Fantasmas (3: Juego de niños)

...en la penumbra de mi habitación mis pensamientos giraban en torno a mis viejos amigos, entonces sentía todavìa mi piel erotizada y el sexo enhiesto y anhelante de deseo puro y salvaje....

La vida hasta los 30 años, había sido creía yo, completa; hubo buenos amigos, intensas relaciones amorosas, sexo frecuente e indistinto, es decir, el inicio fue hetero , pero no me privé de en contadas veces de otras relaciones... , nunca quise detenerme a pensar que me iba mejor, sin complicarme mucho, tomé lo que la ocasión otorgaba; claro que solo aquellas que despiertan el apetito, solo aquellas a las que el deseo o el afecto me empujó...

Por tal motivo me sentí dueño de mi y de el destino de mi vida, inclusive los diversos enamoramientos me hicieron conocerme hasta el grado de no perder la confianza y la estabilidad, el sexo me proporcionó siempre el punto de equilibrio necesario, mi tabla de salvación, aunque muy pronto me daría cuenta lo fácil que es entrar a un terrero desconocido e incontrolable donde el deseo manda, las pasiones encadenan y la razón es nula.

Convergieron por entonces en mi vida dos personas especiales, Princesa, una mujer hermosa y coqueta y Felipe, un tipo que superaba mis expectativas; las cosas fueron en buena marcha hasta aquella noche en que efectuamos el inolvidable trío .... ( relato trío seductor)

El tiempo pasó, cambié de trabajo y con ello de rutina, aunque algunas veces no vimos, jamás volvimos a estar juntos, pero con frecuencia, en la penumbra de mi habitación mis pensamientos giraban en torno a mis viejos amigos, entonces sentía todavía mi piel erotizada y el sexo enhiesto y anhelante de deseo puro y salvaje.

Princesa se casó y Felipe se fue; yo me quedé sin ambos, esto me producía cierta desconsuelo, pues creía que aquello era el principio del fin de aquella espléndida aventura.

Una noche que estaba solo en mi cueva, el timbre sonó insistentemente, mi estomago se lleno de ese inexplicable vacío y acudí a ver quien era, sorpresivamente, era él, mi amigo Felipe, luciendo la galanura de siempre pero reflejando melancolía en sus ojos, entró, nos abrazamos a modo de saludo y le ofrecí el consuelo de un amigo.

Hablamos mucho de la boda de la Princesa y del cariño y abandono que él sentía, y del que yo vivía, bebimos y lloramos juntos, compartimos el mismo dolor, aunque mi interior empezaba a inundarse de felicidad por tenerlo ahí, conmigo...

Para esos momentos en mi cabeza se hacía la luz; mis emociones iban mas allá de un simple gusto, de una sencilla atracción, estaba enamorado de él, y lo mas terrible es que lo deseaba con una fuerza nueva y oscura, empezaba a pisar terrenos desconocidos, me empezaba a dar miedo la dimensión de aquella revelación.

De cualquier modo, le hice saber que sentía su dolor como propio, y me ofrecí a darle apoyo cuando necesitara sin ocultar que ahora, quien me interesaba era él, no se dijo más, simplemente un beso sello nuestro convenio..

Nos vimos con frecuencia en la calle y las visitas siguientes ya tuvieron otra intención y matiz, fueron convertidas sin que se mencionara nunca, en citas eróticas; y efectivamente, descubrimos que el erotismo era una parte que teníamos en común, y nos dispusimos a explorarlo y a perdernos en él.

Alguna vez jugamos algo que inventó nuestro deseo; el juego consistió en desnudarnos y apagar la luz, en el perímetro de un cuarto del departamento, vendarnos los ojos, no hablar absolutamente nada, y arrastrándose en el piso encontrarnos aguzando los sentidos que podíamos usar, el olfato, el tacto y el oído, con ciertas distracciones pensadas a propósito como fue la música, y muy pronto la habitación se llenó de calidez y de deseo flotante, retardamos el encuentro; de repente sentíamos una mano, un roce, un apretón, nos zafábamos para excitar y prolongar más el deseo mutuo de pertenencia, de estimular más nuestros deseos animales, el juego terminó en un acto de sexo urgente, desesperado envuelto en intenso ruido y exceso.

También dimos rienda suelta a algunas fantasías que cada cual soñaba en su propia intimidad; recorrimos cines y bares turbios; nos perdimos en las calles oscuras de nuestra querida ciudad cómplice y entonces nos abrazábamos y besábamos , compartimos la intimidad de los baños privados y hasta la impersonalidad de los cuartos de hotel; nos mezclamos en lugares poblados de gente y sitios que parecían hechos solo para dos, nos intoxicamos de alcohol y sexo; nos purificamos con el agua del mar y enterramos nuestros cuerpos en la arena, el sol pintó con sus rayos brillo de bronce en nuestros cuerpos, cantamos felices y bailamos con la luna ; pero nunca nos acordamos de hablar de amor............

Todo lo ocurrido era mucho mas intenso de lo había tenido antes, solo que hay ocasiones en que los amantes consumen muy pronto los amores, por lo que seguimos en la búsqueda frenética de intensidades hasta que redescubrimos los sentidos...

La agudeza de mi oído percibía, retenía y disfrutaba los sonidos que transmitía su cuerpo de guerrero adolorido, de humano en éxtasis, los latidos febriles con los que el cuerpo indica su propia turbulencia, los sonidos de la pasión que se transforman en música, apenas percibida por un amante y que muchas veces es confundida con ruidos y susurros y chasquidos y palabras soeces.

El olfato me hace recordarlo hasta hoy; el olor a hombre, a semen y a sudor convertido en perfume, grabado por la sensibilidad de quien queda prendado; olores de aliento, mezcla de alcohol y tabaco; axilas saturadas de olor, aromas oscuros, turbios; olores de frutas maduras, de flores secas, remembranza de tierra húmeda, de mar nocturno; olor de pies vivos, sexos babeante y excrecencias, mezcla de sustancias volátiles para acrisolar la esencia exquisita del cuerpo...

Dicen que de la vista nace el amor, no lo sé, pero en cuanto a mí, todo se multiplicó al hacerme conciente de todas las habilidades que desarrollaron mis sentidos, sin menospreciar aquellas que mis ojos veían aún con los ojos cerrados, la composición y estructura de su cuerpo todo, la precisión de formas cinceladas en cada músculo; los colores con que se distinguía su cuerpo, de negro y café a granate y púrpura; la sonrisa, gestos y movimientos que ese cuerpo emitía para ser comprendido, entendido y disfrutado por mí.

Las yemas de los dedos, mi cuerpo y mi boca saben de las formas precisas de aquel cuerpo, las distintas consistencias y temperaturas que contenía, piel suave, piel rugosa, piel caliente, piel húmeda, piel fría y erizada, piel ardiente..., piel que esconde y descubre músculos tensos y agitados por los impulsos amatorios, formas tortuosas como las fantasías, formas existentes e inventadas para encadenar a los amantes.

Quizá haya olvidado los sonidos que escuché, tal vez, mis ojos inventaron lo que vieron pues tu silueta permaneció desnuda en las penumbras al recuerdo actual de que tu imagen pocas veces salió de la penumbra; podría aventurarme a decir que tus formas y texturas se pierden en la confusión del tiempo y por otros cuerpos; y mas aún, llegaría a decir que los olores son producto de mi imaginación perversa que locamente quiere distinguir la diferencia tan sutil que solo un experto catador encontraría...

Tal vez hoy, todo sea confusión y exaltación; más el sabor que conocí en ese hombre, en ese cuerpo dispuesto para mí, es algo que mi cerebro tatuó a fuego y quedó encerrado en algún rincón; el sabor a cerveza de aquellos infames besos; el sabor de mar impregnado en su piel; el sabor a sal y a veneno caliente de su sexo vibrante, el sabor amargo de su vitalidad y su abandono..., ese sabor que fue el inicio de mi libertad....

La cama enorme sin calor en las sábanas, húmedas de llanto, interminables noches encantadas, días y siglos de permanecer muerto en vida; el terror de la oscuridad solitaria, lo vano de los vicio solitarios, la angustia del vacío y la espera interminable...

Esto fue lo que conocí y me regaló una de las dos personas referidas, un mundo desconocido que ya jamás podría abandonar, un mundo que se convirtió en mi hábitat natural que comparado con lo que yo había vivido hasta entonces se asemeja hoy a un inocente y candoroso juego de niños....

Afortunadamente la vida no deja de fluir y no se puede permanecer estático mucho tiempo, así que de pronto algún amanecer trajo consigo luz que probablemente se reflejo en la mirada enigmática de Rafael, que furtivamente se detenía en el bulto que despuntaba en mi entrepierna....