Federico 5

La hermana de Federico decide realizar una fiesta, mientras realizan los preparativos, Federico visita a su pareja y se encuenta con una sorpresa

FEDE V

Es continuación de relatos anteriores.

Lili estaba ya en viaje hacia su domicilio, mi hermana me llevaba del brazo caminando por la vereda, conversábamos acerca de lo vivido ese día.

  • Esto se tiene que repetir, me gustaría que no pase mucho tiempo, es mas, tendríamos que organizar una fiesta, algo grande, invitar a mas gente, puede llegar a ser muy divertido – mi hermana estaba muy entusiasmada y a mi me brillaban mis ojitos, lo que escuchaba me parecía música celestial.

  • Claro Gra, podríamos invitar a mas gente, amigos tuyos, solo tenemos que seleccionar bien a quien invitamos – le contesté.

Esa fue la piedra fundamental de una fiesta alucinante que mas adelante concretamos.

Nuestra vida siguió sin mayores alteraciones, lo único que había variado algo era que don Ramón había tomado confianza con mi hermana, entonces se presentaba en nuestro departamento y una vez dentro estuviera yo o mi hermana, no se iba sin antes someternos, ya sea en forma individual o a ambos a la vez, que ese era su mayor gusto y el nuestro también.

Estaba sorprendido de lo bien que la pasaba haciendo cama redonda con mi hermana y don Ramón, es que el viejo tenía cuerda para darnos a las dos por igual, parecía que se potenciaba mas de lo que siempre estaba. Además para mi estar siendo penetrada y al mismo tiempo estar abrazada a mi hermana, me producía mayor calentura, podía acabar sin siquiera tocarme, era algo sublime. También gozaba al extremo cuando don Ramón me pedía que le chupase la verga, para luego aprovechar mi misma saliva como lubricante para penetrar la chocha de mi hermana, además me pedía que tomara su verga y la guiara hasta la entrada de la cachucha, yo debía tomar las piernas de mi hermana, separarlas, hasta que la penetraba y luego me acostaba junto a ella y me apretaba y era como si me estuviera cogiendo a mi también.

Muchas veces don Ramón había venido y era descubierto por algún vecino en el palier del edificio, entonces en voz alta preguntaba si ya estaba solucionado el corto circuito o reparado el grifo del baño o cualquier otra mentirita para no levantar sospechas por parte de los consorcistas.

Por la noche, nos juntábamos con Graciela y Liliana para elaborar la lista de invitados a nuestra reunión, ya teníamos 18 personas de máxima confianza, a las cuales en el momento de invitarlas, les pediríamos a todos los invitados, que viniesen acompañadas de alguna persona mas, que podría ser su pareja o alguien de su confianza, que encajara perfectamente en nuestro plan de diversión y goce total. El interrogante principal era el lugar en donde realizarla, pero esta situación se aclaró a partir de una idea que surgió de Liliana.

Ella conocía una casa quinta en la zona rural que se alquilaba para eventos especiales, sus dueños eran nudistas y hablando con ellos de nuestra idea de hacer algo especial, nos propusieron justamente como algo muy particular, convocar a nuestros invitados a una fiesta nudista. Desde ahí, la situación se resolvería mucho mas fácilmente, por el carácter que nosotros le queríamos dar a la reunión. Se había ofrecido este matrimonio en ayudarnos en la organización del evento, sugiriéndonos que la gente podría ingresar a un ambiente en donde dejar la ropa que vestían en un cofre y de ahí pasar a otro con muy poca iluminación, para que el impacto por la desnudez fuese muy suave. Este último ambiente ya estaría conectado con un bar, en donde habría sillones y comodidades para conversar, conocerse, bailar, tomar tragos e incluso comer. Para ello se dispondría de comida y bebida suficiente, la que se colocaría al alcance de los concurrentes, para que cada uno consuma según su apetencia.

Determinado esto, el primero en enterarse de nuestra idea fue don Ramón, a quien le comunicamos que estábamos organizando una fiesta nudista, en donde sería condición para asistir, luego del ingreso a la casa, despojarse de la ropa hasta el momento de retirarse. La fiesta se iniciaría un viernes por la noche y duraría hasta después de un desayuno que serviríamos para evaluar el estado de los asistentes, poniendo la mira en aquellos que hubieran bebido de mas o estuvieran con cansancio extremo.

A don Ramón le pareció fantástica la idea, adhiriendo y considerándose el primer invitado.

  • Está bien, comprendo la idea y adhiero a la misma – nos dijo don Ramón – quieren que esta noche baje a verlos o vienen Ustedes a mi casa? Estoy muy caliente hoy

  • Yo no puedo hoy don Ramón – dijo Graciela – pero estoy segura que alguien irá a visitarlo a su casa – dirigiendo su mirada a mi persona.

  • Que venga Vivi, ok – y se retiró frotándose las manos don Ramón.

Yo observé la reacción de Liliana cuando don Ramón nos mostró sus intenciones respecto a nosotros. Tanto Graciela como yo, lo escuchamos sin sobresaltarnos, pero Liliana por poco se tira por la ventana. Así que ni bien se cerró la puerta tras don Ramón, hablamos con ella.

  • Lili, no debes alterarte por la forma en que habla don Ramón – dije yo – es un buen hombre, hace mas de un año que salgo con él y jamás un problema.

  • Si, tienes que acostumbrarte a él – es ordinario, pero muy buena persona – agregó Graciela.

  • Lo que ocurre – dijo Liliana – que cuando habla que nos va a coger a todos, me asusta mucho.

  • Si, de acuerdo, pero se refiere a Gra y a mi.

  • Yo no me puedo olvidar lo que ví que hacía con Ustedes, me asustó un poco, pero me calenté muchísimo – acotó Liliana.

  • Yo te recomendaría que el día que quieras iniciarte con un hombre, lo hagas con uno más delicado – le dijo Graciela en tono de chiste – porque don Ramón es una bestia.

Esa noche, Lili se quedó con Graciela en casa, después de cenar yo me fui a casa de don Ramón y ellas se quedaron a ver tele y seguir haciendo planes para la fiesta. Las dos me ayudaron a producirme como Vivi, sobre todo en la parte de maquillaje, esa noche me puse un jeans ajustado, camisa y suecos. Salí al pasillo, llamé al ascensor y cuando se detuvo, venían en él dos vecinos que vivían en el piso de arriba al nuestro, con los cuales siempre conversaba. Me saludaron amablemente, yo me puse toda colorada, pensando que me habían descubierto en mi nueva identidad. Delicadamente les di la espalda, para mirarme al espejo, retocándome la peluca. La gente bajó en su piso y volvimos a saludarnos, ahí me di cuenta que no me habían reconocido.

Como de costumbre tuve un recibimiento de lo más romántico, don Ramón, me abrió la puerta y me dijo:

  • Derechito al dormitorio, te acuestas en la cama, boca abajo, te bajas el pantalón solo hasta la rodilla y esperas a que yo vaya por ti.

  • Está bien don Ramón, pensé que iba a saludarme – protesté.

Estuve un par de minutos esperando a don Ramón tal como éste me había dicho, pero no se presentaba. Trataba de escuchar que podría estar haciendo pero el volumen de la televisión tapaba cualquier otro sonido. Por las dudas, estiré mi mano, abrí el cajón de la mesa de luz y busqué a tientas la crema lubricante para ponerme en la cola, pensando en los modales a que me tenía acostumbrado don Ramón.

Me unté bien, incluso me puse el dedo adentro, lubricando también por dentro y continué esperando. De pronto siento pasos, inconfundibles, se venía mi hombre y se tiró encima de mí con todo el peso de su cuerpo.

  • Ayyyyy, pero que bruto, Aaaahhhhggg Mmmmhhhh….. aahhjjjjj –  yo había sentido algo raro en esa embestida y distinto a lo que cotidianamente me hacía don Ramón. Y noté además que había un olor distinto al de mi novio. Me era imposible darme vuelta o moverme, tendría más de cien kilos sobre mi espalda.

Además esta persona, con su cara, aprisionaba la mía contra la almohada, su aliento no era el de don Ramón, olía a chicle cosa que don Ramón no consumía. Yo sentía que la verga buscaba donde entrar, golpeaba en punta, endurecida entre mis nalgas, se resbalaba hasta golpear mis huevitos y volvía hacia arriba y en una de esas pasadas, logró acertar la puerta de entrada y adentro, toda adentro de un solo empujón, gracias a la gran cantidad de lubricante que me había puesto por toda la zona.

  • Aaahhhggggjjjj, mmmmm, ayyyyyyyy, bruto, pero que salvaje, Usted no es don Ramón - protesté.

  • Cállate puta, que se que te gusta – no era la voz de don Ramón, era su hijo, Joaquín, como pude no darme cuenta. Pero que estaba pasando, me preguntaba.

Había ocurrido que Joaquín y don Ramón se habían amigado y éste le había comentado que hoy le tendría preparado una diversión extra, para después de la cena. Y yo era el regalo, la diversión con la cual don Ramón convidaba a su hijo.

A mi memoria llegaron los recuerdos de los momentos vividos con Joaquín en el mismo departamento que estábamos ahora, en el living, sobre el sillón, estando sentaditos los dos me tomó la cabeza y me obligó a hacerle una mamada y cuando estaba en lo mejor de la mamada fue que entró don Ramón y casi nos pesca con las manos en la masa o para decirlo mejor con la verga de Joaquín dentro de mi boca. Don Ramón se enojó mucho con su hijo, pensó que nos estábamos pajeando juntos y lo echó de su casa para quedarse conmigo y de ahí en adelante comenzó relación con don Ramón.

Ahora Joaquín me estaba cogiendo como la bestia que era, digno hijo de su padre.

Mientras me seguía cogiendo, muy fuertemente, metía la lengua en mi oreja y me la mordía, recorría mi cuello con su lengua hasta que:

Aaaahhhhhhggg…  te voy a acabaaaaarrrr… Mmmmmmmmhhhhhh….. Que bueno que estuvo, al final terminé cogiéndote putita, yo sabía que algún día te la iba a meter por el culo.

Sin preguntarse como podría estar yo, se levantó, sacándome la verga de una vez y dejándome toda dolorida por el esfuerzo de tener que soportarlo saltando, mordiendo, haciendo de todo, sin la menor muestra de delicadeza. Se retiró pegando un portazo y dejándome tirada sobre la cama. Yo no había pronunciado una sola palabra mientras duró la cogida a que fui sometida por Joaquín, estaba estupefacta, muy mal, me sentía una cosa, algo sin valor, tomé fuerzas como para darme vuelta, cuando noto que desde mi cola sale la leche que me inyectó la bestia que estuvo conmigo, por lo que tomo un pañuelo y me lo llevo a la cola, lo aprisiono entre las nalgas, para no manchar la cama. Estoy por levantarme para ir al baño, cuando se abre la puerta y don Ramón me dice:

  • Te gustó el regalito que te hice, putita?

  • No, para nada, yo vine a visitarlo a Usted, a mi me gusta Usted, don Ramón.

  • Pero te dejaste coger por el pibe, no te negaste para nada?

  • Se tiró encima mío, yo creí que era Usted y después no me dejó mover y fue muy rápido para clavármela, me había puesto mucha crema, por eso me la pudo meter tan fácil.

  • No te creo nada, vos te dejaste coger porque eres una putita y porque te gusta que te cojan. Bueno basta, ponte boca abajo, que ahora te quiero coger yo.

  • Me quiero limpiar la cola don Ramón, estoy chorreando leche, la que me metió su hijo recién.

  • Eso no me interesa, te quedas acá, te voy a coger así como estás, pero primero me la vas a chupar bien, porque con tanta charla has logrado que se me venga abajo.

Me senté en la cama, coloqué mis piernas entre las de don Ramón y éste se paró enfrente mío apuntando con su verga a mi rostro. Se la tomé con las manos y me la llevé a la boca, acariciándole los huevos y las piernas, en un santiamén la pija de don Ramón estaba dura. Intenté sacarla de mi boca, pero no me lo permitió. Me tomó de la cabeza con sus manos y empezó a cogerme por la boca. Su verga pasaba mi garganta, me ahogaba, pero me calentaba muchísimo esta práctica, pensé que iba a terminarme en la garganta, porque ya estaba sintiendo y tragando, sus líquidos pre-seminales. Me la sacó de la boca y me hizo acomodar de espalda, mis piernas las subió sobre sus hombros, se arrodilló en la cama y me penetró de una sola vez y hasta el fondo, esa era su forma de hacerlo, yo estaba acostumbrada a que fuera así.

Empezó con el adentro y afuera, cada vez mas fuerte, cada vez mas rápido hasta que comienzan las convulsiones, don Ramón se pone muy violento, tiembla todo y sus embates son fuertes, hasta que se desploma sobre mi cuerpo, quedándome su verga enterrada hasta los huevos.

  • Ahhhhh, pero que puta que eres, te acaba de coger mi hijo, ahhhhhh mmmm ahora te cojo yo y todavía sonríes, tienes esa cara de satisfacción.

  • No, don Ramón, sonrío porque Usted acabó y se le está achicando la verga. Todavía la tengo adentro, para mi es un respiro. Hoy estuvo muy fuerte conmigo y antes me tuve que aguantar a su hijo.

  • Antes y ahora, porque te lo tendrás que aguantar de nuevo. Cuando entré me dijo “apúrate papá, que tengo ganas de echarme otro”.

Cuando sentí lo que me dijo don Ramón, no supe que decir, porque me gusta la verga, pero entre los dos me dieron tan duro que me dolía todo el cuerpo. Yo seguía con mis pensamientos, cuando siento que se abre la puerta. Era Joaquín que le preguntaba al padre si le faltaba mucho.

  • Espera un poco hijo, dame tiempo a que me levante, yo ya terminé con la putita esta. Dale vos si quieres más.

  • Bueno, sal de la habitación, que quiero estar solo con ella.

Don Ramón se levantó, me soltó y mis piernas que tenía levantadas sobre su cuerpo, cayeron pesadamente sobre la cama. Joaquín me tomó de los tobillos y me arrancó los jeans y la tanguita que tenía, que estaba empapada en leche, dejándome desnudo de la cintura hacia abajo. Al igual que su padre me pidió que le chupara la verga para ponérsela a tono para un nuevo embate, para lo cual volví a sentarme y ahora por mi cola salían cantidades de semen, de padre e hijo. Mojé toda la cama, me di cuenta de ello cuando Joaquín me pidió que me acomodara para volver a cogerme. Mientras tanto, yo se la mamaba con ganas, porque tanto el padre como el hijo eran poseedores de hermosas vergas.

Cuando Joaquín me pide que me de vuelta y encuentra que la cama estaba mojada, se enfureció y empezó a los gritos.

  • Pero mira como pusiste la cama, puta de mierda, levántate y ve a al baño a limpiarte y después me limpias bien la cama!!!

  • Yo Joaquín le dije a tu padre que . . .

  • No me importa nada, si no quieres que te de una paliza haz lo que te dije – me gritó Joaquín.

Tan fuerte fueron sus gritos, que su padre se vino a la habitación a ver que era lo que estaba sucediendo.

  • Pero que pasa aquí que hay tanto alboroto? – preguntó don Ramón.

  • La maricona esta nos mojó toda la cama, la mandé a que se lave el orto y seque la cama, Papá.

Don Ramón no dijo una palabra en defensa mía, es mas, al pasar yo junto a su lado, me dio una palmada en la cola que me la dejó ardiendo. Luego se quedó charlando con su hijo y así siguió hasta que yo volví y terminé de secar la cama.  Luego don Ramón se retiró y Joaquín me dijo que ahora no se le antojaba coger de nuevo conmigo, que solo quería que le hiciera una buena mamada y con eso se conformaría.

Me senté en la cama para seguir mamándola, pero me hizo levantar, él se acostó para que yo se la chupe arrodillado en el piso y semi acostado sobre él. Me llevé la verga a la boca y estuve un rato bastante largo chupando para hacerlo acabar. Me dolía la mandíbula de tanto tener la boca abierta y también la cabeza de los cachetazos que me pegaba Joaquín, pero finalmente lo pude hacer acabar y ese fue el premio mayor para mí. Porque después de esto, sin consultar nada con nadie, me vestí y rápidamente lo saludé a don Ramón y me marché a mi casa.

Llegué a mi casa, me fui al baño a darme una ducha, estaba totalmente enojada, don Ramón me había jugado una mala pasada. El se había arreglado con su hijo y me entregó a mí para que pudiera divertirse conmigo. Me puse a pensar que pudiera haber pasado si hubiera ido con Graciela, se la habrían cogido también a ella, seguramente. Todo esto lo tendría que charlar con ella, estaba muy indignada y quería ponerla al tanto de lo ocurrido, Graciela sabría como proceder en el futuro.

Luego de la ducha, pasé por la cocina a buscar algo para comer y mientras lo hacía, ponía en orden mis pensamientos. Llevaba puesta una bata corta y calzaba unas ojotas. Me sentía mejor, el agua cálida y abundante me había ayudado bastante, recordaba lo vivido y ya no me parecía tan grave, importante si, pero no era el fin del mundo. Tomé un rico cafecito y me fui al dormitorio.

Como era un poco tarde, no me animé a saludar a mi hermana, me acosté y traté de relajarme aún más, intentaba dormirme cuando siento voces en la habitación de Graciela, presté atención y deduje que sería el televisor y que probablemente se haya dormido con el aparato encendido. Tomé impulso, me levanté y fui hasta su cuarto para apagarle el televisor, abro la puerta y me encuentro que mi hermana estaba acostada con Liliana, lo que yo sentía era la conversación entre ellas.

  • Vivi!!! Te escuchamos cuando regresaste, nos despertaste, estábamos charlando – me dijo Graciela, quien tenía acostada sobre su brazo a Liliana, abrazándola.

  • La pasaste bien? – preguntó Liliana

  • Chicas, mañana si quieren les doy el parte de lo ocurrido, mejor nos dormimos o quieren que hablemos ahora?

  • Si no hay nada importante, lo dejamos para mañana, estoy cansada, amor – decía Graciela – tu compañerita es incansable mmmmm.

  • Que tengan buenas noches chicas, las quiero – les di un besito a cada una y me volví a mi camita.

Cuando sonó le despertador, ya Liliana y Graciela estaban levantadas, desayunaban escuchando radio, música mas noticias, me preguntaron por como la había pasado la noche anterior con don Ramón, querían saber.

  • Nosotras la pasamos fantástico, Lili a último momento decidió dormir acá, no quería dejarme sola – me decía Graciela.

Yo les conté lo ocurrido, la sorpresa que me tenía preparada don Ramón, al invitar a su hijo sin siquiera consultarme si era de mi agrado y también mi inquietud por lo que pudo haber sucedido si no hubiera ido solo.

  • Te das cuenta Gra, si me hubieras acompañado, tal vez te hubieran violado a vos también, porque yo me sentí violada por Joaquín. Para él, cualquiera puede hacer uso de mi cuerpo, me entienden?

  • Que viejo de mierda ese, es un abusador – acotó Liliana – disculpa si te disgustó lo que dije, Vivi.

  • No, está bien, yo también me sentí mal, por eso se los cuento.

Graciela estaba pensativa y no hizo ningún comentario, lo cual me dejó pensativa a mí también. Me atreví a preguntarle.

  • No pronunciaste palabra, Graciela, me puedes decir en que estás pensando?

  • En lo que terminas de contar. Pensaba que teníamos una buena relación, le tomé aprecio a don Ramón, ahora me doy cuenta que no podemos confiarnos en él. Vamos a tener que hablar, para aclararle nuestro punto de vista y si no está de acuerdo, conmigo que no cuente más.

Así fue, lo llamamos a don Ramón, le dijimos que queríamos encontrarlo en nuestro departamento y cuando se presentó, le dijimos lo que pensábamos de lo ocurrido en la última visita mía a su casa. El hombre no solo lo entendió perfectamente, sino que se disculpó por su forma de actuar.

Además pidió que para el evento que estábamos organizando no fuera invitado su hijo Joaquín, porque eso le impediría moverse libremente entre la gente.

Respecto a Liliana, dada la excelente relación que había entre nosotras tres y la proximidad del evento, le propusimos se quedara a vivir con nosotras dos, para optimizar los preparativos, las invitaciones, comida, bebida, en fin había muchas cosas que terminar.

Marcela   ( marce459@live.com.ar )