Fecundando a Mirtha.
Una mujer joven llega a casa de los amigos de su madre en Barcelona para someterse a una pruebas se inseminación in vitro. El resultado fue nefasto. Su única solución era la fecundación al modo natural, por otro hombre. Y así es como sin pensarlo se entrega al marido de la amiga de su madre para que la embarace.
Mi nombre es Alejando, pero todos me llaman Alex. Trabajo como ingeniero industrial, para una empresa internacional, con una buena posición económica. En el momento en que ocurrieron los hechos acabada de cumplir 58 años, casado y padre de cuatro hijos mayores e independientes. Mi mujer Lisa es mucho más joven que yo, aunque pese a ello nos llevamos de maravilla y me consideraba un esposo fiel hasta hace poco. De hecho nunca he sido un mujeriego ni buscaba aventuras, hasta las circunstancias cambiaron, aunque realmente, vino motivada por la acción de mi esposa al alojar en nuestra casa por unos días a una hija de una amiga suya.
Hace dos años, mi mujer en el mes de julio alojo en casa a Mirtha una hija de una ex compañera de colegio, que venía de una provincia del interior, la cual había llegado para realizar unos chequeos médicos especializados. Según me comentó mi esposa era posible que tuviera que acudir en varias ocasiones para llevar a cabo las pruebas médicas. Mi esposa no me explicó en ningún momento de que pruebas se trataba.
Mirtha resulto ser una joven de unos 28 años, casada sin hijos, y reamente muy bonita: tez clara, ojos marrones claros de mirada inocente, nariz perfilada, pómulos llenos y sonrisa encantadora; además de una larga y sedosa cabellera hasta un poco por debajo de los hombros. Desde que mi esposa me la presentó en casa, comprobé que tenía una figura escultural curvilínea natural, con pechos medianos, bien formados, así como caderas amplias y cintura delgada. Su carácter era delicado y recatado, tendente a bastante conservador por sus expresiones y manera de vestir.
Durante los primeros días, en las escasas ocasiones en que me llegue cruzar con ella, al llegar de mi trabajo, era inevitable deleitarme con su belleza y su aire inocente, contemplando como la misma se ruborizaba cuando a mi mujer se le escapaba alguna broma con tinte erótico o pícaro, como acostumbraba hacerme.
Mi mujer es muy discreta y no me daba muchos detalles sobre la enfermedad de la hija de su amiga, pero tampoco me importaba. El último viernes antes de su regreso programado, me dieron salida temprano en la oficina y regrese a casa mucho antes de lo acostumbrado. Sabía que mi esposa había salido con unas amigas, por lo que no iba a estar en casa. Al momento de llegar, lo hizo también Mirtha, la cual según parecía, había salido a sus chequeos médicos regresando en esos momentos. Le abrí la puerta y apenas pude saludarla, verificando que venía bastante aturdida y cabizbaja, y sin apenas hablarme se fue directa a la habitación de invitados.
Regrese a lo mío, sin embargo no pude evitar escuchar algunos lamentos y sollozos apagados, que tras prestar atención verifique que provenían de la habitación que ocupaba la hija de la amiga de mi esposa. La curiosidad me asaltó y toque su puerta preguntando si había algún problema. Me abrió y secándose algunas lágrimas me contesto que no me preocupara. Su belleza era aun más excitante en esa situación y me inspiraba tanta lastima, por lo que me vi obligado a indicarle:
- Vamos Mirtha, te veo muy decaída. Déjame pasar y cuéntame lo que te pasa. De alguna manera te podre ayudar. Seguro que necesitas hablar con alguien, y al menos eso te ayudará a desahogarte.
Ella dudo unos segundos para luego contestarme: - Pase, gracias por su preocupación.
Nos sentamos en un pequeño sofá de la habitación. Tenía puesto un camisón rosa hasta por debajo de las rodillas nada transparente, pero que aun así remarcaba sus líneas femeninas; lo que me excitaban sobremanera por lo que hacía esfuerzos para disimular.
- Pensaras que solo soy un saco de problemas. Pero creo que si necesito hablar con alguien y, ¡tal vez como hombre, me puedas aconsejar !.
No escatimo en detalles, confesándome que desde hacía más de un año se encontraba en chequeos de infertilidad y aquella mañana le habían confirmado que ella era completamente fértil y que el problema era su marido . Las muestras de esperma que su esposo le había remitido especialmente congeladas para una posible inseminación, dado que se encontraba ella en sus días más fértiles, revelaban una ausencia irreversible y absoluta de espermatozoides, siendo la única opción una inseminación artificial con donante de esperma. Ella me expuso que no quería contarle esta circunstancia a su esposo, toda vez que conocía su reacción, ya que era un hombre de ideas antiguas y machista, y que se negaría a cualquier intervención no convencional truncándole su anhelo de ser madre. Asimismo me confesó que ya casi no contaba con dinero para el donante, y aún, estaba por ver que su marido lo aceptase. Según me señalo habían invertido sus ahorros en todas las pruebas realizadas.
No sé porque, pero me excite con el relato que me estaba contando. Le dije Bueno tu sabes que para algunos hombres es difícil aceptar un hijo que no lleve su sangre. Pero eso de depende de lo liberal que sea. E sto último provocó que se echara a llorar buscando instintivamente cobijo en mis brazos. La abrasé y mientras la consolaba acariciándole el cabello.
- Lo mejor sería que tu esposo no sepa de los resultados. Sobre los costos del tratamiento, ¿quizás no sea necesario gastar tanto dinero en tratamientos?.
- Me miró y me pregunto: Y, ¿cómo puedo solucionarlo si no es con un tratamiento o fecundación in vitro?.
Me quede un poco preocupado, quizás había hablado demasiado. No obstante le dije:- Bueno, puedes hacerlo al natural sin tener que recurrir a la fecundación in vitro.
La chica me miro algo escandalizada y contesta-¿ te refieres a tener el hijo con otro hombre?.
- Es una posibilidad. Quizás puedas encontrar un candidato idóneo sin que te cueste nada .–mi propuesta la consideró grosera observando como me miraba con cara de autentica sorpresa. No me dejó continuar. Es más de recriminó el atrevimiento y levantando su mano, sin esperarlo me asestó una tremenda bofetada.
Luego noté que se arrepintió. No obstante salí desconcertado y con cara de vergüenza de su habitación. En el fondo, me di cuenta de mi error y de que me lo merecía.
No me pude contener y sali fuera de mi casa y llegue tarde la noche. Al día siguiente salí temprano para no toparme con ella, que regresaba a su casa.
Pensé que nunca más volvería. Sin embargo, a los dos meses de aquel suceso, ella hizo su aparición nuevamente en casa. Yo le hable pero, trate de evitarla, y hasta mi esposa se dio cuenta, pidiéndome explicaciones luego. Tuve que mentirle y decirle que eran ideas suyas que no tenía nada contra la hija de su amiga.
Al final supe por mi esposa, que la chica lo estaba pasando mal. Según parece se “quería someter a un tratamiento in vitro, aunque no quería contárselo a su esposo por miedo a su reacción .” Según me indicó mi mujer ella decidió intentarlo con un donante externo que no conocía, de laboratorio, pero su resultado fue negativo, y que además había gastado una importante suma de dinero y no podía enfrentarse a otro intento. Había venido esta vez solo para verificar si el intento fallido no le había afectado a su matriz, pero el médico, tras las pruebas de rigor, certificó que estaba perfectamente.
Esa noche, resulto que teníamos que acudir a una boda de un familiar, y mi esposa, decidió invitar igualmente a Mirtha. Ya en la boda, tras la cena y charlas pertinentes con los familiares y amigos, llegó el baile. Como era obvio, ejecute varios bailes con mi esposa, pero, tras ellos, mi propia mujer me solicitó que si podía sacar a bailar a la hija de su amiga . Aunque lo deseaba, me hice el remolón para aparentar. Ante su insistencia me acerque hasta ella mientras mi esposa iba a ver a su madre, y le dije:
- ¿Cómo estás?, ¿deseas que te traiga una copa?
Ella me miro a los ojos, algo sorprendida, y me contestó algo azorada:
- gracias. No se, no suelo tomar nada. Quizás una coca-cola.
Fui y le traje una coca-cola, a la cual añadí un poco de ron.
-aquí la tienes. He tenido la osadía de echar un poco de ron, veras que la encontrarás perfecta. Así te animas un poco.
Ella sorbió la copa, y me dijo:- no suelo tomar alcohol, con esto seguro que me emborracho.
- Con una copa no creo, pero quizás te venga bien. Venga tienes que animarte .- y le sonreí.
Tras unos momentos le dije:
- ¿ quieres bailar?
- Que galante estás esta noche. Vale, pero ¿y tu esposa?
- No te preocupes está con su madre ahora.
Bailamos unos tres bailes, y aunque la diferencia de edad era notable, lo hacíamos muy bien, y note que Mirtha se ponía algo nerviosa cuando la sujetaba contra mí. Me percaté de que su temperatura corporal no era la normal. Parecía muy caliente, y sus manos bastante sudorosas. En esos días mi esposa tenía el periodo por lo que llevaba casi más de una semana en completa abstinencia sexual.
Debo reconocer que pese a mi edad, continuo siendo muy ardiente en el terreno sexual, ayudado de que la naturaleza me doto de un pene superior a la media: este, en plena erección puede alcanzar perfectamente casi los 21 cm y de un buen grosor. Por eso, el contacto con aquella joven, me puso al palo, y ella tuvo que constatar claramente como mi vástago pujaba como un mástil contra su pubis. Inicialmente se hizo amagos de separarse, pero tras una nueva copa, se inhibió más y ahora era ella la que se restregaba contra mí. Por otro lado, soy mucho más alto que ella, la cual parecía una muchachita a mi lado.
En un momento dado, me dijo:
-perdona la bofetada del otro día. Creo que me pase.
-esta perdonada. Sin embargo, debo reconocer que me lo merecía. Quizás nunca debí decirte aquello, y fui muy descortés contigo.
-Ya. Pero, tampoco justifica mi acción.
Y continuamos bailando.
Al rato se acerca mi esposa con cara de preocupación, indicándome que su madre se había puesto algo indispuesta y que la iban a llevar al hospital. Me apresuré a decirle que iría con ella, pero se opuso señalándome que no era necesario, que solo era por precaución. Me insto a que continuara con Mirtha y que luego hiciera el favor de llevarla a casa, que ella llamaría en cuando supiera algo. Además iban varias hermanas con ella, por lo que no iba a estar sola.
Tras marcharse mi esposa, continuamos bailando, y charlando muy animadamente. El efecto del alcohol había hechos estragos en la joven, la cual mostraba una cara de alegría y bastante distendida a como la conocía. En un momento dado, ella me confiesa que se encontraba cansada y que se quería retirar. Me señalo que se notaba algo mareada por el alcohol. Nos despedimos del resto de comensales, aunque ya muchos se habían retirado y nos dirigimos a casa.
Ya dentro del coche, durante el trayecto, mi esposa me llamo para indicarme que su madre se encontraba mejor, que ahora lo llevaban a casa, pero que por precaución se iba a quedar con ella esa noche.
Me quede sorprendido. Aquello suponía que me iba a quedar solo con la joven en casa. ¡Mi pene sin querer se erecto!. No podía negar que tenía ganas de sexo, y además aquella hembra me excitaba. Por otro lado dicha joven estaba más desinhibida y más receptiva que en ocasiones anteriores.
Ya en casa, tomamos una última copa, y ella me dijo:- ¿pretendes emborracharme?
-No te preocupes. Sabes que te viene bien. Hoy te veo más alegre, y eso es bastante reconfortante.
Mientras tomábamos la copa, sin mucho interés le pregunté cómo iba lo del tratamiento para la fecundación . Yo me hice el loco de que no conocía sus últimos acontecimientos. Ella me explicó la situación, y terminó indicándome ¡ que había descartado ya la fecundación in vitro!.
- ¿Y cómo vas hacer ahora?. Solo te queda que puedas ser fertilizada con espermatozoides de tu esposo.
- El médico me ha dicho que ello es muy poco probable. Que el esperma de mi esposo es muy débil, y no me da esperanzas. Me señalo apenada.
- Y, ¿Te vas a rendir?. ¿Vas de dejar pasar la oportunidad de ser madre. Veo que ello te hace mucha ilusión.- le comente mirándola a los ojos.
Sé que ella comprendió a lo que me refería: solo le quedaba ser fecundada por otro hombre.
No me contestó, pero noté claramente como se ruborizó, verificando que había comprendido mi indirecta, pese a no contestarme directamente.
- Bueno Mirtha. Lo he pasado muy bien esta noche contigo. Me voy a dormir. Si necesitas algo estoy en mi cuarto. Mi esposa no vendrá hasta mañana.
- Buenas noches.
Me retire a mi cuarto sumamente excitado. Me eche sobre la cama tras quitarme la ropa, y me quedé solo en slip, ya que hacía calor. Luego de casi media hora, me sorprendió al escuchar como tocaban a mi puerta. Escuche que era Mirtha. Su voz temblaba. No me dejo casi preguntarle, y ella misma tras abrir la puerta se introdujo dentro de mi habitación de matrimonio. - ¿ Estabas durmiendo?.
- No. La verdad es que no tengo sueño. ¿Te ocurre algo?.
Ella, no me contesta. Pero se sienta al borde de la cama. Y tras un momento de duda me dice:
- Alex, lo he pensado bastante. Sé que nunca voy a poder tener un hijo, y como ya sabes me muero de ganas de ser madre… .- tomo respiro y siguió---….. Me dijiste que cualquier hombre estaría dispuesto a acostarse conmigo.Respira nuevamente, y añade: Le verdad es que no conozco a nadie con el que tenga suficiente confianza para ello…… He pensado…. .- trago saliva--- he pensado que quizás ¡“tú podrías ser ese hombre”!.**
Me quedé sin habla. Supe enseguida que me estaba pidiendo que la embarazara . Tras reaccionar, y con ello mi pene, extremo que ella termino apreciando le dije:
- Vaya Mirtha, la realidad es que no me espera hoy esto. No se… ¿lo has pensado bien?.
- Si no puedes hacerlo lo entenderé. Tampoco quiero causarte problemas, y mucho menos con tu esposa, a la que le debo tanto. Pero nadie debe saber nada.
Luego me mira y me pregunta: ¿ Crees que tu semen será fértil?, Lo digo por tu edad. * Mi semen. Mi semen es perfecto y mi edad nada tiene que ver. Si decidiéramos hacerlo, “por supuesto que mi esposa debe quedar al margen”.
Ella me dice: Pero, debe quedar claro también que …..esto lo hago por mi deseo de ser madre, y… …. Nadie debe enterarse. De quedar embarazada, debes prometerme que nunca intentaras acercarte a mí o al niño. Además no esperes que me esfuerce en satisfacerte, recuerda que esto es solo un trato de conveniencia.**
Mientras terminaba de hablar, ella metió las manos bajo su camisón de dormir que llevaba puesto y se saco mecánicamente el calzón que dejó en una silla metiéndose a continuación en mi cama cubriéndose con las sabanas. No había mejor señal de entrega que haberse desprendido de sus bragas.
Recuperado de la sorpresa, decidí ser agresivo:
- Como tú quieras , solo déjate llevar.
Entre en la cama igualmente. Al acercarme a ella, intenté levantarle el camisón solo hasta la cintura, pero se opuso. Tras varios intentos, ella venciendo su resistencia logre quitárselo sacándolo por encima de los hombros con un juego de manos. Puede deleitarme con su desnudez que era tanta o más apetecible que la belleza de su rostro.
Contemple la blancura y delicadeza de su piel, la redondez y firmeza de sus pechos, caderas, brazos, muslos y piernas bien formadas a la vez que mis manos la recorrían suavemente. Era un cuerpo ideal, como me lo imaginaba. La vergüenza le hizo girar su cabeza de lado sobre la almohada y cerrar los ojos; a la vez que su cuerpo transmitía un leve temblor de ansiedad y pudor. Levanto sus rodillas y separo sus muslos insinuándome que consumar el acto . Sin preocuparme por esto, hundí mi cabeza en el lado libre de su cuello para besar y lamer esta zona y por detrás de la oreja, oliendo y aspirando su perfume y su olor natural. Puse una mano en su sexo sintiéndolo tibio, pero aun seco.
Ella instintivamente llevo su mano hacia atrás. Luego, venciendo su primera resistencia, atrapa mi slip, y tras palparlo, me dijo:- ¡ la tienes bien dura !.
Le conteste:
- ¡ Que esperas pasa sacarla fuera!.
Ella tiro del slip bajándomelo y ante ella apareció mi pene como un enorme vástago casi totalmente empalmado y con la cabeza reluciente y ya saliendo las gotas de líquido preseminal . Ella con un poco de reparo la tomó en la mano y me dijo:
- joder,….. No sabía que la tuvieras tan grande. ….¿estás seguro que eso me entrará?
-Vamos nena sabes que la recibirás toda. No vas a ser menos que mi esposa ¿verdad?
- ¿a tu esposa se la metes toda? Le tendrá que doler enormemente.
-pues ella no se queja. Todo lo contrario. Disfruta como una posesa y seguro que tú también la disfrutarás.
- pero… es que yo soy muy estrecha. No creo que me entre esa cosa tan enorme.**
-Ya veremos. De momento relájate y disfruta.
Ella no paraba de pasar la mano sobre mi polla, manoseando la misma a lo larg o de toda su extensión, y notando como le estaba comenzando a gustar. Le dije:
-¿ tu esposo la tiene como ésta?
-Me miro con cara de espanto, y me contesta: No se, creo que la tuya es casi doble de la de mi marido. Por eso tengo miedo. Creo que va a ser un error haber entrado.
-venga preciosa. Verás que si te entrará. Tócame los testículos “quiero que compruebes como están”.
Ella, excitada paso las manos por mis testículos y exclamo:
- joder son igualmente grandes. ¿Los tienes llenos verdad?
- Mira Mirtha, te confieso que llevo más de una semana sin hacer el amor a mi esposa, por ello se que los tengo cargados, y mi semen estará bastante espeso. Pero ello no es un problema, es perfecto para lo que pretendes”.
Ella me miro, esta vez con carita de perrita en celo.
Lleve mi mano a su boca y metí la punta de los dedos entre sus labios y pedí que los humedeciera lo que hizo algo torpemente. Con los dedos untados de su propia saliva, lubrique primero su clítoris, luego su entrada y el interior de su vagina con masajes circulares de sus suaves, tibias y estrechas paredes vaginales, recorrí todas sus paredes buscando las áreas más sensibles, notando cada vez mayor reacción en ella hasta que se comenzó a humedecer espontáneamente; aunque ella trataba de mantenerse ajena a la excitación siempre rehuyéndome la mirada.
- dios Nena, ¡estas quemando?. ¿Estás ovulando, verdad ?
Ella me afirmó con la cabeza. Añadiendo: - me he tomado la temperatura, y creo que es mi mejor día. Por eso me he decidió a entrar.
Continué con mi saboteo de coño, y cuando la sentí bien húmeda, retire los dedos chorreantes de sus jugos y luego de deleitarme con su aroma, embadurne con ellos sus pezones y se los volví a meter en la boca; ella sintió su olor y opuso cierta resistencia.
- Vamos preciosa, ya hemos llegado hasta aquí para ponerse difícil. Chúpalos y siente tus jugos.
Comenzó a lamerlos, primero mecánicamente y luego con cierto ritmo. Esto me puso a mil; ya en ese momento mi pene estaba en el máximo de su erección y el glande se encontraba totalmente embadurnado con pequeñas gotas de esperma. Tuve que hacer un gran esfuerzo para no penetrarla en ese momento.
Comencé a besar y lamer en círculos sus areolas rosadas y sus pezones que ya se encontraban erectos e hipersensibles; cada lamida despertaba un sobresalto que ella trataba de disimular después de un rato descendí con mi lengua a su abdomen siempre lamiendo en círculos primero alrededor de su ombligo y luego en sus ingles y parte interna de sus muslos.
Luego me concentre nuevamente en su conchita. El pubis lo tenía coronado por vellos ensortijados de color negro brillante en la justa medida (ahí no me gustan las peludas ni las peladas). Sus labios vaginales carnosos y chorreantes de secreciones que corrían hacia su ano a manera de un fino riachuelo. El botón del clítoris prominente por las caricias previas.
Comencé a lamerlo circularmente y luego a succionarlo sin soltarlo, pasando la lengua por debajo de su base, de rato en rato recogía con la punta de mi lengua sus jugos entre su vulva y la región del ano. Seguí en estas caricias y tome su mano para medir su reacción, a lo que respondió apretándola suavemente y entrecruzando sus dedos con los míos, aunque luego los soltó bruscamente por vergüenza de mostrar algún grado de placer. Estaba muy caliente, y con el coño a mil, por lo que solo pensar lo que sería tener la polla en ella, casi me corro.
Estaba decidido a que lo disfrutara y volví a sus pezones como al inicio. Sin soltar los pezones, dos dedos de mi otra mano entraban a fondo y salían rítmicamente de su vagina. Seguí unos minutos así; de pronto noté que cerraba sus muslos contra mi mano, a la vez que con movimientos cortos elevaba su pelvis como golpeando en forma rítmica y acompasada; lo hizo buen rato sin voltear su rostro ni abrir los ojos. Seguimos así hasta que no pudo ocultarlo y acelero su ritmo en una rápida serie de 10 o 15 sacudidas pélvicas mientras emitía unos quejidos apagados hasta que sentí que se formaba una especie de anillo estrecho en su entrada vaginal que se contraía sostenidamente sobre mis dedos y paró sus sacudidas en lo alto con el torso arqueado y separado de la cama varios centímetros. Después de unos segundos, emitió un aaaaahhhhh…. Para luego dejar caer su espalda y nalgas sobre la cama, todo esto sin que aflojara la contractura de su vagina. La había arrancado un orgasmo.
Note que era el momento de imponer nuevas reglas. Saque los dedos atrapados por su vagina que seguía contrayéndose en forma de anillo, busque su rostro, y aun extasiada me miro detenidamente y comenzó a acariciar con sus suaves manos mi nuca, hombros y espalda. No evito sonreír cuando me dijo:
- Voy a ser sincera, aun no me has penetrado y me has dado el mejor orgasmo de mi vida.
- Tu esposo no juega contigo a esto.
-El es muy conservador. Cree que todo esto es pecado.
-entonces tampoco te habrá comido el coño ¿verdad?
-pero ¡eso es asqueroso!. Como puedes decir eso. ¿Se lo haces a tu esposa?
-pues claro. Y no sabes cómo disfruta. Veras como a ti también te gustará.
Metí mis dedos nuevamente en su vagina, y al sacarlos verifique que quedaron brillantes de la humedad de su coño, no soporte más y la volteé dejándola con su coñito al aire. Mirtha instintivamente abrió sus piernas y observe como se abría su coño. Note un olor a perra en celo delicioso, como un olor que te invita a mamarle el coño, yo no espere más y abrí sus labios y metí mi lengua en ese coño tan pero tan delicioso.
Comprobé claramente que “ era un coño muy estrecho” , parecía casi virgen, y la polla se me puso más al palo. Me sentí el hombre más afortunado en el mundo en ese momento. Le metía la lengua entre los labios vaginales, le succionaba y lengüeteaba su clítoris haciendo que ella pegara gemidos aun más altos que creí se podrían escuchar en las otras casas pero no me importo! “ ahh ahhh siiiii que riiiiicooo mi amor…… segui segui por favor no detengas …. . Así pase mamándole el delicioso coño por varios minutos hasta que tuvo un nuevo orgasmo.
Me puso como loco y me acorde de mi pene que reclamaba acción y decidí penetrarla. Ahora quiero que me sigasle dije.
La hice echarse al borde de la cama sobre su costado derecho y la cadera sobre un par de almohadas de tal manera que quedase con la concha elevada y de costado.
Coloco el prepucio en la entrada de la vagina, y empujo un poco. Ella no se queja. Vuelvo a empujar y entra otro poco. Sigo y me encuentro una liguera estrechez que parecía difícil de vencer, y ella me dijo:
- despacio por favor. Te dije que era muy estrecha y tú la tienes enorme…. me vas a reventar…. Por favor no me hagas daño.
No me contuve y antes de que terminara la frase, apretando le hundí de golpe la polla, y debió hacerle daño pues gritó con fuerza.
- joder me vas a romper. Sácala, es demasiado gruesa…oghhh
Pero lejos de sacársela, la seguí follando con mi enorme polla dentro de su vagina, ella al poco tiempo comenzó a moverse como si estuviera ida, gimiendo como una posesa.
Volví a sacársela, me puse de pie junto a ella y la penetre en un solo viaje. Era bastante apretada pero buscando mayor placer le mantuve los muslos y piernas juntas, entrecruzando sus tobillos para que me apretase más. La bombeaba con fuerza y rítmicamente. Ella gemía de placer y trataba de seguir mis movimientos. La puse de espaldas todavía con los cojines y al filo de la cama. Manteniendo sus muslos juntos y tobillos entrecruzados, me los eche sobre uno de mis hombros para mantener la penetración apretada.
Ahora ella tenía un poco mas de libertad de movimientos y golpeaba su pelvis contra la mía gimiendo de placer y alcanzando múltiples orgasmos que reconocí por las sucesivas secuencias de sacudidas aceleradas que terminaban al arquear su cuerpo y luego caer contra la cama para luego reempezar igual hasta en tres oportunidades. Volví a sentir su contracción vaginal sostenida y cíclica esta vez alrededor de mi pene con una sensación de placer indescriptible y comencé a agitarme como preludio a la eyaculación.
Ella se dio cuenta y separando las piernas me aproximo a ella para besar y lamerle el cuello mientras me susurraba.
- Termina ya, lléname el vientre con tu semilla todas las veces que quieras. Por favor córrete.**
No me aguante más y eyacule en uno de mis mejores orgasmos. Sentí borbotones de mi esperma caliente que llenaban su vagina y embadurnaban mi pene. Me mantuve buen rato dentro de ella mientras nos besábamos. Al retirar mi pene sentí como su contractura escurría y no dejaba escapar ni una gota de semen Ella se encogió sobre su lado y la abrasé. Nos quedamos en silencio.
- Que tal estás- le dije.
- dios. Ha sido fenomenal. Qué bien follas. Y además eres un semental, me has llenado por completo. ¡Pensé que no te ibas a parar de vaciarte!.**
Nos quedamos dormidos abrazados. Ella al rato fue al baño, y luego regresó. Me abrazó, me besó en la boca y me dijo: - " Por favor cógeme de nuevo. ¿Podrás?!
Me limité a sonreír, y la hice ver como se encontraba de nuevo mi daga, y ella sonrió igualmente.
La sentar en la cama con las piernas abiertas y le dije que se masturbara para mí, pero que no podía acabar sin mi permiso. Cuando ya estaba lista para acabar, me pidió permiso y le dije que parase. Me obedeció enseguida, estaba colorada de calentura y yo sabía que se moría por acabar. Le dije que se acercara y gateó hasta donde yo estaba. Yo estaba bien al palo, le dije tienes permiso para sentarte en mis muslos y cabalgar mi pija bien adentro de tu concha .
Puso una cara de alegría y agradecimiento enorme, se sentó a horcajadas en mis piernas y mirándome con una cara de perra en celo, se dejo caer despacio enterrándose mi pija bien adentro con un suspiro interminable. Me empezó a cabalgar y yo le empecé a acariciar las tetas y apretarle los pezones, me abrazó y me empezó a besar apasionadamente en la boca. Yo sentía sus suspiros cada vez más fuertes adentro de mi boca. De pronto cortó el beso me miró a los ojos y me dijo:
-" Voy acabar, no puedo más”
- córrete preciosa.
Y casi enseguida empezó a temblar. Me abrazó fuerte y empezó a gritar y sacudirse, yo sentía su concha apretando mi pija con cada convulsión de su orgasmo. Cuando parecía que se aplacaba, empezó de golpe a gritar y sacudirse de nuevo en un segundo orgasmo más fuerte que el anterior. Y sin poder aguantarme noté como un nuevo torrente de espeso semen subía por el interior de mi tranca y era disparado contras las paredes de la vagina de Mirtha. Al sentir mi leche, ella comenzó nuevamente a convulsionarse, hasta creí que le iba a pasar algo.
Cuando se tranquilizó me volvió a besar apasionadamente y después me dijo: nunca pensé que tuvieras tanta potencia. Tu mujer tiene que estar bien contenta.
Nos fuimos a duchar juntos y, bajo la ducha, me volvió a calentar. La puse de cara a la pared, le hice abrir las piernas y la volví a penetrar una vez más. Le acariciaba las tetas y la besaba en la boca, sin dejar de empujar mi nabo dentro de ella. Pronto volví a descargar copiosamente dentro de ella . Fue otro polvo inolvidable. Nos aseamos el uno al otro y volvimos a la cama.
Ya de madrugada se volvió al cuarto de invitados por si llegaba mi esposa.
Al día siguiente mi esposa tenía que ir con su madre al médico, por lo que ya que solo vino a recoger ropa y marcharse. Mirtha dijo que tenía que acudir al ginecólogo que la estaba tratando para los últimos análisis . Mi mujer me indicó que porque no la acompañaba ya que ella tenía que ir con su madre. Aquello me puso nuevamente al palo. Le dije que lo haría por ella .
Salimos hacia el ginecólogo, y al salir me dijo que le había dicho lo mismo, que siguiera con el tratamiento. Que no le había dicho nada del polvo de la otra noche. Toque sus manos y comprobé que seguía caliente, y le dije:
-sigues ovulando ¿verdad?
-creo que si.- me dijo sonriendo.
- y porque no garantizamos el embarazo. Tengo ganas de echarte otro polvo. ¡si te apetece!.**
Me toco el pantalón y al verificar el bulto, me dijo: - joder estás otra vez a tope. Lo hago por garantizar el embarazo. No te vayas a creer que…
- ¿Qué te parece si echamos un polvo campestre? En mi casa es peligroso por si vine mi esposa.
Tú dirás, pero por favor que no haya gente en los alrededores.
La lleve a una parte de una pradera cercana, donde existe un pequeño riachuelo, y mucha arboleda. Conozco el lugar de otras veces que llegue acudir con mi esposa. Es muy poco transitado. Dejamos el coche entre los árboles, y nos acercamos al río. Llevaba una manta que eche el piso, nos desnudamos, y tras las caricias de rigor, se puse boca arriba y se la clave hasta la base, y tras varios minutos nos corrimos ambos, descargando dentro de ella.
Ese mismo día la volví a coger nuevamente y descargue dentro de ella. Luego volvió a su casa. Un mes después mi esposa de indicó que Mirtha le había llamado indicado que estaba embarazada, y que estaba muy contenta.