Federico mi primer amante
Me desvestí y cuando volví a ver la cama, él estaba acostado de lado, mirándome, desnudo, su cuerpo en V estaba cubierto de un vello café con visos dorados, sus piernas eran delgadas, largas y fuertes, hombros anchos, pecho y vientre en forma, nalgas pequeñas y apretadas
Hola, antes de empezar el relato, quisiera aclararles que soy un hombre bisexual maduro, en pareja con una mujer después de varios años.
Hoy creo que siempre he tenido tendencias bisexuales, pero solo tuve conciencia de ello hace unos 10 años; sin embargo, mis experiencias con personas del mismo sexo no han sido muchas.
No pretendo mostrarme como un hombre bello, ni como un gran amante, simplemente contar, mis recuerdos reales, aunque algunas veces, la memoria falla y uno termina combinándolos un poco con la imaginación.
En estos momentos, mantengo relaciones ocasionales con un amigo, la relación con %%%% terminó hace mas de un año y mi ultima experiencia loca fue con el hermano de mi vecino.
Hace algunos años, escribí y colgué en otra pagina de relatos, mi primera experiencia con un hombre…No he encontrado el relato, ni en mis archivos ni en la página aquella.
Si alguna vez la encuentran, puede que los nombres que utilice aquí cambien, pero la historia deberá ser muy similar.
La historia puede parecer un poco traída de los cabellos, pero yo más bien pienso que, como dicen por ahí, todo el universo conspiró para que nos encontráramos. Se necesitaron tres encuentros para pasar a algo más…ahora, vamos pongo a trabajar mi memoria…
Primer encuentro:
Corría, creo que el 2000 y mi condición profesional comenzaba a consolidarse; empecé a trabajar en una empresa del gobierno municipal, por lo que, aunque yo estaba en el área técnica; debía asistir a encuentros ciudadanos, donde estos exponían sus necesidades al municipio y los políticos de turno requerían de nosotros para explicar por que si o porque no, era posible llevar a cabo las soluciones a las necesidades de la población.
Las reuniones se llevaban a cabo, generalmente en la noche, lo que hacia que mis jornadas de trabajo se extendieran de forma infinita.
Fue en una de esas reuniones, donde conocí a Federico, a quien llamaré Kiko, como es común hacerlo en mi país. Él representaba a algunos vecinos de su zona y en principio nos enfrascamos en una ardua discusión, que agotó mi paciencia y terminamos vociferando, mas de lo adecuado.
Después que terminó le reunión, se acerco a mi, extendió su mano para despedirse y mientras las apretábamos, se disculpo por su agresividad y me dio las gracias por mi presencia.
No se cuanto duro ese momento, pero la verdad fue que su contacto me desestabilizó, quizás por la discusión anterior; quizás por su presencia, alto, delgado, impactante, con un tono de voz grave…yo no se, lo que si se es que su recuerdo venia a mi mente con frecuencia, sin que yo supiera su significado.
Le di mi tarjeta profesional y le invité a llamarme si tenia “alguna necesidad”.
Segundo encuentro:
Mi hijo mayor había llegado a la edad de escolar, como buenos padres modernos, mi mujer y yo habíamos hecho un gran trabajo de selección de la institución donde formarían el pequeño.
Nuestras condiciones económicas de ese momento, nos permitieron escoger un colegio regido por una comunidad religiosa, con impulsos modernistas, cuya sede se encontraba en zona rural. Unas bellas instalaciones rodeadas de naturaleza, donde los niños crecerían sin los afanes de la ciudad (salvo el transporte diario desde la casa hasta el colegio).
Y fue en la primera reunión de bienvenida al colegio, donde volví a ver a Kiko; su hijo mayor estaba un año adelante del mío.
Lo vi durante la reunión general con el padre rector, lo reconocí de inmediato, estaba con su mujer y el niño, quise saludarlo, pero me dio vergüenza. Lo perdí durante las reuniones individuales con cada profesor.
Cuando me disponía a salir, lo vi al lado de la portería del colegio, solo, un poco desubicado.
Paré a su lado, bajé los vidrios de mi carro, lo saludé, fingiendo sorpresa y le ofrecí mi ayuda si tenia algún problema. Me dijo que necesitaba que lo llevara hasta la ciudad.
Lo invité a subir en el puesto de pasajero adelante, ya que mi mujer no había venido a la reunión y mi hijo estaba en el puesto de atrás.
El hombre iba botando fuego por los ojos, no podía contener su rabia, le hice algunas bromas respecto a que siempre que lo veía estaba de mal humor.
Me explico que estaba en proceso de separación con su mujer y que “la muy puta”, a causa de una discusión que tuvieron en el colegio, se había marchado con el niño y lo había dejado allí plantado, sin vehiculo para regresar. Se excuso por estar de mal humor y me extendió su mano en son de amistad.
Esta vez el impacto fue mas fuerte, su olor me embriago y el apretón de sus manos me produjo un choque eléctrico, que se fue hasta mi entrepierna y me produjo una erección inmediata no se si a Kiko le paso igual, porque sonrío de una manera cómplice, los dos nos ruborizamos y nos soltamos de las manos. ¡En una especie de juego de cómo quien no quiere…queriendo!
Durante el viaje hablamos de nuestras mutuas profesiones y fue él quien esta vez me dio su tarjeta de presentación profesional, repitiendo lo que yo le había dicho, es decir de llamarle si “tenia alguna necesidad”.
Su profesión no tenia mucha relación con la mía, pero su tarjeta olía a él y mas tarde, me sorprendí a mi mismo oliéndola, mientras me masturbaba.
Tercer encuentro
Mi esposa trabajaba en una empresa de servicios comerciales y como agradecimiento, recibió una invitación a una fiesta de fin de año, que hacia uno de sus grandes clientes. Me invito a venir con ella y cuando me mostró invitación, vi que era la misma empresa donde trabajaba Kiko…inmediatamente acepté acompañarla.
La cena-fiesta fue en un elegante club de la ciudad, había mucha gente pues era para todo el personal, las directivas, mandos medios, algunos de los clientes y empresas prestadoras de servicios.
Mis ojos no hacían más que buscarlo. Lo vi, después de la cena, estaba acompañado de una chica, con quien se veía en plan conquistador…debo admitir que me dieron celos y busque cualquier disculpa para pedirle a mi mujer que nos fuéramos a casa. Obviamente y por fortuna, no aceptó, me convenció que el ambiente estaba propicio para ponernos románticos…así que para darle celos, la lleve a bailar cerca de donde Kiko pudiera vernos…El plan parecía no haber funcionado…a parte de un saludo distante con su cabeza y una sonrisa…no hubo muestras de perturbación.
Después de algunas sesiones de baile y un poco de recalentamiento con mi esposa, decidimos ir a casa a desfogar las ganas de sexo.
Pase por el baño y mientras botaba mis líquidos en el orinal alguien se acercó por detrás, me abrazo y me dijo…no se que me pasa contigo, pero me tienes loco…yo no soy marica, pero no me puedo aguantar…
Comenzó a besarme, mientras agarraba mi polla…que no había tenido tiempo de guardar y la cual paso de su estado de letargo al estado de “siempre firmes” en cuestión de segundos.
Aunque el hombre me fascinaba, yo no había asumido mi estado de bisexual, así que lo empuje, le dije “que te pasa, te estas equivocando conmigo…estas borracho…Ve a culiarte la zorrita con la que andas”…me guarde el instrumento y salí a buscar a mi mujer.
La sesión de sexo con mi mujer fue intensa pues el beso de Kiko libero la fiera en mí.
Después de algunas llamadas de Kiko decidí responderle y cuadramos encontrarnos en un café para discutir “cosas de la vida”.
En el encuentro, llevaba una camisa de verano, azul cielo vaporosa que dejaba entrever un torso semivelludo, nos saludamos cordialmente y el choque de manos volvió a producir señales eléctricas. Yo temblaba un poco y creo que él también.
Kiko destapo sus cartas con una claridad increíble, me dijo que era un hombre de 36 anos, que se había considerado heterosexual, que estaba en un proceso de divorcio con su pareja y que nuestros encuentros lo tenían perturbado; también me comento que se había masturbado varias veces pensado en mi y que mi tarjeta de presentación era una prueba y me devolvió la tarjeta, efectivamente manchada…cosa que me éxito.
Ante tanta sinceridad, yo hice lo mismo le conté mi situación, mis pensamientos, mis dudas…le dije que me daba mucho miedo iniciar algo así…pero también mucho morbo.
Tomamos un par de tragos y finalmente llevados por los instintos, nos fuimos a un motel.
Pagamos al dependiente, quien nos miro con cara de querer unirse a la fiesta…pero nos hicimos los desentendidos.
Era un motelito de mala muerte, el cuartito no tenía más que la cama, un pequeño mueble auxiliar, con una lámpara, un teléfono, dos condones, dos cojincitos de lubricante, dos jaboncitos, un baño con inodoro, ducha, lavamanos y un espejo.
Me desvestí y cuando volví a ver la cama, él estaba acostado de lado, mirándome, desnudo, su cuerpo en V estaba cubierto de un vello café con visos dorados, sus piernas eran delgadas, largas y fuertes, hombros anchos, pecho y vientre en forma, nalgas pequeñas y apretadas… Se notaba que no había perdido el dinero invertido en el gimnasio…Su polla blanca y sin circuncidar estaba flácida aun.
Me senté a su lado tiritando, se movió un poco hacia el rincón de la cama y me invito a acostarme. Me acosté dándole la espalda y me abrazo.
Mi temblor era anormal, estaba aterrorizado, quería salir corriendo, me sentí como un corderito que llevan al sacrificio…pero lo disfrutaba, valla si lo disfrutaba.
No se si mi actitud fue de pasivo o de neófilo en el tema, pero me deje llevar, su cuerpo irradiaba calor y su aparato despertaba y se alojaba entre mis nalgas…comenzó a besarme el cuello y a morderme la base del cráneo…lo que aumento mis escalofríos y despertó mi entrepierna.
Puso su pierna izquierda sobre la mía, sus fuertes brazos me rodearon…me domino.
Poco a poco fui quedando boca abajo y él encima de mí, rozaba todo su cuerpo con el mío, me recorría con su boca, manos, pies y pene. Masajeo mis nalgas…suavemente me volteo boca arriba y nos fundimos en un beso maravilloso, los pelitos de su barba, afeitada en la mañana, lijaban mi piel y seguramente los míos hacían lo mismo en la suya. Su aliento era licor que me embriagaba. Fue avanzándose lentamente sobre mí, mordió mi cuero cabelludo y paso su pecho por mi cara…
Empecé a perder la timidez y me aferre con mi boca a su tetilla, se quejo de dolor y me presiono, dejando caer su peso sobre mí.
Empezamos a jugar una especie de lucha libre, como dos niños que juegan, nos hacíamos llaves, hasta el limite del dolor, mientras nos lamíamos, chupábamos y mordíamos…sudábamos a cantaros…dos hombres amándose.
En una de las posiciones en que quedamos, su pene quedo frente a mi cara, era una flecha rígida lista a clavarse en su objetivo…el olor era embriagante, entonces me metí su pene en mi boca; por primera vez ese órgano era albergado en mi cavidad.
De una forma natural y tratando de hacer lo que siempre había querido que me hicieran, comencé a meterlo hasta mi garganta, no era nada difícil, el calor del momento lo permitía y todo se presentaba sin ser forzado.
Deguste mi bombón gigante, su saber era (es) excelente. Kiko se acomodo y comenzó a hacerme lo mismo, hummm..., ¡la gloria!
Cuando no pude seguir mamando a mi amante y estaba para venirme. El abandono mi pene y se dedico a mis bolas, a mis perineo y por primera vez una lengua llego a mi asterisco. Que delicia, primer un beso negro, después de chupar, su lengua empezó a hacerse camino en mi interior y aunque mi orgullo de macho se oponía a lo que estaba pasando…la calentura era muy grande…ella gano.
Entonces Kiko paro y me dijo, quiero hacerte mío, quiero penetrarte…Quede sentado de inmediato, me negué, hice el amago de irme. Entonces me abrazo y me dijo: No va a pasar nada que no quieras, si quieres solo nos masturbamos y todo listo…Pero déjame ensayar, déjate llevar, déjame jugar con mis dedos, prepararte, dilatarte. Te prometo que en el momento que digas no, yo voy a respetar tu decisión.
Viejo truco ese, me deje llevar, volvimos a besarnos, tocarnos, lamernos…y llego de nuevo a mi ano…su lengua volvió a invadirme, a llenarme de saliva, sus dedos hicieron su debut…uff, no podía creer que llevara tantos años sin haber disfrutado de esas sensaciones. Mi culo empezó a palpitar y a pedir polla.
Me pregunto si podía intentarlo. Lo autorice y le ayude a ponerse el condón, unto el lubricante en ambos lados, utilizo sus dedos de nuevo para lubricarme y recalentarme, se puso de rodillas entre mis piernas, las levanto y las monto sobre sus hombros, acerco su polla a mi culo y comenzó a presionar suavemente…
Pensé que el dolor seria peor, pero no, era soportable, se podía disfrutar. Me enterró suavemente sus 17 cm, con sus ojos un poco desorbitados y cara de lujuria, se acercó a mí y me besó, mientras me poseía.
No se cuanto duro esa eternidad, solo que se movía como un pistón bien engrasado en mi culo. Las sensaciones que estrenaba eran increíbles, volaba por el aire de la lujuria, nada podía parecerse, jamás había sentido eso con una mujer…empecé a sentir la llegada, apreté mi culo, para no acabar y lo que produje fueron sus gritos. Gritábamos y nos aferrábamos el uno al otro, mientras desfogábamos toda nuestra energía. Me vine sin tocarme la verga…por primera vez.