Favor, con favor, se paga (8)

“Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas. Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna...”, Groucho Marx. Relato en 11 trozos.

FAVOR, CON FAVOR, SE PAGA

(8-11)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Los sudores de las tres, era patente, pues íbamos al trote sin detenernos en ningún lado y ya llevábamos media hora corriendo.

. - tiempo –dije llegándonos a una arboleda de un parque. Allí las metí y nos sentamos fuera de la vista de todo el mundo.

. - ¿porque hemos entrado aquí, Salvador? –dijo Sabrina-.

. - mira que eres tonta. Nos va a follar, mujer –dijo Alicia cogiendo resuello-.

. - ah, es eso.

. - primero que nada, tomad líquidos y descansar un poco.

. - descansar en el cementerio –dijo Alicia cogiendo aire, para luego comenzar a sacarse la parte superior y vaciando ambos petos del sostén, quedando sus tetorras sueltas. Luego se sacó las bragas.

La jodida había sido esta vez más rápida que la flaca. Se sentó en mis muslos y me abofeteó con sus pechos. Sonriendo, mamé de cada uno de ellos.

Sus bragas estaban sudadas, no olían a estercolero. Luego la senté sobre una piedra y metiéndome entre sus piernas, me comí su chumino, para después ponerla a comerme el rabo, el cual lo disfrutaba cada vez más y mejor.

Sabrina se acercó y le cogió un pecho y lo disfrutó ella sola y allí mismo. Luego le metí el rabo a Alicia en su sudorosa y caliente vagina.

Mientras recibía Alicia, Sabrina se sacó la parte inferior, bragas incluidas y le puso un pie en el hombro a Alicia. De este modo, podía comerle el chichi sin esfuerzo, cosa que hizo la gordita.

Cuando me salí, ya sabía dónde quería meterla después. Se dio la vuelta y agachando su orondo culo, la empalé bien empalada. Sus dolorosos mini-gritos me la pusieron más dura aún y más le daba. Luego me salí, pues aún quedaba otra comensal del banquete sexual.

Mientras Alicia se vestía, le di polla anal a Sabrina solo por obvias condiciones higiénicas femeninas. Acabé corriéndome en su boca de porcelana, después de comerme su chichi una vez más.

Una vez todo el mundo vestido y descansado, continuamos hasta volver a dejarlas exhaustas de nuevo. Después las llevé a sus casas, volviendo yo a la mía, también exhausto no solo del ejercicio, sino del sexo con las chicas, que también cansaba lo suyo.

La rutina académica y sexual se sucedía. Pasaba unas veces que corría solo con una de las chicas y otras con la otra, pues no siempre se cumplía el pesaje exigido para participar de mis ejercicios polivalentes.

Cierto domingo, que ninguna de las dos aprobó el pesaje y no iban a estar conmigo por la mañana, me fui a hacer una inspección sorpresa a casa de Alicia, la gordita y ver lo que comía o dejaba de comer. Era hora de comer y allí me presenté.

Al tocar en la puerta, no me vino a abrir ningún mayordomo con librea, vino el viejo gordo, con su puro en la boca.

. - vaya, el entrenador sexual. ¿Qué hace por aquí en domingo?

. - vengo de inspección.

. - ¿inspección?

. - a controlar a mi alumna.

. - ah, eso. Anda, pasa. Nos cogiste en la mesa comiendo.

No, no vi a nadie que atendiera a la familia. Luego me enteraría que los domingos les daban a todos descanso. Bueno era saberlo.

. - mirad que ha traído el viento.

. - Salvador, ¿qué haces hoy aquí? –preguntó Alicia alarmada-.

. - inspección culinaria.

. - hola, hijo –dijo la gorda madre. Me fui hacia ella y me comí su boca sin violencia-.

. - ¿y tú eres?

. - su hermano.

. - choca aquí esos cinco –le puse la mano y me la golpeó-.

. - ¿es verdad que te follas a Alicia cada vez que salís por las mañanas? -preguntó el chicarrón-.

Me puse detrás de Alicia y le cogí las tetas, sobándoselas.

. - sí, tu hermana tiene mucho que ofrecer.

Los viejos tragaron saliva, pero nada dijeron. Es más, cambiaron de conversación.

. - ¿cómo van los ejercicios?

. - Alicia se comporta, por eso quiero ver lo que come habitualmente y por lo que veo, no se priva de nada. ¿Qué es esto que coméis todos?

. - buey en salsa con un buen preparado de grasienta morcilla.

. - ya. Bueno, ustedes tres se pueden comer eso, pero Alicia no. ¿Hay ensalada en esta casa?

. - en la nevera debe de haber.

. - gracias.

Le aparté el plato a Alicia y me fui hacia la nevera y la abrí. Sí, allí había ensalada y frutas que saqué. Luego se lo puso todo bajo las narices y me senté a su lado, cogiendo el que era antes su plato.

. - eso es ahora para ti. Cómetelo todo.

. - pero…

. - señora, ¿no hicimos un trato usted y yo sobre el pesaje de su hija?

. - sí, pero un día solo a la semana…

. - ni medio día. Si se traga hoy lo que toda la semana, no adelgazará o lo hará mínimamente y mi trabajo de nada servirá. Si usted no cumple su parte, yo tampoco y lo dejo.

. - no, no lo dejes, por favor. Alicia está más ágil desde que hace esos ejercicios tuyos. Querida, añade el domingo a las comidas especiales para la niña y no hay más que hablar –dijo el padre-.

. - vale, esposo. Perdona, hijo. Creí que un solo día no estropeaba tu trabajo.

. - pues sí, señora. Lo estropea y mucho. Ahora y si no les importa, me comeré lo que ella no puede –dije zampándome el plato de buey-.

Alicia tragaba en silencio.

. - señora, cuando pueda me anota lo que come en cada momento. Le entregaré la nota a alguien que conozco –mentira cochina- de estas cosas de adelgazar por el estómago-.

La comida transcurrió tranquilamente, Alicia había acabado hacía rato, no así el resto.

. - ¿cómo es que el chico sabe de nuestro trato?

. - aquí no tenemos secretos.

. - entiendo. Entonces como no hay secretos, proseguiré con lo que estaba pensando hacer.

. - ¿y era?

. - Alicia –le dije- sácate las bragas y las tetas y ponte a cuatro patas en el suelo, por favor. Voy a encularte.

Todo el mundo tragó saliva, inclusive Alicia, pero se levantó y apoyándose en la silla, se sacó las bragas. Se las cogí y se las olí.

. - perfecto, Alicia. Huelen bien tus bragas para variar. Ahora sácate los pechos, por favor.

Se los sacó, para después agacharse y arrodillarse, colocando sus manos en el suelo. Le alcé la falda y como si estuviera solo, me bajé los pantalones y calzoncillos y los coloqué sobre una silla cercana. Luego me agarré de sus nalgares y se la endiñé de una sola vez. Le di polla, mientras las tetas se movían cantidad. Sus gemidos ya no eran de dolor, sino de placentero placer, pues se había hecho adicta a mi polla enculadora.

Una vez me salí, se tragó mi polla sin decirle nada, hasta dejarme seco. Luego me limpié la polla y ella se fue al baño a darse una ducha. Yo me vestí y como si nada, proseguí comiéndome aquel buey que estaba delicioso.

Un rato después, llegó Alicia con una enorme toalla cubriendo su cuerpo, me tomó de la mano y me llevó a su dormitorio. Allí se la quité y tirándola en la cama, me desnudé de nuevo, para recorrerla por todo su cuerpo con mi lengua por delante.

Cuando salí por la puerta de la calle, el hermano lo soltó.

. - joder, que tío.

. - hijo, ni palabra de lo que ha pasado aquí. Es por el bien de tu hermana.

. - aunque esta semana no ha dado la talla, ha bajado algunos kilos desde que está con este Salvador. ¿Qué te parece, cariño, si inscribimos al chico en el mismo cursillo?

. - ah, no. Ese tío no me da por culo.

. - tu harás lo que te digamos y solo eso. Si quiere romperte el culo, que te lo rompa. Si su técnica para adelgazar, funciona, es lo importante. Estás tan gordo como tu hermana y solo eres un año mayor que ella. Así que mañana… no. Esta semana no, porque no dio el pesaje, pero la próxima vez que salga tu hermana con Salvador, vas con ella y no quiero ni un murmullo al respecto.

. - pero mamá…

. - haz caso a tu padre. Es por tu bien. Lo de eso, pues no es nada pecaminoso. Hay mucha gente que les acaba gustando.

. - pero a mí no, mamá.

. - obedece a tu padre.

. - mierda, mierda.

El gusano que les metí en los ordenadores a Adelaida y Ángela me avisaba que había un nuevo video grabado. Según la hora, fue reciente. Lo reproduje y allí estaban madre e hija comiéndose la una a la otra el chichi sobre la cama, las cuales se movían que era un portento para estar en las puertas del más allá una de ellas.

En un momento en que dejaron de disfrutar, vi que la barriga de Adelaida estaba abultada y le habían crecido las tetas.

La alegría de sus caras era contagiosa.

. - qué suerte hemos tenido, cariño. Estoy preñada de Salvador y encima tu cáncer remite. Debe ser la felicidad que nos ha dado y está dando –se tocó la barriga- Salvador –añadió-.

. - eso al menos dijo el médico. Dice que la felicidad es el mejor médico del mundo y debe ser verdad. ¿Se lo decimos a Salvador?

. - ¿el qué?

. - qué me estoy curando y de que tienes un hijo suyo.

. - hija, nos fuimos de la otra casa para que no lo supiera y no tuviera problemas en su casa. En cuanto a lo de tu enfermedad que remite, mejor que no lo sepa o sabrá donde vivimos y no podremos cerrarle la puerta. Es mejor que crezca como un chico normal, ajenos a los problemas mundanos de tener un hijo.

. - pero lo de mi enfermedad es positivo para Salvador. Mamá, lo añoro tanto…

. - y yo, mi amor. Pero es mejor que no sepa de nosotras, le haríamos mucho daño. Acabaría sacando cuentas y entonces sabría de quien es el niño que llevo dentro.

. - una pena, me gustaba su gran polla.

. - y a mí. A mí también, mi amor -dijo abrazándose-.

Después de aquella confirmación de lo que sospechaba, solo me quedaba por dilucidar qué iba a hacer. ¿Presentarme allí donde vivieran, que no sabía, pero podía averiguarlo u olvidarme de ellas dos?, me alegraba por las dos. Por Ángela por casi curarse y por Adelaida por conseguir el niño que tanto deseaba, pero al mismo tiempo pensaba que era parte de mí lo que venía en camino. Piensa, piensa Salvador.

Como dijo Adelaida, el ir y conocer a mi hijo, pese a todo lo positivo que ello conllevaba, me iba a joder la vida, pues querría intervenir activamente en su educación.

No, iba a dejarlo pasar, aunque no literalmente, sino virtualmente, pues estaría atento al discurrir de mi hijo. Quizás un día me presente en la casa de Adelaida para conocerlo, pero por ahora dejaría las cosas como estaban.

Pero había otra cosa que no había analizado. Estar toda la vida tras la pantalla intentando ver a mi hijo, sería un suplicio. No, no lo iba a hacer. Si un día se me cruzaban los cables y quería verlo, iría a buscarlo donde estuviera, pero no iba a pasarme días sí y día también mirando por la pantallita de los cojones, por lo que voy a liquidar los gusanos que había instalado en sus ordenadores. Sí, sería mejor para todos.

Con unas órdenes digitales a los ordenadores clonados, los eliminé de un plumazo o un teclazo, más bien. Volví a intentar acceder, pero ya no pude.

. - Estoy preñada, hijo. Eres el padre y el hermano al mismo tiempo.

. - fantástico, mami. ¿Hasta cuándo podré seguir usando tu ano?

. - hasta días antes de nacer el crío. Por la vagina mejor no intentarlo después del quinto o sexto mes.

. - ¿y sabes el nombre que le vas a poner?

. - elígelo tú.

. - no, mejor tú.

. - le pondré Cristian o Cristina. ¿Te gusta?

. - me gusta como suena. Parece nombre real.

Cuando fui a recoger a Sabrina a su casa…

. - ¿y tú a dónde vas, chico? –pregunté-.

. - va con vosotros. Mismos ejercicios, mismo trato –dijo su escotada madre. Tenía medio pechamen fuera-.

. - tenéis que consultarme estas cosas.

. - por favor, lo necesita tanto como su hermana.

. - lo sé, pero no más, por favor.

. - no más. Gracias -dijo la madre besándome de esa manera que solo besa alguien que te está diciendo algo y si añade un guiñado de ojos…-.

. - está usted muy rica, señora. A usted la admitiría de inmediato. Véngase con nosotros, aunque sea un día.

. - gracias, hijo por el cumplido. Pero no, no estoy yo para estos trotes que os dais los jóvenes.

. - si no le importa, me voy a cobrar ahora mismo el haberme añadido a su hijo –le dije metiéndola dentro de su casa y allí, detrás de la puerta, le saqué ambos pechos y los disfruté como Dios. Luego le metí mano a su entrepierna y apartando sus bragas, me agaché y le comí el chichi, que tendría que lavárselo más veces también.

. - oh, hijo. Lo tuyo no tiene remedio.

. - sí le molesta dejo de comerme su chichi.

. - calla, calla –dijo mirando la foto de su marido que había en la pared. Todo ello mientras me apretaba la cabeza contra su felpudo.

. - vale ya, esposa, no seas tan descarada. Deja al chico que trabaje con nuestros hijos –dijo la voz del viejo detrás de mí. No me sorprendió y maldito caso le hice yo y su puta mujer. Cuando me cansé, me salí de allí abajo-.

. - gracias, en otro momento continuamos, ahora a lo que estaba. Sus hijos son lo primero –dije despidiéndome con un largo beso en los labios de la gorda mujer-.

Al trote lento, me los llevé a los dos. Alicia se me puso a mi lado.

. - ¿también con mi madre, Salvador y delante de papá?

. - tu madre me mandó mensajes corporales elocuentes y si quiere guerra, yo se la doy. Hasta a tu padre se la doy si quiere. Oye, tú, no te retrases, por cierto, ¿cómo te llamas, gordito? –dije mirando al hermano de Alicia-.

. - Marcos con “s” final.

. - vale, Marcos, con “s” final, ¿sabes cómo me ha puesto tu madre?

. - ¿cómo un toro?

. - tú lo has dicho. Así que quiero que tú también lo estés. Piensa en lo que te dé la gana, pero quiero que esa polla tuya se te note en los pantalones y vaya de aquí para allá, vamos, como la mía –se la señalé-.

. - ahora no tengo ganas.

. - eso me importa una mierda. Sacátela y hazte una paja mientras corremos o dile a tu hermana que te la mame, pero la quiero tiesa. Vamos, obedece o te vuelves con mamaíta y papaíto.

. - si vuelvo, no me dejan tocar la play .

. - pues ya sabes lo que tienes que hacer.

Mientras corríamos, el chico se sobaba la polla por encima del pantalón, hasta que consiguió consistencia.

. - ¿así?

. - eso es y que no decaiga.

Estuvimos la media hora de rigor hasta llegarnos al parque solitario. Los hice sentarse a descansar y beber agua. Hoy no venía Sabrina.

. - veamos que tienes ahí –dije levantándolo y colocándole frente a mí. Le bajé los pantalones, no llevaba nada más- ¿por qué no sigues empalmado?, yo lo estoy-.

. - se baja sola.

. - esto lo soluciono yo en un santiamén –dije agachando la cara y mamándole la polla. Olía a diablos, aun así, seguí mamándole la polla al chico. Pequeños gemidos de placer se sucedían. Cuando la dejé, estaba bien dura- continúa, Alicia-.

. - ¿yo?

. - no, el vecino.

Se lo puse delante y le mamó la polla a su hermano.

. - vale, ahora haceros una cubana.

. - ¿y eso que es? –preguntó Marcos-.

. - tu hermana se saca ambos pechos y te haces una paja entre sus dos mamas. Avisa cuando te corres, para que ella se trague tu corrida, Marcos con “s”.

. - sí, sí, avisaré –dijo el chico cada vez más contento de haberse conocido-.

Su hermana se sacó ambos pechos y dio comienzo a la mejor paja del chico en su puta vida y con su hermana, nada menos. Al rato se salió y se la llevó a la boca de Alicia. Abrió y tragó ella y descargó él. No era para echar voladores, pensó la chica, pero menos daba una piedra. Eso sí, sabía diferente a la mía o cualquier otra que se había tomado.

. - continúa Alicia y déjasela como nueva.

La mamada limpiadora funcionó y se la guardó posteriormente el chico.

. - oye, Marcos. Tu polla huele a todo menos a limpia.

. - es que…

. - es que nada. Que sea la última vez que no te duchas antes de venir. Luego te vuelves a duchar y por la tarde-noche, lo haces de nuevo. Tu hermana hace lo mismo, ¿verdad cariño?

. - sí, así es.

. - Alicia, sácate las bragas, por favor y deja que tu hermano lo compruebe directamente. Veras como el felpudo de Alicia no huele nada mal, no así tu polla.

Ella respiró hondo y se las sacó y me las dio. Marcos se metió allí y olió. Olía a limpio. De pronto el chico lanzó su lengua y comenzó a disfrutar del coño de su hermana.

. - me está comiendo el coño, Salvador –intentó zafarse de él-.

. - déjalo, Alicia. Que pruebe tu coño, no será la primera vez que lo haga, pues te lo comerá todos los días que corramos.

. - bueno, si es tu deseo, aaahhh, coño, no me muerdas ahí abajo Marquitos.

Marcos se salió y la miró.

. - perdona, hermanita, pero ¿no te gusta?

. - calla y sigue, majadero, pero no me muerdas –le apretó la cabeza contra su coño al chico, sonreí-.

. - vale, ya. Marcos. Sal de ahí.

Salió y me saqué el rabo.

. - venga, hazme disfrutar ahora a mí.

Tragó saliva y como no valía de nada negarse, agachó la cabeza y me la mamó. Mientras tanto, Alicia y yo nos comimos la boca, mientras les tiraba mano a sus pechos libres. Alicia se me comía vivo.

. - fóllame, fóllame Salvador.

. - espera que tu hermano me la ponga a punto.

Seguimos morreándonos, hasta que detuve a Marcos.

. - vale, chico. Aparta y deja que tu hermana se siente en el trono.

Alicia se levantó y directamente se la engulló vaginalmente. Su boca y tetas seguí disfrutando, hasta que le dije que se bajara.

. - vale por ahora, Alicia –dije sacándome un condón. Una vez me dejó la polla libre, se lo entregué a Marcos- pónmelo-.

El chico volvió a tragar saliva y con manos temblorosas, intentó ponérmelo, pero se lo quité de las manos o lo estropearía y fue su hermana, a una señal mía, quien me lo puso.

. - te toca, Marcos.

. - es que yo…

. - tú, nada. Súbete, no tenemos todo el día.

. - venga, hermanito. Que no se diga que no tienes cojones.

Con verdadero terror se puso encima de mi polla y fue bajando, hasta tocar la polla. Se detuvo, para coger resuello y se agachó y enterrársela más deprisa de lo que debía.

. - aaaaaaaaaahhhhhhhhhh.

. - la próxima vez hazlo más despacio, chico. Venga, ahora fóllate con tu culo mi polla-.

El chico se la folló y folló. Sus labios y los míos no se despegaron hasta que sentí el orgasmo venir.

. - salte, rápido -se salió y quitándome el condón y echándolo en la papelera cercana, invité al chico a tomarse su primer trago sémico de un servidor. Tosió, pero tragó el jodido-.

. - déjame algo, hermanito.

Alicia se tragó mi polla y no la soltó hasta que no quedó nada de ella.

. - siéntate, Marcos y tú también, Alicia.

Según lo hicieron, me metí en primer lugar entre las piernas que levanté de Marcos. Saboreando su polla muerta y sus huevos por largo tiempo. Luego me fui al coño de Alicia, al que le di u buen repaso e hice soltar varios orgasmos.

. - ahora a hacer ejercicios con los brazos y los pies, que es a lo que hemos venido –dije sacándole el sujetador a Alicia- no los traigas más. Quiero verte como se mueven-.

. - me gusta que te gusten mis pechos –dijo besándome. Su boca apretó contra la mía, metiéndome su lengua, hasta que pude coger resuello. Luego a lo que estábamos y los puse a hacer ejercicios de manual, haciéndoles sudar la gota gorda y nunca mejor dicho.

Les devolví los chicos a sus padres, ambos sudados y bien follados. Entré con ellos en su casa, buscando y encontrando a la madre que los parió. Su sonrisa la delató. Yo le guiñé un ojo esta vez y allí mismo donde estaba sentada, le comí su boca mientras la sobaba bien, para luego bajarle las bragas y meterme entre sus piernas.

Continuaba oliendo a horrores allí abajo, pero hice de tripas corazón y lancé mi lengua por delante, haciéndola correrse varias veces. Así nos cogió un empleado amariconado, pero me importó una mierda y continué comiendo chichi viejo y apestoso.

Como no tenía polla con qué ensartar a aquella gorda, le volví a sacar las tetas y las disfruté por un buen rato.

. - mañana, si me quiere ver de nuevo ahí abajo, dúchese por favor.

. - sí, lo haré. Por cierto, acércate, Casimiro.

. - ¿sí, señora?

. - sacátela, por favor.

. - ¿cómo dice?

. - que te la saques, coño.

. - sí, señora.

Se la sacó y la vieja me miró.

. - si quieres servirte, es gratis.

. - gracias, ¿es limpio y no me pegará nada?

. - por favor, soy muy limpio y no pego enfermedades a nadie. El esposo de la señora lo sabe muy bien.

. - por si acaso –dije sacándome un condón y se lo puse. Me bajé los pantalones y le puse el culo- adelante y haga un buen trabajo-.

Y lo hizo. El tío era un maricón fino, pero muy cumplidor con su polla. Me dejó bien contento el trasero.

. - gracias, encanto. No puedo darte la misma medicina porque los chicos me han dejado seco –dije sacándole el condón y contradiciéndome estúpidamente, le mamé la chorreante polla. Se la dejé también fina, muy fina. Luego un beso a ambos y marché hacia los baños.

Preguntando a una camarera que pululaba por allí y que estaba para mojar con pan, me señaló dos puertas más allá y allí entré-.

Los dos hermanos se estaban duchando juntos. Yo me desnudé y también entré.

. - hola, chicos, ¿seguís la fiesta sin mí?

. - ya que nos obligas a copular juntos, queremos practicar un poco más.

. - me alegro –dije besándolos a ambos, para dedicarme a comerme los pechos de Alicia, mientras mandaba al chico a comerse mis huevos. Cuando salió de allí abajo, mi polla estaba a medio gas, suficiente para un casquete rápido y había ganado por goleada el culo del chico-.

Le hice dar la vuelta y agacharse. Se la clavé hasta el fondo, gritando. Algo así me la endureció aún más y más fuerte le daba, así hasta que me corrí en su culo. De inmediato Ángela se agachó y se zampó mi polla, para luego yo dedicarme a sacarle mi leche del ojete de Marcos. Cuando me duché y salí de allí, dejé a ambos comiéndose sus bocas. Sí, aquellos dos se lo iban a pasar en grande.

Encontré por la calle a Marisa, que no estaba muy contenta ella.

. - ¿qué tengo que hacer para acostarme contigo, Salvador?, en el instituto ya no me follas tanto.

. - sabes, tengo demasiados compromisos y voy a aflojar un poco y lo voy a hacer por el lado vuestro y en otros sitios también.

. - pero, ¿qué te hemos hecho nosotras?, no nos lo merecemos. Haces con nosotras lo que te da la gana, ¿qué más quieres?

. - lo que te he dicho, aflojar el ritmo.

. - ¿entonces no vamos a tener más sexo tú y yo?

. - así es y no solo contigo Marisa, tampoco con Manuela, pero ella aún no lo sabe. Iba ahora a su casa a decírselo y tener un último encuentro. Acompáñame y aprovecha la oportunidad.

. - no me lo puedo creer. He dejado de follar con chicos que me lo pedían a gritos por ti y ahora nos das la patada.

. - cariño, nunca te prometí amor eterno. Esto empieza y acaba y no le des más vueltas. A mí también me han dejado chicas en otras ocasiones y no por eso hago un drama por ello. Igual que hay otras chicas, también hay otros chicos. ¿Me acompañas o te quedas?

. - te acompaño, de todas maneras, iba a verla. Veremos cómo se lo toma ella-.

Ante la puerta de la casa de Manuela…

. - ¿está Manuela? –pregunté-.

. - sí, en su habitación.

. - gracias –le dije a la camarera fea y escuchimizadamente seca-.

Subimos hacia la habitación y como siempre que venía a visitar a su amiga, Marisa no tocó en la puerta, la empujó y entramos. Nos quedamos de piedra, Marisa y yo.

Habíamos interrumpido un enculado en toda regla entre padre e hija. El viejo la tenía metida en el culo de Manuela y ambos estaban sudorosos y nerviosos, muy nerviosos.

. - disculpad –dije dándome la vuelta-.

. - no te vayas, Salvador, por favor.

Me volví a girar y pregunté sin palabras sin abrir la boca.

. - papá y yo tenemos un pequeño problema. Cierra con llave, Marisa.

. - no es lo que parece… -decía el viejo con la polla enterrada y sin poderla sacar-.

. - ¿Qué ocurre, Manuela? –pregunta tonta, pero necesaria-.

. - papá no puede salirse de mi ano. Estamos atascados hace bastante rato. ¿Puedes hacer algo?

. - sin duda se la tienes aprisionada al cerrarte. ¿Has probado a destensarte y no pensar en nada?

. - he hecho de todo, pero nada.

. - entonces habrá que usar métodos alternativos, como si dijéramos.

. - si es usar la fuerza bruta, no, no tiréis, que me quedo sin polla –dijo el viejo-.

. - me refiero a otro tipo de método alternativo. Mientras Marisa intenta lubricar a Manuela con su lengua en su vagina y también con su polla y sus huevos, yo le daré polla por el culo y así usted pueda correrse. Una vez se corra, aminorará la presión y si encima Manuela se lubrica bien, pues se separarán. Eso lo vi en una película porno, espero que funcione con ustedes.

. - ¿en una película porno? –dijo el padre anonadado-.

. - sí, a no ser que quiera que llame a urgencias y manden una ambulancia y los lleven al hospital. Allí le pincharán algo y los separan en un segundo.

. - no, al hospital no. Es mi hija y esto no está muy bien visto.

. - no, creo que no. Bueno, ¿lo intentamos?

. - ¿tú que dices, hija?

. - que haga lo que sea, no puedo más.

. - vale, adelante pues –me dio el visto bueno el viejo-.

. - Marisa, haz que Manuela descargue también su pene ¿o quieres que lo haga yo?

. - ya me encargo yo. Tu vete a la parte de atrás.

Me metí detrás del viejo y me agaché. Sus huevos me comí, pero al momento el viejo se cerró en banda.

. - ¿qué haces con mis huevos?

. - tengo que excitarlo yo también. Además, le voy a meter mi lengua en su ojete, ¿o prefiere urgencias?

. - no, no. Haz lo que debas.

Regresé donde sus huevos y mientras me los comía, le metía varios dedos en su culo. Al tío no le gustó aquello, pero tuvo que joderse y nunca mejor dicho.

Marisa ya estaba comiéndole la polla a Manuela, algo que nunca había probado y por lo que parecía, le estaba gustando no solo a ella, sino a la propia Manuela. Mi separación de aquellas dos no iba a ser tan traumática como había pensado, iluso de mí.

La lengua de Marisa recorría toda la vagina y hasta la polla del padre de su amiga, pero volviendo siempre a la polla de su amiga hasta que Manuela se corrió en su garganta, tragando muy bien aquel regalo de los dioses.

Atrás yo me había sacado los pantalones y calzoncillos y como alguien tenía que mamármela para que me la pusiera a tono, con un gesto invité al viejo. Tragó saliva varias veces, pero al final giró la cabeza y se zampó mi polla. Lo hacía de pena, pero me la dejó bien dura. Un condón saqué de mi bolsillo de la camisa que aún llevaba encima y me lo puse rápidamente.

Sin más preámbulos, le coloqué su culo y disparé mi polla encapuchada, enterrándole la polla hasta los huevos. El tío dio un grito seco, pero ni caso. Como no se soltaban, me dediqué por entero a follarme aquel nuevo culo de mi lista de enculados varones.

La follada duraba y el enculador padre se follaba a su hija, así hasta que me corrí, para luego el viejo correrse en el culo de la hija, desinflándose su polla, para de inmediato, separarse padre e hija, pero no yo del viejo, que tuve que hacerlo voluntariamente o me la partía el muy cabronazo.

. - oh, gracias a Dios. Al fin liberada –dijo Manuela, casi desmayándose-.

El padre se interesó por su hija, qué menos.

. - hija, cuánto lo siento.

. - papi, no ha sido culpa de nadie, son cosas que pasan. Ahora déjame sola con mis amigos.

. - sí, cariño. Pero si pudieras no decirle nada de esto a mamá…

. - no te preocupes, nada sabrá por mí.

. - gracias, corazón –le dio un beso en la frente y salió con la ropa tapándose sus vergüenzas, para irse a su habitación y luego al baño-.

Llamé a Marisa a un aparte y le hablé al oído que no dijera nada a Manuela de nuestra separación, pues no era el momento adecuado, mañana volvería y se lo diría personalmente. Marisa asintió. Luego volvimos con Manuela y le dimos un calmante y una crema vaginal para los dolores, todo ello a posteriori de una ducha fría en sus partes. Después la acostamos. Marisa se quedó con ella y yo me marché, nada más podía hacer ya allí.

Dos días después hablé con las dos juntas, segundos después de habérmelas follado a ambas. Como pensé, Marisa ya había hablado con su amiga y no fue tan traumática la separación, pues ella tenía una buena polla y lo que necesitaba Marisa era tenerla dentro de ella día sí y día también y Manuela, como estaba por la labor de usarla en su amiga, pues eso, que tan contentas las dos. encima, el padre de Manuela, a escondidas de su esposa, le daba polla tanto a una, como a otra. Pero claro, al final, se enteró la madre y allí ardió Troya. Pero esa es otra historia, que, a mí, ni fu, ni fa. Por lo tanto, este asunto lo tenía finiquitado, vayamos al otro.

Hablé con la familia farmacéutica y dejé meridianamente claro que solo tendría relación sexual con Sabrina y nadie más, ni con los vecinos siquiera o mi salud estaría en peligro, pues no solo estaban ellos. Intentaron disuadirme, pero me puse firme y acabaron aceptando, no tenían otros cojones. Asunto finiquitado también y vayamos por el tercero.

A la familia de Alicia y Marcos, más de lo mismo. Aunque no acabé por follarme al viejo, sí a media casa. Lo mismo que con los farmacéuticos, les eché la llorona de que mi salud se estaba resintiendo y los estudios también. Acabaron dándome la razón y solo follaría con sus hijos y nadie más. Eso sí, los achuchones no iba a dejarlos por ahora, sobre todo a la vaca gorda de la madre, a la cual le sacaba un pecho y no me cansaba de mamarlo, incluso delante del padre al que, ahora sí, le daría unas mamadas, pero nada de enculamientos en mi culo, ni en el suyo. Todo fuera por la paz familiar. Esto último también con los padres de Sabrina, comida de tetas, coños, pollas y nada más.

Con el correr del tiempo, mis apadrinados corredores de fondo, Alicia, Marcos y Sabrina fueron mejorando en su salud. Los gordos adelgazando y la flaca, todo lo contrario.

El día que cerré el chiringuito de los ejercicios por sexo al ingresar en la universidad, los chicos habían cambiado drásticamente. No habían cogido el peso ideal, ni de lejos, pero ni punto de comparación a como estaban al empezar.

Hice fiestas sexuales por separado con las dos familias y sí, ese día me los pasé a todo el que pude por la piedra, pues un día es un día.

En agradecimiento, los ricos gordos, ayudaron mucho en el pago de mis gastos universitarios, pese a la reticencia inicial de mis padres, pero viendo el trabajo que hice con sus hijos acabaron cediendo. Los de la farmacia ayudaron también en lo que pudieron, aportándome algo de dinero extra, cosa que agradecí profundamente a base de polla, mucha polla.

Solo esperaba de aquellos tres que no volvieran a las andadas y se olvidaran de todo lo ganado hasta el momento y de nuevo estar gordos unos y flaca la otra.

En casa también hice fiesta sexual con los viejos por mi partida, pues tardaría un tiempo en volver a tenerla dentro de cualquiera de ellos.

El preñamiento de mamá iba viento en popa y su enculado diario, era muy sabroso y satisfactorio para un servidor como el de las últimas fechas, no en vano sus pechos aumentaban a ojos vista, y yo, que soy un gran mamador de pezones, me lo pasaba de puta madre disfrutándolos a todas horas. Horas que llegaron a su fin cuando ingresé en la universidad.


Mis estudios principales en la universidad iban a ser matemáticas puras, para dedicarme a la enseñanza, aparte de mi gran pasión, la informática. Si unía los estudios de informática avanzada con las matemáticas, tendría un campo más extenso en el que desarrollarme profesionalmente, pues la programación estaba muy solicitada y la parte teórico-práctico más aún.

Eso sí, al principio tendría que aguantarme y estudiar lo que me pusieran por delante, ya luego me inscribiría en mis materias específicas cuando tocara, no antes.

Ya estoy en la universidad, por fin. El dinero de los padres de Alicia y de Sabrina me está sirviendo para ocupar una habitación compartida dentro de la universidad. Era sencilla en sí misma, pero completa para las necesidades del día a día de un estudiante como yo sin muchas pretensiones. Elegí la cama de la derecha, la otra para mi acompañante en este primer tramo de universidad.

Decidí darme una ducha, pues el día había sido ajetreado con eso de ir inscribirme e ir de aquí para allá. Todos los nuevos alumnos estaban nerviosos y yo no era una excepción. Ya dentro y enjabonado, tocaron en la puerta, debía ser la persona que iba a ocupar la otra cama, persona que desconocía hasta su sexo.

Medio enjabonado aún, me puse una toalla alrededor de la cintura y salí a abrir. La chica que había tocado, una latina sin duda, se quedó pasmada al verme. No sé si por estar con la toalla todo mojado y algo de espuma aun en la cabeza o por no esperar que fuera la persona que pensaba encontrarse.

. - ¿eres un chico?

. - ¿cómo dices? –me chocó la pregunta, viéndome delante. ¿Sería ciega?, no lo parecía-.

. - eres un chico –dijo la chica esta vez sin preguntar, como confirmando lo obvio. Era algo rellenita sin pasarse mucho y con una delantera que no me disgustaba para nada. Sus pezones se clavaban en su jersey verde y morado-.

. - ¿eres de la once?

. - ¿como?

. - ¿que si eres ciega?

. - no, ¿por qué?

. - ¿no ves que soy un chico?

. - sí, ya lo sé. Pero no esperaba que fueras un chico.

. - oye, para ya. Me estás mareando con tus frasecitas sin sentido. Estoy a medio duchar, ¿Qué quieres?

. - venía a ocupar la habitación asignada, pero pensé que me habían puesto con otra chica y tú no lo eres.

. - no, lo soy y gracias a Dios. Eso de la regla y parir, como que no me veo yo...

. - muy chistoso. Perdona, voy a informarme mejor. A lo mejor me he equivocado de cuarto –dijo mirando el número de la puerta. Le miré por encima el papel que traía y coincidían ambos números-.

. - desde luego es el mismo número. Bueno, ¿entras o te vas?, quiero terminar de ducharme. Me gusta oler a limpio y que a las chicas se les caiga las bragas de solo olerme.

. - sí, ya veo. Disculpa, ya me voy.

. - tú misma. Adiós.

. - adiós.

Cerré y me regresé al baño y me metí de nuevo en la ducha y vuelta a empezar a lavarme. Esta vez dejé correr el agua caliente. Así hasta que me cansé y secándome, me salí en pelotas y me vestí. Daría una vuelta por el campus para ir conociéndolo un poco.

La universidad era una enorme ciudad y una de las principales fábricas de futuros parados. Solo esperaba no ser yo uno más de esos parados de larga duración, como los llaman en las oficinas del paro.

Estuve por las diferentes facultades, pasillos por aquí, pasillos por allí. Aquello era la leche de grande. Gracias al pequeño mapa que me habían dado, que, si no, me pierdo.

Cuando me cansé de deambular, me fui a un bar cercano y allí me senté en una mesa mientras me tomaba algo.

. - perdona –oí que decían cerca de mí. Me giré y allí estaba la latina de buena delantera-.

. - ah, tú otra vez. Si vas a volver a marearme con frases imposibles, olvídame.

. - no, perdona, pero debo regresar de nuevo.

. - ¿A dónde?, ¿a tu país?

. - oye, que soy española, no te pases.

. - con ese acento argentino, ya me extrañaría a mí que lo fueras.

. - Mis padres son españoles y vivieron en Argentina donde me crié. Hasta hace unos meses que regresamos.

. - lo que tú digas. ¿Qué decías de regresar de nuevo?

. - soy tu nueva compañera de piso.

. - ah, ¿pero no ibas a informarte mejor?

. - y lo hice, pero no hay más pisos libres y, o lo comparto contigo o me lo tengo que buscar fuera del campus y he decidido convivir contigo.

. - eres muy amable quedándote conmigo.

. - perdona, pero hubiera preferido convivir con una chica.

. - y yo también, pero, ¿qué le vamos a hacer?

. - ¿eso qué es?, ¿un chiste otra vez?

. - no, solo un comentario.

. - bueno, ¿entonces…?

. - entonces nada. Estoy tomando algo. Siéntate y pediré algo para ti, se te ve cansada.

. - lo estoy, pero quisiera llegar y darme una ducha y descansar en la habitación, si no te importa.

. - tú misma –dije sacando la pareja de llaves que me habían dado, con la orden de entregar la otra a mi compañero de piso y como era aquella chica, pues eso- toma tu llave, espero que no seas de las que les gusta hurgar en las cosas de los demás-.

. - no, para nada y lo mismo digo yo.

. - de mí no tendrás queja, prefiero no saber. Vive y deja vivir, ese es mi lema y tengo otro también, favor con favor, se paga-.

La chica se fue con la llave, desapareciendo de mi vista. Yo me quedé allí, aún estaba cansado del pateo.

. - ¿eres nuevo aquí? –me dijo un chicarrón algún año más que yo. Era todo músculo el tío-.

. - si. ¿Y tú?

. - ¿me puedo sentar?

. - siéntate.

. - sí, yo también soy un recién llegado. Esto es enorme y está lleno de capullos.

. - ¿por qué lo dices?

. - quise pedirle a un veterano una información de donde estaba cierto edificio y casi me aostia el tío. Ni que me hubiera cagado en su madre en su cara.

. - siempre hay tíos como esos en todas partes.

. - sí, es verdad. ¿Tienes amigos o conocidos en el campus?

. - no, a nadie que yo sepa.

. - ¿te parece si unimos fuerzas y…?

. - ¿qué estás buscando?, ¿a uno que te ayude a darle mamporros a alguien?, conmigo no cuentes.

. - no, todo lo contrario. Defendernos de tíos camorristas. Haciendo piña los dos. Contra dos es menos probable que se metan.

. - ¿qué te pasa?, ¿ya se habían metido contigo antes de hacerlo ese capullo que me has dicho?

. - la verdad es que sí.

. - ¿pero si eres todo musculo?, ¿Quién se va a atrever a meterse contigo?

. - no se lo digas a nadie, pero esto es pura fachada. Soy un cobarde que se caga si me hacen frente. Por eso voy tanto a gimnasios, para ganar musculatura, pero mi cerebro sigue siendo el mismo que antes.

. - eso es que tienes la estima personal muy baja. Si alguien te insulta, le das una ostia y seguro que sale corriendo.

. - no soy de dar ostias a nadie.

. - pues entonces la tienes clara como se metan contigo y te cojan ojeriza.

. - ¿y tú no puedes ser mi amigo y defenderme si fuera el caso?

. - yo he venido a estudiar y no a trabajar de guardaespaldas privado.

. - ya lo supongo, pero si pudiera estar cerca de ti el mayor tiempo posible…

. - que tendría que cobrarte.

. - y yo te pagaría con gusto.

. - pero yo cobro en carne.

. - quieres decir…

. - eso mismo.

. - entonces eres…

. - no, pero me va tanto la carne, como el pescado. No me importa quién me dé placer, mientras me lo den y tú debes tener una buena pieza ahí abajo. Seguro que esa sí ha crecido con el resto de tu cuerpo.

. - ya. Entonces creo que paso. Perdona si te he molestado.

. - nada y cuídate. Y acuérdate, hazles frente con dos cojones.

. - no sé yo. Bueno, hasta la vista.

. - hasta la vista.

Metí la llave en la cerradura y entré. Allí estaba la chica sentada en la cama mientras se pinchaba con una aguja un muslo.

Ella se tapó el muslo y quitó la jeringuilla.

. - no es lo que piensas –dijo ella, con una toalla en la cabeza y otra alrededor tapándole lo justo.

. - ¿sabes lo que pienso?, ¿cómo es eso? –dije sentándome en mi cama-.

. - no soy adicta a las drogas si es eso lo que piensas.

. - yo no pienso nada. Recuerda mi lema, vive y deja vivir. Ten cuidado donde las pones, no quisiera pincharme un día que vaya descalzo.

. - no te preocupes, una vez las uso, las tirare en la papelera del baño. Además, una vez usadas, les pongo la capucha y no se puede uno pinchar accidentalmente. ¿No quieres saber por qué me inyecto?

. - ¿te recuerdo mi lema?

. - no hace falta, ya me lo has dicho dos veces.

. - buena chica. ¿Podemos hablar de lo que hará cada uno y de lo que no hará con respecto al palacio donde vamos a convivir?

. - ¿te refieres con respecto al piso?

. - exacto. Mira que eres un lince.

. - adelante, di lo que quieras –dijo ella dando la vuelta a su cama y sentándose frente a mí, con las piernas bien cerradas-.

. - yo había pensado en turnarnos en las comidas y la limpieza del piso y pagarlo todo a medias.

. - me parece bien.

. - ¿te parece bien?, ¿no vas a decir algo en contra?

. - no, lo veo bien. Todo al Fifty-fifty.

. - perfecto. ¿Has comido algo?

. - ¿te estás preocupando por mi salud? –medio sonrió ella-.

. - no, solo me estoy preocupando por el cincuenta por ciento restante del piso. Si caes enferma, tendré que hacer de niñera y eso sí afectará al rendimiento de mis estudios. Que lo haré, no te preocupes, pero que afectará, no lo dudes.

. - bueno, visto así, hasta tienes razón. A la pregunta de si he comido, pues no, pero ya es tarde para salir de nuevo y la despensa está vacía.

. - te dije que te tomaras algo allá en el bar, pero no quisiste. ¿Quieres que vaya a buscarte un bocata de algo?, ya mañana iremos de compras.

. - te lo agradezco, pero no es necesario. Tengo algunas chuches que me sacarán esta noche de apuros.

. - pues yo que tú, las echaba a la basura.

. - ¿tan gorda me ves? –se señaló- algunos kilos me sobran, pero…-.

. - no, disculpa. Solo era un comentario. Me cambio y me acuesto, estoy molido de tanto pateo.

. - yo también lo haré.

Cogí la parte inferior del pijama y fui al baño. Hice mis necesidades y salí con él puesto.

. - buenas noches –dije-.

. - buenas noches –dijo ella ya acostada. La toalla que le ocultaba sus partes estaba en una silla. Estaba bajo la manta desnuda, joooder-.

. - ¿duermes en pelotas?

. - sí, me gusta dormir desnuda. ¿Te incomoda?

. - no, para nada. Tú misma.

(Parte 8 de 11)

FIN