Favor, con favor, se paga (3)

“Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas. Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna...”, Groucho Marx. Relato en 11 trozos.

FAVOR, CON FAVOR, SE PAGA

(3-11)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

No estaban ni Marisa, ni Manuela. Me habían dado plantón. Cogí el bocata y le quité la platina y le di el primer mordisco.

Pues no, allí llegaban ellas cogiditas del brazo. Marisa sonriendo y la otra como si fuera al matadero. Dejé el bocata a un lado, lejos de las hormigas comedoras de bocatas ajenos y me levanté.

. - hola, mi amor –dijo besándome Marisa. Manuela también me besó, pero menos efusivamente-.

. - ¿dónde será el entierro?

. - ¿lo dices por Manuela? –sonrió Marisa- es que es ella la que va tras los árboles-.

. - ¿no dijiste que no te interesaba esta faceta mía?

. - no digas una palabra más o me doy la vuelta –dijo entrando en el bosquecillo. Marisa se quedó allí de carabina, yo fui tras Manuela-.

Una vez en el mismo sitio, ella de pie, estaba paralizada. Me senté en la piedra y la miré.

. - no tienes remedio. Tú no quieres hacerlo, ¿a qué no? Seguro que te convenció de que dieras el paso tu amiga Marisa.

. - si –dijo con un hilillo de voz-.

. - anda, siéntate aquí, por favor –le señalé mis rodillas-.

Ella, más que nerviosa, lo hizo, sentándose de lado donde le pedí.

. - Manuela, cariño. Como sé que no lo deseas hacer realmente, no haremos nada al respecto.

. - ¿no?

. - no. A todos los efectos, lo hemos pasado de miedo y has sido desvirgada, pero nada pasará entre los dos. Solo démonos un tiempo y regresar juntos, alegres y ufanos, de habernos conocido.

. - gracias, esto significa mucho para mí –dijo besándome en los carrillos-.

. - tú sabes besar mejor, cariño.

Sonrió y me besó en los labios. Luego me abrazó fuertemente. La dejé, ¿qué podía hacer?

. - quiero vértelos, cariño. Necesito vértelos por si me interroga Marisa y ya sabes lo cotilla que es y es capaz de ponerme a prueba de cómo los tienes.

. - sí, tienes razón, te los enseñaré-.

Se subió la camiseta que llevaba más arriba de su sujetador, el cual se bajó, enseñándome sus pequeños pechos, toda roja, mientras miraba hacia un lado. Yo no pude o más bien, no quise y besé cada peoncillo suyo. Ella se alteró.

. - lo siento, no he podido refrenarme.

. - no te preocupes, qué menos. Los pechos sí puedes besármelos.

. - gracias –y se los besé y besé. Ella ponía los ojos en blanco, corriéndose de gusto. Luego dejé de disfrutarlos- cariño –le dije- lo siento de nuevo, pero debo verte tus partes, tu sexo. Por lo mismo que tus pechos, Marisa me puede preguntar cómo es tu vagina-.

. - sí, de nuevo tienes razón, pero no sé si puedo…, es que…

. - cariño, te juro que solo usaré mi lengua unos segundos. Debo averiguar a qué sabes ahí abajo. Te juro que no haré nada más.

. - ¿me lo prometes?, ¿me prometes que no divulgarás nada de mi sexo?

. - te lo juro por mi madre, que está vivita y coleando.

. - voy a fiarme de ti. No me decepciones, por favor. Ninguna persona, a excepción de Marisa y mis padres me han visto ahí abajo. Confío en ti.

. - descuida –le dije desabotonándole los pantalones. Se los bajé y sus bragas de encajes blancas siguieron después, des ocultando una sorpresa morrocotuda-.

Lo que allí había, aparte de una vagina aparentemente normal, era un sabroso pene todo empalmado por la excitación del momento. Algo inferior en tamaño al mío, pero se le veía bien sabroso.

. - lo siento. No es culpa mía. Ya nací así –dijo ella sin mirarme la cara, pues miraba al vacío con sus ojos humedecidos.

. - no, cariño. No estoy disgustado, lo que estoy es asombrado al principio y contento después.

. - ¿contento?, ¿por qué dices que estás contento? –dijo mirándome- Tengo un pene de chico y soy una chica-.

. - sí, lo tienes. Y es de talla normal y no debes avergonzarte. Y lo de contento porque es algo que no esperaba ver, pero que siempre he soñado con encontrar algo así.

. - ¿te gusta entonces?, ¿te gusta mi pene? –se asombró ella-.

. - sí, cariño. Me gusta mucho. De hecho, quiero pedirte permiso para disfrutarlo y hacerte correr en mi garganta. ¿Puedo, por favor?

. - bueno, si quieres.

. - sí, sí que quiero –dije y me tragué aquel pene de chico en una chica. Ella comenzó a gemir con mi mamada.

Engullí todo su pene, saboreando cada pliegue durante un buen rato hasta que se corrió en mi garganta. Gimió fuertemente, luego continué hasta descargarlo totalmente y dejarlo bien flácido. Después metí mi lengua y saboreé su coñito sabrosón. Sabía de maravillas. Ella gemía en alto y Marisa, como antes cuando se corrió su pene, la oyó desde su posición y sonrió la muy puta, pues su amiga estaba siendo desvirgada también, pese a saber que tenía una polla extra.

Segundos después dejé de disfrutar su chichi y le subí las bragas y luego el pantalón.

. - gracias por…

. - no hace falta que las des, se entiende.

. - gracias de todas maneras. ¿Nos vamos ya?

. - aún falta algo más.

. - ¿el qué? Ya mamaste mis pechos y te comiste mi vagina y mi pene.

. - queda otro pene, el mío. ¿Lo has visto?, ¿sabes cómo es y a qué sabe?

. - mierda, pues no.

. - en los detalles está el éxito o el fracaso de nuestra mentirijilla. Debes probar mi herramienta, así sabrás responderle si pregunta o dice algo sobre ella. Recuerda que Marisa ya lo tuvo en su boca.

. - entiendo.

Me bajé los pantalones y los calzoncillos. La tenía como un pino y se la ofrecí en bandeja. Ella suspiró y se corrió patas abajo. La mía sí era una señora polla, si lo sabía yo.

Con temor de primeriza, me la rozó con sus dedos, para luego cogerla fuertemente entre ellos.

. - no la temas, no te va comer. Cómetela tú a ella y date prisa, no aparezca tu amiga.

Volvió a tragar saliva y bajó su boca. Sí, se tragó mi sable. Al principio tímidamente, pero cuando le gustó la cosa, se la tragaba que era una delicia. No dije nada para no importunarla en un momento tan sabroso para mí, así que mamó y mamó hasta que me corrí en su garganta, tosiendo al cogerla desprevenida.

. - tragátelo, ella se lo traga todo. Así podréis comparar sabores. Sé que al principio el semen no gusta a mucha gente, pero con el tiempo, el gusto cambia. Lo sé por experiencia personal –dije sonriendo-.

Ella tragó y respiró hondo.

. - ya me la tragué.

. - perfecto. Ahora termina el trabajo y déjamela bien escurrida. No me puedes dejar chorreando como está ahora mi miembro –y se lo señalé como goteaba sobre la tierra-.

Ella sonrió, al fin una sonrisa franca. Se volvió a agachar y terminó de tragarse mi polla, dejándome como Dios. Así, con mi polla en su boca, nos cogió una Marisa impaciente.

. - joder, tíos. Que van a tocar para la nueva clase. Acabad ya, coño.

. - ya estamos acabando, tranquila y vigila, joder -le dije-.

. - vale, pero daros prisa, que conmigo no tardaste tanto.

. - no tengas envidia, Marisa. Siempre serás la primera de las dos.

. - eso sí, a joderse, Manuela, he sido la primera –dijo ella muy ufana y se fue a vigilar-.

Manuela y yo reímos. Nos arreglamos y antes de dar un paso, le tomé la cara y me la comí bien comida, mientras le sobaba sus pechitos. Ella colaboraba que era un primor, ahora que sabía su secreto mejor guardado y nunca mejor dicho.

Salimos de la arboleda y allí está Marisa esperando.

. - por fin.

. - por fin te voy a dar yo. ¿Por qué no me dijiste nada, cabrona?, de ella lo comprendería.

. - le prohibí decírtelo, Salvador –me dijo Manuela-.

. - sí, eso es verdad, pero también quería ver la cara que ponías al verla. Una pena no haber estado allí en ese momento.

Me senté junto al árbol y ellas a mí alrededor. Busqué el bocata y no lo vi por ningún lado.

. - ¿dónde coño…?

. - sí buscas el bocata, me lo comí yo.

. - pero serás jodida ¿y ahora que como yo?

. - te traeré otro.

. - ¿sí?, ¿de dónde?, ya van a tocar para clase.

. - bueno, nadie se muere la víspera, eso decía mamá.

. - la próxima vez me dejas algo, jodida cabrona. Como me duela la cabeza, ya te haré yo un cuento.

. - puedes comer otra cosa –dijo sonriendo-.

. - ¿el qué?

. - pues a mí, ¿qué va a ser?

. - hay que joderse, voy a tener que hacer así, no voy a quedarme sin comer nada –guiñé un ojo a Manuela-, perdona, chica, el hambre es el hambre –y cogí a Marisa y me la zampé. Casi le rompo los dientes con mis labios. Sus pechazos los sobé salvajemente y ella colaboraba. Hasta se me escapó una mano bajo su trasero y allí metí un largo dedo.

Ella se tensó, pero sabía que no la iba a penetrar, sino dedalmente y continuó, esta vez sobándome la polla, una polla que no reaccionaba ni a la de tres.

La puta campana la salvó por los pelos.

. - hay que joderse, la campana de los cojones. Te fue de un pelo, cabrona –dije volviéndola a besar. Luego la solté y besé unos labios que esperaban ser besados de nuevo, los de Manuela. Sus pechitos también sobé, pero no tan fuertemente como con los de Marisa, la tetuda Marisa-.

. - Salvador, amor. ¿Cuándo nos vemos fuera del instituto?

. - de momento no podrá ser, cariño –le dije a Marisa mientras nos levantábamos e íbamos hacia las aulas- fuera tengo otra vida y de momento, no quiero mezclarla con ésta-.

. - ¿cuántas chicas más tienes fuera? –dijo Manuela-.

. - unas cuantas y no te miento. Recordad, no os prometí nada, solo amistad y sexo.

. - cierto, ¿contarás lo que has visto allí atrás? -dijo Manuela-.

. - ya te juré que no. A nadie le interesa, sino a ti y ahora a mí. Me interesa mucho –sonreí y le di un beso, luego otro a Marisa- venga, largaros. Ahí viene el capullo de Rogelio-.

Efectivamente, mientras las chicas se iban a sus aulas, Rogelio me interceptaba en una esquina.

. - veo que ya tienes tu harén particular.

. - y me ha costado lo mío, no creas. ¿Cómo te va, cabronazo?

. - mira, estoy con un par de nuevos amigos –me señaló a dos chicos emplumados-.

. - ¿aquellos dos son homos?

. - sí, ellos son mi harén particular. Me los follo cuando quiero, pero no me tocan el culo. A ellos les va la marcha de recibir y yo tan contento.

. - encima tienes suerte, desgraciado.

. - perdóname, Salvador, pero cuando me dijiste que me ibas a romper el culo, algo se me cruzó en la cabeza y me aterré.

. - habérsete cruzado ese algo antes de que me rompieras tú el culo, no después. Sabías perfectamente lo que odio a los embusteros y tú lo fuiste.

. - lo siento, lo siento de verdad Salvador, créeme. ¿No podemos volver a ser amigos?

. - mejor no, Rogelio. Cada uno por su lado. Y no vallas por ahí soltando que me follaste el trasero una vez, eso lo cuento yo sí me da la gana. Si me entero, iré a por ti. Estén esos dos o no delante y ya me conoces para saber que no hablo en broma.

. - lo sé, aún me acuerdo…, olvidemos el pasado, Salvador y reconciliémonos –la campana sonó de nuevo-.

. - de eso nada. Me jodiste bien jodido y eso no se olvida. ¿Qué creías?, ¿qué podías disfrutar y luego salir corriendo y que no tendría consecuencias?, no, conmigo la gente va de frente y lo sabías perfectamente. Y mira que te apreciaba, mamonazo.

. - y yo a ti, Salvador. Y yo a ti. –sin despedirnos, cada uno se marchó a su aula, lo curioso era que íbamos a la misma-.

Su harén particular me saludó con un hola y yo les respondí igualmente.

. - ¿sois amigos? –me preguntó uno de ellos-.

. - no, ya no. Eso fue en el pasado.

. - ¿qué pasó? –intercedió el otro-.

. - son cosas nuestras y de nadie más.

Rogelio entendió que lo nuestro estaba zanjado y nada dijo. A otra pregunta de uno de sus chicos, lo dejó cortado en seco.

. - no te metas en lo que no te llaman, Sergio. Y tú tampoco, Paco –mano de santo-.

Mamá apareció con una jarra de zumo, pero para zumo estaba yo. En la misma cocina le había pedido a papá que volviera a disfrutar de mi culo y a fe mía que lo estaba haciendo a conciencia. Esta vez, no todo fue igual. La vaselina en su pito y en mi culo, el resto, ni se le parecía.

Apoyado e inclinado en la mesa, papá me sodomizaba el ano y yo no tan contento, para nada. El dolor culero era casi mayor que la primera vez, pues papá verdaderamente estaba disfrutando y, claro, yo aguantando sus embestidas. Una vez se corrió, respiré largo y tendido. Luego mamá, dejando ya el zumo en la mesa y del que se desparramó una buena parte por las embestidas paternas, se tomó todo el tiempo del mundo para que su hijo calmara el dolor a base de lengua en mi recto, sacándome de paso el semen dejado por papá, cosa que agradecí enormemente follándome luego a papá con la violencia que requería la rabia por el dolor infringido al follarme. Luego mamá, más de lo mismo, me limpió el pene como buena madre que era. El de papá ya había sido limpiado por un servidor anteriormente.

Solo esperaba que a la tercera vez mi culo no se resintiera tanto del trabuco de papá, que, si no, no iba a poderme sentar en todo lo que quedaba de semana.

. - hola, mi amor. Estás aquí –dijo una alegre Ángela. Me acerqué a su silla y besé su boca largamente-.

. - sí, he venido en auxilio de tu madre –dije mirándola, para luego acercar mi boca a la suya y besársela. Adelaida me lo agradeció, pues necesitaba un último aliento para afrontar el papelón que se le venía encima-.

. - ¿qué ocurre mamá?, ¿para qué necesitabas a Salvador?

. - hija, tengo exámenes que revisar en el instituto y no podré llevarte a la piscina. Él se encargará de ti esta tarde.

. - ah, ¿es eso?

. - no solo eso, cariño –añadió su madre compungida-.

. - ¿entonces, mamá?, dímelo, por favor. ¿Es sobre la prueba de compatibilidad? –esta chica no era tonta, no señor-.

. - sí, cariño. Lo siento, pero Salvador no puede donarte su médula.

. - oh, Dios mío –Ángela se tapó los ojos con sus dos manos mientras lloraba- me voy a morir, me voy a morir-.

. - Ángela, cariño, no digas eso –le dije cogiéndole las manos para separárselas de los ojos, pero no pude- no te vas a morir, yo te ayudaré y tú pondrás de tu parte. Aquí nadie se va a morir –le dije besándole los ojos una vez pude sacarle ambas manos. Luego le besé las lágrimas y finalmente, la abracé largamente. La humedad se adueñó de mis ojos, pero no quería que me los viera, así que me puse detrás suyo y continué abrazándola- tú y yo vamos a pasarlo en grande. Vendrás conmigo no solo a la piscina, sino a donde haga falta para que esa carita tuya reluzca de alegría –dije besándole el cuello. Su madre lloraba en silencio-.

. - anda, hija, prepárate, llegas tarde.

. - oh, mamá –dijo y se abrazaron. Las dejé y me aparté un poco. Cogí aire y me tranquilicé. Aquel trago no se lo deseaba a nadie. No darles esperanzas era lo último que se le podía dar a alguien a las puertas de la muerte-.

Una vez se calmaron los ánimos, la madre ayudó a Ángela a levantarse y ella sola caminó hacia su dormitorio.

. - ah, ¿pero puedes caminar, Ángela?

. - sí, pero poco y despacio. Se cansa mucho –dijo su madre-.

. - pero mujer y yo que creía que estabas en las últimas y resulta que me vas a enterrar a mí. Cuando salgamos a la calle, lo harás sin la silla.

. - ¿tú crees que será conveniente, Salvador?

. - más que conveniente, Adelaida, cariño. Si se cansa, nos sentamos en cualquier sitio y luego continuamos. Vaya, pero serás gandula, Ángela.

. - no sé si podré hacerlo, Salvador.

. - claro, te acostumbras a estar tumbada todo el rato que luego te olvidas de saber caminar. Nada. A patas. Cogemos un taxi y nada de silla. O eso, o no voy contigo a ninguna parte.

. - no, por favor, eso no. Necesito la piscina y te necesito a ti. No me dejes ahora.

. - pues entonces más a mi favor –dije caminado a su lado- tira para adelante, tú y yo iremos a bailar en las próximas fiestas patronales.

. - si es que llego viva.

. - mujer de poca fe, serás negativa. Anda, tira, yo cuidaré de ti, pero sin pasarse, que el trabajo lo tienes que hacer tú, que, si no, la tenemos clara.

Llegamos a su dormitorio y yo mismo la desnudé y besé aquel pecho solitario suyo y luego el inexistente. Aquello dio nuevos bríos y un poco de fuerza moral a una desfallecida Ángela.

. - gracias –dijo abrazándome y volviendo a llorar-.

. - nada de lágrimas Ángela, ¿la ropa de la piscina?

. - enseguida la traigo –dijo su madre-.

Una vez el bikini en mis manos, noté que la copa que coincidía con el pecho vaciado era duro y no se deformaba, simulando su pecho perdido. Ángela me miró y le guiñé un ojo.

. - será nuestro secreto –sonreí-.

Le ayudé a ponérselo, no sin antes disfrutar de nuevo de su pecho intacto. Una sonrisa se dibujó en su cara de nuevo. Luego le puse la parte de abajo y de nuevo antes le comí el chochete con su madre delante. Una vez vestida con su bikini, se puso ropa encima de calle y listo. Ya solo faltaba un poco de colorete.

A la piscina municipal, por favor –le dije al taxista, ayudando a Ángela a entrar y sentarse-.

En cinco minutos ya estábamos allí. Pagué el viaje y la ayudé a bajar del auto, luego se cogió de mi brazo y avanzamos a su ritmo.

. - ¿cómo te encuentras, cariño?

. - bien, gracias, Salvador.

. - cuando te sientas cansada, solo tienes que decírmelo y paramos.

. - vale.

Entramos en las instalaciones y saludaron a Ángela varios chicos y chicas, ella sonreía y saludaba también.

. - ¿quién es este chico tan guapo que te acompaña, Angelita? –le preguntó el que hacía de todo allí dentro-.

. - es un amigo. Mamá no puede venir hoy y me está echando una mano. Se llama Salvador.

. - hola, Salvador. Cuida de Angelita y no la dejes caer.

. - descuide, como si fuera mi madre.

. - bueno, Salvador, no te pases, que no soy tu madre.

. - es una manera de hablar, mujer. Mujeres, ni con ellas, ni sin ellas –sonreí, el encargado también rio-.

. - sí, es verdad. Bueno, cuida de tu mamá y no la dejes caer.

. - así se hará.

. - sois tal para cual los dos. Anda, vamos al vestuario.

. - pero solo es de chicas. No podré entrar contigo–dije-.

. - Juanito, ¿puede ponerse en la puerta un segundo para que Salvador me ayude a desvestirme?

. - ¿llevas el bikini debajo? –dijo el tal Juanito-.

. - sí, pero como si no lo llevara, Salvador y yo somos algo más que amigos.

. - ah, ahora se comprende. Vale, vayamos pues y no tardéis mucho, que tengo faena con una ventana que rompió el viento anoche.

. - un minuto y salimos –dijo ella-.

Juanito dio un grito en el vestuario de señoras y como nadie respondió, nos dio paso.

Del brazo entramos Ángela y yo. Luego la hice sentar junto a una taquilla que ella me marcó con la mano. Sacó una llave de su bolsito y me la dio. Luego abrí su taquilla. Seguidamente la ayudé a desvestirse, quedando en bikini, luego yo me saqué la ropa y quedé con el bañador que había traído puesto de casa. Una vez todo guardado e iba a levantarla, Angelita para Juanito, me bajó el bañador, dejándome la polla que estaba a medio gas fuera e hizo algo más. Me la cogió con sus dos manos y se la metió en la boca. Fue visto y no visto. Iba a decir algo, pero me callé. Una, porque no fuera a oírnos el tal Juanito y otra, porque me gustaba que me mamaran la polla, fuera el que fuera y, además, así no estaría en la piscina empalmado todo el rato mientras le metía mano a Angelita de mi alma.

Al final acabé soltando lastre lácteo en su boca. Ella se limpió el semen de sus labios con su lengua, para luego inclinarme y comérmela a besos.

. - vamos, chicos. Que se me hace tarde.

. - ya vamos, ya hemos acabado –dije sonriendo y besando de nuevo a Ángela, pero esta vez en el pecho sano, al levantarle el bikini lo justo. Luego se lo volví a colocar y la ayudé a levantarse y salir de los vestuarios hacia la piscina que estaba bastante concurrida a aquella hora de la tarde.

Me metí en el agua y con cuidado, la ayudé a entrar. Luego la rodeé con mis brazos sin tocarla.

. - no hace falta, Salvador. En el agua me muevo mejor que fuera de ella.

. - perfecto, menos trabajo para mí.

Me quedé flotando mientras ella nadaba. Cando se dio cuenta que no estaba a su lado, me llamó.

. - ¿qué haces ahí parado?

. - aquí, esperándote.

. - no, te necesito a mi lado.

. - ¿pero no me habías dicho que te desenvolvías bien en el agua?

. - sí, pero por si las moscas. Mamá siempre está junto a mí, por si acaso.

. - tu madre tiene miedo por ti, pero yo no. Tú eres más fuerte que eso. Venga, nada, te espero aquí.

. - ¿no vas a venir entonces?

. - no, ve y date una piscinada. Te espero.

. - ¿y si me ahogo?

. - entonces te hago el boca a boca.

. - bueno, vale. Si me ahogo, tuya será la culpa.

. - sí, será mía. Anda, lárgate ya, gandula.

Mientras Ángela nadaba toda enfadada, una muñeca de ojos verdes y despampanante cuerpo, se me acercó.

. - hola, soy Bea.

. - hola, yo Salvador.

. - veo que has venido con Ángela.

. - sí, su madre no podía venir hoy.

. - ¿y no estás junto a ella por si le pasa algo?

. - no le pasará nada. No es tonta. ¿Sois amigas? –dije mirándola a ella y luego a Ángela, que estaba llegando a la otra orilla-.

. - no, solo conocidas de venir a la piscina.

. - estás para mojar con pan, ¿lo sabías?

. - gracias, tú también lo estás. ¿Es tu novia?

. - solo es una amiga íntima, ¿y tú?

. - yo no tengo novio.

. - ja.

. - no, no tengo novio, solo amigos íntimos.

. - pues como yo.

Ángela llegó junto a nosotros respirando fuertemente.

. - ¿qué haces con esta pelandusca?

. - hola, Ángela –respondió la pelandusca-.

. - haya paz, chicas –dije-.

. - esta tía me quitó a mi novio y luego le dio el paseo. Es una come-hombres. Los roba y luego los abandona como perros apaleados.

. - bueno, Ángela. No será para tanto –me giré hacia Bea y le pregunté- ¿De verdad le quitaste el novio a Ángela?

. - la culpa la tuvo ella que no le daba lo que yo.

. - serás puta –dijo Ángela demasiado alta su voz para la zona en que estábamos y varios bañistas y no bañistas, se giraron la cara para poner atención. Luego Ángela bajó la voz.

. - deja en paz a mi novio.

. - me ha dicho que no eres su novio, sino un amigo íntimo.

. - pues eso, muy íntimo –dijo enganchándose de mi brazo y besándome la boca-.

. - vaya, lo siento, y mira que estás bueno, Salvador.

. - otra vez será, preciosa –dije-.

Bea se fue nadando a la otra esquina y salió del agua.

. - será cabrona la muy puta. Ten cuidado con esa, que…

. - sí, me devora y luego me echa a patadas. Puede que tengas razón, pero tiene un desparpajo y un cuerpo de cojones.

. - y eso es lo que os gusta a los chicos, unas calienta-pollas.

. - vale ya, cariño. No te pases. No ha sucedido nada, aparte de que no eres mi novia, sino amiga íntima como se ha dicho.

. - vale, perdona. Pero esa tía me revienta de solo verla.

. - anda, olvídala y date otra piscinada, a no ser que estés cansada y te ayudo a salir.

. - no, estoy bien ahora que se ha ido esa zorra metomentodo –dijo tirándose de espalda y nadando de espaldas también. La vi volar grácilmente y sonreí. No le perdí de vista. Una vez volvió a mi lado, respiraba demasiado fuerte para mi gusto y le ordené detenerse.

. - no, estoy bien.

. - de eso nada. Entre las dos piscinadas y esa chica, no estás muy serena tú. Quédate conmigo un rato, no tenemos prisa –le dije cogiéndola por los hombros y pegándola hacia mí. Eso a ella le gustó y no se movió, sino para darme un beso-.

Con disimulo y estando pegados a una esquina, mi mano se perdió bajo su parte interior del bikini por la parte trasera. Ángela se tensó avergonzada de que la vieran siendo penetrada dáctilmente por su orto. Aun así, se quedó como una estatua mientras yo usaba mi dedo para perforarle su culo.

. - aaahhh, ten cuidado, que nos pueden ver.

. - tú no te muevas y nadie se dará cuenta –profundicé y me la follé con el dedo. Ella jadeaba imperceptiblemente, hasta que se corrió no una, sino varias veces-.

Tuve que besarla para que no se dieran cuenta de sus jadeos. Luego dejé el dedito en paz y se lo saqué.

. - vámonos a casa, Salvador.

. - ¿ya?, ¿tan pronto?

. - quiero ser follada de nuevo, pero no con el dedo.

. - ¿estás segura?

. - tendré que estarlo, no voy a vivir mucho tiempo.

. - no seas pájara de mal agüero.

. - anda, ayúdame a salir de la piscina.

Volvimos a coger otro taxi para llegarnos a su casa. Pagué yo, de nuevo, claro.

. - Ya estamos en casa, mamá –gritó Ángela. Nadie respondió en aquella casa-.

. - no habrá llegado aún de la escuela.

. - mejor entonces. Así no intentará disuadirme de lo que vamos a hacer.

. - te lo vuelvo a preguntar. ¿Estás segura?, te va a doler, cariño.

. - ya lo supongo, pero quiero hacerlo y lo haremos. Vamos a darnos una ducha previa.

En la ducha y ambos desnudos, nos cominos el uno al otro. Ella gastó unos cuantos orgasmos cuando le metí la lengua en su coño. Luego salimos secos y limpios. Desnudos pasamos a su habitación. Ella se subió a la cama y esperó.

. - ¿tienes vaselina a mano? -pregunté-.

. - mira en los cajones de la alcoba de mamá. Seguro que le queda algo, suele pajearse creyendo que no la oigo.

. - ya.

En la habitación de Adelaida había muchos juguetitos, vaya con Adelaida. Buscando, también encontré la vaselina. La llevé junto a Ángela y la puse sobre la cama, mientras me subía a ella.

La cosa se desarrolló como estaba previsto. Un lengüeteado general, comida de coño en profundidad para hacerla correrse y que se lubricara bien, para luego una penetración vaginal previa a la anal.

Gemía no como una puta, porque no lo era en absoluto, pero casi lo parecía. Una vez me harté de su coño, me pasé a su trasero, dándole la vuelta a su delicado cuerpo. Una almohada hizo de grúa para levantarle el trasero a la altura adecuada.

Su ano lengüeteé abriéndoselo con un par de dedos. Cuando la cosa estaba media encaminada, cogí la vaselina y le eché un buen chorro, para luego embadurnarme la polla con ella.

La penetración anal fue una delicia para el penetrante, algo normal, y si no que se lo digan a papá, pero no tanto para el penetrado o penetrada y a las pruebas me remito.

Sus gritos reprimidos intenté evitar, pero como con papá conmigo, la cosa fracasó estrepitosamente. Aun así, cuando le tuve todo mi torpedo en su culo y me frené, hasta descansé yo en su nombre.

Una vez todo mi pene en su ano, la cosa de desarrolló como estaba previsto. Un placer inmenso para mí y mi santa polla, y un fuerte dolor para Ángela.

Finalmente exploté después de salirme de aquel negro pozo desparramando mi simiente en su nalga derecha. Ella respiraba fuertemente con gran dolor anal por su parte.

Me dediqué a tomarme mi lechita para después comerle el ojete y así, de paso, que le aminorara el dolor de la follada.

Una vez realizado el acto anal-sexual, tomé a una casi desfallecida Ángela y en brazos, como papá conmigo, la llevé al baño y después de una limpieza general y sobre todo particular de su ano y su vagina, más un calmante que encontré en el botiquín, la devolví a su cama, previo cambio de sábanas, las cuales deposité en su cubo correspondiente. Allí la dejé descansar, no sin antes agradecerme la interfecta el trabajo realizado, cosa que debía ser yo el agradecido por tamaño disfrute con sus agujeros.

Un baño personal y quedé como nuevo. Limpié lo limpiable y vestido, esperé la llegada de su madre amantísima, la gran profesora Adelaida, la cual esperaba no me abroncase tan fuerte como yo lo haría si fuera el padre de la enculada.

Adelaida me encontró dormitando frente al televisor encendido. Fue verme e irse a la habitación de Ángela y comprender que allí había habido tomate. El tipo de tomate, no estaba segura, pero tomate del bueno, sí.

Como su hija parecía dormir plácidamente, se dijo que todo lo relacionado con el acto sexual se había desarrollado de la manera acostumbrada y satisfactoria para las dos partes. Ahora solo faltaba confirmar sus sospechas.

. - Salvador, Salvi, cariño. Despierta –me zarandeó un poco por mi hombro derecho-.

. - ¿eh?, ah, hola. Me he quedado dormido, lo siento.

Me senté en el sofá y desentumecí los músculos.

. - ¿habéis tenido relaciones tú y mi Ángela?

. - directa al grano, Adelaida. Sí, así ha sido.

. - ¿cómo está mi niña?

. - la duché y le di un calmante. Luego la acosté.

. - ¿por qué le diste un calmante?, tiene pastillas para todos sus dolores.

. - para su dolor anal.

. - ¿anal?, ¿también lo habéis hecho, analmente?

. - sí, me lo pidió con insistencia y no pude negarme. ¿Hice mal?

. - debiste esperar a que yo estuviera presente por si surgía algún contratiempo, ya me entiendes.

. - precisamente fue ella quien me dijo que lo hiciéramos antes de que llegaras no fueras a negarle el hacerlo. Siento esta contrariedad, Adelaida. Tu hija es muy insistente cuando quiere.

. - sí, eso lo sé. Bueno, esperemos a que despierte y confirme que no tiene nada.

. - si surge algo me avisas. Ahora debo marchar, tengo cosas que hacer.

. - ¿creí que tú y yo íbamos a hacer algo después de yo llegar?

. - cariño, la verdad es que me vacié totalmente en tu hija y ahora no estoy en forma. Quizás mañana tengamos una oportunidad en ese instituto al que vamos con Alicia.

. - no creo, recuerda que es un instituto de monjas y en esos sitios no son muy dados a relacionarse sexualmente.

. - entonces será otro día, Adelaida.

. - estoy muy estresada, ¿no podrías al menos usar tu lengua para…?

. - Adelaida, Adelaida. Solo soy un pobre chico. No eches encima de mis hombros cosas que no me corresponden.

. - perdona, soy una estúpida. Solo quería un poco de compañía, me siento tan sola…

. - tienes a tu hija, querida.

. - sí, pero, ¿por cuánto tiempo…?

. - bueno, vale. Haré un último esfuerzo. Date una ducha rápida y te espero. No tardes, por favor. Haremos algo rapidito.

. - gracias, sabré agradecértelo.

. - ya lo haces, por eso no te preocupes. Anda, ve y vuelve rápido.

Adelaida, como una quinceañera, calienta-pollas, corrió hacia el baño y rápidamente se dio una ducha. Minutos después la vi aparecer aún con los pelos húmedos y secándoselos con una toalla. El albornoz estaba entreabierto y me enseñaba su felpudo.

Le cogí de la mano y como lo había pensado mejor, la llevé a su dormitorio. Allí le saqué el albornoz, para de inmediato tenderla en su cama y metiéndome entre sus piernas, comerle el chumino y quitarle el estrés a base de lengua, mucha lengua. Sus orgásmicos orgasmos la alzaban de la cama, para después recorrerle todo su cuerpo también con mi lengua.

Su boca y la mía no se despegaron en un buen rato hasta que su coño volvía a hervir de orgasmos, cosa que me vuelve loco, por lo que regresé al lugar por donde había empezado.

Su coño, rebosante de jugos de la mejor calidad, fui sorbiendo, hasta que sentí que mi polla volvía por sus fueros, por lo que me bajé los pantalones y sacando a la luz mi herramienta del placer, se la encajé hasta los huevos. Allí le estuve dando polla y más polla, hasta que sentí que se me venía encima el cielo protector. Y todo ello, sin condón. Recordando, que tampoco lo había usado con su hija. Y que no se enterara su madre…

Al hacer el movimiento de salirme, ella me lo impidió con su mano derecha y con esa mirada que lo decía todo. Al final acabé corriéndome en su vagina, algo que nunca debió suceder, pero que cuando una mujer, como Adelaida, te lo pide con esos ojos de mujer necesitada, estás perdido y nada puedes hacer.

Una comida de polla y otra de conejo al colocarnos en un 69, acabó con aquella sesión amatoria entre una mujer hecha y derecha y prácticamente, un mocoso recién salido del cascaron.

. - gracias, Salvador.

. - no debí hacerlo en tu vagina, y lo sabes.

. - lo sé, pero soy yo quien lo ha querido y deseado. No te preocupes, si fructifica, no te enterarás, ni nada te pediré.

. - no debió pasar, solo sé eso. Ahora descansa, me daré una ducha y me iré.

Ella se agarró el estómago, se lo acarició con una sonrisa y segundos después puso los pies encima del respaldo anterior de la cama. Estaba decidida a aprovechar la ocasión a costa de un desliz estúpido por mi parte. Era una oportunidad que no podía desperdiciar, no fuera que no se produjera de nuevo.

El microbús del instituto funcionaba porque Dios es grande. Era una chatarra andante y el humo que soltaba hacía palidecer a una central de carbón.

Con una Alicia taciturna y callada, nos sentamos los tres al fondo del vehículo.

. - chicos, voy delante a hablar con el conductor. Así os dejaré para que habléis de vuestras cosas.

Adelaida se alejó de nosotros y Alicia se removió en su asiento. Juntos como estábamos, la visión desde el espejo retrovisor del conductor era mínima, a excepción de hombros para arriba de los dos.

. - de acuerdo –oigo que dice Alicia mirando al piso oxidado del coche-.

Me hice el longui, pues lo había dicho con un hilillo de voz.

. - que de acuerdo –dijo alzando un poco más la voz-.

. - ¿de acuerdo en qué?, ¿qué vamos a ganar el concurso?, pues claro.

. - no, lo otro.

. - refréscame la memoria, encanto.

. - no hagas rebajarme aún más de lo que ya lo estoy haciendo.

. - Alicia, cariño. Habla claro. Tengo muchas cosas en la cabeza y no sé de qué estamos hablando.

. - eres…, eres…,

. - pues sí que empezamos bien. ¿Que soy?

. - un hijo de la gran puta –dijo con un hilillo de voz de nuevo-.

. - bueno, no sé yo. ¿Te he hecho yo algo para merecer ese calificativo tan gordo?

. - no, por lo que vas a hacerme.

. - vete al grano. ¿No te referirás al pre-contrato no firmado de adelgazamiento por sexo explícito e implícito?

. - a eso me refiero.

. - entonces no tienes nada más que decir no y listo. Además, he cambiado de idea. Ya no me interesa.

. - no puedes hacerme esto. Habíamos hecho un trato.

. - de eso nada. Me dejaste bien claro lo que pensabas y lo dejamos pendiente. Además, para eso necesito la complicidad de tus padres y si lo fuera a hacer, que lo dudo, serían ellos quienes tendrían que darte y darme permiso, pues pienso decirles los términos del contrato.

. - ni se te ocurra. A mí me encierran y a ti te cortan la polla.

. - ¿quiénes son tus padres, unos carniceros mafiosos?

. - no, unos padres que me quieren.

. - pues no sé yo cuanto te quieren si no han tomado cartas en el asunto para que no llegaras a este punto de tu vida –me explicaba como un libro abierto. Estaba que me salía-.

. - nunca aceptarán algo así.

. - ¿y tú?, ¿por qué lo aceptas?

. - por necesidad, ni más, ni menos.

. - pues cuando tengas el permiso de tus padres, me avisas. Ahora centrémonos en lo que tenemos delante, un par de días de mates locas.

. - si no aceptas, boicotearé el concurso y no abriré la boca, ni cumpliré mi parte.

. - ¿y por qué no te quedaste en casa?, estaría mejor solo, que, en tu compañía, una estatua andante.

. - di que sí y colaboro.

. - no cae esa breva. Recuerda el cociente intelectual que tengo yo y el que tienes tú. Punto y se acabó.

Los 20 minutos de carretera se me antojaron larguísimos. Solo cuando llegamos, respiré hondo. La guerra se había declarado y los contendientes no daban sus brazos a torcer. Veríamos quién sería el ganador y quién el perdedor.

Los saludos con las monjas y los del otro equipo se sucedieron entre sonrisas de cocodrilo. Luego una monja nos llevó a un cuarto a cada uno para dejar nuestras cosas.

Creí que mi habitación era una cueva lúgubre, pero no. Era una estancia blanca y moderna. Una cama, una mesa de noche, una mesita y su silla, más un armario y para de contar. Suficiente para un servidor. Ah y su ducha adosada, diminuta, pero nueva y reluciente. Seguro que serían las tres únicas que habían sido reformadas recientemente.

No nos dieron tiempo para nada más. Una monja nos llevó a una sala donde sería el concurso. El moderador, un profesor neutral del gobierno regional, nos saludó a cada participante, además de a Adelaida y a la maestra-monja de la otra parte contratante.

Sentados en nuestros pupitres, las preguntas se fueron sucediendo. Yo sacaba adelante nuestra parte, mientras Alicia hacia el paripé escribiendo monigotes en su papel. Al término de la mañana, el empate fue el resultado del primer encontronazo. Serían cuatro en total, dos por día.

Una vez fuera del aula, y cuando no había moros en la costa, Adelaida nos cogió en un aparte y nos abroncó.

. - ¿se puede saber que os pasa a vosotros dos?

. - a mi nada, yo hice mi trabajo –dije-.

. - y tú, ¿qué tienes que decir, Alicia?

. - estoy en huelga de brazos caídos.

. - ¿y eso a que viene ahora, Alicia?

. - le dije que sí a nuestro trato y se echó atrás.

. - válgame Dios, ¿es por eso?, y no lo podéis dejar para otra ocasión, no estáis solos vosotros dos. Está todo nuestro instituto representado en vosotros.

. - ¿hacemos una tregua, Alicia? –dije por apaciguar un poco-.

. - no quiero una tregua, quiero que digas que sí.

. - de eso nada. Cede un poco y yo lo haré por mi lado. Además, te he dado la oportunidad de hacerlo si tus padres aceptan nuestro trato –dije-.

. - mis padres no lo aceptarán nunca, así que no hay tregua que valga.

. - la madre que os parió a los dos. Si lo sé, os dejo y me traigo a dos alumnos cualesquiera.

. - yo estoy cumpliendo. Vamos empatados gracias a mí.

. - pero la has liado con ese plan tuyo y tú, Alicia, no eres menos culpable. Joder, que nos estamos jugando nuestro prestigio como instituto.

. - bueno, vale. Lo haré por el instituto. Participaré la próxima vez, pero que no se me acerque si no es en el concurso.

. - ya lo has oído Salvador, no te acerques a ella.

. - ni falta que me hace. Me voy a mi habitación, me duele la cabeza de aguantarla –y me fui-.

Me vieron desaparecer en el interior del edificio.

. - afloja un poco, Alicia.

. - ya lo estoy haciendo.

. - ya me entiendes a lo que me refiero. Puedes buscarte a otro para que te ayude en tu problema.

. - ¿cree que es al único al que se lo he pedido?, todos se han reído en mi cara. Al menos Salvador me dio una salida, cabrona, pero una salida, al fin y al cabo. Esto no ha acabado, conseguiré mi objetivo.

. - tus padres dirán que no, si no le hacen antes algo a Salvador.

. - eso me temo y está empeñado en informarles con pelos y señales de nuestro trato. Está loco, loco de verdad.

. - sí, a veces no sé qué le pasa a ese chico por la cabeza. Anda, alegra esa cara, que la gente murmura sobre vosotros dos.

. - que murmuren, me da lo mismo. Lo quiero bien lejos de mí.

. - ya lo sabe. Anda, veta a darte una ducha si quieres y duerme un poco. El almuerzo será a las 13 horas.

. - vale, eso haré.

Mientras me daba una ducha…

. - hola, hola –decía alguien fuera de la ducha. Joder, ¿es que aquí uno no se puede duchar en paz?

Asomé el careto y vi a un chico de mi edad en medio de la estancia.

. - ¿qué coño quieres tío?, me estoy duchando.

. - perdona, solo quería conocerte un poco.

. - ¿quieres cerrar la puta puerta?, que me van a ver la picha las monjas, joder.

. - sí, claro, perdona.

Una vez cerró la puerta, continué duchándome, para luego salir con la toalla en las manos mientras me secaba el cuerpo, huevos incluidos.

. - ¿qué querías saber?

Con mi cuerpo desnudo, me llegué donde estaba el chico, que no dejaba de mirarme el cipote mirando al techo. La puta gordita me la había puesto dura.

. - cacho polla te gastas tío.

. - cosa de familia –dije sentándome en la cama- y bueno, ¿qué querías saber?

. - ¿le puedo echar un vistazo? –me la señaló-.

. - ¿y qué más?, anda, pasa el pasador a la puerta y ven aquí, majadero –le dije-.

Al chico le faltó tiempo para hacer lo que le pedí. Una vez delante de mí le tomé la cara y besé sus labios. Se notaba a la legua que quería algo más que hablar.

. - ¿tienes condones? –pregunté- no follo nunca sin condón –mentí-.

. - no, pero puedo traerlos de inmediato.

. - que sea un paquete nuevo. No me fío un pelo. Los míos no los traje. No sabía que los podría necesitar en un lugar como éste.

. - joder, pues no sabes tú cuánto. Aquí el que no folla, vuela.

. - tú, que sabes tanto, yo nunca me he follado a una monja, ¿hay alguna receptiva a una buena polla como la mía?

. - ahora que lo dices, está la hermana Serafina, se dice que fue puta antes que monja.

. - no me interesa. Esa tiene el coño contaminado, seguro. ¿Alguien más?

. - hace una semana llegó una nueva. Parece demasiado santa para ser monja, no sé, a lo mejor le gustas y te deja mojar. ¿Entonces voy a por los condones?

. - sí, ve. Llévate la llave, estaré bajo las sábanas mientras tanto. No tardes o me enfrío y entonces te va a follar tu padre.

. - vengo enseguida.

Salió disparado, llevándose la llave. Si tardó cuatro minutos, exagero. Allí estaba todo sudoroso con la caja en la mano.

Cerró con llave de nuevo y me tiró la caja. Le quité el precinto y saqué cuatro condones.

(Parte 3 de 11)

FIN