Favor, con favor, se paga (5)
Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas. Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna..., Groucho Marx. Relato en 11 trozos.
FAVOR, CON FAVOR, SE PAGA
(5-11)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados.
Ángela asintió, sonriendo.
. - Dios, como te habrá dolido.
. - lo puedes jurar, pero lo volvería hacer. Es lo que más les gusta a ellos, los chicos. Calla, ahí viene.
. - ¿no estaréis hablando de mí otra vez?
. - no, que va. Hablamos de lo guapo que es ese actor de allí –dijo señalando a uno que intervenía en la película lacrimógena-.
. - sí y yo voy y me lo creo. Vamos a tomarnos algo, aún falta un buen rato. Agárrate a mí, Ángela, no vayamos a tener que recogerte con una pala.
. - de eso nada, chato. Cada vez estoy más fuerte.
. - aun así, coge mi brazo, que, si no, tu madre me mata.
. - eso sí, mamá es muy suya.
Elegimos un pub cercano y allí nos tomamos un refresco.
. - ¿cuánto tiempo tenemos, Angelita de mis amores?
. - a las diez vendrá a buscarme mamá.
. - llámala y dile que nosotros te llevamos a casa, así no estará pendiente de ti.
. - ¿lo harías?
. - ¿no lo hice la otra vez?
. - sí, es verdad. Eres un cielo, mi amor –me cogió la boca y se me morreó delante de Sabrina, yo no me quedé atrás, apretándole su pecho sano y visto por la anoréxica-.
. - ¿has visto, Sabrina?, éste es Salvador, siempre dispuesto a ayudar a las huerfanitas.
. - y a morrearse a las primeras de cambio –añadió la flacucha-.
. - espabila. No esperes que Salvador te bese, besalo tú también a él, ¿a qué te gusta que tengamos iniciativas, querido?
. - hazle caso, Sabrina. Que no todo tenga que hacerlo yo, sorpréndeme como lo hace esta cabrona de Ángela. Eso nos gusta a los chicos. Mírala ahí, estaba de lo más negativa cuando la vi por primera vez y ahora es todo un torbellino queriéndome comer vivo delante de todo el mundo.
. - es que estás para comerte, mi amor –dijo y de nuevo nos comimos la boca y de nuevo le sobé la teta-.
Según terminamos, Sabrina me tomó la palabra literalmente y se me morreó, bueno si a aquello se le podía llamársele morreo, metiéndome mano al paquete al mismo tiempo. Una vez nos separamos, sonreí.
. - ¿has visto lo que ha hecho tu amiga Sabrina?, aparte de morrearse conmigo, me ha metido mano al paquete.
. - coño, pues sí que aprendes rápido. Sabrina, Sabrina.
. - ¿no debí hacerlo?, ¿es muy pronto?, a lo del paquete, me refiero.
. - no se debe hacer cuando hay demasiados mirones a tu alrededor, pues ahora tendrás a Salvador todo el rato empalmado y como comprenderás, ahora deberás hacer que le baje la hinchazón.
. - ¿y cómo se hace eso?
. - ¿no lo sabes? –dijo Ángela sonriendo- sí, estás verde aún. Díselo, Salvador. Si no lo hace ella, lo tendré que hacer yo.
. - luego en el cine me tendrás que hacer una felación, lo que siempre se ha dicho una mamada llana y lisamente y tragarte mi corrida. No puedes hacer que me corra y me llene de semen, estaría feo.
. - no, Dios mío. Yo nunca he hecho tal cosa
. - no te preocupes, aquí tu amiga las sabe hacer a las mil maravillas –dije poniéndole mi mano sobre la parte interior de su muslo más cercano. Ella cerró las piernas, apretándome la mano-.
. - ¿serías capaz de hacerlo ahí dentro?
. - ¿a mi Salvador?, lo que haga falta. Favor con favor, se paga, cariño –sonrió ella-.
Ángela cogió el móvil, llamó a su casa y habló con su madre. Luego me pasó el aparato.
. - hola, soy Salvador.
. - hola, cariño. Que me ha dicho Ángela que la traerás a casa.
. - sí, me la encontré aquí tan sola en una esquina y me dije, ¿por qué no hacerle un favor y hacerme cargo de la pobrecita? –Ángela me dio un golpe en el hombro, Sabrina sonrió de lo normal que parecía aquello entre los dos y la madre de Ángela-.
. - no estáis solos, ¿verdad?
. - no -dije mirando a Sabrina a los ojos- estoy con una preciosa mandinga africana. Le estaba poniendo los cuernos a tu hija y nos cogió in fraganti la muy jodida-.
. - mira cómo eres. Bueno, que disfrutes la velada con las dos y no me la traigas muy tarde, por favor, ya sabes lo que se cansa.
. - ya estamos otra vez con que se cansa, pues no la he visto nada cansada, antes me dio un golpe en un hombro que casi me tira al suelo. Ángela estará muy bien conmigo, no te preocupes, mujer.
. - lo sé, por eso te la dejo sabiendo que la cuidarás por mí. Mira, así aprovecharé para salir a casa de una amiga para ponerme al día de los últimos chismes.
. - y harás bien. Ve tranquila, yo me encargo de la cabrona de tu hija.
. - vale, un beso donde tú ya sabes.
. - y otro para ti.
Le entregué el móvil a su dueña.
. - joder, como tú no pagas el teléfono de casa… -dijo Ángela-.
. - no seas tacaña, estaba siendo amable con tu madre.
. - lo sé, mi amor –nuevo morreo y nuevo sobeo-.
. - qué bien que te lleves tan bien con la madre con quien tienes relaciones sexuales –dijo Sabrina-.
. - así es Salvador. Conquista a la hija, a la madre y al espíritu santo si se le pone por delante, ¿verdad, cabronazo?
. - don de gente que tiene uno. ¿Qué tal son tus padres, Sabrina?
. - unos padres que me quieren mucho. Aunque a veces me sobreprotegen, así que, si me haces daño, te las verás con ellos.
. - ésta aún no me conoce, Ángela.
. - no, creo que no. Pero si dura lo que yo, ya te conocerá, ya –rio la jodida-.
. - ¿nos vamos ya?, se acerca la hora de la proyección –dije colocándome la polla antes de levantarme-.
. - ¿a qué estás empalmado? –dijo Ángela para joder la marrana-.
. - calla, coño. Esas cosas no se preguntan a un caballero como yo –los tres reímos, pero efectivamente, confirmaron el empalme de caballo que llevaba encima-.
Como siempre que voy al cine, pido los asientos de la punta de atrás, en su parte central y allí colocamos nuestras posaderas.
Como iba primero, me senté en medio, que no soy tonto, colocando a las chicas a ambos lados de mí. Teníamos una visión perfecta de la sala y de la misma pantalla.
Ya antes de que se apagaran, Sabrina supo cómo iba a ir la cosa. Rodeé ambos cuellos y atraje sus caras besándolas con lengua sin recato. Ellas respondieron, sobre todo Ángela, que ya estaba hecha al paño y estaba más caliente que Sabrina, su primera salida con un servidor. Luego Sabrina apoyó su cabeza en mi hombro, imitando a Ángela. La sala, por supuesto, vaciá y es que aquel petardo, no la veía ni Dios. Solo unos pocos y bien lejos de nosotros, eran los escasos espectadores que pagaron por ver aquel bodrio de película.
La proyección comenzó y comenzó el baile con mis dos chicas. Los morreos se sucedieron con ambas y claro, Ángela fue la más rápida sacándome el miembro viril que salió a coger aire. Ella misma le cogió la mano a Sabrina y se la puso encima de mi polla. Casi le da algo a la pobre chica, pues estaba bien dura y ardiendo, así que la volvió a soltar.
Yo le tomé la mano y se la volví a poner sobre mi miembro, para después dedicarme en exclusiva a Ángela, a la que me comí a lengüetazos, mientras profundizaba en busca de su pecho sano, que encontré rápidamente, no en balde, Ángela me daba facilidades en su búsqueda.
Se lo mamé, así como a su no-pecho también, con una Sabrina indecisa sin saber qué hacer con una cosa como aquella en su mano. Así que tuve que darle una idea y sin soltar el pecho sano de Ángela, comencé a pajearme la polla con su mano, luego se la volví a dejar y continuar, esta vez usando mi mano para metérsela a Ángela bajo sus bragas y hacer que gimiera insonoramente, pues su boca y la mía eran una.
Sabrina, nerviosa de que la estuvieran mirando, que podía ser o no, comenzó tímidamente a hacerme la paja.
Viendo como devoraba a Ángela y le metía mano desaforadamente, se hartó de ser la segundona y se lio la manta a la cabeza y se inclinó hacia adelante, metiéndose mi polla en su boca. Aquella era la primera polla que se tragaba y estaba ardiendo.
Poco a poco su nerviosismo inicial se convirtió en deseo carnal por satisfacerse y satisfacerme orgásmicamente.
Conseguido que la chica se desinhibiera, sonreí en la oscuridad de la sala. Así que dejé de devorar a Ángela y me senté bien, disfrutando de la mamada de la negrita anoréxica.
La siguiente parte y no fue fácil, era hacer que dejara de comerme la polla. Una vez conseguido, un morreo decente con su boca, donde mi lengua le recorrió todas las cavidades maxilares, dio comienzo al siguiente capítulo, explorarla con mi mano libre, la derecha.
Ángela, que no perdía una, ya tenía mi tranca en su boca y me la comía que era un gusto tenerla allí abajo.
Con mi mano en el pecho de Sabrina, le desabotoné un par de botones en busca de algo parecido a unos pechos. Si digo que los encontré, mentiría. Lo más, algo semejante a dos botones extras pegados a su piel que apreté con dos dedos cada uno, jugando con ellos.
Sabrina se corrió de gusto y disgusto al mismo tiempo, pues de gusto por el hecho en sí de estar siendo sobada por primera vez en su puta vida y disgusto por no tener más cantidad de donde se pudiera agarrar uno, como con Ángela, que, aunque tenía un solo pecho, eran como una montaña al lado de los dos de ella.
Cuando abandoné sus micro-pechos, y sin dejar de comerme su boca, mi mano se fue a los bajos de la chica. Ella me frenó al sentir que sus bragas estaban siendo sobrepasadas. Me pare allí, sin sacar la mano aún.
En vista de que por abajo no podía seguir, apreté mis labios a los suyos y aumenté la cantidad de hambre por su boca. Entonces, ella misma me introdujo la mano bajo sus bragas y me dejó allí con libertad de movimientos.
Su vagina, nada del otro mundo, exploré hasta encontrarle su clítoris, sabiéndolo más que por otra cosa porque se tensó y se contorsionó, pues no era como el de Ángela, saliente y reconocible.
Con mi dedo en el punto adecuado, estuve un buen rato haciéndola correrse a gusto. Pero como Ángela no había soltado mi tranca en ningún momento, la lechada ya estaba a puntito, así que dejé a Sabrina su boca y su coño en paz, para, mientras me llevaba los dedos a la boca y saborear sus flujos vaginales, apartar a Ángela de mi rabo y colocar a su amiga en su lugar.
Ángela sabía que no debía ser avariciosa y dejar que su amiga se tomara la primera lechita de la noche, que ya habría más sin duda.
Mamando y mamando mi negrita, me orgasmeé en su boca y ante la acción de salirse y dejarme echo una mierda de enlechada mis partes, le mantuve la cabeza hasta que noté que no se perdía nada y se la tragaba toda. Luego dejé que se separara de mi polla y de nuevo me comí su boca y aledaños, buscando y encontrando algo de mi corrida, mientras Ángela iba en busca de los restos, que encontró sin duda, con una mamada limpiadora que agradecí. Luego y ella misma, se sacó un papel desechable y me limpió el rabo, para guardármelo yo mismo, mientras terminaba de besar a una anonadada, pero cumplidora Sabrina.
Los siguientes 40 minutos los pasamos viendo la película, un petardo de cuidado según mi criterio, pero que no desaproveché para estar jugando todo el rato con sus entrepiernas, mientras ellas descansaban en mis hombros.
Acabaron súper corridas antes de que mi polla volviera por sus fueros, siendo mamada por ambas esta vez sin que yo interviniera para nada. Solo al final Sabrina supo ser una dama y dejar que Ángela se tomara mi corrida lechera y ella ser la encargada de la limpieza final de mi herramienta. Así, hasta finalizar la película, que más que película, era un bodrio que no valía las perras que había costado hacerla.
Una vez salimos de la sala, ellas se fueron a los baños de damas y yo al de caballero, pues necesitaba echar una buena meada. Ellas, pues lo que les diera la gana, como si querían hacerse una comida de coño allí mismo.
Una vez salieron, nos besamos como tres tortolitos y de camino a una tasca cualquiera a tomar algo, me sorprendieron un par de conocidas compañeras de instituto.
. - hola, Salvador, ¿cómo tú por aquí? –dijo Marisa junto a su sempiterna amiga Manuela-.
. - chicas, qué agradable sorpresa verlas por aquí también. ¿No me dais un beso?
. - creí que… -dijo una cortada Marisa, cosa rara en ella, siempre tan salida-.
. - dádmelo y dejaros de tonterías.
Yo mismo me acerqué a ellas y nos dimos un morreo y su sobeo correspondiente. Primero a una y luego a la otra.
. - chicas –les dije a Sabrina y Ángela, ambas, expectativas- os presento a dos amigas muy íntimas de mi instituto, Marisa y Manuela. Marisa, Manuela, ellas son Sabrina y Ángela, también amigas íntimas como vosotras.
Las chicas se besaron, aunque no muy alegres ellas, pues eran rivales sexualmente.
. - ¿nos estás poniendo los cuernos, Salvador? –dijo Marisa entre broma y no broma-.
. - podrías verlo de ésta otra manera. Les estoy poniendo los cuernos a ellas con vosotras dos, así que no sé yo quien pone los cuernos a quien. No seáis avariciosas, me tenéis en el instituto, ellas me tienen fuera de él. Si no deseáis compartirme, ya sabéis lo que tenéis que hacer, dadme la patada.
. - no, eso no, Salvador –dijo Manuela hablando por primera vez- eso no. Te compartiré si así lo quieres, pero no me dejes ahora.
. - no te dejaré, cariño –le dije besando sus labios y su frente- Mira, ahora estoy con ellas y no voy a dejarlas, mañana nos vemos, ¿os parece?
. - vale –dijo Marisa comiéndome la boca y yo sobándola bien sobada-.
Manuela también se me comió la boca y también la sobé bien. Luego se despidieron de las chicas y se fueron.
. - lo siento, chicas. Ya os lo dije, no me caso con nadie.
. - ¿qué se puede hacer con un cafre como éste, Sabrina?
. - ¿comérnoslo a besos?
. - sí, será lo mejor –dijo poniéndolo en práctica Ángela. Luego lo hizo Sabrina. Así, todos contentos entramos en una tasca-.
Pedí unas papas fritas para todos y sus respectivos refrescos. Más un poco de mojo verde de lata para Sabrina.
. - Salvador, cariño –dijo Ángela-.
. - dime.
. - ¿por qué no dejamos antes a Sabrina en su casa y luego tu yo en la mía…?
. - no sé si sería adecuado, Ángela. Vine en primer lugar con ella –dije mirando a Sabrina y ésta a mí-.
. - ¿y si te deja primero a ti en tu casa y luego a mí en la mía?
. - Sabrina, yo quisiera estar un poco más íntimamente con Salvador. No sé si me entiendes.
. - ¿más aún que en el cine?
. - bah, mucho más, sin duda, mucho más.
. - ah, ya entiendo. ¿Y si yo quiero también un poco más de cariño?
. - que te diría qué lo olvidases. No tienes el cuerpo, ni la mente aun preparada para ello –le dijo su amiga-.
. - ¿y tú sí?
. - ¿dile cuantas veces lo hemos hecho ya, Salvador?
. - no hagas preguntas impertinentes, Ángela, por favor, que no te voy a responder. Sé un poco más respetuosa con Sabrina.
. - perdona, tienes razón, no es un lenguaje de señoritas. Aunque me reafirmo en lo dicho, Sabrina. Tu pequeño cuerpo no resistiría el miembro de Salvador. Ya sabes el tamaño que se gasta nuestro chico.
. - en eso tiene razón Ángela, Sabrina. Ni siquiera lo intentaré, no puede ser y no lo haré. Te haría demasiado daño y no tengo ganas de hacértelo. Hasta sería peligroso, si me apuras un poco.
. - pero, ¿y si yo te lo pido como experimento? Solo la puntita, si me duele mucho, pues te diré que pares.
. - ¿no te das cuenta que no puede ser, cariño?, además, no todo es penetración. Si no, léete un buen libro sobre sexo y lo verás.
. - ¿y qué tengo que hacer entonces?, ¿esperar?
. - sí, esperar a ponerte bien. Cuando lo estés, me lo pides de nuevo y estaré gustoso de hacerlo.
. - ¿y sin usar tu miembro?, ¿podríamos hacer algo más?
. - sí, supongo que sí.
. - entonces deseo ese algo más. Y si es esta noche, mucho mejor. A lo mejor no te vuelvo a ver más el pelo.
. - por mí no será, Sabrina. Me gustas y no tengo intención de alejarme de ti. En cuanto a ese plus qué pides, lo podríamos hacer en casa de Ángela, si Ángela y su madre lo permiten.
. - por mí no hay problema, así lo haremos también tú y yo, aun delante de Sabrina. Lo de mamá, con decirle que no nos moleste en un tiempo razonable…
. - mejor todavía. Me dijo que iría a casa de una amiga a cotillear un poco. Le llamo y le digo que no vuelva a casa en digamos, hora y media. Así, cuando regrese, Sabrina y yo ya no estaremos.
. - ¿y que le dirás a la señora Adelaida para que se retrase tanto? –peguntó Sabrina-.
. - que su hija y yo vamos a tener sexo y si le importaría no regresar en hora y media.
. - ¿y ya está?
. - sí, mi madre es muy comprensiva conmigo y con Salvador. Sabe que lo tengo fatal para durar mucho y me permite hacérmelo en casa, que es donde más seguro y limpio se está.
. - vaya, si le digo eso a mamá o a papá, me devuelven a África a un campamento de la ONU.
. - no si te quieren tanto, como has dicho –dije- por cierto, ¿a qué horas dijiste que regresarías a casa, Sabrina?
. - después de la película.
. - eso es prácticamente ya.
. - los llamo y le digo que me demoraré una hora más, porque me has llevado a bailar.
. - podría colar, ¿tú que dices, Ángela?
. - me parece bien. ¿Llamo a mamá entonces? –dijo Ángela- ¿o la llamas tú?
. - la llamo yo, me hice responsable de ti ante ella.
. - este es mi chico, pero que bien lo vamos a pasar esta noche –dijo besándome-.
. - joder, que suerte tienes, cabrona –dijo Sabrina-.
. - no jodas, Sabrina, que me quedan dos telediarios.
. - sí, perdona, tienes razón.
Me levanté de la silla y me fui a un aparte a llamar a Adelaida. Me lo cogió enseguida no fuera algo importante con respecto a su hija, como así era o casi.
. - hola, cariño, soy Salvador.
. - hola, Salvador, ¿ocurre algo? –dijo neutralmente, como si no estuviera sola-
. - ¿tienes gente a tu lado?
. - sí –fue su escueta respuesta-.
. - entiendo. Bueno, tu hija está perfectamente. Te llamo porque tu hija y mi amiga se han puesto de acuerdo para tener sexo conmigo las dos en tu casa y quería pedirte el favor de que te demoraras una hora y media antes de regresar, pues la otra chiquita…, ya me comprendes, es un poco tímida y….
. - no tengas problemas, aún tengo para un buen rato más. Dispones de ese tiempo.
. - eres un sol. En cuanto pueda te lo agradeceré como te lo mereces. Un beso.
. - lo mismo digo. Hasta mañana.
. - hasta mañana entonces –colgué y fui hacia la mesa-.
Con una señal, salieron de la mesa y nos marchamos a casa de Ángela.
. - ¿llamaste a tus padres, morena?
. - sí, les dije lo del baile. Me esperan dentro de una hora más o menos.
. - perfecto –dije comiéndome su boca, mientras la apretaba contra mí. Ella me cogía del brazo e íbamos al paso de Ángela, a la que también llevaba cogida de la cintura-.
Una vez llegamos a casa de mi enfermiza chica…
. - chicas, tengo la costumbre de darme una ducha antes y después del acto –les dije-.
. - me gusta, así oleremos mejor todos –dijo la morena y nos encaminamos al baño- pero quisiera darte la sorpresa negativa de enseñarte mi cuerpo anoréxico en la cama, si puede ser.
. - claro, mujer. Ángela, acompáñala y dúchate tú también con ella. Yo lo haré solo.
. - es que yo quería empezar ya.
. - por favor, Ángela, tenemos una hora para ello.
. - vale. La acompaño.
Ambas chicas se metieron en el baño y salieron un cuarto largo de hora después. Iban las dos con una toalla grande tapándoles todo el cuerpo. A Ángela, casualmente , se le cayó hasta el suelo, con una sonrisa de putilla que tiraba para atrás.
. - oh, que fallo –dijo sin agacharse. Tuve que ser yo quien se la alcanzó-.
. - eres de lo que no hay, cabrona –le dije besando sus labios y su pecho después. Luego me metí en el baño y me duché-.
Al rato me llegué con una toalla alrededor de mi cintura donde ellas, la habitación de Ángela, la cual estaba sin la toalla.
. - ¿te gusta lo que ves? –la descerebrada de Ángela se abrió bien de piernas-.
. - mucho.
A Sabrina fui yo quien le quitó la toalla. La verdad es que daba grima aquella chica, y no podía ni mentirle, ni tampoco hacer fuego del árbol caído. Ella apartó la mirada con ojos húmedos.
. - no llores, cariño –dije quitándome la toalla de encima. Mi empalme ya era notorio con ella y ahora sin ella, más aún-.
. - Dios bendito, pero que hermosura, ¿verdad que es muy hermosa, Sabrina? –dijo Ángela alargando ambos brazos para que subiera y la eligiera a ella, antes que nada-.
. - Ángela, no seas maleducada, antes, las invitadas.
. - mierda, vale, pero no te demores.
. - no te demores tú, puedes intervenir cuando quieras –dije cogiéndole la cara a Sabrina y besando sus labios por tiempo indefinido, para de inmediato, disfrutar de sus pechos-botones. Ella gimió y se alzó contorsionándose-.
Ángela me besaba la cara, la espalda, etc., mientras yo lamía cada poro de aquella piel negra azabache que era Sabrina, para luego colocarme perpendicular a su cuerpo, yendo hacia su pubis, un pubis pequeño donde los haya, acorde con el resto de su cuerpo delgado de niña-mujer.
. - me lo prometiste –logró decir ella-.
. - y lo cumpliré, descuida –dije metiendo mi boca en busca del coño perdido-.
. - aaaaaaahhhhhhh, aaaaahhhhh, -gemía ella sin nada que le hiciera callar- aaaaahhhhh, aaaaahhhhh, -seguía ella mientras se contorsionaba-.
Sus jugos vaginales me costaron sacárselos, pero una vez la brecha se abrió, no hubo manera de cerrarla y goteaba como cualquier mujer que se precie, mientras seguía contorsionándose y gimiendo de placer.
. - date la vuelta, por favor.
. - ¿no irás…?
. - no, descuida, anda, porfa.
Se giró sobre sí misma y abriéndole las piernas, busqué y encontré su diminuto ojete a base de lengüetazos, los cuales también le di a la vulva accesible desde atrás. Sus nalgas lamí, para de inmediato meterle un dedito en su culo, saltando ella de la cama y volviendo a caer, pero el dedo no se lo saqué, pues seguí pajeándole su ano, mientras continuaba comiéndome su coñito, que seguía goteando.
El día que alguien la penetrara analmente, se las vería negra para hacerlo, pero lo peor sería el dolor culero que le iba a infligir a la pobre. Esperaba no ser yo, pues su culo para que creciera tardaría años en agrandarse, si es que lo hacía.
. - date la vuelta y disfrútalo en tu boca –dije apoyando mis brazos en el respaldo de la cama. Sabrina me la cogió como si no la conociera de antes y comenzó a mamármela lentamente al principio, para después intentar tragársela toda, consiguiéndolo al final-.
. - Salvador, porfa, que te hace correr esta cabrona. –dijo Ángela desesperada por no ser penetrada, al correrme antes-.
. - tienes razón, Ángela. Sabrina, cariño, ahora le toca a ella.
. - sí, claro. Gracias, lo he pasado de miedo. Si lo llego a saber antes…
. - mejor que no, porque si te encuentras a otro que no hubiera sido Salvador, ahora estarías desvirgada y Dios sabe dónde.
. - posiblemente sea cierto lo que dices. Gracias doblemente, Salvador.
. - no le hagas caso a ésta, hay muchos por ahí como yo. Cariño, haz lo que Ángela, sigue disfrutándome mientras estoy con ella –dije cogiendo a la anfitriona y comiéndomela toda, pecho inexistente incluido-.
Como es lo que quería ella y yo también, la penetré hasta mis huevos y Sabrina, muy atenta a la jugada de lo que pasaba allí abajo.
Ángela gemía fuertemente también, para luego sacársela y darle una comida de coño fenomenal, para luego ella misma, darse la vuelta y ponerse a cuatro patas. Me esperaba dentro de ella, cosa que no demoré ni un segundo, pues estaba que explotaba.
Sus gritos de dolor-placer pusieron los pelos de punta a Sabrina, aun así, no disminuí la follada anal, que iba in crescendo conforme me llegaba la corrida, hasta que se produjo.
Me salí y me corrí en su nalga derecha. Allí me vacié. Luego y sin que se diera la vuelta, pedí a Ángela que me mamara la polla para que me la dejara bien limpita. Luego la invité a tomarse la que le había dejado a Ángela en su trasero.
. - si quieres tomarte mi lechita, ahora es el momento –le dije a Sabrina-.
. - pero la tiene en su nalga...
. - sí, ahí está. ¿Te atreves?
. - pues claro –dijo lamiendo mi leche de una nalga perfecta, hasta que no dejó ni gota.
. - poneros juntas para comeros el coñito de nuevo, chicas.
Así lo hice, saltando de un coño a otro y vuelta a gemir y más orgasmos por parte de ellas. Así hasta que me cansé de comer coño y para que yo me canse de comer algo tan rico, he de comer mucho.
. - bueno, chicas, la cosa a finiquitado por esta noche. ¿Qué te ha parecido Sabrina tu primera experiencia sexual con un blancucho?
. - y con un negro. Eres el primero y gracias por no violarme.
. - no digas eso ni en broma, cariño –dije-.
. - perdona, esa no era la palabra, pero gracias.
. - vale, ahora démonos una buena ducha, tus padres no deben saber que hueles a blanco que tira para atrás –dije cogiéndolas a las dos de la mano y ahora sí, nos fuimos al baño y nos metimos juntos en la ducha hasta que el olor a coño y leche corrida, desapareció.
Nos vestimos Sabrina y yo, con sendos besos a Ángela. El mío fue con sobeo añadido. Después salimos de casa de Adelaida que nos vio partir hacia el parque cercano, luego entró en su casa.
Se fue directamente hacia su hija, a la que vio desnuda en la cocina tomándose un tentempié.
. - ¿estás bien, hija? -dijo preocupada-.
. - más que bien, mamá. Más que bien. Cuánto quiero a ese cabronazo.
. - y yo también, hija.
. - lo sé, mamá y espero que no hagas una locura.
. - ¿por qué lo dices, hija?
. - al sr. Predictor debes esconderlo mejor.
. - mierda, lo siento, hija. Tengo que contarte que…
. - no hace falta mamá. Eres como un libro abierto para mí. Quieres tener un hijo de Salvador.
. - sí, ¿no te gustaría?
. - la verdad es que lo preferiría tener yo, pero como no puede ser, tendré que aguantarme de que lo tengas tú. ¿Lo sabe él?
. - no le gustó que le pidiera que eyaculara en mi vagina.
. - ¿y cuando nazca, si lo hace?
. - le dije que no lo sabría nunca.
. - un poco difícil de ocultar, mamá. Eres su profesora y te ve todos los días.
. - Dios, eso no lo había pensado.
. - el que me vaya a morir te está afectando a las neuronas, madre.
. - ¿y si cojo una plaza fuera de aquí?, seguro que hay vacantes en otros sitios.
. - sería una solución, pero tendríamos que cambiar nuestras vidas.
. - ¿y no lo harías por tener un hermanito?
. - ¿de verdad lo quieres tener, madre?
. - sí, hija. Me aterra quedarme sola.
. - hay otros hombres solteros o viudos por ahí.
. - no, nunca he sido de las que buscan otro hombre. Con tu padre ya tuve suficiente.
. - ¿y Salvador?
. - Salvador es mi tabla de salvación.
. - de acuerdo, madre. Te apoyaré en lo que hagas. La próxima vez te guardaré un poco de semen, ya me entiendes.
. - gracias, hija. Eres un sol –y besó a su hija-.
Del brazo llegamos al parque desde donde habíamos comenzado la cita. No pensaba dejarla allí, sino tomar un poco el aire, luego la llevaría a su casa, pues era bastante tarde. Ella me besaba fuertemente y yo me dejaba querer.
. - ¿cuándo saldremos de nuevo?
. - eso depende.
. - ¿de qué depende?
. - de la báscula.
. - ¿cómo dices?
. - mientras la báscula diga que vas aumentando de peso, nos veremos la siguiente semana, ya sea un día u otro, pero si bajas de peso, no nos veremos más hasta que vuelvas a aumentar.
. - pero eso es un chantaje.
. - un chantaje es lo que tú le haces a tu cuerpo, cariño. Lo hago por ti. Corres peligro y tus padres deben saberlo perfectamente, pues están en una rama de la medicina.
. - ¿y cómo sabrás si subí de peso o bajé?, puedo engañarte.
. - no caerá esa breva, tu madre será la que me llame cada viernes y me lo diga. Si no me llega ninguna llamada de ella, daré por descontado que has subido de peso o no y así podré disponer del fin de semana a mi antojo. Eso sí, si una semana no puedo asistir por cualquier motivo, os lo diré y te compensaré con doble ración de salida en la próxima ocasión.
. - mi madre, no, por favor. Que sea Ángela la jueza.
. - no, no me fío. Será tu madre, que te quiere bien. Además, yo lo comprobaré cuando tenga dudas.
. - coño, Salvador, no me hagas esto. Ahora que estaba tan bien y había disfrutado tanto…
. - pues ponte a currar y come lo que te digan tus padres. De hecho, ahora mismo se lo vamos a decir.
. - no, ahora no.
. - cariño, ¿por qué no empezar desde ya?, así antes estarás conmigo.
. - ¿me prometes por lo más sagrado que si como lo que mamá me pone, no me dejarás luego en la estacada?
. - amor, solo te puedo prometer que no tengo pensado en casarme contigo, solo eso. También que no te dejaré en la estacada como dices, pues como te he dicho, me gustas y me gustas un montón y quiero hacer el amor contigo siempre que pueda, pero que tu cabecita no se invente que vamos a estar toda la vida juntos, porque ahora mismo, ni yo mismo sé lo que voy a hacer, una vez pase a la universidad. Debes decirle a tu cabeza que Salvador es el salvavidas que la vida puso en tu camino y una vez llegas a salvo a la orilla, buscarás otro chico que te merezca más que yo. Ya conociste a las dos del instituto, a ellas también les dije lo mismo que ahora te estoy diciendo a ti y lo comprendieron. Esta es solo una etapa más de nuestras vidas y una vez superada, la siguiente etapa habrá que recorrerla. No sé si mi perorata te ha quedado meridianamente clara.
. - entendí lo del salvavidas que eras para mí.
. - pues eso es lo primordial de mi discurso. Una vez salgas adelante, conseguirás tus objetivos personales con otra persona. ¿Me harás caso, cariño?
. - me costará, pero te juro que lo intentaré ¿Pero tú no me vas a dejar muy pronto?
. - estamos a un tercio del curso, luego marcharé a la universidad. Así que ponte las pilas.
. - me las pondré. Pero recuerda, cuando me ponga bien, quiero que seas tú quien me desvirgue.
. - lo haré, pero no por tu ano como con Ángela. Pasarán años hasta que lo puedas usar si lo quieres para tener sexo y esto no es negociable. Tu vagina sí, porque dilata cantidad.
. - de acuerdo. ¿Tenemos entonces un trato?
. - lo tenemos. Ahora vamos a hablar con tus padres.
. - y que sea lo que Dios quiera.
. - eso mismo.
Del brazo llegamos ante la farmacia de sus padres. Estaba cerrada, ellos vivían encima de la misma.
Sabrina sacó un juego de llaves, metió una y subimos escalera arriba. Cuando metió otra llave en la puerta superior y entramos, dio un grito de aviso.
. - papá, mamá, estoy en casa y vengo con Salvador.
Llegamos ante la salita, allí la pareja estaba viendo la televisión, de la cual fue apagado el sonido. Ambos progenitores se levantaron y se nos acercaron.
. - hola hija, ¿lo habéis pasado bien? –dijo la madre-.
. - sí, gracias, madre. Os presento a Salvador, el chico con el que he estado.
. - tanto gusto señora y señor –dije-.
La madre me dio un casto beso y su marido un saludo también casto. El viejo no dejaba de quitarme el ojo de encima, como escudriñándome cual halcón peregrino en busca de un ratón que zamparse.
. - mamá, papá, quiero seguir saliendo de paseo con Salvador la próxima semana.
. - me parece muy bien, hija. Te sentará bien. No puedes estar todo el santo día encerrada en casa o trabajando en la farmacia.
. - pero tengo un problema.
. - ¿qué problema es ese, hija? –intercedió el padre, mosqueado. Ya lo decía él, se dijo-.
. - no volveremos a estar juntos hasta que no se cumpla un trato que hemos hecho.
. - ¿trato?, ¿de qué trato nos estás hablando, hija?
. - ¿se lo explicas tú, Salvador?
. - de acuerdo. Su hija y yo hemos hecho el trato de volver a salir si engorda, solo si engorda.
. - ¿cómo dices?
. - los cuatro sabemos que Sabrina está demasiado delgada y corre peligro, un peligro que solo con mirarla, cualquiera se da cuenta, y si quiere volver a salir conmigo deberá comer lo que usted le ponga en el plato y así todos los días. Cada viernes su hija se pesará desnuda y usted me llamará si engorda, aunque sea un gramo y prepararemos una salida a la playa, al circo, al cine o donde nos guste a los dos. Si no engorda, no me llame y entenderé que así ha sido y usaré el fin de semana a mi antojo. Más adelante iremos afinando detalles.
Me quedé callado y los padres también.
. - decid algo, por favor –dijo la chiquita-.
. - me ha dejado sin palabras, hija. ¿Tú que dices?, ¿estás dispuesta a intentarlo? Hasta ahora no ha habido manera de que comas bien –dijo su madre-.
. - madre, lo he pasado tan bien con Salvador y mi amiga Ángela, que quiero volver a salir con él. Sí, le prometí que lo intentaría.
. - vaya, lo que hace el amor. ¿Vais a ser novios? –dijo su padre inoportunamente-.
. - no, papá –dijo rápidamente Sabrina- vamos a ser buenos amigos que me llevará con él a ver muchas cosas que me he perdido y si surge el amor, pues bueno -dijo sonriendo-.
. - a mí no me engañas, hija –dijo su madre-.
. - bueno, vale. Me gusta Salvador.
. - y a mí su hija, señora. Pero como le dije, de lo nuestro no va a salir ninguna boda, solo seremos buenos amigos, y haremos cosas que hacen los amigos… íntimos –añadí-.
. - ¿cómo qué? –dijo el viejo que siempre estaba a la que saltaba-.
. - querido, no seas impertinente. Perdónalo, hijo. Es un carcamal que cree que su niña es eso, una niña aún. De acuerdo, en principio estoy de acuerdo con vuestro trato y seré yo quien haga de árbitro con Sabrina.
. - Entonces no hay nada más que decir, debo marcharme ya, que mañana tengo clases.
. - ¿usarás al menos condones? –insistió el viejo-.
. - pero hombre, no seas cafre y no atosigues al único amigo de tu hija –dijo la madre, exasperada por las salidas de su marido-.
. - señor –me dirigí hacia el padre- es pronto para eso y ella lo sabe. Cuando se dé el caso, su hija estará segura, se lo prometo-.
. - tengo tu promesa, recuérdalo.
. - Dios, papá. ¿Me has dado el permiso para tener relaciones sexuales con Salvador?
. - yo solo he hecho una pregunta.
. - ahora no te eches para atrás. ¿Verdad que lo dijo, mamá?
. - tu padre es un redomado idiota. Cuando habla, mete la pata hasta el corvejón. Sí, sí te la dio, pero tened mucha precaución y no lo hagáis a la ligera. Los condones los pongo yo –dijo su madre-.
. - perdonen los dos, pero no habrá coito con su hija de momento. Así se lo dije a ella.
. - pero Salvador, me han dado su permiso.
. - pero no yo. Ya te dije que era pronto para ti y tu cuerpo y no pienso cambiar de idea. Lo hago por ti y por tu salud. No todo es penetración, ya te lo dije. Señora, dele un libro de calidad sobre sexo y que le eche un vistazo. Ella todo lo lleva a la penetración y no es así. No sé si me entiende.
. - como un libro abierto. Hijo, ¿dónde estabas metido?
. - ¿cómo dice señora?
. - nada, cosas mías –dijo besándome en cada carrillo-.
Les anoté el número de mi móvil en un papel de periódico que estaba sobre una mesita.
Luego y ante la mirada atenta de su mujer, el viejo me dio la mano, ahora más efusivamente que antes-.
. - bueno, me voy –dije-.
. - ¿puedo besar a Salvador?
. - claro, mujer. Ya es como de la familia. ¿Verdad querido?
. - claro que sí. Podéis daros un beso de los vuestros, esos interminables.
. - pero este hombre no tiene razón de la medida –miró a su hija con una sonrisa- anda, bésalo como quieras-.
Sabrina se me enganchó y me comió la boca por un buen rato. Tuve que separarme de ella con los brazos o me deja seco allí mismo.
. - nos vemos el fin de semana –dijo Sabrina, henchida de felicidad-.
. - no sé yo, ya veremos –dije sonriendo y me fui hacia la puerta-.
Mientras Sabrina se abrazaba a su padre, la esposa me seguía hasta la puerta. Allí y fuera de la vista de los demás, me hablo de nuevo.
. - Salvador, cuida de mi niña, necesita de muchos cuidados y no la violentes cuando lo hagáis.
. - la cuidaré como se merece un ángel como su hija.
. - gracias, hazlo y sabré agradecértelo como te mereces, hijo –dijo besando mis labios y clavándome sus pechos-.
Tragué saliva y la miré a los ojos, vi cosas maravillosas en ellos. Miré por si hubiera moros en la costa y le bajé la cara y se la besé esta vez a mi gusto, con fuerza inaudita, casi haciéndole daño en los labios. Todo ello mientras le metía mano a uno de sus pechos que estrujé con ganas. No contento con ello, le cogí la mano y se la llevé a mi paquete, que volvía a renacer.
. - con su hija no puedo, pero sí con su madre.
Ella me entendió a la primera y me apretó la polla que se endurecía por momentos. Finalmente le metí mano bajo su larga falda, llegando sin problema a un húmedo coño que me follé durante unos segundos con varios dedos a la vez. Luego le guiñé un ojo y bajé alegremente las escaleras. Por el camino me olí la mano, su coño sabía a gloria bendita.
La madre se corrió patas abajo y se fue al baño de inmediato. Se sentó en la taza y comenzó a hacerse una paja de cuidado pensando que una luz se encendía para su hija y otra para ella también.
Estuve toda la semana haciendo un pequeño programa para usar una webcam a distancia desde mi nuevo y flamante portátil. Grabaría sin ser descubierta, cuando hubiera movimiento frente a ella.
Cuando lo tuve listo, lo copié en un pendrive. Si iba a ser padre, quería saber el desarrollo de los acontecimientos. Aunque no creo que, por una sola descarga vaginal, nadie se quede preñada, aunque existe esa posibilidad.
Adelaida me dijo que no lo sabría nunca y eso no me gusta, pues el mundo da muchas vueltas y si tengo un hijo con ella, quiero saberlo. Que le diga que lo sé, si llegara el caso de que pariera algo mío, aún no lo tengo claro, pero que quiero saberlo, sí que lo tengo muy claro.
La llamada de la farmacéutica no se ha producido, así que doy por sentado que esta semana la chica no ha conseguido su objetivo, algo normal, pues está empezando. Así que me voy a instalarle el programa espía en los ordenadores que tienen Adelaida y su hija en su casa y de paso, aprovecho el tiempo.
Su madre me recibió efusivamente y yo tan contento. Una vez dentro de casa le aparté el albornoz a un lado y allí mismo, me hice dueño de su pecho izquierdo, mientras sobaba el derecho.
. - dejad algo para mí –dijo Ángela llegando de su habitación. Ya no veía por ningún lado la silla de ruedas, mejor que mejor para ella-.
Hice caso omiso y llevé a su madre hacia un sillón y la senté, para de inmediato abrirle el abrigo y meterme de lleno en su chumino recién duchado y oliendo a jazmín. Sus gemidos me excitaron aún más y pronto estuve en pelotas follándomela como un poseso.
Ángela estaba sentada junto a nosotros con sus rodillas recogidas mientras nos veía follar. Al poco se sacó las bragas y allí mismo se metió varios dedos y comenzó a hacerse una paja bien sonora.
Una vez deleitado con el coño materno, pedí se diera la vuelta y para adentro. Su culo me deleité también sodomizándoselo.
. - Salvi, mi amor. Lo quiero en mi vagina.
. - lo siento cariño, pero no. Con un desliz, ya fue suficiente -y fui a dársela su hija, que, abriendo la boca, se tragó mi polla, donde la descargué hasta vaciarme totalmente. Hizo como que se lo tragaba, pero se reservó un buen chorro lácteo la muy cabrona-.
Solo cuando me fui al baño a echar una meada, Adelaida colocó su vagina hacia arriba y su hija le echó la lechada que retenía en su boca. Luego la madre se lo metió todo lo que pudo con sus dedos, para después coger varios papeles desechables y haciendo de tapón, colocárselo en la vagina.
. - ¿no vienes al baño? –dije desde allí-.
. - ahora voy, cariño –dijo la mamacita Adelaida, haciendo tiempo-.
Al rato apareció en el baño, nos dimos unas friegas mutuas y salimos de nuevo. Luego entró la hija a lavarse el coño y la boca.
En ese momento, mientras Adelaida se iba a su dormitorio, yo con una toalla en la cintura, saqué el pendrive de mis pantalones y directamente me fui al ordenador que había en la habitación de Ángela. Una vez instalé el programa, volví a dejarlo como estaba. Ahora ya solo me faltaba el ordenador de Adelaida, que sabía que lo tenía en su habitación.
Una vez vestida Adelaida, dijo que tenía que salir a comprar unas cosas, dejándonos solos a Ángela y a mí, con la cual y después de reponer mis fuerzas lácteas, enculé y follé adecuadamente hasta que la dejé exhausta. Se tendió un rato, hasta que se durmió.
Era mi momento estelar. Me pasé al dormitorio materno y más de lo mismo con su ordenador. Ya tenía ambas cámaras a mi merced. El truco era que las haría funcionar a distancia y sin que ellas se enteraran, pues el piloto que algunas tienen no se encendía y parecen que están apagadas, engañando a su vez a los antivirus con un algoritmo que encontré en internet.
Cuando Adelaida regresó, me encontró en el baño y allí se metió conmigo para quitarse los sudores de la salida, pues hacía calor.
Follamos de nuevo, donde mi exhausta polla apenas podía hacer algo más que aguantar y esperar acabar pronto, pues aquella mujer era una loba sexual con piel de cordero.
(Parte 5 de 11)
FIN