Favor, con favor, se paga (4)

“Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas. Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna...”, Groucho Marx. Relato en 11 trozos.

FAVOR, CON FAVOR, SE PAGA

(4-11)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

. - ¿cuatro?

. - sí, dos para cada uno. Así que, si piensas seguir follando conmigo, búscate otra caja, ésta se queda aquí. Anda, desnúdate, tengo ganas de tragarme una buena polla.

Se desnudó en un plis-plás y apartando la sábana, se tendió a mi lado. Nos comimos la boca como dos profesionales. Luego le recorrí el cuerpo con mi lengua, gimiendo de placer. Cuando llegué a su herramienta, no vean como la disfruté. Era venosa, pequeña, pero bien gorda y era un placer comérmela una y otra vez.

Cogí dos condones y fui abriéndolos. Aquello debía tener su técnica, pues no se me daba demasiado bien, así que fue mi amante de turno el que se hizo cargo del tema.

. - no has usado uno en tu vida, ¿verdad?

. - tú lo has dicho, pero sí he follado y como no te conozco, pues quiero estar seguro de que no me pegas nada.

. - estás en tu derecho, pero descuida, solo la meto en culos selectos y limpios.

. - eso lo dices tú, pero no me fío un pelo, ya te lo dije. Ponme el otro.

Con los dos condones en su sitio, volví a comerme su polla, para después darle la vuelta y colocándose él mismo a cuatro patas, le olí el culo y me gustó. Solo necesitaba saber una cosa.

. - ¿cómo la quieres?, ¿con suavidad o como a mí me gusta, a lo bestia?

. - déjate de suavidades ni ostias, rómpeme el culo como a los hombres de pelo en pecho.

. - es lo que quería oír.

Zás, la clavada que le metí, ni a papá. Joder, cacho culo más sabroso el que me estaba follando. El chico mordía la almohada, pues mi polla no era moco de pavo.

Disfruté una bacanal de aquel culo suyo hasta que me dio la real gana y mucho más. Solo cuando me vacié, respiré hondo y tendido.

. - joder, casi me meo encima del dolor culero, pero qué disfrute de polla tienes, tío. Ahora me toca a mí y vas a saber lo que vale un peine.

Me saqué los condones y los puse lejos de mí. Luego el chico los cogió y se tragó mi leche directamente del condón.

. - mira que estas como una cabra, tío.

. - no puedo desperdiciar un manjar así.

Luego se dedicó a mamarme la polla y succionar cuanta leche aún quedaba allí. Joder con el cabronazo aquel, sí que estaba desesperado por una buena polla enlechada.

Su dura polla había crecido desde la última vez que la tuve en mi boca o eso creí yo. Sea como sea, le puse los condones, pues esta vez los puse yo para aprender el manejo. Luego comenzó comiéndome todo el cuerpo y vuelta con mi polla descargada. Después y sin que me dijera nada, a cuatro patas me puse con el culo en pompa.

No preguntó una mierda, me la clavó de una sola tacada y era normal, pues si me gustaba follar así, también me gustaría recibir, es lo normal.

El tío me follaba moviéndose a los lados y aquello me gustó para próximas experiencias propias en otros culos.

Fuera como fuera, sabía dar placer y me volví a correr mínimamente en la sábana. Al final explotó y se vacío dentro de mí, con los condones de por medio.

No tardó nada en sacarse sus condones y de nuevo, vaciarlos en su garganta. No conforme con ello, lamió los condones vueltos del revés. Debía tener una grave tara el tío.

Como de su polla goteaba líquido espermático, hizo algo que nunca había hecho yo. Se hizo una auto mamada, de las que salían en internet. Se enrolló como una persiana y se tragó su propia polla mamándola y descargándola de toda leche que había fabricado. Joder, tenía que aprender aquella técnica para momentos solitarios.

Una vez terminó, sonrió el muy cabrón.

. - sabrosa, sí señor.

. - oye, tienes que enseñarme a hacer eso.

. - para hacerlo se tiene que tener unos huesos de goma y no todo el mundo los tiene.

. - aun así, quiero probar, ayúdame.

. - vale, lo intentaremos.

Me puse como él antes y ayudándome, casi llegaba a mi polla, pero no. El dolor en la columna era grande.

. - tienes que hacer ejercicios. A lo mejor con el tiempo, lo consigues.

. - tu haz que me mame mi polla, pero sin forzarme mucho, no vayas a partirme en dos.

. - si fuera tan fácil, todos lo harían.

. - venga, coño.

. - como tú quieras, pero te va a doler un huevo.

Me fui enrollando de nuevo y el tío me apretaba aquí y allá. Al final solo llegué a rosar mínimamente la punta de la polla, pero solo eso, luego lo dejé, pues el dolor era bien grande como había dicho. Una vez estirado un poco, el dolor desapareció. Ya lo haría más en otro momento. Ahora lo que tocaba era comerme su boca.

Cuando lo dejamos, va el tío a por mí polla de nuevo intentando sacarme algún espermatozoide lentorro, pero no. Al final nos fuimos duchando por turno, hasta que ambos estuvimos vestidos y bien guapos.

Cogí la sábana sucia y los condones y los eché en una bolsa que me trajo mi amante ocasional. Luego se los entregué a él, que conocía el edificio y los haría desaparecer y así fue. Cuando volvió a mi habitación, apareció con varias sábanas más. A la pregunta de cómo las consiguió, sonrió el muy cabrón.

. - se las quite a la madre superiora de su habitación. Es para los próximos enculados.

. - y no olvides los condones en cajas cerradas.

. - no me olvido. Sé dónde hay una caja llena –volvió a sonreía el muy jodido-.

. - por cierto, capullo, ¿cómo te llamas?

. - Silverio, tú eres Salvador.

. - eso es. Bueno, ¿qué te parece si vamos al comedor?, necesito algo sólido que echarle al estómago.

. - ¿más sólido que mi polla?

. - sí, más sólido, mamonazo –dije y le atraje la boca. Nos morreamos bien morreados. Sí, aquel mamonazo me iba a alegrar la estancia allí-.

Silverio y yo nos sentamos juntos. Mientras comíamos algo, llegó Alicia y la profesora. Adelaida iba a sentarse con nosotros, pero Alicia le cogió del brazo y se sentaron más alejados. Bueno, que le jodan a la gordita, me dije.

. - míralo, está sentado con Silverio, un maricón de cuidado.

. - déjalo ya, mujer. Que se siente con quien quiera.

. - seguro que le pega algo –siguió ella-.

. - no tienes remedio, chica –sentenció Adelaida-.

El día avanzó sin pena, ni gloria, hasta que se produjo el segundo enfrentamiento matemático. Alicia colaboró, pero individualmente, sin apoyarme en nada. A trancas y barrancas pasamos o pasé, más bien, por encima de nuestros contrincantes en dos puntos. Una vez acabado el round, ya estaba anocheciendo y pasamos a cenar. Desde allí, cada uno a su habitación.

. - socorro, socorro –oí que gritaban desde una de las habitaciones ante la que pasaba de camino hacia la mía-.

Miré a lo largo del pasillo y no vi a nadie. Como volví a oír lo de socorro , empujé la puerta desde la que creía que salía la voz.

. - oiga, ¿le ocurre algo? –grité desde la puerta, asomando las narices.

. - entre, entre y cierre la puerta, por favor.

Entré y cerré la puerta tras de mí. No la vi, así que debía estar en la ducha. Aun así, pregunté.

. - ¿dónde está, señora? –porque era una hembra la que gritaba-.

. - en el baño. Venga a ayudarme, por favor.

Hacia allí fui y la vi. Era una hembra de unos 18 años con unos pechos en forma de pera preciosos. Me los quedé mirando embobado, luego a su pubis, recortadito y de precioso color amarronado.

. - ayúdame, por favor, mi pelo se me ha quedado enredado en la roseta de la ducha y no puedo desenredarlo.

Efectivamente, el pelo largo de la mujer se enrolló y no me pregunten como pudo suceder, pero así era.

Estiré las manos hacia la roseta, pero estaba tan enrollado y alta, que salí de allí y cogí una silla, sobre la cual me subí.

El cabello estaba tan enmarañado, que no podía soltarlo. Encima la hembra no paraba de moverse.

Desde arriba había unas vistas inmejorables de aquellos pechos de ensueño.

. - habrá que cortarlos, no puedo soltarlos.

. - en la mesa de noche hay unas tijeras, dese prisa, por favor.

Bajé de la silla y busqué las tijeras. Una vez con ellas en mis manos, vuelta a subirme y esta vez, sí. A base de tijeretazos, la pude liberar.

La mujer salió corriendo hacia la cama y cogiendo una manta, se tapó con ella.

Me bajé de la silla y la coloqué en su sitio. Luego la miré y sonreí.

. - ¿qué hace?

. - soy una monja y me tapo para que no me vea desnuda.

. - ¿un poco tarde, no le parece?

Como si aquella frase la hubiese vuelto a la realidad, sonrió.

. - es verdad –dijo apartando la manta y quedando a la vista todo su esplendoroso cuerpo de 18 años.

. - ¿y dice que es monja?

. - sí, he llegado hace una semana.

. - pues ese cuerpo macizo no parece el de una monja, más parece el de una modelo de revista. Quién pudiera hincarle el diente –dije por decir, gilipollas de mí-.

. - ¿no deberías decir esas cosas delante de una monja?

. – lo siento, pero aquí, un servidor, ya he estado con chicas jóvenes y mujeres de la edad de mi madre.

. - ¿y cómo puedo agradecerte el haberme liberado de esa trampa de la ducha?, y no me pidas sexo, soy virgen y estoy casada con el Señor.

. - ¿y no puede el señor compartirte conmigo un poquito?, ya tendrá un millón de vírgenes para él solo. Mire como me tiene –dije señalándole mis partes, abultadas por el empalme brutal a la que me tenía aquella zorrona de monja. ¿No sería la ex puta que decía Silverio?, no puede ser. Ésta solo llevaba aquí una semana según había dicho-.

. - no seas sacrílego. Bueno, chúpame un poquito el coño, pero sin pasarte.

Hay que joderse con la monjita de los cojones. Esta no sabía con quién estaba tratando.

. - ¿tiene condones? –joder con lo que fui a salir-.

. - ¿condones?, ¿para qué?, no me vas a sodomizar el ano, solo te permito que me comas el coño un poquito –repitió-.

. - el coño está bien, pero si no hay penetración de ningún tipo, mejor me largo y me busco otro coño y otro culo donde meterla, aunque si viera realmente como me tiene, a lo mejor cambia de idea… -dije bajándome los pantalones y enseñándole el rabo como lo tenía-.

. - Dios del cielo, qué cosa más grande y hermosa tienes ahí –dijo abriendo la mesa de noche y sacando unos condones, que no sé de dónde coño los había sacado. Estaban avejentados, debían de llevar caducados una eternidad-.

. - vaya mierda de condones. Mejor los míos –dije sacándomelos de mi bolsillo. Se los tiré al pubis y sin preguntar una mierda, abrió uno y rápidamente, me lo puso– dos, por favor- pues ya no estaba seguro si no era la monja puta. Seguro que había más de una en aquel antro de perversión-.

Me puso el segundo condón, mientras yo me desnudaba. Una vez con los condones en mi polla, se tendió con las piernas abiertas. Allí metí la polla directamente, no quería preámbulos, ni ostias. Además, no quería meter mi lengua, no fuera a pegarme algo aquella zorra.

Las embestidas que le di la pusieron a sudar la gota gorda. Se orgasmeaba que era un gusto olerla.

Como me tenía como una moto, según se la saqué, la hice girar y sin preámbulos, se la encasqueté hasta el fondo en su santo culo, nunca mejor dicho.

Gritó tanto como en la ducha, pero me importó una mierda. Le di polla hasta hartarme, o hasta que mi polla dijo basta y se corrió, vaciándome en el preservativo de los cojones.

Cuando me salí, me saqué los condones y busqué donde echarlo. Pero no, de nuevo otra persona, que debía tener alguna tara como el anterior o allí la cosa iba así, hizo lo mismo, me cogió el par de condones y se zampó mi leche, para darle la vuelta y terminar de tragarse mi corrida lamiendo todos los restos. Vaya costumbre que tenían allí.

Lo que había que ver en esta puta vida. Solo faltaba que se enrollara como una persiana y se comiera su propio coño, pero eso ya sería demasiado.

Le pasé el dedo a mi cipote y me tomé una gota de leche. Luego me lo limpié con un papel desechable y me subí los pantalones.

. - hasta más ver –le dije saliendo por la puerta-.

Al salir de la habitación me tropecé con Alicia.

. - coño, mi colega Alicia. ¿Sabes que me acabo de beneficiar a una monja buenorra de 18 años?

. - a otra con ese cuento.

. - tú misma, pero estaba buenísima, aunque algo puta la muy jodida.

. - que te den.

. - y no sabes cómo –sonreí y me metí en mi cuarto-.

Sábado, segundo y último día de estancia. Despierto sobresaltado, en la puerta alguien toca con las palmas fuertemente. Miro el reloj y son las 10 de la mañana. Joder, me había quedado dormido.

En calzoncillos abro la puerta. Era Adelaida.

. - Salvador, ¿qué haces aun en calzoncillos?, es la hora del concurso.

. - me he quedado dormido, lo siento. Me visto y salgo pitando.

Saqué una muda que mamá me había puesto y la puse sobre la cama. Me saqué los calzoncillos y me puse los nuevos, luego el resto. Los zapatos me los puso y anudó Adelaida de rodillas. Luego me limpié los dientes, mientras me peinaba la profesora con un poco de agua.

. - vamos, ya estás guapísimo.

. - un momento –dije señalando mis labios-.

. - ahora no hay tiempo para eso.

Volví a insistir.

. - diablo de chico –dijo besándome los labios. Iba a separarse, pero le cogí la cabeza y le metí la lengua hasta el gaznate. Luego la solté– eres un demonio, un hermoso demonio –dijo dándome un corto beso final-.

Todo el mundo estaba en sus asientos, menos yo y Adelaida, claro. Una vez pedí disculpas, comenzó la cosa.

A cada pregunta, la parte contraria la repetía entre ellos en voz alta. Así todo el round. La cosa fue fatal para nuestro instituto, pues fallamos varias y ellos, ninguna, pasándonos en puntuación, nada menos que 3 puntos. Cuando la cosa acabó, los tres puntos de diferencia entre los dos institutos continuaban en el marcador.

Almuerzo y vuelta a la habitación. Allí me esperaba mi amante Silverio.

. - ¿follamos?

. - ya me han follado en el concurso.

. - sí, pero conmigo obtienes placer.

. - vale –dije pasando la llave-.

Una vez dentro, la follada fue vista y no vista y de nuevo el tío se tomó el contenido de mis condones y de los suyos. Además de comerse su polla con su cuerpo auto-enrollable.

. - porque me has caído bien, te voy a contar lo que he oído.

. - tú dirás –dije estando los dos en la cama y con mi brazo derecho por encima de su cabeza-.

. - la parte contraria, mi instituto, hace trampas.

. - ¿y cómo las hace?

. - la tía tiene un pinganillo en la oreja y le soplan las respuestas.

. - vaya. ¿Es cierto eso?

. - ya lo creo. Hasta sé dónde está la central de respuestas. En la habitación de una de las monjas, la puta de la que te hablé.

. - ¿es una tía de unos 18 años que está buenísima?

. - no, esa es la nueva. La que digo yo tiene unos 40 tacos y más fea que mi abuela.

. - ¿y dónde está la habitación de esa bruja?

. - la tienes aquí al lado. Se ha debido correr cuando te he enculado y/o viceversa.

. - ¿te habrá oído decirme lo del pinganillo?, pueden tener pinchada la habitación.

. - no te pases, ni que fueran James Bond en versión monjil. Solo son monjas que no saben perder.

. - vale, te agradezco el chivatazo. Como premio, esperamos un poco y te rompo el culo de nuevo y como dices, y/o viceversa.

El último round era el definitivo. Antes de empezar, llamé a un lado al moderador del evento. Una vez solos y lejos de cotillas, le conté lo del pinganillo.

. - ¿está seguro?, no creo yo... Puede que esté sorda.

. - por cómo grita las preguntas, posiblemente lo esté, pero si sigue haciéndolo y gana, diré que ganó con malas artes. Mejor que le diga que no diga las preguntas en voz alta. Al principio no lo hacía, ¿por qué ahora sí?, ni siquiera tiene que quitarle el pinganillo, pues la que esté oyendo al no poder oír las preguntas, no tendrá respuestas que darle.

. - lo veo justo. Así será.

Esta vez el profesor no nos iba dando las preguntas una por una, sino todas juntas en un folio. Teníamos que responderlas todas de un golpe. La puntuación parcial y final, sería al final. A las de este examen se le sumaban las anteriores y ellos iban ganando de momento.

Cuando el moderador le dijo al equipo contrario que no se permitía enunciar las preguntas en voz alta, se formó un pequeño revuelo, pero poco después la cosa se calmó y empezamos el cuarto y último round del concurso de mates.

El profesor nos dio la hoja con las últimas preguntas e hincamos los codos los cuatro. Enseguida comencé a responder al cuestionario. Había alguna que se me atragantaba, así que esas las dejaba para el final. Una vez las fáciles solucionadas y viendo Alicia que dejaba las difíciles, nos pusimos con ellas.

Al final entregamos el cuestionario terminado antes que los contrarios. Minutos después le fue entregado por el segundo equipo su hoja de preguntas con sus respuestas.

El profesor los revisó con sus anotaciones y escribió en la pizarra las puntuaciones. La victoria aplastante por nuestra parte hizo palidecer a los de casa. Ganamos por 6 puntos holgadamente. Sí, el pinganillo lo podían usar la próxima vez, pero esta vez tendrían que metérselo en el culo, jodidos tramposos.

Los tres nos abrazamos y nos besamos, algo automático en ese momento. Ya solo faltaba recoger los bártulos y salir pitando de aquella casa de putas y tramposos. Enseguida llamé a casa para dar las noticias y de que estaría allí en unos 30 o 40 minutos. Mamá me dijo que me esperaba un regalo. Esperaba que fuera el portátil que necesitaba.

. - no y no, aún eres muy joven para ello. Además, ¿sabrá guardar el secreto?, lo dudo.

Era la madre de Manuela negándole el permiso a ser desvirgada.

. - mi amiga Marisa ya no es virgen y yo tampoco quiero seguir siéndolo. Te lo pido para poder hacerlo en casa limpiamente y no en cualquier agujero de por ahí.

. - no sabes lo que dices, si se entera tu padre, te mata.

. - ahí entrarías tú para que lo apacigües un poco. Que tenga un pene no es culpa mía. Además, a él no le importa.

. - ¿lo conozco yo o tu padre?

. - no creo. Es del instituto.

. - hija, hija, lo hago por tu bien.

. - pues si es por mi bien, déjame vivir mi vida o al final seré una amargada, escondiéndome siempre de todos los chicos que se me acercan. Por una vez que encuentro a uno que le importo. Es más, hasta le gusta.

. - no debiste decírselo. Puede contarlo y serías el hazmerreír, porque, aunque no es culpa de nadie, los chicos son muy cabrones.

. - prometió no revelarlo por su madre.

. - las promesas de los hombres se las lleva el viento.

. - mamá, te lo he dicho porque creí que debías saberlo, pero estoy decidida a tener sexo con Salvador. Le hemos hecho creer a Marisa que ya me desvirgó, pero aún no ha sucedido. Él me ha respetado.

. - debes de estar loca. Ya me lo pensaré. Ahora déjame, que tengo que maquillarme. Tu padre me espera para ir a la embajada alemana, ya sabes, tu abuela alemana le metió el gusanillo de asistir a la fiesta que la embajada da esta noche.

Cuando Manuela salió de su dormitorio, la madre descolgó el teléfono y marcó un número de memoria. Esperó unos segundos a que lo cogieran al otro lado.

. - perdone que le moleste a estas horas.

. - no se preocupe, aún me queda un rato en la oficina.

. - necesito que me investigue los antecedentes de un chico, amigo de mi hija. Se llama Salvador y estudia en el mismo instituto que ella. Quiero todo lo relacionado con su familia, etc. Ya sabe cómo va la cosa.

. - dos o tres días a lo sumo y tendrá los datos.

. - la minuta se la pasa a mi marido como siempre.

. - gracias, hasta entonces, buenas noches.

. - buenas noche –y colgó, pensando en cómo se lo diría a su marido sin que entrara en cólera-.

Y entró en cólera, pero no el padre de Manuela, sino el de Alicia, la gordita Alicia…

. - lo voy a matar. A ese hijo de puta, lo voy a matar –dijo coléricamente el padre de Alicia. Su madre también estaba allí-.

Ambos padres, vamos, los cuatro en realidad, pues Alicia tenía un hermano menor en un año que estaba jugando a las maquinitas, eran gordos. La casa de los gordos, se podía decir que se llamaba la residencia.

Eran adinerados por herencia, que no por trabajo. Así les iba con la gordura. Lo tuvieron siempre todo hecho. Solo comer y cagar.

. - querido, recuerda tu tensión. No te enfades tanto. Con decir que no, basta. Nada de matar a nadie.

. - ¿pero tú has oído de tu hija lo que pretende ese degenerado por ayudarla a adelgazar?

. - sí, lo he oído igual que tú. Está mal, claro que está mal, pero con decir no, solucionado el problema. Hija, aléjate de ese chico, no te conviene nada.

. - mamá, ya sabes la de dietas que llevo y no me funcionan. Fue el único que me dio una salida, pero a costa de un alto coste por mi parte. Hasta le dije que sí ayer.

. - ¿pero tú estás loca o qué?, mi hija no es ninguna puta.

. - tranquilo, padre. Se negó en redondo.

. - ah ¿sí?

. - sí, cambió de idea. Dice que, si no le dais el consentimiento explícito, no lo llevará a cabo.

. - vaya, pero aún sigue siendo un maldito degenerado –dijo el padre-.

. - hija, buscaremos otras alternativas. Hay muchas que aún no hemos tocado. Buscaremos otro terapeuta especializado en hacerte adelgazar.

. - ¿otro más?, ¿cuántos más?, ninguno me soluciona nada, porque siempre tengo hambre y conforme pasa el tiempo, tengo más hambre que el día anterior. Un día voy a explotar, seguro.

. - ¿quién va a explotar? –dijo el hermano que bajaba las escaleras-.

. - tú te callas y te largas a jugar a calle, que estamos hablando de cosas serias con tu hermana –dijo el padre. Mano de santo, el chico salió por patas puertas afuera-.

. - ¿entonces no lo hago?

. - no, ni loca lo harás. Ya me informaré yo y os diré algo al respecto –dijo el padre apesadumbrado, sabiendo de antemano que, ante tantos kilos, los expertos solo le aconsejaban una reducción de estómago, y a eso sí que no, pues le tenía pánico a que su hija o cualquiera de su familia, se quedara en el quirófano. Antes… antes…, no, ni pensar, se dijo-.

. - ya estoy en casa, mamá, papá –grité casi desde la puerta-.

. - hijo, vente a la cocina, por favor –oí decir a papá-.

. - ya voy –dejé mis cosas por el camino y me dirigí hacia allí-.

. - coño, mamá –dije al ver el panorama- ¿qué haces así?

. - esperando por ti, hijo. Esperando por ti. Es parte de tu regalo por ser tan bueno y tan listo.

. - gracias mamá, pero realmente ¿qué haces así con todo eso encima?

Mamá y papá estaban desnudos. Eso ya era algo normal en casa, pero lo que no era tan normal era que mamá se hubiera depilado el coño y estuviera tendida sobre el suelo, del que se habían apartado la mesa y las sillas, quedando solo ella encima de un par de sábanas blancas. Tenía cantidad de frutas, verduras y otros alimentos encima tapándole sus partes y resto de cuerpo.

. - lo hemos visto en televisión y hemos querido darte una sorpresa culinaria –dijo papá-.

. - jopé, mamá. Estás que te sales de deseable. Tengo ganas de comértelo todo.

. - gracias, hijo. Pero antes vete a dar una ducha rápida, te esperamos.

. - okey, mamá. Estoy enseguida con vosotros.

La ducha fue vista y no vista. Me lavé los dientes rápidamente y en pelotas, pero seco, me llegué a la cocina.

. - ¿por dónde empezamos? –dije sonriendo-.

. - tu empieza por donde quieras, que yo lo haré por ese par de piñas tan sabrosas –dijo papá agachándose y yéndose a los pezones de mamá que tenía por aros, piña en almíbar-.

Yo me fui a por su cabeza. Allí había crema de chocolate rodeándole la boca y crema de cacao blanco en toda la cara.

Le di lengüetazos tragándome aquellos alimentos, luego besé sus labios que sabían a golosina. Me lo comí todo allí.

Papá ya estaba disfrutando los pezones liberados, para ir a comerse la lechuga que tenía en su mano derecha. Yo me comí la que tenía en la otra mano.

El cuerpo tenía además atún y sardinas, ambas no con aceite, sino con agua, para así poderse limpiar mejor después, supongo.

Fuimos entregando a mamá también parte de la comida que tenía encima, pues la cena era ésa y no había ninguna más.

La aceituna del ombligo fue para mí y continué bajando. En su coño, con una zanahoria pelada y metida la mitad en su vagina, papá le pegó el diente y fuimos dejando entre los tres la ensaladilla humana limpia.

Mientras papá se comía ya directamente el coño limpio de mamá, yo me puse detrás suyo y sus huevos fueron para mí un extra bien sabroso.

Pronto mamá recibió la polla de papá, sentándose el progenitor y poniendo a mamá también sentada sobre su polla.

Como regalo para mamá, le di mi tranca que se deleitó mamándomela.

Una vez me la dejó bien servida, le hice una señal a papá y movió a mamá, sin sacársela de su polla, y me ofreció su agujero anal que rellené con mi polla, enterrándosela toda.

Los tres rodamos de lado, pero eso no impidió que papá y yo siguiéramos follándonos a mamá.

Un rato después y conmigo aun sodomizándole el culo, papá se salió y me colocó de tal manera que mi culo quedó en la perpendicular perfecta de su portentosa polla, clavándomela hasta sus huevos.

El chop-chop de las pollas de papá y mía eran uniforme. Aunque el placer aumentaba con cada follada de papá, aun su penetración, al ser tan grande y gruesa, me producía dolor culero bien fuerte, pero aguantable, cada vez más aguantable.

Una vez disfrutado de la ensaladilla que era mamá, ella disfrutó de ambas pollas siendo la agraciada de nuestras corridas lácteas, dejándonos la polla súper escurrida, pues mamá era toda una experta mamando a su marido y a su hijo y por supuesto, esperaba que esta relación tan bonita entre los tres durara lo que nuestras vidas. Ya me veía viejito follando a mi padre más viejito aún, con mi madrecita a nuestro lado esperando su lechita caliente.

Una vez las folladas concluidas y mientras mamá se duchaba, papá y yo recogimos las dos sábanas y con todos los restos los echamos en una bolsa negra de la basura. Esas eran las órdenes de mamá y nosotros no éramos quienes para contradecirla. Luego ella, ya duchada, se fue a su dormitorio mientras papá y yo nos tocó lavarnos, no sin antes comernos la boca y también las pollas descargadas, pues la de papá, aún flácida, era más grande que la mía y mi paladar agradecía que me sirviera de ella cuantas veces pudiera.

Domingo por la mañana. Decidí salir y hacer algo de ejercicio al trote y me encaminé calle adelante, sin pensar a donde quería llegar y desde donde volver a casa, solo me puse a correr.

No era por nada, pero un vehículo gris plateado era como si me estuviera siguiendo. No sé, serían imaginaciones mías. No tenía un duro, así que un secuestro exprés de los que hay ahora importado de Latinoamérica no sería, pues papá y mamá no tenían dinero extra ni para comprarme el portátil que tanto necesitaba.

Cambié varias veces de dirección y hasta de sentido y el vehículo me seguía, lejos, pero me seguía. Aquello ya me estaba mosqueando de verdad y no las tenía todas conmigo. ¿A ver si me iban a secuestrar de verdad?

Como había visto en pelis de espionaje, me paré delante de un escaparate acristalado y me fijé en el reflejo del mismo. Al pasar el auto detrás de mí lo hizo despacio. Vi perfectamente como un tío me apuntaba con una videocámara diminuta. Joder, joder.

Con la misma me marché al trote largo en sentido contrario y me escabullí por calles aledañas hasta perderlo de vista o eso creí yo, pues cuando estaba descansando en un parque cercano, el puto coche me vigilaba a lo lejos.

Ya harto del tipo aquel, llamé al 112 y les informé de lo que me pasaba. Dijeron que me enviarían un coche policía de inmediato, pues se habían producido varios ataques de un pervertido a niños ofreciendo regalos a cambio de mamadas y los policías estaban al loro.

Allí me quedé sentado y el coche también. Cinco minutos después llego un par de vehículos policiales con las luces parpadeantes, pero sin sonidos de sus sirenas. Al verme los agentes, les señalé el auto sospechoso y hacia allí se fueron los dos, ahora sí, ululando las sirenas.

El auto arrancó y salió disparado. En ese momento los policías lo persiguieron, desapareciendo calle abajo los tres vehículos.

Me quedé allí esperando noticias. Fueron los quince minutos más largos de mi vida.

Al fin llegó uno de los autos policiales y se paró ante mis narices.

. - ¿y bien?, ¿lo cogieron?, ¿Qué quiere de mi ese tío?

. - era un detective privado.

. - ¿cómo es eso?, ¿qué quiere de mí?

. - está haciendo una investigación por orden de un cliente. Se le han tomado los datos y se remitirán al juzgado.

. - ¿y ya está?

. - no podemos hacer nada más. ¿Intentó agredirte?

. - no, solo me seguía con el auto a todas partes.

. - pues no podemos detenerlo por eso. ¿Quieres presentar denuncia?

. - ¿qué me aconseja?

. - no vamos a conseguir nada, la verdad. Se escuda en el secreto profesional.

. - entonces no presentaré ninguna denuncia, ¿para qué?

. - si vuelve a seguirlo, avísenos. Entonces ya sería acoso con reincidencia. Por muy detective que sea no puede hacer lo que le dé la gana.

. - gracias, lo haré. Muchas gracias por intervenir tan pronto y ayudarme.

. - es nuestro deber. Cuídate y vigila tu espalda, alguien quiere información de ti. ¿Eres rico acaso?

. - para nada. A lo mejor es que me estoy tirando a la hija de alguien que no me quiere bien.

. - todo puede ser –dijo sonriendo- suerte, chico-.

. - adiós y gracias de nuevo.

Decidí no mencionar el asunto en casa, no quería preocuparlos innecesariamente. Y eso me preocupaba doblemente. Alguien estaba interesado en mí, pero, ¿quién?

Solo me venía a la mente un nombre, Alicia. Si había hablado de nuestro asunto con sus padres, éstos eran capaces de tomarse la justicia por su mano, averiguando antes cosas de mí, para luego aostiarme por lo de sexo por adelgazamiento con su hija. Además, ella misma me habida dicho que su padre, si se enteraba, me mataría. Joder, joder. Habría que esperar acontecimientos, no podía hacer nada más.

Llegué a casa todo sudado y no por el ejercicio precisamente. Allí estaba papá dándole polla a mamá en su precioso culo. Ella estaba apoyada en el sofá.

. - hola, hijo. Qué sudado estás –dijo mamá-.

. - sí, me he pasado un poco. Me voy a duchar, estoy muerto.

. - ¿me echas una mano con mamá? –dijo papá- hoy está de un caliente, que me tiene seco-.

. - Según me duche, ocupo el otro agujero de mamá. No tardo.

Después de la ducha y de la follada a mamá, me duché de nuevo y me tendí en la cama. Tenía que pensar, pensar y pensar en quién y qué quería de mí, los que contrataron al detective.

Ya me dolía la cabeza de tanto estar dándole vueltas al asunto. En eso entraron mis padres, desnudos claro, con las manos detrás mamá.

. - hijo, anoche no te dimos el regalo por haber ganado el concurso.

. - mamá, ya me lo diste siendo mi ensaladilla sexual.

. - eso era una parte. Esta es la otra parte –dijo dándome una maleta. Por fuera tenía dibujado un portátil de una conocida marca nipona.

. - mamá –grité saltando de la cama- ¿es el portátil? –como si no lo estuviera viendo con mis ojos-.

. - así es hijo –dijo papá- lo compré hace una semana y mamá quiso esperar a hoy para dártelo. Espero haber acertado con las características que nos diste, yo poco entiendo de estos cacharros-.

. - oh, gracias, gracias, papá y gracias, mamá –dije besándolos a los dos muchas veces-.

Puse la caja sobre la cama y lo saqué. Oh, sí. Aquella si era una máquina de las buenas. Creí que me pasaba, pues entre más potente, también era más caro y allí estaba, nuevo y reluciente.

De nuevo los abracé y besé y besé, tanto que mi sexual polla se puso por las nubes y allí mismo me los follé a los dos por sus santos y sabrosos culos, para luego ser follado el mío por papá y mamado por mamá. Así de contento estaba por el nuevo ordenador. Y cosa rara, el dolor de cabeza había desaparecido por completo. Nada como ser feliz, para curarse en salud.

Faltaba media hora para la cita con la mini-farmacéutica de color negro y anoréxica perdida. Me había puesto guapo para la ocasión. Hasta mamá me prestó su colonia favorita y me echó unas gotas.

El parque estaba concurrido a medias y me senté en uno de los bancos más cercanos a la entrada. La espera no fue de media hora, sino de 20 minutos, diez antes de la hora a la que habíamos quedado. Buena chica, empezamos bien.

Venía preciosa, preciosa de verdad. Lo malo era su delgadez extrema. Al verme, se le iluminó la cara y sonreí también yo, acercándome a ella.

. - estás arrebatadora, chica –dije dándole un beso en los labios, cortito para empezar. Ella estaba… ¿roja de vergüenza al besarle un chico por primera vez en su vida y delante de la gente?, la verdad es que no lo sabía con su color de piel natural, pero posiblemente que sí.

. - tú también estas muy guapo. Será mejor empezar por las presentaciones, me llamo Sabrina, tengo 19 años, soy adoptada y soy anoréxica.

. - vaya, como en alcohólicos anónimos –dije sonriendo-.

. - ahora te toca a ti presentarte –dijo sin movernos ni un centímetro de donde nos habíamos dado el primer beso, casto, pero beso, al fin y al cabo-.

. - pues me llamo Salvador, tengo 18, no soy adoptado, ni anoréxico. Me gustan las matemáticas, flaqueo en inglés y me gusta meterles mano a las chicas sin comprometerme con ninguna. Más o menos, esa es mi vida. Ah, y me acaban de regalar un portátil potente de cojones por ganar un concurso de mates.

. - vaya, no creí que declararas eso penúltimo.

. - cariño, yo siempre voy con la verdad por delante, aunque me partan luego la cara. Así la otra parte sabe a qué atenerse conmigo antes de dar el siguiente paso.

. - me gusta tu filosofía. Demos un paseo –dijo cogiéndose de mi brazo-.

. - ¿podemos hablar de todo, Sabrina?

. - ¿te refieres a si podemos hablar de mi anorexia?

. - sí.

. - no veo por qué no, ya te lo dije antes, lo soy, pero no me siento orgullosa de serlo.

. - y la pregunta siguiente es obvia. ¿Por qué lo eres entonces si no te gusta serlo?

. - ¿lo sabes tú?, yo no lo sé.

. - dicen que os veis en el espejo no como sois de delgadas, sino más gordas y bien guapas. ¿Es eso verdad o un mito?

. - de todo un poco. Unas veces me veo así, otras me horrorizo de cómo me veo.

. - ¿los especialistas te han dado alguna solución o tú no quieres saber nada de soluciones?

. - que todo está en mi cabeza. Que necesito un fuerte aliciente para salir de este pozo donde me encuentro. Hoy al venir aquí, por ejemplo, no me gustó mi aspecto, pues quería agradarte visualmente. Por eso le pedí a mamá que me comprara este bonito traje para contrarrestar un poco mi visión anoréxica.

. - pues te puedo decir que no te ha funcionado. Y perdona que sea tan franco. Sí, tienes un precioso vestido, pero tú extrema delgadez lo sobrepasa, no sé si me entiendes.

. - ¿entonces por qué me invitaste a salir?, para…

. - no lo digas, por favor. No, me gustó esa cara tuya y tu modo de hablar. Eres guapísima, el resto, con el tiempo, puede llegar a ser igualmente bello si te lo propones y esa cabecita tuya te deja.

. - ¿tú me ayudarías?

. - ¿cómo podría hacerlo?

. - apoyándome.

. - si quieres mi apoyo, lo tienes desde ya.

. - te lo agradezco. Tengo una duda muy grande.

. - ¿dime cuál?

. - cuando dices que te gustaría besarme y meterme mano en el cine, ¿es eso exactamente lo que piensas hacer?

. - explícate mejor.

. - perdona, pero no suelo hablar con soltura con chicos sobre sexo y estoy algo nerviosa. Bueno, muy nerviosa, esa es la verdad. Me refiero a si vas a ir más allá de lo que has dicho.

. - no debes tenerme miedo, Sabrina. Haremos eso o nada, todo depende de ti. Y por supuesto, más allá de ahí no pasaría, a no ser que tú me lo pidas.

. - entiendo. Mamá me dijo que en cuanto no me respetaras, la llamara y papá vendría a buscarme.

. - y es lo que haría yo si fuera un padre y su hija fuera un día con un desconocido hasta hacía un rato.

. - ¿entonces lo entiendes?

. - sí, claro. Mira, ahí está el centro comercial donde están las salas de cine.

Pasamos directamente a las salas y miramos la cartelera.

. - mira, es ésta la que me gusta.

. - ya te dije que no me agradaban mucho este tipo de películas.

. - elige una y veré si me gusta. Ya vendré otro día a ver esa de los alienígenas.

. - esa de ahí me gusta.

. - no, por Dios. Esa de princesas que se enamoran con un muerto de hambre no, por favor.

. - la he estado esperando mucho tiempo, porfa.

. - ¿y no podemos ver esa otra?

. - no me gusta las matanzas de negros a lo Ruanda, me acuerdo de…, de… -y se echó a llorar-.

. - joder, que poco sensible soy, perdoname, Sabrina. No sabía que…

. - no podías saberlo, no te lo dije, pero mis padres y hermanos murieron en una masacre similar. Todo el poblado fue pasado por las armas, solo quedamos unos pocos. Yo, porque me escondí bajo el cuerpo sin vida de mamá.

. - Dios, lo siento. Será mejor sentarnos un rato hasta que te serenes. No te preocupes, iremos a esa que tanto te gusta, joder, qué bestia soy.

. - no te lamentes más. No es culpa tuya. Son cosas que pasan.

. - vamos a una terraza y nos tomamos algo. Hay horarios varios e iremos en la que la ponen a las 19.30 horas.

. - ¿no será mejor comprar ahora las entradas no vayan a acabarse después?

. - pero mujer, ¿quién va a ir a ver esa película, sino…?

. - dilo, lloronas como yo.

. - perdona, me he pasado. Bueno, vale. Espera aquí, no te me vayas. Las compro y estaremos o, mejor dicho, estarás más tranquila. ¿Okey?

. - okey.

. - no te vayas, ¿eh?

. - no, no me voy –dijo sonriendo por fin-.

Meneé la cabeza a los lados. Ella sonrió aún más.

Ensimismada intentando visualizarme entre el gentío de personas que entraban y salían de las salas y las que intentaban comprar una entrada, una voz conocida llamó la atención de Sabrina.

. - pero Sabrina, cariño. ¿Qué haces tú por aquí?

. - hola Angelita de mi alma –se besaron y abrazaron, pues se conocían bien de ir día sí y día también a buscar sus medicinas a la farmacia- ya tú ves, he venido al cine-.

. - ¿tu sola?

. - no, con un chico.

. - pero, ¿tienes novio?, ¿cómo es que no me he enterado?

. - es recién. Apenas supe su nombre esta tarde. ¿Y tú?, ¿vienes también al cine?

. - sí, esperaba que llegara alguien que conozco, pero no apareció y me lie la manta a la cabeza.

. - ¿un novio?

. - no, me lo dijo en toda la cara, nada de novios, solo amigos íntimos.

. - ¿cómo de íntimos? anda, dime -le golpeó en el hombro más cercano bien flojo, pues sabía de sus problemas- Coño, encima has venido caminando ¿y tu madre?

. - tranqui, tranqui, esas son muchas preguntas juntas. Empezaré por el final. Mamá me trajo en su coche, vendrá a eso de las diez, le dije. Por si quería tomarme algo y que no me atosigara con que si me cansaba y demás. Ya sabes cómo es mamá.

. - sí, lo sé. Anda, sigue soltando por esa boquita tuya.

. - lo de caminar es porque me obliga el tío, el muy jodido. No me quiere ver en la silla o se larga, me lo dejó claro.

. - y le hiciste caso, claro.

. - qué remedio. Está buenísimo, te lo digo yo.

. - ahora lo que más me interesa, ¿cómo de intimo?

Ángela se sonrió y pegó sus labios al oído de Sabrina y le contó lo íntimo que era la unión entre ella y yo, porque era mi Ángela la que estaba allí-.

. - pero, qué cabrona. Qué suerte has tenido.

. - y que lo digas. Te lo hubiese presentado si hubiese aparecido por casa, pero hoy no vino. No le gusta que lo aten muy corto.

. - es que, si no, lo dejas seco, condenada –rio Sabrina, coreada por Ángela-.

Las dos se quedaron asombradas de las palabras que pronuncié al llegar junto a la pareja de amigas, una vez reconocí a Ángela.

. - pero qué pequeño es el mundo. Pero si es Ángela.

. - Salvador, ¿eres tú quien está con Sabrina? –dijo una asombrada Ángela-.

. - el que viste y calza, querida –dije besándole los labios-.

. - pero si me estás poniendo los cuernos, cabrito.

. - de eso nada, recuerda lo que hablamos. Amigos íntimos y para de contar. ¿Vienes al cine con nosotros?

. - ¿puedo? –dijo Ángela mirando a su amiga-.

. - claro, por supuesto. Vaya, vaya. ¿Cuántas chicas más tienes por ahí, Salvador? -me preguntó la anoréxica de Sabrina-.

. - deja que las cuente… -dije contando con los dedos-.

. - no, mejor déjalo. No quiero saberlo, ya lo cojo. Ángela ¿y ahora qué?

. - pregúntamelo a mí, Sabrina –le dije-.

. - ¿ahora qué, Salvador? –me lo preguntó-.

. - cómo buenas amigas, me compartiréis. Eso o elijo a una u otra o a ninguna.

Las dos amigas se miraron un largo segundo.

. - te compartiremos –dijeron ambas al mismo tiempo y sonriendo-.

. - buena elección. Sabrina y yo vamos a esa de lagrimones, ¿te apuntas?

. - me apunto.

. - vale, esperad aquí, voy a por otra entrada. Me estáis saliendo por un riñón, que conste –me fui rezongando-.

. - vaya casualidad, las dos con el mismo chico –dijo Sabrina azorada-.

. - y que lo digas. Cuando lo sepa mamá, alucinará en colores, ¿lo habéis hecho ya?

. - no, coño. Si nos acabamos de conocer.

. - intentará no hacerte daño, lo sé por experiencia, pero será inevitable. También lo sé por experiencia propia.

. - ¿lo habéis hecho por los dos lados?

(Parte 4 de 11)

FIN