Favor completo (2)

Una historia real

Lo pensó, y me lo hizo. Desde atarme a la cama para hacerme lo que quiso, hasta obligarme a meterla en el coño todo lo que encontré y que cupiese, incluida mi polla más de una vez, claro.

Ese día se despidió un par de horas más tarde de lo acostumbrado, con un beso en la boca y diciendo:

-Si no te importa mañana vendré un poco antes de la hora de conectarme.

-Claro que sí.

III

Efectivamente, al día siguiente llegó casi una hora antes de lo habitual y con una botella de cava. Con pocos preámbulos nos fuimos a la habitación. Me desnudó, pero cuando yo intenté hacer lo propio me dijo:

-No. Quiero que mi marido me vea vestida al principio. Nos tomamos unas copas, yo te caliento un poco, pero no quiero que te corras. Me gustaría ver como te pajeas mientras yo me follo virtualmente a Enrique. Eso sí, que él no te vea a ti.

-Entonces espera que vaya a por unas copas.

-No tardes, me gusta mirar tu polla.

Volví con las copas, abrí la botella y serví el cava. Ella me acariciaba delicadamente el pene mientras bebía.

-Luego voy a querer que bebas cava de mi coño.

-Y de tu ombligo, y de tus tetas.

-¡Ummm! Voy a ver si ya se ha conectado Enrique.

Se sentó ante el ordenador y estableció la conexión. Yo me senté en una butaca fuera del ángulo de la cámara.

La conexión se estableció a los pocos segundos. Desde donde yo estaba apenas si veía la pantalla del ordenador, pero me pareció que el hombre era bastante más mayor que ella. El diálogo entre ellas empezó más o menos así:

-Hola Enrique. ¿Cómo estás hoy? –Empezó ella.

-Como siempre, deseando abrazarte.

-¿Sólo abrazarme?

-Y hacerte el amor.

-¿Estás cachondo?

-Estoy esperando que me pongas tú.

-¡Vaya! ¿No te pones cachondo sólo de pensar en mí?

-Un poco, pero viéndote, mejor.

-¿Así? –Preguntó ella quitándose la parte de arriba del pijama.

-Sí, y también tu almeja.

-Pues mírala –Dijo desnudándose del todo y abriendo las piernas.

-Te voy a decir una cosa –Dijo él-Esta mañana me he follado a una compañera de trabajo.

-Ya, eso me lo dices para ponerme más cachonda.

-Sí, pero ganas sí he tenido. Y ella. Hemos quedado para comer mañana.

-Pues yo tengo aquí a un amigo que se está haciendo una paja viéndonos, y que me follará cuando acabemos tú y yo.

Todo era totalmente cierto, pero claro. El tío no se lo creyó.

-Ya, enséñamelo.

-Cuando tú me digas que te has tirado a tu compañera, y me mandes una foto para ver que es cierto.

-¿Si lo hago me mostrarás a tu amigo?

-Tú hazlo y ya veremos.

-Ya estoy cachondo perdido. Venga, vamos a masturbarnos.

-Sí. Y tú también Jose, pero deja algo para follarme luego.

-Ja, ja. Muy realista tú.

Ya no contestó, sino que empezó a acariciarse el coño, a retorcerse y a gemir. Supongo que el marido haría lo propio, pero ya he dicho que no lo veía bien. Yo sí aceleré mi paja, súper excitado de verla hacerse un dedo.

Nos pajeamos todos durante más de media hora. Yo, aunque lo intenté, no pude evitar correrme.

Cuando les pareció bien empezaron una larga despedida y luego Amanda cortó la conexión para de inmediato tumbarse en la cama y decirme:

-Ven aquí que me vas a dar lo que necesito. Porque yo no me he corrido, sólo lo he fingido para Enrique, pero estaba loca por tener una polla dentro.

-Pues espera que me ponga una copa, yo sí me he corrido y tengo que recuperarme un poco. ¿Tú quieres?

-Sí, pero tú no, ya te he dicho que ibas a beber el cava de mi coño.

Como mi lengua no tenía que recuperarse me pareció bien. Llené su copa y dije:

-Venga, túmbate que te escancio el cava.

Lo hizo y deposite un poco de vino en su ombligo para que bajase hasta su sexo, me puse entre sus piernas y empecé a lamer a más y mejor.

-¡Ah! Ah! ¡Bebe bien cabrón! ¡Méteme la lengua!

Hice que se corriese hasta tres veces con mi boca y mis manos en su coño. Cada vez gritaba más, y cuando la puse a cuatro patas y se la metí en el culo se puso como una posesa.

-¡Madre mía que gusto! ¡Esto no me lo había hecho nunca el inútil de Enrique! ¡Sí, sí! ¡Dame por el culo como a una cerda! ¡Ay Dios! ¡Ay Dios!

Una hora después, agotados los dos, dijo:

-Anda vamos a cambiar la cama y a ducharnos juntos.

-A ducharnos sí, la cama ya la cambiaré yo.

Después de duchados y cuando ya se despedía, le pregunté:

-¿De veras le mostrarías a tu marido que estás conmigo?

-Que va. El tampoco se follará a ninguna. El “presumir” que estamos con otros es parte de nuestro juego para calentarnos.

-Mejor.

-¿Por qué?

Porque tarde o temprano volverá, y no dejamos de ser vecinos, y tener un vecino al que has visto follarse a tu mujer…

-Seguro que no te pegaría, tranquilo, Ja, ja. Bueno, hasta mañana cachondo mío.

Pero las previsiones no se cumplieron.

CONTINUARÁ...