Federico 3

Sigue el relato de lo vivido por Federico, junto a su hermana y protectora.

FEDE III

Este relato es continuación de dos anteriores, Fede I y Fede II.

La relación con don Ramón siguió en el tiempo, se prolongó por mas de un año, yo continuaba visitando a mi novio (y portero del edificio en donde vivía) una y dos veces a la semana. En algunas ocasiones don Ramón me hacía ir mas todavía y para ser honesto debo decir que me quitaba las ganas de tener sexo con alguien mas que no fuera con él, porque me dejaba totalmente agotado, exhausto. Yo tenía ojos para mirar a otros hombres, pero mi cuerpo era de don Ramón, con él tenía todo lo que necesitaba.

Por mi edad, comencé a asistir a la universidad, tomé la carrera de sicología, me encantaba todo lo atinente a la mente humana, sus reacciones, la forma de ser de las personas, quería estudiar sobre ese tema y soñaba con tener un consultorio y poder ayudar a pensar a la gente. Ya en la universidad, conocí muchas personas de mi edad, de ambos sexos, con los que compartíamos estudios, salidas y el tiempo libre. La mayoría de mis compañeros tenían pareja, llegando a bromear en ese aspecto conmigo, en el sentido de que querían conocer a la mía, para compartir las salidas en grupo.

Yo todavía no había aclarado cuales eran mis preferencias sexuales, así que por esa causa no contestaba gran cosa o si lo hacía, lo hacía con evasivas. Una de mis compañeras de curso, Liliana, conmigo solía charlar mucho, incluso tenía muy buena onda con Graciela, mi hermana. Con ella charlaban bastante, dándome cuenta que algunos temas los trataban en vos muy baja, cuchicheaban y se reían, los típicos secretos entre mujeres.

Un viernes por la tarde Liliana vino a casa a repasar algunos temas de estudio que teníamos pendiente, cuando terminamos de estudiar ya era bastante tarde, por lo que me ofrecí a acompañarla hasta la parada del ómnibus. Mientras caminábamos juntos, ya caída la noche, Liliana me comentó que ella sabía mucho mas de mi de lo que yo creía.

  • Como es eso - le pregunté - que tanto puedes saber de mí que yo no te he contado.

  • Tu no, pero Graciela me puso al tanto de algo muy tuyo, que yo supe desde el mismo momento en que te conocí, pero que conservas como el secreto mejor guardado, no se porque tanto.

  • Puedes ser mas clara Lili, no se adonde quieres llegar.

  • Es que supe por tu hermana que eres gay, en realidad, ella me lo confirmó, yo lo supe desde siempre.

  • Ahhh, esa Graciela, ya voy a ajustar cuentas con ella - en broma le contesté a Liliana.

  • No creas que yo tenía puesta alguna esperanza en ti, no, todo lo contrario, te lo cuento porque a mi me pasa lo mismo que a ti, somos almas gemelas.

  • Sos lesbiana Lili?

  • Desde que nací, jamás hice nada con un hombre. Es que nunca se me dio por levantar uno, siempre mis ojos se posaban en las mujeres.

  • Que bueno Lili, en mi caso, yo nunca estuve en la cama con una mujer que no sea mi hermana.

  • Te dije, somos almas gemelas. A mi los hombres no me disgustan, solo que no se dio nunca y no se como sería hacerlo con un hombre.

  • Entonces no eres lesbiana, Lili, las lesbianas ni piensan en los hombres.

  • Tal vez no lo sea, por ahora funciono como una les, tal vez mas adelante me convierta en bisexual, pero eso no lo se.

Al regresar a casa, caminaba pensando en Liliana, también en mi hermana, porque le habría hecho esa revelación de mi sexualidad a mi compañera, Graciela no es precisamente de ventilar cuestiones íntimas.

  • Graciela porque le contaste lo mío a Lili? - al ingresar a casa, fue lo primero que le dije.

  • Es que tu amiga me avanzó de una, no se anduvo con rodeos y yo la rechacé, porque le dije que siendo yo bisexual, no puedo prometerle fidelidad a ella, me gusta estar con una chica, pero más con un tipo. Ella se puso mal, porque pensó que la rechazaba porque era lesbiana y terminamos hablando de vos, le conté que sos gay, que nosotros somos de contarnos todo lo que hacemos, sin discriminarnos, como que tampoco discriminamos a nadie.

  • Pobre Lili, capaz que se enamoró de vos y quería unos mimitos.

  • Unos mimitos le puedo dar, nos podemos dar, pero no formar una pareja estable, me entiendes Fede?

Hasta ahí quedó la relación con Liliana, mas tarde se haría importante en nuestras vidas.

Volviendo a mi vida, don Ramón no veía con buenos ojos que yo saliera mucho y menos con mujeres. Esa misma noche, me había visto salir con Liliana y no me había visto regresar solo, minutos después. Se había puesto celoso el hombre y había llamado a Graciela para dejarme un mensaje: si llegaba temprano lo llamara o fuera a verlo a su departamento que tenía que decirme algo.

Cuando terminé de charlar el tema de Liliana, Graciela me dijo el recado que había dejado don Ramón y decidí en vez de llamarlo, ir a verlo a su departamento. Toqué el timbre y don Ramón abrió la puerta y me hizo pasar.

  • Adonde te fuiste con esa puta, maricón? - ni siquiera me había saludado y ya estaba tratándome como si fuera su esclavo.

  • A acompañar a mi compañera hasta la parada de colectivo don Ramón - le contesté.

  • Camina rápido para el dormitorio - me dijo señalando con el dedo índice el camino a seguir.

  • Don Ramón me tengo que ir rápido, mi hermana tiene que salir y me quedo solo en casa.

  • Llama a tu hermana por teléfono y dile que te quedas a cenar acá, que después bajas.

Eso hice, le avisé a Graciela que me quedaba a cenar con don Ramón y obedeciendo lo dicho por el viejo, me fui para el dormitorio. Al entrar, ya don Ramón estaba dentro, con las puertas del placard abiertas, revolviendo los estantes en busca de algo que lo inquietaba. Al sentirme entrar, sin darse vuelta para verme, me dijo:

  • Sácate toda la ropa, mariquita y acuéstate que ya me voy a hacer cargo de vos.

  • Don Ramón, llegará el día en que Usted me trate bien? - le pregunté por preguntar, porque la verdad a mi me gustaba que don Ramón me tratara así.

  • Cállate la boca, ponte boca abajo, me abres bien las piernas y ponte la crema que está en el primer cajón o te la pongo sin crema y a aguantar, ehhh.

  • Bueno don Ramón, me pongo un poco de crema, pero Usted también póngase, si?

Al instante, visiblemente enojado porque no encontraba lo que estaba buscando, don Ramón, se tiró encima mío, con la verga a medio parar y no conseguía ponérmela, justamente por no tenerla dura. Me tomó de la cabeza, me la hizo girar, él mismo se levantó de encima mío y se recostó dejándome su pija para que la chupara hasta que lograra ponérsela dura. El mientras tanto miraría en la pantalla del ordenador, una película porno, para erotizarse más. Con lo que me gustaba chupar la pija, no me costó mucho hacérsela parar, por lo que en minutos, estaba de vuelta en posición de ser penetrado, cosa que don Ramón hizo instantáneamente.

Acomódate en la cama, te quiero en cuatro, te la voy a poner bien duro, porque te has portado mal conmigo, hoy la vas a sentir como nunca, ya vas a ver. Mientras decía estas palabras amenazadoras, me aplicaba fuertes nalgadas, que dejaban dolorida mi cola, un poco me asustó, me tomé bien fuerte de la cama y apoyé la cabeza en la almohada hundiendo mi cara en ella, como para resistir el embate de don Ramón. Sentí la cabeza de su pija golpear en mi zanja, buscando el agujero que le permitiera penetrarme, sentí en mi ano el calor de esa verga y supe que me penetraría sin miramientos, pujó con fuerza y gracias a la vaselina entró dentro mío y siguió forzando la entrada hasta que pudo meterla toda, no dejaba de pegarme nalgadas, de decirme cosas sucias y todo eso lo acompañaba con fuertes bombazos, que me hacían golpear la cabeza contra el respaldo de la cama, mis piernas cedieron y quedé acostado, don Ramón descargó todo su peso (mas de 100 kg) sobre mi cuerpo, me dificultaba la respiración, seguía aplicándome fuertes bombazos y cada vez mas hasta que pudo acabar y a medida que su verga disminuía su tamaño, mi culito lograba acomodarse mas. Don Ramón me la sacó, se dió vuelta acostándose boca arriba a mi derecha y me ordenó que le limpiara la verga para no manchar las sábanas. Al salir de mi posición siento que desde mi culito, empieza a salírseme la leche que me había inyectado don Ramón, por lo que me tuve que poner mi calzón dentro de mi zanja para contener el semen.

Haciendo caso a lo que me había dicho don Ramón, tomé su verga con mis manos y delicadamente se la chupé para quitarle los restos de semen que tenía pegada en ella. Me hizo seguir hasta los huevos, le gustaba como se los lamía, a mi me encantaba chupárselos, así que era mas disfrutar para mi de ese hombre tosco, rudo.

Don Ramón siempre era así conmigo, esa noche me cogió como él acostumbraba hacerlo, con dureza, con pasión, sin piedad, pero con el cariño de dos personas que vienen teniendo sexo durante varios meses.

Cuando me retiraba para mi casa, don Ramón me dijo que me había comprado algunas ropitas, para que yo fuera su nena dentro del departamento, pero que era necesario que me hiciera una depilación total y para ello, me aconsejó que hablara con mi hermana, incluso para que me enseñara a maquillarme ojos, labios, etc. La idea me gustó, más que don Ramón estaba muy entusiasmado, hasta había pensado en un nombre para su nena y un mejor trato que al mariquita que tenía hasta ahora, en fin, había mucha fantasía en todo lo que me proponía. Iba a ser lindo.

Obvio que al otro día, le conté todo a Graciela y le pareció buena la idea.

  • Si a vos te calienta, te hace feliz, cuentas conmigo, no tengo que decírtelo.

  • Gracias hermanita.

  • El sábado cuando vaya a depilación, te vienes conmigo y verás como quedas.

Y así fue, el sábado me llevo junto a su depiladora, una chica muy mona, de unos 30 años, que hizo un comentario que me hizo poner colorado de vergüenza.

  • No me digas que sos gay, Fede, tan buen mozo, que desperdicio, nos perdemos un bombón con tu pase de equipo, jajaja

La chica seguía hablando y comentado chismes con mi hermana, dándome la espalda a mi, me había pedido que me sacara la ropa y me acostara sobre la camilla, así lo hice. Al darse vuelta para comenzar a atenderme me volvió a decir:

  • Sin ropa Fede, desnudito amor, no vas a tener vergüenza de mi, verdad?

Su comentario peor me puso. Me quite mis calzones e instintivamente me puse boca abajo.

  • No mi amor, primero ponte boca arriba, no estás con un hombre, jajaja - como no le contesté nada, siguió con su parloteo.

  • Tienes un lindo cuerpo, puedo saber la causa de la depilación total, algo me imagino, pero me gustaría más si me lo cuentas tu.

  • Quiero sentirme más cómodo, eso es todo.

  • No será que tienes deseo de vestirte de mujer? tu eres muy lindo, con un poco de maquillaje y cabello mas largo o peluca, podrías ser una chica muy linda.

  • Te parece?

  • Ni lo dudaría, yo en tu lugar iría de a poco. Prueba como te sientes y luego te decides.

Mi hermana miraba y escuchaba sin decir una sola palabra, ni agregar comentario alguno. Al llegar a casa, me dijo que no había intervenido en la conversación con la depiladora, aunque sintió deseos, lo que ella quería, era ver de que manera defendía yo mis propias convicciones.

  • Me gustó como le contestaste a la chica. Ahora que estás depilado, vamos a aprovechar para dar los primeros pasos con los zapatos de tacos altos.

Por suerte mis pies son pequeños, así que para comenzar utilizaba los zapatos de mi hermana. Esa misma tarde, me los hizo poner y no dejó que me los sacara hasta la noche. Estuve casi 4 horas caminando con zapatos de taco aguja, tropezando, torciéndome el tobillo, hasta que logré tomarle la mano. Al mismo tiempo, Graciela me pinto ojos, labios, depiló mis cejas y delineó las pestañas, incluso me prestó uñas postizas, para que fuera acostumbrándome también a ello.

En esos menesteres estábamos cuando suena el teléfono, era don Ramón para invitarme a cenar, como le dije que tenía pensado cenar con mi hermana, me dijo que la podía invitar a ella también, si es que ella quería acompañarnos.

Mi hermana aceptó venir conmigo, haciéndome una propuesta que estaba buenísima.

  • Sabes que hermanito, que tal si hoy ya te vistes de nena y dejas nacer a esa mujer que llevas adentro. Imagínate a don Ramón cuando lleguemos a su casa, él espera a un chico con su hermana y se le presentan dos chicas, que te parece mi idea?

  • Excelente hermanita, ayúdame a ser la nena que quiero.

  • Ni que hablar, yo te produzco como nena, luego te acompaño, ceno con Ustedes y me voy, te parece?

  • Muy buena tu idea.

Graciela me pidió que me duchara y perfumara el cuerpo, que ella me acomodaría la ropa para vestirme. Terminada la ducha y habiéndome puesto el perfume, le pedí a mi hermana que me alcanzara la ropa.

  • Ven a vestirte aquí - me gritó - ven desnuda que yo te visto - el haber sentido pronunciar a mi hermana el término "desnuda", me provocó mas calentura de la que ya tenía, me empezaba a tratar como la nena que quería ser.

  • mmm quieres que vaya "desnuda"? - le dije

  • Si, te quiero desnuda - así lo repitió una vez mas.

Me hizo poner una bombachita de ella, con encajes, blanca, medias blancas también, un corpiño con relleno, que tuve que aprender a abrochar por detrás de mi espalda, una mini ajustable que me quedaban espectacular, realzando mi cola y mostrando mis piernas, una remera corta, con escote discreto, zapatos de tacos altos y la frutilla del postre: una peluca negra, con cabello lacio hasta mitad de la espalda y flequillo casi hasta los ojos. A eso hay que sumarle el maquillaje, labios, ojos, pestañas, mejillas y un perfume dulce muy fuerte.

Mi hermana se vistió y arregló como la diosa que era, lo hacía casi a la par mía y cuando estuvimos listas nos fuimos las dos hacia lo de don Ramón. La cara del hombre cuando tocó timbre mi hermana, yo esperaba fuera del alcance de la mirilla. Cuando me vió, se sorprendió y mucho mas al quitarse la duda que tenía acerca de si mi hermana, respecto a la situación nuestra. Don Ramón no sabía si mi hermana estaba enterada de que teníamos relaciones sexuales, eso lo intrigaba mucho.

Despejada la duda, don Ramón sabía ahora que mi hermana estaba enterada que él me cogía todas las semanas. Que él era mi macho, que él era muy macho. Tanto le pegó fuerte todo este pensamiento, que al ingresar al departamento le tocó el culo a mi hermana, disculpándose inmediatamente.

  • Perdón Graciela, no lo quise hacer, no se que me pasó.

  • Don Ramón, yo se tantas cosas de Usted que por eso lo disculpo. Mi "hermanita" me cuenta absolutamente todo. Quédese tranquilo.

  • Entonces apruebas la relación que tengo con tu hermano?

  • Esa no es la cuestión, el que la tiene que aprobar es él, perdón a ella, porque ahora es una nena o me equivoco?

La primera impresión que me dió fue que don Ramón se quería acercar demasiado a mi hermana. Los sucesos de esa noche me lo confirmaron.

Don Ramón se pasó toda la cena charlando con mi hermana, yo en algún momento sentí celos de ella, pero logré poner mis pensamientos en claro y me tranquilicé. Terminada la cena, don Ramón me pidió que levantara la mesa y que preparara café, para lo cual me tuve que trasladar a la cocina, dejándolos solos a mi hermana con él. Hablaban en tono muy bajo, yo no podía escuchar nada de lo que se decían, volvían a aparecerse en mi cabeza los malos pensamientos, hasta que al volver a la mesa con el café, me dijo don Ramón:

  • Tú, ve al dormitorio y espera allí, en minutos voy, déjame hablar algo con tu hermana.

  • Es que quería tomar mi café - protesté.

  • Toma el pocillo y llévalo al dormitorio y sin protestar, porque me harás enojar - don Ramón estaba demostrando ser el mismo de siempre.

Me senté en la cama, tomé el café y quedé esperando. En minutos se apareció mi hermana en la habitación y se sentó a mi lado.

  • No voy a salir, me quedaré con Ustedes, don Ramón me convenció para que me quedara. Pero si tu quieres me voy, no quiero ser inoportuna.

  • Pero como es que te vas a quedar, si sabes que don Ramón y yo vamos a ... coger - no me animaba a pronunciar la palabra que definía exactamente lo que iba a pasar en momentos.

  • Crees que no se porque estás aquí? O acaso quien te vistió y te produjo como una nena? Fíjate que estás vestido con mi ropa, llevas puesta mi peluca, zapatos y ropa interior y crees que no me doy cuenta que estás haciendo acá sentado en la cama de un hombre?

  • Perdona hermanita, sabes cuanto te amo y sabes que te necesito, pero recién me sentí celoso cuando hablabas en vos baja con don Ramón, me pareció que me ibas a quitar a mi hombre.

  • Pero como puedes pensar eso de mi. Me haces enojar, Fede.

  • Puedes decirme que hablaban Ustedes y por último que vienes a hacer aquí?

  • El que hablaba era don Ramón, yo lo escuchaba. Me pidió que me quedara, si ya sabía todo lo de Ustedes, porque entonces no me quedaba para mirar lo que hacían y como lo hacían.

  • En serio?

  • Me dijo que le da mucho morbo que una mujer pueda mirar lo que él hace contigo y mucho mas si esa mujer es la hermana del chico que se va a coger.

  • No te puedo creer, te puedo preguntar por que aceptaste o es que a ti también te calienta verme coger con don Ramón.

  • Sabes bien que todo lo que sea sexo a mi me calienta, pero además como a don Ramón primero que le dije fue que no quería verlos, me ofreció dinero para que me quede a mirarlos, sin participar en nada, por supuesto, solo mirar.

En medio de la conversación, se apareció don Ramón, que venía desde el baño, ya se había quitado la ropa, tenía colocada una bata y por debajo de ella, nada.

  • Que están hablando los hermanitos? No estarán hablando mal de mi, verdad? - nos lanzó la pregunta don Ramón para que le contestásemos.

  • No don Ramón - contestó Graciela - al contrario, le estaba explicando porque me quedaba acá con Ustedes. Fede se sorprendió al verme aquí.

  • Bueno, muy bien, lo primero que vamos a hacer es buscarle un nuevo nombre a Fede y me gustaría que me digan como sería ese nombre.

  • Que tal Vivi, diminutivo de Viviana, un nombre muy femenino y suena como un deseo de vivir.

  • Ok, serás Vivi, - remarcó el hombre - ahora Vivi, así como estás vestidita, te vienes a mi lado - don Ramón estaba parado frente a Graciela, a un metro de la cama - te arrodillas en el piso, si quieres ponte un cojín para que no te duelan las rodillas y le enseñas a tu hermanita lo que me haces siempre - dijo señalando con el dedo índice hacia su bulto, ya algo agrandado.

Cuando sentí las palabras de don Ramón, la sangre parecía que hervía dentro de mi cuerpo, seguramente me he ruborizado al oírlas, no por lo que fuera a hacer, ya lo había hecho muchas veces, sino por la presencia de mi hermana. Instintivamente, la miré de reojo y nuestros ojos se cruzaron, la mirada de mi hermana me dijo todo: a ella no le molestaba en absoluto lo que estaba por hacer, ella sabía que a mi eso me gustaba, estaba dispuesta a disfrutar el momento.

Me arrodillé en el piso, con una mano me apoyé en la cintura de don Ramón y cuando fui con la otra mano a meterla bajo la bata para tomar la verga y llevarla a mi boca, don Ramón me paró y me dijo:

  • No Vivi, no quiero que utilices las manos, busca mi verga con tu boca, con tu cara, enséñale a tu hermana lo bien que lo haces.

Crucé mis manos por detrás de mi cuerpo, luego haciendo equilibrio busqué de abrir la bata de don Ramón con mi cara y una vez que lo logré, gracias a que don Ramón había abierto bien sus piernas, apunté con mi boca a esa verga que ya parecía estallar. Empecé a ponerla y sacarla de mi boca, pasando la lengua por toda la superficie y cada tanto bajando a chuparle los huevos. Sentía a mi hermana, a un costado que miraba con atención como atendía al hombre, sentada con sus piernas cruzadas, hamacando una de sus piernas nerviosamente, que era señal que estaba caliente, porque el movimiento de su pierna es una forma de masturbarse en público. Sentía también a don Ramón, que tenía espasmos por el placer que le provocaba mi mamada, hasta que al rato, se quitó la bata y totalmente desnudo se acostó sobre la cama boca arriba, para que siguiera chupándolo. Don Ramón miraba a mi hermana, sonriente, feliz de tener la verga que tenía, ya que había logrado impresionarla.

  • Me gusta mucho como lo estás haciendo Vivi, ahora te quiero acostadita a mi lado, como siempre, ya sabes lo que vamos a hacer verdad?

  • Si, don Ramón, me quito la ropa?

  • No, solamente te acuestas y te levantas la mini, yo voy a hacer el resto.

Mi hermana se había levantado de la cama y estaba sentada en un sillón que estaba enfrentado a nosotros, de ahí tenía una visión perfecta de lo que sucedía, yo la veía seguir con el movimiento de pierna cruzada y sabía que se seguía pajeando.

Vió mi hermana cuando don Ramón me colocó la crema en la colita, primero sobre y luego metiendo un dedo y dos también en mi interior, para dilatarme, luego se puso sobre su verga y cuando se tiró encima mío, ella hizo una exclamación como diciendo "lo va a aplastar". Vió mi hermana como don Ramón me corría la tanguita de lado y guiaba a su verga hasta la puerta de mi orto. Al notar como semejante verga me entraba casi sin un quejido mío, se dió cuenta que lo nuestro sucedía seguido y que yo tenía una buena dilatación.

  • mmm don Ramón, siempre tan bruto conmigo - le decía quejándome por lo fuerte que me había penetrado.

  • Si te duele te la saco, ehhh? quieres que te la saque? - medio ofuscado me decía para que contestara enfrente de mi hermana - bueno, si te duele, te la saco.

  • No, don Ramón, no me la saque, está bien, no me duele.

  • No te duele, a entonces te voy a coger con mas ganas, quiero que tu hermana vea como sos conmigo.

Don Ramón empezó a dar unas terribles embestidas en mi culo, que parecía que iba a desarmar la cama, tuve que agarrarme del colchón porque creí que iba a caer con don Ramón encima mío.

  • mmm ahhh ahjjjj mmmm ahhh ajjjjj Ahora si me duele don Ramón, me duele mucho - me quejaba dolorido en serio.

  • Entonces te la saco y no te cojo mas - pero seguía bombeando mas fuerte todavía.

  • No, no me la saque don Ramón, me duele pero me gusta mucho, no me la saque por favor - le respondí medio llorando, mezcla de dolor con placer.

A partir de ese momento vinieron las nalgadas, era lo que me faltaba, mi cola ardía por todos lados, por suerte para mi don Ramón acabó como un potro, sacando la pija de mi culo para mostrarla a mi hermana.

  • Ves, me saca hasta la última gota de leche, que le duele, que se la saque, que no le gusta, siempre es así, es muy puto el muchacho, perdón, Vivi.

  • Estás bien Vivi? - me pregunta mi hermana desde el sillón - sin prestar mayor atención al comentario del hombre.

  • Feliz, hermanita, don Ramón es todo un hombre a la hora de atenderme, espero que no te haya molestado lo que presenciaste.

Al escuchar mi contestación, mi hermana quedó totalmente convencida que estaba hecho para ser sometido por los hombres, que lo hacía con placer. Ese pensamiento me lo hizo presente al retornar a nuestro departamento.

  • Doblo lo acordado, si te acuestas junto a tu hermana - dijo don Ramón dirigiéndose a Graciela, aludiendo al dinero prometido por mirar, solo mirar.

-Hoy no, lo quiero hablar con Vivi, si ella está de acuerdo, bueno, lo pienso - contestó.

Pero ahora era yo el que quería ver que tan buena era mi hermana a la hora de estar en la cama con un hombre, por eso no dudé en meterme en medio de la conversación.

  • Hermanita, sos libre de hacer lo que quieras, si quieres compartir esta cama con nosotros, bienvenida eres.

Mi hermana dirigiéndose al hombre le dijo que el trato estaba cerrado, luego se fue quitando la ropa lentamente, como solo ella sabía hacerlo, para finalmente meterse en el medio de nosotros. Don Ramón, se levantó para dirigirse al baño, quería higienizarse antes de comenzar el segundo encuentro. Al volver al cuarto, venía totalmente desnudo, como si fuera lo mas natural del mundo. Graciela volvió a clavar la vista en el miembro del hombre, que se balanceaba golpeando los muslos, habiendo alcanzado ya algo de dureza.

Antes de acostarse junto a nosotros, don Ramón, mirándome a mí, dijo:

  • Tu, levántate de la cama, vas al baño a higienizarte, te quitas toda la ropa y vuelves acá - el tono de su voz tranquilo, no daba lugar a preguntas, ni dudas.

Mientras yo me levantaba de la cama, juntando fuerzas por lo cansada que estaba, don Ramón se inclinaba sobre mi hermana, para mirar bien de cerca sus tetas, naturales, sin implantes, con buena forma y dureza. Ya bien cerca de las tetas, se animó, acarició una y chupó la otra, mordisqueando el pezón a punto tal que hizo saltar de la cama a mi hermanita.

  • Despacio don Ramón, ahora me doy cuenta por se queja mi hermanita de sus modales.

Don Ramón siguió chupando, como si no hubiera escuchado nada, cosa que hizo que mi hermana soltara algunos gemidos y jadeos que le daban la pauta al hombre que lo que hacía, gustaba.

Estaba yo ingresando nuevamente al dormitorio, cuando vi como se desarrollaba la escena. Don Ramón chupando las tetas de mi hermana y ella acariciando los pocos pelos de don Ramón, para que siga chupando como hasta ese momento. Nadie se percató de mi presencia, por lo que tuve que emitir una tocesita fingida, que provocó que el hombre se diera vuelta, medio molesto.

  • Ya volviste, bueno mientras yo sigo con esto, hace que se me ponga dura la verga, con la boquita, no quiero que la toques con tus manos, las manos atrás del cuerpo y a chupar la verga y huevos hasta que te diga basta.

  • Si, don Ramón, como Usted mande - me encantaba sentirme sumiso y obediente a los caprichos de mi hombre.

Me arrodillé en el piso, puse mis manos juntas atrás de mi cuerpo y me incliné con mi cuerpo en busca de la verga de don Ramón, estaba en estado de semi-reposo, apoyada sobre su muslo, así que obedeciendo la orden dada, con mi lengua empecé a lamerla y como pude traté de llegar hasta la punta para tomarla con mis labios y tragarla, sin ayudarme con las manos. Este era el nuevo capricho de don Ramón, que había leído en una novela de BDSM, en donde los sumisos debían mamar las vergas de sus amos sin tocarlas con las manos.

Al sentir mis caricias bucales, la pija de don Ramón entró en trance enseguida, a los pocos minutos, estaba bien parada y dura. Don Ramón seguía chupando las tetas de mi hermana, ésta gemía de la calentura que estaba teniendo y yo feliz con la satisfacción de haber puesto dura la verga de don Ramón.

El viejo, sintiendo la verga dura, se acomodó como para pegarle una cogida a mi hermana. Lo primero que hizo fue correr mi cuerpo de donde estaba, acomodando a mi hermana con las piernas bien abiertas, llevando su culo hasta el borde de la cama. El la penetraría por la concha, poniendo las piernas de Graciela sobre sus hombros. La tironeó de las piernas, hasta que la tuvo en posición y a mi me tocó la parte de guiar la pija de don Ramón hasta la cachucha de mi hermana, para que la penetración sea perfecta.

Le preguntó a Graciela si quería crema, contestando mi hermana que no, ya que tenía buen flujo vaginal. Nunca había estado yo tan cerca de la concha de Graciela, en realidad nunca estuve cerca de ninguna concha, ni siquiera había tocado una. Por lo que cuando tomé la verga de don Ramón para penetrar a mi hermana, sentí una rara sensación, no de asco, sino de impresión, porque cuando abrí los labios de la concha para apoyarle la verga de mi hombre, los sentí húmedos y patinosos.

No costó ningún trabajo la penetración de mi hermana, sin mayor esfuerzo entró toda esa verga inmensa de un solo envión.

  • mmm don Ramón, suave, al menos al principio, déjeme acomodarme a ese tamaño, es muy grande su verga, mmm ahhh, que bueno, la siento muy bien, mmm, ahora don Ramón, vamos, vamos, dame pija que me gusta.

Yo sentía que mi hermana gozaba cogiendo con don Ramón, pensaba también lo que me había costado a mi comerme esa verga y todo el tiempo que estuve dolorido después de que don Ramón me cogiera la primera vez. Sin embargo, para Graciela esto no representaba gran cosa, se trataba simplemente de una pija mas, mayor o menor a otras que ya se había comido.

Mirando esa escena, noté que mi verga también estaba dura, me ponía muy caliente ver a mi hombre cogiéndose a mi hermanita, notaba que ella la estaba pasando muy bien. Empecé a acariciarme mi verga, concentrado en lo que veía, mis caricias fueron en aumento y se transformaron en una linda paja. Hasta que don Ramón, decidió cambiar de posición, para lo cual, al mejor estilo de él, le sacó la verga sin avisar, para bruscamente darla vuelta como si fuera un pedazo de carne lo que tenía bajo su cuerpo y volver a abrirle las piernas, diciéndole:

  • Ahora te la vas a comer por el orto, zorra, como hago con tu hermana, entendiste?

  • mmm Usted nunca pide permiso don Ramón? - le preguntó irónicamente mi hermana - ahora si que quiero crema, un poquito por favor, la tiene muy grande Usted.

Don Ramón se levantó de la cama y fur caminando con su verga dura, hasta la mesa de luz, abrió el primer cajón, se untó con crema la verga y después se la pasó a mi hermana por el culo, metiendo un dedo como siempre me hacía a mi y luego dos.

  • heyyy despacito don Ramón, que duele, tiene Usted los dedos grandes, mmm me duele.

  • Espera que te ponga la pija para gritar puta, ya vas a ver como te duele, esto no es nada.

  • No me asuste, don Ramón, porque no me va a dar ganas de hacerlo.

  • No me interesa si tienes ganas o no, tenemos un trato y lo vas a cumplir, puta - don Ramón era don Ramón, nada ni nadie le hacía cambiar los modales, siguió después conmigo, al hacer enmudecer a Graciela.

  • Y vos, que haces ahí pajeándote, ponele un almohadón a tu hermana para levantarle la cola, así se la puedo meter bien hasta el fondo.

Me acerqué a mi hermana, le di besitos en la mejilla y le pedí que levantara la panza para poder ponerle algo por debajo que levantara su cola. Ella colaboró conmigo y la cola quedó paradita, lo que me permitió verle muy de cerca el orto, el que se notaba que había recibido varias pijas de diverso tamaño.

  • Estás bien Graciela, te quiero mucho, lo sabes? - no sabía que decirle para darle ánimos para soportar al animal que llevaba dentro don Ramón.

  • No te preocupes, voy a estar bien, quieres tomarme las manos?

  • Claro que si - Graciela apretó tan fuerte mis manos, que pude darme cuenta que estaba un poco asustada y eso me asustó a mi también.

  • Bueno basta de contemplaciones, a ver como te portas - don Ramón empuñando su verga con la mano, la apoyó sobre el orto de Graciela y la cabeza entró sin mayor esfuerzo, a pesar del grito histérico de mi hermana.

  • Ajjjjj ahhh, mi madre, que verga que tiene, vaya despacio, que tenemos tiempo, por favor, no se como puedes aguantar esta verga - decía dirigiéndose primero al hombre que la estaba cogiendo y después a mi.

  • Ya va puta, aguanta que está entrando bien, si te habrás tragado vergas!!! Conmigo no te hagas la artista que conozco bastante de culos - mientras don Ramón le decía estas barbaridades a mi hermana, bombeaba metiéndole mas y mas la verga, hasta que se la clavó íntegra, hasta el fondo - sientes que la tienes toda adentro yegua?

  • mmm ajjj siii, don Ramón es Usted un bruto, no me da respiro, me duele mucho, mmm ajjjjj

  • Ya vas a ver como te gusta, espera un poco y ya te estará pasando la impresión - acompañando sus palabras con fuertes nalgadas que le gustaron a Graciela.

  • Así me gusta don Ramón, siga así, despacito, don Ramón - fue como decirle que actúe en sentido contrario.

  • Ahhh, te gusta? A ver esto? Te gusta, puta? - bombeaba el hombre como si fuera la última vez que iba a coger, movió la cama de su lugar, mi hermana gritó del dolor de los primeros embates y después se quedó callada y mas tarde llegaron los gemidos y los jadeos.

  • mmm así don Ramón, lo quiero sentir así, vamos que me gusta, ya no me duele, quiero mas pija, mmm.

Don Ramón siguió y siguió pero no pudo acabar dentro del culo de mi hermana, estaba tan cansado él como ella, se sentía agotado, decidió sacarle la verga a mi hermana y ambos quedaron acostados en la cama, tratando de recuperar la respiración. Cuando sintió que se normalizaban sus pulsaciones, volvió a ser el animal de siempre.

  • A ver los dos hermanitos, rápido se las arreglan para hacerme acabar, me la van a chupar hasta que me hagan terminar y se van a tragar hasta la última gota de leche que me salga - a todo esto la verga la tenía dormida y doblada sobre sus piernas.

  • Voy yo - le dije a Graciela - yo lo atiendo.

  • Dije los dos, escuchaste puto del orto, cuando yo hablo, vos obedeces, entendido? - gritó don Ramón enojado desde la cama, sin moverse de su posición.

  • Está bien don Ramón, no se enoje conmigo, Usted sabe que yo lo quiero, se la iba a chupar como a Usted le gusta - le dije arrepentido de haber hablado sin que nadie me lo pidiera.

Mi hermana se incorporó de la cama y mirando a don Ramón y luego a mi, se acercó a donde yo estaba y entre los dos nos pusimos a chuparle la verga a don Ramón. Los dos hermanitos chupando de la misma verga en el mismo momento. En un instante, me distraje, levantando la vista para mirar la cara de don Ramón y lo vi sonreír, mi hermana se había tragado todo el tronco de la pija y yo le chupaba los huevos. Luego cambiábamos con mi hermana y yo le atendía la verga y ella los huevos. Cuando don Ramón vió que estaba por acabar, yo tenía la verga dentro de mi boca.

  • Pónganse los dos enfrentados a mi poronga, mmmmm que les voy a acabar en la cara. Se toman toda la leche, mmmm cuidadito que se les caiga algo, mmm - don Ramón acabó como un león, nos mojó toda la cara con su semen, yo le lamí la cara a mi hermana y ella a mi y no desperdiciamos nada, cumpliendo con lo que nos ordenó don Ramón.

Después de esa segunda acabada del viejo, nos dejó libres, nos vestimos para volver a nuestro departamento. Ni mi hermana, ni yo habíamos podido acabar ni una sola vez. Todo lo que hicimos fue solo para satisfacer a don Ramón, de eso veníamos hablando con Graciela.

  • Y como quedaste hermanita, estás dolorida?

  • No, solo me duele un poquitito la cola, es que el viejo tiene una verga como la de un caballo. Y vos como estás? - me preguntó ella.

  • Yo bien, estoy acostumbrada a esa verga, además lo quiero a don Ramón a pesar de que sea tan bruto.

Así charlando llegamos a nuestro departamento, nos metimos en la cama y nos dormimos cansadas por el esfuerzo.

Esta historia sigue, en realidad siguió, porque es real, salvo pequeños detalles.

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