Favor, con favor, se paga (9)
Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas. Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna..., Groucho Marx. Relato en 11 trozos.
FAVOR, CON FAVOR, SE PAGA
(9-11)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados.
Me acosté y apagué mi lámpara, la de ella ya lo estaba. Al poco oigo el romper de una bolsa de algún tipo de bollería. Sonreí y me olvidé de todo, solo quería descansar y cerré los ojos.
. - oye, oye tú, despierta, despierta, por favor –entre las voces y el zarandeo de mi cuerpo, me desperté. Era de noche aún. La luz de su cama estaba encendida y la pude ver ante mí, toda desnuda y con una cara muy rara.
. - ¿qué hora es y qué te pasa?
. - me siento muy mal.
. - ¿qué te ocurre?, te veo mala cara.
. - me he pasado con la bollería.
. - ¿y por eso me despiertas?, ve al baño y expúlsalo por arriba o por abajo.
. - no es eso, soy diabética.
. - ¿qué?, ¿y comes porquerías de esas?
. - tenía hambre y me pasé comiéndolas.
. - ¿qué quieres que haga?
. - llévame a urgencias, me siento muy mal.
. - mierda –dije saltando de la cama- vístete, salimos pitando.
Ella se sentó en su cama e intentaba vestirse. Yo, rápidamente me puse mi ropa, menos los zapatos, que decidí ponerme unas cholas para ahorrar tiempo.
. - ¿todavía así?
. - ayúdame, por favor. Dame una camiseta y unos pantalones.
Mientras buscaba lo dicho, ella intentaba ponerse el sujetador, pero no daba pie con bola. Una vez junto a ella, intenté ayudarla, pero entre que ella no se estaba quieta y de que yo lo que siempre he hecho es quitar sostenes y tampoco daba con bola con aquel enganche del infierno, se decidió por unanimidad, dejar el puto sostén y ponerle la camiseta solamente. Luego algo similar pasó con sus bragas, en éstas no acertaba a meter las dos piernas y también se quedó fuera de su vestuario de urgencias. Le puse el pantalón y cogiendo unas cholas, se las puse en los pies. Luego me la llevé del brazo fuera del piso, saliendo a la calle.
Cuando llegué a la entrada de la universidad del brazo de la chica, vi una parada de taxis y me metí en el primero. Tuve que despertar al pobre taxista. Enseguida salimos volando a urgencias.
Allí había una sala de espera con personas esperando, valga la redundancia, pero lo mío era más urgente y fue verla un enfermero y subirla a una camilla.
. - ¿sabe que se ha inyectado? –dando por sentado que era una sobredosis de una yonqui cualquiera-.
. - no es eso. Es diabética y se pasó tomando dulces. Eso me dijo. Soy su compañero de piso.
. - entiendo, ¿cómo se llama?
. - no lo sé. Recién la he conocido.
. - entiendo. Entonces dé sus datos en recepción y espere en la sala de espera, se le llamará si se le necesita.
. - gracias.
Una vez di mis datos, esperé y esperé y esperé. Tanto esperé, que me quedé dormido.
De nuevo me zarandearon y desperté. Lo primero que vi fue una camiseta donde había una chica embutida y que sus pezones se mostraban claramente dibujados en la camiseta. Luego levanté la vista y allí estaba ella. Intentaba sonreír, pero solo le salió una mueca, pues su cara era todo un poema mal escrito.
. - volvamos.
. - ah, perdona. Me he dormido. ¿Estás bien?
. - sí, ya estoy bien, pero necesito descansar.
. - vale, tranquila, volvemos entonces.
Con otro taxi regresamos al piso. Aún era noche cerrada. La hice acostar y la arropé con ropa y todo.
. - Dame un grito si necesitas algo. ¿Okey?
. - okey, y gracias.
. - bueno. Descansa, mañana será otro día.
Apagué su luz y luego de acostarme, apagué la mía, quedándome rápidamente grogui.
Cuando desperté al sonar mi despertador de muñeca, olí a tostadas fritas. Allí, en la pequeña cocina del piso estaba ella de espaldas trajinando con una sartén. Su trasero, como el resto de su cuerpo, estaba a la vista, solo oculto algo por delante por el delantal que tenía puesto. Al oír el despertador, se dio la vuelta.
. - hola, buenos días –dijo-.
. - hola, buenos días. ¿A que huele?
. - he ido a un “24 horas” y he comprado algo para desayunar.
. - no debiste levantarte.
. - no tenía sueño y cómo te vi tan dormidito, no quise despertarte hasta que tu quisieras levantarte y darte las gracias con las tortitas que estoy friendo.
. - se agradece el detalle, pero no debiste molestarte.
. - recuerda. Favor con favor, se paga y yo pago siempre los favores que me hacen y tú me hiciste uno bien grande, tanto como salvarme la vida.
. - no es para tanto, si no yo, lo hubiera hecho otro cualquiera.
. - no sé yo.
. - por cierto, como es que estás en pelotas.
. - no lo estoy, llevo puesto el delantal.
. - menudo delantal, por detrás no tapa nada.
. - lo sé –sonrió-.
. - espero que no hayas ido con esa pinta al “24 horas”.
. - ni que estuviera loca.
. - pues un poco sí que lo estás. Aún no se tu nombre y ya me enseñas el trasero. No sé yo si eso no es locura y de las gordas.
Con la espumadera en la mano se vino hacia mi cama y alargó la mano libre.
. - Rebeca, Rebeca me llamo.
Se la cogí y se la saludé.
. - yo me llamo Salvador. Tanto gusto.
. - el gusto es mío.
Se volvió, dándose una vuelta de presumida alrededor de sí misma.
. - no podrás decir que no estoy buena.
. - no seré yo quien te diga que no y menos con una espumadera en las manos.
. - pero bueno, ¿es que no sabes apreciar la calidad donde la hay? –y se dio otra vuelta-.
. - para qué negarlo, estás buenísima, pero vuelve con las tortitas, que ya huelo a quemado.
. - mierda –dijo dándose la vuelta corriendo y enseñando esta vez algo más que su espléndido pandero. Su triangulito de pelillos estaba recortado a cepillo y no pude ver más, aunque ya anoche vi bastante- joder, joder, se me han quemado las últimas-.
. - eso te pasa por ser una exhibicionista de tomo y lomo.
. - serás desagradecido. No me puse nada en tu nombre.
. - pues muchas gracias por el detalle –dije colocándome un pantalón de correr y una camiseta análoga. Luego fui hacia la cocina y me senté en una de las dos sillas-.
. - pruébalas, están riquísimas. Al menos las que no se me han quemado. La casa va a apestar todo el día-.
. - no te preocupes. La intención es lo que cuenta –le pegué el diente a la tostada y casi me rompo la dentadura- coño, ¿de qué están hechas?-.
. - de lo normal, harina, agua, matalahúga…
. - vale, vale, no sigas. Pues ésta está dura.
. - déjame ver, exagerado –me la cogió de mi mano y le pegó el diente– joder, que dura está. Pues es verdad. Perdona, prueba esta otra-.
. - no, no te molestes. Probada una, probadas todas.
. - no seas cabrito y prueba esta otra, joder.
. - cómo te lleve la contraria, seguro que me arreas un guantazo.
. - anda, porfa –puso cara de buena-.
. - cómo me rompas un diente, me pagas el dentista –dije cogiéndosela de la mano-.
Me la metí en la boca con precaución y la mordí. Joder, era normal. No le pasaba nada.
. - ésta está bien. Dame la dura, por favor.
Me la dio, la puse sobre la mesa y le di un golpe para romperla. Se rompió, pero allí había algo que no debía estar.
. - ¿qué coño es esto, Rebeca? –dije cogiendo un trozo de aluminio, de los que llevan los botes de tetrabrik en su interior-.
. - joder, se me debió caer en la masa. Perdona, fue sin querer.
. - eso espero, pero no me fío un pelo de ti. Haces unas cosas tan raras…
. - no es para tanto. Solo es un poco de aluminio.
. - mira, discutir contigo, es inútil. ¿Trajiste leche?
. - sí, un bote de desnatada.
. - beberé un vaso de leche y la tostada. Luego voy a hacer un poco de ejercicio. ¿Te apuntas?
. - ¿me estás llamando gorda en la cara?
. - por el amor de Dios. Pero, ¿a ti que te pasa?, ¿acaso hay que estar gordo o gorda para hacer ejercicio?, ¿Lo estoy yo acaso?
. - no, tú estás buenísimo.
. - no te pases, leñe.
. - perdona, pero es la pura verdad. Si yo tuviera tu línea…
. - si la tuvieras, serías un tío y no una tía buena.
. - ¿de verdad soy eso?, ¿una tía buena?
. - ya te lo dije antes, sí. Estás para mojar con pan. Bueno, te lo vuelvo a preguntar. ¿Te vienes o no?
. - sí, voy contigo. Pero hemos de regresar con tiempo para darnos una ducha y empezar el curso sin faltas.
. - no te preocupes, lo he preguntado y hoy solo serán charlas sobre lo que será y no será el curso. Le darán al palique un par de horas y dirán que mañana empezamos en serio.
. - ¿estás seguro?
. - es lo que me dijo un veterano. Siempre hacen igual, dijo el tío. De todas maneras, no voy a estar toda la mañana corriendo, yo tampoco quiero faltar el primer día, aunque sea para nada.
. - vale, déjame comerme las tortitas y te acompaño.
. - no hay prisa. Come tranquila –dije mirándole. Estaba radiante, no como ayer al conocerla-.
. - ¿qué miras?
. - tu cara.
. - ¿qué le pasa a mi cara?, ¿tengo algo? –Dijo limpiándosela con un paño-.
. - no, bueno sí. Está radiante. Ayer cuando nos conocimos la tenías apagada.
. - sería por lo cansada que estaba y de la mala leche por ponerme con un chico y no con una chica.
. - aún estás a tiempo. Pon un aviso en los letreros que pululan por la universidad. Cambio piso con un chico, por el de una chica .
. - de eso nada.
. - pero tú ayer no estabas interesada en tenerme por compañero de cuarto.
. - eso fue ayer. Hoy estoy encantada. Si me pasa lo de esta noche con una chica, no sé lo que me hubiese pasado.
. - no creas. Algunas chicas son más listos que los tíos.
. - ¿te quieres desembarazar de mí acaso?
. - la verdad es que me da lo mismo un chico que una chica. Lo que gano, por un lado, lo pierdo por otro.
. - ¿cómo es eso?
. - bueno, si fueras un chico, estaría todo el día limpiando y recogiéndote tus cosas porque los dejarías por ahí. Así son la mayoría de chicos. Y si fueras chica, como ahora, pues lo que gano disfrutando de tu compañía, tendría que descontar el encontrarme cada dos por tres compresas y demás adminículos y créeme, no es muy agradable.
. - no te preocupes por ese lado. Soy muy ordenada y muy limpia con lo mío. No verás una compresa fuera de su sitio y espero que tú no andes con condones por toda la casa.
. - no soy de esos.
. - ¿de esos?
. - que vaya dejando condones usados por ahí. Yo también soy muy limpio, y cuando sé que no me van a pegar nada, lo hago a pelo.
. - vale, no sigas por ahí. ¿Cómo hemos llegado a los condones y las compresas, partiendo de unas tortitas?
. - ¿hablando?
. - sí, ya. Hablando. Yo ya terminé, ¿nos vamos?
. - por mí sí, pero, ¿qué dirán los que te vean con esa pinta de hippy corriendo por la calle con un delantal y el trasero al aire?
. - mierda, es verdad. Seguro que daría el cante –dijo sonriendo y sacándose el delantal de encima. Respiré hondo, estaba tremenda-.
. - ¿no te importa estar desnuda ante mí, un chico?
. - si fuera otro chico, sí. Pero tú ya me lo has visto todo. ¿O no?
. - sin comentario.
. - pues eso. ¿Me ayudas con el sostén?, el enganche trasero siempre se me está atragantando.
. - ah, pero te vas a poner sostén para correr.
. - ¿no debería?
. - sin comentario, parte 2.
. - ay, pillín. Tú me las quieres ver bailando todo el rato. Pues si te gusta, no me pondré el sostén. ¿Y qué me dices de las bragas?, ¿me las pongo o no?
. - mejor sí, no vayas a caerte y des el espectáculo.
. - sí, será mejor que me las ponga.
. - por cierto. ¿Te has pinchado ya la insulina?
. - sí, fue lo primero que hice. No te preocupes, nada de chuches por ahora. A lo mejor cuando este alicaída…
. - ni se te ocurra. Olvídate de ese veneno para las diabéticas como tú y vivirás más tiempo, créeme.
. - ¿estás preocupado por mí? –sonrió- bueno, te haré caso, pero no pienso tirarlas, me costaron un dinero.
. - y tu salud, recuérdalo.
. - bueno, deja eso ya. ¿Cómo estoy?, -dijo dando saltitos con su camiseta sin sostén y un pantaloncito con bragas-.
. - guapísima. Sí, estás preciosa. ¿Nos vamos o seguimos diciendo tonterías?
. - serás aguafiestas. No te preocupes, digas lo que me digas, hoy no voy a enfadarme con nadie y menos contigo, mi salvador. Salvador se llama mi salvador. Joder, que suerte he tenido de caer aquí.
Corrimos sin prisas, siendo silbada por más de un chico y envidiada por algunas otras chicas que corrían también.
. - tus pechos son un imán para la vista –dije-.
. - sí lo llego a saber, salgo a correr otras veces de esta guisa.
. - pues los vas a volver locos a todos.
. - ¿a todos?
. - a todos –insistí sonriendo-.
Sonriendo, sudada y cansada, pidió sentarnos en uno de los tantos bancos que había por doquier.
. - oye, Salvador. ¿Tienes novia?
. - sí, una en cada puerto.
. - no, de verdad. ¿Tienes novia?
. - lo que te acabo de decir –dije echando un trago de agua- una en cada puerto que visito-.
. - ¿eres marinero acaso?
. - no, es una analogía. Tengo muchas novias.
. - pues estarás hecho un lío para elegir con la que estar.
. - no, para nada. Las cito a horas diferentes.
. - tú lo que eres es un crápula de cuidado.
. - pues me has fotografiado. Eso es lo que soy.
. - ¿y si te digo que en el puerto de la universidad te espera otra novia?, ¿qué dirías?
. - que no.
. - ¿no?
. - ¿sabes aquello de que donde comas, no cagues?, o éste otro, donde tienes la olla, no metas la P.
. - ¿pero no decías que estaba buena como para mojar con pan?
. - y lo estás y me reafirmo yo y los tíos que te han visto ese cuerpo tuyo, pero no. Búscate un chico y te lo llevas al catre. Yo haré lo mismo. Además, aún no sabes algo de mí.
. - ¿el qué?, ¿qué te follas hasta las cabras?, seguro que es eso –dijo poniendo mala cara-.
. - casi.
. - ¿casi?, no jodas, ¿te follas a los perros?
. - no, todavía no. Sino que follo con otros chicos, con sus padres y sus hermanos y hermanas también.
. - joder. No te creo. Anda ya, pero si tú no tienes pluma.
. - eres tremenda, chica. Te lo diré claro para que me olvides para ese tema. Pienso traerme a chicas y chicos a mi cama para tener sexo con ellos, lo mismo harás tú si lo deseas.
. - pero que promiscuo eres. Yo no soy así.
. - pues espabila, solo se es joven una vez.
. - y si eres tan caliente, ¿por qué no lo haces conmigo también? Soy limpia, soy discreta, estoy buena y encima estoy que me corro de gusto de solo mirarte.
. - mierda, Rebeca. No me hagas esto. No soy chico de una sola chica o chico, a ver si lo coges de una vez. Me gusta ir picando como las abejas. Serías una desgraciada si te aceptara en mi cama. No funcionaría, pues yo solo tengo sexo para disfrutar el momento, sin nada de enamoramientos de por medio.
. - ¿cómo puedes ser así?, lo mío sería algo limpio y bonito. Me entregaría a ti al 100% y no tendrías que buscar fuera nada más.
. - Rebeca, no quiero hacerte daño. Podría decirte a todo lo que propones que sí, pero soy lo que soy y saldrías perdiendo. Para tener sexo, olvídame. Podemos ser buenos amigos de piso. Hasta si quieres, puedes decir por ahí que nos acostamos si te sirve de algo, pero eso no pasará, Rebeca. Y ahora, continuemos. Hace fresco y no quiero resfriarme –dije levantándome. Esperé a que lo hiciera ella. Al verle la cara, estaba llorando- mierda, Rebeca, no me llores ahora, por favor-.
. - no estoy llorando. Se me ha metido algo en un ojo –dijo saliendo disparada. Yo la seguí detrás, sin adelantarla, así hasta que llegamos al piso, donde había una señora mayor y una chiquita más joven que Rebeca, pero con un parecido asombroso con ella-.
. - mamá, Alejandra, ¿qué hacéis aquí tan temprano?
. - hola, hija. Queríamos aprovechar la mañana para hacer unas compras y nos hemos levantado temprano. ¿De dónde vienes tan sudada?
. - de correr.
. - ¿y no llevas sujetador, hermanita?, se te notan los pezones por la humedad.
. - así corro más cómoda –dijo mirándome. Yo estaba allí, como si no estuviera-.
. - ¿no nos presentas a tu amigo, hija?, que descortesía por tu parte.
. - sí, perdona. Mamá, él es Salvador, y ellas son mi madre Pilar y mi hermana, la cascarrabias de Alejandra.
. - de eso nada. Ya no soy una niña, soy toda una señorita, con mayoría de edad y todo y como verás, tengo unos bonitos pechos yo también. Mamá, ¿puedo yo también correr sin sostén?
. - hija, no compares tus pechitos con los de Rebeca que ha salido a los míos. Por cierto, hija ¿no nos dijiste que vivirías con otra chica?
. - y así lo esperaba yo, pero llegué tarde al reparto y no había ningún piso libre de chica y tuve que aposentarme en éste con Salvador.
. - ¿tenéis sexo vosotros dos?
. - Alejandra, no seas cotilla –dijo su madre-.
. - no digas tonterías, Alejandra. Salvador es…, es…
. - ¿te va la marcha mariconil, Salvador?, que desperdicio, con lo bueno que estás –disparó la cabrona de su hermana-.
. - no, no es eso, sino que Salvador tiene novia ya y la respeta mucho.
. - cómo debe ser. Bueno, no vamos a entrar porque tendrás que ducharte y no tenemos tiempo. Las rebajas no esperan.
. - me voy a comprar un bikini, Rebeca. De esos sin apenas tela. No veas lo que voy a ligar. ¿De verdad tienes novia?, yo no soy celosa y…
. - y nada, Alejandra. Madre, llévate a esta desvergonzada de aquí.
. - sí, será lo mejor. ¿Cómo andas de lo tuyo, hija?
. - muy bien, madre. Muy bien –dijo mirándome-.
. - ¿sabe ya que es diabética mi hija?
. - sí, lo sé señora.
. - ¿puedes cuidarla por nosotras?, es un poco despistada.
. - haré lo que pueda, señora Pilar, descuide.
. - buen chico. Anda, Alejandra, dale un beso a tu hermana y otro al chico, que lo estás deseando –dijo la madre sonriendo-.
Madre e hija se besaron y luego las dos hermanas. Después se me quedó mirando la chica.
. - lo quiero en los labios, como debe ser.
Miré a Rebeca y luego a su madre. Se alzaron de hombros y sonreí. Me agaché y le cogí la cara y besé sus labios con cierto disfrute por mi parte. La chica, hasta me metió la lengua en la boca.
. - vale, ya, Alejandra. No seas chiquilla –dijo Rebeca celosa de que su hermana me hubiera dado un beso antes que ella misma, que lo tenía durmiendo en la cama de al lado-.
Madre e hija se fueron pasillo adelante. La chica se dio la vuelta y me lanzó un beso con la mano.
. - Jo, con tu hermanita. Casi me mete la lengua en la glotis.
. - tú tampoco hacías mucho por separarte de ella –dijo Rebeca enfadada mientras metía la llave y entramos-.
. - ¿qué quería que hiciera?, tenía permiso de tu madre para besarla como ella quería. ¿No será que estás celosa de no ser la primera de las dos hermanas a la que besé?
. - no digas tonterías.
Rebeca se fue hacia el baño sacándose la ropa por el camino. Yo hice lo propio y me metí en el plato ducha con ella.
. - ¿qué haces?, ¿no decías que no querías nada conmigo?
. - solo voy a ducharme y si lo haces tú primero y gastas todo el agua, cogeré una pulmonía. No te preocupes, no te tocaré.
. - pues entonces dile a esa que se aleje de mí –dijo señalándomela. Estaba empalmado y casi rosaba a Rebeca-.
. - disculpa. Se gobierna sola –dije girándome y colocándome de espaldas a ella-.
Rebeca me echó un vistazo y no pudo morderse la lengua.
. - la madre que te parió, con lo bueno que estás… –dijo apretando contra mí sus tetas y cogiéndome la polla con ambas manos-.
. - Rebeca, no seas cabrita. Suéltame el pene. No quiero empezar algo que sé que acabaría poniéndote a cuatro patas y disfrutando de tu ano.
. - pues hazlo, coño. Hazlo. Me tienes muy caliente, Salvador.
Le quité las manos de mi polla y resistí las ganas que tenía de follármela por todos lados. Aquello de no follar con ella era acertado. Si lo hacía, no habría día o noche que no estaríamos follando. Los estudios se resentirían enormemente y no quiero perder ni una puta asignatura por estar todo el santo día follando y no estudiando. Ya los echaría con otros estudiantes, pero no con ella.
. - lo siento, cariño. Pero no puede ser. Si lo hiciera ahora, lo volvería a hacer todos los días varias veces y no puede ser. Primero los estudios, luego lo demás.
. - pero por favor, Salvador. No me dejes así, que reviento. ¿No podríamos al menos hacernos unas pajas mutuas, sin penetración?, solo mamadas. Tú me comes el coño y haces que descargue y yo lo mismo con tu pene. Solo eso, por favor te lo pido. Hazlo y cuando vuelva Alejandra y si ella quiere, le puedes meter mano y comerle su coñito. Ya es mayorcita y quiere probarlo todo.
. - ¿tú crees que solo con pajas me dejarías tranquilo?
. - te lo prometo. Me comes el coño siempre que quieras y yo tu polla y nada más. No me puedes tener todo el día caliente por tus huesos. Se me subiría la azúcar pese a la insulina. El estrés hace esas cosas.
. - ¿estás diciendo la verdad?, ¿se te subirá la azúcar por no hacerte comidas de coño?
. - te lo juro. Se me sube cada vez que siento ansiedad. Por no comer, o porque estoy caliente y no hay quien me coma el chichi, por muchas cosas.
. - yo creo que es puro cuento, pero lo voy a tomar por cierto, por si acaso. Esto haremos, solo sexo oral y nada más. Así al menos creeré en mi fuero interno que no tengo sexo completo con mi compañera de piso.
. - sí, eso haremos. Solo sexo oral. ¿Pero puedo decir por ahí que follamos como locos todos los días?
. - sí, lo puedes decir.
. - ¿empezamos ya?
. - vaya pregunta tonta –dije sonriendo-.
Me cogió la boca y me la besó desesperadamente. Al final me olvidé de todo o casi todo y me comí su boca, mientras sobaba sus pechos maravillosos. Ella gemía y se corría patas abajo.
Sus pechos mamé, deleitándome con cada orgasmo sonoro que soltaba Rebeca, para de inmediato, meterme entre sus piernas.
Ella puso una pierna encima de un hombro, facilitándome el trabajo, pues lo que había allí abajo era mucho y muy sabroso el comérmelo.
Jadeaba que no veas la tía. Así la tuve corriéndose como un manantial inacabable, hasta tuve miedo de que los vecinos vinieran a tocar en la puerta, no estuviera matándola.
Luego me dejé querer y ella, con su lengua y manos, me recorrió todo el cuerpo, acabando en mi polla y mis huevos. Allí mamó cuanto quiso, añadiendo un par de dedos en mi culo que no me disgustó, al contrario.
Tanto fue el cántaro a la fuente, que solté el grifo, tragando Rebeca salvajemente mi lechada. Aun así, no me la dejó en paz hasta que no quedó hecha un guiñapo y se le salió de su boca.
Un morreo y la hice inclinarse hacia adelante. Su culo me llamaba insistentemente y allí metí mi lengua. Ella se volvía a correr al sentirse sodomizado el culo con mi lengua, hasta que volví a la realidad de que teníamos que ducharnos rápidamente para asistir a la inauguración del curso académico. La próxima comida de coño podía esperar un poco… aunque esperaba que no mucho.
Sentados y oyendo la perorata de los académicos, estábamos Rebeca y yo. Decían lo de siempre y poca atención les puse, la verdad.
Rebeca, desde que salimos de casa hasta que nos sentamos, iba cogida de mi brazo, como si le perteneciera, como así era en cierta medida. De vez en cuando me daba un beso en una mejilla y yo me dejaba querer. ¿Por qué no?
Por el pasillo de sillas colocadas donde estaba sentado vi que venía hacia mi aquel chico todo músculo. Conforme se acercaba, vi que su cara tenía un feo moratón.
Cuando consiguió llegar sin pisar a nadie, se sentó junto a mí.
. - hola –dijo escuetamente-.
. - hola –le respondí igualmente, quedándome con la mirada en el moretón-.
. - ¿te han zurrado?
. - ¿se me nota?
. - como para no verlo. Tienes el pómulo hinchado y amoratado. ¿Fue el mismo capullo de la otra vez?
. - sí, y esta vez con otro junto a él. También me dieron aquí –dijo levantándose la camiseta. Tenía otro feo moretón en el estómago-.
. - será mejor que los denuncies. Ahí tienes un montón de profes.
. - ¿y ser el hazmerreír del campus?
. - pues como sigas por ese camino, van a acabar contigo.
. - ¿no me presentas, cariño? –entró en el diálogo Rebeca-.
. - Rebeca, te presento a… ¿cómo te llamas?
. - Patricio.
. - ¿Patricio?, no, mejor Pátrick. Es más potente. Pátrick, Rebeca. Rebeca, Pátrick. Daos un beso, que no se diga.
Rebeca sonrió y haciéndose hacia Pátrick, el cual también se hizo hacia Rebeca, se dieron el beso conmigo en medio de los dos.
. - ¿qué problema tienes?, seguro que Salvador te echa una mano.
. - oye, deja de meter baza.
. - no le hagas caso. ¿Qué te pasó? –dijo señalándole el moratón-.
. - Un par de tíos de la universidad que la han tomado conmigo.
. - vaya cabrones. Salvador, ayuda a tu amigo, porfa.
. - oye, que apenas lo conozco. Ya le dije lo que tenía que hacer.
. - acepto.
. - no jodas, ¿lo que te dije ayer?
. - sí –dijo sin casi poder articular las dos letras-.
. - pues esperaba que no, pero como solo tengo una palabra, en cuanto terminemos aquí, me los señalas.
. - no hace falta esperar, son aquellos dos de allí. Los de la esquina. Uno de ellos tiene la pierna apoyada en la pared.
. - sí, ya los veo.
. - ¿qué piensas hacer, Salvador?, ¿les vas a machacar los huevos? –dijo Rebeca haciendo le movimiento de golpear-.
. - Rebeca, ya está bien. No te metas.
. - vale, vale, no me meto más.
Le eché el brazo por encima a los dos. A ella le metí mano descaradamente a su pecho izquierdo y se lo sobé. Ella sonrió y se pegó aún más a mí. A Pátrick no le metí mano, pero entendió a la primera, que para eso ya tenía su edad. Tragó saliva. Se había salido de la olla, para meterse en el fuego, vaya suerte la suya, se dijo.
La reunión se fue disolviendo y como me había dicho el veterano, se confirmó, mañana se empezaría en serio las clases.
. - se van –dijo Pátrick señalando a los dos capullos-.
. - tranquilo. Deja que salgan de aquí, es mejor cuando estén solos.
Conforme salían aquellos dos, le fuimos detrás.
. - Rebeca, es mejor que no me sigas ahora.
. - de eso nada, yo quiero ver lo que pasa. A lo mejor tengo que echarte una mano.
. - muy graciosa.
. - soy buena con la derecha –dijo haciendo el movimiento-.
. - te creo, pero es mejor que no me sigas. Pátrick, quédate aquí con ésta, es capaz de liarla más de lo que ya lo ha hecho.
. - cómo quieras –dijo Pátrick-.
. - ¿cuándo se liaron a mamporros contigo? –le pregunté-.
. - ayer tarde, según te dejé.
. - okey. No os mováis.
Una mierda, no se movieron. Conforme seguía a aquellos dos, Rebeca y Pátrick me seguían a mí a cierta distancia.
Los dos agresores se estaban metiendo en una zona solitaria, como para pasar dentro de una arboleda pequeña. Antes de que desaparecieran, los alcancé.
. - un momento ustedes dos.
Aquellos dos se detuvieron al oír mi voz.
. - ¿algún problema, novato?
Tranquilamente me llegué ante sus narices. Uno era gordito, pero atlético al mismo tiempo. El otro más delgado, pero se notaba que era el que llevaba la voz cantante.
. - sí, tengo un problema con vosotros. Ayer tarde apaleasteis a uno de mi equipo y eso no me gusta.
. - ¿no será uno que parece un atleta de cine, pero luego es un puto cagón?
. - ese mismo es. Le volvéis a poner un dedo encima y os parto la crisma.
. - ¿Quién?, ¿tú?, ¿y con cuántos más como tú? –el tío conforme me hablaba, hizo una señal a su compinche para que me atacara. Antes de que empezara a reaccionar, le solté una patada en los testículos, que lo hice doblar sobre sí mismo-.
Como sabía que el jefe me atacaría, esfinté y vi pasar su puño delante de mis narices. Al tenerlo desestabilizado, le di un buen mamporro en todo el mentón, saliendo despedido hacia atrás.
Como aquello era un primer aviso y no quería que se rehicieran y contraatacaran, a ambos los pateé con ganas las costillas, no pudiéndose levantar ninguno de los dos cuando terminé.
. - esto es solo un aviso. La próxima vez que lo toquéis, os rompo la crisma, como dije antes. Estáis advertidos.
Me di la vuelta y allí estaban Rebeca, Pátrick y varios alumnos más, que aplaudieron la paliza que les di a los dos inútiles aquellos.
. - ¿no os dije que no me siguierais, leñe?, vámonos de aquí, no vengan los profes y la liemos.
. - tienes que enseñarme a dar esos golpes, Salvador –dijo Pátrick-.
. - apúntate a clases de kárate –le dije echándole el brazo por la cintura a Rebeca. Esta vez fue Pátrick quien rodeó mi cuello con su brazo y así llegamos a unos bancos donde nos sentamos-.
Rebeca se estaba tomando el papel de amante como si fuera una actriz. Se sentó sobre mi muslo derecho y me rodeó con su brazo izquierdo, para besarme los labios. Yo acepté el reto y le puse mi mano izquierda en su muslo derecho por su parte interior. Allí se quedó la mano, tampoco había que pasarse.
. - tengo ganas de ir al cine y ver la última de alienígenas.
. - a mí me gustan esas –dijo Pátrick-.
. - perfecto. Menos mal que encuentro alguien al que le gusta este tipo de películas.
. - a mí también me gustan –dijo Rebeca sonriendo-.
. - ¿qué te gustan, dices?, no te creo. Las tías sois unas cagadas. Solo veis películas románticas.
. - también me gustan esas, pero las de monstruos no me disgustan. Yo también quiero ir.
. - pero joder, tía. ¿Es que no entiendes una indirecta?, quiero ir solo con Pátrick.
. - ah, lo dices por…
. - mira que eres un poco lenta.
. - ¿de qué habláis?
. - pero si a mí no me importa –dijo Rebeca-.
. - ¿no te importa el qué? –insistió Pátrick-.
. - que os metáis mano en la oscuridad de la sala-.
. - pero es que yo…
. - eso te pasa por preguntarle a ésta. Mira que eres idiota.
. - ¿vamos a ir ahora o a la tarde? –preguntó Rebeca-.
. - ¿tú qué crees? –dije cogiéndole la mano a la chica y poniéndomela sobre mi abultada polla-.
. - joder, joder. Como te vas a poner Pátrick. Pero qué digo, yo también voy, joder si voy –dijo poniéndose en pie-.
Entramos en la primera sesión de la película que había en el cine y nos colocamos al fondo y al centro.
Al ser una función mañanera y entre semana, apenas había clientes. Y apenas se apagaron las luces, atraje a Pátrick y le besé los labios. Era como besar una pared.
. - pon un poco de tu parte, Pátrick –le susurré al oído-.
Volví a besarlo. Esta vez apretó sus labios contra los míos, pero nada más. Tuve que ser yo quien le abriese la boca con la mía y meter mi lengua allí. Me separé un segundo y volví a atacar, esta vez dejándome de pamplinas y me comí su boca, literalmente.
Pátrick parecía reaccionar, pero muy lentamente. Seguidamente me giré y me dediqué a Rebeca, a la cual devoré su boca y ella la mía, mientras le sacaba ambos pechos, para seguidamente disfrutarlos. Ella aguantaba el tipo y no jadeaba como en casa, cosa que agradecí. Aun así, no era nada silenciosa.
En eso, mientras disfrutaba de los pezones de Rebeca, noto que la cremallera de mis pantalones era deslizada. No era yo, no era Rebeca porque sabía dónde tenía sus manos, así que solo quedaba Pátrick. Sonreí e hice como si nada y continué disfrutando de la abundancia mamaria de Rebeca.
Pátrick se decidió actuar en consecuencia y comenzó a pajearme la polla con suavidad hasta que me la puso dura. Entonces dejé de sobar a Rebeca y me senté adecuadamente, para ponerle mi mano sobre el cuello y llevarlo lentamente, sin violencia, hacia mi polla.
Aunque se resistió un poco, acabó llegando hasta mi tranca, tocándola con sus labios cerrados. Segundos después pensó que, si había dejado que se llegara hasta allí, ya no podía volverse atrás y abrió la boca y se tragó mi polla. Entonces respiré, pues Pátrick comenzó a darme placer bucal.
Me giré hacia Rebeca y le susurré que se comiera mis huevos y dejara que Pátrick se tragara mi polla y se tragara también mi lechita. Vi que sus ojos brillaban en la oscuridad y se agachó.
Mientras, mi mano se fue bajo su falda y bajo sus bragas, encontré su ojete y allí instalé varios dedos mientras los dos me hacían una completa mamada a dos bocas.
Pátrick se topó con la lengua de Rebeca. Se tensó, para continuar seguidamente mamándome.
Ya estaba cerca mi corrida, por lo que le puse la mano encima de su cabeza y se la apreté un poco. Fue en ese momento cuando me corrí en su boca, evitando que dejara de mamarme. Cuando tragó, con tos y todo, le hice levantar la cara y besándole y metiéndole mi lengua en su boca, me pasé a mi estómago algo de mi lechada.
Rebeca, sabiendo que donde hubo, siempre algo queda, se tragó mi polla y succionó la corrida residual.
Si Pátrick creía que aquello había acabado, se equivocó. No sabía que su leche me pertenecía y que iba a tomármela directamente de su polla.
Mientras me lo morreaba, le bajé la cremallera del pantalón y metiendo la mano, se la saqué, junto con sus huevos.
Rebeca no dejaba mi polla, aunque ya estuviera muerta y enterrada. Aun así, me daban rayos en la punta de mi polla y allí la dejé instalada.
Con la polla en mi mano, agaché la cabeza y me la tragué, llevando al éxtasis a un Pátrick que no había probado ser mamado por otro tío en su puta vida.
Era una polla como el resto del cuerpo, muy atlética, muy sabrosa y muy mamable. Pronto la probaría mi culo también.
No paré de mamársela hasta que sentí su orgasmo llegarme a mi garganta. Lo saboreé y tragué, para seguir mamándosela y disfrutándola hasta que nada quedó de ella.
Igual que se la había sacado, se la guardé, después de pasarle mi pañuelo por toda ella y limpiársela. Luego me limpié mi polla y también me la guardé, para de inmediato, volver a por Rebeca, la insaciable Rebeca que goteaba que daba gloria.
Me salí del asiento y me coloqué frente a sus piernas. Le bajé las bragas y separándole las piernas, di comienzo a una nueva comida de coño, mientras ella intentaba no gritar, pese al placer que le daba, que era muy grande. Si lo sabré yo que soy todo un experto en comer coños.
Cuando salí de allí, se había súper corrido y súper orgasmeado, cuyo zumo me tomé sin dejar perder una gota.
Al entregarle las bragas y guardarlas en su bolso, me senté y me dediqué a comerme su boca y ella la mía, traspasándole buen aparte de su zumo vaginal del cual le había dejado unos restos. Y solo íbamos por la mitad de la película.
De camino a la universidad, Rebeca estaba encantada de conocerse y de conocerme y su cara así lo reflejaba. Pátrick, no tanto. Aun así, no iba llorando por las esquinas.
. - ¿cómo es tu compañero de piso, Pátrick?
. - es un buen chico, creo. Lo conocí hace un par de días.
. - me alegro. ¿Qué diría si esta noche durmiese contigo en tu cama?
. - ¿en mi cama?, ¿esta noche?
. - sí, en tu cama. Me ha gustado lo que hemos hecho en el cine y quiero profundizar un poco más. Ya me entiendes.
. - es que yo…
. - Salvador, ¿no será mejor que se venga a nuestro piso?, es mejor no mezclar a su amigo, no se vaya de la lengua.
. - ahí has estado fina. Eso haremos, vente a nuestro piso esta noche, mañana temprano Rebeca y yo saldremos a correr, así nos acompañas.
. - pero, ¿podré correr?, -dijo aterrado Pátrick-.
. - claro, que sí. Te dolerá un poco, pero es aguantable, te lo digo yo –dijo Rebeca interviniendo, como si hubiera probado mi polla su anal culo-.
. - Rebeca puede dar fe de ello. Hace un día que nos conocemos y ya no tenemos secretos entre los dos. Ella se conoce todo mi cuerpo y yo el suyo.
. - ¿puedo preguntar algo? –dijo cohibido Pátrick-.
. - claro, ya somos amigos. ¿O no? –dijo Rebeca-.
. - si somos amigos y Salvador tiene relaciones contigo, yo las estoy teniendo también con Salvador. ¿Puedo tenerlas contigo también? –dijo Pátrick mirando al suelo-.
. - ¿quieres que tú y yo…? -dijo Rebeca-.
. - me caes bien y estás muy buena –se atrevió a decir-.
. - vaya, creo que te tiene acorralada, Rebeca. Respóndele.
. - claro que le responderé. No, yo soy solo de Salvador y de nadie más. Que me sea infiel contigo o con otras pelanduscas, no deja de ser mi chico. Faltaría más. Y no soy una puta. ¿A qué no, Salvador?
. - no, no lo eres. Eres el descanso del guerrero. Lo siento, Pátrick, solo podrás conformarte conmigo, pero puedes buscarte a una amiga y follar con ella, como hago yo con Rebeca.
. - ya veremos qué hago. Pasaré por mi cuarto a buscar algo de ropa.
. - no es necesario, puedes ponerte algo mío y si no, de Rebeca –sonreí-.
. - quisiera ir desde tu casa a la facultad y no perder mucho tiempo entre una casa y otra. Para eso necesito algunas cosas.
. - como quieras.
. - Salvador, ¿por qué no vamos al súper y llenamos la despensa, ahora que no tenemos nada que hacer?
. - bien pensado. Comeremos cualquier cosa por ahí. Te dejo, Pátrick. Vamos, Rebeca, espero no quemar la tarjeta.
. - recuerda, todo al cincuenta por ciento.
. - aun así…
De regreso del supermercado y ya, en casa…
. - ¿No nos hemos pasado, Rebeca? –dije intentando meter más paquetes de fideos de los que cabían en el armario-.
. - los que compremos, siempre son pocos. Ponlos junto con los melocotones –me señaló otro estante-. Oye, Salvador, no me has dicho nada de cómo voy vestida-.
. - ah, ¿pero vas vestida?, creí que según llegamos a casa, te lo habías quitado todo de encima.
. - ¿me prefieres así todo el día?, ¿desnuda para no tener que quitarme nada cuando tengas ganas?
. - ven aquí –dije sentándome. Ella se sentó en mi muslo. Su coñito y su todo a la vista me la tenía dura, pero no podía usarla con ella, era para Pátrick, si venía, claro.
Le tomé un pecho y se lo mamé bien mamado.
. - cariño, te prefiero sugiriendo, que toda desnuda. Si vas en pelotas por la casa, le acabas quitando el morbo a lo nuestro.
. - ¿entonces cómo te gustaría, exactamente, que me vistiera estando en casa?
. - por supuesto, sin sostén, eso lo primero. Tus hermosos pechos necesitan libertad. Un par de botones abiertos y enseñando canalillo, sin pasarte y esas falditas diminutas o pantaloncitos también diminutos y por supuesto, con bragas. Me gusta guitar y/o apartar las bragas para disfrutarte y hacerte disfrutar. Ah, otra cosa. Intenta no meterte mucho. No seas muy intrusiva, porfa.
. - ¿lo dices por lo de Pátrick?
. - sí, por lo de Pátrick. No me hace gracia estarme peleando por todo el mundo. Cada uno que se busque la vida y Dios en la de todos. Y vas tú y dices: Salvador, ayuda a tu amigo , joder, que ni siquiera me lo había pedido él.
. - perdona, estoy aprendiendo contigo. Iré puliendo mis errores.
. - vale y como te creo, voy a comerte el coño ahora mismo, que me tienes caliente. Ponte sentada sobre la mesa y tiéndete hacia atrás. Quiero tu coñito para mí solito.
. - y lo tendrás –dijo besándome la boca, para de inmediato hacer lo que le pedí-.
Sentado en una de las sillas, sus abiertas piernas me ofrecieron su vagina al completo. Es más, ella se abrió los labios vaginales para que la hiciera vibrar y eso es lo que hice.
Disfruté cada milímetro de su sabroso coño, haciéndola gritar de placer infinito.
Cuando le iba a dar la vuelta para comerme su ojete, sonó la puta puerta.
. - mierda, la puerta –dijo Rebeca espantada- no estoy –dijo corriendo hacia el baño a esconderse-.
Sonreí y me coloqué la polla. Al abrir, no me extrañe mucho, la verdad, era Alejandra, la hermana de Rebeca.
. - hola, guapo. ¿Un beso? –la jodida tenía desparpajo-.
. - ¿uno solo?
. - los que quieras, pero en los labios.
. - ¿vienes sola?
. - sí, mamá se quedó en casa, estaba cansada, dijo.
. - entonces pasa, preciosa.
. - ¿y los besos?
. - ah, se me habían olvidado –dije metiéndola en casa y cerrando la puerta. Luego la levanté a pulso. Sus pechitos en mi pecho y su boca en la mía. La besé con más prosopopeya que esta mañana. Y durante más tiempo. Al separarse, tuvo que coger aire.
. - joder, cómo me gustas cuñado.
. - oye, nada de cuñado.
. - eso ya se verá, cuñado. ¿Dónde está mi hermana?
. - la he descuartizado y la tengo en la nevera para cuando tenga hambre.
. - no le hagas caso a este cafre, estoy aquí, Alejandra. ¿Qué coño haces aquí? –dijo Rebeca apareciendo con una toalla alrededor del cuerpo-.
. - hola, hermanita. ¿Ya lo habéis hecho?, ¿cómo la tiene de grande?, ¿es muy gorda?
. - oye, tú. Que estoy delante.
. - ¿quieres vérsela?
. - sí, sí. Que me la enseñe.
. - de eso nada. Seréis cabronas -dije alejándome de ellas y sentándome en mi cama. Las dos se vinieron hacia donde estaba-.
. - Alejandra, tienes que prometerme guardar el secreto.
. - lo juro, pero quiero verla.
. - Salvador, porfa. Enséñasela a mi hermana.
. - que te dije de meterte…
. - porfa, que mi hermana aprenda algo hoy.
. - ¿y que va aprender viendo mi pene?
. - anatomía masculina.
. - que vea la femenina –le dije quitándole la toalla-.
. - ay, va. Ya habéis follado y solo lleváis unos días juntos.
. - solo un día, hermanita –sonrió rebeca-.
Rebeca no intentó coger la toalla, se colocó junto a mí y me besó los labios. La correspondí, mientras le metía mano a su pecho más lejano.
. - joder, ¿no iréis a follar delante de mí?
. - ni loca. Salvador, enséñasela para que se largue y nos deje solos.
. - venga, porfa.
. - ¿y luego te largas? –la miré-.
. - sí, me largaré, pero después.
. - pues tú misma sácame los pantalones –le dije a Alejandra-.
La chica tragó saliva y me abrió el cinturón y aflojó el botón, para luego bajarme la cremallera. Todo ello a cámara lenta.
(Parte 9 de 11)
FIN