Farmaceutico y manceba consuman su fantasia sexual

En una guardia un farmaceutico y su empleada empiezan un juego sexual que les llevara a tener la experiencia de su vida.

Antes de nada me gustaría deciros que aunque este relato es totalmente verídico, todavía no puedo creer haber hecho realidad una de mis mayores fantasías sexuales, y espero que disfrutéis con el casi tanto como yo disfrute mientras estaba sucediendo.

Os diré que soy farmacéutico y tengo a mi servicio dos empleados, un hombre de cierta edad y una empleada que contratamos hace cosa de unos 9 meses, que además coincidió mas o menos con el alumbramiento de mi primera hija. Ella es una chica joven de 27 años, 1,65 y 50kg de peso con senos pequeños pero erguidos y un cuerpo bien proporcionado, con unos andares elegantes y sensuales.

Desde el momento que mi mujer dio a luz, ha perdido la lívido casi por completo, y aunque no me rechaza, cuando estamos juntos haciendo el amor, ya no es lo mismo que antes. He de deciros que siempre he sido una persona muy activa sexualmente, y la verdad es que mi mujer hasta entonces también lo era, pero algo ha cambiado.

Todo empezó aquel día en que tuvimos que realizar una guardia en sábado que concluía el domingo a las 9 de la mañana.

Estábamos ya entrado el otoño, pero en la ciudad en la que vivo el buen tiempo se alarga mas allá del verano, por lo que la empleada vino con una falda discreta pero algo corta y una camiseta con tirantes, llevando encima tan solo una camisa de manga larga.

Como os podéis imaginar, durante la jornada laboral utilizamos bata, pero al estar de guardia y tener la farmacia cerrada y dispensar únicamente por el zambucho de guardia (lugar por el que se atiende a los clientes que llegan en la noche) no se puso la bata.

Otra de las afortunadas casualidades de la noche fue que el aire acondicionado si bien funciona correctamente, no lo podemos poner en la noche dado que molesta a los vecinos, que ya se han mostrado algo molestos cuando éste actúa por la noche. Esto tuvo como consecuencia que después de las 10 de la noche tuvimos que apagarlo durante el resto de la guardia.

Eso provoco que la temperatura interior aumentara considerablemente ya que durante todo el día y buena parte de la noche también había sido bastante alta.

Otro dato de interés es que si bien yo vivo en un pueblo en las proximidades de mi ciudad, ella vive cerca de la farmacia, y normalmente se marcha a cenar durante media hora a su casa, pero ese día no estaban sus padres en casa y decidió quedarse a cenar conmigo, con lo que tomamos algo ligero pero lo acompañamos con algo de vino que había comprado con anterioridad para alguna ocasión especial, y decidimos que esa podía ser una buena ocasión.

Como os digo la cena fue de lo mas distendida, interrumpida únicamente por los clientes que venían a por los medicamentos y elementos de urgencia de un sábado noche, como profilácticos, elementos de higiene femenina, etc.

En ese intervalo de media hora, estuvimos conversando agradablemente, y como la mesa en la que tomamos la cena era algo pequeña, dada la escasez de espacio, propicio el hecho de que nuestras piernas se entrelazaran por debajo de la mesa y sintiéramos el roce de nuestra piel, ya que yo también vestía con bermudas para combatir el calor.

Al principio no paso nada, pero los primeros roces me hicieron recordar momentos felices pasados en la cama con mi mujer, y que hacia ya algunas semanas que no había rememorado físicamente, y aunque siempre me quedaba el escape de la masturbación, prefería guardar todo mi potencial para una mejor ocasión. Lo que yo no sospechaba es que esa ocasión estaba a punto de llegar. Imaginaros por tanto la cantidad de leche que guardaba en mis testículos, que estaban a punto de rebosar.

Todo esto acompañado por el vino que estábamos tomando hizo que la temperatura corporal aumentara tanto en mi como en ella, y aprovechando que tan sólo hacia 5 minutos había venido una pareja pidiendo la píldora del día después, ello nos condujo a una conversación un tanto picante. En ese momento, lo que nunca pude sospechar, aunque como he comentado hubo algún tímido y casual roce previo, es que ella, se quitara el zueco sanitario que habitualmente calza, y comenzara a rozar y sensualmente pero con cada vez con más avidez mis testículos rebosantes de semen.

Yo me quede estupefacto a la vez que sentí como una descarga eléctrica, que hizo que mi pene se pusiera más duro que la verga de un toro, como hacia meses que no se me ponía.

Ella lo notó y también quedo algo sobresaltada, al comprobar la gran dimensión de mi bulto, a la vez que un el vicio inundaba por completo la expresión de su cara, invitándome a poseerla salvajemente.

Nuestra conversación se acabo de raíz cuando yo, dadas las dimensiones que estaba adquiriendo mi bulto, instintivamente me solté la cremallera y mis 20 cm de carne saltaron como un resorte fuera de sí. Ella tomó mi pene que estaba como una piedra y empezó a trabajarlo muy hábilmente, primero con sus manos, a la vez que empezaba a relamer mi falo con una avidez y ansias inusitadas, que se vio justamente recompensada varios minutos más tarde con una eclosión de mi leche que derrame en justa reciprocidad en su boca sedienta de virilidad. Siempre recordaré como se relamió de gusto ante tanta generosidad láctea derramada por un hombre de verdad, como ella después me reconoció

La gran cantidad de leche que le rebosaba por los labios y cuello, fue ayudada con sus manos hasta alcanzar su pequeño pero duro y palpitante pecho, que estaba ansioso de que su ama fuera de nuevo poseída.

Nunca pensé que mi falo no se resintiera lo más mínimo de aquella magistral felación, lo cual era comprensible después de tantas semanas sin disfrutar de sexo alguno.

Ello hizo que con mis manos atrapara sus nalgas con un ansia desmedida de posesión, que nos llevó a arrancar de cuajo sus braguitas. Acto seguido nos vimos envueltos en una copulación contrapared, en que su sexo succionaba mi gran verga incólume.

Ella seguía pidiéndome más y más, sin que sintiéramos el momento de acabar, lo que le llevaba a un clímax sinfín, y que me contagiaba igualmente.

Pasados varios e interminables minutos de una actividad desenfrenada, yo eyaculé en su interior una nueva descarga de leche, quedando ambos extenuados.

El hecho de que el timbre de la farmacia sonara, hizo que todo volviera a la realidad y rompiera nuestro momento de intimidad. Yo con mi pene todavía semi erguido y rezumante de su sexo, me puse la bata y atendí al cliente. Ese timbre que aparentemente rompió nuestro momento, se convirtió en una nueva puerta inexplorada hasta entonces, tanto para mí como para ella.

El hecho de que el cliente solicitara una crema anestesiante para el esfínter de su mujer, m3e hizo pensar en la posibilidad de utilizarla igualmente con mi tierna mancebilla, que parecía estar ávida de nuevas experiencias.

Inmediatamente aprovechando las circunstancias y no sin cierto rubor, aproveché la posibilidad de utilizar este u otro producto similar para realizar la copulación anal con mi nueva amante, a lo que ella sin decir nada y todavía desnuda y sin haberse recuperado completamente, asintió con un gesto de aprobación mi propuesta voraz.

Le invité a apoyarse en el mostrador de la farmacia y abriendo poco a poco sus piernas y ayudándome con las manos para separar sus nalgas suplicantes y temblorosas, dejando al descubierto su culito virginal. Fui untando con mis dedos poco a poco la crema en su ano, introduciendo con sumo cuidado la puntita de mi dedo índice, ya que para ella era su primera experiencia. Tras varios minutos de estimulación en los que llegue a introducir hasta 3 dedos, ella parecía bastante receptiva y dispuesta a la desfloración rectal.

Encapuché mi miembro con unos de los preservativos que tengo en el dispensario del mostrador, con objeto de proteger mi "segunda cabeza" del anestesiante administrado para tan depravado fin.

Derivado de mi inexperiencia en estas lides, introduje brutalmente la verga en su interior a lo que ella respondió con un alarido iníciale en el que se entremezclaba el dolor y el placer, a pesar de la crema. Esto me provocó una excitación aun mayor, lo que me condujo a dejarme de miramientos y empezar a bombear de una forma brutal, fallándomela a saco. Todo esto hacia que sus pequeños pechos se empitonaran más todavía, y me sirvieran como punto de apoyo para apalancarla y embestida más y más, rompiendo su culito virginal.

Esto nos llevó hasta el punto final y a una extenuación total. Nunca olvidaré este episodio de mi vida...

Trascurridas dos semanas después de este episodio, no hemos tenido oportunidad de repetirlo ni comentar nada al respecto, aunque la complicidad es mutua. Esto me lleva a plantearme un serio dilema, si abandonar a mi inapetente aunque correcta y amada esposa por mi tierna mancebilla, o por el contrario seguir con esta anodina y aburrida vida de pareja quizá con algún que otro episodio similar.

Espero vuestro consejo, ya que aunque no he tenido oportunidad de repetir, estoy seguro que cuando volvamos a tener la menor oportunidad, volverá a suceder algo similar a lo ocurrido, lo cual me podría conducir a una doble vida que no creo que me satisficiera, por lo que debo tomar una decisión antes de que sea demasiado tarde...

Mi correo es farmaceutico050@hotmail.com