Felices 18
Mi primer sueño hecho realidad.
Ahí estaba yo, a 400 kilómetros de mi casa, sentado en un viejo banco de madera, esperando a la chica con la que había estado soñando desde hacía dos años justo el dia de su 18 cumpleaños. En realidad su amistad se acercaba ya a los 6 años, en los que no habia pasado un solo dia sin que el uno pensara en el otro.
Algo llamó mi atención mientras vigilaba el reloj de mi móvil sin poder contener los nervios, se acercaban tres chicas y entre ellas la mas especial, Alma, era una chica tímida, delgada y de estatura media, con un precioso rostro y un cuerpo perfecto. Llevaba su pelo negro recojido en una coleta, por lo que se podían ver sus bonitos ojos marrones. A su derecha, caminaba una de sus amigas, a la que ya conocía gracias a las redes sociales, se llamaba Lara, tenían aproximadamente la misma complexión, pero ella era rubia con ojos claros, la otra chica era morena y con el pelo rizado, un poco mas ancha que las dos anteriores y cuando me quise dar cuenta ya estaban delante de mi.
-Hola- Dijo Alba tímidamente dándome dos besos.-Te presento a mis amigas, Lara y Paz-
Me presenté intentando aparentar tranquilidad, pero la realidad era que ya me conocían y no estaba nada tranquilo. Tras un rato incomodo de conversaciones estúpidas, decidimos ir a dar una vuelta en mi coche antes de que empezara la fiesta. Subimos al vehiculo y iniciamos el camino hacia unas montañas cercanas.
-Bueno ¿que planes tenéis por la noche?- pregunté
-Tenemos pensado beber algo por la calle con algunos amigos que te falta por conocer, y luego iremos a alguna discoteca o algo de eso- Contesto Lara soriendome con complicidad.
-Hoy puedo hacer lo que me plazca, duermo en casa de Lara, asi que seguro que nos lo pasamos bien- Dijo Alma mirándome y riéndose con sus amigas. Lo que ella no sabia, es que Lara y yo habíamos hablado previamente, no iba a dormir en su casa, y efectivamente, lo íbamos a pasar muy bien.
Llegamos a la montaña, y sin salir del coche, nos liamos dos canutos y las chicas empezaron a contarme cosas de su barrio y sus amigos y amigas, cuando nos dimos cuenta ya llegábamos tarde, así que fuimos hacia el sitio donde habían quedado todos para beber.
Al bajar del coche, me acerque a Alma por detrás y la cogí por la cintura, dándole un beso y felicitándole a su oído por su cumpleaños, en ese momento se giró y me dio un beso como nunca me lo habían dado, no se podría describir tal mezcla de sensaciones, solo sabía que no quería que acabara nunca, pero volví a la realidad, con unos cuantos pares de ojos mirándonos y un silencio incomodo se volvió a recobrar la composición entre la gente y algunos empezaron a presentarse, pero lo que en realidad yo quería, era que pasara el tiempo.
Pasaron un par de horas entre risas y cubatas y decidí que ya era hora de pasar al siguiente paso, guiñándole un ojo a Lara me fuí hacia Alma, la cogí por la cintura y la lleve conmigo. Al principio se preocupó por sus amigas, pero tras explicarle que ya lo sabían todo se quedo mas tranquila y se dejó llevar.
-Ponte esa venda en los ojos anda- Le dije sonriendo una vez subimos al coche.
-Vale, miedo me das- me contesto riéndose, se puso la venda y arranque el coche prometiéndole la mejor noche de su vida.
Todo el trayecto fue bien, ella no vió nada ni si quiera la recepcionista no se extraño de verme entrar con una joven con los ojos vendados, todo iba perfectamente, cogimos el ascensor, abrí la puerta, entramos y le retire la venda. Era una habitación gigante, con una gran cama y un televisor delante, era simplemente perfecta.
Dejé a Alma alucinando con la habitación y me escabullí hacia el baño, había un gran jacuzzi así que encendí el agua y se empezó a llenar, cuando me encontró yo ya estaba dentro:
-Toma, había uno por aquí- Le dije tirándole un bikini. -Aunque bueno...
Ella se lo puso y entró, a pesar de la vergüenza que sentíamos los dos por la situación, empezamos a hablar, cada vez se iba acercando mas a mi, hasta que no resistí mas, le dije por primera vez en persona lo mucho que la quería, y entonces empezó a besarme, justo cuando sonó la puerta. Me ofrecí a ir y cuando volví ella ya no llevaba el bikini, entre y empezamos a besarnos, el alcohol y sobretodo las ganas que nos teníamos empezaron a hacer que no quisiéramos quedarnos ahí, era su primer día de mayoría de edad y el primer día en el que nos veíamos desde hace mucho, y parecía que toda esa presión estaba apunto de estallar. Se sentó sobre mis piernas y cogió mi miembro mientras me besaba, pero entonces la aparte:
-Es tu primera vez, ¿No?, vamos a la cama.- Le dije
-Vale- dijo ella levantándose totalmente desnuda.
-Guau- Fue lo único que atine a decir hasta que salimos desnudos del baño, era impresionante verla desnuda, era perfecta.
La tumbé sobre la cama y miré el carrito que habían traído, por el que me había levantado a abrir la puerta. Le pedí que se diera la vuelta, y cogiendo un cuenco de chocolate, le eché un poco por la espalda y se la quite con la lengua. Un escalofrío recorrió su espalda e hizo un intento por girarse, pero no le dejé, ya había derramado mas chocolate sobre una de sus nalgas y esta vez se lo quite a besos. No pudo luchar contra eso, se dio la vuelta bruscamente y me agarró con fuerza, sin saber como, acabamos pringados de chocolate, besándonos a un ritmo frenético. Empecé a bajar mi mano hacia su clítoris, y empecé a acariciarlo mientras nos seguíamos besando y Alma no podía evitar moverse.
Tras unos minutos entre gemidos, noté algo frio en mi espalda y me aparte un poco, lo justo para que ella me empujara y se pusiera sobre mi, tenia un hielo en la mano y sonriendome picarescamente empezó a pasarlo por mi cuello y torso, seguido de su suave boca que besaba cada centimetro de mi cuerpo. Ya no podiamos resistir mas, le cojí el hielo y lo aparte, coji su cabeza y empezé a besarla como si fuera la ultima vez que fuera a hacerlo, los dos pensabamos en lo mismo, cojió mi miembro y empezo a introducirselo por la vagina, parecia que le dolia, pero tras unos minutos de besos apasionados y timidos movimientos, empezó a moverse con mas soltura, no me podia creer lo que estaba pasando, nisiquiera podria contenerme, le cojí las caderas y empezamos a movernos simultaneamente. Entre besos y gemidos, consegui ponerme encima de ese precioso cuerpo, y continuamos haciendolo como nunca, no paraba de besarme y arañarme, ya no aguantaba mas, baje de nuevo mi mano hacia su clitoris mientras la penetraba y empezé a majasearlo, los gemidos se intensificaron a la vez que los movimientos de ambos y todo termino con un largo y apasionado beso, entonces nos despegamos y me tumbe a su lado, nos miramos a los ojos, no hacia falta decir nada, nos miramos a los ojos, nos abrazamos y nos dormimos.
Asi acaba la historia, ahi estaba yo, pringado de chocolate, lejos de mi casa, en un lugar desconocido, pero mas feliz que nunca, sabiendo que esa noche solo era el principio de una larga historia.