces su culo?.

-Lo bueno hay que compartirlo-bromeó, sarcástico-…acabo de desvirgarla por detrás, pero aún así te lo pasarás de miedo con ella

-Joder tío, me hubiera gustado desvirgarle yo el culo-se lamentó-.

-No importa, cuando se la metas será como si se lo desvirgases por primera vez-le guiñó un ojo-

-Je…es verdad-ironizó-

¿¡Como!?, ¿¡que sería como desvirgarme el culo de nuevo!?, ¿¡pero que barbaridad era aquella!?. Ya me lo habían desvirgado, era imposible que volvieran a hacérmelo. Los tres, como cómplices, se acercaron a mí y me rodearon entre los tres.

-No tenemos mucho tiempo-dijo el rubito-, el encargado no creo que tarde en volver, y solo tenemos a David atendiendo a la reunión del club de tías.

-Tendremos tiempo de sobra-dijo cortante mi violador-.

Me pasaron como una pelota, iba de uno a otro, de una boca a otra, de unas manos a otras, de unas pollas a otras. Me tocaron y tuve que tocarlos, me besaron y tuve que besarlos(y besárselas), me acariciaron y tuve que acariciarlos, así en un juego que terminó por marearme. No entendía aquello, estaba algo confundida, cuando en ese momento el anfitrión de la fiesta a mi costa me dijo con gesto perverso.

-¿¿Quieres saber por qué lo llamamos "Vaso de Tubo", cerdita??. ¿¿Te gustaría saberlo??.

Movida por la curiosidad, asentí un poco con la cabeza.

-Te lo diré: porqué una noche que salimos de fiesta, hace meses, él se apostó que la polla no le entraba dentro de un vaso de tubo, ni de largo ni de ancho. Nos los tomamos a broma y aceptamos la apuesta, ¿y sabes que?. ¡¡QUÉ GANÓ LA APUESTA!!. Se la sacó allí mismo y probó a meterla en el vaso de tubo que tenía en la mano, ¡¡y no pudo meterla!!. En el bar donde lo hizo aún hablan de ello sin poder creérselo. Desde entonces es por eso que lo llamamos Vaso de Tubo.

Ellos sonreían como verdaderos diablos, y más sonrieron al ver mi horrorizada cara. ¿¡Que no le entró el manubrio en un vaso de tubo!?. Se estaban quedando conmigo, o quizá lo decían para amedrentarme, sí, eso era, intentaban asustarme. Semejante pollón no podía existir, era inhumano. Mis ojos estaban casi fuera de sus órbitas, y mi cara paralizada por el miedo. Me negaba a creer que me estuvieran diciendo la verdad.

Los tres, en la apoteosis de sus perversiones, se fueron a por mí una vez más. Aunque estaban bastante cansados, a los cerdos de ellos aún les quedaban fuerzas para una última repasadita conmigo. Dado mi cansancio yo era como una muñeca en sus manos, a la que podían manejar como les viniera en gana. ¿¿Pero como había llegado aquella situación??. Yo, una chica formal, decente y bien educada, sometida a los deseos y perversiones de un grupo de camareros degenerados, con los cuales para mi vergüenza, había descubierto lo que era el placer de recibir sexo oral, había conocido la masturbación, no hacía ni media hora habían conseguido montarse un trío conmigo y ahora se habían a montar a una orgía. ¿¿Pero que diablos me estaba pasando??, ¿¡porqué permitía que aquello me ocurriera!?, ¿¡tan agotada estaba que no podía protestar, o era que en mi interior, aunque no pudiera admitirlo, lo deseaba!?.

-Uuuuuuuuff sí que está buena, vaya tetas…joder, a esta os la habéis follado a base de bien cabrones…casi no me habéis dejado nada para mí

-Tranquilo tío, te lo pasarás de miedo con ella, puede con todo jajajajaajaja

Después de varios minutos de chupetones, besos y lacerantes caricias que no hicieron si no excitarlos, los tres, asquerosos como ellos solos, me restregaron sus pollas por la cara. Aún no las tenían totalmente erectas, pero nada como tenerme abierta de piernas con el coño tan dilatado que parecía el Gran Cañón para que ellos se pusieran a masturbarme. Tres manos a la vez hurgaban en mi culo y en mi cuca, sacudiendo mi cuerpo con una marea de gemidos encadenados que logró su objetivo. Fue entonces cuando lo vi, y juro por dios que nunca en mi vida había visto nada semejante.

¡¡Era la cosa más grande y gruesa que había visto nunca!!. ¡¡No había presenciado nada igual en toda mi vida!!. Si la polla de mi acosador medía unos 25 cm. a ojo de buen cubero, y la del rubio unos 18, aquel larguirucho tenía un pollón de 28, quizá 30, pero lo peor no era su tamaño, si no el tremendo grosor que tenía. En ese instante recordé, como en un flash, un dicho que medio en broma medio en serio una amiga me había dicho cuando estaba tomando algo con ella: "hombre alto y flacucho pene grueso y larguirucho". Siempre me había reído al recordarlo, pero ahora la risa estaba cortada. Mi sobrecogimiento era tal que ni siquiera tuve tiempo que protestar para intentar escapar. Los tres me cogieron y a sabiendas de que V.T. iba a perforarme, quizá desgarrarme como ellos no lo habían conseguido, los otros dos se jugaron a suertes mis otros agujeros: el rubito había ganado y volvería a penetrarme, mientras que mi atormentador se conformaría con follarme la boca.

En un abrir y cerrar de ojos, y al lado de aquel pestilente saco de patatas, el rubio se echó en el suelo y me hicieron sentarme sobre él. Mi vulva ni siquiera tuvo problemas en volver a ser penetrado y de una sola sentada me entró toda. Luego me taparon la boca con la mano para que no pudiera gritar, y ellos observaron complacidos como aquel monstruoso pedazo de carne se acercaba a mis glúteos, poniéndose entre ellos y bajando hasta que mi orto, aún un tanto dolorido de su desvirgación, quedo en el punto de mira de aquella tremebunda flauta travesera. Entonces entendí a que se refería el otro al decir "cuando se la metas será como si de verdad estuvieras desvirgándole el culo", después de que al 5º ó 6º intento, se alzó con la victoria, desgarrándome como antes no lo habían hecho.

-¡¡MMMMMMMMM MMMMMMMMMMM MMMMMMMMMMMM MMMMMMMMMMMMMM MMMMMMMMMM!!...

No hay palabras en ningún idioma conocido que consigan en algún momento de mi vida expresar la sensación de notar como aquella pértiga de salto de altura llegó a clavarse dentro de mí. Fue tal el dolor que me retorcí como un animal salvaje intentando expulsar al aberrante intruso de mi interior, pero mis esfuerzos solo consiguieron el efecto contrario. Incluso podía notar como se rozaba con las paredes internas de mi orto, algo que era toda una novedad. Después de un par de minutos en que ninguno se movió, esperando que yo me acomodase a tan grande ariete(algo que jamás podría hacer), el que quedaba me destapó la boca y sin dilación alguna me metió su verga dentro hasta el fondo, casi llegando hasta mi campanilla. En un visto y no visto, mis agujeros habían quedado todos tapados y bien cubiertos. No cabe decir que aquello, aparte de vergonzoso, fue lo más extraño que me habían hecho, azorándome del todo.

-Bueno chicos, es la recta final, así que manos a la obra…y tú a correrte puta golfa…¿¡Verdad que te correrás putita!?...

-Eso ni lo dudes-contestó Vaso de Tubo-…¡¡mmmmmmmmm que culo!!...es perfecto…¡¡te voy a dejar el culo más ancho que el Arco del Triunfo!!.

Fue decir eso, y los tres se pusieron a darme a la vez: mi culo era el que se llevaba la peor parte, pues debido a que casi se atrancaba entre mis nalgas por su tamaño, cada empujón se convertía en un suplicio infernal, insoportable. Mi boca, convertida para la ocasión en otro agujero, intentaba aguantar la follada que le estaban dando, mientras que mi ya ligeramente escocida panocha recibía las acometidas del tercero de la tanda. Mientras mi cuerpo se había convertido en carne caliente para aquellos tres desalmados, yo no podía dejar de sufrir, llorar, maldecirme por lo que estaba ocurriéndome, y al mismo tiempo sentir como si estuviese disfrutando de aquella orgía que no contaba con mi consentimiento para realizarse. Me habían denigrado tanto que ya no era una mujer, era una fulana, una cualquiera. Ya no era una recatada ama de casa amante y devota esposa, si no un cuerpo para satisfacer los peores instintos del ser humano. Aquellos tres pervertidos se recobijaban conmigo a placer, me acariciaban mientras me sodomizaban y violaban, me insultaban y zarandeaban como se zarandea un juguete al que no se le tiene mucho aprecio.

Y entre todo lo que me estaba pasando, aparte del fuerte olor a sexo y a perra que había en el aire, percibía claramente la peste a patatas de aquel tugurio y sucio almacén, que se me hizo una representación de la realidad cuando lo comparé con el restaurante en sí: todo perfecto e inmaculado por fuera, pero en el fondo era lo más asqueroso que podía existir. Justo como mis tres delincuentes, que estaban ensañándose conmigo, dándome pollazos por todas partes, reventando toda la virtud que antes tenía y rebajándome al status de "perra". Adentro y afuera, adentro y afuera, mete saca, mete saca…me habían convertido en simple objeto de placer, como si de un accesorio se tratase. Ellos se limitaban a jugar conmigo, a forzarme al límite, a no dejarme respirar a la vez que buscaban casi desesperadamente correrse en mí una última vez. Después de la sesiones previas, el canijo rubito y el otro estaban algo rendidos y se lo tomaban con calma, mientras que ese demonio de apariencia humana apodado Vaso de Tubo me fustigaba como si fuera un caballo, me castigaba como si fuese mi padre y yo me hubiera portado terriblemente mal. El ambiente se estaba caldeando a pasos agigantados, y entre sus gemidos y los míos, la escena fue alcanzando niveles cada vez más, en lo que se avecinaba iba a ser el clímax más obsceno de mi vida.

-Aaaaaaaaa me voy a correr…joder este culo es la gloria, es la gloriaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

-Dale tío dale…encúlala aaaaaaaaaaaaaaaaahh

-Oh venga tíos vamos que casi a punto…dadle duro que estoy a punto de nieve…oooooh síiiiiiiiiiii

El rubito fue el primero en correrse dentro de mí, seguido por Vaso de Tubo, el cual, loco perdido, casi me partió el culo de la fuerza con que me lo estaba trajinando, y lo peor fue que cuando aún estaba sintiendo el orgasmo de mi enculador, yo misma empecé a sentir las oleadas previas al orgasmo en el instante en que la polla salió de mi boca, solo para tener el "honor" de recibir sus lecherazos en la cara, dejándomela algo embadurnada. Sus últimos meneos me habían arrancado, a mi pesar, el último orgasmo, y gemí como una loca a la estuvieran intentando poner atar a la cama.

-¡¡Ooohh oooooohh oooooooooooooooooooooohh!!...

Aquel orgasmo fue un estertor que me acabó de dejar exhausta, mientras ellos no paraban de reírse, los muy [censurado]. Mientras el canijo y su amigo dijeron salir de allí para cubrirse las espaldas y no llamar la atención, me quedé sola con Vaso de Tubo, que no dejaba de mirarme y relamerse como si estuviera presenciando un banquete del que se lo quisiera comer todo.

-Puede que ellos ya estén satisfechos, pero yo aún no.

Dicho y hecho, cambió de agujero y me folló una última vez, poniéndome sobre el saco de patatas donde antes habían hecho el trío conmigo. En mi estado de agotamiento ni siquiera reaccionaba. Era como si estuviese follando a una tía que estuviese profundamente dormida. A él ni le importó, se dio un último gusto y una vez más, sentí como nuevos chorros de semen me regaban en mi escocida concha.

-Aaaaaaaaaaahh que bieeeeeeeeen…mmmmmmmm ahora sí que estoy a gusto…pero que puta eres, te lo has pasado pipa ¿verdad?...

Sus amigos volvieron y para mi deshonra, me tomaron un par de fotos con una cámara, antes de que me pudiera tapar siquiera. De donde sacaron la cámara es algo que jamás supe, pero me tomaron varias fotos de mi dilatadísima panocha, de mis enrojecidas nalgas y de mis tetas magulladas. Luego me obligaron a tragarme todo el semen que tenía por el cuerpo, tanto en mi cara como el que se escapaba entre mis piernas.

-Por cierto-me dijeron, ya a modo de broma-. El encargado acaba de volver. ¿Para eso habías venido, verdad-bromearon-?.

Salieron partiéndose de risa, sin siquiera ayudarme a levantarme. Como pude volví a vestirme y en el baño tuve que hacer milagros para recuperar mi apariencia. Al salir de allí hablé con el encargado, fijando con él la fecha del banquete y concretando el precio que todo nos costaría. Antes de salir del local, a modo de burla, ellos pasaron a mi lado, palpándose los pantalones y susurrándome obscenidades. Al volver a casa me di una larga ducha para limpiarme y me tomé 1 ó 2 píldoras para evitar quedar embarazada, que sería el colmo de mi humillación si tuviera un niño de alguno de ellos.

Esa misma noche Jaime y yo conseguimos echar 2 ó 3 polvos casi seguidos. Yo intenté borrar el recuerdo de lo ocurrido, sustituirlo por otro, pero fue imposible. Mi mente trastornada no ha dejado desde entonces de recordar lo que viví con una mezcla de deseo, vergüenza, horror y excitación. No sé si una parte de mí disfrutó todo aquello, me da miedo averiguar si así fue. Lo peor de todo, aparte de lo que ocurrió más tarde en el banquete de boda de Camino, es que desde ese día las patatas ya no son lo mismo para mí. Ojalá nunca volviera a verlas, pero para mi suplicio resulta que mi marido es un enamorado de las patatas fritas(con pollo, pavo, etc.), y con solo tocarlas y pelarlas cada vez que se las preparo, ¡¡me pongo cachonda!!...