Favor completo (y 3)

Una historia real

El día siguiente no llegó antes de la hora, si no apenas cinco minutos antes de la hora normal de su conexión.

-Vamos a la habitación –Dijo-, quiero enseñarte algo.

Como no venía con el habitual pijama, sino con una camiseta superescotada y una minifalda que era más un cinturón ancho, pensé que lo que querría enseñarme sería algo de ropa interior provocativa, o algo así, pero en cuanto llegamos al dormitorio se sentó ante el ordenador, lo encendió, y en cuanto se hubo iniciado buscó entre sus e-mails, puso algo en pantalla y me dijo:

-Mira esto.

Me enseñaba un correo con una foto adjunta. La foto era de una pareja en pleno acto sexual, y el texto decía: “¿Ves como sí me follo a mi compañera? ¿Permitarás a hora que se muestre el amigo que te folla a ti?

-¿Qué te parece? –Preguntó.

-¿Es tu marido?

-Sí.

-¡Uf! ¿Y estás muy cabreada?

-Ni mucho ni nada, pero hoy va a ver como me follas tú a mí. A ver si aprende algo.

-Bueno, yo…

-No hay excusas. Y ya no te podrá decir nada cuando vuelva puesto que estaremos en igualdad de condiciones. Voy a conectar.

Lo hizo. Al momento arrancaba la video llamada.

-Hola Enrique –Dijo ella -, ya veo por tu correo que te lo pasas bien ahí.

-Pues como tú, según dices, ¿no? ¿Y qué haces vestida como para salir?

-No, para salir, sino para que mi amigo me desnude.

.¿Ahora?

-Sí, ¿no querías verlo? Ven a desnudarme Jose.

Me acerqué a ella y empecé a quitarle la ropa ante la atenta mirada del otro; (desde ahí sí le veía bien). Ella me desabrochó el pantalón y empezó a masajearme la polla.

-Fóllame aquí mismo para que Enrique lo vea bien, luego nos vamos a la cama.

Se apoyó en la mesa, subió una pierna y me ofreció el coño bien abierto. Acabé de desnudarme, me acerqué por detrás y se la clavé de un solo empujón. Desde el luego el marido tenía una perspectiva perfecta de cómo se la metía.

Ella empezó a gemir y a soltar palabras soeces. Con la poca atención que yo podía prestar a la pantalla, vi que en esta ocasión era el marido el que se pajeaba con nosotros.

-¿Lo ves bien? -Le preguntó.

-Sí zorra, lo veo perfectamente.

-Pues ahora nos vamos a la cama, que esta posición no s muy cómoda para follar. Me voy yo Jose, tú ajusta la cámara para que este cornudo vea lo más posible.

La puse de forma que se veía la cama entera y me acosté con ella. Se puso sobre mía como en un 69, más que para que la chupase el coño, que también, para que el otro viese perfectamente como me la mamaba.

-¡Ah! ¡Como comes el coño mi vida! ¡Y como me gusta mamártela!

Yo era consciente de que un estimable porcentaje de lo que sucediese iría dirigido a él pero me importaba un pimiento porque ella parecía tener más furor uterino que nunca.

Follamos salvajemente durante casi tres horas, yo me corrí tres veces, ella; o al menos eso aparentó; no menos de diez. No se las veces que lo haría el marido.

Amanda se levantó de la cama, fue al ordenador y dijo:

-Mañana te podrías traer a tu amiguita y follamos los cuatro, no quiero ponerte más los dientes largos.

-Preguntaré si la apetece.

-Hasta mañana.

-¿Vais a seguir vosotros?

-No, ya estoy satisfecha, este hombre folla que es una maravilla.

Apagó el ordenador.

-Venga, vamos a la ducha y me largo.

Cuando se marchó me percaté de que estaba realmente agotado y no tenía ganas de pararme a considerar lo que había sucedido.

CONCLUSIÓN

Al día siguiente la amiga de Enrique estaba presente- A partir de entonces cada día era un orgía, mitad cibernética, mitad real, entre los cuatro.

Aparte de eso, los correos electrónicos y las charlas por MSN, entre nosotros, juntos o por separado, se convirtieron en constantes.

Contra lo que en principio pensé, ahora estaba deseando que regresase el marido de Amanda, Desde luego que la amiga no vendría con él, pero no dudaba que no nos costaría trabajo encontrar una sustituta.

FIN