Federico 2

Es una historia personal, de un joven que se apoya en su propia hermana, para vivir su sexualidad. Llega al final a conocer a un hombre que le hará ver el mundo de distinta manera

FEDE   II

Retomo la escritura con esta segunda entrega de la historia personal de mi querido hermanito, la que narro en primera persona, para respetar en un todo, lo que él mismo me relató. Sería bueno que quien no haya leído la primer parte, lo haga, para tener el panorama completo y no perderse con nombres o situaciones.

Después del encuentro que mantuve con Mario y sus tres amigotes, dejé pasar el tiempo hasta que Mario me llamó a casa a ver que me pasaba que no iba más a visitarlo. Yo le contesté, que por la forma en que actuó él en la última vez que estuvimos juntos, yo me había llevado una decepción y me mantuve alejado esperando hasta que me llamara.

  • Si vos no me llamabas no iba a ir a visitarte, Mario - le dije haciéndome el enojado.

  • Creí que te había gustado lo que me hiciste antes de irte del depósito -  refiriéndose a la mamada que me habían obligado a hacerle.

  • A pesar que lo hice obligado, debo confesarte que me gustó chupártela, no se como nunca me pediste hacer algo así, si era tan lindo para los dos.

  • Bueno Fede, ya está bien, ven que quiero tenerte cerquita mío, así jugamos a algo, quieres?

  • Con prendas?

  • Si vos quieres con prendas, jugamos con prendas.

  • OK, aviso en casa y voy para allá.

Al llegar fuimos derecho al dormitorio de Mario, entramos, cerró la puerta, me miró a los ojos y me dijo:

  • El otro día sufrí mucho con todo lo que pasó

  • Lo disimulaste muy bien

  • Es que tenía miedo que me pudieran agarrar a mi también y obligarme a hacer lo que te hicieron hacer a vos

  • Bueno, eso ya pasó, juguemos a algo, quieres?

  • Si, me gustaría mucho que antes de jugar me hagas unos mimos, puede ser?

- No, Mario, vine a otra cosa - le dije, aunque sentía inmensos deseos de hacer lo que él me pidiese que haga, pero mi histeria no me lo permitía.

Mario, cambió rápidamente el semblante y pasó del amigo tierno y conciliador, a ser el macho de la habitación y las cosas debieran hacerse según sus gustos y necesidades. Porque me tomó del cuello, con ambas manos y me dijo, mirándome a los ojos, con voz serena y rostro muy serio:

  • Te arrodillas, me bajas el cierre de la cremallera, sacas mi verga de dentro del pantalón y me la chupas hasta que le saques toda la leche que tiene, me entiendes? O tengo que repetirte algo?

Yo logré lo que quería, que era sentirme sometido a su voluntad, yo quería hacer lo que él me obligara a hacer y nada más. Me gustaba mucho sentirme dominado por otra persona y mucho más por Mario. Así que obedecí todo lo que me dijo, me arrodillé en el piso, busqué su verga y me la puse en la boca, estaba semidura, pero en instantes la tenía como a mi me gustaba, muy dura. Creo que me la metí en la boca y debo haber hecho tres o cuatro entre y saca y me llenó la boca de leche, Mario gemía y me acariciaba tiernamente el cabello.

  • Es que estaba tan caliente pensando en vos, que no pude aguantar casi nada. Esto lo tenemos que hacer todos los días, mucho mas seguido, me encanta como me la chupas, a vos te gusta chupármela Fede?

  • Si, me gusta mucho poder complacerte, me siento feliz de hacerlo bien, yo también te la quiero chupar todos los días, prometo portarme bien y no hacerte enojar más.

  • Bueno, me alegro que entres en razones. Vos tienes que aprender a dar el si de entrada y no que tenga que enojarme para que me chupes la pija o para que me hagas algo, me entiendes?

  • Si, Mario, prometo portarme bien, de ahora en adelante, voy a hacer lo que vos me pidas.

  • Siendo así, me quedo mas tranquilo, ahora vas a hacer lo que te diga, estamos? te vas a bajar el pantalón, el calzón y te vas a acostar boca abajo en la cama, sin preguntar nada, solo vas a hacer eso, entendido?

  • Pero Mario, que vas a hacerme?

  • Haces lo que te dije o te pego una golpiza, cuento hasta tres - y empezó a contar y al conteo de dos, me bajé la ropa como él me dijo y con mi cola al aire, me acosté rapidito boca abajo en su cama, esperando que me hiciera algo que me guste.

Sentí que él también se quitaba la ropa, pero en forma total y sentí también cuando se acostó encima mío, con su verga en punta, tratando de penetrar mi cola, que hasta el momento no tenía ninguna penetración. Sentí la cabeza de esa verga calentona, pujar sobre mi ano, pero no lograba penetrarme. Me pidió que me abriese bien las nalgas y levantase la cola, lo hice y tampoco lograba penetrarme, lo intentamos en otras posiciones y ahora yo mismo quería que me entrara esa verga, aunque me doliera, pero no, no me penetraba. Ya enloquecido de la calentura, Mario, me hizo poner boca arriba y se sentó sobre mi pecho, pidiendo que le volviera a chupar la pija, cosa que hice inmediatamente y me esmeré todo lo que pude, para que pudiera disfrutar mucho de la chupada y tener una linda acabada. Creo que lo logré, porque no terminaba de salirle la leche, a pesar de que era el segundo polvo que se echaba en mi boquita.

Nos despedimos y me fui a casa. Graciela (mi hermana) se estaba dando una ducha, así que esperé que saliera del baño, pedí permiso y entré a su habitación para contarle lo sucedido, a la vez que para mirar y admirar como se cambiaba mí hermana.

  • No te estarán empezando a gustar las mujeres a vos Fede? porque me miras con unos ojos que no se que puedes estar pensando.

  • No hermanita, que va, te miro porque me gusta mucho verte vestir o desvestir, porque lo haces con mucha sensualidad y eso quiero aprender de vos, que me enseñes a gustarle a los chicos.

  • Tranquilo hermanito, que los chicos ya te llegarán solitos, pero bueno, cuéntame que has hecho hoy, porque por algo estás aquí, verdad?

  • Si Graciela, te cuento lo que hice hoy con Mario?

  • Si Fede, de eso estamos hablando - ella, seguía desnuda, solo había apartado ropa de su vestidor, iba y volvía caminando con sus zapatos de tacos altos, colocaba sobre la cama la ropa, para vestirse cuando toda estuviera junta, era su costumbre y además le gustaba mucho estar desnuda o provocar, inclusive a mi.

Le conté con lujo de detalles lo hecho ese día, como Mario me obligó a chuparle la pija y finalmente como intentó penetrarme y no pudo, a pesar del cambio de posiciones que hicimos. Mi hermana, se rió un poco y me dijo:

  • No puedo creer que sean tan ingenuos, no sabes hermanito, ni tú, ni tu novio o amigo, que existen las cremas?

  • Noooooo, como no nos dimos cuenta, no puede ser.

  • Mira, te voy a dar una crema, que además de ser lubricante, tiene una función anestésica. Entonces cuando ya están por hacerlo, Mario se coloca en su pito y vos te lo colocas en tu cola. O mejor que te la coloque el mismo Mario, que te la pase bien por la cola y luego que te meta un dedo adentro con crema y si es posible, que te ponga dos dedos con crema, también. Tú, tienes que relajarte porque la primera vez es doloroso, pero si estás bien relajado, lo podrás soportar mejor.

  • Porque no te habré consultado antes, hermanita - me di cuenta que estaba totalmente excitado de pensar en todo lo que Graciela me había dicho, mientras ella se vestía como una verdadera puta.

  • Otra cosa tienes que saber – agregaba Graciela – cuando te digo que tienes que estar relajado, es para que me hagas caso, porque una vez que está esparcida la crema en tu cola y en el pito de tu novio, con solo apoyarla en tu culito, con una mínima presión, te va a entrar la cabeza y a la segunda presión la tendrás toda adentro y ahí si que sentirás lo que significa tener una verga adentro.

Después de esta verdadera lección de sexo anal, que me dió mi hermanita, quiso el destino que no volviera a ver a Mario, en la intimidad. Por una cosa o por otra, nuestros horarios no coincidían y el tema se enfrió. Mis padres, decidieron de urgencia una mudanza a una zona totalmente alejada de donde estábamos viviendo y nunca más volví a tener intimidad con Mario.

Nos habíamos mudado a un edificio de departamentos, en donde en poco tiempo me hice amigo del hijo del portero, de nombre Joaquín. Este joven, siempre estaba en el hall de entrada, nos cruzábamos seguido. Una tarde me invitó a su casa a ver películas, yo acepté y ya en su casa, nos instalamos en el living en un sofá de dos plazas. Joaquín era un muchacho de medidas generosas, 1.85 m de estatura y 95 kg de peso, así que al sentarse, hundía el sillón y yo quedaba recostado contra él. Se levantó a cerrar cortinas y apagó la luz para mirar con mayor contraste la película. Ya en la oscuridad, Joaquín parecía absorto compenetrado en la trama de la película, yo lo miraba de reojo, porque no quería que se diera cuenta de mis preferencias sexuales. Sin embargo, a poco del comienzo del film, siento una mano de él, apoyada en mi muslo, buscando mi mano que apoyaba sobre mi rodilla.

Hice como que no me había dado cuenta, pero Joaquín siguió, apoyó su mano sobre la mía, envolviéndola por su tamaño y arrastrando mi mano hasta su pierna. Yo me dejé llevar, estaba inquieto y en un instante mi mano había llegado a apoyarse en el bulto de este muchachote. Su bulto, estaba bien duro, no cabía duda al respecto y como quien no quiere la cosa, hizo un rápido movimiento y dejó al descubierto una verga de grandes dimensiones. Con otro brazo, lo pasó por sobre mi hombro y pujó sobre mi cabeza, para acercarla a su verga.

Esta vez no hice toda la histeriquiada que le hacía a Mario, me dejé llevar y en minutos, me estaba chupando una verga, que de las que yo había probado, era sin duda la mas grande de todas. Tenía que esforzarme para abrir la boca y no logré poner dentro de mi boca, mas que la mitad o un poquito mas de ese inmenso aparato.

  • Desde que te vi., supe que eras puto - me dijo -  mientras yo le mamaba la pija y escuchaba lo que me decía, pensando que podría haberme dicho algo mas romántico, de acuerdo con la ocasión, pero no, Joaquín era un guarango, un muchacho sin educación.

  • Como te diste cuenta? - le contesté sacándome su verga de la boca e inmediatamente, sin esperar la contestación volví a chupársela.

  • Por la pinta de maricón que tienes, mamita, se nota a la legua cuando les gusta la pija a los tipos como vos, entras y miras el bulto de la gente, marica - me decía, sin saber yo si me estaba insultando o era siempre así de tosco.

  • Pero estás bien conmigo o quieres que me vaya? -  de nuevo le contesté sacándome un instante su verga de mi boca.

  • No, chúpamela bien y después te vas. No vaya a ser cosa que nos pesque mi papá. Hoy no te voy a coger porque no tengo tiempo y el viejo en cualquier momento entra, así que apúrate y chúpamela bien, que quiero acabarte rápido. Otro día puedes venir con mas tiempo o en algún momento que no esté mi papá y entonces ese día te cojo, entendiste?

Era indudable, el tipo era lo mas bruto que me había tocado conocer, pero así y todo, era interesante chuparle la pija al energúmeno este. Yo, obvio, que ni le contesté, preferí seguir disfrutando la verga, cosa que me duró muy poco, porque al instante entró el padre, repentinamente, sin darnos tiempo a acomodarnos. Yo quedé sentado en el sillón, rojo de vergüenza y Joaquín, no tuvo tiempo ni siquiera para guardar su verga. Así que el padre me echó del departamento y a Joaquín lo mandó a casa de su madre. Ellos estaban divorciados y ese fue el último día que vi. a Joaquín.

Esa noche me fui a dormir al cuarto de mi hermana, mis padres no estarían, así que podíamos hacer lo que quisiéramos. Mi hermanita se desnudó totalmente, excepto que estaba con sus zapatos de tacos altos y cada tanto, corría las ventanas del departamento, para que pudieran observarla los pajeros de otros edificios. Me hizo desnudar a mí también y me gustó mucho, esa sensación de estar desnudo. Cocinamos algo rápido y cenamos desnudos, luego nos fuimos a acostar a la cama de ella, miramos un rato tele pero no había nada interesante. Graciela me cedió el control y se fue a su vestidor a buscar alguno de sus aparatitos, trajo uno nuevo que le habían traído de Alemania, con un vibrador muy potente, pero completamente silencioso. Así que ella se masturbó unos cuantos minutos, retorciéndose cada vez que le llegaban los orgasmos, yo la observaba admirado de como podía gozar tanto con solo un aparatito.

Mientras ella se pajeaba me animé a contarle mi aventura con el hijo del portero y como nos había descubierto su padre, a medias, porque no me vió con la herramienta de Joaquín dentro de mi boca. Pero bueno, el solo hecho que su hijo tuviera la verga fuera del pantalón, ya bastó para que me echara a mí de su departamento y a su hijo lo mandara a vivir con su madre.

  • Pero que mala suerte tuviste, hermanito, dentro de todo, menos mal que no pasó a mayores la situación

  • Es verdad, la peor parte la llevó Joaquín, de todos modos, me resultó ser un tipo ordinario, me trataba mal, me decía que era marica, puto, etc.

  • Muchos tipos, una vez que consiguen lo que quieren, dicen ese tipo de cosas, pero solo lo hacen para sentirse más machos, no les creas lo que dicen – concluyendo con la charla y abandonándonos a nuestro sueño.

Días después, coincidimos en el ascensor con el portero y una señora que bajó, dejándonos solos. El portero, que se llamaba Ramón, mirándome a los ojos, me dijo:

  • Si tienes tiempo, quisiera que me acompañes a mi departamento, tengo que hablar contigo de algo importante.

  • Ahora estoy apurado, don Ramón -  le contesté

  • Quiero hablar unas pocas palabras contigo, seré breve, de lo contrario tendré que hablar con tus padres -  esa fue la frase mágica que me decidió a acompañar a don Ramón.

  • Me quedé preocupado por lo ocurrido el otro día, sabes a que me refiero – me decía don Ramón, ni bien ingresamos a su departamento.

  • Pero puede decirme que es lo que tanto le preocupa, yo no hice nada, don Ramón.

  • Yo no vi nada, pero supongo que algo estarían haciendo – mientras me decía esto me empujaba para que tomara asiento en el mismo sillón que estuve con Joaquín. Una vez que me senté, él se sentó a mi lado.

Don Ramón era aún mas corpulento y tosco que su hijo, aunque su aspecto era mas bonachón, sus manos eran ásperas, su ropa prolija, olía a agua colonia.

  • Sabes que puedo ser tu padre, así que se las cosas antes que ocurran, por eso intuí que algo estaba pasando en mi casa y vine y los sorprendí juntos en este mismo sillón.

  • No hacíamos nada don Ramón.

  • Yo no vi nada, pero Joaquín tenía su verga fuera del pantalón – me decía eso, tocándose su propia verga, para ilustrar su frase. Yo seguí su mano con mi mirada y pude descubrir un gran bulto bajo su pantalón. Don Ramón estaba excitado? que estaba pasando?

  • Como me explicas eso? – proseguía con su charla don Ramón.

  • Solo me estaba mostrando lo grande que la tenía, don Ramón, no más que eso.

  • Mi hijo me dijo que vos eres medio marica, es cierto eso?

  • No entiendo porque le dijo eso, don Ramón.

  • Yo te lo voy a explicar – me contestó.

Se acercó más a mí y tomó mi mano para apoyarla sobre su propia verga, que estaba semidura dentro de su pantalón. Yo no pude reprimir el impulso, el acto reflejo, de cerrar mi mano sobre su bulto, tanteando el tamaño de esa verga que no podía ver, pero si sentir al tacto.

  • Te das cuenta, Fede. Tomo tu mano, la coloco acá y sin mas, me tocas la verga, para ver como la tengo. Eres maricón, sin lugar a dudas.

Yo me quedé en silencio, don Ramón me sacó la mano que tenía apoyada sobre su verga, se levantó y se fue hasta el baño. Yo paralizado sin saber que hacer. Lo que vino después fue increíble.

Don Ramón salió del baño completamente desnudo, su verga casi a punto y con su mano me indicaba el camino a seguir: levantarme e ir hasta el dormitorio.

Don Ramón caminaba tras mío, me indicó que me sentara en la cama, mientras él corría las cortinas, oscureciendo el ambiente. Al pasar a mi lado, tomó su verga y la pasó por mi cara, sosteniendo mi cabeza para que no la voltee. Tomando su verga por el tronco, la frotó contra mis mejillas, mi nariz, labios, pujando finalmente para entrar en mi boca, yo le separé un poco los labios y de llenó me lancé a chupar esa verga, aún mas grande que la de su propio hijo.

  • mmmmm don Ramón, que linda verga que tiene, se la voy a chupar lindo, mmmmm, que rica la siento.

  • Yo sabía que eras marica, estaba seguro, si, chupa, que después te la voy a poner, ya vas a ver lo que es bueno.

Así seguí chupando y chupando, extrañado porque don Ramón no me acababa a pesar de que yo estaba haciendo una mamada de lujo, pasaba la lengua por el contorno de su glande, por el tronco, por la puntita, llegaba hasta los huevos, se los comía, volvía con su pija, adentro y afuera, con mucha saliva y don Ramón no me acababa, pero que pasaba me preguntaba yo, se la estaría chupando mal?

No, ocurría que don Ramón era un hombre grande y no tenía la rapidez para acabar que tienen las personas más jóvenes.

  • Bueno mariquita, ahora te quiero acostadito en la cama, te pones boca abajo, con la colita para arriba, con la almohada bajo tu vientre para que te quede bien levantadita – dicho esto don Ramón se fue hasta el baño, regresando casi inmediatamente. Yo me había colocado tal como él me había indicado, lo esperaba nervioso, asustado, un poco estaba temblando, no sabía si era por la calentura o porque todavía nadie me había penetrado y también porque no me animaba a decirle a don Ramón que lo hiciésemos en otra oportunidad, que yo volvería junto a él con la crema que le pediría a mi hermana. Por otra parte, yo quería sentir la gran verga de don Ramón pujando en mi culito, aunque no pudiera metérmela, la quería sentir, esa sensación es única.

  • Bueno, a ver esa colita, pero que linda colita que tienes, mariquita, te gusta que te trate así o quieres que te llame por otro nombre?

  • Como Usted quiera llámeme don Ramón, yo solo le digo que nunca lo he hecho por atrás, por favor no me haga doler, estoy asustado – todo esto lo decía bien en serio, temblaba, no podía hablar casi, se me secaba la boca.

  • No me digas que yo voy a ser el primero, a ver, a ver esa colita, abre esas nalgas con tus manos, que te quiero ver el ojete bien de cerca, mariquita – yo quedé apoyando todo mi cuerpo con la cabeza sobre el colchón, ya que con las manos separaba mis nalgas, exponiendo mi orto a la mirada de don Ramón.

Al instante, siento a don Ramón esparciendo algo por mi colita, con uno de sus dedos, pasando de arriba abajo en mi zanja, bien abierta con mis manos. Sentí su dedo en punta entrar en mi ano, con ese lubricante que era vaselina en pasta y luego sacarlo, para volver a meterlo y repetir la operación en dos o tres oportunidades mas.

Don Ramón se había arrodillado en la cama, con sus piernas abriendo las mías, estaba colocando vaselina en su verga, generosamente, sobre todo en la cabeza. Volvió a colocar vaselina en mi orto y descargó un cachetazo sobre una de mis nalgas, que me hizo saltar.

  • Bueno prepárate mariquita, que ahora te viene lo mejor – mientras me decía esto apoyaba el glande sobre mi ano, pujando suavemente, queriendo penetrarme.

  • Relájate marica, piensa lo bien que vas a estar en un momento, relájate que ya te va a entrar – dicho esto dio un empujón mas fuerte que lo que venía haciendo, penetrando mi culito con su cabeza en punta.

  • Ahhhh, noooo, por favor, sáquemela don Ramón, me duele mucho, voy a llorar, no puedo mas – el dolor era inmenso, realmente fue un momento sublime, que jamás voy a olvidar en mi vida, de muchísimo dolor, pero algo me decía que debía tolerarlo, que ya vendría después el placer y el goce.

Por toda respuesta don Ramón, descargó otra terrible cachetada en la misma nalga, al tiempo que no solo no me sacaba la verga de mi culo, sino que la mandaba mas adentro aún, pujando dentro de mí.

  • Ahhhh, ahhhh, noooo, por favor, ya basta, me quiero ir, me va a partir la cola, es muy grande para mi, basta, por favor, basta – llorando desconsoladamente como una niña, que evidentemente lograba enervar mas a don Ramón, que volvió a descargar la tercera nalgada, presionando mas con su verga que ya estaba mas de la mitad dentro mío.

Con una de mis manos, quise separar o sacar la verga de mi culo, teniendo una sensación terrible, al notar que la mayor parte de esa verga, todavía no había entrado. Don Ramón apartó la mano de su pija y descargó varias nalgadas más, de uno y otro lado y continuó penetrando mi culo, ahora bombeando sin parar, suavemente, pero sin parar.

  • Ya aguanta marica, ya te entró la mitad, hasta que no te la meta toda no te la voy a sacar – las bombeadas de don Ramón se hicieron mas intensas, mas seguidas, yo sentía la pija que me penetraba mas y mas, me daba la sensación que la tenía en el estómago.

  • Me duele mucho don Ramón, ya basta, déjeme descansar, estoy muy dolorido – no sabía que decirle para que sacara su verga de mi culo.

  • Ves mariquita, cada vez te quejas menos, ya está empezando a gustarte, te das cuenta? – era verdad, mis lamentos y súplicas iban decreciendo y mi dolor se había estancado. Estaba asomando el placer, la satisfacción de tener una pija adentro y que pija!!!

  • Si don Ramón, tiene razón, no la saque, pero hágalo despacito por favor – esto fue como si le hubiera dicho exactamente lo contrario, porque a partir de ese momento, comenzó la puja cada vez más fuerte, hasta que al sentir sus huevos sobre mis nalgas, supe que la tenía toda adentro. Y ahí empecé a gozar.

  • Te gusta putita, ehh? – me gritaba eufórico, con la pija totalmente adentro mío – te gusta? Quiero que me digas si te gusta, habla o te la saco.

  • Si, si, me gusta don Ramón, por favor no me la saque, don Ramón, si quiere hágalo con mas fuerza, que me gusta don Ramón, déle mas fuerte don Ramón – y ahora las cosas se habían invertido, yo era el que quería mas y mas y don Ramón estaba sintiendo el cansancio de la lucha.

  • Toma putita, esto es para vos, toma, toma – en un momento me apretó con sus manos en mis caderas, atrayéndome hacia él, supe que estaba acabando, comenzó a temblar y a dar fuertes entre y saca de mi culo, hasta que sentí el calor de su leche y esa fue la sensación que mas feliz me puso.

Don Ramón se dejó caer sobre mí y al rato, despacito, me la fue sacando, hasta que sentí que mi culito se cerraba. Había terminado de quitarme esa verga inmensa de mi culo desvirgado. Don Ramón, se acostó a mi lado y me preguntó como la había pasado.

  • Al principio tuve mucho miedo don Ramón, pero terminé gozando mucho, espero que otra vez quiera volver a cogerme – le dije.

  • Cada vez que quieras que te coja, cuando me cruzas en el edificio, solo me guiñas un ojo y yo enseguida me iré a mi departamento y tu te vendrás luego y entonces te daré lo que me estás pidiendo: verga por todas partes.

  • Gracias don Ramón, Usted ha sido muy bueno conmigo, yo lo voy a querer mucho.

Al rato de estar en la cama abrazado a don Ramón, sentí que algo me salía de mi cola, lo que me provocó inquietud, en primera instancia pensé que era sangre y le dije a don Ramón que me parecía que me había roto la cola y que estaba sangrando. Don Ramón se asustó y me pidió que me diera vuelta para que pudiera verme el orto.

  • Pero que sangre ni sangre, lo que te está saliendo de tu culito, es mi leche, no te has dado cuenta que te he llenado el orto con mi lechita?

Me levanté y me fui al baño a lavarme, estaba feliz de la vida y al caminar, sentí mi cuerpo diferente: me habían roto el culo, me habían desvirgado, ahora iba a poder gozar de los hombres como yo quería. Había dado el paso inicial, que desde hacía años nadie había podido dar.

Después de esta experiencia me volví a casa, tenía que contarle a Graciela mi experiencia. Además quería que supiera que lo había hecho sin la crema que ella me había recomendado. Después de haberle relatado con lujo de detalles lo acontecido, Graciela me dijo:

  • Bienvenido a esta parte del mundo, hermanito, de este lado estamos los que gozamos del sexo y del otro, los que no lo conocen o lo sufren o todavía no han probado sus delicias. Lo que nunca hubiera imaginado, era que ibas a tener tu primera vez con un señor mayor, pero bueno, si te trató bien y a ti te gustó, todo bien.

Aquí concluyo con la segunda entrega de este relato, que mi hermano Fede a depositado en mi y yo en Ustedes. Quedo a la espera de comentarios, para continuar haciendo entregas, dejando como siempre mi dirección de correo electrónico: marce459@live.com.ar y también la del propio Fede:

federi-56@live.com

Marcela