Favor, con favor, se paga (2)

“Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas. Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna...”, Groucho Marx. Relato en 11 trozos.

FAVOR, CON FAVOR, SE PAGA

(2-11)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Ante el beneplácito de una madre que lo que quiere es lo mejor para su hija, los dos nos olvidamos de su presencia y como se podían dar otros pasos más para el culmen sexual, con delicadeza de que no me dejara sin polla, se la saqué de su boca y cogiéndola con los brazos, la llevé a la cama. Allí me saqué los pantalones del todo y me subí a la cama. De inmediato la tenía comiéndome de nuevo la polla, para yo al mismo tiempo, desnudarla con ayuda de su madre.

. - ¿dejas que mamá intervenga, Salvador?

. - adelante –dije besándole los labios a su madre, mientras yo mismo le quitaba su albornoz, saliendo a la luz aquel cuerpo que ya había disfrutado por unos segundos-.

Ya con Ángela toda desnuda, el pubis ensortijado de pelos oscuros fue un potente imán para mis sentidos y mi lengua allí se quedó por un buen rato para darle un placer inesperado por ella. Sus gemidos me enaltecían y más apretaba mis labios contra los suyos, labios vaginales súper sensibles que nunca habían sido catados por macho alguno.

Allí la cosa ya no tenía límites según mi entendimiento y la penetración fue lo siguiente que se iba a producir en aquella cama. Y como su madre era previsora, antes de penetrar a su hija, saco de la mesa de noche un paquete de condones y sacando uno, ella misma, sonriendo, me lo puso en todo el cipote. Solo entonces, me permitió penetrar y desvirgar a su enferma hija.

Ella gemía como si el cielo hubiera bajado a la tierra y fuera la actriz principal de su propia vida para variar.

Una vez desvirgada la chica, su madre necesitaba mi atención y hacia ella me dirigí, para al poco ya estarla penetrándola vaginalmente primero, pare luego, encularla como Dios manda. Al final ambas se sirvieron de mi cuerpo y yo del de ellas hasta que su madre me pidió dejarla descansar después de su desvirgamiento perpetuo, cosa que permití, aunque aún me quedaban energías para un último esfuerzo.

Dicho esfuerzo lo realicé fuera de la habitación y mientras Adelaida y yo nos duchábamos. La hice inclinar mirando a oriente, clavándole mi tranca una última vez por esta gloriosa tarde-noche, hasta correrme dentro de ella, pero esta vez, sin el condón, que se había quedado en una papelera por el camino.

Una vez duchados y secos y mientras me vestía yo, ella solo se puso el albornoz, le pedí disculpas. Unas disculpas innecesarias, pero que tenía que pedirlas, pues no estaba prevista aquella sesión amatoria a tres bandas cuando entré por la puerta de su casa.

. - lo siento, Adelaida. No debió suceder.

. - no te disculpes, hijo. Tenía que pasar y ha pasado. Ha sido consentido por las dos partes y nada tengo que objetar. Solo espero, que funcione o no la compatibilidad con tu médula, no la eches de tu lado de una manera que no se merezca.

. - ¿aún no me conoces bien?, no haré tal cosa. Mientras ella quiera, con tu permiso, seguiré visitándola. Igual te digo que no entra en mis planes casarme con tu hija, ni con ninguna otra, pero sí puedo hacerle feliz un tiempo, allí me tendrá si ella me corresponde.

. - te lo permito y espero que también visites a su madre. Una madre que te ha cogido un cariño especial –dijo besando mis labios y yo los de ella. Fue un beso sensual, suave, pero intenso en sí mismo. Aquel beso me habló por los cuatro costados y yo sabría hacerle honor. Ni la madre, ni la hija serian algo desechable en mi vida, sino algo que me completaría como persona. Pero qué bonita me ha quedado la frase...

De momento he tenido relaciones sexuales con personas, como papá, mamá, Adelaida, Ángela, Marisa, varias putillas y Rogelio. Ninguno de ellos los veo capaz de pegarme nada, pues son personas limpias en sí mismas. No he usado condón, a excepción de con Ángela, pero tengo que pensar que siempre no será así. Y estoy pensando en Rogelio y otros Rogelios, con el cual no pienso tener más relaciones, aunque si las tuviera por un casual de la vida, que nunca se sabe, no estaría muy seguro de donde la habría metido antes y podría pegarme alguna mierda de esas, así que me acercaré a una farmacia y compraré unos condones para las emergencias fuera de, como se diría, ambiente sexual seguro.

Crucé unas calles camino de casa y vi una farmacia, hacia allí me fui. Olía a lo que huelen las farmacias, a pastillas y perfumes a tutiplén.

La dependiente debía tener una edad similar a la mía y era negra azabache y delgada como un pino, y pesaba menos que un comino. Debía ser anoréxica perdida. De las tetas, ni se le notaban.

. - hola, guapa –porque lo era, era un fideo, pero bien bonita-.

. - buenos días, ¿que deseas? –dijo ella, seria-.

. - quería un paquete de condones, por favor.

. - ¿qué medida?

. - pues no sé, ¿Me la saco y me la mides?

. - no, por Dios. ¿Estás loco?

. - loco no, solo un poco bromista. Te pido perdón, ¿qué me aconsejas?

. - los tengo sabor frambuesa, son muy solicitados.

. - no, me refiero a la medida que debo comprar –dije señalando donde debía estar el paquete, ahora desinflado por las circunstancias-.

. - ah –dijo sonriendo-.

. - vaya, si hasta sabes sonreír. Preciosa sonrisa. ¿Tienes algo que hacer, digamos… el domingo?

. - ¿para qué?

. - para dar una vuelta y hasta si quieres, ir a la playa.

. - no puede ser, estoy muy ocupada.

. - vaya, una pena. ¿Me los das entonces?

. - ¿el qué?

. - unos besos.

. - ¿cómo dices?

. - que va a ser, los condones, mujer.

. - ah, perdona, me había liado un poco –dijo riendo sonoramente-.

. - que risa más cantarina que tienes. Una pena que no quieras ser mi amigo.

. - soy muy cara para ti.

. - ¿a qué te refieres?

. - que no soy fácil de convencer. No salgo con cualquiera.

. - ah, es eso. Bueno, cuando no tengas un corrillo de admiradores a tu alrededor, avísame.

. - lo haré, descuida.

. - mira, los condones dámelos de tamaño medio, así la próxima vez ya pediré la medida justa, aunque seguro que será la talla superior, pues al decir de quien me la ha visto, es algo única.

. - serás…, serás… -dijo riendo y cogiendo un paquete de condones y entregándomelo. En eso salió un señor blanco, vestido con una bata blanca y un mostacho blanco por bigote.

. - ¿qué sucede, hija?, ¿Que son esas risas?

. - nada, padre. Este chico, que es muy chistoso.

. - ya. Pasa atrás, tu madre pregunta por la medicina que encargó la señora Ordóñez y que tenía sobre el estante.

. - ya vino a buscarla y se la entregué, padre.

. - ah, bueno. Me vuelvo atrás a seguir trabajando.

El viejo se fue y me quedé mirando a la chica, que se dio cuenta.

. - ¿qué miras?

. - el color de tu cuerpo. Cómo debes haberte pasado con los rayos Uva.

. - de eso nada, es color natural –se dijo tocando y pellizcándose, mientras se reía-.

. - anda, toma –le entregué un billete- no cambies esa carita de ángel que tienes.

. - ¿y el resto del cuerpo? –Me dijo devolviéndome el cambio-.

. - del resto tú ya sabes la respuesta, ¿no crees?

. - gracias por no decirlo abiertamente.

. - quizás no tengas la culpa, pero si pusieras un poco de tu ayuda, a lo mejor…, perdona, pero me esperan en casa. Nos vemos cualquier día de estos.

. - es posible. ¿Por qué zona vives?

. - no es ésta, la verdad. He venido porque tengo unos amigos cerca, pero si necesitas un día alguien con quien hablar, llámame –dije cogiendo un boli atado con una cadena que había sobre la mesa de cristal y poniéndole mi número de móvil en una publicidad de un quita-sabañones. Luego se la acerqué y con un guiño de ojos, me fui. Ella cogió el papel y leyó el número, para luego guardárselo en el bolsillo, no sin antes mirar por si el viejo había vuelto a salir-.

Cinco minutos después sonó el móvil. Era un número desconocido para mí.

. - sí, dígame.

. - soy yo.

. - ¿y quién eres tú?

. - la chica de la farmacia.

. - ah, coño, pues sí que has tardado. ¿Qué puedo hacer por ti, morena?

. - te espero el domingo en el parque que hay aquí al lado, a eso de las seis de la tarde.

. - ¿para?

. - ¿hablar?

. - vale, ponte guapa, te llevo al cine. A esa hora como que la playa no me apetece. En el cine dan la quinta parte de una de alienígenas que me vuelve loco.

. - ¿monstruos?, como que no.

. - bueno, eso ya lo discutiremos frente a la cartelera, ¿te parece?

. - bueno, vale. Oye, ¿eres de fiar?, no me mientas, por favor. Si es para reírte de mí, dímelo ahora.

. - bueno, me has cogido.

. - ¿por qué lo dices? –Dijo compungida, se desvanecía su castillo de princesa-.

. - porque pensaba besarte y meterte mano en la oscuridad del cine.

. - ah, eso, pensé otra cosa.

. - ¿no te molesta que quiera besarte y meterte mano en el primer día?

. - no, para nada.

. - ah, bueno. Pues eso que me alegro.

Después de colgar, la madre de la morena llegó junto a ella e iba con esas gafas de persona leída y también era blanca, con un batín también blanco.

. - hija, ¿con quién hablabas?, ¿era un cliente?

. - no madre. Era un chico con quien iré el domingo al cine.

. - ¿un chico, hija?, ¿Desde cuando tienes novio?

. - no es mi novio, mamá. Lo acabo de conocer.

. - ¿lo acabas de conocer y ya vas al cine con él?, ¿No querrá otra cosa de ti, cariño?

. - mamá, todo el mundo quiere algo del otro. Déjame volar un poco, ya tengo 18 años y aún no tengo amigos.

. - te comprendo, hija, pero ten cuidado. En tu estado, los chicos son muy crueles.

. - mamá, lo sé. Soy quien los padece, pero este parece diferente, va con la verdad por delante.

. - ¿por qué lo dices?

. - mamá, no quieras que te lo explique, por favor. Aunque solo seamos amigos, será mi único amigo. ¿No me pondrás impedimentos, verdad, mamá?

. - hija, no estás prisionera en casa. Claro que puedes ir, pero a las primeras de cambio que veas que no se comporta debidamente, regresa a casa. Llámanos, papá irá a buscarte sin preguntarte el motivo, así se lo diré yo.

. - gracias, mami. ¿Me puedo comprar un vestido nuevo? Los que tengo ya tienen mucho tiempo.

. - iremos mañana mismo a una bonita boutique e irás como una princesa.

. - gracias, mamá. Te quiero, ¿lo sabias?

. - lo sé, cariño. Tu padre y yo también te queremos mucho desde que te adoptamos.

. - lo sé. Y os estaré siempre agradecidos. En Kigali no quedó nadie de mi familia y tuve suerte que estuvierais allí de vacaciones y me pudieseis adoptar tan rápido.

. - ven aquí, mi amor –dijo su madre abrazándola y besándole la cabeza, ambas lloraban de felicidad-.

. - hola, hola, ya he llegado –grité desde el salón. Allí me tiré en el sofá y encendí la televisión. Estaban poniendo las noticias. Como siempre, los israelíes en guerra con los palestinos y viceversa, los chechenos poniendo bombas y los talibanes haciendo de las suyas y para más inri, en Bagdad seguían las bombas explotando y matando a civiles. Y no digamos de la guerra en Siria y varios sitios más. En fin…-.

. - hola, cariño –dijo mamá-.

. - hola, hijo –dijo papá-.

Ambos iban en bata recién salidos del baño. Seguro que acababan de hacer el amor. Una vez junto a mí, me besé con mis dos progenitores.

. - hijo, tu padre y yo queremos hablarte de algo importante. ¿Puedes apagar la televisión, por favor?

. - claro, madre, yo también tengo que deciros algo importante para mí –dije apagando la tele-.

Cada uno se sentó a un lado de mí. Mamá me cogió las manos entre las suyas y miró a papá.

. - ¿hablo yo primero? –dije-.

. - mejor déjanos hablar a nosotros, por favor, hijo –dijo papá-.

. - bueno, como queráis. Adelante pues. Soy todo oído.

. - bueno, te diré… –papá se quedó pensativo- la cosa es que…

. - arranca, cariño.

. - es que no es fácil, querida.

. - déjame que le hable yo, entonces.

. - sí, será lo mejor. Las mujeres sois más lengüeteras que los hombres.

. - ya hablaremos tú y yo de eso que me has llamado. Lo importante es que hable alguien y voy a ser yo. Hijo, tu padre y yo hemos estado hablando y hemos llegado a un acuerdo.

. - no, coño. ¿Os vais a divorciar?, ¿es eso? -se me erizaron los pelos del cogote-.

. - no, por Dios, hijo. Nada de eso. Al contrario. Bueno, ahí va. Papá y yo hemos pensado que como eres el mejor hijo del mundo que podíamos tener, te mereces los mejores padres también.

. - ya lo sois, os quiero a los dos –dije besándole los labios a mamá y luego busqué los de papá, que no reculó, al contrario, me cogió la cabeza con ambas manos y nos dimos un buen morreo-.

. - no es eso, hijo.

. - querida, tú también te enrollas más que una persiana, ve al grano o nos dará las tantas –dijo papá-.

. - ya voy, ya voy, no me atosigues, hombre de Dios. Bueno, voy al grano. Papá y yo vamos a ser tus profesores sexuales.

. - coño ¿y eso que es? –dije yo muy serio mientras miraba a uno y a otro progenitor.

. - que te vamos a enseñar, con lecciones prácticas, todo lo relacionado con las relaciones sexuales entre un hombre y una mujer y entre un hombre y otro hombre. Esta última parte, como comprenderás, te la dará papá.

. - a ver si me aclaro bien. Vosotros, mis padres, ¿me vais a enseñar como tener sexo, teniendo sexo con los dos?, ¿Es eso de lo que estamos hablando?

. - sí, ni más ni menos –dijo papá-.

. - ¿y eso no es anti-natural?

. - hijo, eso es lo que nosotros queramos que sea. Por supuesto, todo lo que hagamos en casa, se quedará en casa. Y sí, te enseñaremos todo lo relativo al sexo, teniendo sexo con tu padre y conmigo. Solo falta que tú lo quieras también. Nosotros estamos dispuestos a que conozcas todas las técnicas que te podamos enseñar para así salir airoso en tus futuras relaciones sexuales, ya sea con chicas o con chicos, eso ya es de tu elección personal. ¿Que nos dices, cariño?

. - ¿cuándo empezamos?

Tanto papá, como mamá sonrieron.

. - ¿te va bien desde ya?

. - por mi sí, madre. ¿Puedo? –Le señalé el batín-.

. - adelante, hijo, tu madre siempre estará dispuesta para ti.

Le abrí el batín y sonreí.

. - preciosos –dije tocándole los pezones con los dedos suavemente, para después mamárselos como si me fuera la vida en ello. Tanto papá, como mamá sonreían agradecidos de que hubiera tomado tan rápida la decisión de aceptar su ayuda sexual. Y que dure, añado yo.

Papá, se levantó y se sacó el batín, quedando en bolas. Luego me cogió una mano libre y me la llevo a su polla. Entonces dejé de mamar a mamá.

. - Jo, padre, qué grande la tienes. ¿Puedo?

. - para eso ni pidas permiso, hijo. Úsala cuánto y como quieras. Tu madre y yo estaremos las 24 horas dispuestos para ti siempre. Así lo hemos decidido ambos. Nuestro hijo se merece clases de primera calidad y nadie como sus padres para dárselas.

. - gracias, madre –dije mirándola, luego a papá –gracias, padre –dije y me puse frente a la entrepierna de papá. Acaricié su gran y venosa polla. Papá suspiró fuertemente. Sin duda había sido descargada recientemente con mamá-.

. - hijo, ahora mismo no está en las mejores condiciones, pues tu madre y yo...

. - no te preocupes, padre. Lo entiendo –dije recorriéndosela toda ella. Estaba menguada, pero sabía cómo se ponía cuando empalmaba. Aun así, me agaché y me metí aquella polla menguada en la boca-.

. - oh, que gusto, hijo –dijo papá-.

Mamá, con mi ayuda, me fue desnudando hasta dejarme en cueros también. Luego me senté en el sofá y fue mamá la primera en meterse entre mis piernas y darle un repaso a mi polla, ya conocida por su boca. Luego cedió el paso a papá que también se tragó mi tranca dura como una roca.

. - querido, deja el miembro de Salvi, por favor. Que conozca de primera mano la zona vaginal de una mujer primero.

. - sí, claro, querida –dijo dejando la polla en su sitio-.

. - hijo, revísame la vagina y usa tus dedos y lo que quieras para verla bien –dijo sentándose y abriéndose bien las piernas-.

Me puse entre sus piernas y abriéndole los labios vaginales, revisé primero con la vista y luego con la lengua y los dedos cuantos recovecos había allí abajo, con el consiguiente escape orgásmico de mamá.

Papá, tendido con su cabeza bajo mis huevos, se los estaba pasando pipa, comiéndoselos. Aquello me hizo calentar aún más y pronto se la clavé a una madre sedienta de polla de hijo putativo. Abajo, papá seguía disfrutando de mis huevos.

Cuando papá se salió, se puso con sus piernas abiertas también, como esperando su turno y que llegó rápidamente, pues no quería correrme aún.

Me metí también entre sus piernas y allí revisé lo poco revisable de los órganos sexuales de un tío. Su ano, que agrandé con un par de dedos, hizo suspirar a papá, luego metí mi lengua y devoré su polla primero y luego sus huevos como antes él hizo conmigo.

Al poco compartía la polla de papá descargada con mamá, que lanzaba su lengua, para subir hacia sus pezones y luego comerse ambos la boca. En ese momento cambié de sexo y dejando la polla de papá, cogí el pecho izquierdo de mamá y lo disfruté largamente, mientras de mi mano derecha usaba un par de dedos para metérselos en el ojo del culo.

. - ¿quieres usar mi puerta trasera, hijo?

. - sí, mamá y la tuya también, papá.

Como si fuera una orden directa, ambos progenitores se dieron la vuelta y mientras las tetas de mamá colgaban hacia abajo, lo mismo hacía la polla de papá. Sus culos en pompa era algo para enmarcarlos.

Antes de usar mi pene, les pasé a ambos mi lengua por todo su nalgar a los dos y por la parte vaginal y anal a ella y los huevos y polla a él. Luego, sí, ya era hora de penetrarlos o no podría hacerlo, pues estaba tan caliente, que me correría antes de enculármelos.

Como siempre, las señoras primero, fue a mamá a quien se la clavé hasta los huevos de inmediato. Sus tetas bailaban el Charleston. Un minuto después, se la saqué y de la misma manera, se la clavé a papá, que se dolió, pero menos. Así estuve disfrutando del culo paterno hasta que la corrida se vislumbraba en el horizonte, así que me salí de inmediato, para poner mi polla entre sus dos caras. Entendieron que debían disputársela entre los dos y así lo hicieron. Mi polla iba de una boca a la otra, hasta que uní sus cabezas y exploté entre sus dos caras, pues de hacerlo entre los dos sin pegarlos, la mayor parte hubiera ido hacia el sofá y no tenía ganas de estar limpiando algo que podían hacer perfectamente en sus caras, cosa que hice yo mismo con mi lengua en cada cara.

Uno a uno, lamé cada gota de semen, compartiendo mi corrida con la boca del interesado. Al final se turnaron para hacer difunta mi polla, dejándomela muerta y enterrada. Luego el silencio.

Las respiraciones de los tres, aceleradas al máximo, lo decían todo.

. - hijo, ¿qué has aprendido de esta primera lección? –Dijo mamá-.

. - que tengo los mejores padres del mundo mundial.

. - nosotros tenemos el mejor hijo del mundo también. Vayamos a la ducha, es lo que siempre haremos después de tener relaciones entre nosotros, pues la higiene es primordial cuando se tienen relaciones sexuales del tipo que sea, pero sobre todos cuando se usa el ano para darnos placer.

Una vez en el baño, papá y papá, prácticamente, me ducharon a base de lengua, luego yo me desdoblé para agradecerles sus servicios. Una ducha final como Dios manda y salimos los tres en batín.

Una cena rápida y nos metimos en la cama. Yo, por supuesto, con ellos dos y entre ellos dos.

Éramos como una piña. Mientras tenía mi cara encima de los pechos de mamá, mi mano derecha tenía agarrada la polla de papá. Éste, abrazado a mí, también jugaba con mi pene y de vez en cuando, se le iba la mano al chumino de su esposa y la penetraba con suavidad, corriéndose ella como si fuera un pozo inacabable de orgásmicos orgasmos.

. - hijo, nos dijiste que nos tenías que hablar de algo importante.

. - ah, sí. Casi se me olvida.

. - adelante, dínoslo.

. - ahí va. Voy a donar, si soy compatible, médula a una chica-.

Aquello fue como si soltara una bomba entre los tres. Papá soltó el coño de mamá y ella se sentó sobre sus nalgas.

. – pero, ¿qué dices, hijo?

. - la hija de mi profesora de mates tiene leucemia y no encuentra una médula compatible y se está muriendo. Me ofrecí y ya me hicieron la prueba. Solo falta que nos den los resultados.

. - por Dios, hijo. Podías haberte quedado en el quirófano y encima sin consultarnos.

. - mamá, tenía que hacerlo.

. - amor mío, eres nuestro único hijo y no queremos perderte.

. - mamá, no me perderás. Sé que es peligrosa y bien dolorosa, lo sé bien, pero fue mi decisión. Por cierto, el viernes y el sábado tengo un concurso de matemáticas contra un instituto de un pueblo de los alrededores. Iremos la maestra y otra compañera. Dormiré el viernes en ese instituto, regresaremos el sábado por la noche.

Se quedaron pasmados, pero supieron estarse callados. No estaban contentos, pero no intentaron disuadirme de nada, pues tenía la decisión tomada.

Al final se disolvió el malestar entre los tres y fue cuando papá probó por primera vez su tremenda polla en mi culo, no sin antes hablar de cómo se desarrollaría el enculamiento anal de un servidor. Estuve de acuerdo y firmé el contrato, papá me podía romper el culo con mi permiso implícito y explícito.

Mientras mamá hacia los preparativos untando con vaselina mi culo y su pene, papá me lo agrandaba con varios dedos.

. - hijo, aunque te lo agrande cuanto pueda con mis dedos, sé, por propia experiencia –dijo mirando por un segundo a su esposa y luego apartó su mirada de ella- sé que te va a doler. Descuida que haré todo lo posible que esté en mi mano para que sufras los menos posible, pero debes saber que es normal que las primeras veces duela cantidad, ¿verdad que lo sabes, hijo?

. - lo sé, padre. Algo de eso he leído –dije muy serio- Dadme algo que morder, no quiero romperme los dientes-.

. - sí, es cierto. Tonta de mí –dijo mamá- lo tenía apuntado, pero se me olvidó consultarlo. Esperad, lo tengo por algún lado.

Mamá revolvió en una de sus mesas de noche y sacó una especie de hueso similar a los que les da a los perros. Era gomoso y bastante duro. Mamá había acertado, pues morder un palo nunca ha sido mi primera idea.

. - gracias, mamá –se lo cogí con mi mano y me lo metí en la boca y apreté los dientes. Sin dejar de morderlo, dije guturalmente, que adelante. Lo entendieron.

Mamá me puso una almohada gruesa bajo el estómago y papá me colocó las piernas para levantarme el pompis lo justo para el momento. De hecho, apuntó varias veces y varias veces me colocó las piernas. Cuando la altura era la correcta, cogió aire fuertemente.

. - voy a empezar, hijo.

Yo asentí y tensé los nervios.

. - no, hijo. No tenses los nervios, déjalos flácidos, así tu ano se abrirá mejor a mi pene.

Tragué saliva y volví a asentir. Cogí aire y lo solté fuertemente, luego esperé.

Papá se recolocó mejor y cogiéndose su polla, hizo tope con mi ojete. Sentí el contacto y quisiera o no, me tensé, pero papá ya no me dijo nada más. Apretó un poco y su gorda polla se resistía a entrarme en mi estrecho culo. Cogió aire papá y apretó con cierta fuerza, ello hizo que me penetrara la punta de su polla, con el consiguiente dolor por mi parte. Mamá estaba nerviosa por el dolor que me estaba infringiendo voluntaria e involuntariamente papá.

Un nuevo impulso por parte de papá y me metió un cuarto de polla. Todos sintieron como se me erizaron los pelos del culo, el dolor era inauditamente fuerte. Solo las putas agujas aquellas, eran superiores en darme dolor y aguanté, pues si aguanté las agujas, podía aguantar la polla de papá en mi culo.

Papá me dejó descansar un poco, para seguir sirviéndose de mi trasero. Lo que hizo en aquel momento no fue seguir profundizando, sino meter y sacar su polla hasta la cantidad de polla penetrada, para así hacerme al paño. No me disgustó, pese al dolor, pues era inferior cada vez.

Cuando creía que la cosa aflojaba, papá me penetró hasta la mitad de su polla. Entonces vi las estrellas. De nuevo se detuvo y de nuevo me folló hasta la mitad.

Antes de que disminuyera el dolor, papá se me adelantó y me clavó su polla otro cuarto y más dolor culero. Era como si te metieran un hierro al rojo vivo por el culo, así de doloroso era. Era otro dolor diferente al de las agujas, ya en este punto, sensiblemente inferior, pero se acercaba…

Ahora comprendo cuando se follan a los recién llegados a las cárceles y muchos de ellos aparecen colgados en sus celdas, pero yo no pienso colgarme, ni mucho menos.

. - hijo, ya solo falta un poco más y habremos acabado.

Yo no estaba para responderle, mi cara era todo un poema. Me dejó en paz unos segundos eternos, para darme la definitiva clavada anal.

Me removí, intentando zafarme de aquella polla criminal, pero estaba bien sujeto tanto por papá como por mamá y gracias a ello no salí de allí por patas.

. - ya está, hijo. Ya está. Papá ya no puede meterte más su pene –dijo mamá como si aquello pudiera quitarme el fuerte dolor culero que tenía encima-.

Todos cogimos aire una vez más, incluso mamá, como si con ello ayudara a su hijo a aguantar un poco más.

Papá, ya metida toda su polla en mi culo, lo siguiente sería terminar de romperme el culo con una follada hasta hacerle correr y según lo hablado previamente, se correría en mi culo y mamá sería la encargada de succionar dicha leche y sacármela de allí.

Al cogerme de la cintura supe que la cosa volvía a empezar de nuevo y empezó. Papá, ahora sí, disfrutó del culo de su hijo. Me lo follaba lentamente al principio, para ir acelerando según su lívido se lo ordenaba. Al final acabó sudado como un cerdo de lo rápido y de lo que disfrutó follándose mi culo. Tanto, que se corrió como habíamos quedado, vaciándose dentro de mí. Así se quedó encima de mí, pero sin poner su peso en mi espalda, pues puso sus brazos antes a ambos los lados de mi cuerpo.

Cuando ambos cogimos resuello, papá la sacó de mi culo y chorreando como iba, y también como habíamos quedado, me la llevó hasta mi boca. Sin moveme un milímetro de cómo estaba, papá me metió la polla en la boca mientras mamá hacía su parte en mi trasero.

La polla de papá tenía tanta leche que su polla aun soltaba semen en cantidad y yo me la tragaba, intentando olvidar el dolor y olor culero, que mitigaba mamá con su lengua calma-culos.

Ya cuando dejé la minga de papá echa una mierda y muy encogida, coloqué mi ano de tal manera que el trabajo de mamá fuera lo más satisfactoria para ella y por supuesto, para mí.

Sin duda, mamá hizo un buen trabajo, pues además de sacarme la leche paterna, su lengua hizo que se redujera cantidad el dolor culero que sentía.

Una vez terminada la sesión de desvirgamiento anal, papá me cogió en brazos y me llevó a la ducha, allí mamá me lavó con amor de madre. Mi ano fue regado con una crema calmante que para esos casos había adquirido previamente. Luego papá me volvió a llevar a mi habitación y acostarme con unas lágrimas en sus ojos.

. - lo siento, hijo. No debí hacerte esto.

. - no, papá. Estoy orgulloso de que –mentí- hayas sido el primero y me desvirgaras. Si he podido tragarme tu pene, no habrá por ahí ninguno que no lo pueda hacer. Te lo agradezco en el alma y también a ti, mamá. Gracias a los dos. Veréis como ya mañana estaré bien y por supuesto, lo volveremos a hacer. Ahora solo quiero descansar.

. - descansa hijo, yo velaré tu sueño –dijo mamá quitándome unos pelos de la frente y besándomela después. Luego me arregló la manta e hizo una señal a papá. Papá entendió.

. - hasta mañana, hijo –dijo besándome en los labios prolongadamente. Yo los apreté, hablándole por los codos de lo que pensaba. Luego cerré los ojos, pues estaba agotado físicamente, de puro cansancio, no en vano que te rompa el culo una descomunal polla, hasta al más pintado, deja agotado-.

Al día siguiente…

. - buenos días –dije a papá y a mamá que estaban al día siguiente en la cocina-.

Levantaron la vista ambos y se preocuparon por mis ojeras.

. - ¿cómo estás, hijo?

. - bien, mamá, gracias. Solo un poco de dolor, pero aguantable.

. - bien, siéntate, te daré tu lechita.

. - espera, mamá. Me beberé primero la de papá, si puede ser.

. - claro, hijo. -Dijo papá acercándose y abriéndose el batín. Su polla menguada me fue ofrecida en bandeja de plata-.

Solo tuve que mamarla un poco, para que se hinchara como la que tuve en mi culo. Mamé y mamé hasta hacerlo reventar. Sí, su leche era lo mejor que me podía tomar. Una vez lo dejé sin gota, le hice agachar la cara, papá se inclinó y besé aquellos labios paternos que tanto quería.

. - gracias, hijo. Creí que…

. - olvida eso, papá. Volveré a ser tuyo próximamente. Ven, mamá. También quiero tu lechita calentita.

. - sí, mi niño. Toda para ti –dijo acercándose y sacándose el batín, puso sus piernas de tal manera, que su coño estaba en la mejor posición para que mi lengua succionara cuantos orgasmos lácteos produjera y produjo muchos, tantos que tuve que dejar de disfrutarlos, so pena de que a mamá le ocurriera un síncope-.

. - gracias a los dos. Ahora sí te aceptaría ese vaso de leche con cacao.

Ya papá me lo estaba sirviendo y me lo puso debajo de mis narices. Los dos vieron que me lo tomaba sin problemas.

. - si quieres más leche, hay más.

. - no, con este tazón es suficiente, mamá, gracias. No tendrás un poco de colorete. Parezco un viejo con estas ojeras.

. - sí, mi amor. Enseguida te lo traigo y te lo pongo.

Mamá salió a buscar lo pedido.

. - ¿quieres que te descargue tu pene, hijo?

. - si no te importa, padre, me gustaría que lo hicieras haciéndome una paja, como si fuera tu propio pene.

. - muy bien, si lo deseas, te la haré.

Papá se vino hacia mí y me retiró con silla y todo medio metro de la mesa, luego me bajó la cremallera y colocándose detrás, se puso a pajeármela.

. - ¿te va bien esta velocidad, hijo?

. - un poco más despacio, padre.

Papá aflojó y asentí. Papá siguió pajeándome mi polla, que estaba en todo su apogeo. En eso, llegó mamá.

. - chicos, no podéis desperdiciar esa lechita. Haberme avisado.

Mamá se puso delante de mí y esperó con su boca abierta el momento de mi descarga láctea. Se hizo esperar, pues estaba aprendiendo a aguantar los orgasmos, para así darles más placer a mis amantes de turno. Cuando llegó, la cara y boca de mamá se llenó de mi sabrosa corrida. Mamá se pasó la lengua por los labios y tragó cuanta leche le entregué, para después tragarse mi polla y terminar disfrutando con mi corrida polla. Luego y de manos de papá, recibió una servilleta y me limpió la polla, para luego guardármela en los pantalones.

Cuando mamá se levantó, cogió una silla y se sentó frente a mí. Cogió sus polvos mágicos y me arregló las ojeras. Al final quedó bastante atenuadas, cosa que agradecí con un largo beso y otro a papá para que no se molestara. Luego cogí la mochila con mis cosas y las que mamá me había puesto y salí de la casa.

. - Debimos decirle que se cogiera el día libre, querida –dijo papá-.

. - ya lo conoces, no habría aceptado.

. - sí, lo sé. Cuanto quiero a ese chico, se parece tanto a mí…

. - ¿y a su madre no?

. - bueno, ya sabes lo que se dice, las chicas se parecen a la madre y los chicos al padre… -dijo sonriendo, mientras se sentaba y la sentaba entre sus piernas. Se besaron interminablemente, luego le comió los pezones también interminablemente, para luego darle otra comida de coño que la dejó difunta-.

. - ¿no tienes que ir a trabajar?

. - un minuto más –dijo-.

Fueron cinco, pero bien aprovechados…

Nada más llegar al instituto y antes de traspasar la puerta de entrada, me esperaban Marisa con Manuela a su lado y la profesora Adelaida, con cara que no presagiaba nada bueno.

Al llegar a la altura de las tres, Marisa y Adelaida se adelantaron. Marisa me dio un beso en todos los morros.

. - hola, mi amor –dijo la chica-.

. - hola, cariño –dije poniéndole un brazo por encima de sus hombros y volviéndola a besar con Adelaida a mi lado también.

. - puedo hablar un momento contigo, ¿Salvador, por favor?

. - sí, claro. Marisa, disculpame un momento –dije yendo junto a la profesora a un lugar donde no había escolares, ni nadie cerca-.

. - ¿qué sucede, profesora?

. - me han llamado desde la clínica…

. - ¿y…?

. - no ha funcionado. No eres compatible.

. - mierda, lo siento. Siento oír eso, Adelaida, lo siento de verdad. Me hubiese gustado ayudar a Ángela.

. - lo sé. Sé que querías ayudarla de verdad. Salvador, no tengo fuerzas para decírselo a mi hija y necesito tu ayuda.

. - ¿cómo puedo dártela?

. - viniendo conmigo y ayudarme a decírselo juntos. ¿Harías eso por mí?

. - por usted y por Ángela, lo que haga falta, profesora. Dígame la hora y allí estaré sin falta.

. - gracias, en realidad necesito de ti dos favores.

. - los que sea, Adelaida, dígamelos.

. - además de decirle lo de la prueba, necesito que la lleves esta tarde a la piscina municipal. Le toca piscina y hoy tengo exámenes que revisar y no puedo ir. ¿Me harías el favor de acompañarla y cuidar de ella?

. - ya le dije que no me importa ayudarla en lo que pueda y lo haré, claro. ¿A qué hora quiere que vaya entonces?

. - ¿te va bien sobre las cuatro? Ya habrá comido y se estará preparando para salir hacia la piscina.

. - okey, a las cuatro estaré en la puerta de su casa.

. - gracias, mi amor. Te daría un beso si pudiera.

. - ya me lo está dando virtualmente y yo le doy otro más grande aún –sonreí- Bueno, entonces la dejo, y lo siento. Vaya suerte la mía –dije yendo con Marisa y de nuevo, le eché el brazo por encima, para después acercar su boca a la mía y comérmela de camino al interior del instituto-.

. - ¿qué quería la maestra de mates? –Dijo Marisa-.

. - cosas nuestras. Bueno, lo sabrás de todas maneras, pues sois unas cotillas. Iré con ella y otra alumna este fin de semana a un pueblo cercano a concursar matemáticamente hablando.

. - sí, eso había oído. ¿Quién es la otra?

. - una tal Alicia, pero aún no he hablado con ella ¿Qué tal estás, Manuela?, te veo muy callada.

. - ¿qué quieres que diga?

. - la verdad es que nada.

. - ya, tienes lo que querías, a Marisa.

. - no, ahí te equivocas. Os quería a las dos, pero no se puede tener todo, ¿verdad Marisa? –dije besándola de nuevo y ella tan contenta-.

Ella misma se puso un fular en el hombro, tapándole el pecho derecho. Entonces y mientras caminábamos me cogió la mano y se la puso encima del pecho. Sonreí y apreté, sobándole dicho pecho. Sí señor, aquella chica sabía lo que me gustaba. Manuela, claro, se dio cuenta.

. - no seáis guarros, os van a ver.

. - ¿prefieres estar en mi lugar Manuela?

. - sí, digo, no. No quiero estar en tu lugar, Marisa.

. - serás mentirosa. Salvador, si te lo pidiera, ¿la aceptarías?

. - yo siempre estoy abierto a nuevas experiencias, ya lo sabes, cariño –y la besé otra vez-.

. - vale, coño. Quiero que me magrees también, jodido cabrón de mierda –dijo Manuela enfadada consigo misma-.

. - y una mierda pinchada en un palo, ¿cómo coño voy a admitirte llamándome de cabrón para arriba? No, te jodes y me quedo con Marisa, que no dice esas burradas.

. - mierda, mierda. Vale, perdóname. No soltaré más tacos, ni te insultaré.

. - di que lo sientes y que te gustaría que te metiera mano ahora mismo.

. - ¿ahora mismo?

. - sí, ahora mismo. Has perdido mucho tiempo y más que vas a perder.

Manuela tragó saliva y se pegó a mí.

. - vale, lo siento y me gustaría que…

. - dilo –insistí-.

. - me gustaría que me metieras mano ahora mismo.

. - ahora sí. Disculpa, Marisa –dije cogiéndole el fular y colocándoselo a Manuela en su hombro izquierdo. Con los dos abrazados, sobé la pequeña teta izquierda de Manuela, para luego besarle los labios hasta casi mordérselos, pero sin hacerle sangre. Luego devolví el fular a Marisa-.

. - no ha sido tan difícil, Manuela.

. - no, no lo ha sido.

. - nos vemos en el tiempo del bocata en el mismo sitio donde Marisa y yo…, ya sabes.

. - ¿vamos a hacer lo mismo?

. - ¿tu amiga es tonta o se lo hace? –Le dije a Marisa-.

. - Manuela, si no quieres, no pasa nada, ¿verdad Salvador?

. - así es. Nunca he violado a nadie y nadie lo podrá decir de mí. Di que no y listo. Sin problemas por mi parte.

. - pero, ¿podré seguir siendo tu amiga de besos y sobeo?

. - sí, sin problema. ¿Es lo que quieres?

. - sí, de momento sí.

. - perfecto. Entonces harás de carabina con Marisa y conmigo detrás de los árboles, porque tú si me deseas Marisa, ¿verdad?

. - ya lo creo. Quiero que me comas el coño otra vez y yo poder comerte tu polla y de paso..., ya sabes.

. - ya ves, Manuela. Sois muy diferentes tú y Marisa. Pero si así lo quieres, así será. –Dije besándole los labios a ella y luego a Marisa, para después separarnos e ir cada uno a su aula correspondiente-.

En un momento, entre clase y clase, me arrolló prácticamente una rolliza chica. De mi edad, pero abarcaba dos campos de futbol, con sus gradas incluidas. Tenía unas domingas que llegaban media hora antes que el resto del cuerpo. Vamos, que era rolliza de verdad. Sabía que era la nueva, la gorda Alicia, pero no habíamos cruzado una palabra aún.

. - hola, ¿tú eres Salvador?

. - ¿quién lo pregunta?

. - tu compañera en el concurso de mates –dijo, y yo, ensimismado mirando sus tetas-.

. - oye, que tengo la cara aquí arriba –dijo ella enojada, otro capullo más, pensó la gordita-.

. - disculpa, nunca había visto unas tetas tan grandes en una chica de mi edad.

. - serás…, serás…, ya me dijo algo la profesora de que eras muy chistoso.

. - ah, ¿sí?, ¿Y qué más te dijo de mí?

. - que eras el primero de su clase. ¿Es eso cierto?

. - ni puta idea. ¿Cuál es tu cociente intelectual?

. - 155, toma ya.

. - de toma ya, nada. Yo tengo 179.

. - no me jodas. ¿Eres un cerebrito entonces?

. - para nada. Soy bueno en mates, pero el puto inglés se me atraviesa de cojones. ¿Eres buena en inglés?

. - no tengo mayor problema.

. - perfecto. Tú me ayudas con el inglés y yo con lo que no domines.

. - yo fallo en educación física –dijo a media voz-.

. - ahí te has pasado cuatro pueblos.

. - me has dicho en qué flaqueo, pues en eso.

. - para eso tendría que ponerte un severo plan de ejercicios y alimentación. A la alta, lo primero y a la baja, lo segundo, muy a la baja.

. - ¿y…?

. - ¿y qué?

. - ¿hacemos trato?

. - no tendrías cojones de cumplir mis normas para bajar kilos y no son un par de kilos, precisamente.

. - que te den. Yo estoy dispuesta, solo necesito a alguien que me obligue a ello.

. - perdona, pero si me das un tortazo con esos brazos, me mandas a la enfermería. ¿Cómo te voy a obligar si te pones terca y no obedeces mis órdenes?

. - tu ponme a prueba.

. - pero si aún no sabes lo que te pediré que hagas, pues los ejercicios serán algunos normales y otros no tan normales. Todos serán para hacerte adelgazar, eso te lo puedo asegurar.

. - bueno, hablas mucho, pero no me confirmas si hacemos trato. Inglés, por hacerme bajar kilos a tutiplén.

. - antes me firmas un papel de que me exoneras de todo lo que no te guste de mis prácticas para hacerte adelgazar.

. - ¿y eso por qué?

. - porque entre esas prácticas habrá sexo oral, anal y vaginal.

. - ¿pero qué coño estás diciendo, pervertido?, ¿Es otro de tus chistes, como dice la profesora?

. - de chiste, nada. Te pondría a dieta, supervisada por tu madre, si está viva y te haré correr como una loca y cuando estés sudando cantidad, te apartaré lo que lleves puesto y te penetraré hasta que me corra en tu boca. Así será los ejercicios, día sí y día también. Eso sí, será de madrugada, que es cuando menos gente habrá y no me joderás las clases. Las de inglés me las darás en la biblioteca o en tu casa, a elegir. He dicho y ahora me las piro, que tengo el puto inglés.

Dejé anonadada a la gordita, de la que aún no sabía de qué pie cojeaba y ya le estaba pidiendo relaciones orales, anales y vaginales. Jo, no soy yo nadie…

. - Salvador, ¿qué le has dicho a Alicia, la chica gordita que irá contigo al concurso?

. - ¿a qué se refiere, profesora? –Le dije cuando me paró de camino a mi árbol del amor-.

. - Salvi, amor. No te hagas el tonto. Eso de inglés por sexo anal y vaginal.

. - ¿ah, eso?

. - sí, eso. ¿Es cierto?

. - y tanto. ¿Sabe lo que me va a hacer sudar esa chica tan gruesa para hacerla adelgazar?, pues si quiere que la ayude, disfrutaré un poco, si no, que se busque otro entrenador-adelgazador.

. - Dios, Salvi, a veces me parece que te falta un tornillo, otras veces es para comerte y lo de Alicia no es para comerte, precisamente.

. - Mire, dígale que contra mí no puede hacer nada porque no está grabado en ningún sitio, pero que, si se lo quiere pensar, la cosa quedará entre ella y yo y que usted no intermediará para nada, como si no lo supiera.

. - ¿quieres que le diga eso?

. - sí, que decida ella. Yo no la voy a obligar a hacer nada, pero si viene a mí de nuevo…

. - de acuerdo, así lo haré, pero no seas muy malo, cariño. Ella necesita un poco de ayuda o mucha ayuda, ya lo sabes. Su gordura mórbida la hace desgraciada en todos los sentidos.

. - haré lo que pueda, pero no le prometo nada, depende en buena medida de sus reacciones. ¿Algo más, profesora?

. - sí, no te olvides de nuestra cita. Ah, por cierto. El viernes salimos temprano en el autobús de la escuela hacia el pueblo vecino. Será en un instituto de monjas y precisamente, allí es desde donde ha venido Alicia. Ella estudiaba en ese instituto antes de venirse para éste hace un par de días.

. - sí, ya me había dicho algo de que era de ese pueblo. Y también le diré que usted sí que es rápida adivinando que es lista la gordita con las mates.

. - es que el siguiente de la lista en matemáticas de mi aula es tu amigo Rogelio y ya sabes lo listo que es.

. - no me lo recuerde. Bueno, la dejo, que me esperan.

Un largo beso virtual con los ojos y marché hacia el árbol.

(Parte 2 de 11)

FIN