Federico 1

Un joven relata sus inicios, cuenta con su hermana, quien lo ayuda en el camino que decide recorrer, sexualmente hablando

Esta es la historia, de mi hermano FEDE, no hay nada ficticio, así resultaron las cosas en la vida de mi hermano, según él mismo me ha ido contando a través de los años. En el momento del relato, yo me transformé en él, por eso está redactado en primera persona.

"Mi nombre es Federico, desde chico me llamaron por el diminutivo Fede. Crecí en un barrio de la capital federal, rodeado de chicos, yo siempre fui un poco retraído, tal vez por ser hermano menor de una niña bastante más grande que yo.

Tenía cierta afinidad para jugar con un amigo que se llamaba Mario, él tenía dos años más que yo, me aventajaba en conocimientos, sobre todo en las cosas que los chicos quieren descubrir, Mario sabía de todo, me contaba como eran las cosas, la verdad de todo. Yo me dejaba llevar por él, era como mi enciclopedia privada.

Así fue que empezamos a apartarnos y a jugar los dos en soledad, casi siempre en su casa, que era muy grande. Los juegos eran variados, hasta que a Mario se le comenzó a dar por lo sexual. Empezamos a ponernos prendas, siempre era imposición de Mario, tanto el juego como las prendas. Estas prendas fueron inclinándose para el terreno sexual, como por ejemplo, el que perdía debía admitir que el otro le tocara la parte del cuerpo que quisiera y de ahí las acciones fueron superándose día a día.

A mí siempre me tocaba perder, por dos motivos, porque Mario era más hábil que yo o por que él me hacía trampa y yo no protestaba porque me gustaba perder en esos tipos de juegos. De una tocada de cola por sobre el pantalón, se pasó a una arrimada en la cola con ropa y de ahí a tener que acariciar el pito del que gane (siempre ganaba Mario). Finalmente ingresamos en el terreno de tener que hacer algo mas osado, por ejemplo: el que perdía (siempre yo) le tenía que hacer la paja al ganador (Mario). Los diálogos eran mas o menos así:

  • Vos perdiste Fede, me la tienes que tocar

  • Yo perdí porque vos me hiciste trampa, Mario

  • O me la tocas o te doy una paliza, elige

  • Está bien te la toco, pero no juego mas

Entonces Mario, sacaba su verga ya endurecida de dentro de su pantalón y me obligaba a tocársela, frotándosela de arriba a abajo, cada vez mas fuerte,

  • ...así, así, dale mas rápido, dale, dale, mmmmm ya está, ya está, que lindo

Y Mario acababa y me manchaba toda la ropa, mis manos desde ya, incluso cuando llegaba a mi casa, mi mamá me preguntaba con que me había manchado y siempre decía que tomando la merienda, se me había derramado leche, bueno mucho no estaba mintiendo.

Nuestros juegos siempre terminaban cuando lograba hacerlo acabar a Mario, ahí ya me dejaba en libertad, me podía volver a mi casa. Con el tiempo, habíamos progresado en esto un poquito mas, estaba la posibilidad de que Mario se hiciese la paja solo, claro que para esto debía bajarme el pantalón y mostrarle la cola, él me la acariciaba hasta que largaba su leche y me permitía ir. Yo recuerdo que llegaba a mi casa y me hacía terribles pajas en soledad, recordando lo hecho ese día y otros anteriores con mi amigo.

Llegó un día, en que Mario me dijo que debía prepararme, que iban a venir unos amigos suyos a su casa, que eran mas grande que él y que le prometieron traer revistas y películas porno, para ver juntos. Y así fue, llegaron tres muchachos de veintitantos años, que traían material que nos serviría para una gran paja colectiva, ese era el plan que teníamos. Nos encerramos en un depósito en la parte posterior de la casa de Mario, nos cercioramos de que nadie pudiese entrar a invadir nuestra privacidad y cuando se inició la función, nos abalanzamos todos para mirar lo que ni Mario ni yo estábamos acostumbrados a mirar, solo de reojo en los lugares de venta o alquiler.

Estábamos todos apretados mirando una película, Mario, ubicado atrás mío, para no perder la costumbre me tocaba la cola disimuladamente y eso lo vió uno de sus amigos, quien se acercó por detrás mío y apoyó su pierna contra la mía, hasta que sentí su verga dura, que rozaba mis nalgas.

  • Estás bien? - me dijo el que me arrimaba y Mario que miró lo que estaba pasando, contestó por mi.

  • Seguro que está bien, tienes que ver las cosas que hace conmigo.

  • Ah, si, que hacen Ustedes, cuenten - dijo otro de los muchachos

  • Me hace la paja, casi todos los días o no, Fede? - me dijo Mario descubriendo nuestro secreto ante esos tres perfectos extraños para mi.

  • Vos me obligas, Mario, no lo hago por mi gusto, o lo hago o me pegas fuerte y me duele -  respondí yo, como pretendiendo dar una excusa por mi comportamiento.

Ante el tenor que estaba tomando la conversación, la película dejó de tener interés en el grupo y uno de los extraños, sacó su verga fuera del pantalón y dirigiéndose a mi, dijo:

  • Fede, quiero que sea bueno conmigo, acaríciame la verga un ratito, quiero que me hagas lo mismo que le haces a Mario y no te jorobo mas, mira lo bien que te lo pido.

  • No, ni loco hago eso, yo me voy a mi casa - contesté dirigiéndome primero a quien me había hecho la propuesta y luego a Mario para que me dejara salir del depósito.

  • Vos te vas a ir a tu casa después que le hagas la paja a mi amigo o sino te damos una paliza entre todos y eso no te va a gustar nada.

Viendo que se me venía el mundo encima, me acerqué al muchacho que me había pedido que le acariciara la verga y tomando su verga, empecé a pajearlo, ya tenía bastante conocimiento de como hacérsela a Mario, así que en un rato al muchacho lo tenía casi por acabar. Ocurrió que mientras yo hacia lo que me habían pedido, los otros ya estaban sacando sus vergas para que también los pajeara a ellos.

  • No, ese no es el trato, yo le hago la paja a él y me voy - dije protestando.

  • Si, le haces la paja a él y después a nosotros y después vemos si te dejamos ir o te hacemos alguna otra cosa más, putito - me contesto otro de los muchachotes.

  • Mario vos me tienes que defender, soy tu amigo, yo me quiero ir - le contesté asustado por como estaban saliendo las cosas.

  • No te va a pasar nada, solo nos harás una paja a cada uno y después te vas, a vos te gusta, así que no armes lío y apúrate que estamos ansiosos por tus caricias.

Mientras retomé la paja que había abandonado en el medio de la conversación, pensaba que cosas me pedirían los muchachos y el propio Mario, porque ya desconfiaba hasta de él, porque no me había defendido en absoluto. El muchacho al cual estaba pajeando, estaba acostado sobre una reposera y yo me había acomodado a su lado para estar mas cómodo. Los otros que estaban esperando, se encontraban ansiosos y no perdían oportunidad de rozarme o tocar mi cola, diciendo que lo hacían para calentarse más.

Uno fue mas lejos, me tomó de la cintura y trató de bajar mi pantalón.

  • No, eso no, Mario no te quedes sin hacer nada, me quieren desnudar - le pedía protección a mi amigo, pero éste no solo no me protegía, sino que se reía.

  • Deja que te saquen el pantalón, para que vean que linda colita tienes, Fede, tranquilo, no te va a pasar nada.

Traté de relajarme como pude, pero al instante temblaba como una hoja, me habían desnudado totalmente y me daban besos por todo el cuerpo, incluso algunos quería meterme un dedo en la cola. Todo esto me ponía muy intranquilo y no podía concentrarme en hacerle la paja al muchacho de turno, porque me tenían a los saltos de un lado a otro. Yo trataba de protegerme de que no me violaran y no me estaba yendo bien.

Por suerte logré que acabara el primero y se acomodó el segundo, parado al lado mío y yo agachado a su costado tomándolo con un brazo por la cintura y con el otro pajeándolo. Este muchacho, con su brazo empujaba mi cabeza, queriendo que le besara la verga y yo rechazaba esa acción con energía, hasta que me agarraron entre dos y me torcieron un brazo por detrás de mi cuerpo y me dijeron:

  • Bésale la verga o te quebramos el brazo

  • No, por favor, déjenme, los estoy pajeando como me pidieron, suéltenme, me están haciendo daño

  • Dale un beso en la verga o te quedas sin el brazo, te lo vamos a quebrar y después te lo arrancamos, putito.

Ante esa demostración de fuerza y poder, no pude resistirme mas y acerqué mi cara a la verga de este tipo que estaba pajeando y muy suavemente le di un besito sobre el tronco. Alguno me tomó del cuello desde atrás y me dijo:

  • Vamos Fede, bésala y lámela como si fuera un chupetín, vamos o viene la paliza

Yo seguí con mis labios apoyados en esa verga, había dejado de pajearlo, pasando levemente, muy por arriba mi lengua, tímida, temerosa, por la superficie de esa poronga. A pesar de mis esfuerzos por complacerlos, recibí un golpe en me cabeza y un pellizcón fuerte en mi espalda, después otro golpe mas, que me empujó fuerte para adelante y no caí al piso porque me tenían el brazo torcido a la espalda. Ya estaba dolorido, humillado y sometido por los vándalos amigos de Mario, no soportaba el mal trato y rompí a llorar desconsoladamente.

Mario, me separó de los salvajes de sus amigos y me dijo en vos baja:

  • Lo lamento Fede, pero vos no te estás portando bien, pásale la lengua bien a esa verga y te prometo que no te pega más nadie, yo te voy a cuidar. Vos tienes que hacer caso de las cosas que te digan, solo eso.

No contesté nada, porque no podía hablar, seguía llorando y en ese estado volví a retomar mi tarea de besador de vergas. Así que saqué mi lengua afuera de mi boca y la empecé a pasar por esa verga, de arriba a abajo y separaba mi lengua y lo pajeaba y cuando el tipo me pedía se la volvía a besar y luego lo pajeaba hasta que acabó como un león y me apartó de él.

Yo tenía un terrible gusto a pija en la boca, mi lengua estaba como salada, por los flujos que salían de la verga antes de acabar. Encima de esto, el muy bestia y desagradecido, me dió un empujón para apartarme de su lado, mientras que el tercero de ellos, me tironeaba para que lo pajeara a él, mientras miraba una de las revistas.

  • Mira esto Fede - me dijo - ves como hace esta chica, así me tenés que hacer vos a mi - señalando en la revista a una chica que estaba mamando una verga, mientras con su mano acariciaba los huevos del hombre.

  • No, así no, eso no lo voy a hacer - y plasf, recibí un golpe en la nuca que casi me desmaya, Mario, intercedió por mi y pidió que no siguieran con los golpes, que él arreglaría la situación. Me tomó de la mano y me llevó hasta un rincón.

  • Mira Fede, te voy a decir como tienes que hacer para que esto termine rápido, cierra los ojos, abre la boca bien grande y una vez que sientes que la verga entró en tu boca, apoyas los labios y le pasas la lengua como si fuera un chupete muy suavemente, te va a gustar, yo se que a vos te gusta, solo hazlo por mi.

  • Lo voy a hacer si me prometes que después de eso me dejan ir a mi casa

  • Prometido - dijo Mario y me empujó para que vuelva con el muchachón.

Me acerqué a la reposera donde seguía el muchacho mirando la revista, con su verga endurecida, que parecía un mástil, me arrodillé en el piso, cerré los ojos como me dijo Mario, abrí la boca y le comí la verga a ese hombre. Primero fue despacio, luego mas intenso, subiendo y bajando, adentro y afuera y me animé a acariciar los huevos del tipo, porque me estaba gustando lo que hacía. Cada tanto sacaba mi boca y me ayudaba con la mano, hasta que empezó a temblar y me hizo tragar la pija, empujando mi cabeza y no permitiendo que la sacara, me acabó en la boca, llenándome de semen, caliente, espeso, de rico sabor, que inundó mi boca, llegando a mi garganta y lo poco que cayó fuera de mi boca, en forma inconciente lo juntaba con mi mano y lo llevaba de vuelta hasta mi boca y así me tragué toda la leche de ese tipo, que terminó gustándome muchísimo.

Uno de los tipos, que me estaba mirando atentamente, hizo una observación:

  • Miren al putito como tiene su pijita, paradita, quiere decir que le gusta lo que está haciendo, miren muchachos – diciendo esto, estaba proponiendo que continuara la fiesta en donde yo era el pato de la boda.

  • Bueno ya está, ya cumplí con todos, ahora me quiero ir -  les dije

  • No, no cumpliste con todos, falta Mario o vas a dejar a tu novio sin hacerle unos mimitos? - me dijo socarronamente uno de los muchachotes.

  • Mario no, yo me quiero ir, ya hice todo lo que me pidieron que haga - protesté sin mucho convencimiento de que pudieran hacerme caso

  • Y te vas a ir enseguidita, nomás, solo me haces una chupadita a mi, pensá que nunca me la hiciste, luego te vas - dicho esto Mario se acostó en la reposera, se desnudó de la cintura para abajo y me pidió que me acomodara por encima de él, para chuparle la pija.

Así que puse sus piernas entre las mías, me arrodillé sobre la reposera y me puse su pija en la boca, esa pija que tantas veces había acariciado y pajeado y que nunca había ni siquiera besado. La pija de Mario, era muy linda, estaba circuncidada y tenía un olor agradable, por eso me resultó lindo chupársela. Pero el tema era la posición que yo tenía, había quedado con mis piernas abiertas, las de Mario entre las mías y mi cola se elevaba ofreciéndose a la vista de los muchachotes.

No tardó mucho en acercarse uno de ellos, con la verga en la mano, a pasarla por mi zanja, a pujar sobre mi ano, que todavía no había recibido más que un dedo, el de mi amigo Mario. Pero quiso la suerte que Mario al sentir la calidez de mi mamada, la primera vez que se la hacia, acabara enseguida y esto me permitió librarme de esta posición. Pero antes de levantarme, saboreé el dulce esperma de Mario, tragándome hasta la última gota y limpiándole la pija hasta dejarla reluciente. Terminadas mis tareas de mamador, le pedí a Mario que me devolvieran la ropa, me vestí de inmediato y me escapé de ese depósito adonde me habían hecho mamar cuatro vergas, una después de la otra y tragarme dos porciones de leche.

Llegué a mi casa y tal como siempre era mi costumbre corrí al baño a higienizarme, esta vez no solo tenía que limpiarme las manos, sino también la boca, esperando luego la llegada de mi hermana. Graciela, así se llamaba, era una chica muy liberal, de tener muchos novios y sobre protectora conmigo. Ella estaba enterada de todos mis movimientos, sabía que hacía y que no hacía. Me controlaba más que mis padres, que parecían ausentes en el momento de ponerme límites o controles. Eso era función de mi hermana. Ella sabía de mi relación con Mario desde el primer día y consentía todo lo que yo hacía.

La primera vez que le conté que le había hecho la paja a Mario, se indignó y me tomó de la mano y me arrastró hasta la casa de Mario. Nos reunimos los tres en el dormitorio de Mario y Graciela lo increpó por lo que me había obligado a hacer, se pusieron a discutir muy fuerte, hasta que Mario se levantó de donde estaba sentado, avanzó hasta pararse enfrente a Graciela, con una mano la pasó por detrás de la cintura de mi hermana y con la otra tomó sus mejillas, apretándoselas, obligándola a abrir la boca y una vez que vio los labios separados, le metió un beso de lengua que la dejó sin aliento. Mientras la besaba, le tocaba el culo primero por sobre la pollera que tenía y luego metió la mano por debajo de la pollera. Graciela no se separó, ni hizo ningún esfuerzo por rechazarlo, por eso Mario, la llevó contra la pared y empezó a bombearla como si la estuviera cogiendo, hasta que la soltó imprevistamente y Graciela quedó con la cara colorada, con saliva alredor de sus labios, la pollera levantada, en fin, hecha un desastre. Mario al verla en el estado que la dejó, le dijo:

  • La próxima vez que vengas a retarme por lo que hago con tu hermano, te cojo, puta, me entendiste?

Graciela, no le contestó nada, me tomó de la mano y nos retirábamos en silencio. Al llegar a la puerta del cuarto, con la mano apoyada en el picaporte, mirándome a los ojos, me dijo:

  • A vos te gusta o te molesta hacer lo que te pide Mario? - refiriéndose a pajearlo, obviamente.

  • No hermanita, es mas, si no te enojas, te confieso una cosa

  • Te escucho

  • Creo que me gustan los hombres, pero que esto sea nuestro secreto, porque papá me mata si se entera – le dije a mi hermana en voz muy baja.

  • Será nuestro secreto, vamos.

Cuando volvíamos hacia nuestra vivienda, Graciela me decía que tenía que aprender a vivir feliz con los gustos que tenía, que ser gay no era pecado, solo era una elección sexual.

  • Para que sepas Fede, yo también me he acostado con amigas o chicas que me han gustado y eso no cambia para nada mi vida, es natural.

La relación que mantenía con mi hermana era muy estrecha y de confianza total, por esa causa, esa tarde me quedé inquieto esperando que ella llegara de su trabajo para contarle lo sucedido y escuchar de voz de mi hermana mis pasos a seguir.

Una vez que llegó, me fui hasta su dormitorio, mientras ella se quitaba la ropa, yo la observaba con admiración, porque ella era mi razón de vida, nuestra relación era muy fuerte.

  • Fede, que me querías decir o viniste a mi habitación para verme desnuda?

  • Sabes que no, jamás haría algo sin consultarte y verte desnuda no es novedad para mi. Solo que me gusta ver como te desnudas, lo haces con arte, como si estuvieras haciendo un strip tease en un cabaret.

  • Bueno, cuéntame lo que hiciste hoy, hermoso.

Cuando le terminé de contar todo lo sucedido con Mario y sus tres amigos, mi hermana había pasado por distintos estados, se puso pálida, roja de rabia, pálida de nuevo, en fin, hasta que me interrumpió para decirme:

  • O sea que hoy te chupaste cuatro pitos, dos veces te acabaron dentro de tu boca y también intentaron penetrarte pero no pudieron solo porque no tienen experiencia. Y cual es tu sentimiento ahora, quiero saber como te sientes después de esta experiencia?  Quieres denunciarlos o quieres que yo te escuche y si te llaman vas de nuevo con ellos a que te hagan mas cosas?

  • Opción dos, hermanita, no quiero denunciarlos, solo quería contarte a vos, porque al final, me gustó todo lo que me hicieron.”

Hasta aquí es la primer parte de la historia de mi hermano FEDE, en próximos relatos, iré contando como fue avanzando en sus relaciones. Mientras tanto, me gustaría poder recibir comentarios de lectores.

federi-56@live.com.ar