Felipa, la sirvienta de mi Tia Cleo

Hace mucho la conocí pero nunca creí que pasara lago tan rico.

Las mujeres de mi vida – Tong-po

Relato no. 18

Felipa, la sirvienta de mi Tia Cleo.

Esto que les cuento sucedió en el 2000, mi papá me había encargado llevarle a mi tía unos documentos camino a mi trabajo, hacía mucho tiempo que no la veía, ella vive solamente con su sirvienta Felipa, ella debe tener como 25 años y es hija de una señora que vivió también con mi tía, pero falleció, a Felipa la conozco desde chiquilla pero también tenía como 18 años que no la veía, desde luego era una niña pero ahora era toda una mujer, morena clara, bonita de facciones, 1.60 m, delgada, grandes senos cintura breve y muy buen trasero ancho y gordo, pero bien formado, mi tía es bastante payasita y desde que recuerdo a las chicas que le ayudan las viste con el clásico uniforme azul marino y delantal blanco, que la verdad le asentaba muy pero muy bien, que le hacían mostrar todos sus atributos aun cuando la falda le llegaba debajo de las rodillas. En fin, ese día llegue a la casa y toque el timbre:

¡pásele joven Jorge! (nombre falso) – me dijo Felipa al azomarse a la puerta y que desde luego no reconocí.

¡hola, vengo a ver a la señora Cleo!, ¿usted me conoce? – le dije mientras estudiaba su cuerpecito.

¡claro, soy Felipa!, ¿no se acuerda de mi? – me dijo con una sonrisa coquetona.

¡oye pero que grandes estás! – le dije, y vaya que estaba grande... grandes pechos y grandes nalgas.

¡ni se acordaba de mi! – me dijo abriendo la puerta y dándome la mano.

¡la verdad no, pero estás muy guapa! – le dije dándole un beso en la mejilla, a lo que ella se sonrojó.

La señora no está pero me dijo que usted iba a traer algo! – me dijo pasándome a la casa.

Ya dentro de la casa me senté y ella me ofreció un refresco, le entregué los documentos y comencé a hacerle preguntas, sobre su mamá, su familia en fin puras tarugadas que se me iban ocurriendo, sólo para ver su hermoso cuerpo, ella seguía limpiando y yo le dije que no se detuviera, ella iba y venía por la sala y el comedor y yo la seguía con la mirada, aún con el uniforme impuesto por la tía está chica lo lucía muy sensual.

¿oye y tienes novio? – le pregunté acercándome a ella.

¡noooo como cree!, su tía no le gusta que traiga novios! – me dijo asombrada.

¿pero si has tenido? – le dije mientras miraba en dirección a su pecho, que subía y bajaba, y por lo entrecortado de su respiración me di cuenta que estaba nerviosa.

¡sssi, pero nada serio!, ¡de verdad! – me dijo con su rostro sonrojado.

En tanto movimiento ella subió a un banquito para limpiar el librero, y yo detrás de ella charlando, al subir al banquito pude ver sus piernas muy fuertes y sin medias, sin pensarlo más dirigí mis manos a sus piernas y le acaricie los chamorritos.

¡tienes bonitas piernas! – le dije mientras iba subiendo mis manos a las rodillas, sobre su piel suavecita.

¡ay joven!, ¿como será? – me dijo tratando de zafarse un poco de mi acoso.

¿tu novio te ha tocado así? – le dije ya con mis manos en sus muslos interiores apenas arriba de las rodillas.

¡si! A veces ¿por que? – me dijo toda nerviosa sin saber que hacer y solo se limitó a apretar un poco las piernas.

¿estás nerviosa? – le dije en tono de ingenuidad y notaba yo como le faltaba la respiración.

De pronto saque mis manos de sus piernas y la tome por la cintura, bajándola del banquito, y ella mansamente se dejaba llevar hacia el sillón, la recargue sobre el respaldo posterior y le comenté con cara de yo no fui, y tocándole con los dedos uno de los senos sobre el uniforme.

¿y... ya has tenido sexo? – le pregunte mientras iba aprisionando suavemente su senito duro.

¡ay joven! – me dijo apenas suavecito y note un ligero gemido en su hablar.

¡los tienes muy bonitos! – le dije mientras me hacía del otro pecho al notar que ella no ponía resistencia.

¡mhg! ¡ay joven! – me dijo mientras apoyaba las manos en el respaldo del sillón como dándose por vencida.

Acto que aproveche y me acerque dándole un lago beso al que ella respondió dándome la lengua, inmediatamente moví una de mis manos hacía su trasero y se lo agarré firmemente mientras con la otra mano le tocaba las piernas por encima del uniforme, y ella se quedó estática, aunque respondía a mis besos, se quedo fría de pronto y solo cerraba los ojos, la verdad no me importó ya estaba yo bastante caliente, comencé a subir su falda y ella solo se limitaba a gemir despacito y a temblar pronto metí una mano por debajo de la falda y sentí el borde de su pantaleta y seguí adelante hasta depositar la palma de mi mano en su montecito de venus, bastante mullidito acomodando uno de mis dedos en el inicio de su rajadita, ella me abrazo del cuello y se soltó en suspiros la otra mano ya estaba también debajo de la falda y metiéndose por encima de la panty tocándole las nalguitas al natural.

¡ay joven! – me decía entre respiraciones cortadas y meneos y apretones de sus piernas sobre mi mano.

Pronto note que su pantaletita se mojaba, mis manos se apoderaron rápidamente de panty dándole un bajón, pero sólo apenas abajito de su trasero. Me inqué frente a ella y levante su falda para ver un hermoso calzoncito de algodón color violeta humedecido y metí mi cabeza para chuparle su panochita. Ella gemía y pronto baje hasta sus tobillos el obstáculo del panty y la hice abrir las piernas, ella dócilmente se dejaba llevar, pronto estaba yo dándole lengua a un peludo coñito mientras le masajeaba el trasero, ese coñito estaba super, labios pequeños y cerraditos.

Después de un rato sentí contracciones de su cuerpo, símbolo inequívoco que había alcanzado un orgasmo, me levante me levante y la voltee hacia el sillón haciéndola recargarse y abrir sus piernitas, mi pene ya estaba a reventar el pantalón, así es que lo liberé y dirigí a la panochita que estaba chorreando, la tome por la cadera con una mano y recargue mi aparato en su entradita cuando metí la cabecita ella dio un brinco y un quejido algo fuerte.

¡ay joven no me vaya a lastimar! – me dijo dolosamente.

¿ya lo has hecho verdad? – le pregunté sin dejar de hacer presión con mi ariete.

¡si, pero solo una vez... me dijo suavecito! – moviendo la cabeza y recargándose abrazando el sillón.

¡casi virgen! – dije y detuve mi empuje. - ¿quieres que siga?

¡si, siga! – me dijo dirigiéndome una mirada, mezcla de dolor y excitación.

La verdad es que la emoción de agarrar fresquesitas nos vuelve locos a casi todos lo hombres, así es que la sujete firmemente y la atraje hacía mi mientras yo empujaba, ella emitió un gritito de dolor e intentaba zafarse, no la solté, por el contrario deje de empujar pero no permití que se saliera, en un momento sentí su cuerpo relajándose y continué con mi empuje metiendo mi miembro hasta el fondo, ella emitía gemidos apagados, e inicié un mete y saca suave, sacando mi arma hasta la punta y volviendo a empujar suavemente hasta el fondo, una vez que sentí que ella se acostumbraba y comenzaba a disfrutar aceleré paulatinamente mis embates, ella explotó en un nuevo orgasmo y yo mientras bombeaba y sujetaba de la cintura y miraba el rebota de sus nalguita en mi estomago descargue mi leche en su interior, la verdad mi palo aún estaba bien parado y me dirigí a la puerta trasera desde creo yo sin estrenar, embarre un poco del semen que salia de su panochita y se lo unte en el anito, y apoye mi miembro y empuje, ella se quejo un poco pero cuando mi pene acababa de entrar apenas en su cabecita se oyó la puerta del enrejado de la tía y tuve que abandonar el empuje, rápidamente me subí el pantalón y baje la falda de Felipa ella se medio acomodó la ropa y se fue a la cocina, en seguida entro la tía Cleo y nos saludamos, me dijo tiernamente:

¡ay hijo te sientes muy caliente de la cara! le diré a Felipa que te dé algo – me dijo preocupada.

¡no tia ya me lo dio

Desde luego con Felipita lo hice un par de veces más, luego se embarazó de su galán y no volví a verla hasta hace unos días pero ya bastante gorda, si embargo el recuerdo de su cuerpecito no lo olvidaré jamás. Me despido de ustedes amigos, hasta la próxima.